Lo Que Hace el Alcohol
~~Lo Que Hace el Alcohol~~
Una caída... Gracias a una caída no podía practicar hoy. La Grand Prix se acercaba y Viktor me enseñaba algunos movimientos para agregarle al baile, de forma que mostrara mi Eros, según él. Sin embargo, en cuanto tuve la primera caída hscia atrás al intentar hacer una vuelta, cosa que preocupó de sobremamera a mi entrenador, este no me ha dejado salir de mi habitación, como si fuese un niño pequeño.
Apenas una hora había pasado, y ya trataba de ir a la pista sin tener que encontrarme con Viktor, pero en cuando me veía, me cargaba sobre su hombro y sonreía al verme sonrojado por su acción. Gracias a ello, mi entrenador se dedicó el resto de la tarde a vigilarme mientras jugaba con Makkachin, lo cual era muy tierno ante mis ojos.
-Viktor, no es justo que me tenga que quedar aquí- Lloriqueé-. Me siento bien!
-La caída fue peligrosa. Prefiero que descanses...- Me miró el peliplateado, mostrando lo hipnotizantr de sus ojos-. En la noche podríamos seguir practicando.
-Falta poco para la Prix- Murmure, esta vez abrazando la almohada-, y quiero ganar- Concluí, evitando la mirada que Viktor me enviaba junto a su dulce sonrisa.
¿Era posible no estar enamorado de él?
-Eres un gran patinador, Yuri- Prosiguió tranquilo; sus pasos se hicieron oir en la habitación, por lo que levante la mirada.
En cuanto mi cabeza se despegó de la almohada para mirar al ojiaqua, me topé con sus ojos a centímetros de mi, su aliento pegando contra el mío y con el ceño neutral, como si estuviese evaluando algo. Inmediatamente sentí como el rostro se me calentaba, me recordaba al momento en el que decidió entrenarme, mostrando esa sonrisa coqueta, y ahora, gracias a su profunda mirada, estaba arrugando la rela de mi almohada por aferrarme a ella.
-Me encanta tu inocencia- Sonrió levemente y, sin esperarlo, me besó en un movimiento rápido.
No alcancé a corresponder, Viktor se había apartado suavemente y sonrió como siempre, tocando con el dorso de su mano parte de mi mejilla.
-Te traeré algo de comer. De seguro lloverá y algo caliente es lo mejor- Y con esa excusa salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de sí.
Solté el aire que se había guardado en mis pulmones, cosa de la que no me había dado cuenta. Makkachin corrió alegre hacia mi y lamió mi mejilla, volví en sí, y me desplomé sobre la almohada... A veces Viktor jugaba cruelmente conmigo. No sé lo que pueda sentir por mí, si será sincero, no sé si siente lo mismo que yo.
-Makkachin, creo que me estoy volviendo loco- Murmuré hacia el lindo animal que agitaba alegre su cola.
Woof
-Es la segunda vez que lo hace..., pero esta vez no hubo ocasión especial- Seguí hablando literalmente solo.
Woof! Woof!
-Eres un buen consejero, Makkachin- Sonreí y acaricie la cabeza de la mascota.
Juguetear con el perro significaba despejar mi mente, quizá por ello Viktor era tan relajado y sincero. Terminé sentado en el piso, jugando con las orejas peludas y esponjosas de Makkachin, este quieto mientras le daba mimos, de vez en cuando lamiendo mi mano.
-Makkachin, te aprovechas de que no estoy para seducir a mi Yuri- La voz del peliplateado inhundó mi cabeza y rápidamente le miré.
Sonreí ante su comentario, era divertido que me celara con un perro. En cuanto me fije mejor, Viktor traía en sus manos una bandeja con dos platos de katsudon, olían delicioso y el estómago me rugió instantáneamente, cosa que me dio cierta vergüenza con mi entrenador...
-Ven, Yuri- Me sonrió el ojiaqua-, vamos a comer.
Y sirvió la bandeja sobre la mesa en el centro de la habitación. Lo pensé un momento, un poco de katsudon no me haría mal, así terminé por sentarme frente a Viktor en aquella mesa en la que las sillas eran cómodos almohadones.
