Labios Rotos
~~Labios Rotos~~
Siempre le veía al otro lado del salón, en ese rincón que era opacado por los chicos que eran más altos que él, que lo escondían de los ojos de los profesores o de cualquier otro, menos de los míos. Siempre mantenía su vista en otro lugar que no era yo, ¿sabrá que me encuentro mirándolo la mayor parte de mis venidas al Instituto? Si es así, quizá pueda conocerle y saber si él puede llegar a confiar en mí. Fue así que la esperanza que había en mi corazón, creció; La campana del lugar resonó entonces, apagando los miles de pensamientos que se estaban creando en mi mente, cosa que me irritaba de alguna forma... Ya él desaparecería de mi vista. Es alguien muy misterioso.
Él salió del salón de primero, como cada salida al receso, como si huyera de todos aquellos que quieran conocerle. En cambio, yo salía de último, tenía mala fama, apenas llevaba dos años aquí y nadie sabía sobre mi repentino cambio al Instituto, nadie sabía mis razones y nadie se imaginaba todo lo que pude haber pasado, sólo se imaginaban que gracias a mi caracter era alguien que quizá no sentía nada; Finalmente salí del salón, la mayoría de las personas estaban encaminadas a la cafetería, sin embargo, por primera vez pude ver por donde se iba aquel muchacho, iba directo al segundo piso en donde, a esta hora, por lo general está vacío.
Acomodé mi morral en mi hombro y me encaminé a las escaleras, subí y no se veía alma alguna, por pocos momentos fue que capté una sombra que entraba a la biblioteca, estaba seguro de que era él. Respiré profundo, mantuve mi semblante neutral y me acerqué, sin hacer ruido, a la biblioteca. Miré, no había nadie, entré, quizá leer un libro no sería mala idea; a paso silencioso me dirigí a un estante, habían libros de muchos colores opacos, muchos títulos y géneros, bastantes interesantes. Iba a agarrar un libro pero, un estruendo me hizo detenerme y prestar atención a lo que pasaría...
-Eres muy manejable, ¿lo sabes?- Se burló en voz baja un chico, me resultaba familiar, me traía mala espina.
-Haz lo que tengas que hacer- Escuché una suave segunda voz. Fruncí el ceño ante esa frase, pero no me decidía en lo que podía hacer, no estoy seguro de la situación en la que me encuentro.
-¿Cómo te había dicho que me llamaras?- Apenas logré escuchar, apreté los puños y, para confimar lo que temía moví un libro un par de centímetros sin que ninguno de los dos chicos que estaban al otro lado del estante, me escuchara.
-Haga lo que quiera, amo- Respondió el misterioso y lindo muchacho del que estoy enamorado, sentí así como todo mi cuerpo temblaba.
Lo que vi fue nada más y nada menos al pequeño chico que me gusta con el Capitán del equipo de fútbol del Instituto; este mantenía una sonrisa lasciva en su rostro mientras el más bajo se dejaba tratar por el futbolista... Esto era algo que no quería que ocurriera, algo que no sanía como evitar...
-Eres una buena perrita, pequeño- Escuché al deportista, luego vi como se acercó a la clavícula de mi compañero de clase. Dejó una mordida en ese lugar al igual que el dolor que el quejido del menor demostró.- Saber que no puedes escapar de mí es divertido- Comentó el imbécil, rompiendo mi paciencia y frenando por un momento mi corazón.
Vi entonces como el más bajo tenía sus ojos al borde del llanto y como sus mejillas se tornaban de un tenue color rojo, sus ojos se cerraron con fuerza cuando el Capitán le quitó la camisa y lo apresó contra la pared de una forma muy brusca y posesiva. Me sentí impotente, me sentía molesto, agarré un par de libros y los tiré al suelo, la mirada cristalina y asustada del pequeño chico se cruzó con la mía y salí de la biblioteca antes de que termine destrozando el rostro del Capitán de los idiotas, nuevamente.
