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No Sabes Mentir

   ~~No Sabes Mentir~~


  Eran casi las dos de la mañana cuando me desperté; me sentía ansioso y los ojos me ardían, mi corazón estaba acelerado y mi mente no dejaba de repetir lo que acababa de ver en mi pesadilla. Desde hacía un mes había empezado a salir con Takao, uno de mis compañeros de basket y uno de los más infantiles, aunque su ternura es inigualable cuando esta conmigo... Sin embargo, en mi sueño el azabache era el centro de atención, se basaba en lo bien que me trataba luego de haberle olvidado; reconozco que mi personalidad no es la mejor de todas, y ese niño es el único que me soporta, y aun así lo regaño y desaprovecho el cariño que me da.

   Ya había tenido dicho sueño varias noches seguidas, sólo que esta vez, Takao moría y yo no había podido evitarlo, no pude evitar que llorara, no pude evitar que saliera corriendo hacia la calle... Esas desgarradoras imágenes no salían de mi cabeza, no me dejaban tranquilo y menos al estar sólo en mi habitación, sólo con la luz de la luna y con el rostro húmedo por el sudor.


   (...)


   No había podido recobrar el sueño, estaba del peor humor de todos y que la profesora dijera que había un exámen a la segunda hora, no ayudaba en nada. Mi pareja me había mandado varios mensajes, desde la mañana notó en mí algo distinto, cosa que no esperaba que me dijera por lo despistado que era. A la hora de la merienda la pasaría con él, quizá necesito un poco de sus chistes y estúpideces para subir el ánimo.

   En cuanto sonó el timbre del descanso, Takao dejó de hablar con Kuroko y se acercó a mi con su radiante sonrisa diaria, mostrándome el brillo de sus ojos que sé que es sólo para mi. Estaba por hablar, preguntarme qué tenía seguramente, pero no le dejé abrir la boca, simplemente le agarré la mano y lo arrastré hasta uno de los últimos pisos del Instituto, escuchando un par de veces como preguntaba sobre el destino de nuestro recorrido.

   El último piso del establecimiento estaba vacío; los profesores de seguro estaban en su sala y los alumnos en la cafetería, cosa que me daba la oportunidad de hacer lo que quisiera con Takao, el cual aun estaba curioso. En movimientos rápidos nos adentré al baño, estando seguro de que no había nadie, y le rodeé la cintura para abrazarle, notando la sorpresa al sentir el estremecimiento de au cuerpo contra el mío.


-Shin-Chan...- Se oía impresionado, un murmuro ligeramente tembloroso y que me hizo abrazarle con más fuerza, sin lastimarlo, dejando que me escondiera en su cuello-. Shin-chan, ¿Qué tienes?- Preguntó dulcemente cerca de mi oído; sus brazos rodearon mi cuello y supe que de había puesto de puntillas.


   Me quedé callado por un momento, no sabía qué decirle acerca del por qué, repentinamente, no quería tenerlo tan lejos de mí. Nunca esperé que unos simples sueños me dominaran, pero... ¿Y si son una señal? Si alguno de ellos se hiciera realidad, no me lo perdonaría.


-¿Shin-chan?- Me llamó nuevamente mi pareja, acariciando con suavidad mi nuca. Instintivamente alcé la mirada y con una de mis manos acaricié su mejilla, viendo como se sonrojaba levemente.


   Lo besé. Esta vez no me contuve. Besé esos finos labios pequeños que me encantaban, los besé con lentitud y cariño, viendo como, de a poco, Takao relajaba del todo su cuerpo y dejaba que lo guiara. Pronto lo pegué a la puerta del baño, poniéndole seguro a la puerta, acariciando las mejillas del azabache, al cual me estaba degustando; supuse, por un momento, que mi fastidioso niño se estaba quedando sin aire, por ello me separé un segundo, quizá dos o tres, y rápidamente volví a besarle, esta vez intensificando el beso y comenzando a jugar con su lengua, la cual me dejaba ganar fácilmente.

   Abrí ligeramente mis ojos, sólo para apreciar como Takao poseía las mejillas rosadas y sus ojos cerrados, dejándome ver lo hermosas que se veían sus pestañas junto al color de sus pómulos. Nuevamente me separé un momento, esto nos había dejado acelerados, y la respiración entrecortada del azabache lo decía todo...


-¿Qué... Qué fue eso?- Preguntó con una pequeña sonrisa en sus labios, denotando la delgada hilera de saliva que resbalaba hasta su barbilla.


   Más tranquilo y sintiéndome aliviado por ver los risueños ojos del menor, negué con la cabeza, manteniendo mi semblante serio y una de mis manos aún en su mejilla. Se notaba que no me había creído en lo más mínimo, pero no creí que iba a seguir insistiendo, o por lo menos hasta que las clases terminaran.


-Eres malo, Shin-chan~- Se quejó infantilmente Takao, enganchándose en mi camisa y haciendo un puchero, aparentando estar molesto-. Quizá empezamos a salir hace poco, pero te conozco desde hace mucho.

-Takao, no tengo nada fuera de lo común- Comenté sereno, acomodando mis lentes sobre el puente de mi nariz.


   Takao iba a seguir insistiendo pero, antes de que hablara, sonó la campana y, luego de lavarnos la cara, tuvimos que volver a clases, volviendo a estar a cada esquina del aula, separados por varias cabezas inservibles, o por lo menos, la mayoría.


   (...)


   Ya por fin las clases habían acabado, pero Takao no dejaba de insistir sobre lo que me ocurría; sabía que no era normal que lo besara de esa forma en el baño, no era típico de mí, pero no me pude sentir más feliz al sentir sus labios y saber lo mucho que lo amo, aunque no se lo diría aun. Íbamos camino a la cancha, hoy tendríamos entrenamiento, y el azabache no dejaba de halarme la camisa, rogándome que le dijera el porque de mi actitud.


-Shin-chan! No me ignores!- Chilló infantilmente. Pero, sólo con decir eso, hizo que detuviera mi paso.


   Rápidamente otra parte del sueño apareció en mi mente; Takao me había gritado esas palabras con la voz temblorosa, sus mejillas claramente empapadas por haber llorado y parecía un pequeño niño desprotegido pero, antes de que abriera la boca para hablarle, ya se hallaba corriendo lejos de mí, directo a la escena más horrible que había visto.


-¿Shin-chan?- La mano del azabache sobre mi rostro, acariciándome, me sacó de aquel recuerdo tan debastador, dejándome tranquilo al verle a los ojos.

-Disculpa- Murmuré-. No digas eso...- Dije al volver a mi semblante serio, agarrando la mano del menor, sólo para frotarla contra mi rostro.


   La expresión de Takao era tan interesante, era cómico verle impresionado y con las mejillas coloradas. A los segundos, una gran sonrisa volvió a su rostro, pero estaba seguro de que en cualquier momento seguiría preguntando por lo que me pasaba... Al parecer, no sé disimular.


   (...)


   La entrenadora nos había dado un pequeño descanso, después de todo, Taiga tuvo una mala caída y Kuroko tuvo que revisarlo, por algo era su sombra. Esta vez, me encontraba en los vestidores, aprovechando para tomar un poco de agua y para pensar mejor, no era bueno el dejarme guiar por un simple sueño. ¿Verdad?


-Shin-chan, ¿Me dirás qué tienes?- Llegó Takao de sorpresa, ¿en qué momento había entrado?-. Has estado muy raro. ¿Sucedió algo malo?.


   Sus preguntas se me empezaron a parecer normal, pero mi novio se veía muy preocupado, lo notaba en sus ojos. Negué nuevamente con la cabeza y cerré mi locker, pero me quedé quieto en mi sitio, viendo como el chico más alegre que he conocido, bajaba la mirada y sobaba su brazo con duda, nerviosismo.


-¿Hice algo malo?- Preguntó en un susurro, evitando mirarme.


   De verdad lo había hecho sentir inseguro, no era la idea. Suspiré irritado y desordené mi cabello, volví a acomodar mis lentes y me fijé en lo achantado que estaba mi pareja. Luego de un par de segundos, volvió a hablar...