-Itadakimasu!- Dijimos al unísono y comenzamos a comer.
-No comas tan rápido, Yuri- Cantureó con una sonrisa alegre y prosiguió con su comida, mirándome con ternura y cariño.
Mastiqué y me rasqué la nuca nervioso. Era como si el reciente beso no hubiese pasado, quizá esa pequeña pizca de tristeza fue la que hizo que comiera con más lentitud. Por un momento pensé en que Viktor era muy sincero como para jugar con alguien, eso me dio esperanza, pero recordé que era alguien al que le gustaba jugar de esa forma, después de todo, era una persona muy cariñosa.
Al terminar de comer, Viktor insistió en que vieramos una pelicula, todo para persuadirme del patinaje, lo cual era raro en él. Ahora que lo pensaba bien, desde que Viktor volvió con Makkachin, ha estado más cariñoso conmigo y que me abrazara mientras veíamos la pelicula, era lo apropiado para describir a lo que me refiero.
"Eres un buen patinador" ¿Llegué a cumplir sus expectativas? ¿Llegué a complacerle? Me pregunté con cierta intriga; el sueño me invadía y el pecho de Viktor era una buena almohada, sobretodo cuando sus brazos descansaban en mi espalda y me permitía abrazarle.
Esas preguntas quedarían sin responder, dijo mi subconsciente,
Viktor Nikiforov es un misterio después de todo...
(...)
Al cabo de unos días, reanudé las prácticas sobre hielo; ya dominaba las vueltas y Viktor se dedicaba a mirarme mientras practicaba, una mirada ciertamente cálida y que me erizaba los vellos de la nuca... No sabía si amar y odiar el efecto que su mirada hacía en mí.
-Yuri!- Me llamó animado en cuanto salí de la pista. Atiné a alzar la vista en lo que desabrochaba mis patines-. Nos han invitado a tomar esta noche- Me informó con alegría, eso me hizo sonreír-. Vamos!
-Te ves feliz, Viktor- Reí leve-, pero hoy mi padre me tiene que hablar de algo- Recordé-. Puedes ir a tomar con los chicos, Viktor.
-Pero yo quiero ir contigo~- Lloriqueó mi entrenador.
-No puedo, Viktor- Me sentí mal al tener que decirle que no, por ello desvié mi vista hacia los cordones de mis zapatos.
-Ah~ bueno- Hizo un puchero. A veces mi entrenador era muy infantil.
-Puedes ir con los chicos- Le recordé mientras sonreía, tratando de que se animara un poco.
Se lo pensó por un momento y noté como, luego de un suspiro, relajaba sus hombros solo para desviar la mirada.
-Está bien- Soltó de una forma casi neutral, iba más para el lado desanimado-. ¿Estás molesto conmigo, Yuri?- Preguntó de improviso, capturándome nuevamente con sus ojos aqua.
-No, Viktor- Negué rápidamente en lo que me colocaba de pie-. Si no fuese tan importante, iría contigo- Mi voz bajó de tonalidad y bajé levemente la cabeza. No sabía por qué me sentía mal.
-Yuri...- Sonó sorprendido.
Hubo un momento de silencio. Sentí que Viktor me tocaría, quizá el hombro, y por ello alcé la cabeza. Sonreí ligeramente, era increíble como la neutralidad podía bajar los ánimos, y al parecer el peliplateado se había dado cuenta de ello.
-Vamos- Dije sin miramientos, nada había pasado, y di un par de pasos hacia la salida con mis patines en las manos y el bolso en el hombro.
Viktor me siguió, eran aproximadamente las 5:30 de la tarde, el sol era impresionante y ya extrañaba el frío de la pista.
Al llegar a la casa, Viktor pasó a darse una ducha y cambiarse de ropa, se veía atractivo y por un momento quise acompañarle, después de todo, recordaba la última vez que se había pasado de copas, pero deseché la idea ya que mi padre me esperaba en la cocina, para hablarme de algo que de seguro le preocupa.
-Nos vemos en la noche, Yuri- Se despidió mi entrenador con una sonrisa y la amabilidad que lo caracteriza, pero noté algo raro en su mirada, como si estuviese disculpándose, y aun así no pregunté si estaba bien.
-Cuídate, Viktor- Sonreí lo mejor que pude, ¿pensará que estoy molesto?
Y con ello salió de la casa, con una expresión fría y la frente en alto... Algo estaba mal, y aun así le dejé ir. Mi padre pasó por mi mente y, dejando mi preocupación de lado, me encaminé hacia la cocina sin convicción, encontrándome al mayor sirviendo un par de tazas de té.
-Hijo, ¿cómo te fue hoy en la práctica?- Estaba animado.
-Muy bien, papá- Sonreí, acomodando mis gafas-. ¿Sobre qué tienes que hablarme?- Fui directo, me sentía ansioso.
-Lo que pasa es que...- Comenzó lentamente, pausando por un instante que me preocupó-, tu madre y yo viajaremos mañana y tenemos que alojarnos en un hotel cerca de la estación de trenes.
-Oh...
-Y tu hermana va a estar con unos amigos. Las pequeñas harán pijamadas, supongo, y no serán molestas- Sonrió el señor. Ya veía a lo que venía.
-Padre...- Traté de apurar la conversación.
-Viktor te podrá hacer compañía en lo que volvemos- Quiso dar a entender mi padre.
Que momento tan oportuno para dejarme a solas con Viktor...
-Ya veo...- Comprendí-. Pueden ir tranquilos, cuidaré la casa- Sonreí, igual tenía que cuidar a las trillizas cuando volviesen del colegio.
-Gracias, hijo- Sonrió, dando un sorbo a su té.
Se mostró tan feliz, no podía decirle que no a su alegría. Bebí mi té con serenidad y la charla con mi padre era tan sólo aquella preocupación de que no me pudiese hacer cargo de la casa.
-¿A qué hora se van?- Pregunté de repente; por lo general, cuando se viaja en tren, el transporte del hotel nos lleva temprano a la estación.
-En la madrugada- Respondió amenamente, agarrándome por sorpresa.
-¡¿Eh?!- Dejé la taza de té sobre la mesa-. Entonces esta noche se tienen que ir al hotel- Hice saber, y mi padre asintió.
Suspiré resignado, me dejarían la noche sólo. Luego de haber terminado el té, ayudé a mis padres con las maletas y los despedí, un par de horas después, en la estación de taxis, siendo igual despedidos por las lágrimas de las trillizas y sus sollozos, eran las menores después de todo...
(...)
Era tarde y yo seguía esperando en la sala de mi casa. Viktor aun no llegaba y me estaba desesperando por ello; ya sabía que mi entrenador era malo para el trago, tal vez haya ido con Chris y Yurio, pero eso no me animana en lo más mínimo... Chris también se le unía a las copas y no creo que Yurio fuese capaz de traerlos a los dos, apenas era un niño.
Marcando casi la media noche, escuché la puerta abrirse silenciosamente y un par de torpes pasos. Me encaminé en puntillas hacia la puerta, dejando el libro que estaba leyendo a un lado, y vi como Viktor se quitaba los zapatos toscamente: estaba ebrio.
-Viktor...- Le llamé suavemente y me acerqué un poco.
-Yuri~- Me nombró con las mejillas coloradas y, sin previo aviso, se tiró encima mío.
Noté su tono lastimero y por un momento me aparté para verle el rostro con claridad. Sus ojos eran risueños y un mohín se formaba en sus labios, dejándome oler el sake que de seguro le había embriagado. Miré más allá de él, a través de la ventana; Yurio estaba de pie frente a la acera y, antes de que lo llamara, llegó Otabek en su moto, agarrándo sorpresivamente al rubio ya que este, aparentemente, igual estaba ebrio.
-No imaginé que Yurio se dejara influenciar, Viktor- Regañé indirectamente, y al nombrado le jalé la mejilla.
-Él quería tomar- Se defendió el peliplateado tal cual niño, recostando su cabeza en mi hombro, cosa que me hizo cosquillas en el cuello.
Otabek se mostró casi irritado, apenas y había fruncido el ceño, pero rápidamente acomodó al rubio en la parte trasera de su motocicleta, este inmediatamente se agarró de su cintura y el azabache arrancó la moto con cuidado. Me dio un poco de miedo por Yurio, apenas es un niño, pero con Otabek estaría bien.
-Yuri- La voz de Viktor me erizó la piel, ahora sus brazos rodeaban mi cintura y estaba apunto de cargarme-. ¿No me extrañaste?
Me sonrojé ante su pregunta, él me miró y se dio cuenta, por ello sonrió cálidamente. Estaba por decirle que se fuera a acostar, que le llevaría algo para que le bajara el nivel de alcohol, pero nuevamente me interrumpió...
-¿Por qué te gusta mentirme?- Su voz sonó nostálgica y su mano derecha acarició mi mejilla-. He querido hacer esto desde hace tanto- Canturreó.
Y antes de que preguntara el qué, sus cálidos labios estaban pegados en los míos, moviéndose con soltura e iniciativa mientras una de sus manos se pasaba a mi nuca para evitar que me separara. Pero no lo haría. Ya había caído ante el encanto de Viktor Nikiforov en el patinaje, ¿por qué no caer ante un beso? Sentía mis piernas hechas gelatina, y el sabor a sake de seguro quedaría impregnado en mis labios.
Sin embargo, cuando sentí la puerta de, aparentemente, mi habitación, abrí la puerta y dejé que Viktor entrara en lo que me alejaba de sus labios. Cerré la puerta en milisegundos y oí la ligera queja de mi entrenador al otro lado de la madera. Sentía mis mejillas ardiendo, tenía la piel erizada y olía el sake de mis labios.
Corrí hacia la cocina y preparé un poco de té de hierbas, eso de seguro haría que Viktor durmiera tranquilo y en la mañana no tuviese resaca. Traté de calmarme, de despejar mi mente, pero las palabras de Viktor hacían eco en mi cabeza...
"He querido hacer esto desde hace tanto"... ¿Qué habrá querido decir? Ya me había besado antes, no creo que se refiriera a eso. Aparte, ¿qué quería decir con mentirle? No he hecho nada fuera de lo común.
La tetera chilló con su característico pitido, con esa señal apagué el fogón y serví el agua rojiza en una taza, viendo el humo que salía de esta y lo relajante que era el olor de la hoja que le había agregado. Me encaminé a mi habitación y entré, esperando que Viktor aun estuviese despierto, pero estaba acostado en mi cama...
-Viktor...- Traté de llamarle en un susurro, sería mejor que durmiese luego del té.
-Yuri, duerme conmigo- Pidió risueño y noté lo cansado que aparentaba estar.
-Tómate este té, te hará bien- Ofrecí en voz baja, preferí ignorar su propuesta.
-Por favor...- Volvió a pedir el peliplateado, esta vez haciendo un espacio en la cama para que me acostara a su lado.
Sonaba tan cansado, y el aroma del té me cansaba también. Suspiré vencido y dejé la taza sobre la mesa de noche, seguido, me acosté al lado de Viktor. En cuanto mi cabeza estuvo sobre la almohada, los brazos del ojiaqua me rodearon y sentí su aliento mezclarse con el mío... De a poco el sueño fue venciéndome, los párpados me pesaban y sentí cuando me quitaron cuidadosamente los lentes del rostro.
-Viktor-
Yuri se había quedado dormido. No debió esperarme hasta estas horas, era muy tarde y bajo sus ojos ya se notaba el color oscuro de las ojeras. Quité sus lentes con cuidado y le arropé, pero un incontrolable deseo se apoderaba de mí, no sabía de qué se trataba...
Detallé el rostro de Yuri, sus mejillas coloradas y sus labios semi-abiertos me llamaban. Aun tenía uso de razón pero decidí ignorarlo por un momento y dejar que mis impulsos me guiaran. Lentamente me acerqué a sus labios, Yuri era de los que dormían profundamente, y aproveché para saborear sus besos, sintiendo como correspondía estando aún dormido.
Estaba dispuesto a experimentar con el cuerpo del inocente Yuri, mi pequeño aprendiz, el cual me seguía ocultando que estaba enamorado de mí. Por un instante, dejé sus labios, carnosos, me fijé en lo sonrojado que el castaño estaba, tan lindo como un niño tímido; seguí descendiendo por el cuello pálido, notando como sus vellos se erizaban, y marqué aquella piel con un par de succiones, tales como las de un pulpo.
Un suspiro logré escuchar. Levanté levemente la mirada y mi pupilo seguía dormido; sonreí picarón y seguí marcando la piel, deshaciéndome de la vestimenta de a poco, sin afán de despertar a mi presa tan rápido. El recorrido de besos y marcas llegó hasta el pecho de mi japones, sus pezones eran rosados y me llamaban a que me los comiera, cosa que hice sin pensarlo mucho.
Ah~! Ah...
Un gemido. Yuri había gemido en cuanto mi lengua rozó su pezón izquierdo, provocando igual que arqueara ligeramente su espalda. Sonreí en medio de mi comida, mordisqueando y succionando aquel pequeño pezón que inmediatamente se puso erecto y el mismo procedimiento hice en el otro, escuchando los jadeos de mi Yuri y viendo como una de sus manos se aproximaba a su boca para taparla.
-Oh, eso no, pequeño- Murmuré más para mí.
En pocos segundos me incorporé en la cama, sobre Yuri, y robé sus labios en busca de hacerlo gemir un par de veces, lo cual logré.
-Esto es un beso de adultos- Recordé con seducción, sabiendo que no me escucharía, pero por lo menos disfrutaría de la prometedora noche.
Volví a besarle, no sé cuantas veces le he besado ya, pero no me canso de ello. Pronto sentí sus manos en mi pecho, probablemente reaccionando ante el sueño que estaba teniendo.
-Vik-Viktor- Gimoteó mi nombre y se ganó mi sonrisa.
Finalicé aquel jugoso beso, viendo como Yuri mantenía su respiración irregular, y me dirigí en una gateada hasta su entre pierna, notando aquel bulto que había sido provocado por mi. Relamí mis labios y luego de haberme deshecho de las prendas que le cubrían, adentré su miembro en mi boca, escuchando lo agudo que había gemido mi pequeño patinador.
-Viktor...- Le escuché suspirar-. N-No
Miré su rostro, sus ojos ya estaban abiertos y estos resaltaban debido a lo cristalizados que estaban. Seguí con mi tarea, escuchando una ligera queja de Yuri, sintiendo como sus piernas temblaban ante la succión que hacía con mi boca.
Los jadeos de mi aprendiz eran suaves, bajos y excitantes. Mi lengua recorría el sexo del castaño y este temblaba con facilidad...
-Ah...! Viktor y-yo...- Intentó formular, pero sólo aceleré las succiones y los movimientos que hacía con mi boca, provocando que mi patinador se aferrara a las sábanas en cuanto se corría en mi boca, suspirando mi nombre.
Tragué aquel líquido sin vacilar y me posicioné sobre mis rodillas para empezar a desvestirme. Yuri se veía cansado, un poco sudoroso, y aun así su mirada estaba clavada en la mía. Me despojé rápidamente de mi ropa, tenía calor, y antes de que mi presa hablara, capturé sus labios mientras sus piernas rodeaban mi cadera... Era un movimiento involuntario.
Jugué con la lengua de Yuri, su inexperiencia hacía delirar mi pervertida mente en estado de embriagues. Sus manos acariciaron mis mejillas y así se deslizaron hasta mi cuello, cosa que me erizaba los vellos de la nuca y provocaba que le mordiera el labio.
Era maravilloso cumplir esta fantasía, no solo por ser eso, sino que hacer el amor con la persona que amas y te ama es una de las mejores sensaciones. Mientras dejaba los labios de mi patinador hinchados, aproveché para toquetear la erección que nuevamente tenía y, con la mano pegajosa por el pre-semen, deslicé mis dedos hacia la entrada de Yuri, adentrando uno lentamente.
-Vik-Viktor ngh!- Se quejó el menor. Mordí mi labio esta vez y proseguí con la dilatación en aquella virgen zona.
Yuri se esforzaba en cerrar su boca, pero yo le evitaba cualquier movimiento de manos gracias a la cercanía que teníamos.
-Relájate, Yuri- Susurré sobre sus labios-; sólo mírame.
