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¿Me va a comer, Señor Lobo? -Part 2-

~~¿Me va a comer, Señor Lobo? -Part 2~~


   El Alpha joven no respondió ante la oposición del menor, simplemente le atrajo a su cuerpo y olfateó su cuello con gran ansiedad. Eren tembló e intentó empujar al chico que se acercó más de lo debido a su cuerpo; intentó pisarle, pero no funcionó; intentó golpearle, pero tampoco sirvió de mucho.

   Sin embargo, no se rindió. Siguió forcejeando, cada vez sintiendo más de cerca el aliento ajeno en su cuello, pero de repente se detuvo. Tenía los ojos cerrados al querer luchar, pero la fuerza en su brazo disminuyó rápidamente y abrió los ojos para saber si estaba metido en problemas.

   Y sí, lo estaba, y mucho.


—Aléjate, niño Alpha.— Esa voz era familiar.


   Entonces Eren fue soltado con lentitud, en su brazo se veía una rojiza marca de una mano ajena y un gruñido se escuchó a sus espaldas. El doncel se volvió con rapidez, un poco asustado pues supo al instante de quién provino tal gruñido de irritación.

   Y ahí, con su orbes dorados y los colmillos sobresaliendo de sus labios, Levi miró al castaño con claro enfado en la mirada. Su mayor debilidad había sido tocada y lastimada por otro Alpha, aparte de que el menor no debía de estar allí.

   Aún sabiendo que estaba molesto, Eren se abrazó al torso desnudo del Alpha por fin dejando a flor de piel el temblor de su cuerpo y las lágrimas que había ocultado. Pidió disculpas mientras se aferraba al azabache, pero se negó a mirarle y recibir la intimidante mirada del mayor.

   Levi se sintió molesto, no sólo porque el doncel estuviese en tan peligrosa aldea, sino que estuviese siendo visto por otros Alphas de forma tentadora. Se obligó a respirar profundo, el aroma del menor se apoderaba de su cuerpo lentamente, de su bestia, la descontrolaba.

   El Alpha nuevamente respiró profundo y abrazó por la cintura a su querido castaño, éste se sintió de repente cansado, toda su fuerza se había desvanecido en ese momento.

   Levi se preocupó y con mayor fuerza sostuvo al chico inconsciente. Su corazón se aceleró al verle un poco pálido, su bestia interior le rogó que volviese a su hogar para devorar al pequeño muchacho, y Levi no se pudo negar a ese deseo.

   Con agilidad cargó al chico en sus brazos, al poner su brazo bajo las rodillas de éste pudo notar lo lastimados que venían sus pies y piernas, e imaginó porque su pequeño castaño se había desmayado. Luego miró su brazo recién lastimado, frunció su ceño y alzó la mirada, dispuesto a salir de la molesta aldea.

   Los Alphas le abrieron paso al gran líder, evitando mirar al chico que llevaba en brazos puesto que posiblemente se estarían metiendo con la presa de un compañero.

   Al estar fuera de la aldea, fuera del gran marco de bienvenida, Levi volvió a mirar a Eren, sus ojos brillaron con mayor intensidad y saltó a gran velocidad de árbol en árbol, de rama en rama, directo a su guarida, siendo guiado y controlado por su lobo interior.

   No pasaron horas cuando el lobo se vio pisando la entrada oscura a su paraíso, era de noche. A penas entró a la pradera de entre los muros de piedra, Petra salió pensando que era Eren quien por fin había llegado, el travieso chico que toda la manada buscaba con desesperación en el bosque.


—Los demás— esa pregunta del Alpha sonó más a una exigencia.

—Sa-Salieron a buscar a Eren— Petra tembló al ver al chico en brazos del líder, inconsciente y con los pies lastimados.

—Sal de aquí— ordenó— y que nadie más entre a la guarida, ¿entendido?— Levi mostró sus colmillos al alzar un poco más su quijada, mostrando un rostro intimidante y fiero ante su compañera de manada.


   Petra asintió repetidas veces y salió de la guarida, se sentó tranquila a la entrada de la cueva y esperó a que sus compañeros llegaran, sólo para dar la noticia de que el Alpha había vuelto y que había pedido que nadie entrara esa tarde.

   Por otro lado, Levi se adentró a su habitación a paso firme. Sintió pronto como Eren despertaba de su sueño y como se revolcaba en sus brazos para bajar de ellos. El Alpha con cuidado le bajó las piernas hasta que sus pies tocaran el suelo, pero se negó a soltarle la cintura, queriendo evitar que el chico cayese ante otra perdida de energía.

   Eren sacudió su cabeza, se sentía mejor tras haber dormido, y recordó de inmediato todo lo que había pasado antes de que cerrara los ojos. Alzó la mirada en busca de los orbes dorados del Alpha y, al encontrarlos, sus grandes ojos verdes brillaron de emoción y alegría, casi con ganas de querer estallar en llanto.

   Sin embargo, no sonrió para el Alpha, sino frunció su ceño al pensar que el mayor volvería a dejarle.


—¿Te quedarás?— preguntó el chico con claras esperanzas, y Levi estuvo a punto de negar. Eren ya había bajado la mirada—. Últimamente quieres apartarme de tu lado, no lo entiendo, ¿es porque hice algo malo? Creo que ya me lo hubieses hecho saber— Levi pensó en soltar las caderas del menor, pero quería tenerle más cerca—. ¿Ya no te soy útil? No quiero que me apartes de ti así, me duele.


   El Alpha se sintió dolido. ¿Tanto mal había hecho?


—Que-Quería pasar mi cumpleaños sólo contigo...— titubeó—, porque quería que dejaras de verme como un niño. Ya no soy un niño, Levi— el muchacho se negaba a ver los ojos del mayor—. Quería confesarme a ti en la noche, decirte lo mucho que te quiero, lo tengo planeado desde hace años... Pero tú simplemente empezaste a evadirme, a alejarte de mí, y no sé por qué.


   Y aunque no quisiera, Eren pronto sintió como amargas lágrimas abandonaban sus ojos. Rápidamente se deshizo de ellas y frunció más el ceño.


—Si tanto querías alejarte de mí, me lo hubieses dicho— el castaño intentó alejarse del lobo—. Yo me hubiese ido, y así ahora no tendrías que estar ocupándote de un mocoso.


   Eren nunca imaginó que todas esas palabras salieran de su boca, nunca imaginó que todo lo que había pensado saliera de su garganta con tal fluidez, nunca imaginó volver a llorar frente al Alpha por quien quería ser feliz, feliz a su lado.

   Quería que la tierra se lo tragase, que sus lágrimas fuesen invisibles, que todo fuese una pesadilla y volviese a ser un niño lindo al que el Alpha protegía.

   Y sin embargo, sintió la calidez de la mano ajena tocar su mejilla. El doncel cerró sus ojos, no quería ver a su querido lobo mirarle como si fuese un niño al cual consolar. Pero todos sus pensamientos se vieron perdidos, todos sus absurdos y destructivos pensamientos desaparecieron, y todo su mundo dio un gran giro cuando sintió un suave tacto en sus labios.

   Levi le estaba besando y Eren no lo podía creer.

   Ese tacto tan suave, era digno de llamarse "Primer Beso", y es que Eren sólo deseaba tener su primer beso con el Alpha, sólo con el lobo gruñón que tanto quería. Sus manos, pequeñas en comparación con las de Levi, temblaron al querer aferrarse al torso contrario, pero el lobo no reparó en aquello.

   El Alpha estaba concentrado en saborear los labios del doncel, de sentir los finos labios sobre los suyos como tanto había soñado, de sentirse dueño de lo más hermoso que hubiese pasado en su vida. Posesivo se aferró a la cintura del castaño, deslizó con sutileza su mano hacia la nuca del contrario e intensificó el ansiado beso que ninguno de los dos quería terminar.

   Eren sintió entonces el toque en su nuca y la fuerza en su cintura, sintió por completo el cuerpo ajeno y se sintió desfallecer cuando la lengua del azabache entró a su boca en busca de reclamar el territorio. Un primer beso que había pasado de ser dulce y suave, a ser algo apasionado y deseoso.

   Pronto llegaron a la cama de pocas sábanas que estaba a sus espaldas, Eren fue cargado por los muslos mientras el beso continuaba y Levi, sintiéndose hambriento, sacó algunos gemidos de la garganta del menor al afincarse en su entrepierna.

   El lobo notó entonces la magulladura que el joven aún tenía en su brazo y chasqueó la lengua. Con seriedad se acercó al chico y agarró cuidadosamente el brazo lastimado, Eren le miró con atención, hipnotizado por los ojos ámbar, y pronto sintió un ligero dolor en su brazo.

   Levi acercó la herida a su boca y tras darle una ligera lamida, empezó a succionar el moretón, cosa que ante los ojos de Eren era empeorar la marca. El lobo nuevamente lamió y entrelazó los dedos del menor junto a los suyos.

   Eren estuvo por preguntar el por qué de tal acción, pero una frescura emergió de su herida y vio atónito como la marca desaparecía de su brazo hasta dejarlo en buen estado. Por un momento recordó entonces que la saliva de lycan podía sanar las heridas.

   Los orbes ámbar y verdes estuvieron conectados a tal cercanía que el lobo interno de Levi empezó a desesperarse, quería poseer el cuerpo ajeno, escucharle gemir, marcarle, sellar por completo el amor que ambos se sentían.

   Levi bajó la mirada al escuchar el ruego de la bestia, Eren le miró con curiosidad y supuso qué era lo que pasaba con el Alpha en celo.


—¿Me va a comer, Señor Lobo?— Eren sonó inocente pero a la vez deseoso, tentador ante los ojos de cualquiera, mostrando su mirada de lado como si quisiera esconderse y aun así, ser testigo de todo.


   Y con esa simple frase, el lobo finalmente despertó, y Levi estuvo seguro de lo que sus manos estaban por hacer.

   Levi alzó con velocidad una de sus manos, mostró sus garras ante la embobada mirada de Eren y, en segundos, rasgó toda la ropa que el menor llevaba puesta, exceptuando la capa que el castaño había dejado de lado.

   El Alpha pudo admirar el cuerpo desnudo del doncel mientras relamía sus labios, pudo ver como los rozados pezones del menor esperaban por su presencia, como el chico tapaba lo mejor que podía su entrepierna, viendo como la hermosa mirada verde era adornada por el intenso color rojo de las mejillas.

   Rugió hambriento y mostró sus colmillos.


—Voy a devorarte.


   Y se lanzó a besar los labios del menor por segunda vez. Eren correspondió gustoso, intentando seguir el ritmo del mayor, sintiendo como su cuerpo se calentaba con la presencia ajena.

   Levi disfrutó de los jadeos que su doncel le dedicaba, y finalizando el beso se dedicó a deslizar sus labios por todo el cuerpo del castaño, comenzado por el delicado cuello, siguiendo por los tentadores pezones erectos, admirando el plano vientre sin músculos que pronto estaría más hinchado. Cada lugar siendo marcado por un beso rojizo.

   Besó dulcemente cada parte de su cuerpo, sacando jadeos del menor, haciéndole sentir algo inexplicable y acostumbrándole a sus labios, a sentir sólo su tacto, a embriagarse con sus susurros, hipnotizarlo con la mirada.

   Entonces Levi volvió a posicionarse frente a Eren, le susurró lo hermoso que se veía, lo apetitoso que era, lo mucho que lo haría gemir su nombre. Y cada susurro, cada palabra, hacía que el cuerpo inexperto del doncel temblara ante la nueva experiencia.

   Levi sabía que debía de ser cuidadoso, sino lastimaría a Eren. Así que mientras le miraba, mientras se centraba en los hermosos ojos verdes del menor, aproximó su mano sin garras hacia la entrada del doncel y adentró dos dedos de una sola estocada.


—Le-Levi...E-Eso duele... Ah...


   El mayor no contestó, simplemente se dedicó a meter y sacar sus dedos del agujero hasta sentir como el interior se ampliaba para dejarle ir más profundo. Pronto la entrada de Eren se volvió más suave y gelatinosa, un líquido transparente había empezado a empapar los dedos del lobo y supo al instante que se trataba de la preparación del mismo cuerpo para ser penetrado. Sonrió ante la idea.

   Por otro lado, Eren empezó a sentirse más caliente, su entrepierna dolió e intentó cerrar las piernas, pero el Alpha evitó aquel movimiento. El azabache, sabiendo que ya la entrada estaba lo suficientemente dilatada, miró el miembro del doncel. Éste igualmente miró hacia abajo por primera vez, vio que el Alpha no traía ropa que le cubriese y vio el palpitante miembro del mayor cerca del suyo. Era una gran diferencia.

   Eren tuvo miedo por un momento, el sexo de Levi era demasiado grande para su pequeño cuerpo, se veía doloroso, y no imaginaba cuánta paciencia y control tenía el Alpha para no destrozarlo en la pequeña cama.

   Sin embargo, todo ese miedo que tuvo, lo calmó al estirar los brazos hacia el lobo para abrazarle.


—A-A ti también debe dolerte...— Eren sentía su cuerpo palpitar, su respiración estaba entrecortada y sólo quería fundirse en un abrazo con el Alpha.


   Levi temió por el bienestar del menor, verle era una droga a su sistema, le volvía loco y no sabía si eso era bueno o no.


—Eren, si sigues mirándome con esos ojos, juro que te voy a comer, y no de la forma que crees...— Levi enterró sus garras en la cama de paja, se acercó en demasía a los labios del menor y éste le abrazo el cuello.

—Sé gentil, por favor.— El doncel había sellado su destino junto al Alpha.


   El azabache gruñó al sentir el tibio aliento del menor en su oreja, sintió su cuerpo estremecer y dirigió rápidamente una de sus manos hacia una de las piernas del menor.

   Eren se mantuvo en espera, sentir el palpitar del lobo junto al suyo era mágico, y sólo esperaba saciar ese deseo que crecía dentro de él. Fue entonces que sintió como una de sus piernas era elevada y como algo caliente, grande, se abría paso en su interior.

   Un sin fin de gemidos adoloridos llenaron la habitación, unas cuantas lágrimas nacieron de los ojos verdes del doncel y tapó su boca en busca de aguantar el dolor de la intromisión. Terminó por morder su mano en busca de silenciarse, de no preocupar al Alpha, pero aun así el mayor había notado el repentino temblor en el cuerpo del castaño.

   Levi entró de una estocada en el menor, éste gimoteo sonoramente y más lagrimillas salieron de sus ojos en cuanto los cerró. El Alpha se mantuvo quieto y se apartó con sutileza de Eren, éste tapó por segunda vez su boca mientras arqueaba la espalda contra el lobo.

   Desde su posición, el azabache vio la sangre que salía de la mano del doncel, mantuvo su ceño intacto y se acercó al rostro del castaño para tomar con suavidad su mano. Eren apenas abrió los ojos al sentir el dolor de su mano, intentó alejar su mano del agarré ajeno, pero Levi acercó su mano a su boca.

   La saliva del lobo recorrió la sangre del doncel, Eren se sintió en el aire al sentir su interior apretado y extasiado por la sensación del lobo curando su herida.


—No vuelvas a lastimarte así— el Alpha se vio intimidante ante la inocente mirada del doncel—. Si tienes algo que decir, dilo; si tienes algo que gritar, grítalo. Estaré a gusto escuchándote.


   Y el azabache movió sus caderas, Eren gimió su nombre.

