3. Hacer lo correcto
La brisa helada erizaba su piel y enrojecía sus mejillas, el sonido de las hojas marchitas de otoño le producía una extraña sensación de calma y nostalgia. El olor del agua salada lo mantenía clavado en el viejo muelle, sosteniéndolo de volver a noches oscuras y solitarias, llenas de dolor y autodesprecio. Suspiro cuando el rugido del Impala llegó a sus oídos.
La madera vieja crujió bajo las botas de cuero, los pasos lentos anunciando su presencia. Las respiraciones de ambos pausadas, anticipando la llegada de las consecuencias.
Dean se sentó a su lado, pies colgados sobre el agua. Bucky le pasó una cerveza.
Las palabras se amontonan en los cuerpos, uno queriendo respuestas y el otro buscando la manera de pedir perdón. Sus manos se rozan, pero ninguno voltea, no cruzan miradas. El nudo en la garganta es doloroso y los ojos de Bucky arden como el infierno.
Los minutos pasan y la cerveza se termina, la beben como si en el fondo de ella se encontrase la solución que no supieron encontrar antes, como si el ingrediente secreto dentro del líquido fuese el valor que a ambos le falta.
Y es cuando el sol comienza a bajar que los labios de Dean al fin pueden modular. -Seis meses.
Entonces James frunce el ceño y lo mira por primera vez.
-Seis meses rastreando.- la voz del Winchester es vacía, no hay ironía ni reproche.
Dean gira el rostro y la mirada verde choca contra la mirada azul, intentan hacerse entender solo con eso lo que piensan, pero solo pueden reconocer el dolor.
Como la primera vez, cuando sus ojos se clavaron el uno en el otro y pudieron reconocer esa mirada destrozada que solo las personas rotas conocen, porque la ven todos los días frente al espejo. El entendimiento del daño que cargaban todos los días, la ira reprimida en constante riesgo de explosión, el odio profundo hacia sí mismos que martillaba como un pica hierro a cada segundo en el medio de su cerebro, el hartazgo marcado en sus ojeras y el deseo perdido de una vida tranquila.
-Lo lamento.- las únicas palabras que James pudo pronunciar hicieron estallar una carcajada en el cazador.
-¿Escapas de la nada, sin una maldita advertencia, y lo único que dices es “Lo lamento”?- Bucky traga en seco y vuelve la mirada al mar. -James, solo te fuiste, ni siquiera dejaste alguna estúpida nota, nada. Pasé meses enteros buscándote por todo el puto país, contactando a cada maldito cazador, amenazando y matando a cada jodido demonio que se cruzaba en mi camino…
-Dean…
-No.- sentencia. -Dean, nada.- El menor se levanta abruptamente.- Creí que te habían secuestrado, que te habían matado incluso, casi voy a buscarte al maldito infierno, James.
-Lo siento.
-Deja de decir que lo sientes, por el amor de Dios. -exclamó el cazador.- ¿Tienes una idea de lo que fueron estos meses? Pensando en que algo malo te había pasado por culpa mía, que estabas pagando por algún maldito error que yo cometí. ¡Joder, Bucky, casi muero ante la idea de ya no volverte a ver y lo único que dices son dos putas palabras!
-¡Pues lo lamento, lamento el hecho de no saber qué decir, más de que me arrepiento de no haber dejado una maldita nota! ¡Lo siento!- su voz se rompió, su pecho subía y bajaba con rapidez.
Dean que se había acercado fúrico, paró en seco quedando a unos cuantos centímetros.-¿Lo único que lamentas es no haber dejado la nota?- cuestionó incrédulo.
El sargento apretó la mandíbula y se tomó unos segundos.-Sí.-mintió.
La sorpresa cruzó por una milésima de segundo en los ojos del cazador, y luego, James pudo captar el momento exacto en el que el Dean se rompía un poco más. El menor volvió a soltar una carcajada sin gracia, se volteó y pasó una mano por su cabello.
-Maravilloso.-murmuró.
El silencio llenó el lugar, el mar parecía lejano y la brisa los había abandonado. Los minutos pasaban, James observaba a Dean caminar en círculos, desordenando su cabello. Reprimía el impulso de acercarse por la espalda, besar su nuca y tomar sus manos con las suyas para abrazarlo, como había hecho antes tantas veces.