Y mi pupilo me obedeció; su mirada ámbar se conectó con la mía, sus hermosos ojos estaban cristalizados y yo no dejaba de compararlo con un niño tímido. Entonces, en lo que el castaño calmaba su respiración, introdujé el segundo y tercer dedo dentro de él, sintiendo aquel espacio contraerse alrededor de mis dedos.
-Due-Duele, Viktor- Se esforzó mi japones por decir aquellas palabras, desviando la vista velozmente de la mía. Fue ahí en que algo se estremeció dentro de mí.
-Yuri...- Llamé su atención y, cuando me miró, noté la lágrimas que yo había provocado-. Me detendré.
No podía lastimar a la persona que más amo...
Sin embargo, mi aprendiz acarició mi mejilla con cariño y, evitando suspirar, negó con la cabeza.
-No he pedido que te detengas- Murmuró-. Quiero que seas feliz conmigo, Viktor.
No podía estar más embelesado con su belleza, su ternura, su todo. De a poco, mis dedos empezaron a moverse, Yuri se acostumbraba a la sensación, pero yo no podía aguantar tanto; estaba siendo cruelmente tentado por los suspiros de mi Katsudon...
En un abrir y cerrar de ojos, ya me encontraba posicionando mi sexo en aquella cavidad, esperando que mi castaño no se sintiera tan incómodo.
-Yuri, voy a entrar- Avisé, recibiendo un leve asentimiento.
Lentamente me adentré con cuidado en su entrada, era caliente y húmedo, y el cuerpo de mi patinador temblaba bajo el mío. Noté que se estaba tragando sus propias palabras, de seguro no quería hacer ruido, pero lo que mas deseaba era escucharlo...
-Yuri- Capté su atención, viendo sus hermosos ojos lagrimeantes-. No te puedes quedar callado...
Y sin aviso, el nombrado me atrajo hacia él y mordió mi hombro, dándome un pequeño dolor que de seguro pasaría. De pronto, sus caderas empezaron a moverse en cuanto mi hombría estuvo del todo adentro, cosa que me hizo gruñir en voz baja.
-Ah... Ngh...!- El castaño gemía suavemente en mi oído, probablemente regularizando su respiración de a poco-. Muévete... Viktor- Su voz sonó seductora.
Entonces, con el corazón a mil, moví mis caderas en un vaivén profundo y lento, tenía que acostumbrarse. Así, progresivamente, aceleré las embestidas y Yuri no dejaba de suspirar y gemir mi nombre; sentía sus uñas clavarse en mi espalda y, por ello, me dispuse a dejar una cantidad de marcas rojizas en su piel, distribuyéndolas por su cuello hasta sus hombros, dejando un par de ellas en lugares escondidos como detrás de las orejas.
-Dime lo que me escondes, pequeño Yuri- Gruñí en su oreja, embistiéndo un poco más fuerte que antes.
-N-No... Ah!... No hay n-nada- Apenas logró hablar. Sus jadeos escapaban solo para tentarme.
-Mientes, mi pequeño- Y embestí con fuerza, pegando justamente en su próstata, provocando que temblara y volviera a morderme.
Por un momento me separé de su cuerpo, admiraba su resistencia y la pondría a prueba. Sus ojos estaban llorosos, su frente perlada de sudor y sus piernas caían flexionadas a los lados.
-Dime lo que ocultas, Yuri- Pedí en un gruñido nuevamente, moviendo aún mis caderas.
-Ah... Y-Yo...- Trató formular; estaba seguro de que pronto se vendría.
Sus manos acariciaban mi rostro, agarré una de esas frágiles manos y besé la palma, memorizando como se veía mi pequeño patinador con las mejillas rojas, mis marcas en su cuello y gimiendo mi nombre, moviéndose de acuerdo conmigo. Rápidamente agarré su miembro, tape la punta, lo haría sufrir un poco.
-Vitya... P-Por favor- Gimoteó mi nombre, provocando que mordiera mi labio. Sabía como enloquecerme.
-Dilo- Aceleré las embestidas.
-Vik-Viktor, yo te...- Tragó saliva, y trató de acercarse a mis labios-. Yo te amo, Viktor Nikiforov.
