OS número 5: Matrimonio (no) forzado
[OS del AU Anti Moebius]
Hace años, en un reino problemático, había una princesa eriza de hermosas y largas púas color lila. La princesa cumplía sus quince años y quería celebrarlo a lo grande, sus padres eran muy permisivos con ella al ser su única hija. La princesa era la princesa que todo rey y reina deseaba que fuera su hija: una niña que hace lo que ellos digan en todo momento, se case con quien ellos elijan sin hacer berrinches y ser una dulzura de persona.
La princesa se encontraba en su habitación junto a dama de compañía, se alistaba para su fiesta. Tenía un guardarropa de más de mil outfits distintos que podía elegir, desde los más elegantes a los no tan formales, casuales. Ella quería ser el centro de atención.
La princesa había hecho un pacto con su padre, el rey Berater The Hedgehog, el consistía en ella haría lo que su padre y su madre quisieran y se casaría con quien ellos quieran si la dejaban hacer su fiesta de quince tal y como ella quería, su padre le dijo que estaba bien y su madre, la reina Cristine, aprovechó para comenzar a buscarle el futuro marido a su hija.
Todo estaba listo para el cumpleaños de la princesa, ella ya tenía su outfit listo para ponérselo, pero decidió ponerse otra ropa para salir a pasear un rato. A pesar de que la princesa era una niña consentida, era muy buena persona, la mayoría de sus caprichos beneficiaban a sus amigas más cercanas y, a veces, a chicas que ella no conocía.
La princesa se puso un abrigo amarillo, unas botas del mismo color, una remera (camiseta/polera/playera) color negro y llevaba sus pantalones del mismo color que su remera, también se puso su hebilla de la suerte: una estrella con destellos rosados. La princesa se recogió las púas en una coleta de caballo y tomó su cartera (bolso) negra.
Salió a explorar el castillo sin avisar, quería ver el lugar decorado y a los invitados. Ella estaba emocionada, era su día de gloria y faltaba tan poco para que todas las miradas estén puestas sobre ella.
Ella caminaba sin cuidado por el castillo, se lo sabía de memoria y creyó que no sería un problema, la princesa estaba muy equivocada. En lo que seguía su camino con prisa, la princesa chocó con algo (o alguien) y cayó de lleno al suelo.
La princesa rápidamente levantó la mirada para ver con qué o quién había chocado y, ahí lo vio, era un erizo, aparentemente de su edad: era un erizo de púas azules y un mechón de esas púas era castaño. El erizo azul también había caído a causa del choque con la princesa de ojos azul zafiro, de nombre Sapphire, el erizo de ojos verde esmeralda tenía una ropa formal, que daba a entender de que era un príncipe: un conjunto blanco con detalles dorados y azules, junto con una ligera capa roja en su espalda. La princesa se le quedó mirando.
El príncipe Jeunesse se levantó con cuidado del suelo y le extendió su mano a la princesa Sapphire, para ayudarla a levantarse. La princesa seguía en su mundo admirando al príncipe, quien estaba confundido, ya que la princesa lo seguía con la mirada, pero no se movía en lo absoluto.
El príncipe le dio un ligero toque en la frente a la princesa para que reaccionara, cosa que funcionó perfectamente. La princesa reaccionó y vio la mano del príncipe extendida para que ella la tomara, eso hizo. Se levantó con la ayuda del príncipe y sacudió un poco su ropa, seguido de eso le hizo una leve reverencia al príncipe para disculparse por su torpeza, el príncipe hizo lo mismo.
Ambos se presentaron formalmente y fueron juntos a pasear por el castillo, hasta que fuera hora de que la princesa se cambiara para su fiesta. Era de día y aprovecharon para hacer típicas cosas de adolescentes, se hicieron buenos amigos.
El príncipe le contó a la princesa desde qué reino había venido para su fiesta: Sunlight. Era el reino vecino, de hecho. La princesa evidentemente se sorprendió, ella había ido con sus padres a ese reino en repetidas ocasiones, pero nunca se había topado con el príncipe Jeunesse.
El príncipe también estaba sorprendido, nunca había visto la princesa en su reino. La princesa jugueteaba con su cabello escuchando atentamente lo que le contaba el príncipe. La princesa tomó al príncipe del brazo y se lo llevó a una de las torres del castillo, quería mostrarle la hermosa vista desde aquella torre, que era la más alta del palacio.
El príncipe dejó que la princesa lo arrastrara, le daba curiosidad saber a dónde pretendía llevarlo. De repente, logró ver por una de las ventanas de la torre, un atardecer precioso de colores rojos y naranjas intensos. La fiesta era de noche, aún había tiempo.
Ambos llegaron a la cima de la torre, desde ahí, se podía ver casi toda la ciudad, era enorme. La princesa contemplaba la vista con una dulce sonrisa en su rostro, ella deseaba gobernar esa hermosa ciudad: tan cuidad y limpia, con gente amable y pacífica que nunca buscaba problemas con nadie, el príncipe sólo la observaba con admiración. Admiraba la belleza que ella tenía, su hermosa sonrisa, su bellos ojos azules, sus púas y su preciosa personalidad, por más que el príncipe quisiera, no podía dejar de mirarla.
Era una sensación nueva para el príncipe, nunca le había pasado eso con ninguna de las chicas de su reino, él estaba resignado a casarse con la chica que sus padres le eligieran. La princesa tenía algo especial que el príncipe no podía averiguar por ahora.
Se hizo de noche, la princesa se estaba cambiando para verse hermosa para su fiesta, que tenía que ser tan perfecta como ella. La princesa tenía el ego por las nubes, pero, a su vez, una autoestima muy baja. La princesa se soltó las púas en un movimiento rápido, dejó que su dama de compañía la peinara. La princesa quería un peinado precioso, tal y como los que su dama de compañía hacía.
La dama de compañía entendía lo importante que era para la princesa el verse bien esa noche, así que, le hizo el mejor peinado que podía hacer: unos rulos en un rodete con sólo un poco de las púas, dejando el resto suelto y vivo. La princesa quedó encantada con el peinado realizado por su dama de compañía, no quería deshacer ese peinado nunca. El outfit de la princesa consistía en una blusa de tela gruesa y firme de color verde, una campera ligera de color rojo intenso, un cinturón dorado con hebilla del mismo color, un pantalón largo verde esmeralda y unas botas rojas, sin olvidar las piedras preciosas que tenía la princesa adornando todo su atuendo, haciendo que este combine más.
Más que la fiesta, la princesa estaba ansiosa por ver la reacción del príncipe Jeunesse al ver su outfit, a ella le solía importar más ser el centro de atención, pero ahora sólo quería llamar la atención del príncipe, ni ella sabía por qué.
La princesa terminó de alistarse y fue al gran salón, donde se encontraban todos los invitados, incluyendo al príncipe Jeunesse, quien en cuanto la vio entrar se le quedó mirando embobado por semejante belleza. Ella saludó cortezmente a todos en el salón, algunos iban a decirle lo hermosa que se veía y esas cosas.
Ella decidió ignorarlos a todos y dirigirse directamente hacia el príncipe para que le diga qué le parece su outfit, el príncipe le dijo que se veía hermosa.
Ambos la pasaron genial en esa fiesta, estuvieron la mayor parte de la noche conversando acerca de sus vidas y sus gustos. Lograron tener una conexión especial. Una conexión única.
Unos años después, cuando ya eran mayores de edad, se seguían llevando bien, sin problemas. El rey y la reina llamaron a la princesa, le tenían que informar algo. La princesa no tardó en presentarse frente a sus padres, quienes se veían emocionados.
La princesa Sapphire ladeó la cabeza por la extraña emoción de sus padres, sonrió de nerviosismo. Se acercó a ellos y les hizo una reverencia, era una princesa educada después de todo. Ambos reyes le regresaron la reverencia a su hija.
La princesa quería saber de una vez para qué la llamaron, y sus padres no tardaron en aclarar su duda: matrimonio. La llamaron para decirle que ya habían encontrado a la persona ideal para que la princesa se casara y, de una vez, gobiernara el reino. La princesa sólo preguntó quién, curiosa y expectante.
La princesa quedó muy sorprendida cuando no le respondieron con palabras, sino abriendo las puertas de la sala del trono, dejándo pasar al prometido de la princesa: era nada más, ni nada menos, que el príncipe Jeunesse. La princesa se volteó para ver con quién debía casarse, y se emocionó al ver que era el príncipe del que se había enamorado hace años. No pudo evitar saltar de la emoción.
La princesa abrazó a sus padres y les agradeció, ella sabía que sus padres no habían elegido al príncipe Jeunesse al azar. Sus padres sólo le dijeron que querían que fuera feliz con quien ella quisiera. La princesa nuevamente les agradeció y fue directo a lanzarse sobre el príncipe Jeunesse, abrazándolo con fuerza, este sólo se dejó y correspondió el abrazo de la contraria.
El rey y la reina les dijeron que fueran a hacer los preparativos para su boda, ni tan rápido ni tan lento; a su ritmo. La princesa estaba emocionada. Y el príncipe también, le gustaba ver a la princesa feliz.
La boda estaba cada vez más cerca y, cada vez, los tortolitos estaban más nerviosos. Ya habían escogido el traje de los novios, la decoración, el lugar de la boda y todos los preparativos.
Durante el tiempo que esperaban la llegada de la ceremonia, el príncipe y la princesa tenían citas y convivían mucho, se preparaban para vivir juntos. Estaban en la última de sus citas, la última que tendrían antes de la boda. Estaban tomados de las manos muy felices y tranquilos. La princesa estaba ansiosa. El príncipe sólo nervioso. Ambos esperaban la ceremonia con entusiasmo.
Varios meses pasaron desde que se realizó la boda del príncipe Jeunesse y la princesa Sapphire. La ahora reina Sapphire se sentía extraña, tenía náuseas y extraños mareos. Sólo lo había hecho una vez, y con una vez ella pensaba que no era posible quedar así. A la reina no le gustaba estar así de mal, ella no quería dejar descendencia, al menos no tan pronto. Y sí, era un embarazo no deseado.
La reina se desesperó un poco, estaba frustrada. El rey estaba preocupado por ella, hace días que la reina no quería hacer nada; ni comer, ni salir, ni nada. Debido a esto, la reina descuidó mucho su nuevo reino gracias a su repentino embarazo, la ciudad pasó de ser una ciudad hermosa, limpia, cuidada y elegante, a ser una ciudad tosca, llena de graffitis, bandalismo y ya no tenía la población pacifista de siempre, sino que ahora era la ciudad con la población más problemática del mundo.
La reina vio su reino, se frustró más y no contuvo sus lágrimas. Se largó a llorar en ese balcón, se hechó al suelo y se apoyo en la pared. El rey llegó y se sentó junto a ella, la abrazó para consolarla. Ninguno de los dos quería que terminara así, ahora sólo les quedaba esperar a que naciera el bebé para inte tar arreglar todo lo que habían hecho mal. Los padres de la reina los visitaban de vez en cuando, ellos la consolaban y la convencían de que todo saldría bien.
La bebé nació saludable, la pequeña princesa Scarlett. Los reyes comenzaron a hacer todo lo que estaba en sus manos para regresar la ciudad a la normalidad. Los reyes lo habían logrado, el reino poco a poco volvió a hacer como antes, los reyes decidieron agrandar la familia, ya que la reina Sapphire siempre había querido tener hermanos, pero nunca se dio la oportunidad. Y así, tuvieron a sus otros tres hijos: Scourge, Maxwell y Surge.
Ya era una familia completa, estaban bien. Ninguno de los dos se arrepentían de haberse conocido, era lo mejor que les había pasado. Ellos querían a sus hijos, a todos, pero los dejaban muy descuidados y no les prestaban tanta atención.
A pesar de todo, eran felices. Vivían bien, la siguiente heredera al trono era Scarlett. Los criaron a todos bien y con la mejor educación posible. Ambos reyes, Sapphire y Jeunesse, en este momento estaban mirando el atardecer. Un atardecer similar al que habían visto en esa fiesta en la que se conocieron, estaban ahí abrazados.
La reina sonrió como esa vez, al igual que el rey y vieron el anochecer de una ciudad feliz, como en la ciudad en la que habían crecido los dos. La reina se recargó en el hombro del rey y así se quedaron por el resto del atardecer. La ciudad había vuelto a ser muy feliz.
FIN.
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