➳ 𝔽𝕚𝕣𝕤𝕥 𝕤𝕙𝕠𝕥.
ONE SHOTS BLACKTAN
Princess_Lalice
Cᴏᴜɴᴛɪɴɢ sᴛᴀʀs || Jɪʀᴏsé
❝¿Quieres contar las estrellas esta noche también?❞
—¡Joder Park, todo esto es tu culpa, tu maldita culpa! —se quejó la pelinaranja.
—¡¿Mi culpa?! Nada de esto hubiese pasado si hubieras seguido mi plan.
—Lamento informarte que tu plan era un asco, genio.
Ahí se encontraban ambos Park, molestos el uno con el otro. Se suponía que irían a una fiesta, muy lejos de donde ellos se encontraban y para la ocasión, ambos estaban vestidos de manera muy llamativa.
Rosé con una pequeña falda color plateada y una remera algo corta que dejaba ver su abdomen, su cabello recogido en una coleta baja y unos largos aretes eran el conjunto perfecto para hacerla resaltar.
Mientras que Jimin vestía un traje negro, una camisa blanca y una corbata del mismo color que el de su traje.
Ahora, ¿cómo fue que de ir a una fiesta llegaron a estar completamente perdidos en medio de la nada?
Bueno, como lo dijo Rosé, todo fue culpa de Jimin.
Pero no era algo tan horrible desde el punto de vista de él, pues estar a solas con Rosé era lo único que deseaba apenas llegó a Seúl y la vio incluso más hermosa de lo que la recordaba.
Hace más de diez años que no la veía de cerca: no sería nada de otro mundo extrañarla.
Eran amigos de infancia, iban a donde fuera juntos sin importar qué. Corrían de la mano mientras reían cuando hacían una travesura o cometían algo indebido... pero no importaba, no importaban las consecuencias, no importaban los múltiples regaños que les darían los padres de cada uno al llegar a casa.
“Mientras sea contigo, estoy bien.”
Se decían mutuamente los pequeños Park de siete años mientras se miraban fijamente a los ojos con una tierna sonrisa.
Pero como nada puede ser eterno, aquellos buenos amigos tuvieron que dejar de verse, pues Rosé tuvo que mudarse a otra ciudad mientras que Jimin, se quedó en Daegu junto a su familia.
Iban a hacerse demasiada falta, lo sabían, y por ello, antes de que se despidieran, ambos hicieron pulseras juntos para llevarlas siempre con ellos. No eran la gran cosa, eran esas típicas pulseritas con un montón de colores y joyas falsas que hacen los niños pequeños. Era algo sencillo, pero con un gran significado para ambos.
Y quién diría que después de diez largos años se volverían a encontrar. Jimin no era tonto, había hecho que se quedaran en medio de la nada a propósito. Supuestamente había olvidado su billetera para detenerse en una estación de servicio a echarle gasolina al auto pero no, la traía en su bolsillo trasero.
Ambos se bajaron del auto en un inútil intento de pedir ayuda a cualquier individuo que pasara, pero no había ni un mínimo rastro de alguna presencia humana que no fuera la de ellos dos.
—Genial, no tenemos transporte, no tenemos comida, tampoco celular para llamar a nadie y estamos varados en medio de la nada. ¡Excelente, Park Jimin! —exclamó la más baja en un tono sarcástico y seguido de eso, revoleó los ojos—. Siempre arruinas todo.
—¿De verdad... siempre arruino todo? Pff, agradece que te traje por lo menos —rezongó el rubio.
—¿Agradecerte? ¿Hablas en serio? Tks, como si fuera muy grato que condujeras para que quedáramos en un lugar remoto y sin señal. ¿Siquiera sabes en dónde estamos?
—No —negó con la cabeza—. Pero estoy mil porciento seguro de que tú tampoco, y ya para de quejarte, al menos sé conducir.
—¡Oh!, ¿en serio? Y... ¿cómo es que logras ver la carretera si cuando te ríes tus ojos son una línea? Al menos tengo ojos.
El ambiente estaba tenso y era más que obvio. Jimin no pudo soportarlo.
—Ash, ¿podrías dejar de ser tan desagradable? Desde que llegué te haz portado de esa forma conmigo, no entiendo cuál es tu problema, ¿acaso no me extrañaste?, hice esto a propósito para lograr estar a solas contigo sin que nadie nos interrumpa por al menos una jodida vez.
La pelinaranja se quedó en un largo silencio mientras miraba al cielo, se había quedado así por varios minutos hasta que decidió volver a hablar.
—Park, claro que te extrañé... —el asombro se apoderó de las expresiones del rubio, Roseanne no solía admitir este tipo de cosas con facilidad—, solo que ya no sigo haciendo tantas tonterías como cuando éramos niños, esto fue solo una idea tuya, no me lo preguntaste como solías hacerlo —suspiró—. He tenido un día bastante agobiante y me he desquitado contigo, lo siento, ¿podemos volver al auto?
Él no respondió, simplemente asintió con la cabeza y sacó las llaves de su bolsillo, pero cuando iba a abrir el auto, se detuvo y miró su entorno. Sonrió.
La noche era oscura, la luna brillaba de manera hermosa, las calles estaban completamente desoladas, las hojas de los árboles se movían al compás del viento, el verde, delicado y bello pasto y sobre todo... las magníficas estrellas.
