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OS número 7: Plata de Diamante

[OS del Team Madness (2/3)]

   Hace años, lejos de Moebius, había un pequeño pueblo llamado Plata de Diamante. Aquel nombre, era en honor a la cantidad de esos minerales hallados en las minas, superando a cualquier otro pueblo o ciudad. Ese lugar no contaba con una monarquía, sino con un gobierno democrático, un líder elegido por los mismos habitantes. Todos y cada uno de los pueblerinos era prácticamente iguales, a excepción de uno: un pequeño niño de un aproximado de 7 años de edad, el cual, recogía flores para su madre.

   Aquel pequeño niño era un erizo albino, con púas de color plateado, las cuales, se encontraban amarradas en su cabeza, pues eran muy largas. Él poseía una característica que lo hacía único en todo el pueblo, y era básicamente su color, era el único erizo plateado del lugar, ni siquiera sus padres lo eran. Por esa razón, el pequeño tenía muchos amigos y amigas, era el más popular por mucho, y eso, a medida que creció, hizo que su ego se fuera a niveles estratosféricos.

   En la escuela le iba decentemente, ni tan buenas ni tan malas notas, eran pasables, pero sus mejores amigos, en cambio, eran los mejores del salón, siempre sacaban buenas notas y tenían el mejor comportamiento. El albino de nombre Steel quería ser como ellos, él también quería llegar a su casa con tan buenas calificaciones, para que su madre estuviera orgullosa. Pero, su frágil ego le impedía pedirles ayuda para conseguir su objetivo, y sólo se esforzaba por su cuenta.

   Un día lo logró, sacó una nota tan alta como la de sus mejores amigos, y estaba ansioso por mostrárselo a su progenitora. Con su telequinesis se levitó y fue rumbo a su hogar, no estaba lejos, pero la última vez que se aventuró a ir por el suelo casi lo atraviesan con una lanza sin querer. Una vez allí, descendió y se preparó para abrir la puerta, sus ojos ámbar resplandecían un brillo de emoción y nerviosismo, expectante de lo podría pasar dentro.

   La sonrisa que el albino traía en su rostro se desvaneció al poco tiempo, al escuchar ruidos extraños dentro de la casa, quizás era su madre cantando, o gritando de enojo. ¿Quién sabe? La única forma de averiguarlo es entrando, y eso fue lo que hizo el de ojos ámbar, entró. El rechinido de la puerta fue el único ruido que rompió el silencio al ingresar, pues los otros ruidos desaparecieron. El interior de la vivienda tenía un aura sombría, más de la habitual, el pequeño tragó grueso, comenzando a tener un mal presentimiento.

   \- ¿Mamá...? -formuló el pequeño albino, comenzando a dar ligeros y tímidos pasos.

   Al no recibir una respuesta de inmediato, decidió ir a la huerta de su padre, él y su madre solían estar ahí cuando regresaba del colegio. Para su mala suerte, sus padres no estaban, al parecer se los tragó la tierra. Con cierta preocupación, los empezó a buscar por el pueblo, sin éxito alguno, se acercó a las casas de sus vecinos, pero ellos tampoco sabían. Al parecer no notó la carta guardada en su abrigo favorito, y al albino no le quedó de otra que rendirse, y se resignó a que nunca los volvería a ver. Aún traía su mochila y útiles escolares, por lo que sacó el cuaderno con el examen de hoy y lo observó con detenimiento.

   En su mente comenzó a rondar el sentimiento de que todo el esfuerzo que puso en ese examen no sirvió de nada, pues al final sus padres nunca lo vieron. Se frustró y comenzó a arrancarle hojas al cuaderno, estaba de regreso en su casa, tirando las hojas arrancadas al suelo. También arrojó su mochila a un rincón, decidió no volver a ponerle empeño a algo, así que, volvió a tomar su mochila y la llenó con sus cosas. Una vez terminó, se la colocó en la espalda y se marchó del pueblo para jamás volver.

//Años después//

   Steel, ahora de 18 años, se encontraba en un río, botando los libros que alguna vez le sirvieron para estudiar, quería que el pasado se fuera para siempre, ya que regresaba a su mente cada que intentaba dormir. Ya no lo podía soportar, por eso tiraba lo que tuviera que ver con su infancia o su familia, no quería saber de ellos. Sus pensamientos fueron interrumpidos por uno de sus nuevos mejores amigos, un erizo negro con franjas y ojos de color naranja, llamado Sanctum, que había estado buscando al albino por 3 horas.

   \- Así que aquí estabas, te estábamos buscando -dijo Sanctum, sentándose junto al de ojos ámbar-, ¿qué hacías? -preguntó, ladeando la cabeza.

   El plateado se tomó unos segundos para responder, pues no estaba seguro de si debía contárselo. Decidió no hacerlo, todavía, quizás, en algún futuro, se lo diga.

   \- Nada... Sólo estaba pensando en... Cosas -explicó Steel, de forma vaga, y con algo de nervios.

   El azabache alzó una ceja, era una respuesta muy extraña, no muy habitual del albino. No le iba a insistir, pues en algún momento el solito le diría, no por nada ya lo conoce desde hace tiempo.

   \- Ok... Bueno, en fin. Tienes que venir, Knife, Surge electrocutó a un tipo sin querer -dijo, aguantando la risa y comenzando a llevarse a Steel a la escena del crimen, por decirlo de alguna forma.

   Ambos se marcharon hacia el lugar de lo acontecido, dejando ahí las cosas de Steel, antes de que el albino hubiera podido lanzarlas al río. Una figura no tardó en hacerse con la mochila del de ojos ámbar, pues la túnica negra que tenía encima hacían imposible saber de quién se trataba. Ese alguien llevó las cosas a Plata de Diamante, entregándosela a una mujer, quien la recibió con expectativas de todo tipo. No tardó mucho en reconocer dicha mochila.

   \- Steel... -dijo ella, en un suspiro pesado y triste, pensando que de haber sabido de ese malentendido, nada de eso habría pasado, pero ya no había vuelta atrás...

   ¿Verdad...?


   FIN

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