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Parches

~~Parches~~


   Tras cerrar la llave de la ducha, Kazuhiro salió del baño con una toalla alrededor de la cintura, preparándose mentalmente para el día que le esperaba.

   Era San Valentín.

   Estando con el uniforme puesto, se fijó entonces en el obsequio que tenía preparado para su persona especial, luego se miró las manos pues con esas delgadas manos había hecho algo de lo que estaba orgulloso, algo que posiblemente le daría la oportunidad de aceptar sus sentimientos hacia aquella persona, quizá sin ser rechazado.

   Un ligero temblor recorrió su cuerpo en cuanto pensó en aquella posibilidad, ese pequeño hecho de ser rechazado le atemorizaba, pero ya no había vuelta atrás. Kazu era muy callado, tímido, pero con una mente creativa y llena de hermosos pensamientos que a cualquiera enamorarían, porque sí, era un chico romántico y amante de la vieja escuela de amor, esa en la que se escribían cartas o se iba por un helado.

   Una boba sonrisa se formó en sus delgados y rosados labios en cuanto pensó en lo positivo, en el amor. Y fue cuando recordó que era hora de ir al colegio, que tenía que guardar su desayuno y que no podría olvidarse del obsequio, ese objeto que le dio trabajo por un par de semanas.

   Con sumo cuidado acomodó el regalo sobre la bolsa de la comida en su morral y se acomodó los zapatos antes de salir de la casa, claro, no sin antes despedirse de una fotografía que estaba sobre su mesa, esa donde estaban sus padres y él cuando era pequeño.


   (...)


   A la entrada del Instituto, se sentía el ambiente amoroso y rosado. Por algún motivo, ante la mirada de Kazuhiro, el aire podía distinguirse de un tierno color rosado y las mariposas revoloteaban en pareja por su alrededor, cosa que alegraba internamente al serio chico de cabellos oscuros y tranquilo ceño.

   Sus pasos entonces se dirigieron hacia los adentros del Instituto, pasando entre los grupos de chicas alegres por regalar chocolates y los grupos de chicos ansiosos por recibir algún presente. Sin embargo, el joven de cabellos oscuros solo se cuidaba de que nadie le golpeara el bolso, pasar desapercibido hacia el casillero y por fin guardar el lindo obsequio en un lugar seguro como lo era su casillero.

   Estando el casillero cerrado, Kazu pudo respirar aliviado junto a los libros que llevaba en la mano. Miró brevemente el reloj de su muñeca y se encaminó al aula de clases sin mucha prisa, sintiendo el aire de romance pegar contra su rostro, llenándolo de esperanzas por lo que ocurriría a la hora de receso.


   (...)


   El profesor Namizake escribía la clase de Historia en la pizarra mientras los alumnos copiaban.

   Pero Kazu, en vez de anotar los sucesos de la 2da Guerra Mundial, estaba pendiente de Hiroshi Takafumi, un compañero de clase. Era un chico sencillo ante la vista de cualquiera, pero ante Kazu, ese chico de cabellos rubios era perfecto: tenía una hermosa sonrisa que le causaba escalofríos, una mirada filosa como gato travieso, una risa contagiosa que le coloraba las mejillas. Era demasiado lo que el azabache sabía de aquel chico que de seguro no sabía de su existencia.

   Fue durante un breve dictado que Kazu volvió en sí tras ser visto por aquel lindo muchacho. Rápidamente empezó a anotar en su libreta las palabras del maestro y, con la mejillas coloradas, sabía que la mirada del chico rubio estaba sobre él, eso le ponía más nervioso aún.

   Ciertamente, Hiroshi le miraba con una ligera sonrisa en los labios mientras fingía prestar atención.

   Entonces, cuando Kazu recobró el valor para alzar la mirada y encarar al chico de sus sueños, la campana sonó para indicar el cambio de clases. El azabache sentía el corazón acelerado y el calor se colaba por el grueso chaleco que llevaba, pero aun así no se lo quitaría.

