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Un Final No Tan Feliz

~~Un Final No Tan Feliz~~


   "Las vacaciones más alocadas de mi vida comenzaron con el final de la apuesta. Tenía que salir con Travis por tres meses, enamorarlo, tener sexo con él y, al final, humillarlo frente a todos en la fiesta de fin de año, romper su corazón en mil pedazos, ser la causa de que no se volviese a enamorar."


   Era Octubre, frío, y todos los alumnos del High School Arts retomaban las clases en el dichoso colegio.

   Steven Smith, el capitán del equipo de fútbol americano del colegio, daba su alucinante entrada tras tres meses de vacaciones, mostrando su perfecto rostro e impresionante cuerpo forrado en ropas, dos aspectos que volvían locas a las chicas que le miraban, pues era de sobra comentar que el chico era el más deseado del Instituto.

   La chaqueta de cuero sin mangas y la franela blanca debajo, destacaban su escultural abdomen y provocaba sensación por donde sea que caminara. Su semblante casi neutral era lo que le daba el toque de chico misterioso, y la mayoría de las chicas querían descubrir todo lo que sus ropas escondían, porque todas las chicas querían estar en su cama.

   Los rumores decían que el chico era bisexual, pero que en la cama era un Dios Griego, que las chicas que estuvieron con él, se quedaban con ganas de una segunda ronda, pero que Steven era de los chicos que sólo aceptaba aventuras, nada de compromisos. Claro que estaban esas chicas y chicos favoritos, esos que iban a su apartamento un par de veces al mes, pero eran secretos que sólo Steven sabía.

   Por otro lado, él adoraba que la gente hablara de él, que le alabaran, ser el centro de atención, y que mantuviese su semblante ante cualquier belleza que pasara frente a sus narices, pues por nadie iba a caer, y menos en su último año de secundaria.

   Pero pronto el timbre de comienzo de clases hizo que todos los alumnos corrieran a sus respectivas aulas, y él no se quedaba atrás.

   Al entrar al gran salón y tomar asiento, notó que nuevas personas se habían incorporado al grupo de 5to año A —su sección—, y que muchas hablaban amenamente mientras le miraban, muchachas coquetas y con hermosos cuerpos de escultura, cosa que hacía carcajear al chico futbolista.

   Sin embargo, su vista fue automáticamente a un chico que escuchaba música y revisaba su celular, ese chico que estaba sentado en la otra esquina de atrás del salón, al lado de la puerta. Ese era Travis, el chico que tuvo que vigilar para poder enamorarle, que tuvo que seducir para ganarse quizá la mejor noche de sexo de su vida. Recordó todo aquello con cierto cariño, pero se negó a pensar mucho en ello, pues ese chico ya no era alguien importante para él.

   Steven esperaba ver tristeza en los ojos del muchacho, dolor por la ruptura con el mejor partido que quizá nunca vuelva a tener, tal vez esperaba que el chico se ofreciera a darle otra noche de placer con tal de estar a su lado. Pero todo eso se vio disuelto cuando el chico sonrió mientras miraba su bandeja de mensajes. Steven pudo ver que los ojos le brillaron, que las mejillas se le pintaron del tierno color rosa que usualmente era dirigido a él, que una risilla escapó de sus dulces labios antes de empezar a escribir en el celular.

   El futbolista se sintió hirviendo en rabia por pequeño instante, impotencia, celos. Ese chico, antes de conocerlo, era un simple fantasma en clases, un niño tímido que adoraba el chocolate, y cuando le pidió ser su novio, el chico se sonrojó de una forma tan tierna que el futbolista pensó por un momento que ese chico sería su vida, pero sus amigos estaban para traerlo de vuelta al mundo y recordarle que era una simple y divertida apuesta.

   La clase comenzó, y por primera vez Steven agradeció que el profesor entrara al aula, pues así Travis guardaría el celular y prestaría atención a lo que el profesor decía, así como el buen nerd que era. Pero nuevamente se equivocó; el chico dejó el teléfono a un lado mientras copiaba en su cuaderno lo que el profesor decía, pero en cuanto el aparato vibraba, él respondía a los mensajes que le sacaban nueva alegría.

   

   "Podía ver que su cuerpo irradiaba felicidad por más que su semblante estuviese neutral, que sus sonrisas ya no las causaba yo, que sus sonrojos ya no los causaba yo, que ya no era yo de quién estaba enamorado."