-He escuchado que, cuando una parte de la pareja es más cariñosa de lo normal, es porque le está siendo infiel a la otra parte- Comentó aun sin mirarme.


   Sin pensarlo, solté una ligera risa y, aprovechando que estábamos sólos, lo acerqué a mi e hice que se pusiera en puntillas, su mirada por fin se fijó en mi y, en ello, aproveché para besarlo por tercera vez en el día. Trató de forcejear conmigo pero terminó siendo vencido y acorralado contra los casilleros, claro, sin hacer ruido.


-No me puedo dar el lujo de que alguien más se quede contigo- Susurré cerca de sus labios-. Creo que me acostumbré a que estuvieses conmigo, ¿puedo recompensarte?- Pregunté serieamente, sin embargo, me daba risa la reacción del joven inmaduro que tenía enfrente.


-E-Eres malo, Shin-chan~- Lloriqueó tal cual menor, sin despergar su mirada de la mía y arrugando su ceño, haciendo un leve mohín con sus labios


   Le mostré una pequeña sonrisa ladina, era lo mejor que podía hacer, y me separé de él lentamente, recordando que volveríamos a los entrenamientos lo antes posible.


-No te soy infiel, Takao- Aseguré al mirarle a los ojos y volví a la cancha, viendo como un minuto después, el azabache llegaba para seguir practicando con Kuroko los pases.


   (...)


   De vuelta a casa, eran aproximadamente las 5:40 de la tarde. El sol se estaba ocultando y, mientras caminaba, todo se veía muy tranquilo; Takao iba a mi lado, en su cara dibujada una sonrisa traviesa y con las manos en los bolsillos. Íbamos en silencio, pero no era incómodo, el menor parecía más feliz que en la mañana, eso me animaba, aunque no se lo iba a decir.


-Nos vemos, Shin-chan- Se despidió en cuanto llegamos a su cruce, ladeando su cuerpo y, al final, dándome la espalda para ir hacia la otra acera.


   Esta vez, me quedé a mirar como se alejaba serenamente pero un mal presentimiento me vino a la cabeza. Instintitvamente me fijé mejor en el momento que iba a cruzary noté un carro que venía a toda velocidad hacia él. No dejaría que esta vez sucediera; rápidamente corrí hasta mi azabache y le halé del brazo hacía mi pecho, sintiendo la brisa del carro al pasar enfrente de nosotros y viendo como mi novio miraba impresionado la calle, escuchando la bocina del estúpido que iba manejando.


-Esta noche te quedas en mi casa- Fue una petición que sonó más a una orden-.  No te dejaré sólo.


   Finalicé; admito que, aunque Takao fuese despistado por naturaleza, me dio miedo, pero sabía que mi pareja también estaba en un estado de nervios. Estuvo muy cerca. Sin dejar que asimilara la situación, nos encamimé hasta mi apartamento, en silencio y a paso acelerado.


-Gra-Gracias, Shin-chan- Me sonrió nervioso Takao en cuanto entramos a mi hogar.


   Nuevamente le miré y agarré sus mejillas, estaba frío y sus ojos, en cuanto me vieron, empezaron a aguarse. Su sonrisa no se borró de sus labios, pero sus lágrimas no tardaron en salir, luego empezó a hipear para evitar sollozar, y terminé por abrazarlo para que se tranquilizara y entrara en calor. Su cuerpo temblaba y sus manos se aferraron a mi chaqueta, cosa que provocó que le abrazara con más fuerza como hasta cargarlo.

   Pasamos un rato así, abrazados y oyendo los leves espasmos del azabache. De a poco su respiración se calmaba y alcé un poco su rostro, viendo sus mejillas coloradas y empapadas, su nariz parecía una fresa y moqueaba un poco, pero sólo hacía que pensara en las formas para consentirle; saqué un pañuelo de mi bolsillo y lo pasé por sus mejillas y luego por su nariz con suavidad, quitando la humedad de su rostro.


-Sabía que estarías para mi, Shin-chan- Su ánimo estaba volviendo. Suspiré aliviado y despeiné sus cabellos, haciendo que riera un poco y olvidara el susto de hace rato.


   Sin embargo, mi azabache se notaba cansado y sus párpados se caían sólos; aun era temprano para dormir, las 6:15 aproximadamente. Luego de haber pensado en qué hacer, me decidí por llevarlo hasta el sofá con cuidado y prepararle algo de comer antes de que se durmiera...


-¿Qué quieres comer?- Pregunté al mirarle a los ojos, estos estaban rojos a los lados por obvias razones y, luego de mi pregunta, jurungó su ojo derecho con su puño.

-Galletas!- Chilló alegremente, cosa que me animó un poco, sin embargo...

-No puedes cenar galletas- Le regañé con suavidad y le halé in poco la mejilla, haciendo que cerrara uno de sus ojos.

-¡¿Eh?! Entonces galletas con chocolate caliente- Sugirió con su sonrisa juguetona, desviando un poco la mirada para bostezar.

-Voy a calentar ramen- Termimé por decir y me encaminé a la cocina, escuchando la queja de mi pareja-. De postre te doy galletas- Murmuré, y con ello, la risita de Takao llegó a mis oídos.

-Aún me debes una respuesta- Le escuché decir, pero hice oídos sordos a su insistencia. En cualquier monento lo olvidaría.


   (...)
 

   Luego de que Takao se durmiera con migas de chocolate en la boca, escuchando el final de la película, apagué la televisión y lo cargué hasta la habitación. La luna me ayudaba a ver el rostro dormido del azabache, destacando sus pestañas y labios, los cuales me llamaban nuevamente a que los saboreara.

   Al acercarme, apoyándome a los costados de mi novio, sentí su aliento pegar con el mío, recordando las galletas de chocolate que se había comido; en cuanto pegué mis labios a los suyos, empecé un suave movimiento sin la intención de despertarlo. Sin embargo, en cuanto Takao comenzó a corresponder a mi beso, se volvió más posesivo y profundo, tentándome a que siguiera.


-Shin-chan...- Jadeó levemente contra mis labios, recuperando el aire que le había quitado y dedicándome una inocente mirada que me decía que fuera lo contrario a esa palabra.


   Me quité los lentes y, antes de que mi azabache dijera algo más, volví a robar sus labios en un beso humedo en el que jugaba alegre con su lengua. De a poco, mis manos se empezaron a adentrar en su camisa, sacándole un pequeño jadeo sin la necesidad de romper el beso; rocé suavemente sus pezones, intuía que hacía efecto en él, y tuve razón.

   Los gemidos ligeros que soltaba mi novio se me volvieron adictivos en cuanto nos separamos del beso, siendo la luna la tercera testigo de lo que estaba a punto de hacer. Rápidamente me deshice de la camisa de Takao, la cual salió volando, y me dispuse a soborear, esta vez, el pezón derecho de mi novio; los jadeos de este eran suaves, bajitos y un poco graves, pero con toques agudos.

   Cuando el botón estuvo lo suficientemente erecto, me dediqué a mordisquear y hacer lo mismo con el otro, disfrutando de la música que Takao hacía para mi.


-Shin-Chan... Ah... Me duele...- Gimoteaba con claras intenciones de tentarme.

-Trataré de ser gentil, Takao- Murmuré en lo que bajaba mis besos por su abdomen, viendo como se estremecía y sus vellos se erizaban.


   Terminé por quitarle, de un solo movimiento, los pantalones, dejando libre su erección palpitante y necesitada de atención. La mirada de mi azabache estaba clavada en la mía, sus ojos estaban brillosos y con ese toque juguetón que tanto me atrae; sin pensarlo, adentré su hombría a mi boca, comenzando con un vaivén rápido con ayuda de mi lengua.


-N-No...!- Gimió fuertemente, aferrándose a la sábanas de mi cama y arqueando su espalda, dándome más acceso a su sexo.


   Luego de unos segundos de aquel acelerado movimiento, sentí el característico temblor en el cuerpo de mi pareja, lo cual quería decir que estaba por venirse. Con una nueva idea en la mente, saqué el miembro de mi boca y lo agarré con mi mano, tapando la punta con el pulgar.


-E-Eres malo... Shin-chan- Gimoteó por lo bajo, ladeando un poco su rostro para evitar mi mirada.


   Sonreí leve ante el sonido de esa dulce frase; me acerqué nuevamente a sus labios, rozándolos ligeramente, y aproveché la distracción para dirigir la mano que oprimía el sexo de mi novio, a la entrada de este, tratando de adentrar el primer dedo humedecido por el presemen a ese estrecho lugar.


-Ahg... Ah!- Lloriqueó Takao, cerrando sus ojos fuertemente.


   Traté de mover mi dedo con más cuidado, sintiendo cada pared interior, viendo las expresiones de mi novio con cada toque. Cuando sentí que se acostumbró a ello, adentré un segundo dedo y Takao arqueó su espalda, flexionando un poco sus piernas y dejando salir un par de suspiros pesados, quizás evitando gemir tanto como yo quería que hiciese...


-M-Más... Ah... Shintaro~...!-Jadeó mi nombre eróticamente, haciendo que me mordiera el labio mientras separaba mis dedos en su interior, simulando una tijera.


   Takao ya me tenía al borde del abismo, sólo faltaba un pequeño empujón y de seguro perdía el control. En cuanto mi pareja empezó a mover sus caderas al ritmo de mis dedos, adentré el tercer dedo para simular embestidas rápidas y profundas, tocando cada pared con cierta fuerza.


-Tus... Ah! Dedos...- Gimoteó mi sumiso al poner sus manos en mis hombros-, son... Ngh!... largos, Shin-chan...!- Y con ello, capturó mis labios, provocando que acelerara el vaivén de mis dedos en su interior.


   A la mierda la cordura.


   Mientras me saboreaba los labios de mi infantil novio, aproveché para sacar mis dedos de su entrada y, ágilmente, subí sus piernas hasta mis hombros, entrando de una sola estocada en él...


-Shin-chan~...!- Lloriqueó brevemente; su espalda se arqueó y sus manos se deshicieron de mi camisa de un solo tiro-. Ah...! No-No te muevas.


   Sostuve fuertememte sus piernas, evitando lastimarlo, pero no aguantaría mucho en su estrecha entrada; solté un par de gruñidos y, sin permiso, comencé un vaivén lento con mis caderas, viendo como Takao mantenía su boca abierta con suspiros y gemidos sólo para mi. A medida que pasaban los minutos, me fui adentrando más en su ser, sintiendo como se estremecía y viendo como un camino de lágrimas desaparecían a los costados de su rostro.


-No puedo contenerme contigo- Murmuré cerca de sus labios y él dejó salir un jadeo más agudo, abrazándome al instante.


   Sonreí con lujuria en cuanto sentí sus uñas en mi espalda pero, antes de que reaccionara, mi pareja cambió de posiciones conmigo; ahora yo estaba acostado y mi azabache estaba apoyado en sus rodillas, auto-penetrándose lentamente mientras me miraba fijamente. Una escena que jamás olvidaré.

   En ningún momento se desvaneció la sonrisa de mi rostro y estaba atento a la expresiones de Takao, es cual tenía en sus ojos ese brillo de pasión mezclado con la inocencia que aun tiene. Me encanta. En medio de gemidos, noté como a mi sumiso se le dificultaba el subir y bajar sobre mi miembro, se veía cansado; por ello, cuidadosamente me senté en la cama y acomodé mejor a Takao, viendo su tierna y tímida expresión hacia mí.


-Déjame ayudarte, pequeño- Y con ello, sostuve sus muslos y empecé a subirlo y bajarlo sobre mi hombría, sintiendo aún su cavidad estrecha y deliciosamente caliente.


   ¿De dónde salió el yo pervertido? Ni idea... Pero me gusta.

   Takao, con caminos de lágrimas en sus mejillas, gemía y jadeaba mi nombre al compás de cada bajada sobre mi miembro, cosa que me tenía sin cordura alguna e hipnotizado por sus ojos. Decidí, sin pensarlo mucho, comenzar a besar la piel perlada de sudor de mi pequeño niño travieso; mordí, succioné y lamí en diferentes zonas de su cuello y pecho, dejando marcas que de seguro no se quitarían en menos de 2 días.

   Pronto comencé a acelerar y Takao recostó su cabeza en mi hombro, estando así más cómodo que antes. En un gruñido le llamé, quería verlo, y como buen niño, alzó su vista para verme, dándome la oportunidad para robar sus labios, dejándome mordisquearlos y succionarlos, dejándome jugar con su lengua.

   Mientras me comía su boca, me recosté en la cabecera de la cama e hice un corto recorrido desde los muslos de Takao hasta sus nalgas, redondas y duras, perfectas para apretar, cosa que hice y provoqué que gimiera durante el beso. Por un instante me separé de su boca, viendo como un hilo de saliva unía nuestras lenguas y sintiendo como el sexo de mi sumiso pegaba contra mi abdomen.


-Un niño travieso- Sonreí leve, esta vez mostrando más cariño en las palabras. Un niño no se puede descuidar.

-Shin-chan... Ah!... Te...- Pausó su voz, tratando de regularizarla, y pegó su frente a la mía- Te amo.


   Mordí mi labio. Lo tenía tan cerca, su aliento combinándose con el mío...


-Takao, te amo- Repondí con la voz ronca, apreciando la sonrisa que mi novio me dedicaba.


   Lentamente deslicé una de mis manos hacia el miembro erecto de Takao y, en movimientos acordes con las estocadas, comencé a masturbarle. El azabache escondió nuevamente su rostro en mi hombro, jadeando y gimiendo mi nombre.

   ¿Quién diría que nuestra primera vez sería tan intensa?

   Fue entonces que mi pareja gimió con un poco más de volumen y aruñó mi espalda, eso significaba que había encontrado su punto dulce. Por un momento me detuve, escuché como Takao trataba de regularizar su respiración pero, en cuanto me sentí con energías, elevé a mi pareja hasta que mi sexo salió de su interior; lo recosté en la cama y, antes de que dijera algo, lo volví a penetrar, dando en ese punto que lo hacía gemir con más volumen mi nombre.


-Shin-Shin-chan...! Ah, ah, ngh!- Gimoteaba, arrugando en sus manos las sabanas, cerrando sus ojos y arqueando su espalda.

-Takao- Gruñí. Ya se avecinaba el orgasmo y lo sentía, la ola eléctrica que recorrió mi espalda me lo confirmo.

-Shin-chan!~...


   Y así, luego de ese sonido, Takao se corrió entre nuestros vientres, salpicando un poco en su rostro, cosa que lo hizo ver más erótico. Al segundo, me corrí en su interior, escuchando un suspiro pesado y lleno de placer por parte de mi azabache, el cual apretó mi hombría en ese instante.


-Shin-chan...- Suspiró el menor, volviendo a recuperar su aliento-. Me... Me dirás ¿por qué has actuado tan raro?

-No es nada importante, Takao- Murmuré tranquilo. Suavemente pasé mi pulgar por su mejillas, quitando una mancha de semen y lamiendo después, haciendo que mi sumiso se sonrojara.

-N-No sabes mentir- Titubeó, pasando luego una mano por mi mejilla.


   Sonreí ante su actitud, se notaba lo cansado que estaba, por ello lo acomodé sobre las almohadas con cuidado. Rápidamente agarré una de mis camisas y, con cuidado de no lastimarle, se la puse a Takao para que no durmiera completamente desnudo.


-Que lindo, Shin-chan- Me aduló con ternura.

-Cállate y duérmete- Regañé un poco avergonzado, sabía que las mejillas se me habían colorado.


   En cuanto arropé a mi azabache y me acomodé a su lado, lo abracé por la cintura y besé su frente, viendo como una sonrisa se posaba en sus labios y como sus ojos se cerraban sólos. Igualmente me quedé dormido unos momentos después... Fue la mejor noche de mi vida.


   (...)

   2:30 a.m.


   "No te preocupes, Shin-chan"

   No...

   "A veces eres cruel, Shin-chan"

   No otra ves...

   "No te quiero volver a ver, Midorima!"

