Prométeme que Serás Fuerte
~~ Prométeme que Serás Fuerte ~~ R+18
-Dime que es mentira Dani...- Sollozó un pequeño joven, un niño a decir verdad. Rogaba que su compañero no se fuera de su lado-
El contrario, aquel de nombre Dani, mantenía su semblante serio ante la situación. También le afectaba ver en aquel estado a su pequeño amigo, pero no lloraría frente a él... Tenía que ser fuerte... por los dos.
Sin aguantar un segundo más, abrazó al menor que lloraba frente a él, sabía a lo que se enfrentaba al ir a la Isla, ese lugar de donde pocos volvían y a donde se tenía que ir para su entrenamiento de cazador de monstruos...
-Y si algo te pasa? No quiero que vayas... Quédate conmigo- Lloraba aquel pequeño en brazos del nombrado Daniel-
-Alex... No quiero que estes así...- Comentó el mayor mientras acariciaba la cabeza del joven que lloraba pegado a su pecho-
Nuevamente unas ligeras ganas de llorar atacaron al mayor, Daniel. Esperaba algun berrinche o enojo por parte del mas bajo, así habían reaccionado las prometidas de sus amigos, lloraron y regañaron a los novios, eran chicas bastante orgullosas. Pero Alexander, era algo quizá peor que un berrinche... Le había pedido que se quedara, había llorado claramente con el corazón en la mano y se había preocupado por si algo le pasaba estando en aquella Isla...
-No puedo evitar llorar... Quiero que vuelvas con vida, Daniel!- Pidió el menor al alzar su mirada llena de lágrimas- Si algo te pasa... yo... yo...- Balbuceaba el pequeño rubio ceniza en lo que sus lágrimas volvían a empapar su rostro-
En aquella oscura habitación solo se escuchaban los sollozos del pequeño rubio. Entonces sintió como nuevamente los brazos de su mejor amigo lo rodeaban inmediatamente, era cálido pero le preocupaba el no volver a a sentirlo, el olvidar su voz, no volver a jugar con él... Temer que Daniel se olvidara de su existencia.
-Eres tan malditamente adorable... -Murmuró el mayor de cabellos negros momentos antes de alzar la mirada del pequeño doncel Alexander y acercarse lentamente-
Y en ese instante, Daniel depositó un beso sobre los pequeños labios del rubio, agarrando sus mejillas con ambas manos con inmensa delicadeza. Sentía que era un asco por el hecho de enamorarse de una persona tan menor como aquel rubio... Sin embargo, Daniel, a sus 16 años, no soportó ver aquel rostro lleno de lágrimas cristalinas, por ello le besó, pero también por el hecho de que quizá no volvería a verle...
-Ahora deja de llorar...- Ordenó el pelinegro en lo que se sentaba en la cama con el más bajo sobre sus piernas-
Alexander, estando sentado sobre el regazo del mayor, podía ver fijamente la mirada grisacea del joven; sus lágrimas habían parado de salir pero su mano había subido hasta sus labios, no creyendo lo que acababa de ocurrir, había deseado tanto rozar esos carnosos labios que ser besado por ellos le había dejado ruborizado y con unas extrañas corrientes de aire que recorrían su espalda.
-Ahora debes odiarme por...- Empezaba a hablar el adolescente con su voz ronca en lo que bajaba la mirada, claramente desanimado, pero se vio sorpresivamente interrumpido-
El rubio niño de 11 años alzó la mirada del pelinegro con rapidez y lo besó sin chistar en ningun momento. Un tierno beso y lleno de sentimientos de parte de aquel jovencito que posaba sus manos en los hombros del mayor, apegándolo más a sí mismo. Daniel, sin dudarlo, rodeó la cintura del menor con uno de sus brazos y colocó la otra mano en la nuca de este, logrando así que el beso se intensificara y que el doncel, dejando escapar un sumiso gemido, abriera la boca, dándole a Daniel la oportunidad de adentrar su lengua en la boca del contrario con suma suavidad...
Pero sin quererlo, aquel beso se deshizo con lentitud por parte de ambos jóvenes, dejando ver un delgado hilo de saliva que unía ambas lenguas.
El pelinegro miraba el rostro de Alex con detenimiento gracias a la luz que aparecía por la pequeña vebtallina de la habitación, iluminándolo; unos ojos color celeste, casi transparentes, que estaban ligeramente cristalizados, unos labios rosados y levemente hinchados, unas mejillas suaves y rojas con los recientes caminos de lágrimas en ellas y más aquella hilera de saliva que sobresalía de la comisura del labio del doncel, haciéndolo ver más atrayente y tierno... Realmente era un rostro de admirar.
