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The New Sultan - 2

4 años después...

Después de ser exiliada del gran palacio, me habían mandado al palacio de lágrimas donde ahí como su nombre dice es de lágrimas porque ahí se encuentran las concubinas o mujeres del antiguo sultán donde pasan el resto de su vida llorando por el sultán fallecido o por sus hijos muertos, gracias a la ley del fratricidio.

Pase dos años de mi vida ahí junto mi hija y mi fiel amiga Nurbahar, en ese lugar conocí testimonios que horrarizan a cualquiera y te das cuenta que los que te ofrecen la mano te pueden dar la espalda en cuestión de segundo. También entendí que las personas pueden ser malas y aparentar ser buenas porque en este lugar solo importa el poder y saber quien gana.

Después de esos dos años, una visita inesperada llego era la sultana Kiri media hermana del sultán Aidan; me venía a ver a mi y a mi hija asustada agarre a mi pequeña pensando que me la iban a quitar pero la verdad es que no, si no que se apiado de mi y me llevó a vivir en su palacio de ella.

Y desde ese día vivo en ese palacio junto con mi hija y mi amiga, con todos los privilegios de una sultana gracias a la protección qué ella me brinda y el poder que tiene. Ya que ella es la sultana de nacimiento más poderosa a comparación con sus medias hermanas, ella era la sultana más amada por su padre.

El día de hoy me encontraba con mi niña jugando en los jardines hasta que Nurbahar vino corriendo.

-Kadin, la sultana Kiri se encuentra aquí desea ver a la sultana Aysun -me dijo y yo asentí.

-Aysun mi niña -la llamé y ella vino corriendo a mis brazos- Iras con Nurbahar a ver a la sultana Kiri, ella desea verte.

-¿Mami y tú? -negué y mi niña simplemente asintió con una mirada triste-

Ella no le gustaba estar lejos de mi, realmente odiaba irse con otras personas que no era yo.

-Nurbahar cuidala -la mire sería y ella me dio una leve sonrisa.

-No se preocupe -le tomo de la mano y se fueron adentro.

Yo me fui por otro lado y llegué a mi habitación, me senté y empecé a recordar todo lo último que paso en estos cuatro años.

-Mi señora, la sultana Kiri quiere hablar con usted -entro Nurbahar y yo asentí.

-Puedes retirarte Nurbahar -hablo la sultana y esta hizo una reverencia.

-Con su permiso

La sultana realizó una inspección a mi habitación en la que me encontraba y asintió.

-Me alegra ver que estés bien -me sonrió y yo asentí.

-Hago lo que puedo sultana de mantener a Aysun viva y fuerte -dijo y ella asintió.

-Aysun es parecida a su padre aparentemente -me dijo y yo baje la mirada.

-¿Cómo esta el sultán? - pregunté y ella negó con una sonrisa.

-Supuestamente esta bien, esas víboras no me dejan verlo muy seguido aunque viva en el mismo palacio qué él -se detuvo y me miró seria- Sabes que Radhina estaba embarazada ¿cierto? -asentí.

-Era mi amiga sultana, era mi amiga y ella me juro que nunca se metería con el sultán que sería fiel a mi -las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos y la sultana me tomó de la mejilla limpiando estás.

-Los amigos reales no existen _____, son personas que están por conveniencia o beneficio que los favorecerá en algún momento pero algunos casos eso no es cierto -ella me toma de las manos- Yo te quiero como un amiga de verdad, que se que no me va a traicionar.

-Eso es verdad nunca la traicionaría mi sultana, usted me dio apoyo cuando no tenía nada. Velo por su sobrina y por mí, se transformo en mi amiga aparte de Nurbahar -ella asintió.

-No te preocupes siempre estaré para ti y para que seas feliz, si tu y Aysun son felices, yo también -me sonrió.


La sultana se regresó al palacio antes de que se oscureciera, estaba yendo a sus aposentos cuando una figura imponente se paró delante de ella.

—Sultán Aidan —hizo una reverencia.

—Sultana Kiri, podemos hablar —la mayor vaciló y no sabía si aceptar o no.

