Orígenes: "Culpables"
Universo: RGA210
Alertas: No muy apto para personas demasiado sensibles.
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En esta ocasión, nos trasladaremos a una zona despoblada del país de Rusia, en la parte sur del continente de Elip.
Por aquellos helados caminos, un auto color negro era lo único que se veía en kilómetros. El auto avanzaba rápidamente, a pesar de la fuerte ventisca que caía en esos momentos. Dentro de aquel vehículo, se encontraba un hombre de mediana edad, tez negra y alto, cerca de 1'90, llevaba un traje completamente negro e iba leyendo unos documentos. La carpeta en que estos se encontraban tenía grabado un nombre: 'Proyecto Dínamo'.
Luego de recorrer una gran cantidad de kilómetros, finalmente se divisó en la lejanía un edificio, de completo color negro, reforzado con celdas eléctricas y un único punto de entrada. A primera vista, cualquiera diría que se trataba de una prisión.
Cuando el vehículo se acercó a la entrada, los guardias le abrieron sin preguntar, dejándole pasar. Una vez dentro, el hombre bajó del auto y se adentró en las instalaciones. Dentro de las mismas, había una gran variedad de científicos trabajando en distintos proyectos, cada uno más grande que el anterior. Estas personas veían al de negro acercarse, pero nada más este les enviaba una mirada rápida, ellos volvían a trabajar, con un escalofrío en la espalda.
Finalmente, el hombre llegaría a un largo pasillo, en cuyo final se veía una gran puerta metálica. A un lado de esta, había varias medidas de seguridad. La primera en activar el hombre fue la perteneciente a la huella dactilar, siguiendo con un reconocimiento facial, lo que hizo que un pequeño micrófono se hiciera visible. Frente a él, susurró "Coronel Zakharov, de la S.U.A.H."
La puerta finalmente se abrió, revelando en su interior una plataforma suspendida sobre el vacío, conectada a la puerta a través de una delgada pasarela. Alrededor de dicha plataforma, había una torre casi infinita de celdas, habiendo en cada una un individuo, aparentemente, humano. Pero lejos de ellos, muchos aun intentaban escapar, usando ataques ígneos o de ácido, entre varios otros.
En aquella plataforma, una mujer con bata científica, cabello magenta y ojos verdes se encontraba monitoreando un panel de control, presionando varios botones a gran velocidad, moviendo palancas, y escribiendo todo en una libreta. La científica poseía en su pecho una credencial, en la cual se leía su nombre: "Casandra Cuevas".
"Científica Cuevas." Una vez estuvo detrás de ella, el hombre la llamó por su apellido.
"¡Ah!" La mujer se dio la vuelta rápidamente y encaró a su visitante "Coronel Zakharov, no le oí entrar."
"¿Cómo van los preparativos?" Se colocó a su lado, observando las diversas celdas.
"Hemos escogido a los reclutas, los más fuertes y jóvenes, como usted ordenó." A la científica se le notaba un poco nerviosa, pero a diferencia de los demás en el edificio, no lucía igual de intimidada por la presencia del hombre.
"Bien hecho, esta es la prueba que deberán realizar." Tras pasarle el documento marcado como 'Proyecto Dínamo', la de cabello magenta empezó a leer lentamente el archivo, colocando una cara de horror ante lo que sus ojos veían.
"P-pero esta prueba... es mortal, incluso para niños Hiviöt."
"Es la idea, si no nos sirven, es mejor que acabemos con ellos ahora o podrían volverse un peligro." Respondió sin titubear, con un tono severo. "Son órdenes del líder, no lo olvides."
"Aun así..." La científica bajó la mirada, le daba miedo pensar en lo que ocurriría en los próximos días. ¿Hasta tal punto estaban dispuestos a llegar?
El más alto tomó a la científica por el mentón y le plantó un corto beso, el cual fue correspondido sin muchas ganas. "No nos falles, ¿está bien? Es por nuestro futuro..." Recibiendo solo un leve asentimiento de cabeza como respuesta, el hombre se marchó, dejando a la de ojos verdes completamente sola.