   Mientras pasaba una mano por su frente para intentar quitar el nerviosismo que le invadía, notó por el rabillo del ojo como Hiro se levantaba de su puesto. Notó igualmente como daba un par de pasos en su dirección, sin embargo, un trío de chicas evitaron que siguiera su andar al querer darle chocolates, y entre ellas, estaba Kira, una chica que estaba enamorada del rubio y que intentaba apartarle de su lado.

   Hiro no se pudo negar a los chocolates, pero tenía curiosidad por acercarse al azabache. En cuanto se negó nuevamente a la confesión de Kira, el rubio terminó por llegar al puesto de Kazuhiro, pero éste ya se había ido a la otra clase a rápidas zancadas.


   (...)


   En la clase de inglés, la profesora Girosha se centraba en su celular mientras los alumnos finalizaban sus actividades.

   Kazu, sin embargo, miraba de reojo al chico rubio que se disponía a dormir un rato por haber terminado la tarea. Para Kazu, le era tierna la forma en la que el contrario se acurrucaba en el pupitre y trataba de esconder la cabeza entre sus brazos, aunque luego tuviese que seguir buscando una posición más cómoda para dormir. Fue durante sus vueltas que el rubio centró su mirada en el chico de cabello azabache y le sonrió dulcemente, viendo entonces como éste le devolvía el gesto.

   Kazu no lo sabía, pero era la primera sonrisa que le dedicaba al chico que le gustaba.

   Pero rápidamente, el azabache volvió su mirada hacia la ventana, evitando que aquel guapo chico le viera con las mejillas pintadas de rosa. Se daría cuenta tan fácilmente, pues su piel era blanca y llena de pecas claras, y la sangre que su corazón bombeaba hacia su rostro, era tremendamente notable ante la vista de cualquiera. Agradecía ser uno de los chicos menos notables, pues nadie se preguntaría la razón de su adorable color rosado.

   Hiro, antes de cerrar sus ojos, tuvo la oportunidad de apreciar aquel color en el chico pálido, al igual que pudo admirar la primera sonrisa que el escurridizo y tímido chico tenía. Hiroshi deseaba profundamente tener más oportunidades para captar aquella mirada enamorada y sonrisa dulce, pues sabía que aquel chico siempre le miraba, pero era muy cobarde como para afrontarlo.


   (...)


   La campana del receso sonó en cuanto la profesora terminó de dar la tarea. Hiro no dejaría que nadie se interpusiera en su trayecto hacia el pupitre vecino, entablar una conversación con aquel chico, pero fue llamado por una chica que desconocía y la cual estaba esperándole en la puerta. Sus amigos no hacían más que decirle que era un chica linda, muy tierna y rubia, cosa que al chico de aguda mirada no le interesaba.

   Un minuto bastó para que Kazu desapareciera de su vista, y su humor bajó dos tonos por perder el chace de hablar con el tímido muchacho. Miró sin ganas a sus amigos y entre todos salieron del aula de clases, no antes sin que la "dulce" chica se le confesara al rubio después de haberle regalado un pequeño corazón de plástico.

   Por otro lado, Kazu estaba emocionado por entregar su más arduo trabajo a la persona que le tenía enamorado desde hacia tiempo. En su casillero, abriendo el candado con sus temblorosas manos, logró por fin ver el hermoso regalo por el cual había gastado sus ahorros sin remordimiento alguno.

   Los alumnos salían de sus salones dichosos por entregar los regalos a sus amores imposibles. Kazu no se quedaba atrás con las mejillas coloradas mientras miraba el objeto entre sus brazos, era tan grande en comparación a todos los que había visto, pero a la vez pensaba que era una simple cosa que tenía sus sentimientos guardados.

   Tras un suave suspiro y con el corazón acelerado, cerró con candado su casillero y caminó al patio de la escuela, claro, con su deliciosa merienda en una de sus manos.

   En medio de aquel hermoso prado con árboles y césped verde, la multitud de alumnos buscaban a sus parejas. El azabache nuevamente sintió el ambiente lleno de aquel sentimiento tan lindo que era el amor, y fue cuando vio como el chico de cabellos rubios caminaba cabizbajo en medio de la soledad.

   Estando a pasos de él, sus piernas temblaron por el repentino frío que recorrió su cuerpo, ese que caracterizaba como nervios. Su sonrisa ligera era tierna, de labios pálidos y mirada brillosa. Estaba por tocar el hombro de Hiro para entregarle el corazón de peluche que había hecho, era un sencillo corazón color rojo pasión mezclado con rosado, pero era su mejor trabajo hasta ahora. Lo pensaba un chico que era malo para las manualidades.

   Su mano temblorosa estaba por tocar el hombro ajeno, decidido por darle una sonrisa, pero fue abruptamente interrumpido por un grupo de chicas que llegaron con pequeños corazones plásticos en sus manos, todas captando la atención del rubio y obligándole a sonreír por cortesía.

   Ante ello, los nervios en Kazu aumentaron y alejó su mano, miró el corazón de peluche que estaba entre sus brazos y dio la vuelta.

   Sonrió cabizbajo y caminó lo más rápido que pudo, casi sin ser visto, dispuesto a desaparecer.

   Hiro, por otra parte, vio de soslayo una lisa cabellera azabache que se alejaba de su lado. Miró nuevamente a las chicas, miró los corazones plásticos y pequeños que estaban en sus manos, y de nuevo alzó la mirada a las chicas.

   Con una sonrisa, hizo el ademán de despedirse y, aunque las chicas insistieron, no lograron detener el paso del rubio.

   Kazu no había alzado su mirada con el andar de sus pies, pero había llegado a donde quería. Detrás de la escuela, con sombra y un par de árboles, el muchacho comía a solas mientras escuchaba a las enamoradas golondrinas que revoloteaban a su alrededor. Pero su tranquilidad se vio arruinada con la llegada de un trío de personas que no eran de sus favoritas.

   La ex-novia de Hiro era la que peor le miraba, ella sabía de los sentimientos del azabache y asimilaba que su ex le había terminado por la culpa del chico tímido, que no estaba al tanto de aquello.

   Luego estaba Fudo, un chico que hacía poco había querido invitarle a salir, pero fue fríamente rechazado por el azabache con una simple negación, algo que puso en cólera al atractivo intrigante del equipo de natación.

   Por último, estaba Iwao, el abusivo chico que le golpeaba a la salida de la escuela, el causante de los moretones en su cuerpo y el que le criticaba por ser un chico huérfano.

   Con su inexpresiva mirada, Kazu bajó el emparedado que tenía entre las manos y, antes de envolver el peluche entre sus brazos, éste fue arrebatado por la chica de rojizos cabellos. Fue la primera vez que los contrarios habían visto al azabache tan preocupado, tan expresivo.

   Con súplicas, estiraba los brazos para recuperar aquello que tanto le costó hacer, y vio entonces como el hermoso peluche era agarrado entre las manos de los tres.

   Sus sonrisas de malicia y burlas hacia el chico, fue solo el inicio del breve sufrimiento de éste.

   El hermoso peluche, antes de que lo agarrara, fue despedazado frente a la cristalizada mirada del azabache. El trío de abusadores rio alegre por haber despedazado aquel tonto objeto, sabían que era importante para el tímido chico, y quedaron satisfechos tras verle con aquel gesto de plena tristeza profundo dolor.

   Los restos de tela y algodón cayeron a la grama, fueron pisoteados al igual que su simple comida, y se fueron de aquel lugar, dejando a un arruinado Kazu con los puños formados.