—Referente a que mi sultán —dijo ella esperando que no sea lo que estaba pensando.

—Entremos y hablemos en tus aposentos Kiri, tenemos suficientes oídos qué ya nos están vigilando —dijo él oji verde hacía su hermana mayor.

—De acuerdo —caminaron y entraron — Pueden retirarse —les dijo a sus siervas y esperó que se fueran— Bien de que desea hablar el gran sultán del mundo con su hermana olvidada.

—Kiri perdóname, he intentado hablar contigo en muchos momentos pero nunca estás o siempre nos interrumpen —la sultana levanta la mano para que no levantará y aunque esa era una falta de respeto, ella tenía el poder.

—Eres un hermano ingrato. —le dijo Kiri con molestia— No olvides quién fue la que te puso en ese trono, porque tú no eras el que seguía en la sucesión hubieras muerto y lo sabes.

—Lo sé Kiri, te debo la vida en realidad pero no estoy aquí para eso quiero hablar sobre _____ —el sultán tras mencionar ese nombre hizo que su hermana se tensara y se pusiera con un semblante serio.

—Mi sultán es mejor que vaya con su concubina Radhina a celebrar su embarazo y se olvidé de _____. —hizo un pausa mirando fijamente a este— Le recuerdo que usted cedió ante los caprichos de su madre y sus hermanas, logrando expulsar a la madre de una sultana de sangre  y de un príncipe muerto pero al fin al cabo un príncipe; al palacio de lágrimas.

—Crees que no lo recuerdo Kiri, tengo muy presente lo que hice por dejarme llevar por ellas —se puso una mano en el mentón— Pero también se que ella no está en el palacio de lágrimas.

—Y según tu...¿Dónde está? —pregunta fingiendo que no sabía de que hablaba su hermano.

—No juegues conmigo, Kiri —la voz de Aidan bajó un tono, volviéndose más severa—. Sé que la sacaste de ahí y también sé que está bajo tu protección.

Kiri no reaccionó de inmediato. Se limitó a observarlo con expresión inescrutable, con la misma calma calculadora que la había convertido en la sultana más temida dentro del harén. Luego, suspiró y se cruzó de brazos.

—¿Y qué si lo hice? —respondió finalmente—. ¿Acaso no es lo que tú querías, en el fondo? Porque si realmente hubieras querido que ella desapareciera, la habrías condenado a algo peor.

Los ojos verdes de Aidan brillaron con un destello de frustración. Se pasó una mano por el cabello, evidentemente conteniendo su enojo.

—No me des lecciones de lo que quiero o no quiero, Kiri. —la voz de le cambio por la cólera que contenía—Lo único que sé es que cometí un error... uno que tal vez ya no pueda enmendar.

—Exactamente —la sultana le sonrió con una frialdad elegante—. Ya no puedes enmendarlo. —habló demasiado cortante— Ella ha aprendido a vivir sin ti, ha aprendido a ver el mundo tal como es, sin las ilusiones que alguna vez tuvo contigo. —Aidan apretó los puños.

—¿Y qué hay de mi hija?. — la mención de Aysun hizo que Kiri entrecerrara los ojos.

—Ahora te acuerdas de ella... —susurró con ironía—. Es tu sangre, Aidan, pero también es la hija de una mujer a la que desterraste como si fuera una cualquiera.

—Nunca la consideré una cualquiera —gruñó él.

—Pero la trataste como una.

Hubo un silencio tenso entre ambos. Kiri sabía que había golpeado un punto débil. Aidan era el sultán, pero frente a ella seguía siendo su hermano menor, el mismo que había protegido de niño, el mismo al que había ayudado a ascender al trono.

Finalmente, él habló de nuevo, con un tono más bajo.

—¿Puedo verla?

Kiri lo observó detenidamente, como si evaluara su sinceridad. Luego, se giró hacia la ventana, pensativa.

—No depende de mí —dijo al fin—. Depende de ella.

Aidan exhaló lentamente. No era la respuesta que quería, pero era la única que podía aceptar.

—Dile que quiero hablar con ella —pidió, casi en un murmullo.

