Pocky Day
El sol estaba alto aquella tarde de otoño, era una lástima que las nubes estuvieran en medio impidiendo que su cálida luz alumbrara aquel parque donde se encontraba un par de chicos de llamativos cabellos turquesas y morados respectivamente. Ambos se encontraban en una banca de madera debajo de un gran árbol tomando un descanso de sus ya comunes prácticas, estaban preparándose ambos para el Festival de Invierno que tendría lugar en un mes y sus equipos estaban dispuestos a darlo todo. Obviamente aún se notaba la tensión entre ambas líderes que querían el primer premio, pero a los guitarristas aquello no les importaba realmente, solo querían divertirse una vez más haciendo aquello que más les entusiasmaba.
— Oh, por cierto, Bonnie— dijo el moreno de cabellos turquesas llamando la atención de su amigo, quien dejó de lado su guitarra para conectar su mirada escarlata con la suya—. No sé si lo sepas, pero... al parecer hoy es un día especial.
Parpadeó un par de veces sin quitar su mirada de su maestro para luego desviar la vista y posar uno de sus dedos en su mentón, pensando en qué podrían estar celebrando.
— Veamos...— divagó en su mente mirando al cielo sobre sus gafas opacas—, no es martes de pudin... No es mi cumpleaños— miró al contrario unos segundos antes de dudar—. No es tu cumpleaños- temía que se equivocara, pero se alivió al ver al otro reír y negar con la cabeza—. Aah... Me rindo, sabes que no soy bueno en las adivinanzas, maestro— hizo un puchero subiendo sus piernas a la banca cruzándolas para poner sus manos en sus tobillos para sujetarlas.
— Tranquilo, yo tampoco lo sabía hasta que Joy me lo dijo— se volteó para poder buscar algo en su mochila, revolviendo sus cuadernos y libros para entonces sacar una cajita de lo que parecían unos palitos de galleta recubiertos de chocolate—. Hoy se celebra el... ¿Cómo era? ¿Pocky Day? Creo que era así— musitó mirando la caja antes de dársela al más bajo para que la inspeccionara igualmente.
— Oh, cierto, Chica dijo algo sobre esto también— sonrió al ver que se trataban de dulces, a él le gustaban mucho las cosas dulces, no por nada su comida favorita eran las gomitas de mora—. Dijo que podríamos aprovechar para compartir tiempo con alguien que nos gustara, me dio mucha gracia cómo Fox no perdió el tiempo y le pidió compartir uno con ella— abrió la caja para sacar uno de los palitos y morderlo, degustando el suave sabor del chocolate—. ¡Mmm! Están muy buenos.
— S-Sí...- sus mejillas se sonrojaron levemente al ver cómo su amigo probaba los pockys que su amiga le había dado, bueno, sí había pensado en compartirlos con él, pero de otra forma—. Yo no soy mucho de cosas dulces, pero quería compartirlos contigo— admitió con cierta pena rascando su mejilla y sus ojos se abrieron con sorpresa cuando el otro le devolvió la cajita aún con bastantes palitos aún.
— Tampoco te los iba a quitar todos, no soy tan malo— le sonrió con unos cuantos pockys entre sus dedos y otro en su boca a medio morder—. Gracias por querer compartirlos conmigo, maestro~.
Aquella hermosa sonrisa hizo del rostro del moreno un tremendo tomate, por lo que llevó uno de los palitos de galleta hacia su boca para morder uno y degustarlo. En efecto, sabía muy dulce. Estuvieron unos momentos en silencio comiendo y apenas comentando un par de cosas sin sentido. En cuanto Bonnie trató de tomar otro se dio cuenta de que nada más quedaba uno para terminar la caja. Miró a su compañero, se le veía tranquilo y sereno mirando a donde quiera que apuntara su mirada esmeralda, con uno de los palitos en su boca moviéndolo con gracia aún sin comérselo. Volvió a mirar la cajita y se giró para encarar al menor en edad, flexionando sus piernas aun encima de la banca.
— Oye, Bon— le llamó por su nombre, a lo que el moreno se giró para verlo con atención—. ¿Tú sabes del juego que se hace con los pockys?— preguntó con cierta curiosidad, mientras el otro parecía tensarse al mismo tiempo que cerraba la mandíbula y mordía el dichoso dulce entre sus labios, tragando duro.
— B-Bueno, sí, a-algo he oído...
— ¿Me podrías explicar cómo es?— maldición, Bon no podía resistirse ante la tierna mirada del pelimorado, mucho menos si subía sus gafas a su cabeza y dejaba ver sus ojos rojos como un rubí acompañados de su peculiar y hermosa sonrisa que le embobaba totalmente.
— Mmm...— apretó los labios antes de girarse y tomar la caja de los pockys sacando el último que quedaba mostrándoselo al contrario que le ponía toda su atención, poniéndolo un poco nervioso—. Es muy sencillo... Uno de los que juega tiene que poner el pocky en la boca del contrario para que muerda un extremo y así el otro jugador muerda el opuesto. El juego consiste en ir comiendo el pocky poco a poco hasta que ambos se encuentran en el centro— al decir eso pudo notar un ligero sonrojo en los pómulos del pelimorado, pero estaba tan nervioso en sus propios pensamientos que ni cuenta se dio—. Si el pocky se rompe antes de que ambos jugadores se junten... se pierde el juego. Es solo una excusa para jugar con la persona que te gusta y así poder besarle— se encogió de hombros restándole importancia, al menos ya le había explicado al mayor el juego, e indirectamente su plan inicial por el cual quería compartir los dulces que le había dado su amiga para aquella ocasión.