   El doncel nuevamente se arqueó, el poco dolor que quedaba se estaba convirtiendo en la mejor sensación que hubiese sentido nunca. Sus caderas pronto siguieron el ritmo del Alpha y sus brazos rodearon el cuello del mayor, buscando protección ante la duda que nació en su cabeza antes de que su mente se nublara y sólo existiera la mirada del lycan.

   Eren a penas entendía lo que su cuerpo sentía, pero la mirada de Levi era suficiente para calmarle, para hacerle saber que todo estaría bien mientras siguiera sus instintos.


—T-Te quiero.— Gimoteó el menor— Te quiero... Y-Y sé que voy a amarte.


   Levi continuó con sus embestidas, cada vez más rápido pero prestando atención a cada palabra que el doncel pronunciaba a duras penas. Le era tierno y a la vez tentador.


—Por-Por favor... Ah... Espera por mí amor, Levi.— Y continuó gimoteando, jadeando con lágrimas en los ojos debido a cada embestida, debido al inexplicable placer que estaba sintiendo.


   Aquellas palabras habían sido la representación del niño que Eren aún era, un niño inocente que estaba experimentando el amor físico con la persona que más quería en el mundo, con el ser que merecía todas sus primeras veces, todos sus besos y abrazos, el amargado que se había ganado su corazón.


—Mocoso— el mayor intentó sonreír, una ligera sonrisa que Eren no pudo presenciar—, esperaré lo que sea si es por ti.


   Y el lycan, acelerando su movimiento, atrajo el húmedo rostro del castaño a sus labios. Besó primero su frente, besó sus ojos, limpió sus lágrimas y en cuanto las esmeraldas del menor le miraron, besó sus labios con ternura en busca de aliviar todo mal que cruzara por la mente del menor.

   Eren se sintió mejor al ser besado de tal forma, su abrazo fue más fuerte a pesar de sentirse débil, sus labios se movían temerosos ante los tentadores labios del mayor, el compás de sus cuerpos era el mismo y el frío de la noche sólo provocaba que el doncel quisiese más cercanía.

   Pronto las embestidas fueron fuertes, profundas, extasiantes para ambos cuerpos. Levi no podía apartar la mirada de los gestos de Eren y éste no podía dejar de mirar los hermosos ojos de lobo, ya no podía acallar su voz, ya no podía controlar su cuerpo.

   Fue entonces que un gemido especial salió de sus labios, su espalda se arqueó y aruñó la espalda del lycan, cosa que hizo sonreír al mayor. Había encontrado su punto, ese punto donde podría volver loco al doncel, ese punto que aprovecharía al máximo.

   Los gemidos del castaño se volvieron más rápidos, más agudos y jadeantes, más placenteros. Levi golpeaba con fuerza justo ese punto para volverle loco, y Eren pronto sintió como un gran frío recorrió su espalda. No le dio tiempo de avisar cuando se corrió entre sus vientres, otra sensación que nunca había sentido con tanta intensidad.

   Levi aceleró entonces sus estocadas, con caricias, simples roces, provocó que Eren volviese a erectarse. Sonrió leve al ver que el menor era débil ante su tacto. El muchacho dejó caer sus manos cansado, pero no perdió un segundo en ver los feroces ojos del Alpha y en mantener el vaivén de sus caderas.

   Eren sintió entonces como el miembro de su dominante crecía de repente, un poco más, algo que le hizo cerrar los ojos por el placer.


—Le-Levi... Más... Ah~— el lycan relamió sus labios.


   Con rapidez abrazó las caderas del doncel, éste se aferró a su espalda mientras gemía, y el lobo aceleró sus caderas al clavar sus dientes en el hombro del menor. La combinación de gemidos y la extasiante sensación en su pelvis, era algo a lo que Levi podría acostumbrarse, al igual que su bestia interna.

   No pasó mucho cuando el lycan sintió como su espina se erizaba. Golpeó profundamente el interior del doncel y se corrió dentro de él, y éste, por segunda vez, se corrió entre los dos cuerpos calientes.

   Esta vez, Eren apenas pudo mantenerse despierto.

   Levi gruñó al sentir toda su semilla plantada en Eren, el menor sintió aquel líquido fluir en su interior cálidamente. Con cuidado, el lycan salió del interior del doncel, el menor jadeó con dulzura su nombre y arqueó su espalda al sentir su interior vacío, un par de lágrimas terminaron de abandonar sus grandes orbes esmeralda.


—Le-Levi...— le llamó con necesidad—. Es... ¿Es normal que tenga mucho sueño?


   El doncel deslizó una de sus manos hacia su vientre inconscientemente, sobó el lugar con cierto cariño y pasó su otra mano a su rostro, jurungando allí uno de sus ojos en intento de alejar el sueño.

   Levi también estaba de pleno cansado, su corazón palpitaba con lentitud y sintió que en cualquier momento caería ante el sueño. Era el primer celo en el que satisfacía las necesidades de su cuerpo, la primera vez que había agotado su energía.


—Sí, mocoso— Levi respondió grave, cansado, pero se quería negar a dormirse antes que su pequeño doncel.


   Sin embargo, Eren vio aquel cansancio en el lycan, los brazos del mayor temblaban a cada costado. Una sonrisa tierna apareció en los labios del castaño y, aguantando un poco, estiró sus brazos para atraer al lobo a su pecho, cosa a la que el azabache no se negó.


—Te amo, Eren— fueron las últimas palabras del lobo antes de caer dormido.


   El doncel sonrió enternecido, sus mejillas permanecieron encendidas. Sintió entonces como el azabache deslizaba sus manos por su espalda, brindándole calor en cuanto el frío invadió la habitación. Abrazó con mayor cariño al lobo que tenía entre brazos, arropó ambos cuerpos y, con una sonrisa en labios y una acaricia al cabello del mayor, se dispuso a cerrar los ojos.


   —Al día siguiente—


   Finalmente el día había llegado, el tan esperado cumpleaños de Eren.

   La manada tenía preparada la guarida para que el doncel disfrutara de una pequeña celebración y habían hecho un pastel de frutillas que quizá alcanzaría para todos, también pintaron algunos muros con mensajes para el menor, cosas que se desvanecerían en cuanto lloviese.

   Petra y los demás estaban contentos en el momento que entraron a la habitación compartida del Alpha y el doncel, estaban por gritar para despertar a Eren de su sueño y cantarle el cumpleaños, pero se vieron abruptamente silenciados en cuanto Petra detuvo su andar y alzó la mano para que nadie pronunciara palabra alguna.

   Frente a sus ojos, en la pequeña cama, el Alpha dormía abrazado al doncel como de costumbre, pero esta vez ambos desnudos por completo. Petra pudo notar que Eren tenía algunas marcas en su cuerpo, y sus mejillas se pintaron en cuanto terminó de sacar conclusiones.


—Salgamos— la chica se dio la vuelta con el pastel en mano en cuanto susurró aquello. Todos la miraron curiosos—. Ahora— la chica terminó por exigir y todos salieron de la habitación con la cola entre las piernas y las orejas caídas.


   Hanji, afuera, les sonreía pícara al saber lo que sus compañeros habían descubierto, su teoría por fin se había cumplido.


—Horas después—


   Tras una larga noche de placer y sueño, Eren abrió los ojos en cuanto sintió que ya no debía dormir más. Tragó saliva al sentir la garganta seca, jurungó sus ojos para quitar toda suciedad de ellos y terminó por alzar la mirada para ver al lycan que aún estaba a su lado.

   Levi le miraba con atención, acariciando su cabello con suavidad, viendo las marcas que le había hecho a la hermosa piel del doncel. Y fue que pronto se fijó en los grandes ojos del menor, en el brillo que tenían los orbes verdes, en la inocencia que aún tenían.