Algunos días después, el famoso proyecto por fin se había puesto en marcha. Todos los Hiviöt que habían sido elegidos como aptos para participar fueron llevados a una misma sala, completamente blanca, lo único que 'adornaba' las paredes era la ventana-espejo que se vislumbraba en lo alto de la habitación, por la cual los científicos veían todo lo que pasaba.
Los sujetos de prueba que se encontraban en aquella habitación no tenían idea del horrible destino que se les deparaba.
Antes de que se pudiesen dar cuenta, una zona en la pared se abrió de par en par, de esta misma, salió un robot, completamente cubierto por un metal de color blanco, exceptuando por un visor que parpadeaba en rojo. Aquel metal que le recubría era el conocido como Aurum.
El simple hecho de ver aquella armadura aterró a la mayor parte de la sala. Era bien sabido que el Aurum era especialmente resistente a los ataques elementales de su raza.
Pronto, el robot empezó a disparar a través de su visor. De un solo ataque, por los menos veinte o treinta de quienes estaban ahí ya se habían vuelto cuerpos sin vida. Los demás empezaron a contraatacar con todo lo que tenían, pero era inútil, sus ataques solo rebotaban en su armadura.
El gran grupo de 100 sujetos se vio reducido a nada en menos de cinco minutos. Por parte de los científicos; la líder de estos, observaba con horror cómo todas esas personas eran masacradas, mientras, para varios de sus compañeros, esto no era más que un simple entretenimiento.
"Zakharov... ¿Es realmente esto lo que quieres? Son Hiviöt, pero... También son niños..." Habló con pesar la mujer de ojos verdes, llevándose una mano a su pecho.
Cuando ya todo parecía haber acabado, el robot examinó el lugar, buscando cualquier signo de movimiento y, al no encontrar nada, finalmente regresó por donde vino, cerrándose así las puertas que se habían abierto a su entrada.
La científica volvió a observar el lugar, al tiempo que abría su libreta, escribiendo en ella 'Proyecto fallido', soltando un suspiro lastimero. ¿Todas aquellas vidas perdidas por nada...?
Sin embargo, al cerrar su libreta, uno de sus compañeros gritó, empezando a apuntar al cuerpo de unos de los muertos.
Cuando todos en la sala voltearon su mirada, notaron cómo uno de los cuerpos inertes aún se movía, a lo que pronto, de debajo de este, terminó saliendo una joven, de aproximadamente 13 años, cabello negro, y ojos azules, que había sido lo suficientemente astuta como para usar a unos de los caídos como escondite.
La científica abrió los ojos con sorpresa; había una sobreviviente. Alguien había actuado con inteligencia en lugar de fuerza bruta, su objetivo se había cumplido.
Abrió nuevamente su libreta, tachando la palabra "fallido" y reemplazándola por "exitoso".
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Pronto, la joven sobreviviente fue llevada a una sala apartada, donde su cuerpo fue examinado. En la misma, se le fueron inyectados distintos sueros que la misma no conocía y que nunca nadie se molestó en decirle lo que eran.
Al poco tiempo, se le empezaron a hacer pruebas, de distinto tipo, físicas y psicológicas. La chica empezaba a cansarse más rápidamente, ya que se le privaba del descanso necesario muchas veces. Mas la joven tenía compañía, ya que cada vez que ella no estaba en una de esas duras pruebas o, bien, descansando, Casandra se quedaba con ella, lo cual le daba a la menor la sensación de no estar sola en aquel pequeño mundo que ella conocía.
La relación entre ambas acabo volviéndose estrecha, Casandra le contaba muchas cosas sobre el mundo fuera de la base e incluso en ocasiones le acompañaba cuando la joven tenía pesadillas a causa de aquella matanza a la que había sido sometida tiempo atrás, así como de los experimentos que ella tenía que pasar.
