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"Sentimientos confusos"

 Universo: DSD219 (Original)
Alerta: Yaoi. Mucho yaoi.

-.-.-.-.-.-.-.-

"Hm... No lo sé, ¿debería construir una ciudad? No, espera, me falta un trigo..."

"Creo que esta es la partida más larga de Catan que he jugado en mi vida..."

Ya era habitual que, mientras nuestros padres se ponían al día en la planta baja de la casa; Lindsay, Flame, Ethan, Mark, Matías y yo nos juntásemos en la habitación de la peliblanca para jugar una partida de Catan, un adictivo juego que le había regalado su padre.

No me pondré a explicar de qué va el juego, que para algo existe el Internet. Ethan, aún al día de hoy, no terminaba de entenderlo y, de hecho, es el único que jamás ha ganado alguna partida. Por su parte, Mark era quien se había llevado más victorias, seguido muy de cerca de Lindsay –lo cual no es extraño si consideramos que lo juega con sus padres todo el tiempo-. Eso nos dejaba a mí, Matías y a Flame en el medio, con la misma cantidad de partidas ganadas.

"Gané". Creo que hablé muy pronto.

"¡No es justo, hermana! Ya sólo me faltaban dos puntos para ganar..." Mientras Ethan reclamaba, Mark le preguntó a Lindsay disimuladamente: "¿Le decimos que a nosotros solo nos faltaba uno?". Interrogante a la que la peliblanca respondió negativamente.

"¡De todos modos! Lindsay se volvió hacia mí "Todos llevábamos alto puntaje, excepto tú, Nathan. ¿Ocurre algo?"

Mirando el tablero, la verdad es que tenía razón. Mientras todos llevaban arriba de siete puntos, yo apenas y había conseguido cuatro... Tampoco era de extrañar. Siendo sincero, no había estado muy atento al juego. Mis pensamientos no paraban de darle vueltas a un tema que llevaba molestándome todo el fin de semana.

"N-no... No ocurre nada..." Sobra decir que soy jodidamente malo disimulando, a lo cual no ayudaba que Lindsay fuese muy perceptiva cuando se trataba de cómo se sentían los demás. Ella me cuestionó, pero yo insistí tratando de sonar convencido, pero estaba claro que si había alguien a quien no podía engañar, era a ella. Se le veía lista para replicarme, cuando...

"¡Nathan, se hace tarde, vámonos!" La voz de mi madre fue mi salvación. Lo más rápido que pude, tomé mis cosas y me despedí de mis primos, largándome pronto del lugar.

-.-.-.-.-.-.-

No paraba de mover mis pies de manera nerviosa. Realmente quería que se acabara el día. Ya tan solo quedaban cinco minutos y parecía que el profesor simplemente no terminaría nunca su explicación.

Ya había notado las miradas furtivas que me mandaba Lindsay. Seguro que se pasó la noche pensando en qué me pasaba y ha estado todo el día buscando la ocasión de preguntarme, pero como no me he separado de Mercedes, pues no se ha dado el caso.

En el preciso momento en el que la campana sonó, tomé la mano de Mercedes antes siquiera de que pudiese terminar de guardar sus cosas y salí rápidamente del instituto. Por suerte, nadie intentó seguirnos.

Corrí y corrí hasta llegar al menos una o dos cuadras lejos del liceo, tampoco es que le prestase mucha atención a mi entorno en aquel momento.

"¡Cálmate, Nathan! ¡Todavía no cerré mi bolso!" Al oír su grito, me detuve en seco, permitiendo que ella se detuviera a terminar de arreglarse y a recuperar el aliento de la repentina carrera que le obligue a dar. "Deberías... Avisar... Antes de... Salir corriendo... Así..."

"L-lo siento, tenía prisa."

"Ya me di... Cuenta..." Luego de descansar un poco y reincorporarse, Mercedes hizo la pregunta: "En todo caso, ¿por qué tanta prisa? Es como si te siguiese la parca."

