Abuela
Reunión familiar Jauregui Cabello.
Lauren y Camila estaban juntas en un sillón de dos plazas y frente a ellas en el sofá, sus tres hijos.
- Y bueno chicos, ¿de qué querían hablarnos? -Pregunta Camila.
- Bueno, mis hermanos están aquí solo para dar apoyo moral, pero en realidad soy yo la que tiene que decirles algo. -Responde una de sus hijas.
- Te escuchamos, Aubrey.
Lauren con su habitual gesto serio, pero amable, la incita a hablar.
- Mamás, no es sencillo decirles esto, pero no puedo continuar callando. Lo cierto es que... soy heterosexual.
Camila sonríe mientras Lauren parece que va a explotar.
- ¡No! ¡Nooooo! ¿Hétero? No, ninguna hija mía será hétero. De ninguna manera.
- Lauren, cariño, tranquila.
- ¿Tranquila? ¡Una de mis hijas me acaba de decir que es hétero, Camila!
Nancy se aclara la garganta.
- Mamá, yo también lo soy. -Levanta la mano con timidez.
- ¡¿Cómo?! -Lauren estaba roja como un tomate y Camila quería reírse. Su esposa no podía ser más exagerada-. ¡¿Es que a nadie más le gustan las mujeres en esta casa?!
- A mí me gustan.
- Tú cállate, Miguel.
- Lo siento. -El único chico levanta las manos a modo de rendición.
Lauren comienza a caminar de un lado para otro, tratando de calmarse. Camila les guiña un ojo a sus hijas y les pide un minuto. Toma a Lauren de la mano y se la lleva para la cocina.
- Cielo, tienes que calmarte.
- Héteros, Camila, mis princesas son héteros. No puedo aceptarlo.
Camila la abraza pensando en lo extraña, pero hermosa, que es esta situación. Finalmente suelta una risita y le besa su puchero de angustia.
- Escucha Laur, cuando los adoptamos lo primero que dijimos fue que su felicidad siempre estaría sobre cualquier cosa. Que nada importaría más que eso. ¿Lo recuerdas? -Lauren asiente-. Bueno, entiendo que el que nuestra hijas no sean gays es un poco decepcionante para ti, pero no podemos hacer nada contra eso. Solo apoyarlas y continuar amándolas.
- Es que no lo puedo creer. ¿Qué hicimos mal? ¿Las consentimos demasiado? No me importa que Miguel sea hétero, pero no mis princesas, Camila, no ellas.
- Con el tiempo lo aceptarás, así como lo hicieron nuestros padres con nosotras.
- Ya lo sospechaba, pero jamás pensé que este día llegaría.
- Yo tampoco, amor, yo tampoco.
Ambas volvieron a la sala dándole un significado diferente a esa frase. Lauren jamás pensó que sus sospechas podrían ser ciertas y Camila quería llamar a la prensa porque por fin una madre estaba fastidiada porque sus hijas no nacieron lesbianas.
De vuelta en la sala.
- De acuerdo hijas, no estoy muy feliz con esto, pero no se trata de mí. Se los respeto y...
- ¡Y van a ser abuelas! -Escupe Aubrey.
- ¡¿Qué?!
Esta vez Camila se unió al grito de Lauren, pero contrario a la indignación de su esposa, ella estaba contentísima.
- Estoy embarazada. Lo siento mucho, debí venir antes y presentarles a mi prometido, pero...
- ¿Prometido? Primero me sales con que eres hétero y en un segundo ya tenemos boda y nietos. Baja la velocidad, Aubrey, apenas voy a cumplir 40, no me puedes hacer abuela.
- Mamá, vas a cumplir 51.
- ¡Que te calles, Miguel!
- ¡Lauren! -Reprende Camila.
- ¡Yo también tengo novio! -Anuncia Nancy.
- ¡Nancy! -Se escandaliza Lauren.
- ¡Felicidades a ti también, mi amor! -Festeja Camila.
- ¡Camila! -Reprende Lauren.
- Ambos vendrán a cenar esta noche. -Anuncia Aubrey.
- ¡No! -Reclama Lauren.
- ¡Lauren! -Se queja Camila.
- ¡Camila! -Replica Lauren.
- ¡Miguel! -Grita el muchacho.
Nancy, Aubrey y Camila se palmean la frente.
- No puedo creer que tú eres a quien más amo en este momento. -Se acerca Lauren a su hijo y lo abraza al punto de la asfixia.
8 meses después.
La cena aquel día había sido un tanto incómoda. Gustavo y Robert, los novios de Nancy y Aubrey, respectivamente, se vieron algo intimidados por Lauren, pero con el tiempo la relación mejoró y aprendieron a tratarse y quererse como familia.
Y Miguel es Miguel.
En el hospital.
Lauren estaba desesperada en la sala de espera (qué irónico) junto al esposo de Aubrey que no se atrevió a entrar a la sala de parto debido a que se desmaya si ve sangre. Llevaba al menos cuatro horas ahí sentada y ya no podía más. Iba a ir a ver qué podía averiguar, pero en eso, una agitada y bastante asombrada Camila apareció en la sala.
- Dios mío, Lauren. Me alegro tanto de que no tengas pene y no me hayas hecho pasar por eso. Te amo tanto, mi amor. Gracias.
Lauren arrugó la cara al escuchar la palabra pene, pero rápidamente se recompuso.
- No digas tonterías, mejor dinos cómo están Aubrey y el bebé.
- Aubrey está muy sudada, roja como tus pezones cuando tienes mucho frío y muy cansada. Y la niña, la bebé salió asquerosa, Laur, cubierta de sangre y una grasita blanca, pero preciosa y saludable.
Lauren alzó las cejas ante la elección de palabras de su esposa y volteó a mirar a Robert. Rompió en carcajadas al verlo pálido, totalmente horrorizado.
- Oh sí, y Aubrey quiere que pases a verlas, Robbie.
- ¿Yo?
- ¡No! ¡Tu gemelo no nacido! -Responde Lauren con su típico sarcasmo-. Ve a ver a mi hija, zopenco miedoso.
En casa.
Luego de un día bastante acelerado, la pareja de esposas estaban descansando en la comodidad de su cama.
- No puedo creer que soy abuela. Soy demasiado joven. Y mi bebé tuvo una bebé.
- Tenemos 50 años y nuestra bebé casi 30. Acéptalo, Lauren, ya no somos aquellas jovencitas con tres niños a cuestas. Los tres ya son adultos independientes y saben lo que hacen.
- ¿Hasta Miguel?
Camila ríe.
- Hasta Miguel.
Lauren finalmente ríe y suspira.
- ¿Sabes en qué llevo pensando todo el día?
- ¿En qué?
- El momento en que me agradeciste por no tener pene. ¿Recuerdas cuando compramos un strapon? -Suelta una carcajada, contagiando a Camila.
- Claro. Vaya tiempos.
Lauren se mueve y queda con medio cuerpo sobre el de Camila.
- ¿Dónde está? -Se muerde el labio.
- ¿El dildo? -Lauren asiente-. Por Dios, Laur, eso se fue a la basura hace mucho tiempo.... Cuando se nos secó la vagina. -Se burla.
- Oye, sé que ya prácticamente nunca tenemos sexo, pero eso no significa que no te desee.
- Lo sé, sigues poniendo cara de idiota cuando me miras. -Camila sonríe ampliamente al ver que poco a poco se forma esa expresión de enamorada en el rostro de Lauren-. Pero supongo que la ausencia de sexo viene con la edad.
Lauren acerca su rostro poco a poco y la besa suavemente. Le devora la boca cariñosamente.
- ¿Qué tal?
- El mejor beso del mundo.
- ¿Te dieron ganas?
- ¿Estás tratando de seducirme?
- Ajá.
Camila ríe.
- Bueno.
Lauren vuelve a besarla de esa manera mientras siente las manos de su esposa acariciarla con delicadeza desde su espalda hacia su trasero.
Ambas usan batas de dormir con solo un par de bragas cómodas bajo esta, por lo que no les tomó mucho tiempo ni dificultad el quedar piel con piel, con solo la prenda íntima de por medio.
Lauren sonríe al escuchar la típica risita de Camila cada vez que le besa el cuello. También sonríe porque sabe que al intensificar el beso en esa área, la risita se convierte en un jadeo.
- Ah.
Lo consigue.
- Aún sé lo que te gusta. -Le susurra al oído.
Camila se muerde el labio y pellizcándole el trasero hace que sus sexos se presionen. Suelta un gemido y Lauren atrapa un pequeño pezón con sus labios.
- Bésame. -Implora.
Lauren sube la cabeza y la besa con pasión, deslizando los dedos bajo la braga. Camila se sobresalta. Está algo húmeda. Lauren para de besarla y después de quitarle la prenda, coloca la cabeza entre las piernas de su mujer. Apenas le roza el clítoris con la punta de la lengua y Camila siente un hormigueo placentero desde la punta de sus pies hasta las orejas.
- Oh, Lauren... Despacio.
Lauren no tenía intención alguna de apresurar las cosas, pero ahora que Camila se lo pide, se lo tomará con aún más calma. Pasea la lengua tiernamente entre los pliegues y sube las manos hacia el pecho de su esposa. Camila acuna sus manos y la ayuda a estimular sus senos. Su boca continúa reencontrándose con el sexo de Camila, muy despacio. Los gemidos y el calor aumentan. Camila le toma una de las manos y se lleva dos de sus dedos a la boca; los lubrica bien y le hace saber que los quiere dentro.
Despacio, Lauren la penetra y gime con ella. Aún parece como si fuera la primera vez que la acaricia por dentro y la siente deshacerse en sus manos.
- Camila. Mi amor.
Sube su cuerpo, fascinada por su belleza, y la besa. Se bebe su placer. De vez en cuando, Camila aparta la cara y le muerde una mejilla, el cuello o un hombro. La descarga de placer no deja de ser intensa después de tanto tiempo.
- La-Lauren... -Baja una mano y toma la de ella. Hace que detenga las penetraciones y la hace sacar los dedos de su interior, guiándola ahora sobre su vulva resbaladiza. Tiembla al hacer que la mano de su esposa frote su clítoris.
Lauren la deja que maneje su mano a su antojo y siente punzadas de necesidad en su propio sexo.
- ¡Aah!
El goce de Camila empapa su mano e indirectamente, su braga.
Vuelve a besarla, acariciándole la mejilla con la mano mojada.
Camila las hace girar sin frenar el beso y le ayuda a bajarse la arruinada prenda. Le abre las piernas y entrelazando sus extremidades, se sienta sobre su sexo. Comienza a moverse. Lauren jadea y arquea la espalda. Tiene la boca roja e hinchada y Camila se inclina para besarla más. Una de las piernas de Lauren queda atrapada en un ángulo que tal vez hace años fue muy útil.
- Oh mierda; Camila, estoy más cerca de un calambre que del orgasmo.
Camila detiene sus movimientos y ve la posición en la que están. Se desenreda cayendo a su lado y no puede evitar soltar una risita que pronto se convierte en carcajada.
- Perdona, amor, me dejé llevar.
A Lauren no le queda de otra más que reír con ella.
- Está bien; por ti estoy dispuesta a romperme la cadera.
- Oh, ven acá, abuela. De todas formas siempre te ha gustado estar encima.
La atrae sobre su cuerpo y coloca un muslo bajo la vagina de Lauren. La ojiverde comienza a frotarse, en busca del ansiado climax.
- ¡Sí! Cariño... Oh Dios mío...
Camila tensa el músculo y la presiona mejor, haciéndola llegar.
Lauren cae rendida sobre su pecho.
- Ya está, preciosa, nada se nos quebró.
- Asombroso. El mejor sexo del año.
- Es el único que hemos tenido este año, Laur.
- Oh.
Camila ríe.
- Te amo, anciana.
Lauren le besa el pecho y suspira.
- Te amo, Camzi.
- Hace mucho no me decías así.
- Bueno, hace mucho no teníamos sexo.
- Te voy a golpear.
- No me dolerá más que ver a mis hijas siendo héteros.
- Lauren, por Dios, supéralo.
- Es que no puedo, Camila. ¿Cómo no les va a gustar lo que acabamos de hacer tú y yo?
- Míralo de este modo, cuando tengan nuestra edad, los miembros de sus maridos ya no funcionarán y se arrepentirán de no haber sido lesbianas.
- De hecho eso me hace sentir mejor. -Se ríe.
A la mañana siguiente.
- Camila.
- ¿Mmm? -Contesta aún dormida.
- Me duele todo.
Camila trata de aguantar la risa, pero no lo consigue.
•
Algo cómico porque el estreno del video de That's My Girl me tiene de buen humor. ¿Qué debería escribir después? ¿Sugerencias? @zejauregui en tw.
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