   Takao... No me dejes...

   "Shin-chan... Ya sé que no me queda mucho. Perdóname"

   Takao...!

   Me desperté exaltado, sudando y me ardían los ojos. Todo estaba oscuro, la luna me iluminaba un poco la habitación.

-¿Shin-chan?- La voz de Takao me devolvió a la realidad; sonaba preocupado y somnoliento. Luego sentí como se sentaba cuidadosamente a mi lado, mirándome atento.

-Disculpa, Takao- Murmuré-. Sigue durmiendo- Pedí con la mirada desviada, no quería que me viera así.

-Shin-chan... No sabes mentir- Rió levemente y, sin que tuviese que mirarle, me di cuenta de que se quería sentar en mi regazo, cosa que se le dificultaba pero a la que tranquilamente le ayudé- No estás sólo, Shin-chan. Estoy contigo- Sonrió al acariciar mi mejilla, obligándome a que le mirara.

-Gracias- Susurré con cierto alivio; las pesadillas podían seguir pero Takao seguiría conmigo en la vida real. Eso es suficiente para mí.


    Y con ello, abracé por la cintura a mi chico, viendo como abría la boca para suspirar pero siendo acallado por mis labios. Lentamente me dejé caer sobre el colchón y finalicé el dulce beso, viendo la tímida expresión que tenía Takao; luego de unos segundos, mi azabache se acurrucó en mi pecho y yo le abracé con más cariño, terminando los dos dormidos al instante.


   (...)


   Ya era de mañana y no me quería despegar de la cama, aun no. Fue entonces que sentí como Takao se levantaba, escuchando un quejido de sus labios el cual sólo me hizo gracia.


-Tonto Shin-chan- Dijo en voz baja, pero ya hayándose de pie posiblemente frente a la ventana.


   Esperando que la suerte estuviese de mi lado, abrí los ojos y me topé con una buena vista. Era cierto, Takao miraba por la ventana, admirando la ciudad, dándome la espalda por lo cual me topé con su redondo trasero seguramente pegajoso y las marcas rojizas de mis manos sobre él al igual que en sus muslos, cosa que me tentó a levantarme.

   Lentamente me puse de pie y, luego de haberme puesto los lentes, me acerqué silenciosamente a Takao, asustándolo al rodearle la cintura por detrás y haciéndole soltar un pequeño jadeo por haber pegado mis caderas a las de él.


-Con que tonto, ¿eh?- Pregunté serio cerca de su oído, recorriendo con mi mano desde su vientre levemente abultado hasta su cuello.

-S-Sí- Titubeó con nerviosismo, evitando soltar algún sonido que tentara a la bestia.

-¿Te gusta este tonto?- Volví a preguntar, esta vez apretando sus caderas contra las mías y mordiendo el lóbulo de su oreja, sácandole un suspiro quejumbroso.

-Ah... Si~- Jadeó sonoramente, provocando que mordiese mi labio.


   Luego de su respuesta, lo volteé lentamente y lo alcé sobre el pequeño muro que había junto a la ventana, pegándolo suavemente contra el cristal y ganándome su mirada sumisa junto a una pequeña sonrisa.


-Buenos días- Sonrió ante mí, rodeándo mi cuello con sus brazos y acercándose lentamente a mi rostro.

-Buenos días- Murmuré sereno y uní nuestros labios, sintiendo como los músculos de Takao se tensaban por apretarle la cintura y como sus piernas me rodeaban.


   Que forma de empezar la mañana.


---Fin---

   Este Shot va dedicado a RyoMoon la cual me lo pidió hace mucho.

   Hola mis personas favoritas en esta tierra! Espero que les haya gustado este Shot, veo a estos personajes tan Perver que me encantan. Sé que duré mucho para hacer este Shot, les pido un disculpa enorme, pero he tenido que reorganizar los horarios ya que en dos semana comienzo las clases y tengo que estar lista para afrontar las tareas y Wattpad juntos.

   Espero que me entienda y, cualquier cosa, son libres de leer alguna de mis otras historia.

   Un beso grandote para todos mi lectores bellos! Los amo!



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