Mi mente se quedó en blanco. Mercedes siempre ha sido mi mejor amiga, desde que éramos pequeños, pero... ¿Realmente podía contarle el motivo de mi actitud? La conozco y bien podría pensar que no soy más que un cobarde.

"Si me permites adivinar, ¿esto tiene algo que ver con Lindsay?"

Supongo que no era muy difícil percatarse. Ciertamente, Lindsay había sido un problema; esa chica siempre se preocupa demasiado por los demás, lo cual hacía que a veces llegara a ser molesta, por lo que sabía que intentaría descubrir lo que le ocultaba, pero siendo sincero... Era la menor de mis problemas.

Al no notar respuesta alguna de mi parte, Mercedes continuó: "Entonces, si no es ella... ¿se trata de Christian?"

Ese nombre...

¿Por qué tenía que darse cuenta?

Le cuestioné sobre el motivo que le llevó a pensar eso, pero ella respondió con cierto enfado, como si la hubiera tratado de tonta. "¡Oh, por favor, Nathan! Sois demasiado obvios: siempre eres la primera persona a la que Christian saluda, mas hoy no se dirigieron la palabra, ¡en ningún momento!" Viéndolo de esa manera... Pues sí, no era difícil de averiguar. "Nathan, sé sincero, ¿acaso se pelearon?"

"¿Q-qué? ¡No! Te aseguro que no es eso..."

"Nathan". Mercedes se acercó demasiado a mí, lo cual me puso notablemente incómodo. "Quiero la verdad".

Suspiré resignado. No podía seguir ocultando este problema por siempre, menos a ella. Y a pesar de todo, de entre todas las personas, si había alguien que pudiese ayudarme, era quien estaba frente a mí. "Christian..." Sentí mis mejillas arder ante lo que iba a decir: "Se me declaró..."

Al oír mis palabras, la peliblanca se alejó unos pasos, con un rostro sorprendido que jamás había visto en ella, aunque esta expresión no duró mucho.

"¡Lo sabía! ¡Sabía que era gay!" Al notar que gritaba a los cuatro vientos, se golpeó ligeramente las mejillas, rojas por la vergüenza y volvió a mirarme, con su expresión de siempre. "¿Y qué le dijiste?"

"Yo... Le pedí que me diera tiempo para pensarlo..."

"¡¿Por qué?!" Nuevamente noté cómo se acercaba de manera exagerada, pero esta vez con una expresión sumamente enfadada en su rostro. Cuando le pregunté al respecto, ella solo pareció enojarse más. "Nathan, ¿me crees tonta? Todo nuestro curso sabe perfectamente que a ti te gusta Christian."

"¡¿Eeeeeeeeeeh?!" Solté un grito. ¿A mí? ¿gustarme Christian? ¿pero quién demonios le dio esa idea?

"¿Por qué te sorprendes tanto? No me dirás que no te gusta." Al ver mi expresión confundida, se alejó un par de pasos y se dio la vuelta, antes de explicar. "Siempre estas junto a él, es la única persona con la que nunca te has enojado y a la cual nunca le has gritado, siempre eres el que más se preocupa cuando llega tarde o no viene... ¿Realmente no te habías dado cuenta?"

¿Eso era lo que les había hecho pensar que me gustaba? Siempre pensé que era algo normal preocuparse de esa manera por un amigo... Pero, si lo pensaba un poco, nunca lo he hecho por nadie más, ni siquiera por Mercedes, quien se suponía que era mi mejor amiga.

Acaso... ¿era verdad? ¿me gustaba Christian? Es difícil de creer...

"Yo..." Las palabras no salían de mi boca. Ni siquiera estaba seguro de lo que debía decir en una situación como esta.

Mercedes me miró fijamente por unos segundos, suavizando lentamente su expresión. Finalmente, soltó un largo suspiro. "Creo que... Al menos deberías pensar sobre ello".