Poco a poco, las pruebas fueron subiendo su intensidad. Los científicos empezaron a obligarla a enfrentar retos que ponían su vida en riesgo, colocándola contra los elementos que su propia raza controlaba; Fuego, trueno, veneno, entre otros. Hubo un punto en que empezaron a ponerla a pelear contra otros Hiviöt que habían sido capturados, muchas de las cuales ella perdía y debían rescatarla.
A un tiempo ya de empezar estos combates, la joven finalmente venció a su primer Hiviöt, dejándole así noqueado en el suelo. Cuando los científicos vieron esto, enseguida le ordenaron matar a su oponente... A lo que ella obedeció. La joven se arrodilló frente a su adversario y empezó a golpearlo en la cabeza, tan fuerte como era capaz, destrozando la cabeza del Hiviöt inconsciente y dañando sus manos en el proceso. Después de un par de golpes, la joven notó sus puños bañados en un líquido rojo, al tiempo que la respiración del contrario se detenía.
Esto se repitió, muchas veces, durante cuatro años donde la joven de cabello negro fue obligada a pelear y matar a varios individuos de su misma raza, a pesar de que ni siquiera ella sabía este pequeño detalle.
Actualmente, nos encontramos en 2025, en aquella aislada base, Casandra avanzaba con rapidez entre los pasillos. Muchos de sus compañeros cuchicheaban, algunos sobre el regreso de 'The Reaper', una bestia que hace tiempo había acabado con la vida de muchos. Otros, del rumor de que la líder se encontraba embarazada. Muy pocos estaban realmente preocupados de sus experimentos, pero esto no parecía serle realmente importante a la científica.
Finalmente, la mujer llegó hasta una habitación algo apartada, a través de la ventana de la misma, se podía observar a una joven, cuyo cabello negro le llegaba hasta los hombros, ojos azul zafiro, y un traje militar negro, que se encontraba sentada en la mesa al centro de la habitación, mirando una especie de marca que poseía en su brazo izquierdo.
La científica tomó aire y entró. La contraria sonrió nada más verla y se levantó a darle un abrazo. Ambas se sentaron la una al lado de la otra y empezaron a compartir unas galletas que la mayor había llevado consigo. Su conversación era animada, siendo que la pelinegra no paraba de preguntar cosas sobre el exterior, mientras que la contraria además de responder, iba contando distintas anécdotas que animaban a la chica.
Sin embargo, luego de un rato, la científica notó que el ánimo de su amiga decaía, por lo que se decidió a preguntar. "¿Sucede algo?"
La pelinegra negó con la cabeza, pese a que aún se notaba decaída. "No es nada, solo..."
La de cabellos magenta colocó una mano en su hombro, con una mirada comprensiva. "Puedes decírmelo, sabes que no me enojaré contigo."
"Es solo que... Bueno, tú te llamas Casandra, ¿no?" La mayor solo asintió en respuesta. "Y todos aquí tienen sus nombres grabados en la placa de su pecho: Gabriel, Felipe, María Antonieta..."
"¿A dónde quieres llegar?" La científica se llevó una mano al mentón.
"Que yo... No sé cuál es mi nombre. Todos aquí me llaman basura, cosa, fenómeno... Y tú me llamas simplemente así: 'tú'."
"Oh, ¿es eso lo que te preocupa? ¿No saber tu nombre?" La mayor sonrió mientras la menor soltaba un corto 'sí' como respuesta, conocía el nombre de la chica gracias a los archivos que se encontraban guardados sobre los sujetos de prueba. El nombre que sus padres le habían dado, antes de descubrir la naturaleza de la chica.
Estaba dispuesta a decírselo, pero justo en ese momento, un estruendo hizo temblar el lugar, cortando la luz y tirando a la pelinegra al suelo, además de obligar a la científica a levantarse. "¿Qué fue...?"
"Espérame aquí, no salgas, no tardaré." Con un tono de voz firme, la científica observó a la joven pelinegra, haciéndole una seña de que no se moviera, pero la menor no estaba de acuerdo con esto.