   Eren sonrió entonces y con mayor fuerza se abrazó al lobo, le robó un pequeño beso y rio tal cual niño al sacarle una sonrisa ligera al mayor.


—Feliz cumpleaños, mocoso— Levi pronunció aquellas palabras de forma seductora, y mientras se acercaba al rostro ajeno, le rodeó la cintura.


   El doncel sonrió tierno y aceptó el beso profundo que Levi le otorgaba, un beso mañanero y dulce como uno de sus regalos de cumpleaños. Decidió ignorar el intenso dolor en sus caderas, la pequeña molestia en su garganta y la humedad en sus piernas. Todo para centrarse en los labios del lycan, en los movimientos de éste, en aprender a besar debidamente.


   (...)


   El celo de un lobo, en este caso un Alpha, duraba aproximadamente de tres a cinco días.

   Levi se había quedado en la guarida para estar con Eren y éste estaba feliz de que el lobo estuviese más pendiente de él, más encariñado, más coqueto con su frío semblante diario.

   Cada día, Levi cayó ante el hechizo de Eren para seducirle, cayó ante la dulzura del menor, perdiendo por completo el control al ver al chico salir recién bañado, cada que le veía vestirse, cada que se vestía con ropas grandes que lo hacían ver endemoniadamente tierno.

   Por otro lado, la manada sabía que cuando un Alpha estaba en celo y tenía pareja, era más violento con los de su alrededor, y ya lo habían comprobado.

   El Alpha se la pasaba con Eren, le cuidaba, y miraba de forma aterradora a cualquiera que se le acercara, era sobreprotector con el muchacho y éste no notaba aquel comportamiento, pues Levi siempre había sido así ante sus ojos.


—Eren... Ven aquí— pidió neutral el mayor.


   Estaba sentado en una piedra al lado de su cama, viendo como Eren se vestía con un holgado camisón que le tapaba hasta los muslos, algo demasiado tentador. El lobo hizo su petición y el doncel se acercó a él curioso, el mayor indicó que se sentara en su regazo, Eren hizo lo mejor que pudo.


—¿A dónde piensas salir con esa ropa?— El lobo susurró aquello contra el oído del doncel, causándole cosquillas a todo su cuerpo.

—Me iba a poner una bermuda... ¿Por qué?— Eren se dejaba hacer en las manos ajenas, sintió como una mano del lycan se deslizaba dentro del camisón y como la otra le rodeó la cintura.


   Pronto el castaño sintió su vientre pegado en el abdomen contrario, mordió con disimulo su labio al sentir como el lobo acercaba sus labios a su cuello y acalló unos cuantos suspiros al sentir pequeños besos en esa zona tan delicada.

   Levi se deleitaba al sentir el cuerpo del menor a su merced, sentir los ligeros espasmos de éste en cuanto sus dientes rozaban la piel, en cuanto sus manos bajaban hacia sus glúteos.

   Fue entonces que el lobo sintió la presencia de alguien más acercándose, y vio cuando Hanji entró a la habitación con unos papeles, estando a punto de hablarle al Alpha. La chica se detuvo en seco y miró los ojos del Alpha, estos se prendieron en el característico color dorado de siempre y sonrió con picardía por interrumpir en un momento tan intimo.

   Eren no se había percatado de la presencia de la castaña, de todos modos ésta salió de la habitación sin hacer ruido.

   El lobo se tranquilizó al verse nuevamente sólo con su doncel y con suavidad se apartó de la piel del menor para atraer el rostro de éste. Eren le miraba soñador, con pupilas brillantes y mejillas coloradas, así que el lycan no pudo aguantar robarle un beso. Un jugoso beso al que Eren no se pudo negar.


   (...)


—Un par de meses después—


   Pasado el celo de Levi y mimando a Eren, el lycan por fin se había ganado un "te amo" por parte del menor.

   Eren sentía en lo más profundo de su ser ese sentimiento llamado amor, sabía que sólo lo sentía cuando Levi estaba con él, sabía que ya era hora de decírselo. Y entonces, cuando el mayor menos se lo esperó, Eren en un susurro ya le había dicho "te amo" antes de dormir, le decía "te amo" cada que iba de cacería, le decía "te amo" cuando le acompañaba a leer algún libro.

   Y aunque Eren pensara que aún no era suficiente con decirlo, para Levi esas palabras del menor eran la mejor parte de su día.

   Era un día de cacería cuando Eren se vio sólo en la cama, esperando en medio de la noche a que su lobo llegara a abrazarle para dormir, pero el sueño que sentía era mayor al que su cuerpo podía aguantar.

   Con tristeza se acostó en la cama y se prometió que no se dormiría, pero eso había sido una cruel mentira pasados los minutos en los que el castaño cerraba los ojos para caer ante los brazos de Morfeo. Sentía frío, pero en medio del sueño eso no le haría despertar.

   Sin embargo, Levi llegó unos minutos después. Venía cansado, ciertamente molesto y sucio.

   Tras una rápida bañada, se acostó al lado del doncel que temblaba de frío y que respingó en cuanto sintió su cuerpo tocar el ajeno. Levi arropó al menor y lo abrazó por la espalda para brindarle algo de calor, notó el gesto triste que el chico tenía en su rostro, así que le beso la coronilla para intentar calmarle.

   El castaño se sintió tranquilo al sentirse envuelto en unos brazos tibios, al sentir un dulce beso en su cabeza y escuchar el característico bufido del lycan antes de dormir.

   El lobo aproximó con cuidado sus manos hacia la cintura del menor, le apegó a su torso y cerró los ojos. Casi tocando el sueño, sus cálidas manos recorrieron el vientre del castaño por simple costumbre y se encontró con algo diferente esta vez.

   Levi apenas pasó su mano por el vientre del menor cuando sintió que estaba un poco abultado, algo insignificante para cualquiera, pero algo extraño para el gran lobo que conocía aquel cuerpo mejor que nadie. Abrió los ojos preocupado y palpó con cuidado la zona inflamada, Eren se movió al sentirse molestado, frunció el ceño y terminó por darse la vuelta.

   Levi alzó una ceja y con cuidado se deslizó hacia el abdomen del doncel, miró con atención esa zona abultada y colocó la palma de su mano allí, viendo que la inflamación era del tamaño de ésta.

   Con una ligera sonrisa volvió a su posición frente a Eren, esta vez le besó la frente y le abrazó con cariño para por fin rendirse ante el sueño.


—A la mañana siguiente—


   Por primera vez en mucho tiempo, Eren se había levantado para hacer el desayuno.

   El dulce olor despertó a la manada y Eren, al ver que faltaba Levi, fue a despertarle para que fuesen a desayunar. No contaba conque el Alpha le obligase a acostarse y le encerrara entre sus brazos.


—Te faltó mi beso mañanero— el azabache hablaba con los ojos cerrados, sin ver el mohín que el menor había hecho al verse en tal trampa lobuna.


   Aun así, con cariño se acercó al rostro del gruñón lobo y besó sus labios con suavidad, se deleitó al sentir como el Alpha respondió a su beso y como le rodeaba las caderas como nueva trampa.


—A desayunar, Señor Lobo Malo— rio el menor y Levi abrió los ojos.


   (...)

   Por mucho que quisiera negarse, Eren tuvo que dejar que Levi fuese de cacería con la mayoría de la manada. Le habían invitado, pero últimamente había estado enfermo y vomitaba, por lo que se negó a ver como mataban a alguna bestia.

   El chico aun así no se quedó sólo. Marco vigilaba las afueras de la guarida y Petra le acompañaba mientras contaban algunas historias entre ellos.

   Sin embargo, el día estaba muy tranquilo y eso era sospechoso para el lobo que cuidaba las afueras.


—¡Marco!— una voz familiar para el recién nombrado le hizo voltear a ver a su "amigo"—. Perdona por llegar tarde, Erwin me mandó a hacer unos arreglos.