Sus palabras me tomaron por sorpresa, algo que creo que se notó en mi rostro, ya que, al verme, ella decidió continuar: "Hay quienes dicen que solo tenemos una oportunidad de alcanzar la verdadera felicidad, ¿quién sabe?, quizás esta sea la tuya"

Sin saber qué contestar, decidí que lo mejor era hacer caso a su consejo y retirarme a mi casa para pensar. Al final, Mercedes y yo nos despedimos y cada uno tomó su propio camino.

-.-.-.-.-.-.-

Aquella tarde, como lo hacía todos los días, me dirigí al puerto. De entre todos los lugares de la isla, ese era mi favorito.

Mi mente seguía divagando acerca de las palabras que había intercambiado con Mercedes varias horas antes. A diferencia de ella, no estaba tan seguro acerca de mis sentimientos hacia Christian.

Temía que estuviese errado, equivocarme de respuesta y cometer un grave error. No es como cuando estas en un examen y tienes una respuesta múltiple, no. Si me equivocaba, podía terminar haciéndole mucho daño a Christian... E incluso a mí mismo.

Intenté desviar esos pensamientos por un segundo, por mucho que lo pensara, solo conseguía confundirme más y más.

Mientras caminaba, pude ver una figura saliendo de la zona de los almacenes. En un principio era difícil de reconocer, pero a medida que me acercaba, fui capaz de distinguir una larga coleta de color naranja, atada con adornos dorados que terminaban en una especie de triangulo, similar al icono de aquella saga de videojuegos tan famosa. "¡Hey, Hikari!".

Al oír mi voz, aquella chica volteó su verdosa mirada hacia mí y levantó su brazo a modo de saludo. Rápidamente me acerqué a ella, a lo que Hikari habló: "Ha pasado tiempo, Nathan."

"Dos semanas, para ser exactos. ¿Es que acaso ya no tienes clases?"

La pelinaranja negó con la cabeza: "No es eso, he tenido asuntos urgentes que atender, muy agotadores, por cierto."

Hikari era una persona muy reconocida en la ciudad y motivos no faltaban; suele decirse que posee la capacidad de ver el futuro, siempre que decía algo, esto se cumplía. No solo eso, también poseía la capacidad de hablar con los espíritus, por lo que hay quienes la tachaban de bruja, lo cual no impedía que se hubiera vuelto bastante popular y que sus servicios fueran muy demandados en la ciudad.

Le pregunté directamente si pensaba regresar a clases pronto, a lo que ella me respondió de manera dudosa. "No lo sé, últimamente parecen haber estado ocurriendo sucesos fantasmales que han causado miedo en la gente, así que me toca a mí resolverlo".

No pude evitar reírme, la verdad es que nunca había sido creyente de las historias de fantasmas, pero la forma en que Hikari lo contaba hacía que se sintiesen reales. Lejos de enfadarse, la vidente mostró una pequeña sonrisa, para luego preguntar: "Imagino que vienes por lo de siempre, ¿no?"

Tras responderle afirmativamente, ambos nos encaminamos a los almacenes, lugar que por la hora y día no era muy concurrido. Pude notar que en uno de los callejones más alejados se encontraba Erick, como siempre, jugando con algunos de los gatos del lugar. No era la primera vez que lo veía y debía admitir que era tierno que ocultara su gusto por aquellas criaturas felinas, pero no es que fuésemos muy cercanos, por lo que nunca llegamos a hablar del tema.

Junto a Hikari llegamos finalmente al almacén que habíamos estado buscando. Por fuera no había nada especial, se veía como cualquiera de los otros depósitos que había por el lugar, lo único que lo diferenciaba realmente era que, en la puerta, se encontraba grabado el emblema de la familia Twilight.

Sí, la niña era rica y pertenecía a una de las familias más importantes de la ciudad. Qué cosas, ¿no?

