Aquellos dos jóvenes enamorados vivían pensando siempre el uno del otro y jamás se querían separar, eran tan fuerte su amor que todo lo demás era invisible para ellos. Una noche oscura donde las estrellas brillaban era una excusa perfecta para estos dos jóvenes, su amor era completamente infinito y querían llevarlo al fondo:

—¿Ves las estrellas? —preguntó el joven muy eufórico y enamorado.

—¿Cómo no las voy a ver, pendejo?

—Solo quería ser romántico —el joven fingió molestia y posó su cabeza en el hombro de su amada. Ambos reían mientras contemplaban el cielo estrellado.

Los dos sintieron mucha química y su magia los mantenía unidos, para ellos, el amor se basaba en confianza y respeto mutuo, esa era la clave para su inexperta relación.

—Ya que estás tan romántico hoy —habló la joven con un tono burlón—, ¿quieres saber qué es lo más hermoso aparte de las estrellas?

—¿La luna?

—¡No, idiota! Tú…

Los jóvenes se miraron y no pudieron controlar sus ganas de sentirse, los dos rozaron sus labios y  se dejaron llevar por su amor, todo su alrededor era invisible para ellos. Continuaron sintiendo el sabor de sus bocas, era algo nuevo y mágico para ellos, algo que nunca podrían olvidar. Aquella experiencia les dejó marcados para toda la vida.