   A la hora del receso, el primero en salir fue Travis. Con rapidez recogió sus pertenencias y salió del aula casi corriendo. Steven, por otro lado, agarró su bolso y caminó tranquilo hacia su casillero que, por mala suerte, estaba al lado del muchacho.

   Abrió con cansancio su casillero, el hambre le atacaba y deseaba comprar un pan dulce que le mantuviese despierto durante el día. Pero entonces escuchó como un casillero a tres casilleros del suyo, se abría, ese que pertenecía a Travis, y apenas se asomó a ver al chico.

   Ante la mirada del futbolista, el tierno muchacho no había cambiado. Aún tenía los mismos converse negros, el mismo bolso azul, las mismas mejillas redondas, el mismo peinado, y por un momento deseó saludarle. Pero su deseo se vio cruelmente destruido.

   Un muchacho alto, con chaqueta de cuero negra y el cabello peinado hacia atrás, había llegado al lado de su pequeño ex-novio. El menor se vio contento con la aparición del mayor, tanto que se dejó abrazar del otro, un abrazo por la espalda, sumándole un corto pero dulce beso entre ambos.

   Al parecer, ese chico era la razón por la que Travis volvía a sonreír, por la que sus mejillas se coloraban, por la que sus ojos brillaban, por la que el nombre de Steven Smith se había quedado en el olvido.

   Steven desvió entonces su mirada neutral hacia su casillero, lo cerró con candado y se encaminó a algún lugar del Instituto, pues el hambre había abandonado su sistema y ahora lo único que quería, era golpear o tener sexo con alguien. Cualquier cosa que le hiciese olvidar esa imagen de su ex besando a alguien más.

   El gran dios griego tenía una regla al salir con alguien —usualmente por mera apuesta—, y era que esa persona quedara tan lastimada, que no tendría ganas de volver a enamorarse, y eso le gustaba. Le gustaba que las personas sufriesen por no tenerle, que lo vieran imposible, que fuese el galán que nunca sería domado por ningún amor.

   Pero ahora, quería evitar la furia que crecía en su pecho por no tener a ese chico esclavizado, por no haber logrado que sufriese lo suficiente, ¿O tal vez estaba triste por sentirse engañado? ¿Tan rápido le había olvidado? Eso era algo que rondaba en su cabeza.

   Pronto se vio en la cafetería de la escuela, se resignó a comprar su pan dulce y se sentó con sus amigos, regalando la mejor de sus sonrisas coquetas y de superioridad para los demás chicos futbolistas. Quizá eran unos idiotas, pero desde hacía años estaban a su lado, desde antes de volverse popular, y desde antes de entrar al equipo de fútbol. Por lo menos tenía algunos personajes buenos en su vida.

   Al verle allí, algunas de las porristas se acercaron a coquetear. Así todo volvería a la normalidad, o eso esperaba.


   (...)


   Pasadas las horas, la hora de almuerzo era la que todos los alumnos esperaban con ansias. Pero en cambio, Travis esperaba esa hora para algo más importante.

   Tras la humillación que entristeció parte de sus vacaciones, se vio conquistado por su vecino Thomas, quien desde el primer día le había dedicado una sonrisa coqueta. Era cierto que el frágil corazón del chico invisible seguía roto, que sus ojos usualmente se veían rojos por el llanto, que su sonrisa era más tímida, idéntica a la de un pequeño niño el primer día de kinder.

   Thomas había sido transferido a una nueva escuela gracias a lo conflictivo que era en su antiguo colegio, y toda su historia se la confió a Travis, quien disfrutaba de su presencia. No le molestaba que el chico fuese de los "chicos malos", sólo quería que alguien hablara con él en busca de amistad, alguien que no jugara con su corazón, alguien que le regalara sonrisas todos los días.

   Y así fue, porque el serio muchacho no podía evitar reírse de las ocurrencias del menor, no podía evitar ser feliz a su lado, y Travis sentía aquel intenso cariño, tanto que terminó contagiándose del sentimiento hasta admitir que su corazón nuevamente estaba enredándose con otro, y el miedo también invadió su invisible vida.

   Thomas sabía las razones por las que el chico invisible evitaba enamorarse, sabía que el corazón del menor había sido destrozado, sabía muchas cosas que no podía ignorar con facilidad. Así que en cuatro meses, hizo su mayor esfuerzo para obtener un pequeño beso del chico bajo, un abrazo lleno de cariño, una razón por la cuál ir al aburrido colegio al cual debía asistir.