Luego de que Hikari abriese la puerta con una de las tantas llaves que traía y entrar, busqué con la mirada aquello que había ido a buscar, hasta finalmente encontrarlo; se trataba de un caballete, al cual ya se le notaban los años, junto a varios lienzos de diversos tamaños que se encontraban tapados con una lona, algunos de ellos ya pintados y otros aún en blanco. No muy lejos, también se encontraba una caja, llena con pinturas de diversos colores y también bastantes pinceles.

Tomé el caballete y procedí a llevármelo del lugar, mientras Hikari me ayudaba sacando un lienzo mediano junto a la caja de pinturas y pinceles.

Luego de instalarme, mi acompañante cerró la puerta del depósito y dejó la llave en la caja. "Puedes quedártela, no creo que use este lugar por algún tiempo". Expresé mi gratitud y estaba dispuesto a empezar a pintar, sin embargo, el último comentario de Hikari me terminó descolocando totalmente. "Sabes, creo que necesitas dar más rienda suelta a tus emociones"

La miré perplejo. "¿Qué?"

"He visto tus pinturas, Nathan. Son hermosas, pero les falta sentimiento. Es difícil describirlo, pero creo que realmente necesitas ponerte más en contacto con tus emociones".

Dejándome totalmente confundido, Hikari se dio media vuelta y empezó a caminar. Me quedé absorto en aquellas palabras hasta ya muy tarde, cuando Hikari ya se encontraba bastante lejos. "¡Espera un segundo! ¡¿Qué significa eso?!". Sin siquiera mirarme, ella realizó un gesto que para cualquier persona podría significar un "Déjame en paz". Pero yo sabía que no era así, que aquello que Hikari intentaba decirme era algo totalmente diferente:

"Debes descubrirlo por ti mismo".

-.-.-.-.-.-

Dejé caer el pincel al suelo, frustrado.

Llevaba ya un par de horas sentado frente a aquel lienzo y la verdad es que casi no había conseguido avanzar. Las palabras de la vidente se repetían una y otra vez, lo cual no me permitía concentrarme. ¿Qué quería decir con "dar rienda suelta a mis emociones"?

¿Quizás quería decir que debía ser más expresivo en mis obras? ¿Acaso había algo malo con mis pinturas? No lo entendía y eso empezaba a impacientarme, realmente odiaba no comprender algo que a primera vista parecía básico.

Dejé salir un suspiro de cansancio, tantos dilemas en un solo día no ayudan a nadie.

Estaba dispuesto a guardar todo lo que había sacado del almacén cuando una voz conocida me habló: "Sabía que te encontraría aquí".

Genial. Simplemente genial.

De todas las personas que vivían en la isla, de todos mis compañeros, ¿Por qué precisamente él? Incluso prefería haberme encontrado con Clara. Era mil veces mejor lidiar con su mal humor que tener que enfrentarlo a él.

"Christian..." El mencionado simplemente se acercó y empezó a inspeccionar la pintura a medio hacer, mientras yo me limitaba a observarlo a él de arriba abajo. Debía admitirlo, Christian era condenadamente guapo y tenía un cuerpo bien formado. De algo debía servirle practicar tantos deportes extremos.

Me di una cachetada mental por pensar en ello, no era el mejor momento, a decir verdad.

"Me gusta" Habló finalmente, con una sonrisa en su rostro. "Tus pinturas son las mejores, Nat". Sentí como mis mejillas se calentaban ligeramente. Aquí vamos otra vez... Solo atiné a agradecer el cumplido, a lo cual le siguió un incómodo silencio.

¿Qué debía decir? Estaba claro que él quería alguna respuesta, ¡pero ni siquiera estaba seguro de que me gustase! Y sentía que si intentaba irme solo conseguiría empeorar la situación entre nosotros.

Fue su voz la que finalmente me sacó de mis pensamientos. "Nathan..." Le miré, intentando mantener la compostura y que mi mente no me traicionara nuevamente. "No tienes que decir nada, lo sé...". ¿Eh? ¿Saber qué? ¿Cómo él podía saber algo si ni él estaba seguro?

"¿Qué es lo que sabes?"

"Que te gusta Mercedes"

(...)

¿Qué?