"Pero..." Sin embargo, antes de poder terminar su frase, una segunda explosión se produjo, nada más y nada menos que en la sala contigua, explotando el cristal y lanzando a la mayor contra la pared, ocasionándole graves daños. La contraria se cubrió la cara con los brazos, los cuales quedaron muy lastimados a causa de los fragmentos de cristal que cayeron sobre ella.
Cuando dichos trozos dejaron de caer, la Hiviöt finalmente se descubrió, observando a la mujer tirada en el suelo. Mientras gritaba su nombre, la pelinegra intentó levantarse para ir en su auxilio, mas fue el notar la presencia de una tercera persona lo que la detuvo.
Donde antes estaba el cristal, ahora se encontraba un chico, de aparentemente 25 años, mirándola directamente. Los ojos fríos de aquel desconocido tensaban a la contraria, pero fue cuando este empezó a acercarse que empezó a temer de verdad.
Cerró los ojos, esperando que este le atacara... Pero esto nunca ocurrió.
Al abrir los ojos, esa persona se encontraba extendiéndole la mano, como si buscara ayudarla a levantarse. Dicho acto le dejo atónita, sin saber de qué modo reaccionar o si debería de aceptar aquella acción... Pero fue la voz de alguien más lo que la hizo reaccionar: "No, por favor, no vayas con ellos, son... monstruos..." Casandra habló en un tono de súplica débil, tratando de levantarse.
"Habló la mujer que hace experimentos con seres vivos, no creo que nosotros seamos los monstruos aquí." Desde la mano del hombre, un líquido verdoso empezó a brotar, mismo que luego él lanzó contra la científica que se encontraba tirada en el suelo. Su grito de agonía se había oído por toda la base, algo que la azabache observó con horror.
Dicho acto no hizo más que enfurecer a la joven, quien en un movimiento rápido hizo un barrido, tirando al suelo al agresor, para acto seguido darle un par de golpes en la cara, provocando que su nariz empezara a sangrar. El mayor, sin embargo, consiguió parar una de sus manos y con fuerza extraordinaria, la lanzaría contra la pared.
"Vinimos a salvarte, maldita perra mal agradecida, ¿así es como nos pagas?" El más alto empezó a acercarse lentamente, con aquel líquido verde cayendo por sus manos, dispuesto a terminar lo que había empezado. "¡Mírame, desgraciada!"
Y así lo hizo, la joven le miró, pero no de la forma que él deseaba. Sus ojos ahora poseían un color amarillento y despedían lo que parecía ser pequeños rayos, similar al que, un segundo después, la pelinegra le lanzaría a su agresor, mandándolo contra una pared fuera de la habitación, cayendo cerca de los cuerpos carbonizados de algunos científicos.
Cuando salió de la sala acercándose al cuerpo del hombre y se encontraba lista para terminar su trabajo, otras tres figuras hicieron acto de presencia. Una joven de cabello celeste, un hombre de cabello naranja y un niño de pelo rojo. Los tres, nada más ver la escena, se dispondrían a atacar. La chica creó lanzas de hielos a partir de la nieve que caía por los agujeros del techo. El suelo se rompió y desde allí saldrían varios escombros de tierra provocados por el hombre, mientras que el niño se limitó a crear un par de bolas de fuego.
Todos los ataques fueron en dirección a ella, pero esta simplemente se limitó a extender sus brazos y lanzar dos rayos, los cuales acabaron destruyendo todos los proyectiles e impactando en los atacantes, dejándolos en el suelo. Los dos mayores fueron finalmente rematados por un rayo que caería atravesando el techo.
Una vez finalizado el trío, la joven se volvería al primer atacante. Quien le miraba con una mueca en su rostro. "Los Hiviöt... no somos tus enemigos..." Ignorando sus palabras, la joven se limitó a aplastar su cabeza de un pisotón, acabando finalmente con su vida.
Acto seguido, se volteó al niño, que intentaba levantarse como podía. Cuando notó la mirada de la contraria, este empezó a llorar. "Vete. Ahora."
