🌹Silas🌹
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Amor de infantes...
Silas no me dejes sola.— decía una pequeña niña mientras intentaba seguirle el paso a su amigo.—
Date prisa tonta.— habló el peliverde quien de vez en cuando era algo rudo con ella.—
Ambos niños eran muy unidos desde que la menor de cabellos [ ] se mudó al vecindario. Todos los conocían como los peques de la aventura.
Silas era un niño muy juguetón y siempre buscaba la forma de meterse en problemas. Por otro lado, estaba [ ] una niña muy bonita y algo tímida le costaba trabajo socializar con las personas.
Pero gracias a aquel ojiazul la pequeña de apellido [ ] comenzaba a tener más confianza en las personas.
Creo que es aquí.— se detuvo el masculino para poder observar el sitio.—
Está muy oscuro, ¿ Y si mejor nos vamos?— la infante no era fanática de los sitios oscuros, de hecho se ponía muy sensible en ese aspecto.—
[ ] No pasa nada , yo estoy aquí.— acarició tus cabellos e intentó calmarte.—
De repente se escuchó un ruido, y como si se tratara de instinto, el peliverde se colocó enfrente tuyo para poder cuidar de ti.
Silas ¿Qué es eso?— apuntaste con tu dedo un líquido de color rojizo que brotaba de una bolsa.—
Em... — se había pasmado por completo, no sabía que decirte para no asustarte más. Ya que lo más seguro era que fuera sangre.—
¿Qué hacen ustedes aquí?— preguntó un señor de edad avanzada.—
¿Q-quien es usted?!?!— cuestionó alarmado el de lentes morados.—
Soy el proveedor de jitomates.— contestó el anciano, miró el porque tenían esas caras y vió la misma bolsa de dónde salía aquel líquido.—
¿U-usted lo hi-hizo?— dijiste mientras te aferrabas más al brazo del ojiazul.—
Si, pero a cualquiera se le pueden caer unos jitomates en mal estado.— se justificó.—
Espere, ¿No es sangre?— habló confundido el infante.—
Creo que han tenido mucha aventura por hoy, deben ir a sus casas.— pronunció sonriente el proveedor.—
Tiene razón, nos vamos.— tiraste de la oreja de Silas hasta llegar a su casa.—
...
Bien tu ganas, no volveré a creer en mitos urbanos.— dijo Silas quien sobaba su mejilla por la bofetada que le diste.—
Aunque...— llamaste por completo la atención del chico al verte con un leve sonrojo.—
Gracias por cuidar de mí.— diste un pequeño beso en la mejilla golpeada del contrario.—
No ha-hagas eso tonta!!— gritó sonrojado.—
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