Zootopia: Un ??? entre sus calles
Todo estaba completamente arruinado. Cientos de pedazos de lo que alguna vez debió ser un centro de investigación científica, regados por todas partes, saliendo de todas partes. Un grupo de pandilleros exploraba el lugar con barrote al alcance; sólo uno de ellos no lo tenía, y éste era el que intentaba en vano persuadirlos de abandonar dicha locura.
-O-Oigan-apenas y podía hablar de manera coherente-, n-no de-deberían de m-meter sus ma-manos en lo que no les i-incumbe.
-Claro que nos incumbe, tigrillo idiota-exclamó un puma, que era el jefe-. No olvides que fuimos nosotros los que impedimos que aparecieras muerto hace doce años. Así que me debes una y harás lo que yo diga, ¿de acuerdo?
El chico asintió con la cabeza, sumiso. Aunque tenía la edad-dieciséis, para ser exacto-y la raza para hacerle frente, no lo podía hacer. Rara vez daba unos golpes a un árbol a manera de entrenamiento, pero hasta ahí. Nunca peleó realmente con nadie; cosa que pudo haberlo dejado muerto cuando tenía cuatro, al estar en una pelea de pandillas. Y aunque estaba agradecido por ese acto que le dejó con vida, este sentimiento se esfumaba repentinamente.
Sus pisadas se hacían cada vez más largas, evitando todo tipo de artilugios tirados por ahí. Michael-el tigre de 16-los veía con suma curiosidad; no en balde, la mayoría de estos objetos tenían formas que no lograban adjuntarse al entorno animal de la ciudad misma. A Grand Gang, que era el nombre del puma, le daba lo mismo, lo único que quería era esconderse de la policía, quienes en esos momentos rondaban por las calles. De entre todos esos objetos (que de por sí eran raros y con fines desconocidos para ellos), destacaban algunos que capturaron la atención por completo: extraños contenedores cuya función les era totalmente irracional. Mike se les quedaba viendo intentando descifrar la serie de códigos que se hallaban en uno de esos recipientes.
-Hazte a un lado-Grand Gang empujó al pobre felino hacia adelante-. No me interesan estas cosas, lo único que quiero es esconderme de la policía-todos los del grupo, a excepción de una hiena hembra, de la edad de Michael y que era su amiga, daban aplausos.
-P-Pero...-le costaba mucho hablar frente la jefe del grupo, de hecho ni siquiera lo había intentado antes.
-Pero nada; y otra cosa más-el puma se le acercó de manera amenazante-: si no haces lo que te ordeno...-cruzó su dedo índice de su pata derecha en su cuello, dejando en claro el efecto que tendría el no seguirlo- Que te quede claro. Continuemos.
La banda siguió su caminata, menos Mike y Celia (la hiena). Ésta se detuvo a su lado, se recargó en él y, acto seguido, se quedó mirando con él ese contenedor por unos segundos. Un tanto breve, para ser exactos.
No le veía gran cosa, y cómo no: sólo se trataba de un objeto sin chiste ni sentido, seguramente colocado por algún animal millonario que quería congelar su cuerpo para, según él, ser "resucitado" en el futuro. Pero cuando ya estaba por pararse, Grand Gang estaba ya encima de ellos.
Michael, de inmediato, se puso a temblar. El simple hecho de que hubiese preferido quedarse viendo ese aparato ya era algo grave, pero el que Celia no temblase se debía porque tenía el coraje para hacerle frente. No obstante, algo inesperado ocurrió.
Grand Gang lanzó un barrote de hierro, para probar su dilema de "objeto inútil", que era como veía al gran contenedor. De inmediato, dirigió su furiosa mirada al pobre tigre, tronando su puño preparado para una buena paliza.
-Te lo advertí, muchacho-las súplicas por parte de Celia fueron inútiles, pues ya tenía planeado el castigo que de seguro causaría una muerte-. Esto sucede cuando...
-Compuerta 153 abierta-se escuchó una voz automática, provocando el desconcierto de todos los presentes. Especialmente Grand Gang, quien ahora estaba confundido.
-¡¿De quiénes esta broma?! Debe ser eso, ¡una broma! ¡Malditos chiquillos nerds! ¡Malditos...!
La frase fue interrumpida por un estallido, proveniente del contenedor. La puerta que lo cubría salió disparada en dirección al puma, que por fortuna logró esquivarla. La cosa se volvió aún más enrarecida de lo normal, pues del "objeto inútil" salía algo. O alguien.
Su forma física los dejó a todos boquiabiertos. Su cuerpo era más alto que el de cualquier animal de un tamaño bajo, mientras que su anatomía les hacía creer que venía de otro mundo; pero lo que más sorprendió fue exactamente la vestimenta: una armadura muy al estilo MasterChief, aunque un poco menos ancha en los pectorales, con una franja de cristal en el casco que hacía de mirador y que parecía cubrir lo que se suponía debía ser su cara. El puma, alterado, dio la orden de matarlo, por lo que las balas no se hicieron esperar. Su asombro fue mayúsculo, pues al impactar las balas en el cuerpo no causaban mucho daño aparente.
Siguieron disparando, hasta que el cuerpo-que parecía tener vida-estuvo muy cerca de ellos. Como si fueran enemigos a muerte, los golpeó a cada uno en una parte específica de sus cuerpos, sólo Michael y Celia estaban ilesos. Grand Gang, creyendo que era un policía encubierto de manera ridícula, se lanzó al ataque. La golpiza que le dió debió de ser suficiente para dejarlo fuera de sí, y aún así seguía de pie. De pronto, llegaron más golpizas.
-¡¿Crees que me asustas, imbécil?!-gritó hacia el sujeto en cuestión-¡A mí no me engañas! ¡Pelea como se de...!
-¿De qué hablas?-la voz provenía del casco, una voz que no parecía animal-Te equivocas... no tengo ni idea de lo que sucede contigo-formó un puño-... ¡Pero deberías callarte de una buena vez!
El golpe fue tan certero, que Grand Gang terminó yendo al suelo de manera estrepitosa. De su boca salía espuma y sangre, lo que significaba que el daño era muy severo. Celia veía asombrada al puma, mientras que Michael miraba al sujeto con una cara de miedo.
-¿Q-Quién eres tú?-preguntó temblorosa Celia, pues el simple hecho de ser alguien muy distinto a ellos la ponía de nervios; más aún si se trataba de un sujeto sumamente peligroso.
Contrario a su amiga, Michael lo veía con bastante curiosidad, y no en vano: su anatomía, su vestimenta y, sobre todo, su formidable estilo de pelea, le daban características fuera de ese mundo.
-Tranquil... ¡Bluubbb!-un hilo de sangre empezó a salir del casco, en donde suponían estaba una boca.
-¡Se desangra!-gritó en ese momento el tigre, asustado por no saber cómo actuar ante esa situación. Y es que, por más que había resistido las balas, éstas surtieron efecto, provocando que se desangrara lentamente.
Luego de unos segundos de debatir lo que debían de hacer, al final hicieron lo siguiente. Abrieron una alcantarilla, la cual daba a un callejón, para así transportar al herido al hospital. Pero en ese lugar, se hallarían con otra de sus sorpresas, aunque menos impactantes que la que ya habían sufrido allí abajo. Eso sí: quien fuera o que fuera esa cosa desconocida, sería lo que menos se esperaban.
Y, del mismo modo, como el otro vería al mundo de otra manera. No conceptual, pero sí radicalmente distinta.
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