—No te preocupes, Jean— el pecoso sonrió tierno para el castaño claro.

—¿Dónde está tu manada?— Preguntó Jean calmado.

—Fueron de cacería. Eren y Petra están adentro.


   Quizá era mala idea que un lobo fuera de la manada supiese de ellos, pero Jean era un lob distinto ante los ojos de Marco. Hacía días se habían conocido, y había empezado una linda amistad en la que el lobo mostaza le hacía bromas al lobo azabache, y éste le curaba las heridas cada que volvía de una pelea, porque Jean era una persona de carácter difícil y sólo confiaba en Marco para curar sus heridas.


—Escuché que la aldea del norte ha estado preparándose para atacar a las manadas de lycans, ¿has escuchado algo de ello?— Jean comentó aquello con seriedad, y Marco le miró con impresión en clara negativa—. Se dice que el equipo de exterminio es bueno...


   Marco estuvo por responder, realmente estaba impresionado, pero un ruido entre las ramas le alertó de inmediato.

   Jean igual miró a su alrededor en busca de algo que fuese inusual.

   De la nada, un sin fin de flechas nacieron entre los árboles. Flechas que fueron disparadas hacia el par de lobos desprotegidos. Jean rápidamente agarró la mano de su compañero y se adentraron a la cueva, tras las grandes piedras, y Marco entró en pánico.


—Hablando de ellos...— Jean chasqueó la lengua.


   Entonces empezó a aullar lo más alto que pudo. Aulló tal cual lobo a la luna, esta vez en alerta a toda bestia que estuviese en los alrededores, rogando porque los lobos se prepararan para los invasores de sus tierras. Marco copió su aullar, aulló fuerte y claro, los pájaros escaparon de los árboles al verse asustados por tal alerta.

   Petra escuchó el aullar, sus orejas se enderezaron y se puso en pie para encaminarse a la entrada. Al salir de la habitación, vio lo que jamás hubiese imaginado: un trío de humanos con ropas inusuales bajaban del muro de piedra y en cuanto la vieron, le dispararon unos dardos que fueron imposibles de esquivar.

   La chica cayó inconsciente.

   Eren entonces salió de su habitación conmocionado, vio a Petra y se acercó a ver qué le había ocurrido. Su corazón se aceleró al ver que unos humanos se acercaban a él con claras intensiones de agarrarlo, y su intento de huida no sirvió de nada.


—¡Suéltenme!— El doncel intentó forcejear.

—Venimos a salvarlo, quédese quieto— demandó con molestia uno de los chicos que quería agarrarlo, y Eren se molestó por el tono que el muchacho había usado.

—No necesito que me salven, idiotas. ¡Déjenme!— Su ceño se frunció y una patada voló a la entrepierna de uno de los chicos, cosa que le dejó libre por un instante.


   Aun así, el castaño fue rápidamente capturado y drogado, sus ojos pesaron y sus fuerzas se desvanecieron de su cuerpo. Temió por su amiga, temió por si mismo, temió por Levi, ¿qué estaba pasando? ¿por qué les atacaban?


   (...)


   La manada de Levi estaba en un claro, alejados del bosque, cazando las mejores bestias que se cruzaran por su camino.

   Habían oído del acecho de los cazadores y necesitaban comida para buscar un mejor escondite, Levi pensaba principalmente en su pequeño doncel que le esperaba en casa sin saber lo que pasaba.

   Fue en medio de la matanza a una bestia, que los aullidos de los lobos resonaron en los oídos de los lycans. Cada lobo se volvió al bosque con gesto curioso, y los aullidos aumentaron, diferentes tonos en diferentes áreas del bosque. Era una alerta general.


—Eren.— Levi sintió que algo muy malo estaba por pasarle a su pequeño niño.


   El Alpha quiso correr, quiso adentrarse en el bosque para buscar al doncel, tenerlo a su lado, pero no era de un líder el dejar a toda la manada sola.


—Ustedes vayan a la guarida— fue su primera orden, todos le miraron atentos—. Ataquen a los invasores, devórenlos si es necesario, que no quede rastro de ellos en nuestra parte del bosque.


   Los lobos sintieron la adrenalina que el Alpha generaba en sus cuerpos, los ojos de cada uno se iluminó en instinto.


—Hanji— llamó el azabache a la mujer ahora con semblante serio—. Vendrás conmigo a recorrer el territorio para acaparar más territorio y atacarles.


   La castaña asintió.


—Nos vemos, Heichou— cada lobo se retiró a su misión.

—Vuelvan con vida— deseó al ver a cada integrante de su familia alejarse.


   Y Levi junto a Hanji fueron por otro camino, otro sendero en busca de algún invasor que quisiera luchar contra el mismo dueño del bosque.

   Sus pasos eran firmes, Levi por un instante quiso pensar que todo iría bien con Eren y su manada, pero un lejano llamar despertó su bestia por completo, sintió como su corazón se estrujaba, como sus ganas de matar aumentaban.

   ¡Levi, ayúdame!

   Hanji también había escuchado ese llamado y miró a Levi, vio como las garras del lobo crecían, como en sus mejillas nacían oscuras marcas y como sus ojos se encendían en dorado. No pasó mucho cuando el lycan corrió hacia el sonido de la voz de Eren, y Hanji le siguió de árbol en árbol, cuidando su espalda de cualquier atacante.


   (...)


   Eren había despertado con el cuerpo amarrado, su boca estaba tapada por un trapo y no podía distinguir en qué cosa estaba encerrado. Su respiración se entrecortó al no ver pizca de sol, su temor aumento al sentir que donde sea que estuviese se estaba moviendo con gran velocidad.

   Forcejeó hasta sentir que el pañuelo alrededor de su boca había caído y gritó, gritó lo más fuerte que su garganta le había permitido, gritó en busca del Alpha que le salvara, gritó hasta que lágrimas salieron de sus grandes ojos.

   Gritó sabiendo que en algún lugar Levi le escucharía, porque Levi siempre iba en su auxilio, siempre estaba allí y esta vez Eren quería creer que no sería diferente. Sin embargo, se sintió acompañado en medio de su desesperación, uno de sus raptores había entrado a la caja en la que le llevaban y tras inmovilizarle, le drogaron nuevamente.


   (...)


   Levi corrió lo mejor que pudo, no quería imaginar su vida sin Eren, estar sin él sería un delirio al cual no se sometería.

   Seguía los gritos del menor, se oía tan desesperado que el Alpha se negó a detenerse a pensar, simplemente siguió su oído, los gritos. Pero los gritos callaron de repente.

   Aun así no se detuvo.

   Sus piernas daban para correr todo el bosque si era necesario, encontraría a su doncel en donde fuese, mataría a cualquiera que le pusiera una mano encima. Levi no estaba en sus cabales, estaba descontrolado, ansioso, su bestia interna rugía de ira al ver que su pequeña pareja había desaparecido.

   Corrió hasta que finalmente el aroma de Eren tocó sus fosas nasales y aceleró su paso sin saber a dónde llegar, a quiénes enfrentaría, qué le esperaba. Sólo sabía que tendría al castaño entre sus brazos, tendría a su querido niño contra su pecho y lo sacaría de donde sea que estuviese.


   (...)


   En cuanto Eren recuperó el conocimiento, se vio atado con cadenas a la pared, con la boca tapada y en lo que parecía una choza. Frunció al instante su ceño al presentir que había vuelto con los humanos, con los seres que le habían vendido, pero supo que no podría forcejear a no ser que quisiera romperse los huesos.

   Aun así agitó su cabeza hasta el trozo de tela cayese al suelo, sintió un fuerte dolor en su garganta y tosió sin querer, sintiendo en ese momento como si su garganta se desgarrara.