-Dani... el...-Murmuró el menor en lo que rodeaba el cuello del nombrado con pena, pero logrando hacerlo y abrazar al pelinegro con un ligero temblor en todo el cuerpo-
Daniel, viendo al doncel de manera tierna, correspondió rápidamente al abrazo y escondió su rostro entre la unión del cuello y el hombro del joven, aprovechando para oler su perfume natural el cual no olería en mucho tiempo. Fue entonces que se escucharon los pasos de los guardias cerca, ya el momento se avecinaba...
-No te vayas...-Pidió en un hilo de voz el pequeño rubio, aferrándose al cuerpo del pelinegro con su cuerpo aun temblando; escuchaba esos pisoteos que se acercaban que tanto le asustaban-
-Todo estará bien... Calma- Murmuraba Daniel en un tono de voz suave cerca del oído del ojiazul-
Era un instante triste, el primer beso de ambos había sido de despedida... Entonces, durante el fuerte abrazo que ambos mantenían, unos guardias azotaron la puerta con fuerza, asustando al doncel que trataba de no llorar, tapando su boca disimuladamente con una de sus manos.
-Leonarth Daniel, sabemos que estas ahí- Gritaron los hombres con sus graves voces, notablemente molestos-
-No... No, no, no...- Empezaba Alex a llorar mientras cerraba sus ojos con fuerza-
-Calma...- Volvió a decir el mayor en lo que aferraba sus brazos al cuerpo del más bajo-
Y así los guardian destrozaron la puerta del cuarto. Daniel mantuvo su mirada baja, mordiendo su labio inferior, aún escuchando los "No, no, no... " del joven entre sus brazos, este tratando de ocultar sus sollozos los cuales le hacían doler la garganta.
-Haber niño, hora de irse- Demandó uno de los guardias, obligando al pelinegro a pararse. Este, dejando con cuidado a Alexander sobre la cama, se levantó, siendo llevado del brazo por uno de los guardias-
De un momento a otro, el ojigris se percató de que Alex había corrido hacia él, pero uno de los guardias lo había alejado de forma brusca, haciéndole caer y dejándole anonadado por el golpe...
-Alexander...!- Exclamó el pelinegro con rabia ante aquel feroz acto hacia el menor. Iba a ir a auxiliarle pero dos guardias lo detuvieron-
-Quédate quieto niño- Escuchó Daniel las palabras del guardia que se incaba sobre el menor-
-Aléjate de él!- Gritó el adolescente mientras forcejeaba, veía lo asustado que estaba su pequeño niño y como el asqueroso guardia le miraba con lascividad-
-Wow... Ya déjalo Estefan- Ordenó uno de los guardias que sostenía uno de los brazos del molesto adolescente que seguía demostrando su gran fuerza-
-Pero mira lo tierno que es... Sobretodo estos pequeños labios- Dijo el llamado Estefan con esa horrible sonrisa aun en su rostro mientras tocaba el labio inferior de rubio-
-Da-Daniel...- Sollozaba el doncel Alex en busca de ayuda, no quería ser tocado por alguien más-
Y ese fue el detonante de la bomba. El nombrado se liberó del agarre de los dos hombres y en pocos segundos ya estaba montado sobre el llamado guardia Estefan, pegándole con máxima fuerza en el rostro, haciéndole sangrar la nariz y la boca, haciendo varios moretones con cada lugar donde golpeaba...
-Basta!- Ordenó el jefe de los hombres en voz alta, viendo como inmediatamente tres guardias agarraban al adolescente y otros dos agarraban al que estaba con el rostro lleno de sangre, Estefan-
-Llévenselo, Estefan estarás de baja por esto- Dijo el hombre con seriedad, refiriéndose a la causa de la pelea, y luego miró al adolescente- Tu serás un buen cazador...-Predijo el hombre con cierta ilusión por el pelinegro-
-Déjeme ver como está- Pidió el ojigris con frialdad, señalando con la mirada al menor que aún lloraba de rodillas en el suelo-
El general asintió, solo dando un minuto para la despedida...
-Pequeño, Alex, mírame- Pidió el mayor con preocupación, viendo como el niño alzaba su azuleja mirada la cual estaba un poco roja de tanto llorar- Promete... Prométeme que serás fuerte- Dijo con firmeza y dulzura-. El tiempo pasará rápido y te buscaré no importa qué... Para decirte lo mucho que te amo...- Siguió hablando, mirando fijamente los ojos del doncel-
-Yo... Yo te lo prometo- Juró Alex mientras evitaba llorar, cosa imposible para él-. Pero tu promete que... volverás con vida- Dijo el pequeño en un hilo de voz, alzándose lo sufuciente para rozar los labios del contrario-
-Te lo prometo- Juró también el pelinegro al dejar notar una leve sonrisa provocada por el tierno roce de labios-
Entonces los guardias nuevamente jalaron al joven de los brazos, alejándolo del doncel. Alex iba a volver a llorar, pero, con mucho esfuerzo, le devolvió una tierna sonrisa al mayor junto a unas palabras muy nostálgicas dichas un movimiento de labios sin sonido "No me olvides...". Después de ello, los hombres se fueron junto a Daniel, dejando a un pequeño Alex muy triste pero con fuerzas para aguantar los años que seguían sin su querido ojigris.
Aguantaría lo que fuese solo para volver a ver a Leonarth. Confiaba enteramente en aquel muchacho que le cautivó con una ligera sonrisa, ese que lo defendió de una pandilla un día, ese que obtuvo su primer beso y ese que juró volver para decirle que lo amaba. Eran amigos desde mucho tiempo, y ahora, quizá al último momento, se volvieron algo más... Lo que más le animaba a seguir cada día era esa suave sonrisa que le dedicó, se sentía tan importante y feliz por ser la causa de la sonrisa de aquel joven...
Seis años después...
Después de noches en vela, fuertes técnicas de combate, luego de memorizar hechizos y posiones, de aprender a usar todo tipo de armamento, de aprender como derribar a un troll y de saber convencer a un hada para que te ayude a volar... El mejor cazador de monstruos llegaba nuevamente a la ciudad de Everdin, lugar en donde se crió con los mejores amigos que haya deseado y con la persona que robo su corazón inconscientemente. Sí, Daniel Leonarth había vuelto junto a un disminuido grupo de fieles compañeros; todos bajaban alegres de aquel inmenso barco a excepción de su persona que caminaba con su mirada inexpresiva y el semblante serio, mostrándose muy varonil a la vista de las jóvenes que estaban chismoseando el lugar.
Daniel podía ver a sus compañeros ir a abrazar a sus novias y a otros ir a abrazar a sus madres o hermanas. Con un ademán de mano se despidió de todos y se encaminó entre la multitud hacia su destino... La casa de su adorable Alexander Cugine, dueño de su corazón.
El hombre caminaba con seriedad, mostrando su cabello oscuro peinado perfectamente hacia atrás y dejando ver sus atrayentes ojos grises que resaltaban gracias a sus ropas negras; un gran saco de cuero color negro cubría su cuerpo de hombros a muslos, dos cinturones cruzados en aquel abrigo para mantenerlo apresado con unos botones de plata, su pantalon levemente pegado a la piel de sus piernas del mismo color de su saco, unos botines de cuerdas del mismo color, muy buenos para correr y para patear. Además de una gran escopeta multiusos; aparte del estuche de balas de todo tipo, llevaba incluida una ballesta capaz de matar cualquier cosa viviente sin mucho esfuerzo, solo si tienes buena punteria y ese trío de tubos capaces de disparar balas de cualquier tipo.
Ese era el nuevo Daniel, el mejor cazador de monstruos de su generación.
Fue entonces que llegó a la puerta de su doncel, se acordaba de su aspecto físico pero no se imaginaba como esta ahora... Tocó la puerta un par de veces, conocería al Alex de 16 añis pronto, eso le emocionaba pero su rostro no lo demostraba. Pensaba y pensaba hasta que alguien abrió la puerta, interrumpiendo sus pensamientos totalmente...
Un niño.
Un pequeño niño le había abierto la puerta. Daniel, un poco impresionado, mantuvo su mirada fija en aquel niñito que también le miraba fijamente; aparentaba 4 años, su cabello era rubio y ojos verdes, piel clara igual que la de... Oh no.
-Quién eres tu?- Preguntaron ambos chicos al mismo tiempo, casi matándose con la mirada-
Fue entonces que una voz se escuchó dentro de la casa, un muchacho claramente de voz dulce pero varonil.
-James? Quien es...?- Preguntó un joven muchacho al acercarse a la puerta con cierta curiosidad y, en ese instante, su sonrisa fue desapareciendo al ver quien estaba en la puerta- James, entra...- Murmuró el muchacho de ojos azules-
El niño frunció su ceño e hizo un puchero pero obedeció al mayor.
El joven, con su vista puesta en los ojos serios del contrario, no encontraba que decir ante la sorpresa y al sentir como su corazón quería salirse de su pecho...
-Da... Daniel?- Preguntó en un murmuro para sí mismo. Sus pies se fueron poniendo uno delante del otro, dando lentos pasos hacia el ojigris. Su mano también se fue elevando, quería tocar el rostro de aquel joven-
Daniel, mostrando una casi invisible sonrisa, agarró tranquilamente la mano del rubio y lo atrajo hacia su cuerpo, atrapándolo entre sus brazos con necesidad. Notaba como su corazón se aceleraba al igual que el del joven que estaba abrazando... Este, mientras sus ojos se cristalizaban, correspondió el abrazo con la misma necesidad, su rostro se escondió en el pecho del gran cazador y sintió como su garganta le volvía a doler después de tanto tiempo por querer aguantar las ganas de lagrimear.
-Te extrañe tanto...-Susurró el pelinegro, dejando salir el aire en sus pulmones que, sin querer, había mantenido encerrado-
-Volviste... Daniel, volviste... Cumpliste tu promesa...- Dijo el rubio al separarse un poco del abrazo, dejando ver sus mejillas rojas y sus hermosos ojos azules los cuales dekaban escaoar a las traviesas lágrimas-
-Nunca rompería una promesa- Comentó el mayor al posar sus manos en las mejillas del doncel. Su sonrisa no desaparecía y, lentamente, sin cerrar sus ojos, besó por fin aquellos labios que anhelaba desde que dejó la habitación-
Alex, sin dudar un momento, correspondió el beso con ánimo, sintiendo una de las grandes manos del cazador ahora en su quijada mientras la otra le rodeaba la cintura. Una de sus manos se elevó hacia la mejilla del pelinegro y la otra a su pecho, intensificando aquel beso de forma tierna y explicando una simple palabra... Te extrañé.
Sin embargo, el aire era igual de necesario, quizá no tanto, pero lo necesitaron...
-Sigues siendo un niño... -Comentó el ojigris al pasar su pulgar por la ultima lágrima del contrario, evitando que cayera, admirando lo tierno que se veía el rubio con sus mejillas rojas y el ojo cerrado, similar a un gato bebe-
-Y tu cumpliste con ser un gran cazador- Comentó también el más bajo al frotar su rostro contra la mano del pelinegro-
El mayor simplemente asintió, embobado por la actitud del doncel. Este, con suma alegría, agarró la mano de su gran amor y lo adentró a la casa.
-Veo que ya conociste a James- Murmuró pensativo el rubio al acordarse del niño- James!- Le llamó un momento después-
El niño se asomó por el umbral de la puerta con curiosidad, pero su vista se posó en el rostro del doncel que decía que había llorado...
-Qué le hiciste?!- Preguntó el niño molesto al acercarse al ojiazul, dirigiendo sus palabras al recién llegado-
-Eh?- Se mostró confundido el adolescente con el niño cargado en sus brazos-
-Esta llorando!- Exclamó el menor al cruzar sus brazos, notando como el cazador no le paraba- Ey!-
-Ah... -Sonó el doncel- No te preocupes, James. Él es Daniel-
-Su novio- Interrumpió el nombrado-
-Eh... Si- Afirmó el sonrojado doncel- Daniel, él es James, el nene que cuido de vez en cuando- Presentó a ambos nombrados que se miraron con seriedad y luego desviaron las miradas-
-Un placer- Dijeron los recién nombrados con desgano, formando un ambiente tenso- Por qué le hiciste llorar?- Preguntó serio el menor- Responde rápido- Demandó-
-Yo no discuto con niños- Dijo tranquilo el cazador, mostrando una traviesa y casi invisible sonrisa-
-Bestia!- Exclamó el niño- Responde! Yo lo digo!- Discutía el pequeño solo-. Ey!- Volvió a gritarle sin conseguir respuesta alguna-. Me estás ignorando- Afirmó indignado mientras miraba al pelinegro, luego volteó a ver a su niñero- Me está ignorando- Repitió, queriendo que su cuidador hiciera algo-
-Ah? Dijiste algo?- Preguntó sarcásticamente el cazador al ver al niño- No te escuche- Mostró una sonrisa de superioridad-
El pequeño le miró nuevamente para matarlo con sus ojos verdes, el cazador también hacía lo mismo... Era una guerra a muerte. "Me caes mal..." pensaban el pelinegro y el niño de 4 años, ambos con claros celos...