Al volver al piso principal, fui al baño a lavarme la cara, mucha presión en un solo momento, necesitaba relajarme. Respiré profundo y me miré en el espejo, mis ojos reflejaban esa ira contenida que dejaba salir en mi casa, tenía que distraerme con algo, me decidí por ir al patio trasero a sentir la brisa relajante y fría. Al rato, el sonido de la campana me recordó que era hora de volver a clases y así hice; el salón se empezaba a llenar, nuevamente los dichosos murmureos de los demás y las miradas de algún alumno. Sin embargo, ya estaba acostumbrado, me pusé los audífonos y agarré mi lápiz solo para golpearlo suave y suscesivamente contra mi cuaderno.
Él llegó, se veía tan normal, su mirada como siempre ocultando algo y perdida en algún pensamiento; mordí el interior de mi mejilla y aceleré el golpeteo de mi lápiz contra el cuaderno, quiero pensar que nada pasó luego de que me fuera pero, luego de lo que escuché, solo quiero saber la incognita...¿Por qué?.
Las clases pasaron rápido, por primera vez salí de primero y encendí mi moto para llegar lo más rápido a mi casa. Abrí la puerta, olía bien, de seguro mis hermanos habían llegado antes que yo.
-James!- Gritaron al unísono el par de adolescentes antes de abrazarme. Pero, por más que quisiera, no podía responder a nada, no pagaría mi mal día con ellos.
Tengos como hermanos a unos mellizos, Drake y Zoe, ambos de 16 años y con personalidades muy similares. Drake es el mayor de los dos ya que nació 15 minutos antes que Zoe, pero es el más infantil de los dos, Zoe es más maternal pero nunca olvida que sigue siendo una niña y que tiene sus momentos de drama con nosotros.
-Chicos, voy al sótano. Por favor, no me interrumpan- Pedí con tranquilidad. Ellos se miraron entre sí y asintieron con cierta prrocupación que sentí en cuanto me aleje de ellos.
Dejé mi mochila a un lado, me quité la camisa y me enrrollé las manos con vendas antes de empezar con el ejercicio: el saco de boxeo estaba listo. Uno tras otro los golpes aceleraban, cada vez con más fuerza, cada vez tratando de olvidar lo que había visto hoy, cada vez sintiendo como los golpes se intensificaban e iban con más fuerza.
(...)
Ya casi marcaban las 9:30pm. Salí del sótano un poco sudado, estaba dispuesto a ir tomar una ducha pero el sonido de la tv me hizo mirar hacia la estancia de mi casa. Zoe y Drake miraban una caricatura hasta que notaron mi presencia: se voltearon, me miraron y cruzaron sus brazos.
-Sales tarde- Me regañó mi hermana notablemente preocupada.
-Tu nunca sales tan tarde- Me recordó mi hermano al bajar un poco su mirada, estaba triste.
-Nos tenías olvidados. Ni siquiera has comido!- Se colocó de pie Zoe, sin embargo, mi expresión no cambiaba.
-¿Qué pasó hoy, James?- Preguntó Drake al copiar la acción de su melliza, pero relajando su ceño ante mi mirada.
-Son umas ternuras al preocuparse por mi- Sonreí ligero-, pero no ha pasado nada. Vayan a dormir- Concluí al apagar la tv.
Al voltear, vi a mis hermanos con pucheros en sus rostros y con sus brazos cruzados, eso hacen cuando les digo "ternuras", hacen berriche. Terminé por reírme un poco y me acerqué a despeinarlos, no era necesario que supieran lo que había pasado, no era necesario recordar; cada uno fue a su habitación luego de que dieran las buenas noches y yo me encaminé a la ducha, me bañé y me fui a acostar.
(...)