—Rosé —la llamó—, ¿te parece si... vamos a recostarnos en el pasto a contar las estrellas como cuando éramos niños?
Ella no pudo evitar sonreír ante la petición del muchacho, sus ojos brillaron y simplemente comenzó a caminar hacia el verdoso pasto seguida de Jimin.
Mirar las estrellas siempre fue uno de los pasatiempos preferidos que tenían en común. Era lo único que sus padres les permitían hacer sin ningún tipo de queja ya que no correrían ningún riesgo.
“Son muy bonitas, ¿no?, pero te aseguro que ninguna brilla tanto como lo haces tú... ante mis ojos, eres tan hermosa, Rosie.”
Eran las palabras del Jimin de siete años, y su pensamiento no había cambiado. Su amiga de infancia seguía con la misma belleza, con el mismo brillo especial en aquellos mágicos ojos que lo hacían perderse cada vez que los contemplaba. Con aquella hermosa sonrisa que no le regalaba a cualquiera. Con su forma tan peculiar, única y especial de ser.
Él se quedó contemplándola por largos minutos, en silencio, mientras que ella miraba las estrellas con admiración y una gran sonrisa.
Mi corazón sigue latiendo fuertemente cuando resuena tu nombre en mi cabeza... tal como la primera vez. Pensó el rubio.
—Jimin-ssi... —susurró la pelinaranja—, gracias... necesitaba esto.
Ambos pasaron de estar recostados en el pasto a estar sentados. Rosé miró a su amigo y le regaló una pequeña sonrisa.
—Rosie... —esta vez habló él—, gracias a ti... perdón por no haberte preguntado sobre esto y haber sido imprudente pero yo...
—Cállate, en el fondo tú también sabes que ambos queríamos esto —lo interrumpió la pelinaranja mientras un fuerte sonrojo pintaba sus mejillas.
Ambos se querían, es más, decir que se querían era poco, se amaban con locura y lo sabían. Desde pequeños tenían el sueño de algún día casarse y las estrellas, eran todos los sueños y las cosas que querían cumplir juntos, el cielo oscuro representaba su mundo y la luna, su amor que se mantendría brillando aún ante las adversidades y los grandes problemas.
—¿Sigues viendo todo de la misma forma? —preguntó el rubio mirando el cielo.
—S-sí —respondió, nerviosa.
—¿Sigues sintiendo lo que hace diez años me dijiste que sentías? —preguntó, pero esta vez, en vez de mirar al cielo, su vista se dirigió a su amiga.
—Sí —contestó, firme y segura—. Park... quizás los años pasaron, quizás ya no seamos unos niños y seamos más conscientes de las cosas, pero a pesar de la distancia... —tomó aire y comenzó a jugar con la pulsera que traía en su muñeca—, mi corazón nunca te olvidó.
Y esta vez él estaba con la cara ardiendo. Las mariposas revoloteaban como locas en el estómago de ambos y sus corazones latían fuertemente, queriendo salirse de sus pechos.
—Tampoco te olvidé, me tengo prohibido olvidarte. ¿Sabes? Esta cosa, quizás las personas puedan verla como un simple objeto... —subió un poco la manga de su traje, dejando ver la pulsera que tenía en la muñeca derecha, misma que hacía juego con la que traía Rosé, la que hicieron de pequeños—, pero significa mucho para mí, sonreía como bobo al verla... pero ahora que te tengo frente a mí, creo que puedo sonreír como idiota locamente enamorado al verte a ti y solo a ti —se acercó más a ella y tomó su mano—, ahora... creo que nada ni nadie nos detendrá.
Ella estaba conteniendo las ganas de gritar por todo lo que estaba pasando.
¿Acaso estaba soñando? No, era la realidad, una hermosa realidad junto al amor de su vida.
—Eso parece —sonrió a más no poder y cuando menos lo esperó, sintió aquellos carnosos y dulces labios junto a los de ella, aquellos que siempre deseó probar.
Si esto es un sueño, no me despierten nunca. Pensó ella.
Ambos se separaron con una gran sonrisa después de mucho tiempo por falta de aire.
—Creo que no podría explicar todo lo que siento con simples palabras, no me alcanzarían, no podría decirte sin morir en el intento... que desde hace años me tienes así —expresó el rubio.
—Lo comprendo, tampoco podría... simplemente llegas e iluminas mi mundo como si nada, con tus ojos rasgados y esa hermosa y característica sonrisa tuya... te amo, Park Jimin.
—Yo también te amo, Park Roseanne.
Ambos sonrieron, la pelinaranja apoyó su cabeza en el hombro del rubio mientras que éste, rodeó sus hombros con sus brazos.
—Tienes esa hermosa forma de revolucionar mi mundo por completo, eso que no sé qué es, pero es especial y solo lo tienes tú. Las estrellas son algo importante para mí porque son nuestros futuros planes juntos, son muchos... ¿quieres contar las estrellas esta noche también?
La muchacha asintió y ambos, se quedaron contando las estrellas como solían hacerlo hace diez años atrás.
One shots Blacktan está de vuelta.
Hace años, cuando apenas empecé en este mundo de la escritura, escribí este y más one shots de este libro, tenía cero experiencia, pero me parece un bonito recuerdo, por lo que lo re-publicaré.
Espero que lo disfruten y lo reciban con el mismo cariño de antes, los quiero.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro