Plan Maestro -Part 2-
~Plan Maestro -Part 2~
El sol se escondía y Bill aún no hallaba las palabras para contestarle a Dipper. ¿Cómo responder un "te extraño"? Nunca le había pasado, y nunca esperó recibirlo por parte del castaño; sus dedos temblaban ligeramente, mordía su mejilla interna y buscaba palabras en su diccionario mental, nada que sonara sarcástico pero tampoco cursi. Era un dilema.
Mientras el rubio pensaba más de lo normal, Dipper leía y releía la conversación que había tenido con su mejor amigo; realmente había sido un idiota, cada vez se lo recordaba al leer como Bill le advertía de la chica que era su novia, sólo quería jugar con él. El visto bajo el mensaje que había enviado el día anterior, no hacía más que bajarle los ánimos, le molestaba el simple hecho de que el rubio le ignorase, pero se lo tenía merecido.
Bill, ya con dolor de cabeza, tiró el celular al cesto de la ropa sucia y se acostó en su desordenada cama, aferrándose una almohada al rostro quizá para asfixiarse, cosa que no sería capaz de hacer. Nuevamente el celular sonó, esta vez un par de veces más con el tono de mensaje de Dipper, y la cabeza le martilleó esta vez; apagó el celular sin mirar los mensajes.
Dipper, quién acababa de enviar el par de mensajes más agresivos a su mejor amigo, terminó por dejar el celular a un lado al darse cuenta de que Bill no le contestaría. Su ánimo bajó un par de niveles más, se quitó su gorra y se enrolló entre sus cobijas en pleno atardecer, nada le importaba en estos momentos más que el hecho de que Bill estuviese molesto con él.
Así pasaron las horas; cada chico trataba de conciliar el sueño a tempranas horas, olvidarse del otro por un rato, pero era casi imposible.
Marcaron entonces las 11 de la noche, y Dipper ya había pensado lo suficiente como para estar horriblemente molesto y con su ropa arrugada. La cabeza le dolía, suponía que sus tíos seguían en el trabajo y que Mabel estaba dormida, o tal vez chateando por celular.
Pronto los truenos se hicieron escuchar en su habitación. Asustado, Dipper miró por la ventana y pudo admirar la gran lluvia que empapaba el vidrio, estaba lloviendo con fuerza y apenas podía ver las luces de las farolas aún encendidas.
Sin embargo, la molestia en su pecho no disminuía, por lo que terminó de pie frente a la ventana de su habitación. Respiró profundo, rascó con pereza su nuca y buscó una chaqueta, dispuesto a salir de la casa a tan altas horas de la noche. Así fue, pues nadie se dio cuenta, y Dipper, corriendo bajo la lluvia y evitando caer, se dirigía a casa de Bill sin pensar en el posible resfriado que tendría al día siguiente.
La lluvia más el frío de la noche, eran cosas que debilitaban el debilucho cuerpo de Dipper, le daba dentera y cada que veía una parada de buses techada, se detenía a tomar un descanso. La casa del rubio no estaba tan lejos, pero con la lluvia, era difícil ver por dónde se caminaba.
Bill, en su cama y con el ceño fruncido, no lograba conciliar el sueño que tanto anhelaba, no paraba de insultarse mentalmente pero se abstenía de agarrar su celular. Una corazonada entonces le hizo sentarse en la cama, ya cabreado, y miró pensativo a través de la ventana, tensando la mandíbula y moviendo con ansiedad su pierna derecha.
Fue entonces que, en medio de su soledad, el timbre de la casa se escuchó. Era clara la confusión en el rostro del rubio, pues ¿quién toca la puerta a las 11 de la noche? Con cuidado, terminó por dirigirse a la puerta de la casa y mirar por el picaporte. Una pequeña figura con gorra era lo que alcanzaba a ver, esa característica gorra que Dipper solía usar a diario.
Sus ojos se abrieron como platos al caer en cuenta de que Dipper, su amor imposible, estaba fuera de su casa y bajo la lluvia. Rápidamente abrió la puerta y un molesto castaño lo pegó con fuerza a una pared cercana, con el cuerpo empapado hasta los pies y las mejillas rosadas debido al frío.
-Desgraciado, maldito- comenzó el histérico Pino-, imbécil, ¿cómo me vas a dejar sólo ahora? ¿Cómo mierda me dejas en visto cuando más te extraño?- eran palabras que Bill nunca había esperado por parte de su mejor amigo-. Todo esto es tu culpa; tu me besaste y me hiciste sentir algo que... ¡ahg!- Dipper gruñó molesto, soltando por un instante la camisa del mayor.
-Dipper...
-No me hables, ya no quiero que me digas nada. ¿Quieres que admita que me equivoque? Pues sí, me equivoqué... Pero eso no quiere decir que me tenías que dejar sólo.- El menor evitaba hipear, pues sus lágrimas se mezclaban fácilmente con las gotas de lluvia que recorrían su rostro.
-Dipper.
-Eres un mal amigo, malo. Los amigos no se olvidan, los amigos se quieren, los amigos están ahí...- esta vez, el castaño reforzó el agarre a la camisa del rubio, mirándole de una formas indescifrable.
-Yo...
-No quiero que me vuelvas a dejar sólo, Dorito...
Hubo un pequeño momento de silencio, la puerta seguía abierta y Dipper, tras recuperar su aliento, tensó su mandíbula, se sentía más estúpido que antes.
-Dipper...- Bill hizo que alzara su mirada, provocándole escalofríos al menor por verle tan serio-, yo ya no quiero ser tu amigo.
Entonces el pequeño corazón de Dipper se rompió en mil pedazos. Mantuvo por un momento la mirada del rubio, esa hermosa mirada ámbar que tenía, le miraba de una forma que no sabía explicar. El castaño débilmente bajó sus manos, dejó la camisa del rubio, y bajó la mirada, dispuesto a irse de aquella casa.
Pero Bill, al ver aquel gesto, agarró la mano del ojicafé y esta vez fue él quien le pegó a la pared. Dipper no había entendido aquel comportamiento, intentó forcejear, pero se vio interrumpido en cuanto los labios del rubio se pegaron a los suyos en un suave movimiento. El menor no supo cómo reaccionar, fue igual que la última vez, no supo qué más decirle luego del inesperado beso.
-No quiero ser tu amigo, porque estoy enamorado de ti.- Confesó finalmente el rubio con su fría mirada puesta en el Dipper más sonrojado que jamás había visto en su plena existencia.
Nuevamente el silencio reinó por unos instantes, instantes que Cipher aprovechó para cerrar la puerta de su casa y mirar fijamente la cristalina mirada de Dipper, porque sí, su corazón estaba roto hacía unos segundos. Bill se alejó entonces, recordando que el menor estaba completamente empapado, y se dirigió rápidamente a traerle una toalla.
Dipper vio como su amigo se alejaba tranquilamente, quizá decaído, y luego le vio volver. Con cuidado le quitó la chaqueta y le empezó a secar el cabello, ya que la gorra no sirvió de mucho para cubrirle. En estos momentos, Bill podía admirar a un Dipper similar al que era cuando niño, un pequeño niño curioso y sensible, con una mirada cautivadora.
-No me mires así...- susurró suavemente el rubio, frunciendo su ceño y desviando la mirada. Deslizó cuidadosamente la toalla hacia el rostro del castaño, limpiándole con suavidad las mejillas, fue así que se dio cuenta de que estaba llorando.
-¿Por qué me dices esto ahora?- preguntó en un murmuro el castaño, agarrando los bordes de la camisa del mayor, tratando de acercarlo un poco a él.
-Porque ya no puedo ocultarlo.
-Si me lo hubieses dicho antes...- Dipper pensó perfectamente lo que quería decir, recibiendo la apagada mirada de su rubio amigo-, yo hubiese hecho lo posible por intentarlo contigo.
Y la mirada de Bill no podía ser más brillosa, estaba en estado de shock en cuanto esas palabras salieron de boca de Dipper. Este, por su parte, sintió como el calor llegaba a agolparse en sus mejillas y terminó por agarrar tímidamente la mano del rubio, recibiendo un suave apretón por parte de este. Con una ligera sonrisa, el castaño se acercó a labios ajenos para probarlos por tercera vez, esta vez teniendo en cuenta que los saborearía y que tal vez, y sólo tal vez, no sería la última vez que lo haría.
Entonces Bill volvió en sí, correspondió el beso de forma seductora, y acomodó sus manos en las mejillas del menor, notando como este se aferraba a su camisa para sostenerse. Fue un beso lento, jugoso e intenso, eso fue lo que Dipper pensaba mientras sus labios se movían al compás de los contrarios, mientras sentía las manos tibias de Bill sobre su cuello, mientras se maldecía por ser tan pequeño como para tener que estar de puntillas.
-Eres un pino pequeño- rió el rubio en cuanto el beso finalizó, en cuanto recuperó el aliento y admiró el rostro colorado del contrario.
Esta vez el pino no supo cómo responder, sólo frunció su ceño. Y cuando las palabras estuvieron por salir de su boca, los truenos invadieron la casa y el castaño, temblando en su lugar por el repentino sonido, calló sus palabras. Bill sonrió al verle tenso en ese momento, por lo que optó por dejar el tema para el día siguiente.
Sabiendo que Dipper estaba distraído, el rubio aprovechó para cargarla sobre el hombro y encaminarse a su habitación, sintiendo como el castaño refunfuñaba a sus espaldas pero se dejaba hacer de él.
-Ve a tomarte una ducha- sugirió Bill, más como una orden, a Dipper en cuanto entraron a la habitación-. Esta noche te quedas aquí- sonrió picarón el mayor-, y no quiero que te enfermes.
El menor, sonrojado, corrió al baño del cuarto a bañarse con agua tibia, algo que sería relajante y de seguro le devolvería el sueño en pocos minutos. Bill sonrió en cuanto el contrario se adentró al baño sin llevar una muda de ropa, o una toalla para secarse, por lo que le llevó tales cosas sin doble intención.
Sin embargo, en cuanto entró al baño con una gran sonrisa a dejar las cosas, su mirada se posó en el torso desnudo de Dipper, esa piel clara y limpia de pecas era digna de admirar, y sobretodo para Bill en aquel momento. Sus mejillas se coloraron intensamente, y al castaño también se le pintaron las mejillas, pero la reacción de Bill fue algo inolvidable para el menor, por más tonta que fuese.
Bill, con su rostro pintado en rojo, sintió como de su nariz salía algo. Tras unos parpadeos, todo su nariz y se dio cuenta de que era sangre, y era quizá lo más vergonzoso que le había pasado. Rápidamente cerró la puerta y limpió su nariz con una de sus camisetas sucias, rememorando el cuerpo desnudo de Dipper en su mente y cayendo a la cama de espaldas.
Dipper, en el baño, no sabía si sentirse avergonzado o reír por la actitud de su amigo, aunque ya pensaba que eran novios, cosa que le alegraba.
Pasaron quizá 5 minutos cuando Pino salió del baño, fresco y con mucho sueño. Bill, quien ya se había puesto su pijama -que era sólo un pantalón holgado- se estaba quedando dormido mientras esperaba. El menor entonces, entró en confusión, ¿debía acostarse a su lado? o ¿dormir en el cuarto de invitados?
-Uh...- Bill bostezó perezosamente. Vio a Dipper con cariño, se veía lindo con uno de sus pantalones y una de sus camisas, se veía más pequeño; notó la confusión en el rostro de este y, evitando burlarse, palmeó a un lado de la cama para que el contrario se acostase.
Dipper se acostó rápidamente al treparse a la cama y enrollarse entre las sábanas. El rubio sonrió en cuanto le sintió a su lado, acomodado en su pecho con total libertad.
-Pino- le llamó somnoliento, recibiendo la mirada del susodicho-. Somos novios.- Afirmo directamente, ni siquiera preguntó por ello, ya era un hecho para él.
El menor pensó por un momento y terminó por asentir, sintiendo así como Bill le abrazaba por la cintura y le acurrucaba en su pecho desnudo.
-Deberías usar una camisa, te puedes resfriar...
-¿No te gusta cómo me veo?- bromeó el mayor, pues sabía que su cuerpo era envidiable.
-Me gusta, pero te puedes resfriar.- Dipper fue directo, así era cuando tenía sueño.
-Bueno, tu estás para darme calor, así que no me enfermaré mientras estés acurrucado a mi.- Sonrió el rubio, esta vez acercándose al rostro del, esta vez, nervioso castaño.
-Idiota...- El menor no supo nuevamente cómo responder a ese tipo de comentarios.
Bill rió suave, y tras ello los truenos resonaron, provocando que Dipper se acurrucara más a su torso. El rubio no se molestó y abrazó al castaño, le besó la cabeza y evitó recordarle desnudo, sobretodo porque esa imagen, en cualquier momento, la vería mejor en un futuro, con Dipper bajo su cuerpo. Bueno, ahora Bill estaba fantaseando con su pequeño nuevo novio, y eso no estaba bien al iniciar una relación.
(...)
A la mañana siguiente, la situación no había mejorado para la mente pervertida de Bill Cipher.
A desconocidas horas de la mañana, Bill sintió algo cómodo sobre su cuerpo pero un poco pesado, algo a lo que estaba abrazado con fuerza. Al abrir sus ojos, se encontró con un castaño tranquilamente dormido sobre su cuerpo, cómodo y aferrado; el rubio sintió como su corazón se aceleraba, como su garganta se secaba y como su mente empezaba a maquinar las miles de cosas que podría hacerle a su amigo, las miles de cosas con las que fantaseaba desde hacía tiempo.
-¿Por qué me tienes que tentar de esta forma?- murmuró Bill, sin saber cómo sentirse en ese momento.
Dipper seguía dormido, sin inmutarse de los refunfuños del mayor, y arropado por la suave sábana. Entonces Bill, admirando la vista desde su perspectiva, acaricio la piel descubierta del cuerpo ajeno, adentró su mano a la camisa que éste usaba, y se sintió una mala persona al ser tan pervertido, por lo que le arropó nuevamente y le acostó a su lado, acurrucándole.
-E-Ey...- Dipper despertaba lentamente.
Bill se hizo el dormido, evitando cualquier tentación por parte del menor. Y éste, estando cómo y con frío, optó por seguir durmiendo e ignorar el tacto que el rubio le había dado a su espalda, ese que le había erizado la piel y casi le hace suspirar.
Un momento... ¿No había que ir a la Universidad? Creo que mejor será quedarse en casa este día.
Así pasaron algunas horas, esas en las que Bill había podido dormir tranquilo al igual que Dipper. Cuando despertaron, fue Bill quien se atrevió a despertar con besos al menor, ignorando el hecho de que éste se molestara pero que, de todos modos, le hiciera un rico café mañanero.
---Fin---
Lamento la falta de hard pero sería muy rápido para la relación... Y no todo es sexo en esta vida xD. Traté de hacer un Shot cómico, así que espero que les haya gustado un poco u.u Lo hice muy corto, pido disculpas por ello y no tengo excusas, pues plasmé lo que tenía pensado hacer para ese Shot.
Besos owo
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