Me levanté, la luz del sol me fastidiaba los ojos y el olor a waffles me dio una bienvenida a una nueva mañana. Me duché, me puse el uniforme y bajé a desayunar; mis hermanos aún se veían curiosos ante mi actuación de ayer pero no conseguirían información por ahora. Al terminar, esperé a que el autobús se los llevara a su colegio, antes ellos estudiaban conmigo pero los cambie de colegio por el bien de ambos, pasé por varios colegios y en el que estoy aún no pasa nada lo suficientemente fuerte como para cambiarme. Encendí mi moto y en menos de 15 minutos estaba en el estacionamiento del Instituto, coloqué la cadena y agarré mi mochila, fui al salón y me quedé en mi puesto, pendiente de todo lo que pasaba fuera del salón, sin embargo, todo seguía igual de aburrido como todos los días.
Cuando sonó el timbre, todos los alumnos llegaron al aula y se acomodaron en sus sitios. Nuevamente él había llegado, todo estaba igual que siempre, su mirada estaba perdida pero, de alguna forma, los bordes se sus ojos estaban rojos: había estado llorando. Me preguntaba qué le había pasado. Y apesar de eso, no podía evitar mirarlo, no podía evitar pensar en lo feliz que me haría si lo viera sonreír, en lo tierno que es, en los misterios de su vida, en los problemas que en algún momento compartirá conmigo, en la forma de hacerle feliz... No podía evitar estar enamorado de él.
Ya casi se acababan las horas, la hora de receso llegaba y mi disimulada mirada no se apartarba de él, pero terminé por mirar al frente cuando vi que el profesor estaba a punto de nombrarme, al final no lo hizo, y, cuando volteé a mirarlo, él también me miraba con esa timidez que esperaba ver, esos misteriosos ojos miel me miraban a mi y un brillo inusual se vio en ellos, luego sus mejillas se prendieron en un color carmesí llamativo, parecía un tomate, terminó por desviar su mirada, dejándome en un estado de trance con su inigualable belleza... Por fin me había notado.
La campana sonó, todos salieron del salón y yo guardé mis cosas luego de haber bajado la mirada junto a un bufido, la respiración se me había detenido. Esperando que el salón estuviera vacío, me levanté y nuevamente lo vi enfrente mío, con su mirada un poco baja y sus mejillas aún coloradas.
-E-Eh... Hoy quisieras comer conmigo, ¿por favor?- Pidió en un tono que casi no percibí, sus manos jugueteaban nerviosas y yo no borraba la sonrisa interna que se me había dibujado.
-Claro- Respondí. No comprendía como podía seguir mostrando mi semblante neutro, cuando en realidad quería besar sus labios tan pequeños.
Ambos salimos del salón en silencio, ahora solo me centraba en el porqué este pequeño me había invitado a comer con él; tenía muchas preguntas en mi mente y todas para el mismo destinatario, pero me limitaba a mirar al frente, a seguir aparentando que el corazón no se me estrujaba con pensar en el día anterior, a seguir aparentando que no tenía sentimientos, cuando en realidad era quizá la primera vez que me ponía tan nervioso.
-Eh...-Comenzó él con claro nerviosismo-. Me he dado cuenta de que me has mirado durante las clases- Murmuró en lo que metía una de sus manos al bolsillo del pantalón.
-¿Para eso llamaste al chico problemático de este Instituto?- Pregunté con mi semblante serio, sin embargo, no esperaba que si quiera supiera de mi.
-No te llame por eso- Desvió un poco su mirada-. Solo que me di cuenta y, pues, quisiera ser tu amigo- Comentó con timidez al ponerse enfrente mío y alzar la mirada para mirarme.
-¿Estás seguro?- Alcé una de mis cejas. Por más que deseara que esto pasara, no terminaba de entender.
-No creo que seas mala persona- Murmuró al bajar su mirada-. Pero si no quieres...
-Primera persona que piensa eso de mi- Comenté mientras le miraba, no toleré verle con la mirada baja, así que alcé levemente la vista al tomarle la quijada- Vamos por algo de comer- Terminé por decir y rápidamente él asintió, mostrando el color suave de sus mejillas.
3 Meses Después...
Estos meses han sido interesantes. Él se llama Elliot y, como lo esperaba, es una persona bastante tímida pero amigable, le gusta comer dulces, siempre lleva uno en su morral, pero aún no sé el porqué de sus encuentros con el Capitán de Futbol ni el por qué muerde sus labios, he leído que eso es a causa de la ansiedad que las personas sienten. A veces que nos vemos, se ven algunas marcas en su cuello, y esos días se le nota bastante decaído, supongo que es porque sabe que las veo; Sin embargo, alguien más también sabe que veo esas marcas, los shows que hace el idiota del Capitán de los Idiotas son divertidos, pero ha llegado a pasarse, habían veces que casi golpeaba a Elliot, parece que se ve amenazado al verme.
-De verdad lo lamento. Desde que eres mi amigo, te has metido en más problemas- Elliot estaba cabizbajo y nuevamente jugaba nervioso con sus manos.
Alcé una ceja y suspiré, terminé mi galleta y me sacudí las manos.
-No es culpa tuya. Tengo mala fama desde que entré a este sitio- Comenté con serenidad, luego le despeiné el cabello para que se animara un poco.
-Hoy... Hoy me tengo que quedar en la biblioteca- Me avisó luego de haber visto su celular, evitó mi mirada y yo reprimí cualquier expresión de mi rostro. Cada semana se quedaba y yo no le podía decir que sabía su secreto.
-¿Por qué te tienes que ir con él?- Pregunté al aire luego de un bufido; estaba seguro de que mi voz ni siquiera había sonado.
-¿Eh?- El repentino frenado de Elliot me hizo entender que fui escuchado-. ¡¿T-Tu c-como s-sa-sabes?!- Me preguntó. Su voz sonaba quebrantada y nerviosa.
Pero yo seguí caminando como si nunca hubiera abierto la boca, como si así de simple todo se desvaneciera. Fue que sentí el agarré de una pequeña mano sobre mi brazo, Elliot me haló hasta el espacio debajo de las escaleras y me pegó contra la pared...
-¡¿Tú qué sabes sobre mí, James?!- Sus ojos se habían cristalizado y noté como sus brazos temblaban. Sin embargo, no pudo sostenerme la mirada.
-No sé de qué me hablas, Elliot- Mentí. Su mirada se concentró en la mía y terminó por bajar sus brazos.
-Tú... Tú fuiste quien me vio ese día en la biblioteca, ¿verdad?- Su mirada estaba tan fija en la mía; yo y mi bocota.
Y así fue que noté como los vellos de la piel de mi amor secreto se erizaban, estaba nervioso y por fin una lágrima se había escapado de sus ojos. Nuevamente su celular vibró en su bolsillo y vi como mordía su labio; él estaba por irse pero esta vez fui yo quien le agarró el brazo y lo pegó a la pared, denotando mis centímetros de altura más que él.
-No esperes que te vuelva a dejar ir- Dije fríamente; sus mejillas se coloraron y yo quité aquella lágrima que caía por su mentón.
-¿Por qué?- Su voz sonó baja, dolida y llena de tristeza.
-¿Nunca te preguntaste el por qué te miraba?- Le murmuré. Su celular seguía vibrando, esperaba que contestara pero mantenía su mirada en mí, concentrado en mí, luego negó lentamente- Desde hace dos años te he estado mirando, y gracias a mi suerte, nunca volteaste a verme hasta ese día, ese día en el que descubrí lo que haces tres veces a la semana en la biblioteca, ese inútil día en el que sentí como parte de mí se desvanecía, como la impotencia me ganaba como para que tirara esos libros.
Él me miró atento. Le miraba y hablaba con tanta frialdad, cuando tenía unas ganas de subir y golpear al malnacido de Jonathan, el Capitán de los idiotas.
-Y desde ese desgraciado día me pregunto ¿Por qué lo haces? Era muy obvio que no te gustaba- Solté luego de formar mis puños.
Un silencio incómodo se formó entre nosotros, un silencio donde me dio tiempo de calmarme, necesitaba volver al sótano de mi casa. Sin embargo, Elliot trataba de regularizar su respiración y nuevamente mordía su labio al bajar la mirada.
-¿Por qué eres amigo de alguien como yo?- Esa pregunta me dejó en trance por un momento. De repente, solté una seca carcajada y pasé mi mano por mi cabello.
-Mejor me voy de aquí- Le quise evadir, pero su mano agarró la mía y la apretó, estaba temblando.
-Por favor, dime- Pidió.
-Elliot- El nombrarlo solo hizo que llorara más, su agarré a mi mano se volvió más fuerte y su vista estaba fija en el suelo.
-Por favor- Suplicó y vi como su cuerpo daba ligeros espamos, queriendo evitar el llanto que tanto se había guardado.
Rápidamente hice que me soltara, Elliot alzó su mirada y yo aproveché para tomarlo de los hombros y besarlo, besarlo como siempre había querido, comprobando que sus Labios Rotos eran los más exquisitos que en algún momento probé. Lo apegué más a la pared y sostuve sus manos a cada lado de su cabeza, él correspondió a mi beso, dejando que su cuerpo se relajara y que cada uno disfrutara de aquella mínima muestra que podía regalarle.
Al separarnos, bajé la mirada, no creía lo que acababa de hacer, no creía que él me haya correspondido, no acaba de creer que esto era la realidad y que mi sueño se había cumplido, quizá en una situación dolorosa, quizá la última vez que hablaba con este niño.
-¿Me puedo quedar contigo?- Su voz me sacó de mis pensamientos. Se oía tan tímido al decir eso.
Alcé mi mirada, sus ojos estaban hinchados y rojos, sus mejillas estaban rosadas y con caminos de lágrimas en ellas, pero aún así, un brillo inusual se había colado en su bella mirada. Asentí con mi semblante neutro, sentía las mejillas ardiendo; lentamente volví a mi postura y con mi mano limpié sus mejillas, Elliot parecía un gato recién nacido.
(...)
-Mis padres necesitan dinero- Comenzó-, y el padre de Jonathan es el socio de mi padre, gracias a él, mi padre podría reabrir un local para pagar la deuda- Explicó al bajar su mirada.
Nos encontrabamos en el patio trasero junto a la suave brisa y al canto de las aves. Él me contaba el por qué hacía lo que hacía y yo le escuchaba por más que quisiera destrozar a Jonathan.
-Él me dijo que sino hacía lo que me decía, le diría a su padre que no hiciera el negocio con el mío- Finalizó con tristeza, dejando que una ligera y nostálgica sonrisa se apareciera en sus labios rotos.
-¿Desde hace cuanto lo haces?- Pregunté a duras penas. Estaba seguro que no me gustaría lo que escucharía.
-Desde hace medio año...- Murmuró al desviar la mirada, nuevamente se mordía los labios.
Suspiré con pesadez, miré un momento al cielo, estaba despejado, y volví a mirar a Elliot quien esperaba alguna palabra mía.
-¿Tus padres lo saben?- Pregunté con seriedad. Conocí a sus padres hacía unas semanas, son unas maravillosas personas.
-No- Respondió rápido. Se notaba asustado-. Si digo algo, él es capaz de...- Le interrumpí.
-Hoy a la salida les vamos a contar- Declaré-. Ya ese imbécil tiene una deuda muy grande conmigo; si se te acerca, no vivirá para contarlo.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y terminé por asentir. Elliot estaba por hablarme, quizá regañarme, pero la campana sonó y le ofrecí la mano a Elliot para que se levantara la cual aceptó; nos encaminamos tranquilos al salón, Elliot estaba nervioso, y la furia con la que venía Jonathan se sentía cuando estabamos a punto de entrar. Inmediatamente me interpusé entre Elliot y él...
-Quítate del medio, Blade- Me ordenó con burla, pero la rabia de perro se le escapaba.
-Ni siquiera volveras a tocarle un pelo- Dije con seriedad.
-Vamos a ver si logras tu meta- Rió secamente y miró a Elliot para reírse.
Elliot agarró mi brazo y me obligó a entrar al aula, Jonathan se fue con las manos en sus bolsillos, dejándome con las ganas de romperle los huesos.
(...)
-James- Me llamó Elliot mientras esperabamos que llegara el profesor de la segunda clase. Le miré y él prosiguió- ¿Cuál fue tu pasado con Jonathan?- Su pregunta me había sacado de lugar.
Pensé por un momento si contarle o no, su mirada era tan curiosa que realmente no hayaba razón para ocultarle algo. Sin embargo, no era el lugar para contarle sobre el imbécil de Jonathan.
-Es algo que no he hablado con nadie- Dudé, y su mirada bajó-, pero te contaré- Finalicé al despeinarle el cabello, fue divertido ver como hacía un puchero.
Él asintió un segundo después, su sonrisa era deslumbrante, no tan grande, pero cálida.
-Te cuento a la salida, así vamos a donde tus padres para contarles lo de Jonathan- Comenté, su cuerpo se tensó. Terminó por asentir y su mirada se desvió hacia sus manos.
El trío de horas pasaron, Elliot en su silla se veía tranquilo y de vez en cuando me miraba, mostrando lo tierno que se veía con las mejillas coloradas. Faltaban 20 minutos para salir, se acercaba el momento de decirle a los padres de Elliot lo que pasa con el hijo de su socio; por un instante miré a mi pequeño castaño, se veía de alguna forma calmado. Él pidió permiso para ir al baño, dejó su bolso y me miró con una pequeña sonrisa, como todo niño tímido a la persona que quiere... Eh... Quiero decir... Solo me sonrió. Terminó por salir del salón mientras el profesor dictaba la tarea.
Pasaron unos minutos, Elliot aun no volvía; el profesor nos había dejado sólos, que salieramos cuando sonara la campana ya que no nos dejaban salir más temprano. Terminé por agarrar el bolso se Elliot junto al mío, no me daba buena espina que se tardara en el baño. Me dirigí a este y lo revisé, estaba solo, corrí hacia la biblioteca, nuevamente todo estaba solo, pero algo me había sacado de mis casillas: se oía el crujir de la madera y los minúsculos sonidos de alguien jadeando.
Abrí bruscamente la puerta de la biblioteca y pude ver como Jonathan le tapaba la boca Elliot mientras con la otra le sostenía las manos, este tenía su camisa vuelta añicos y un par de chupetones en el cuello y pecho. La mirada del Capitán pasó a mí con esa característica sonrisa lasciva y reforsó el agarré que le tenía a las muñecas del ojimiel, este se vio adolorido; inmediatamente le propiné un puñetazo en el estómago, así lo alejé de Elliot, este cayó al suelo y rápidamente me acerqué.
-¿Estás bien? ¿Qué te hizo?- Murmuré cerca de su rostro, él tenía su mirada baja por lo que suavemente le alcé la quijada.
-É-Él me sor-sorprendió y-y yo...- Titubeaba pero se quedó callado cuando me miró a los ojos.
Me mantuve callado al ver su rostro: tenía el labio roto y con sangre, y su mejilla estaba rojiza debido al posible golpe que recibió. Sus ojos estaban rojos por haber llorado, rápidamente le acaricié la mejilla y busqué en mi bolso un abrigo que Zoe siempre me empacaba, pero esta vez no había nada; bufé, era el colmo, terminé por quitarme la camisa, así quedé en franela, y se la coloqué al castaño. Estaba por salir junto a Elliot, pero la risa seca de Jonathan terminó con mi paciencia.
-No eres un héroe, James- Se burló de mi, nuevamente se encontraba de pie, preparado para una pelea-. No pudiste proteger a tu hermano, mucho menos lo vas a proteger a él- Dijo mientras señalaba a Elliot, su cínica sonrisa no me dejaba opciones.
Encaré al imbécil, esta sería una pelea que jamás olvidaría.
(...)
-¿Estás seguro que no te duele?- Por tercera vez Elliot me preguntaba mientras me acariciaba la mejilla.
Como lo esperaba, el Capitán golpea bien pero no sabe pelear como yo. Sus golpes no fueron eficaces por lo que terminé rompiéndole el rostro y algo más, ya una de mis metas se había cumplido, pero no se borran las cosas que hizo. Elliot estaba preocupado ya que Jonathan me pegó en la mejilla y me dejó el labio roto, sin embargo, dejé mucho peor al Capitancito: no lo veré practicando esta semana. Ahora trataba de ponerle una crema en la mejilla a Elliot para que se quitara la hinchazón pero el enano no me dejaba el rostro, agradecía que la enfermería estuviera sola.
-Tranquilo, Elliot- Ya casi terminaba de masajear la mejilla del castaño-, tú eres el que se tiene que quitar ese moretón de la cara.
Él hizo un puchero, inflando sus mejillas mientras me miraba, pero su mano aún me acariciaba, no era para nada molesto. A pesar de todo, me alegra haber llegado a tiempo, por lo menos evité esta vez que algo le pasara.
-Gracias por...- Comenzó suavemente, su voz era tranquila pero estaba triste.
Apenas empezó, me coloqué de pie y lo recosté a la camilla, su ojos se fijaron en los míos y su boca quedó entre abierta. Me estaba acercando y él cerraba de a poco sus ojos, pero una de sus manos tapó mi boca antes de que uniera mis labios con los suyos.
-Mis labios estan rotos- Susurró-, y no creo que pueda soportar estar con alguien tan lindo como tu, cuando yo no te merezco.
Su mirada rápidamente se desvió, luego de medio año teniendo sexo con el futbolista, debe sentirse muy mal, tiene la autoestima baja, y apesar de eso es capaz de regalarme una sonrisa, aún con ese toque de inocencia y belleza que imaginé que tendría. Esta pequeña lucesita que no dejaré que se apagué.
-Elliot- Llamé su atención, pero no me miró-, ¿Quisieras ser mi novio?- Pregunté serenamente, pero no esperaba que esas palabras salieran de mi boca con tanta facilidad.
Y fue que sentí como los segundos se hacían eternos, como si mis pulmones no dejaran salir el aire, como si me hubieran rechazado. Sin embargo, Elliot terminó por voltear a verme, su mirada tenía ese brillo que tienen las miradas de los niños cuando les dan un caramelo.
-¿Estás seguro?- Su voz se quebró.
-Por supuesto- Murmuré, dejando que una suave sonrisa apareciera en mis labios.
-Tu sonrisa es bonita- Susurró al pasar su pulgar por mi labio inferior.
Ya temía lo peor, quizá me había adelantado.
-Sí quiero ser tu novio- Su voz me quitó la duda que tenía-. Por favor, no me lastimes- Sonrió.
-Me encargaré de curar tus labios rotos- Afirmé ante su tierna petición.
Así terminé por besar sus pequeños labios, algo suave y lento, sabía que pronto sus labios volverían al lindo rosado que tenían la primera vez que los vi hace dos años. Su mano me acariciaba la mejilla y yo trataba de no ser tan brusco al rodear su cintura; el aire nos hizo falta por lo que nos separamos, Elliot rio feliz y me abrazó al rodear sus brazos en mi cuello, parecía un crío, pero no quitaba el hecho de que le correspondí el abrazo. Aún era muy rápido para él decirme un "Te amo", pero yo lo tenía amando desde hacía mucho.
-Haré que te enamores de mí- Pensé en voz alta sin querer.