   Y ahora, a principios de Octubre, Thomas estaba dispuesto a terminar de enamorar al chico, e igual estaba dispuesto a ser el chico malo que solía ser, pues no dejaría que su pequeño nuevo amor fuese lastimado. Quizá muchas chicas pasaron por sus manos, chicas regaladas, algunos chicos mayores, algunas aventuras, pero nadie como Travis, pues Travis se había ganado una sonrisa desde el primer día y se había ganado la mejor versión del "chico malo", porque ese chico merecía lo mejor de él, lo mejor del chico malo, lo mejor de una persona que casi no existía.

   Por otro lado, Steven no podía olvidar el hecho de que había sido olvidado por el mejor chico de su vida, cosa que jamás admitiría. Sus amigos notaban su serio comportamiento, su mirada perdida, pero no podían descifrar qué era lo que atormentaba al líder del equipo de futbol americano.

   En cuanto el timbre sonó, indicando que cada quien saliese a almorzar, Travis recibió un mensaje de Thomas, quien le decía que le vería en el patio de la escuela. El chico de baja estatura sonrió ameno, intentando pasar desapercibido, y terminó por salir del aula de clases.

   Steven esta vez no prestó atención en el chico, no prestó atención en su sonrisa, no prestó atención en su presencia. Sin esperarlo, sus amigos llegaron al salón para llevarle a caminar un rato, alzarle los ánimos, rememorar al chico popular y engreído que era siempre.

   Los alegres y ruidosos muchachos le dirigieron al patio de la escuela, allí caminaron, sisearon algunas hermosas chicas y comieron algo dulce que subió los ánimos del engreído futbolista. Ese era el chico alegre que todas deseaban, el chico imposible.

   Pero fue entonces, en medio de risas y golpes amistosos, que alguien chocó con el hombro del chico. Esa persona le comentó que tuviese cuidado, y al volverse al idiota que se atrevió a hablarle, Steven encaró al chico de chaqueta de cuero que estaba con Travis y con el que ahora caminaba tranquilo.

   Un indiferente intercambio de insultos y miradas agresivas, avivaron el malgenio de ambos chicos, pues con solo mirarse podían declarase una muerte segura. Una risilla burlona apareció en labios del futbolista y Travis sintió como Thomas se tensaba, era una clara señal de que quería comenzar una pelea.

   Travis hizo el gesto de irse, quería alejar a Thomas de cualquier conflicto, pues no quería que lo cambiasen nuevamente de institución, pero su ademán fue visto por Steven, quien hizo un comentario sobre el tema y sobre lo tierno que se veía el chico invisible al querer olvidarle con alguien que no le llegaba a los talones. Thomas rio, Steven no entendió, y pronto sintió su labio roto tras el puñetazo que Thomas no había podido evitar dar.

   El futbolista igual rio y haló al chico de la chaqueta, golpeó su estómago pero el chico devolvió el golpe a la quijada. Steven no dudó en golpear el rostro del engreído chico que salía con Travis, logró lastimar una de sus cejas gracias al anillo que llevaba, pero un par de golpes más por parte de Thomas dejaron su labio sangrando y la mejilla roja.

   Los amigos de Steven, quienes no esperaban tal comportamiento, apartaron a su amigo mientras Travis se aferraba a la cintura de Thomas para que no siguiera en la pelea. Pronto, se escucharon los pasos del Subdirector de la Institución, los alumnos se dispersaron y Travis aprovechó para llevar a Thomas a algún otro lado.


   (...)


   El mal ceño de Travis y la mirada desviada de Thomas, era suficiente para que el momento entre los dos se volviese tenso.

   Tras varios sermones por parte del chico bajo y algunas pocas palabras del contrario, éste no pudo evitar abrazarse a Travis en busca de que le disculpara, y con ello era más que bueno para el menor pues entre los brazos de su pareja se sentía más tranquilo.

   Aun así, una ligera discusión empezó en cuanto Travis empezó a tratar la heridas ajenas, cuando empezó a curarle, cuando más delicado era su tacto en el fino rostro del gruñón muchacho de chaqueta negra. Travis era el único que hablaba mientras movía sus manos, Thomas sólo se dejaba hacer de la manos contrarias y reía internamente por los reproches del menor.