No, enserio, ¿qué?

¿Qué le había dado esa idea tan absurda? Bueno, pensándolo en retrospectiva, la verdad es que el hecho de que días después de su confesión pasara la mayor parte del tiempo con ella y me la llevara –a rastras- después del término del liceo no daba una buena impresión.

Vale, sí, había buenas razones para que Christian pensara que me gustaba Mercedes, del mismo modo que Mercedes tenía buenas razones para pensar que me gustaba Christian. ¡Pero Mercedes mi mejor amiga y nada más que eso, él debería saberlo! "¡Christian, no es e-!"

"No necesitas tener compasión, sabía que las cosas podrían terminar así desde el principio. Al menos... Espero que podamos seguir siendo amigos". Y a pesar de todo, la sonrisa no desaparecía del rostro del peli azul. Incluso ahora, él se negaba a abandonarla, por muy difícil que fuera la situación.

Sentía un nudo en mi garganta. Trataba de hacer salir mis palabras, pero simplemente no podía. "Amigos" ¿Por qué esa palabra me molestaba tanto?

Christian seguía esperando a que dijese algo, pero, cuando notó que yo me había quedado congelado, él se dispuso a retirarse. Agitó la mano a modo de adiós, sin dar el típico abrazo con el que siempre se despedía, al menos de mí.

Pero, a diferencia de cuando Hikari se fue, mi cuerpo reaccionó casi de inmediato, agarrando fuertemente al contrario de su muñeca. Christian volteó, extrañado ante mi repentina acción.

Y fue entonces cuando me di cuenta.

Toda mi vida me había movido por aquello que la razón me dictara. Incapaz de hacer las cosas simplemente porque me "gustaban" debido a que lo veía una mala idea o poco provechosa.

Por eso dudé tanto, el amor... no siempre es bonito, puede ser una fuerza muy destructiva y yo había visto eso en muchas ocasiones.

Pero yo... quería intentarlo.

Eso era lo que Hikari quería decir; "estar más en contacto con mis emociones".

En un movimiento rápido, tiré ligeramente de su muñeca, obligándolo a acercarse a mí y juntando finalmente nuestros labios.

Era una sensación... extraña, pero reconfortante. Podía notar como Christian estaba dudoso en un principio, pero no tardó en corresponder. No fue un beso muy largo, necesitaba descubrir si era realmente eso lo que yo quería y... En efecto, lo era.

Nada más separarnos, sentía la necesidad de hacerlo nuevamente, no solo eso, por fin lo tenía claro; deseaba tener a Christian siempre a mi lado.

"No quiero a Mercedes, Christian..." Le miré a los ojos; "Solo te quiero a ti".

Y entonces sonrió. Una sonrisa pura y sincera.

Aquella sonrisa que había ocasionado mis sentimientos confusos durante tanto tiempo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Okay, puede que esto ya lo haya explicado (conste que tengo esto escrito de antemano), pero si; las historias de los niños van a ser publicados aquí. Ya hable o hablare mas a detalle sobre el motivo de esto en el blog.

El nombre de este universo es DSD219. "DSD" proviene de "Descendants", que era el nombre que recibiría la sección originalmente. Y 219 viene obviamente de 2019, año en que fueron creados.

Nathan fue el primero en recibir su one-shot por que, como dije en su momento, fue el ganador de la encuesta de popularidad que hice. Basándonos en esto la siguiente debería ser Lindsay, pero no. Ya mencione que este libro es para experimentar un poco y siento que las idea que tengo con ella no me ayudaran mucho en estos momentos. Lo siento por quienes les gustaba ella, pero prometo que posteriormente si subiré su respectivo one-shot.

Respecto a lo que tengo planeado con este universo, pues lo siguiente sera el one-shot de Dorothea y uno bastante especial respecto a una leyenda, creo que japonesa, de una parejita muy bonita que no tiene la atención que merece (?)

Y creo que eso es todo lo que necesitaba decir. Me retiro~

~LightNax~

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