Kiri no respondió de inmediato. Luego, con un leve asentimiento, dijo:

—Lo pensaré.

Y con esas palabras, la audiencia había terminado.

El sultán se retiró y la sultana pudo respirar tranquila después de largos minutos conteniendo su respiración.

—Ahora como le diré a _____ —se agarró la cabeza por el dolor que le vino— Ifakhat. —llamó su atención de su sierva— Preparame un baño y alista mis cosas, pasaremos algunos meses en mi palacio.

Ifakhat, que siempre era rápida en atender las órdenes de su señora, hizo una leve reverencia antes de salir de la habitación para cumplir con la petición. Kiri se dejó caer en un diván cercano, masajeándose las sienes.

—Esto complicará las cosas… —murmuró para sí misma.

Sabía que ocultarle la verdad a _____ no serviría de nada. Aidan no era un hombre que se diera por vencido fácilmente y más que ahora que sabía que ella no estaba en el Palacio de Lágrimas, buscaría la manera de encontrarla. Y tarde o temprano, la enfrentaría.

Cuando Ifakhat regresó, Kiri se levantó con elegancia y caminó hacia la bañera, donde el agua perfumada con esencias de rosas y jazmín ya estaba lista. Se despojó de su túnica y se sumergió lentamente, dejando escapar un suspiro al sentir el agua caliente relajando sus músculos tensos.

—Mi sultana, ¿todo está bien? —preguntó Ifakhat con cautela, mientras recogía las prendas de Kiri con delicadeza.

—No, Ifakhat, nada está bien —respondió con sinceridad—. Mi hermano quiere verla.

La sierva dejó de moverse por un instante.

—¿Le dirás?

Kiri hundió una mano en el agua, viendo las ondas que se formaban en la superficie.

—Sí, se lo diré —dijo finalmente—. Pero la decisión será suya.

Sabía que _____ había pasado cuatro años reconstruyéndose después de la traición, cuatro años en los que aprendió a sobrevivir sin el amor de Aidan, sin la protección que alguna vez creyó inquebrantable. ¿Estaría dispuesta a enfrentarlo ahora?

Kiri cerró los ojos y se dejó sumergir un poco más en el agua, disfrutando de su último momento de calma antes de que todo volviera a cambiar.

A la mañana siguiente, Kiri partió del palacio principal para dirigirse a su residencia personal. Viajó con un séquito reducido, llevando solo a sus sirvientas más cercanas y a un grupo de guardias de confianza; no quería llamar la atención ni levantar sospechas sobre sus movimientos.

El trayecto fue tranquilo, con el sonido de los cascos de los caballos resonando en el camino de piedra. Mientras el carruaje avanzaba, Kiri observó el paisaje por la ventana, pero su mente estaba en otra parte.

Sabía que la conversación con _____ no sería fácil. No solo debía contarle que Aidan la estaba buscando, sino también enfrentar la posibilidad de que su protegida decidiera verlo. ¿Y si volvía a caer en su red? ¿Y si, después de todo lo que pasó, aún lo amaba?

—Mi sultana, llegamos —anunció Ifakhat con una leve reverencia.

Kiri salió del carruaje con la misma elegancia de siempre. La brisa matutina agitó su túnica y su velo, pero su expresión seguía firme.

—Preparen todo —miró su manos nerviosas — Iré a ver a _____.

Las sirvientas asintieron y se apresuraron a cumplir sus órdenes. Mientras tanto, Kiri avanzó por los pasillos del palacio con paso decidido. Cuando llegó a los jardines, la vio.

_____ estaba sentada bajo un árbol en flor, con su hija Aysun en el regazo, acariciando su cabello con ternura. A su lado, Nurbahar les contaba una historia con entusiasmo, gesticulando para hacerla más emocionante.

Por un momento, Kiri dudó en omper esa paz, le parecía casi cruel. Pero debía hacerlo.

—_____, tenemos que hablar.

La joven alzó la vista y al ver la seriedad en el rostro de Kiri, supo que algo importante estaba por suceder.

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¿Parte 3?

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