—¡Eren!— Una chica de cabellera negra había entrado a la habitación, se veía aliviada y ciertamente conocida ante los ojos verdes del menor. A paso rápido se acercó a abrazarle, cosa que desconcertó al castaño y con cuidado le ofreció un vaso de agua— ¿Estás bien? Les dije que te trajeran con cuidado.


   La muchacha se vio ferozmente alejada en cuanto sus palabras terminaron. Eren, tras tragar el agua, empezó a toser por la mala impresión que tuvo de la persona ajena, se asustó al sentir un raro sabor en el agua e intentó escupir, pero ya era tarde.


—¿Eren? ¿No me recuerdas? Soy Mikasa— la chica parecía inofensiva, no aparentaba querer molestarle.

—Mikasa...— Eren la recordó, era una amiga de cuando era pequeño, pero se había mudado de la aldea y tras ella, el pequeño se quedó sólo. No sonrió, sólo asintió—. ¿Por qué me trajeron aquí? Quiero volver, Mikasa.


   El rostro de la chica pasó de una sonrisa a una mirada neutral hacia el chico.


—¿Qué?— Se vio confundida—. Pero Eren, te salvamos de esas bestias.— Se refería a Levi y su manada— Has de estar asustado, ellos ya no vendrán por ti. Tranquilo.


   La chica intentó acercar su mano al rostro del castaño, pero Eren se negó a ser tocado por ella. Quizá fue una amiga, una amiga que le dejó cuando era demasiado pequeño, una amiga que ahora le quitaba toda la felicidad que tenía.


—¡Claro que estoy asustado!— Gritó con rabia el chico—. No quiero estar aquí. Quiero volver a casa.

—Esta es tu casa, Eren— intentó la chica convencer al castaño, algo de lo que Eren se burló internamente—. Esas bestias de seguro te hicieron algo, traeré a algún médico para que te revise.

—¡Maldición, Mikasa, déjame ir!— El chico nuevamente forcejeó.

—Hice todo esto por ti, Eren. Quiero que volvamos a estar juntos tal y como cuando eéramos pequeños. ¿Recuerdas?

—No volveré con ustedes, Mikasa.— Eren sonó firme— Tu ya no eres mi familia, tu ya no eres nada para mi más que un vago recuerdo. Desátame ahora, déjenme ir si no quieren morir.


   La azabache suspiró con pesar en lo que se colocaba de pie. Eren siguió forcejeando, pero temió en cuanto sus muñecas dolieron por lo que dejó de moverse.


—No te llevaremos con esos animales, Eren— comentó con seriedad Mikasa—. No vendrán por ti, nos encargaremos de exterminarlos.


   Y el doncel la miró con el ceño fruncido, molesto, pero decidió callar ante la persona que tenía en frente. Sabía que ninguno de sus amigos caería ante los cazadores, sabía que todos saldrían sanos y salvos, sabía que Levi vendría por él.

   Bajó la mirada y encogió sus piernas, intentó ponerse cómodo en lo que la chica abandonaba la habitación, intentó aguantar la tristeza que pegó contra su corazón al verse sólo en el cuarto, con personas que no conoce y que sólo querían lastimar a sus amigos, intentó aguantar las lágrimas de desesperanza porque Levi no viniese por él.

   Entonces, un coro de aullidos se oyeron a lo lejos de la habitación en la que estaba el doncel, alzó la mirada a la pequeña ventana que estaba al final superior de la pared y mordió su labio preparándose para gritar, pero al abrir la boca, su voz se quedó trabada en su garganta y el dolor en ella aumentó.

   La desesperación invadió su cuerpo al no escuchar su voz, no tan alta como antes, sólo ligeros murmullos que dolían y quemaban su garganta. Quiso estallar en llanto al pensar que sus gritos no llegarían al lobo Alpha que sabía le buscaba. Hizo sonar las cadenas de sus manos en busca de llamar la atención de alguien que no fuesen los humanos.

   De repente el cansancio pegó contra su cuerpo, odiaba como últimamente se estaba sintiendo, como sus sentimientos estaban a flor de piel, su sensibilidad había aumentado, pensaba que estaba enfermo.

   Pensó lo más que pudo en Levi, en llamarle para que llegara a su lado a salvarle, y al parecer sus súplicas habían funcionado.

   Un gran estruendo se escuchó a las afueras de la habitación, gritos se oyeron y pronto la puerta de la pequeña alcoba había sido arrancada hacia afuera. Eren miró atento a quien venía a destrozar la choza y al otro lobo rubio que se acercó a destrozar otra de las puertas, en busca de alguien también.

   La fiera mirada de un poderoso lobo apareció tras la madera vuelta trizas, una filosa mirada dorada que era adornada por marcas negras en las mejillas del lobo.

   Levi finalmente había llegado a su destino.

   La mirada del lobo pronto se apaciguó al ver al pequeño doncel encadenado a la pared. Con rapidez se acercó y con un simple movimiento de garras rompió las cadenas, de inmediato recibió el cálido abrazo del menor, pero su instinto sobreprotector y colérico de lobo no desapreció en ningún momento.

   Con cuidado palpó el rostro del doncel el cual estaba humedecido por las lágrimas que habían corrido hasta la barbilla, deslizó sus manos por el cuello del menor, tocó con ambas manos su cintura hasta rodearla con uno de sus brazos y en lo que Eren se aferraba a él en una abrazo, tocó con suavidad el vientre del muchacho en busca de la calidez sentida la noche anterior, esa calidez de otro cuerpo aparte del de Eren.


—Llé-Llévame a casa, Levi. Por favor.— El lobo frunció más su ceño al escuchar la susurrante voz del doncel, notó el dolor que el chico tuvo al hablar.

—No hables, mocoso. Te sacaré de aquí.— Y justo antes de que se colocara en pie, una flecha rozó su brazo, una flecha de metal que hizo enfadar más a la bestia.

   El doncel se preocupó al ver la sangre brotar del brazo del Alpha, intentó acercarse a la herida pero Levi no le dejó moverse. El mayor se volvió con lentitud a su atacante, se encontró a la chica azabache con un arco y flecha en la mano, y al instante gruñó al mostrar sus afiladas garras.

   La chica mantuvo su puntería al pecho del Alpha, dispuesta a disparar ante cualquier movimiento del mayor.


—Pensaba matarte en otro sitio, no quiero que Eren se ensucie con la sangre de un lobo— Mikasa aun así no desvió su flecha, mantenía el pulso.


   Levi sólo quería matarla en cuanto le escuchó nombrar a Eren.


—No te atrevas a pronunciar su nombre con tu inmunda boca, humana desdichada. Has invadido terreno ajeno, y no soy el único que lo sabe. Tus días están contados.— La amenaza del lobo había erizado la piel de la chica, pero esta se negaba a creer en las creencias de los pueblos hacia las bestias que supuestamente les protegían.


   Más aullidos se escucharon, la chica se volvió y Levi hizo un ligero movimiento que alertó a la cazadora. La chica disparó.

   Entonces el suelo tembló, la casa estaba por caerse sobre sus cabezas y la chica temió en ese momento, bufó al soltar la flecha y sin ver donde había dado, salió corriendo de la casa con largas lanzas en sus manos, preparada para matar. Pero al salir, lobos y Alphas la miraban con clara molestia, cada manada había sido atacada, hubieron muertes de lycans inocentes, y no estaban dispuestos a rendirse.

   Por otro lado, Levi fue abruptamente pegado a la pared en cuando la chica soltó la flecha, esperaba sentir algún dolor en su cuerpo por la flecha de acero, pero se vio protegido por el pequeño cuerpo del doncel sobre su pecho.

   Sus manos tocaron el cuerpo del menor, tembló en cuanto al toque pero pudo asegurar que el chico seguía vivo. Con rapidez y cuidado alejó el cuerpo del doncel de su pecho, le detalló y vio al instante la sangre que brotaba del brazo del castaño.