   Fue entonces que Travis recordó que Thomas tenía algo que decirle, así que terminó de curarle y esperó con mirada curiosa a que el mayor empezara a hablar. Thomas captó la curiosa mirada y sonrió de lado antes de comentar que "lo diría en otra ocasión", cosa que hizo que Travis hiciera un leve mohín con sus labios.

   Sin embargo, estando solos en la enfermería y con mucha cercanía, Thomas aprovechó para robar por un segundo los labios ajenos, simple toque que hizo que el menor se sonrojara al instante. Así, varios besos pequeños adornaron el rostro de Travis y varias risas de su parte se escucharon. Para Thomas, era un rayo de sol ver a Travis sonreír.


   (...)


   Pronto se aproximaron las horas finales, las últimas clases del día. Travis golpeaba levemente su lápiz contra el cuaderno de notas mientras veía el reloj, en espera de que el timbre sonara para poder ir a casa junto a Thomas. No tenía ganas de encontrar otra discusión con el engreído Steven que estuvo a gusto en la pelea con su actual novio.

   Fue entonces que el ceño en su tierno rostro se frunció, dejó lápiz de lado y bufó en silencio al recordar la pelea que indirectamente había comenzado por su culpa. Sabía que al otro lado del salón, Steven le miraba y eso ahora le molestaba en demasía, porque ese chico ya no era nada para él. Con ese simple pensamiento, su ceño volvió a la normalidad y quiso sonreír al admitir que el engreído Steven ya no era nada para él.

   Y entonces, como si su súplica hubiese sido escuchada, la campana que indicaba la hora de salida, retumbó en todo el colegio.

   Travis con rapidez guardó sus cosas y se puso en pie, perdiéndose rápidamente entre la multitud que salía del salón. Casi corriendo llegó a su casillero, necesitaba guardar unas cosas que allí tenía, pero pronto se fijó en que el colegio había quedado vacío y él era el único que estaba en el frío pasillo.

   Miró su reloj y bufó, pues no quería que Thomas esperara mucho tiempo por él, así que terminó de guardar sus cosas.

   Sin embargo, al volverse sobre sus talones, una mala sorpresa se presentó ante sus ojos. Steven, el capitán de futbol americano, le había acorralado en medio de aquel solitario pasillo quien-sabe-para-qué-cosa. Eso provocó que Travis frunciera el ceño.

   Con una sonrisa pícara, Steven habló de forma seductora, queriendo que el pequeño chico invisible se sonrojara, que diese una señal de que aún estaba enamorado de él, pero ninguna señal fue vista, o por lo menos nada que diera indicios de amor o cariño.

   Por su fracaso y viendo que el chico quería correr lejos de sus brazos, le tomó sin permiso de la cintura y robó sus labios en busca del sabor de los ajenos, esos que le adoraban antes, que le sonreían a él, que le pertenecían. Pero volvió de inmediato a la realidad al recibir una fuerte cachetada en la mejilla, algo que le hizo voltear la cabeza con los ojos cerrados.

   Travis, con desesperación en la mirada, se quitó todo rastro de saliva de los labios. Con ceño fruncido miró a Steven y le gritó lo que tanto había guardado en su pequeño y casi reparado corazón.


   "Tienes que entender que tu no eres el centro de la vida de nadie. Quizá fuiste lo más importante que tuve, créeme que fuiste la felicidad de un ingenuo chico, pero lo arruinaste todo y yo te deje hacerme mierda el corazón, por el simple hecho de confiar en ti. Ahora estoy bien, Steven, y es gracias a ti, pues si no me hubieses roto el corazón, no hubiese conocido a Thomas y él es al que amo, la mejor persona que tengo, él es mi vida y esto es algo que de verdad ni tu ni nadie podrá arrebatarme. Él me ama y yo lo amo a él. Jamás, pero jamás vuelvas a tocarme, te lo advierto Smith, no quiero que te vuelvas a acercar a mi."


   Y con los ojos cristalizados, el corazón acelerado y las mejillas encendidas por la descarga de adrenalina, Travis corrió lo más rápido que pudo hacía donde sea que no estuviese Steven. Sin embargo, estaba ligeramente feliz por el hecho de que ese beso, esa muestra de afecto que meses atrás lo hubiese vuelto loco, ahora sólo le causaba repulsión. Había odiado ese beso, porque no era Thomas quien se lo daba, y eso era lo que le hacía feliz, que su amor entero estaba dedicado a su vecino, el chico malo.