-No creo que sea problema- Esa frase me dejó helado. Una ligera indirecta muy directa podría decir yo.
Entonces salimos del Instituto, el golpe de la mejilla de Elliot ya no se notaba y se veía tierno con mi camisa; prendí la moto y el enano se agarró de mi, iríamos a casa de sus padres y él seguía nervioso por eso. Al llegar, los señores se preocuparon porque veníamos con golpes en el rostro, pero les expliqué lo que había pasado con Jonathan; al principio se mostraron muy enfadados, a medida que contaba, la Señora Lya empezó a llorar y abrazó fuertemente a Elliot mientras le acariciaba el cabello, su hijo, por otro lado, estaba rojo. El Señor Ethan me prestaba atención y al final decidieron que iban a cortar lazos con esa familia.
Tanto Ethan como Lya me agradecieron que les haya contado. Pero cuando nos íbamos a ir, Elliot me agarró de la mano y mantuvo la mirada caída, le murmuré si estaba seguro y así, luego de respirar profundo, le conté a sus padres lo mucho que amaba al enano y que le cuidaría más que a mi vida; fue reconfortante saber que me aceptaron, la Señora Lya hasta me abrazó y el Señor Ethan me estrechó la mano, diciéndome que cuidara a su pequeño hijo el cual estaba detrás de mi con sus mejillas coloradas debido a los alagos y mimos que le daba su madre.
Al final los padres de Elliot tuvieron que ir a hacer negocios y el enano se quedaría en mi casa esta noche; prendí mi moto y, luego de despedirnos de los padres de Elliot, manejé a casa junto a este chico el cual lucía adorable y feliz con mi camisa. Al llegar, Zoe y Drake abrazaron felices a Elliot y nos sirvieron de cenar antes de que les contara la nueva noticia de que Elliot se había vuelto mi pareja.
(...)
-James- La voz de Elliot me quitaba el sueño. Estabamos a mitad de la noche y no entendía porqué Elliot no conciliaba el sueño.
-Dime- Le miré. Él solo miraba a mi pecho y se notaba que quería dormir.
-A Drake también le...- Su voz era suave y somnolienta.
-Cierto que no te conté- Me reí secamente-. Hace unos años, hace varios Institutos, Jonathan se quiso meter con Zoe pero Drake se metió para defenderla. Ese día Zoe había interrumpido la clase de matemática llorando, eso fue suficiente para que saliera de la clase y siguiera a mi hermanita, pero cuando iba a abrir la puerta del salón de música al cual Zoe me había llevado, Jonathan abrió la puerta y me miró con superioridad en lo que se iba. Entré y vi a Drake llorando, apenas se podía mover y se aferró a mi para que le abrazara.
Detuve por un momento mi relato, Elliot seguía despierto y estaba triste, pero quería que siguiera contando.
-Luego de eso volvimos a casa, Drake estuvo en su cuarto unos días. Al día siguiente me salté una clase para meterme en las prácticas de fútbol; Jonathan no me esperaba y, cuando me vio, lo molí a golpes frente a sus compañeros. Ninguno se metió debido al miedo que me tenían, el entrenador fue el que me separó de él- Finalicé con seriedad. El silencio reinó por un momento-. Por eso me han cambiado mucho de Institutos, el director nunca supo la razón de la golpiza de Jonathan y yo preferí mantenerlo así.
-James- La voz de Elliot resonó, sacándome del pasado- Tú si eres un héroe- Esa frase me dejó pensando.
-¿Eso crees?- La pregunta salió de mi boca tan baja realmente lo dudaba.
-Eres mi héroe- Repitió. Con eso volví mi mirada a sus ojitos miel y él se acercó a unir sus labios con los míos.
Ser el héroe de alguien no sonaba tan mal.
---Fin---
Holaaa! ¿Qué tal el Shot?
No tengo nada que contar, así que besos y gracias por leer.
😆😘😆😘😆😘😆😘😆😘
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