— Oh... Creo que entiendo— susurró aún con aquella mirada sorprendida en el palito de chocolate, realmente pensaba solo en comérselo sin problemas, pero le daba curiosidad poder probar aquel curioso juego que tan popular se había hecho por aquel dulce japonés—. ¿Quisieras que lo intentáramos?
El rostro del peliturquesa podría compararse con una manzana y no habría ninguna diferencia -a parte obviamente por la mata de cabellos turquesas del joven-, pero realmente aquella pregunta le pilló desprevenido y su corazón dio un vuelco. Él sabía que Bonnie no tenía ni una pizca de mala intención en toda su alma, por lo que no creía que lo hiciera para burlarse, era demasiado bueno y dulce para hacer eso. Aun así... los escalofríos no abandonaban su cuerpo, menos cuando el contrario tomó el palito de su mano para mostrárselo a él entonces, diciéndole con la mirada que diera la primera mordida. No se sentía capaz tampoco de negarle nada al chico, pero no estaba seguro de poder con aquello. Haría el esfuerzo de todas formas.
Temblando ligeramente atrapó el pocky con los labios y los cerrados, notando ya en su boca el sabor del chocolate inundar su paladar, dejó de moverlo en cuanto el contrario lo mordió igualmente por el otro extremo. Ya habían comenzado el juego.
Mientras Bon moría internamente, Bonnie sonreía complacido, aquello le parecía divertido, ¡y además podría comer igualmente el dulce! Realmente no estaba pensando en que estaba a punto de posar sus labios... con los del contrario... por primera vez... Abrió los ojos ligeramente para observar al contrario, quien seguía con los ojos cerrados y sin moverse, se suponía que era su turno de morder, por lo que carraspeó su garganta para llamar la atención del otro, quien espabiló y dio la siguiente mordida. Solo hicieron falta un par de mordidas más para sentir sus respiraciones ridículamente cerca la una de la otra. Ahora le tocaba al pelimorado, con su movimiento era casi imposible no acabar en un irremediable beso. Posiblemente no estuviera pensando ya, tal vez realmente quería terminar con el dulce y saciar su hambre, tal vez... tal vez solo tenía curiosidad por experimentar igualmente su primer beso con el contrario.
Sin embargo, no pensó en que tal vez el contrario no estaría listo aún.
— ¡Ah!— se separó bruscamente el moreno, mordiendo finalmente el palito causando que no terminaran besándose, pero aún sentía que se sofocaba—. Aah... C-Creo que ya fue suficiente...— se encogió en su sitio con humo echando por las orejas, ¡eso estuvo demasiado cerca! El corazón se le iba a ir del pecho en cualquier momento.
Bonnie se quedó perplejo aún con su parte del pocky en la boca sin acabar, ¿entonces habían perdido el juego? Oww, era una pena, aún así se terminó su parte del dulce, no lo iba a desperdiciar. Miró preocupado al contrario, parecía que se lo había tomado a mal, ahora se sentía culpable por hacerle pasar un momento incómodo. Tomó la caja nuevamente para ver si realmente ya no quedaba ninguno más.
Tal parecía que la suerte lo acompañaba ese día, había uno más que estaba escondido en una esquina. Sonrió para sí mismo, él quería jugar bien y ganar al final.
Esta vez se puso el pocky en su boca y llamó al contrario picando su pierna con su mano. Cuando el moreno le miró aún con su semblante avergonzado -y realmente tierno para el pelimorado-, le tomó de las mejillas para que no se escapara de su vista y lo acercó lo suficiente para que igualmente abriera la boca y atrapara el dulce en su boca. Sin dejar que se moviera, fue mordiendo lentamente el dulce bajo la atónita mirada esmeralda del moreno que ni siquiera se resistía o ponía fuerza para alejarse, estaba hipnotizado por la determinación de su amigo. ¿Qué estaba...?
El tiempo pareció detenerse en cuanto sintió una electrizante sensación sobre sus temblorosos labios, pues los tibios, suaves y pequeños labios del pelimorado se hallaban posados sobre los suyos de manera superficial, apenas un ligero roce y... dulce, muy dulce, por poco olvidaba que aún tenía un poco del pocky en su boca. No le dio ni tiempo a corresponder cuando el otro mordió suavemente la galleta del palito, separándose apenas para suspirar con las mejillas rojizas. Aquello... había sido impresionante.
Bonnie relamió sus labios en cuanto dejó las mejillas de su amigo libres, sabía que se había aprovechado de su pena para... bueno, realmente no sabía porqué tenía tantas ganas de atrapar los labios del contrario, no es como si... le... ¿gustara? ¿Era por eso que sentía mariposas cuando estaba a su lado? ¿Que sentía que su corazón comenzaba a latir como loco al escuchar su risa, siquiera su voz? Tal vez por eso ahora se estaba abrazando al contrario que le había atraído de nueva cuenta para arrasar con su boquita con regusto a chocolate y galleta, dejándose llevar con mucho gusto.
A pesar de la situación, ambos estaban conscientes de lo que estaban haciendo, Bon sabía que este no era otro de sus sueños porque el contrario entre sus brazos tiraba ligeramente de sus cabellos y él lo notaba, era más que seguro que aquello era la realidad misma. Aun así se sentía flotar en una nube, a pesar de que aquel sencillo beso apenas tuviera movimiento, tan solo se tocaban tan delicadamente que ni parecía un beso, pero ellos se sentían cómodos así. Al separarse se miraron a los ojos sin evitar sonrojarse hasta las orejas.
Sabían que a partir de ese momento nada sería igual.
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