Tras oír esas palabras, el pequeño pirómano salió corriendo lo más rápido que sus piernas le permitían. Luego de vislumbrar la huida del menor, la joven escucharía unos leves gemidos de dolor, regresando rápidamente a la sala anterior, acercándose a quien le había acompañado todos esos años.
"Casandra..." La peli negra tomó en sus manos el cuerpo de la científica, viéndola con los ojos cristalizados.
"Me alegro de ver... que estás bien..." El cuerpo de la mujer estaba básicamente irreconocible debido al ácido que aquel Hiviöt había lanzado sobre ella. El dolor que ella sentía era solamente comparable al que sentía la joven por verla en ese estado. "Escúchame; en este mundo, los Hiviöt como tú, son temidos por sus poderes... Pero existe una forma en que puedas vivir en paz con los humanos."
"¿Una forma? Pero yo..." La de ojos de zafiro se notaba confusa.
"Mátalos."
"... ¿Eh?"
"Mata, extingue a los Hiviöt. El día en que lo logres, los humanos te respetarán y admirarán... No te tendrán miedo nunca más..." La mujer acarició suavemente la mejilla de la joven, observándola con ternura pese a estar en sus últimos momentos. "Ese es tu propósito, tu misión... Es la razón por la que has estado aquí tanto tiempo"
"Yo... No sé si..." La joven apretó un poco su agarre en el cuerpo de la mayor, mordiéndose un labio.
"Por favor, recuérdalo, Da...ni..." Finalmente, cerró los ojos, sumándose al sueño eterno de sus compañeros.
La menor dejó con lentitud lo que quedaba del cuerpo en el suelo y salió de la habitación. No lloró, no gritó... Nada; su mirada era fría, como si no tuviese emoción alguna.
Explorando las ruinas de aquello que alguna vez pudo considerar su hogar... o su prisión, encontró una habitación que en su mayoría había sobrevivido al ataque de los Hiviöt, gracias a que las paredes de la misma parecían precisamente estar hechas de Aurum. Estantes llenos de documentos, aunque muchos de ellos desparramados por el suelo, junto a un escritorio que tenía la placa de la líder de ese lugar, con una foto rota de este con cierta persona que no reconocía. Pero, sin duda, lo más llamativo de la sala era el traje que estaba encerrado en un tubo de cristal.
Cuando se acercó a observar, notó que en lo alto se leía una frase que ella había oído nombrar muchas veces, pero cuyo significado no comprendía: 'Proyecto Dínamo'.
La joven consiguió abrir el tubo presionando un botón que había en la parte más baja del mismo, sacando el traje. El mismo contaba con una chaqueta delgada negra, un pantalón aparentemente de cuero (muy cómodo, por cierto), un par de botas que poseían una base metálica, una pulsera de color blanco y una joya de color azul, hecha aparentemente del mismo material que el robot que seguía perturbando sus pesadillas.
Extrañada por la función del brazalete, la de ojos zafiro empezaría a jugar con él, provocando que la joya incrustada en el mismo comenzase a brillar, al ocurrir esto, este se transformó, adoptando la forma de un cañón que se encontraría atado al brazo tal cual el brazalete lo estaba hace unos segundos.
Investigando su nueva arma, la chica descubrió que este poseía distintas funciones, tales como una pantalla de humo, látigo de plasma, disparo de energía, entre muchas otras. "Muy útil", soltó en voz baja.
Antes de salir, hubo una última cosa que llamó la atención de la joven: un archivo que se encontraba tirado en el suelo, marcado como 'Proyecto Dínamo: Datos del sujeto'.
Al abrir dicho archivo, lo primero que pudo observar fue una foto... de ella misma, pero 4 años menor, junto con una lista de datos básicos, como el tipo elemental que ella controlaba, marcado como Electro, así como otros como la altura, peso y demás. Sin embargo, no fue esto lo que llamó su atención.
En la parte más alta del documento aparecía un nombre... Un nombre que resonaba dentro de ella, como si no fuera la primera vez que lo oía:
Dánica
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~ LightNax ~
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