—Le-Levi... Quiero dormir contigo en cuanto llegue a casa.— Rio el menor con claro cansancio en la mirada. Su brazo dolía con intensidad.


   El mayor no fue capaz de responder. Respiró profundo y cargó al muchacho en sus brazos, éste al instante se acurrucó en su pecho y se dispuso a dormir, porque ya el sueño era demasiado para su cuerpo. La herida era demasiado profunda como para que la saliva del lobo le sanara antes de que se desangrara.


   (...)


   En cuanto se vieron en su antigua guarida, Hanji se encargó de curar a Eren mientras Levi le miraba en silencio sentado en la roca al lado de la cama.


—Lo drogaron también... —comentó interesada la loba antes de quitarse sus gafas—, pero se recuperara en unas horas. Su voz volverá a la normalidad y su herida ya está sellada, pero durara un tiempo en cicatrizar.


   Levi asintió.


—Aun así, debemos irnos de aquí.— La guarida estaba por completo en ruinas, al aire libre y ante la vista de cualquier bestia, pero no había otro lugar lo suficientemente cómodo para curar al doncel.

—Pasaremos la noche aquí— informó el mayor—. Todos luchamos el día de hoy, no nos falta ningún compañero y estamos cansados. Haré guardia afuera, ustedes vayan a dormir.


   Levi finalmente se puso en pie y miró a su compañera, luego a los curiosos lobos malheridos que se asomaban afuera.


—A sus habitaciones— exigió con el ceño fruncido y cada lobo corrió a su pequeña cueva.


   En cuanto Hanji notó que nadie más estaba en la entrada, miró de nuevo a su líder y compañero. El lobo azabache miraba con detenimiento al doncel que respiraba con lentitud y detallaba el rostro dulce del menor.


—Está en cinta— comentó Hanji mirando igual al castaño.

—Lo sé— respondió sin miramientos el Alpha.

—¿Él lo sabe?


   Levi negó con sus brazos cruzados. Su mirada neutral no podía alejarse del tierno doncel que tenía ante sus ojos, ese lindo y terco muchacho que llevaba en su vientre una pequeña y especial vida.


—Se lo tienes que decir, Levi. Él no sabe el verdadero significado de ser un doncel.

—Lo sé, Hanji— esta vez el Alpha la miró con seriedad—. Le explicaré lo que pasa, pero no pudo decírselo por ahora, no mientras esté vulnerable.


   Hanji asintió y con un agite de mano, abandonó la habitación. Levi suspiró cansado, el gran recorrido por el bosque ahora le estaba cobrando con el cansancio, pero tenía que aguantar la noche.

   Con cariño se acercó a besar la frente del doncel, luego le acarició los labios, los rozó con suavidad y terminó por arropar adecuadamente al chico que en cualquier momento tendría hambre. Otro pequeño problema que Levi tendría que resolver, buscar algo de comer para todos, un lugar donde cocer la comida, muchos problemas habían llegado al mismo tiempo.

   Salió tras un bufido de la habitación, se sentó a las afueras de la entrada y vigiló cada movimiento de las ramas, cada brillo inusual del cielo, cada brisa que azotaba su rostro.


   (...)


   Pasadas las horas con la luna llena, el Alpha apenas había visto un par de mapaches y culebras, animales inofensivos que le temían al gran lobo de mirada fría y ceño cansado.

   Fue en medio de sus pensamientos que el crujir de una rama a sus espaldas le hizo voltear, y allí en la entrada y con sábanas cubriendo su cuerpo, Eren frotaba uno de sus ojos. La mirada del castaño estaba cristalizada y pronto bajó su cabeza con pena.

   El lobo rápidamente se puso en pie y se encaminó hacia el doncel, le abrazó contra su hombro y el sintió como los delgados brazos del muchacho se aferraban a su espalda.


—Pen-Pensé que había sido una pesadilla...— un ligero sollozo salió de sus labios—, pero me desperté y no estabas, todo estaba oscuro y destrozado. Todo esto fue mi culpa.— Y el agarre del chico se acentuó en lo que sus lágrimas cayeron.


   El Alpha acarició la melena suave del doncel y con cuidado le apartó. Eren le miró con grandes ojos cristalizados y el labio inferior con ligeros espasmos que lo volvían tentador. Con amor le besó la frente y secó las lágrimas sin importar que el castaño tuviese el ceño fruncido.


—No fue tu culpa, mocoso. Todo estará bien en la mañana— Levi hablaba en susurros, suaves susurros que calmaban a Eren—, vuelve a la cama.


   El menor se negó de inmediato y se apegó con la poca fuerza que tenía al torso desnudo del Alpha.


—¿Me puedo quedar contigo?— El menor evitó alzar la mirada, sabía que Levi le diría que no con una simple mirada.


   Aun así, el azabache le cargó por la cintura y se encaminó a la roca donde estaba sentado. Acomodó la frazada que el doncel llevaba sobre sus hombros para que le cubriera el cuerpo e hizo de sus brazos y piernas el lugar perfecto para que el chico descansara. Eren sonrió alegre al verse rodeado de la calidez del lobo, se acurrucó y utilizó el pecho del mayor como almohada.


—Eres un niño terco, ¿sabías?— Levi no le miraba, pero sus manos se dedicaban a acariciarle la cabeza para atraer nuevamente el sueño.


   Eren asintió dichoso.


—Duerme, mañana tenemos mucho que hacer.— Intentó exigirle con neutralidad, pero el castaño sólo jugaba con sus manos con nerviosismo.

—Escuche cuando Hanji y tu hablaban...


   Esta vez Levi dejó quieta su mano, tragó saliva disimuladamente y con lentitud miró los curiosos ojos verdes del doncel, esos grandes orbes que brillaban con la luz de la luna reflejada en ellos, esos ojos que le hipnotizaban.


—Eren...

—Hace unos años descubrí un libro en el cuarto de Hanji, el libro era bonito y yo era curioso...— Levi le miraba atento—. Me lo llevé a escondidas. Era del estudio de los cuerpos humanos y animales, y la palabra "doncel" apareció entre los subtítulos del libro. Pensé que diría eso que ustedes me dijeron de pequeño, pero ahora sé lo que realmente significa.


   Levi se sintió nervioso, sin palabras, quiso desviar la mirada pero le fue imposible. Entonces una sonrisa apareció en los labios de Eren...


—Pensé que estaba enfermo, he vomitado mucho y yo no era tan emocional cada vez que te ibas a cazar o algo, o tan alegre cada vez que regresabas; yo no era tan extremista— Levi rio al recordar cada uno de esos momentos en los que Eren le recibía con reproches y besos—. Nunca terminé de leer sobre los donceles de todos modos, pero creo que hubiese dicho todo esto.

—Eren... ¿Estás arrepentido de algo?— El lobo no pudo evitar preguntar.


   El castaño con brillante mirada, se acomodó en el regazo de su pareja y rodeó su cuello con los brazos, dejando en ese momento que la frazada se deslizara hasta sus caderas. Con cariño besó los labios del Alpha, un beso tierno en el que la calidez se apoderó de ambos cuerpos en medio de feroz frío de la noche.


—Estoy feliz de ser el único para ti, gran Señor Lobo— Eren terminó con cuidado aquel beso, aún cercano al rostro ajeno para admirar la mirada del lobo—. Siempre intenté ser lo mejor para ti, ser valiente, fuerte, aprender de todo para valerme por mi mismo... Pero no quiero una vida sin ti, así pueda tenerla. Quiero estar contigo.


   Levi se vio incapaz de contestar, estaba impresionado por las palabras recibidas del doncel tras saber la verdad, tras la confesión de su amor por sobretodo, por la mirada dulce y cristalina que el castaño le dedicaba. Pronto sus brazos se apoderaron de las caderas del menor y sintió inmensas ganas de abrazar al castaño, de apretarlo contra su cuerpo, de sentir más vida en su pequeña silueta.


