Estaba en la cornisa de la azotea, miraba hacia abajo e intenté encontrar una razón para no saltar esa noche. Miré hacia arriba, la Luna estaba preciosa esa noche, sería una pena morir sin volverla a ver. En ese momento escuché a alguien llegar a donde yo estaba y sentarse en la cornisa, él también miraba hacia abajo.

- ¿Vas a tirarte? -me preguntó señalando hacia abajo con la cabeza, con aire despreocupado.

- No -contesté- ¿Y tú? -pregunté después de un rato de silencio.

- Yo sí, y no me preguntes, tengo razones para hacerlo -me contestó a la defensiva, como si hubiera tenido esa misma discursión muchas más veces.

- ¿No te parece que la Luna hoy está preciosa? -pregunté sin darle importancia, al fin y al cabo, la conversación de dos suicidas el borde de una cornisa no es algo que haya que hacer con prisa, siempre va a haber alguno que se lance primero.

Él solo me miró con confusión, como si se esperase cualquier cosa menos esa, y lo entiendo, yo he tenido conversaciones así, y lo que hace la gente es recordarte las cosas por las que merece la pena estar vivo, que al final nunca te sirven. Esas son cosas que les hacen a ellos estar vivos, no puedes pensarte que todos son iguales.

- Supongo que sí, -respondió después de un momento de reflexión- pero explícame una cosa, ¿por qué estás aquí, en lo alto de una azotea, a un paso de morir, si no quieres hacerlo?

- Bueno, he encontrado una razón para no hacerlo hoy, quizás mañana. -respondo.

- ¿Así de fácil? -me preguntó riendo- ¿Cómo puedes subir aquí pensando en tirarte y luego encontrar de repente una razón para no suicidarte? Debe ser muy importante. -continuó fingiendo estar enfadado, pero con un deje de curiosidad en su voz.

- No creas, es simplemente que la Luna está tan bonita que sería una pena no volver a verla. -comento ante su incredulidad- Subo aquí casi todos los días y me subo a esta misma cornisa, miro hacia abajo y busco una razón para no saltar. -continuo explicando- No siempre tiene que haber una razón de peso, puede ser porque pronto es el cumpleaños de tu madre, porque mañana hay un concierto al que te apetece mucho ir, porque quieres volver a tomarte un helado o volver a ver un amanecer. Yo viví dos años porque no había otra persona que cuidase de mi perro, y mientras tenga una razón para despertarme mañana, no voy a saltar. -termino mirándole fijamente a los ojos.

- ¿De verdad crees que todo el mundo es capaz de encontrar una razón? -me preguntó con duda, pero también con un deje de esperanza.

- Sinceramente, no lo sé, pero mira hacia abajo y pregúntate si de verdad no tienes nada por lo que vivir -contesté.

Él miró hacia abajo y cerró los ojos, al poco los abrió.

- No he encontrado ninguna, pero si he encontrado una razón para saltar. -me contó sonriendo, y a mí me dio un vuelco el corazón- Así que tienes suerte, mientras que eso no pase, no voy a saltar- continuó, mientras yo le miraba sin entender nada.

- ¿A qué te refieres con "eso"?-pregunté confundida.

- Si tu te tiras, yo me tiro. -explicó- Y mientras encuentres una razón para no hacerlo, yo tampoco lo haré. -terminó.

Ahí entendí que siempre tendría una razón, no iba a permitir que ese chico volviese a encontrar una razón para suicidarse.

Porque cuando dos suicidas se enamoran, la Muerte también lo hace.

(N/A) Este texto lo he hecho sin saber nada de la depresión ni del suicidio, así que algunas cosas pueden estar mal. Si veis algo decírmelo, porfa.