   Por otro lado, Steven se había quedado de pie en aquel solitario pasillo, procesando cada palabra que Travis le había dicho, cada sílaba, cada letra, cada sonido de su voz, toda la realidad había caído sobre él como un balde de agua fría. Tocó entonces su mejilla, le dolía, pero no era más doloroso que la punzada que pegó en su corazón y el desgraciado nudo que se formaba en su garganta.

   Un sonido le hizo volver al mundo, poner los pies sobre la Tierra, y volvió la cabeza hacia el dueño de las pisadas que se acercaban a su persona. Allí, frente a él, estaba Thomas, quien le miraba con el ceño fruncido y las manos en los bolsillos; al parecer, había presenciado el gran momento en que alguien, por primera vez, rechazaba al chico popular y deportista.


   "Me encantaría molerte a golpes por el simple hecho de tocar a mi novio, pero creo que tu ego ya está lo suficientemente destruido, pobre alma."


   Y tras cortas palabras, Thomas siguió su camino, cada vez acelerando un poco más sus pasos en busca de Travis, quien había desaparecido de su vista.

   Aun así, pronto escuchó un ruido en uno de los baños. Suspiró aliviado y se mantuvo por un instante de pie frente a la puerta, pues no sabía cómo enfrentar el rostro tristón de Travis o qué decirle para que volviese a sonreír. Sin pensarlo más, entró al baño y se topó con la mirada asustada del menor, nunca imaginó que se sentiría tan mal de haberle causado un ligero susto.

   Evitó desviar su mirada de la contraria, Travis titubeaba mientras daba algunos pasos hacia atrás, pues quería contarle la verdad a Thomas y dejar de sentirse mal por lo que había ocurrido. Sin embargo, el chico malo le tomó por la cintura de forma protectora y le abrazó a su pecho, cosa que provocó que la piel de Travis se erizase y que sus lágrimas terminasen de salir.

   Entre balbuceos le contó la verdad a Thomas, desde la razón por la que había ido a su casillero hasta el momento en que le dio una bofetada a Steven. Cada cosa detallada, para terminar diciéndole que lo amaba como nunca antes había amado a alguien, le explicó por qué se lo decía y era porque el beso con Steven ya no era especial sino asqueroso, le explicó por qué lo pensaba así y era porque sólo deseaba que Thomas le besara y le acariciara.

   Thomas sonrió enternecido con el chico en brazos, sus ojos casi ceden ante el llanto que Travis le contagiaba, así que para disipar ese sentimiento, le agarró de la quijada para que le mirase y antes de besarle, susurró un "Te Amo" con plena alegría en la voz.

   Travis sintió entonces su corazón acelerado, sus mejillas acaloradas y por fin se sintió a salvo en brazos de Thomas.


   (...)


   Steven, quien había terminado de salir del colegio, veía como el sol lentamente desaparecía del cielo, dejando como rastro su hermosa luz naranja. Un bufido de enfado salió de sus labios antes de tocar su mejilla aún palpitante en dolor, rio por lo bajo al recordar las palabras de quien en algún momento fue su pareja, y terminó por salir del establecimiento donde todo había iniciado.

   Mientras caminaba en la calle, imaginando que tal vez Thomas y Travis estaban teniendo sexo en el baño de la escuela, Steven sacó un cigarrillo de su bolsillo derecho junto a su celular. En él, vio un reciente mensaje de su mejor amigo, quien en un buen momento le invitaba a un nuevo Club al cual pasar la noche del viernes.

   Con una sonrisa de nostalgia, decidió ir al famoso establecimiento que quedaba a unas cuadras de donde se encontraba. Por ello, al llegar, la luna le dio la bienvenida al igual que el alegre moreno que estaba junto al guardia de seguridad que vigilaba la puerta, Thompson, su mejor amigo de preparatoria.

   Tras un ademán y un susurro para el guardia, Thompson guio a Steven a los adentros de las instalaciones. Steven veía con cierto asombro el llamativo lugar, a los meseros que paseaban por el lugar con bandejas, a las personas que "bailaban" al compás de la música electrónica. Y tras el recorrido, Thompson le dijo que podría hacer lo que quisiera, que después volverían a casa, que se divirtiera.

   Para Steven, era como si su mejor amigo supiese de su estado de ánimo y por ello le invitó al mejor Club que jamás hubiese visto.