—Eres un mocoso posesivo— Levi fijó su mirada en los orbes verdes—, terco— se acercó lentamente a los carnosos labios que le sonreían con ternura—, un mocoso que es sólo mío.


   Y selló aquella promesa con un beso, como cada promesa que hacía con Eren, cada promesa que cumplía por más que le contase la vida. Eren era su alma, era parte de sí y ahora estaba por cumplir otra de sus más grandes metas: tener hijos con él.

   Eren nunca imaginó que conocería a Levi, y que éste se enamoraría de su simple persona, que tendría una familia, que tendría un amor y que tendría hijos. Que tendría más vida de la que nunca tendría en la aldea, con los humanos, las personas que le vendieron y de las que no necesitaba saber.


—Pequeño, en serio es hora de que vayas a dormir— Levi, por un segundo, logró apartarse de los labios del castaño para mirarle con seriedad, esa neutralidad que se mezclaba con el cariño que le tenía al chico frente a sus ojos.

—Si vienes conmigo, si.— Eren no daba tregua, y Levi no podía dejar su puesto.


   A pesar de que el lobo estaba conmovido por la tranquilidad y ternura de Eren, no podía dejar de cuidar la destruida guarida, pero tampoco quería dejar sólo al castaño. Tras un suspiro de resignación, acomodó con cuidado al doncel entre sus brazos y volvió a cubrirle con la frazada.


—Te amo, Levi— todo el sueño perdido más las caricias que el lobo le daba a su cabeza, provocaba que Eren fuese nuevamente golpeado por el cansancio y el esfuerzo del día. Aun así, estaba por fin en brazos de Levi, eso le daba seguridad.

—Te amo, Eren— Y como si fuese un hechizo, Eren terminó por dormirse tras el beso que el Alpha le dio en la frente.


   —Años después—


   La clara luna alumbraba la noche en la que todos dormían en sus habitaciones.

   Un muchacho de castaños cabellos dormía ameno entre las suaves sábanas en su cama cuando unas grandes y frías manos se deslizaron por su cintura hasta llegar a su vientre.

   El joven sintió su piel erizada, su atacante sabía por donde comenzar a provocarlo y no pudo hacer más que morder su labio inferior para evitar decir alguna palabra inapropiada. Pronto quiso volverse para reclamarle a la atrevida persona que le tocaba con descaro pero se vio interrumpido por sus labios que le devoraban, le consumían y le inmovilizaban como si de un mortal veneno se tratase, un veneno que estaba dispuesto a saborear y a guardar en su paladar.

   El aliento del castaño fue vilmente robado en aquel instante, todo el sueño desapreció de su cuerpo y con cariño terminó de volverse a la persona que se atrevió a despertarle. Sintió como su piel era recorrida por las grandes manos, como sus nervios eran descolocados por las astutas manos y como sus labios eran domados sin terminar de ser lastimados.

   Con los ojos entreabiertos, admiró una dorada mirada, esa que devoraba su alma por completo y jugaba con sus sensaciones. Sonrió en medio del jugoso beso antes de rodear el cuello de su atacante para sentirse más cómodo, y las manos ajenas llegaron a colarse entre la holgada ropa para hacer desastres en la tersa piel morena.

   Un jadeo involuntario emergió de labios del castaño y su atacante sonrió pícaro, una sonrisa casi inexistente, dispuesto a atacar nuevamente al indefenso menor que estaba bajo su control.


—No creo que sea un buen momento...— Rio en voz baja el castaño ante la cercanía del lobo y admiró entonces el ceño fruncido del mayor en cuanto terminó su frase.


   El azabache no reparó en la palabras de su presa y volvió a robar sus labios en un necesitado beso, el menor no tenía la fuerza y voluntad para detenerle, había pasado un tiempo desde que su cuerpo había sido tocado de ese modo.

   El feroz lobo terminó con suavidad el beso para seguir su recorrido en el cuerpo de piel morena, sus ojos brillaban al ver ese delicioso cuerpo para él sólo, todo para devorar de un solo bocado, el mejor bocado de su vida cada vez que lo probaba.

   El menor acarició con ternura su mejilla, intentó calmar a la despiadada bestia, pero esos cariñosos toques solo hacían que el lobo sintiera mayor deseo y hambre por el chico frente a sus ojos.

   La piel fue adornada entonces con besos en el cuello, marcas en la clavícula, besos succionadores en el pecho y de resto, besos llenos de electricidad para disipar el sueño. El castaño estaba cayendo bajo el mando del lobo, bajo sus oscuras garras y deseos, cuando un bajo sollozo se escuchó en la habitación.

   La pareja miró al mismo tiempo de dónde provino aquel sonido, y se encontraron con un par de niños abrazados a su lado, durmiendo entre las sábanas que repentinamente les había abandonado, ocasionando el frío por el cual se quejaban. Ambos menores eran hijos de lycans, era obvio a simple vista, pero no de un simple lycan, sino del Alpha de una manada y su pareja, un doncel elegido por la luna.

   El lobo gruñó antes de alzar la mirada al castaño, el chico mantuvo la mirada en el par de menores pero pronto volvió sus verdes orbes a la atención del lobo. El feroz lobo, gracias a la poca luz de la luna que entraba a sus aposentos, detalló el rostro angelical de su presa: los grandes ojos, los deseosos labios, las largas pestañas, las coloradas mejillas. Y decidió que lo devoraría en otra ocasión.

   Resignado se acercó a los labios del menor, robó sus labios dulcemente y terminó por acostarse en la cama, viendo en ese momento como el chico le dedicó una sonrisa y arropó al par de niños con una frazada que les cubría a ambos.

   Con cuidado se incorporó en la cama, entre los brazos del vil lobo, y se sintió a gusto en cuanto el calor del cuerpo ajeno hizo que el frío desapareciera por completo de su cuerpo.


—En cualquier otro momento dejaré que me devore, Señor Lobo— rio con ternura el muchacho de castaños cabellos, y su cintura se vio al instante rodeada por unos fuertes brazos.

—Te devoraré, y no sabrás en qué momento, mocoso— El lobo arropó entonces la piel desnuda del menor, le acaricio la espalda y besó su frente antes de dormir.


   Su mirada pronto se posó en el par de críos que dormían a su lado. El mayor poseía castaño cabello liso, achinados ojos y largas pestañas, sin contar las orejas y cola del mismo color del cabello. El otro niño, el más pequeño, poseía despeinados cabellos azabaches y grandes ojos adornados por redondos pómulos, agregando igual unas peludas orejas y cola del mismo color carbón.

   El Alpha sonrió ante la vista que tenía de su familia, del par de mocosos y el mocoso mayor entre sus brazos. Suspiró finalmente para entregarse al sueño y dormir a su lobo interno, relajarse con el aroma del doncel y las suaves caricias que le daba a su espalda.


—Papi...— escuchó entonces, y abrió los ojos al mismo tiempo que Eren lo hacía.


   Al alzar la mirada, vieron al par de niños somnolientos de pie. Eren abrió con agilidad la frazada y dejó que los niños se integraran en la cama, estos se acurrucaron entre sí y volvieron a dormir.

   Eren y Levi se miraron enternecidos, uno más que el otro, y por fin cayeron ante el sueño en espera del siguiente día.

   31 de Marzo. Cumpleaños de Eren Jeager.


   ---Fin---

   He aquí el final owo ¿Lindo? Comenten de todas las locuras que quieran owo

   ¿Tenían alguna teoría? Porque se me ocurrió un extra pero será para otra ocasión -se le va a olvidar-

   Estuve pensando en el grupo de Facebook, y realmente tengo muchas dinámicas en mente. Comenten aquí una manito si quisieran estar allí /w\ Aun así, les avisaré cuando esté listo.


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