Y con una sonrisa en la cara, algo pícara, terminé por besar a mi inocente Eros, sintiendo sus templadas manos acariciar mi nuca y enrredarse en mi cabello; mis caderas no dejaban su movimiento, ya había dejado su sexo y me dispuse a hacerlo sentir seguro entre mis brazos.
-Así me gusta- Murmuré sobre sus labios; ya me estaba acercando al climax y masturbé a mi patinador al compás de mi vaivén.
Así continue por un par de minutos, fue entonces que la característica ola eléctrica recorrió mi espalda y, antes de que avisara, Yuri me había besado en lo que se corría al mismo tiempo que yo. Sus lágrimas se liberaron finalmente, recorriendo sus mejillas, y su respiración pegaba contra mi oreja, haciéndome cosquillas; Suspiré ronco y Yuri trataba de mantenerse despierto, me enternecía el verle tan somnoliento.
-Yuri... Ey- Le llamé suavemente; con cuidado fui acostándolo en la cama y saqué mi miembro, escuchando un ligero suspiro de sus labios.
Yuri estaba quedándose dormido, me impresionaba la resistencia que tuvo para ser su primera vez; sonoba tan bonito. Sin embargo, me acerqué a su rostro y capturé su mirada, no podía dejar que se durmiera... aún.
-Di-Dime, Viktor- Balbuceó, esperando quizá a que me acostara a su lado.
Cuidadosamente agarré su barbilla, rocé sus labios y sonreí...
-Te amo, Yuri Katsuki- Murmuré y aprecié como las mejillas del nombrado tomaban más color.
Fue ahí cuando noté algo; sus ojos empezaron a aguarse y desvió la mirada. Se me hizo romántico y tierno. Tranquilamente busqué en uno de los cajones del buró y, sin querer, saqué una cajita cuadriculada de la cual Yuri no se había percatado.
Abrí la cajita; traía un par de anillos dorados, y de seguro mi pupilo los había comprado y estaba seguro de que uno era para mí, ¿Por qué? Porque llevaba mi nombre. Decidí, con una sonrisa, dejarlos de lado y esperar a que Yuri me los diera. Notando los pequeños hipidos del nombrado, me acerqué a besar su mejilla y su boca, finalizando con un beso en la frente.
-No me mientas, Yuri- Sonreí complacido y este me miró, tímido y avergonzado.
Supuse que no me respondería, así que me acosté a su lado y los acurruqué en mi pecho, sintiendo como sus manos completaban aquel abrazo con cariño y esa pizca de emoción que Yuri le agrega a todo. Apagué la luz y nos arropé, no me había percatado del frío, pero entre mi Katsudon preferido y yo, nos calentábamos.
-Que descanses, Yuri- Susurré en su oído; ya estaba dormido, por lo que sonreí.
-A la mañana siguiente-
Viktor, con un ligero dolor de cabeza, despertó gracias a la luz que entraba por la ventana. Vio a su lado a Yuri, este no había dejado de abrazarle y sus cabellos se veían despeinados. El peliplateado suspiró aliviado, pasando la mirada por su pequeño aprendiz y luego por la caja de anillos que había dejado sobre la mesa; no lo pensó mucho y estiró su brazo, alcanzó la caja y sacó uno de los anillos, el más pequeño, el que iba dedicado a Yuri, y se lo colocó en el dedo anular con sutileza, pero despertando al más bajo.
-Vik-Viktor- Titubeó el castaño y el nombrado le sonrió.
-¿Me lo pondrías?- Seductor, hizo aquella pregunta y Yuri no podía estar más rojo.
Este asintió, emocionado y nervioso, y agarró la mano de su entrenador. Este le miraba atento y, cuando el anillo fue puesto en el anular, se inclinó a besar los labios del japones, un tacto suave y tierno para ambos.
-Acepto...- Comenzó- estar contigo pase lo que pase.
Y Yuri sonrió feliz, ganándose una cantidad de besos en el rostro por parte de Viktor, el cual no soportaba la ternura que el chico irradiaba.