   Las palabras se trabaron en su garganta mientras volvía a arrodillarse frente a su trabajo deshecho. Intentó mantener su semblante neutral, se prohibió llorar tras la muerte de sus padres, pues pensaba que nada dolería tanto como aquello... Pero esta vez, simplemente no podía aguantar aquellas inmensas ganas de llorar que se agolpaban en su corazón.

   Tapó su boca, sin embargo, evitando cualquier sonido se puso en pie. Se permitió apenas hipear antes de salir de ese espacio. Corrió lo mejor que pudo, olvidando ese día tan frío, sólo quería llegar a casa y acurrucarse en su cama.

   Hiro, quien apenas había escuchado aquellas burlas, se asomó a tiempo para ver como el azabache corría lejos, posiblemente dejando la escuela y las clases, olvidando el día de San Valentín.

   A paso desanimado, se acercó al desastre ocasionado por personas que no había logrado ver. Se arrodilló con un neutral semblante y agarró el corazón deshecho que estaba en el suelo, miró el humilde emparedado que había sido igualmente pisoteado, su molestia se notó con una filosa mirada y volvió a ponerse en pie.


   (...)


   Kazu había cumplido su pensamiento y sólo se dedicaba a llorar contra la almohada de su cama, con las cortinas cerradas y el estómago rugiéndole de hambre.

   Sin embargo, el timbre de la casa sonó un par de veces y aquello fue suficiente como para levantar al azabache muchacho de la cama, con una cobija cubriendo su cuerpo y los ojos rojos por haber llorado, las mejillas húmedas fueron limpiadas rápidamente antes de abrir la puerta.

   Sus ojos irritados e inexpresivos encontraron entonces a un chico rubio y de suave mirada que tenía ropa casual. Su mirada oscura expresaba total comprensión ante el dulce chico que tenía enfrente y sonrió ampliamente en cuanto a éste se le coloraron las mejillas.

   Kazu bajó instintivamente la mirada y dejó pasar al chico que tenía las manos en la espalda. Hiro entró a la pequeña casa a paso tranquilo y se volvió al azabache en cuanto este cerró la puerta, pensando en ir a bañarse para atender a su invitado.

   El rubio agarró entonces la mano del azabache y, sin decirle alguna palabra, mostró un nuevo corazón de peluche en su mano: era más grande, estaba repleto de coloridos parches, algunos con patrones de flores, pero igual de suave como el original. Kazu no entendía aquello.

   Hiro entonces le entregó el peluche con una sonrisa, le gustaba ver al pecoso con las mejillas pintadas, y se sentó en el sofá de la sala, mostrando en su otra mano una bolsa con algunas hamburguesas.

   Kazu seguía atónito con el peluche entre sus manos, hasta que el rubio le hizo la seña de que se sentara a su lado, cosa que hizo con cierta pena y timidez.

   Hiro le entregó una hamburguesa y Kazu aceptó dichoso por aquel gesto.


   ---Fin---

   Ni beso, ni hard, nada. Pura ternura y amor...

   Me inspiré en este Shot con la foto más el corto animado "In A Hartbeat"... Pero creo que le puse mi toque, no sé, ustedes digan algo.

   Les quiero decir que... he estado realmente desanimada. Sé que no les debe interesar, pero será breve.

   Hace un tiempo me metí a un grupo de Wattpad por Facebook y pues, desde allí, me he sentido raramente insegura, más de lo normal. Sé que muchas de ustedes siempre estarán para darme su apoyo, realmente amo a todas mis lectoras, hasta a las fantasmistas, pero hay momentos en los que de verdad creo que escribo malísimo...

   Por ello puse en edición a "Un Gatuno Amanecer", y probablemente lo haga con "Entre Besos y Mordidas", pero también creo que me saldré de ese grupo que me deja desanimada usualmente.

   Besos mis galletitas. Las amo. Identifíquense como galletita con el sabor de su galleta favorita.

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