   Vaciló por un momento y terminó por sonreír hacia su compañero, hicieron choque de puños y cada quien fue por un comino diferente. El lugar era enorme, había demasiada gente y era lo que cualquier adolescente disfrutaría, pero Steven necesitaba con urgencia a alguien que le hiciera pasar un buen rato en la cama, y de las chicas que habían en el lugar, ninguna llamaba su atención.

   ¿Quién diría que los chicos serían más interesantes? Pues así era para Steven en aquel momento. Podía apreciar una exótica gama de chicos, algunos tatuados, otros con lentes, chicos serios y alegres, un mar de peces donde podía elegir y disfrutar de varios... Pero nadie cumplía con sus expectativas.

   Estaba por rendirse, quizá no había nadie tan especial, rendirse ante el alcohol no estaba tan mal después de todo. Pero fue que una pequeña luz de esperanza llegó a sus ojos, un gran anuncio y el momento en que todos se volvieron a la tarima donde las chicas bailaban exóticamente.

   Un grupo de varones, muchachos de lindos rostros, hicieron callar a todo su público. Steven miró con atención, en espera igual que todos, y fue cuando los chicos empezaron a bailar y las chicas, junto a algunos chicos, gritaron emocionados por los movimientos de los aparentes strippers.

   Steven sonrió, uno de esos jóvenes le miró de forma tentadora y para él no estaría mal jugar con el atrevido chico durante toda la noche. Entonces los bailarines saltaron a cada mesa, bailaron a diferentes campases, eligieron parejas, y el chico llegó a su mesa a pedir su mano. Steven aceptó sin miramientos.

   En un parpadear y una explosión de humo, Steven se vio en una elegante habitación con alfombras de terciopelo rojo y una gran cama con cómodas colchas de flores del mismo color apasionado.

   Steven sonrió al ver al guapo chico bailarín sobre su regazo, mirándole de forma atrevida con una sonrisa ligera en sus carnosos y llamativos labios, vistiendo unas llamativas prendas vaqueras que dejaban a la vista su pecho y brazos.


   "Quisiera que me hicieras pasar la mejor noche de mi vida, pero sin compromisos, pequeño. No estoy para enamoramientos."


   El chico con una sonrisa aceptó el trato, pues tampoco buscaba un estúpido romance pero si tener una divertida noche junto a un chico que aparentaba ser un dios griego entre las ropas. Y no se equivocaba.

   Lentamente Steven se sintió hipnotizado con el cuerpo del chico bailarín, de cómo se quitaba la camisa, de ver su piel sin marca alguna, de su estómago poco marcado, de un sin fin de factores que eran perfectos en un chico. Se relamió los labios, deseó tocar esa reluciente piel de pocas pecas, y empezó igualmente a desvestirse, cosa que hizo sonrojar al bailarín y casi desviar la mirada del escultural abdomen.

   El primero en comenzar fue el bailarín, se acercó de forma seductora a sus labios, susurró pícaras palabras sobre ellos y terminó por besarlos de forma dulce, como si fuese un pequeño gato en busca de atención. Steven deslizó sus manos por la cintura del bailarín, llevó una de sus palmas hacia su nuca para intensificar el beso, se deleitó de los pequeños labios que se apropiaban de los suyos.

   Y sí, había sido la mejor noche de sus vidas. Steven nunca imaginó pasarla tan bien, y el bailarín nunca había tenido tanta acción en un sólo momento. Pero aun así pensaban que hasta ahí quedaría su aventura, su no-romance, no imaginaban que se volverían a encontrar.


¿Eso sería cierto? No lo creo.


---Fin "?"---

   Hola, mis galletitas.

   Pido disculpas por mi ausencia, y vengo a dejarles este Shot que fue un experimento donde no usé diálogos y donde no hubo un final feliz. ¿Qué les pareció? Fue tan sad que no conseguí una foto para representar el Cap.

   Mis excusas son las mismas... He estado muy enferma y aun así he tenido que ir al colegio, donde me han mandado montones de tareas y demás. Realmente quiero que lleguen las vacaciones otra vez. Nunca lo había deseado tanto.

   Por otro lado, les quiero comunicar que el grupo de Facebook ya está disponible. Pueden comentar en esta línea si quieren link para que se unan y por fin se puedan comenzar algunas dinámicas.

   Fin del comunicado, mil besos.

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