---Fin---
-Extra-
-Noche anterior-
Otabek, manejando la moto con cuidado, sintió como Yurio se sujetaba con fuerza de su cintura, quizá asustado. Estaba ligeramente irritado, nunca había dejado a Yurio ir a tomar solo, y esta vez, la culpa le corcomía al ver a su niño en ese estado.
Al llegar al departamento, Yurio apenas podía caminar, veía doble y todo daba vueltas. Otabek le había ayudado a caminar y el mayor se preguntaba por qué el rubio no había hablado en todo el camino. Estaba preocupado.
-Yurio, será mejor que te des una ducha- Sugirió el azabache, acariciando con cariño al muchacho amante de los gatos.
-N-No quiero- Lloriqueó-. Tengo sueño...- Balbuceó en voz baja y frotó uno de sus ojos, cosa que hizo sonrojar al mayor.
Otabek, viendo como el chico casi se caía de lo embriagado que se encontraba, lo cargó con cuidado y lo llevó a la habitación, dejándolo sobre la cama y acomodándole las almohadas.
-Iré a dormir a la otra alcoba- Avisó mientras se quitaba la chaqueta. Era peligroso estar tan cerca de un chico tan seductoramente tierno como el rubio-. Si necesitas algo...
-¿Puedo besarte...?- Interrumpió Yurio, mirando atento a su novio, el cual se vio ligeramente impresionado.
No respondió, eso fue una afirmación para el menor. A gateos, se acercó al motociclista y rodeó su cuello, le acarició con cariño la mejilla y lentamente se acercó al rostro de este. Sus labios se rozaron, Yurio se sonrojó y a Otabek le gustó, y así, Yurio continuó con el acercamiento hasta que sus labios estuvieron del todo unidos, comenzando el azabache a corresponder con suavidad y sintiendo como el inocente Yurio quería más en cuanto se separaron.
-Otro- Pidió con ternura, el ceño levemente fruncido y las mejillas coloradas.
El rubio se acercó nuevamente al mayor, esta vez sentándose en el regazo de este e intensificando el beso, comenzando con una breve danza entre lenguas.
-Yurio- Nombró Otabek. No podía dejarse llevar por un crío.
-Otro y ya- Volvió a pedir con carita de ángel.
Esta vez, Otabek se acostó sobre su espalda, rodeando la cintura del menor y acariciando con amor una de sus mejillas. El beso contenía ese toqué salvaje y tierno que Yurio era capaz de hacer, un beso que volvía loco al mayor pero este no lo admitiría. Al finalizar el beso, Yurio había logrado su cometido con una simple frase...
-No quiero dormir solo- Murmuró, y Otabek se rindió.
Acomodó al amante de los gatos sobre las almohadas, evitando cambiar la posición en la que estaban, y colocó una cobija sobre los dos, notando como Yurio caía ante el sueño que el alcohol provocaba.
-No volverás a salir en la noche- Regañó en un susurro Otabek, hablando más para sí mismo-. Por lo menos no sin mí- Sonó infantil por un momento.
Otabek era sobreprotector, y ¿cómo no serlo? Cualquiera se aprovecharía de un adolescente embriagado, y más si era tan llamativo, lindo e indefenso como Yurio. Lo que no sabía el azabache es que, antes de que llegara, un tipo había tratado de tocar al rubio; este al saber que no era su Otabek, su novio, le rompió la nariz de un golpe, tirándolo al suelo y haciédolo huir.
Yurio no era tan indefenso como todos piensan. Sólo Otabek veía en él a un pequeño al cual amaba con todo su corazón y al cual debía proteger ya que, sin ese tigre, su vida no tendría tanta emoción.
---Fin---
Resurgiendo de las cenizas tal cual Fenix, la Autora Mitzuki-Chan vuelve a brillar en la tiniebla... Okno.
Hola! ¿Como han estado cookies? Espero que me hallan extrañado! He aquí yo con un Vikturi ya que la pareja me inspira mucha ternura.
Les advierto, no vayan a decir nada de la serie, no me he visto el anime pero investigué un poco las características de estos lindos personajes, aparte de que los grupos en Facebook son muy locos.
Espero que les guste! El Shot anterior sé que no fue tan llamativo, pero a mi me gustó /w\
Comenten y voten. Mitzuki-Chan, fuera. Paz!
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