Así pasó parte de la tarde, a veces el niño presumía el estsr sentado sobre las piernas del rubio, otras veces el cazador besaba al niñero para hacer molestar al pequeño niño. Pero todo el combate acabó cuando la madre de James fue a buscarle; este le dio un beso en la mejilla al doncel y luego se fue con una vistoriosa sonrisa.
-Ahora que estamos solos...- Comenzó el ojigris mirando fijamente a su querido Alex-
-Yo...- Alex, por su lado, se empezaba a poner nervioso- De-Debes tener hambre. Voy a preparar algo- Dijo de forma rápida en lo que se colocaba de pie-
Sabía perfectamente a que se refería el cazador con esa insinuación y eso le ponía inseguro, nervioso. Entonces, rápidamente, Daniel agarró el brazo del doncel y, en un hábil movimiento, lo subió a su hombro, encaminándose a la habitación de este.
-E-Ey!- Titubeó el menor al sentir el fuerte brazo de su Dani alrededor de su cintura-
-Si tengo hambre... Pero no es comida lo que quiero especificamente- Comentó el ojigris con tranquilidad-
Sus firmes pasos los llevó a la reconfortante alcoba. Agradecía que la cama era grande, eso le daría libertad para lo que iba a hacer. Daniel, en segundos, acostó al ojiazul en la cama; Instantáneamente se deshizo de su arma y de su gran chaqueta, dejando ver la franela sin mangas que poseía el cazador, una pieza de color blanco la cual resaltaba sus estructurados pectorales, haciendo sonrojar al adolescente...
-Eh... Yo... Am...-Balbuceaba el menor ante tal cuerpo. Como pudo, desvió su mirada y cerró sus piernas con cierta vergüenza-
El cazador mostro su sonrisilla de victoria, estaba dispuesto a continuar y así hizo. En menos de nada se deshizo de la franela, notando como el cuerpo del doncel temblaba y cerraba los ojos, resaltando sus mejillas rojas.
-Ey Alex... Confías en mí?- Preguntó el mayor al estar posicionado sobre el nombrado. Este tragó saliva y dejó escapar un sonoro suspiro, estaba caliente y más con la cercanía que tenía con el cazador-
Para el pelinegro, ese sonido había sido un claro Sí. Con su mano atrajo el rostro del joven y, con suavidad, besó los labios del rubio; este correspondió, apretando más sus piernas entre sí por el problema que tenía, cosa que le hizo jadear sin querer y finalizar aquel beso. Aquel acto provocó cierta sorpresa en el cazador...
-Dis-Disculpa...- Se disculpó el menor en un hilo de voz y desviando su mirada bruscamente- *Por... Por qué me siento así... Ah... Arde*- Pensaba Alexander al morder su labio inferior-
El cazador no respondió, solo admiró la tierna escena que acababa de hacer su doncel. Entonces, sin evitarlo, bajó un poco su mirada hacia los pantalones del adolescente, viendo como las piernas permanecían temblando y muy unidas...
-Así dolerá más- Comentó el pelinegro con cierta picardía-
Esas tres palabras, esas simples palabras habían hecho que Alex se estremeciera. Daniel, acomodándose entre las piernas del contrario con facilidad, se deshizo de los pantalones de este junto a la ropa interior, escuchando el suave quejido del rubio debido al roce de la tela sobre su miembro erecto. El cazador pudo admirar esa virilidad pulzante que, se notaba, era dolorosa; sin embargo, agarró el miembro del menor entre su mano, escuchando como este soltaba un gemido y como rápidamente se tapaba la boca con las manos. El pelinegro, acercándose al sonrojado rostro de Alexander, quitó con su mano extra la mano de este y depositó un cálido beso en los labios del inocente joven mientras empezaba a masturbarle con un vaivén que, a cada segundo, aceleraba el ritmo.
-Ah... Nhg...-Ligeros suspiros que salían de la boca del ojiazul durante el beso, sintiendo como una corriente fría recorría su espalda-
Esa había sido la alerta. Alexander aferró sus manos a las sábanas de su cama y, sosteniendo el profundo beso, se vino en la mano del mayor. Daniel lentamente se separó del juguetón beso, viendo la expresión que poseía el doncel en su rostro por haberse corrido en su mano.
-Que lindo...- Comentó el gran cazador al ver su mano llena de aquel líquido-
El joven no lograba decir algo, aún jadeaba por la excelente sensación que acababa de experimentar, solo miró al pervertido hombre que tenía al frente, viendo lo cambiado que estaba su cuerpo. La mirada del rubio ceniza aun expresaba tiernas emociones, pensaba el pelinegro; dulzura, inocencia, amor y un toque de sorpresa, travesura. Enumeraba el cazador en su mente, excitándose tanto por eso como por la pose en la que el joven se encontraba; las piernas del doncel permanecían abiertas, todo su delgado cuerpo temblando, sus mejillas rojas y sus ojos aguados, una mano cerca de su boca y la otra en la cama...
-Eres demasiado lindo...-Gruñó el ojigris al abalanzarse sobre el ojiazul y besarlo posesivamente-
El doncel correspondió el beso como siempre, sintiendo como el contrario jugaba con su lengua de manera traviesa. Daniel, notando como su sumiso se dejaba llevar, su cabeza empezó a imaginar todo lo que podría recompesar al rubio por todos eso años sin él.
Entonces el beso se despegó, haciendo un húmedo sonido. El ojigris miró momentáneamente los ojos azules del contrario y, casi inmediatamente, los besos descendieron a la piel clara del cuello del doncel, cada vez más succionadores y dejando marcas bastante notorias...
-Ah... Um... Da.. Daniel...-Gemía el menor ante los besos succionadores del cazador, sabía que su piel quedaría marcada-
El nombrado no se inmutó por el llamado de su sumiso, se deleitaba por escucharle. Su boca fue descendiendo más, dejando un camino de marcar rojizas en la suave piel del contrario y deshaciéndose de la camiseta del doncel con rapidez, mirando detalladamente el pecho desnudo del menor.
Su camino de besos siguió hasta llegar a uno de los pezones del rubio; su boca se posicionó sobre uno de los botones y empezó a lamerlo y succionarlo, escuchando los gemidos y jadeos de su querido Alexander. Siguió el mismo procedimiento con el otro pezón y, al alzar un poco su vista al rostro del adolescente, notó como respiraba entrecortadamente y le miraba igual pero con las mejillas más rojas. Su vista nuevamente se posó en el pecho del joven, viendo las variadas marcas que tenía y lo erectos que estaban sus pequeños pezones.
Relamiendo sus labios, el cazador se levantó un poco y, aproximando una de sus manos a la boca del ojiazul, dio a entender lo que quería que el más bajo hiciera; Alex, acercándose al trío de dedos con lentitud y agitamiento, metió los dedos en su boca, empezándolos a lamer y mojar.
-Buen niño- Murmuró el pelinegro con picardía y dulzura, mirando la alucinante escena-
Sacó sus dedos de la boca pequeña del adolescente y, acercándose nuevamente a su rostro, metió uno de sus dedos dentro del joven...
-Ah!... Nggh... Eso... Du... Ah... Duele...-Gimió el muchacho al aferrar sus manos a los hombros del cazador el cual había pasado su brazo sobrante por la espalda del doncel-
Daniel esperó a que su niño se relajara un poco. Al verle gimiedo su nombre con más tranquilidad, adentró el segundo dedo en la cavidad del joven, provocando que volviera a gemir. Sin hacerse esperar, sus dedos empezaron a abrirse y cerrarse sucesivamente, dilatando aquella estrecha entrada del virgen rubiecito, viendole gemir su nombre sin despegar su mirada de la del cazador, cosa que a este último le excitaba más.
Así, adentró el tercer dedo, simulando profundas embestidas y bastante placenteras para el ojiazul, el cual solo gemía y aguantaba las ligeras ganas de lagrimear por el poco dolor que sentía dentro de sí.
-Da... Daniel Ah!...- Avisaba el joven, sintiendo esa fuerte corriente de aire pasar por su espalda nuevamente. Sin poder soportar, un gemido ahogado salió de sus labios y se corrió sobre su vientre, dejando por fin, escapar una pequeña lágrima-
-Adoro tus expresiones... Tu voz...- Susurró el cazador sobre los labios semi-abiertos del joven Alex, viendo como este calmaba su respiración y pedía un beso con la mirada-
Sin dudarlo, Daniel besó al menor, escuchando la casi inaudible suplica de este... "Métela... Por favor".
Simples palabras que obedeció y, al pegar sus labios con los del doncel, adentró su miembro erecto en la cavidad preparada de este. Inmediatamente notó como el cuerpo de su Alexander tembló ante su estocada, este reprimiendo un gemido por el beso y el cazador evitando un gruñido por sentir el caliente y estrecho interior del adolescente...
-Es... Ah...! Daniel... Ngh, grande!- Gimoteaba el menor al instante en que el beso finalizó. Sus brazos terminaron de rodear el cuello del pelinegro y, sabiendo que lo excitaria más, dejó que su voz saliera cerca del oído del dominante -
Cayendo bajo los encantos del doncel, Daniel empezó con embestidas fuertes y profundas dentro de este, sosteniendo las piernas firmemente para dar mejores estocadas.
El pequeño joven solo gemía, no era capaz de decir algo aparte del nombre del dueño de su virginidad, estaba feliz al saber que su primera vez siempre fuera con aquel cazador de monstruos. Sus ojos no lograban desviarse, solo se dejaba llevar por esos ojos grises en los cuales siempre se perdía, los cuales amaba y había extrañado durante seis años...
-Ah... Daniel... Te... Te amo- Pronunció el joven al lograr contener un poco su voz, dejando salir solo suspiros, y mostrando una tierna sonrisa dirigida al nombrado-
Tales palabras hicieron que el pelinegro se abrazara al menor y acelerara sus embestidas, descubriendo el punto sensible que volvería loco al doncel. Centró sus golpes ahí, pegando lo suficientemente fuerte como para hacer gemir con locura al menor pero no tan fuerte para no lastimarlo, viendo como este arqueaba más su espalda y echaba la cabeza hacia atrás, dejando salir más lágrimas de sus ojos azules.
Hasta que el momento se presentó. El cazador pegó una ultima vez en ese punto y, dejando salir un ronco jadeo, se corrió dentro del doncel y este, luego de abrazarse al cuerpo que le hacía estremecer, se vino al mismo tiempo que el cazador...
Daniel miró a su agotado rubio, se veía demasiado adorable para ser un niño de 16 años. Lentamente acostó al sumiso sobre la almohada y se acostó con cuidado a su lado; había tenido mucha acción, una buena bienvenida.
-Yo te amo mucho más... Mi pequeño Alex- Murmuró el ojigris con una ligera sonrisa en su rostro, notando como el doncel dormía sobre su pecho y dibujaba una sonrisa en sus pequeños labios-
El cazador en pocos instantes arropó al doncel y luego se arropó a sí mismo. Notaba lo cansado que se encontraba el rubio, sin embargo, el sueño también le venció momentos después, cerrando los ojos con sus brazo alrededor de la cintura de Alexander y con este ahora dormido entre su pecho...
Horas después... Madrugada...
-Um... Ah- Bostezó Alexander al despertar de su sueño. Miró felizmente al hombre que dormía abrazado a él y se acurrucó más en su pecho, sin saber el dolor que en sus caderas no se lo dejaría tan fácil-
El movimiento provocó que soltara un bajito quejido, cosa que despertó al cazador...
-Alex...?- Preguntó el ojigris al bajar su mirada hasta el nombrado-
-Disculpa...- Murmuró el doncel al bajar su mirada con pena-
-Te duele mucho...?- Preguntó nuevamente el pelinegro al recorrer la espalda del sumiso hasta sus caderas ya que sus manos estaban más arriba-
-Ay...- Gimoteó el rubio sin querer, cerca del oído del cazador. Rápidamente tapó su boca y miró el leve sonrojo que poseían las mejillas de su amado Daniel-
Este, con una pequeña sonrisa en sus labios debido a que le daba gracia la actitud del niño, lo volvió a abrazar pero con cuidado... Pensando en que la próxima vez tenía que ser más gentil. Admitiendo que esa próxima vez sonaba bastante tentadora para sus desarrollados y pervertidos instintos...
---Fin---
Ahhhhh por fin u.u Hecho en dos días por mí! Espero que lo hayan disfrutado. Besos. Los/as quiero!! Les deseo la mejor Navidad de todas!! Muchas gracias por estar conmigo en todo este tiempo!!!
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