-Dean, no quise dejarte.-habló fuerte el soldado.- Pero tenía que hacerlo, no había otra opción.- el de ojos verdes volvió hacia él, mirándolo esperando por más. -Por eso solo me arrepiento de no haber dejado la nota, por que... Hice lo que tenía que hacer.- su voz tambaleo en la última oración.
El Winchester se acercó nuevamente, estando apenas a un metro de distancia. -Puedes ser más específico ¿De qué diablos estás hablando, James?¿Qué tenías que hacer?
La preocupación bañó los ojos del cazador, quien tuvo que soportar las ganas de tomar las manos del otro hombre y buscar alguna señal de malestar en su rostro.
Los ojos azules volvieron a aguarse, las náuseas golpearon a Barnes con fuerza, quitándole un quejido. -Y-yo...
Una lágrima se resbaló por su mejilla y Dean no lo soportó más. Su gran mano sostuvo el rostro de Bucky, alzó su mentón y lo obligó a mirarlo. Su otra mano se había entrelazado con la ajena.
La mirada de James solo suplicaba por perdón, suplicaba en silencio un poco de compasión y buscaba desesperadamente por comprensión.
-Amor, necesito que me digas que tuviste que hacer para que podamos resolverlo.- El pulgar acarició la mejilla sin afeitar.- Juntos.
-Ya no podemos hacer nada,- un sollozo escapó de sus labios, sonríe amargo.- Nunca hubiéramos podido.
Dean frunce el ceño, su mente máquina imaginando decenas de escenarios para entender a que se refiere y poder darle lo que anhela, decirle que todo va a estar bien.
-Dean…- Bucky procura no apartar su mirada de los ojos atentos y preocupados.- Dean, yo… Yo estaba en cinta.
-¿Qué?- El tiempo se paraliza. Las cuatro palabras inmovilizan a Dean.
Por un momento Dean se siente fuera de sí, se obliga a pestañea varias veces, el mundo pierde su estabilidad y se tambalea. Ve la boca de Bucky moverse llamándolo, lo ve sujetando sus brazos para evitar que caiga. El sonido nunca llega a sus oídos. Sus rodillas chocan contra la madera húmeda, el frío traspasa sus jeans.
-... por favor, respondeme.-
Dean sacude la cabeza, volviendo poco a poco, escucha la voz angustiada aún lejana.
-Dean, ¿estás bien?- la mano derecha de Bucky acaricia su mejilla y sus ojos escanean su rostro completo.
-¿Por qué no me lo dijiste?- el susurro apenas perceptible interrumpe la caricia.
-Dean…- James intenta advertir, él sabe que la respuesta no le gustara, pero eso en realidad no importa.
-Solo dime, James.-exige el cazador. No hay odio en su voz, sus ojos se ven… vacíos. No hay enojo ni rencor y James tiembla.
-No quería darte ilusiones, Dean.- la voz del soldado es gélida, Dean siente como si fuese un puñal de hielo clavándose en medio de su pecho.- Nunca hubiésemos podido tener un hijo...
Dean rió sin gracia.-Si, creo que nunca lo sabremos en realidad.
-Dean, por favor. Míranos, ambos somos un desastre. Ambos estamos constantemente al borde de la muerte, incapaces de poder dominar cualquier mínimo impulso autodestructivo.- Barnes no se molesta en ocultar su hostilidad, una rafaga de ira controlar su boca y no puede ser gentil.- Por si no lo notaste todos a nuestro alrededor terminan heridos o muertos, ¿te imaginas que nuestro hijo pudiese terminar igual? Dean, siquiera podemos cuidar de nosotros mismos, por favor. Somos lo peor que le podría pasar a alguien.
Las lágrimas bañan el rostro de Bucky que parpadea confundido, preguntándose cuándo comenzó a llorar, siente su pulso acelerado y sus mejillas como fuego. Pasa sus manos por su rostro sin cuidado y respira profundo lamentando sus palabras.
El llanto de Dean se disipa, su cuerpo se enfría y mira el lugar. Las palabras llenas de ira resuenan en su cabeza y no puedo evitar darle la razón.
Las miradas se encuentran, azul sobre verde. Y pueden reconocer esa mirada destrozada que solo las personas rotas conocen, porque la ven todos los días frente al espejo. El entendimiento del daño que cargaban todos los días, la ira reprimida en constante riesgo de explosión. Dean no habla, Dean asiente y Bucky se ahoga con su propio alivio.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro