Déjame Quererte, Mr. Caprichos -Part 2-
~~Déjame Quererte, Mr. Caprichos -Part 2~~
Al llegar, abrí la puerta de la habitación y, luego de entrar, cerre la puerta detrás de mi. Lograba escuchar su respiración y en todo el camino estuve embriagado con su aroma, me tenía muy afectado y sabía que Esteban estaba peor...
Senté al pelinegro en la cama, contra la cabecera de esta, y note como su cuerpo seguía temblando ante mi toque, cosa que lo hacia sonrojar o suspirar, ni sus manos podían ocultarlo. Mordí mi labio inferior al mirarlo, mi vista recorrió su cuerpo y mi cuerpo empezó a despertar ante su aroma, nunca esperé sentir esto por mi mejor amigo... Sin pensarlo, me senté también sobre la cama, enfrente de él, pendiente de sus reacciones por mi mirada.
-Zacarias...- Murmuró Esteban con su mirada baja y rodeando con uno de sus brazos su abdomen-
-No me voy a ir...- Contesté antes de que me mandara a salir. No lo voy a dejar y menos cuando mi cuerpo reacciona por él-
-Pero... Puedes terminar... odiándome...- Susurró Esteban casi inaudible al morder su labio, ahí vi como unas ligeras lágrimas se acumulaban a los costados de sus ojos-
Sonreí leve por su comentario, ¿Cómo podría odiarlo? Eso sería algo casi imposible. Lentamente me fui acercando a su rostro y levanté su mirada con mi mano; su cuerpo tembló y sus ojos se abrieron un poco, solo para mirarme...
-Por-Por qué... me haces esto...- Me preguntó con la voz quebrada y ya sin respiración-
-Porque... mi cuerpo se mueve por si solo... Discúlpalo- Murmuré sobre sus labios y, al entrecerrar mis ojos, junté mis labios con los de él, tan carnosos y pequeños, me sentía feliz de que fueran inexpertos-
Sentí como sus manos se pegaban a mi camisa y como dejaba salir pequeños jadeos de sus adentros, de eso me aproveché y metí mi lengua en su boca, recorriendo cada lugar de ella. Su lengua rozó con la mía, eso provocó que él soltara un gemido demasiado tierno que hizo temblar mi corazón...
-Tú...- Apenas murmuró al separar el beso para recuperar aire, sabía que estaba muy acelerado como para hablar. De sus labios salía un leve hilo de saliva que unía con mi lengua-
Me limité a fijar mi mirada en sus ojos claros mientras su mirada estaba fija igualmente en la mía. Sus mejillas aún rojas y sus manos en mi camisa; lentamente me empecé a quitar la chaqueta, sabía que Esteban había quedado hipnotizado por mis ojos ya que sentía como su agarre a mi camisa se ponía más fuerte. Nuevamente volví a besar sus labios, acostándolo tranquilamente hasta que su espalda pegó contra las almohadas. Sus brazos permanecían entre nuestros pechos mientras yo jugaba con su lengua, una danza suave e intensa; eso me excitaba, ya no era el mismo.
-Za... Ah... Zacarias- Me nombró Esteban al finalizar el beso por falta de aire-
-Nunca te odiaría, Esteban- Dije con tranquilidad, quería que se calmara con mi presencia-
-Pero tu... Tu ya no eres... un Beta- Comentó él con sus piernas abiertas a mis costados, su mirada transmitía curiosidad pero tanta alegría y nervios, eso me hace pensar que debió sufrir al hablar de que necesito una novia-
-Quizá tu ternura me volvió Alfa, tu aroma es una droga...- Comenté con una leve sonrisa y viendo como sus manos empezaban a temblar debido a la emoción-
-No... No se vale... Ah- Se quejó al cerrar sus ojos y bajar la mirada, claramente adolorido-
-Esteban...- Murmuré cerca de su oído, sabía que eso lo excitaría más y que, como quería, gimiera solo para mí-
-Eres... malo...- Gimió leve al desviar su mirada. Eso me hizo sonreír, rápidamente agarré sus piernas y vi ese pequeño bulto que sobresalía de su pantalón-
-Déjame Quererte, Mr. Caprichos- Murmuré mirándole mientras mi mano bajaba el cierre de su pantalón-
Esteban mordió su labio inferior ante su apodo y frunció su ceño, cosa que lo hacía ver demasiado atractivo y dulce. Una sonrisa le mostré y, antes de que dijera algo, acerqué mi rostro hasta su boxer, rozando por encima de la tela aquel miembro húmedo que quería ser liberado.
-Ah...!- Gimió él por mi toque, aferrando sus manos a las sábanas de la cama- No... No te... atrevas- Advirtió con su voz cortada ¿Cree que me detendré ahora?
Tierna amenaza hizo que quitara de mi camino el boxer gris junto al pantalon. Esteban me miró expectante, separé un poco más sus piernas y empecé a besar su muslo izquierdo, eso lo hacía estremecer. Así hice hasta llegar a su miembro, besando suavemente la punta y escuchando como gemía...
-Ah... Zacarias...! Ah!... Im-Imbécil...!- Gemía y jadeaba Esteban en lo que adentraba su miembro en mi boca, haciendo movimientos con mi lengua y succionando el largo de su sexo, el cual no se comparaba con lo que le venía-
Sus gemidos callaron de repente, cosa que me molestó un poco. Alce mi vista y vi que apretaba sus manos contra su boca mientras me miraba, de seguro le empezaba a doler la garganta ya que en cualquier momento se vendría. Me separé lentamente de su miembro el cual agarre con mi mano y tape la punta con el pulgar para que no se viniera.
-No hagas eso- Le susurre sobre las manos con la voz mas sensual que logre hacer. Al instante agarré sus muñecas, las cuales estaban unidas, y con agilidad las amarré con mi chaqueta para que no se soltara-
Seguí con mi trabajo, escuchando sus gemidos ahogados y jadeos, principalmente diciendo mi nombre. Sentí entonces como su cuerpo tembló, esa era la señal...
-Za-Zacarias... Yo... Yo...- Trató de hablar entre gemidos pero hice que se corriera en mi boca, escuchando un gemido ligeramente más agudo que los demás-
Trague su escencia completamente para luego separarme de su sexo. Me levanté y miré su rostro, sus mejilas estaban rosadas, sus ojos claros aguados y aun tenía la respiración entrecortada. Esteban me miraba con cierta suplica, sabía que ya no podría oponerse a que ahora mismo le penetrara...
-Zacarias... Por... favor- Pidió con la voz más tierna y seductora que logró hacer-
Me acerqué nuevamente a su rostro y, posando mis manos sobre sus pezones, robé sus labios en un apasionado beso húmedo, Esteban correspondió el beso instantáneamente y su cuerpo se estremeció ante mi toque en su pecho... Esto me gusta.
*Narra Narradora*
Esteban mantenía su cuerpo despierto ante los toques del pelicafé, no se creía que éste le estuviera haciendo lo que hacía. Se sentía bien, ahora no pensaba nada aparte de Zacarias, había imaginado aquel momento por más que sonara pervertido de su parte pero era la verdad, ahora estaba contento o quizá solo era que sentía su cuerpo arder.
-Eres de verdad adorable- Murmuró el ojiverde sobre los labios del contario-
Esteban no lograba hablar, solo forzarse para calmar su respiración. Zacarias sonrió seductoramente antes de que sus besos descendieran por el cuello del menor, marcando la piel con succiones pintadas de rojo, y así hasta su pecho, el cual había desnudado en pocos segundos, donde se detuvo a lamer uno de los pezones de Esteban mientras manipulaba el otro con experiencia. Era la primera vez del casi universitario pero al ser un Alfa, su cuerpo le decía que hacer para satisfacer al Omega que ahora comenzaba a gemir su nombre...
Succionaba, lamía y besaba aquel pezón que se ponía duro y rosado ante su lengua. Los gemidos del más joven retumbaban en la habitación y excitaban al Alfa que estaba dispuesto a marcar a ese Omega como suyo, realmente un chico posesivamente tierno y protector que no dejaría que cualquier basura tocara a su tesoro recién encontrado.
Al elevar su cuerpo, relamió sus labios al ver a su mejor amigo en una posición tan tierna y atrayente solo dirigida a él: Cabello despeinado, mejillas rojas, ojos cristalizados, manos atadas, piernas abiertas a su merced y un torso desnudo lleno de marquitas rojas sobre el suave color claro de la piel del ojiclaro. Excitante. Lentamente se posicionó sobre el niño de 16 años y, mientras miraba sus ojos aguados, introdujo uno de sus dedos en la cavidad de Esteban...
-A-Ah!...- Gimoteó el pelinegro al cerrar sus ojos por aquel intruso que se adentraba en su ser. Ahora no sabía si maldecir o admirar los largos dedos de Zacarias-
Este, por su lado, disfrutaba del interior húmedo del ojiclaro que, por estar en temporada de celo, estaba lubricado para mayor facilidad. Miraba atento el rostro del Omega mientras este gemía de dolor pero de a poco empezaba a jadear de placer... Sintió como el interior de Esteban dejaba de contraerse y esa fue la señal para que adentrara el segundo dedo; hizo tal acción y escuchó el gemido que su sumiso le dedicó, simplemente quería dilatarlo un poco, no estaría mal. Lentamente movió los dedos en forma circular y abriendo sus largos dedos, haciendo movimientos en tijera.
-Zac... Ah... Zacarias... Nhg!- Jadeaba y gemía Esteban con sus manos atadas por la chaqueta del nombrado. Ya no era capaz de controlar sus gemidos y no lo haría estando frente a su pelicafé favorito, ese que le robó el corazón- No... No seas... Ah!... Tram-Tramposo...- Exigió el menor con su mirada fija en la del ojiverde, sabiendo que lo estaba seduciendo-
-No quisiera lastimarte, Esteban- Confesó Zacarias con sinceridad y en un tono de voz grave, cerca de los labios del menor-
Esas palabras hicieron que Esteban se pusiera nervioso. Fue así que su cuerpo se estremeció cuando los dedos del pelicafé salieron de su interior, sacándole un gemido ahogado y ligeramente agudo.
Zacarias le besó dulcemente, con eso tranquilizaría el pequeño cuerpo del ojiclaro, cosa que logró casi instantáneamente; sus manos descendieron hasta cada pierna del Omega y las agarró con firmeza, posando cada una sobre sus hombros, posicionándose entre estas junto a su hombría ya fuera del pantalón y palpitando por atención... Sus ojos permanecían cerrados pero algo lo impresionó al momento: Esteban había liberado sus manos y ahora le estaba desabotonando la camisa con agilidad y rapidez...
-Eres un travieso, lo sabías?- Murmuró el ojiverde con cierta diversión y lanzó su camisa hacía otro sitio de la habitación, mirando con dulzura al niño que estaba frente a él-
-Tú un tramposo- Musitó igual el pelinegro con una leve sonrisa y con una de sus manos en la quijada del Alfa-
El Omega no tardó en volver a besar a Zacarias, esta vez rodeando su cuello y volviendo el beso más tierno y apasionado, iniciando una guerra con su lengua, disfrutando del aroma que su dominante emanaba por ser un Alfa.
Zacarias sonreía para sus adentros mientras acostaba lentamente a Esteban sobre las almohadas y sostenía las piernas de este sobre sus hombros. Pronto vendría lo díficil y con eso, a la vez, una de las mejores experiencias de su vida, quizá la segunda ya que la primera fue el haber conocido a Esteban.
-Estas listo...?- Preguntó Zacarias al finalizar el beso para recuperar aire, juntando su frente con el pelinegro que no le despegaba la mirada de encima. Este asintió con suavidad al agarrar una bocanada de aire, dejando ver un tierna sonrisa-
-Trata de ser gentil... Recuerda que es mi primera vez- Pidió el Omega con dulzura, seduciendo al pobre Alfa que caía rápidamente bajo su hechizo-
El ojiverde asintió y fue adentrando su sexo en la cavidad del menor con lentitud, siendo cuidadoso de no causar mucho dolor en ese cuerpo virgen.
-Ah... Ahg... Nhg!- Gimoteaba el ojiclaro frente al contrario. Sentía como su espalda se iba arqueando de a poco y el deseo de querer tapar su boca apareció en su mente debido a la vergüenza que sentía-
-No vayas a tapar tu boca... Nhg... Quiero escucharte toda la velada- Gruñó Zacarias con su vista clavada en los ojos azules de Esteban. Fue como si le hubiera leído la mente, conocía muy bien al Omega como para saber lo penoso que era hasta con él-
El pelinegro aferró sus brazos a la espalda del Alfa y esa fue la afirmativa de que dejaría su voz libre, cosa que alegró al dominante de espalda ancha y buenos músculos.
Sin duda es grande Pensó el Omega al sentir el miembro del ojiverde completamente en su interior y dejar que un par de lágrimas recorrieran sus mejillas gracias al dolor de su interior siento espandido. Su respiración estaba acelerada y, luego de contener el aire en sus pulmones por un momento, lo dejó salir al ya estar mas acostumbrado a la hombría de Zacarias.
-Cuando te desarrollaste tanto...- Trató de hablar en un susurro Esteban, notando la pequeña sonrisa que se formaba en labios del pervertido de su mejor amigo y viendo como las mejillas de este se sonrojaban por el comentario-
Entonces Esteban empezó a mover lentamente sus caderas, indicando que estaba preparado. Zacarias rodeó con uno de sus brazos la cintura del ojiazul y empezó a embestirle lenta y profundamente, escuchando los jadeos y gemidos del Omega. Aquellas embestidas empezaron a acelerar y con ello los sonidos que el pelinegro expulsaba de su garganta.
-Más... Zacarias ah! Más...- Pedía entre gemidos el menor mientras aruñaba la espalda del dominante con fuerza, no solo por las fuerzas que tenía sino por querer dejarle marcas de su propiedad-
El Alfa aceleró sus embestidas, pegando justo en ese lugar donde los jadeos del menor se volvían mas fuertes y agudos, y donde su cuerpo se movía con más libertad. Pronto el climax llegaría y ambos jóvenes lo sabían...
-Zacari... Ah... A-Adentro... Ah!- Jadeó Esteban al sentir una corriente fría por su espalda. Sus ojos lagrimeaban y sus mejillas mantenían su color carmesí, verdaderamente tierno-
Al instante se vino entre los vientres de ambos, apretando el miembro de su dominante con su cavidad. Este, gracias a que el ojiazul se contrajo, gruñó antes de morderle el hombro al menor y correrse dentro de él, haciéndolo gemir con más intensidad.
Esteban mantuvo su agarre alrededor del cuello de Zacarias y, con pocas fuerzas, tumbó el cuerpo de este a un lado, logrando quedar encima de él... Una pose erótica ante los ojos del Alfa.
-Ah... - Recuperaba la respiración el menor al sentir su interior lleno de aquella escencia-
Zacarias sonrió ante el acto de su pequeño amigo, este yacía acostado sobre su pecho, y aún con su brazo alrededor de la cintura del pelinegro, se fue sentando, viendo como de a poco el Omega parecía más alto sobre sus piernas...
-Zacarias...- Llamó Esteban a su dominante
Su cabeza permanecía sobre su hombro y se sentía un poco cansado-
-Um?- Contestó el mayor ante el llamado. Ladeó un poco su cabeza hacia el dulce chico que le había robado el corazón sin que él lo supiera y espero a que hablara-
-Te amo- Confesó el niño- ... Y no sabes cuan feliz me haces al haber hecho esto...- Musitó con ternura, palabras que idiotizaron al Alfa en segundos-
El pelicafé atrajo el rostro del sumiso y robó sus labios en un tierno beso, dulce y lento, uno que quitaba el aliento. Pero Esteban olvidaba que el sexo de su querido Zacarias seguía dentro de él y, al afincar sus rodillas sobre la cama, sintió como aquella hombría se movía en su interior, cosa que hizo que ambos jóvenes finalizaran el beso...
-Ngh... Yo...- Trató de disculparse el Alfa al poner sus manos sobre los muslos del sumiso y mirarle fijamente a los ojos-
Esteban soltó un ligero suspiro y rápidamente volvió a besar a su Alfa, moviéndose de arriba a abajo con lentitud. El ojiverde comprendió y aceleró nuevamente sus embestidas, era una última ronda por ese día y no estaría mal consentir al Omega un poco más. Así prosiguieron entre besos, caricias y embestidas, acciones que idiotizaban el corazón de Zacarias por Esteban y llenaban de esperanza el corazón de este último.
Nuevamente la ola de placer los inundo y ambos se corrieron al mismo tiempo pero esta vez con pensamientos en común... Me complementas.
El ojiverde acostó al pelinegro en la cama y cuidadosamente sacó su hombría del interior de este, escuchando el gemido que dejó escapar el menor de sus labios...
-Esteban...- Llamó Zacarias al menor que empezaba a quedarse dormido, pero que le dedicó una mirada y una suave sonrisa que le indicaba que siguiera hablando- Te~A~mo- Cantó alegre el Alfa antes ver como el ojiazul abría los ojos de sorpresa-
Esos grandes orbes azules se fueron cerrando al formar una sonrisa y dejar ver unas pequeñas lágrimas resbalar por los costados de Esteban. Abrazó con cariño a Zacarias y este se acostó a su lado, abrazándole igual y tapándose con la sábana; ambos quedaron dormidos en esa posición.
Horas después...
*Narra Esteban*
Zacarias... Era el nombre que rondaba en mi cabeza al momento de despertar entre mis sabanas; esperaba que todo hubiera sido un sueño pero un suave respirar me demostró que no lo había sido. El nombrado dormía placidamente enfrente mío, rodeándome con sus enormes brazos, brindándome el calor que necesitaba en la noche...
-Zacarias... No me odias...?- Murmuré para mi mismo con cierta tristeza. A pesar de lo que había pasado, sentí cierta culpa por ello; no pensé que Zacarias fuera un Alfa-
Me reí ante mi tonta pregunta. También me causó un poco de dolor en el pecho... No sabría que hacer si Zacarias me odiara, no sabría cómo sobre llevarlo. Podría vivir sin él pero no quería; lo único que pienso es en cuanto amo a este imbécil.
Creo que las hormonas no me dejan el camino fácil, no hacen más que ponerme sentimental y molestamente indefenso. Eso es increíble, no? La mente te juega malos ratos, sobre todo cuando estás enamorado. Que tal si Zacarias se molesta conmigo, o si me llega a tener asco por lo que pasó en la tarde...
-Esteban...- Escuché el ronco susurro del dueño de mis pensamientos. Me había quedado petrificado, pensé que estaba dormido pero, cuando sentí su mano sobre mi cabeza, acariciándome, supe que estaba despierto-
Traté de disimular, aparentar que seguía dormido, no quería alguna pregunta. Sin embargo, la suerte me odia...
-Esteban... Nunca te odiaría...- Escuché y no supe cómo reaccionar, sentí cómo mi cuerpo empezaba a temblar y cómo la garganta se me trancaba, ese horrible nudo que se forma cuando te dan ganas de llorar- Sé que estás despierto...- Reafirmó mi mala actuación o su total saber de mí, de que me conoce como la palma de su mano-
No iba a contestar... No debería reaccionar... Pero sentí como por mi nariz deslizaba una lágrima, una bendita lágrima me delató... Y fue cuando una mano agarró la mía, esa mano que es más grande que la mía por razones de la vida. Ahí empecé a temblar y apreté su mano con nerviosismo, no quería sollozar... Todo esto es culpa de las hormonas...
*Narra Zacarias*
Supuse que estaba despierto, su corazón iba más acelerado; Cuando hable, noté como su corazón aceleró y como su piel se erizaba, ¿Como podría odiar a este pequeño travieso?
Hablé por segunda vez para alejarlo de su duda y apretó mi mano, ahí su cuerpo tembló a mi lado y, aunque quisiera, no podía verle el rostro, pero sabía que estaba por sollozar...
Lo volví a rodear con mi brazo, apegándolo a mi pecho, y sus manos trataron de empujarme, obviamente para que no supiera que estaba llorando...
-Las hormonas te ponen tan... tierno- Susurré con suavidad e intente alzarle la mirada pero no se dejó, entonces su mano apretó más la mía-
Sí, estaba llorando.
No supe cómo reaccionar pero, en segundos, agarré sus manos y las bese, luego aproveché para alzar su mirada y unir mis labios con los suyos... Esos pequeños labios carnosos y ligeramente rotos por los besos de hacia unas horas.
-Calmate, pequeñin...- Murmuré sobre sus labios al dejarlo sin aliento, mirando su rostro con la poca luz de la luna-
-No me...- Y vuelve con su pregunta, sin embargo, lo interrumpí con un nuevo beso, esta vez más profundo y logré rozar su lengua, cosa que lo hizo temblar-
Pasaron los segundos y una de mis manos se posó en la mejilla de Esteban, separando el beso lentamente y con una sonrisa victoriosa en el rostro. Mi enano frunció el ceño levemente, cosa que me causó gracia ya que las lágrimas brillaban en sus mejillas.
-No me hagas esa pregunta, ok? Así de caprichosamente tierno... Te amo- Sonreí tranquilamente, ni siquiera había pensado lo dicho pero fue algo de corazón, no doy tan cursi-
-N-No digas...tonterias... - Escuché en voz bajita de su parte. Obviamente desvió su vista, pero sin soltar mi mano-
-Ahora....- Murmuré al secar con el pulgar de mi mano, las pequeñas lágrimas que permanecían en su rostro- ... Es hora de dormir... Mañana hay que madrugar- Canté en su oreja, notando como soltaba una ligera risa, luego me miró-
-Puedo faltar?- Me preguntó con dulzura en su voz, ya más tranquilo de estar a mi lado y mirándome con ojos de cachorro-
-No- Volví a cantar con gracia- Ahora, duerme y sueña conmigo- Mascullé al momento de abrazarlo y cerrar mis ojos... Eran como las 9:30pm y, pues, daba sueño, más con un peluche al lado-
-Eres malo...- Escuche ese tono de dramatismo y, al abrir uno de mis ojos, vi el puchero que tenía en el rostro mientras se acurrucaba en mí-
Reí leve y lo abracé más a mí, así estariamos mas cómodos, y le di un beso en la cabeza para lograr dormir unos minutos después...
*Narra Narradora*
Al día siguiente...
Luego de una tranquila y cálida noche, llegó el despertar de ambos jóvenes. Esteban balbuceó al sentir las frías manos de su Alfa recorrer su espalda; sus ojos se empezaron a abrir y lo primero con lo que se encontró, fue la radiante y traviesa sonrisa de Zacarias.
-Buenos días...- Murmuró el Omega con sus ojos achinados, mirando fijamente los ojos del moreno, obviamente aún con sueño-
-Buenos días- Saludó con ánimo Zac, peinando con sus dedos el cabello azabache del menor-
-No quiero ir... -Hizo un puchero Esteban ante la actitud mimosa de su imbécil amante-
-Tenemos que ir, nene- Rio ligeramente el Alfa, empezando a apoyarse en sus brazos para salir de la cama-
-No...-Dijo en voz baja el azabache mientras agarraba el brazo de Zacarias, evitando que se fuera- No me llames nene...- Trató Esteban de ordenar, sin embargo, sus mejillas mostraban un color rojizo que no lo dejaba ver creíble-
Una leve risa salió de los labios del castaño y, luego de sostener el cuerpo del Omega con firmeza, lo cargó con rapidez con su brazo, posicionándolo sobre sus piernas agilmente.
-Esteban... Quisieras ser mi pareja?- Preguntó de repente Zacarias, sosteniendo al nombrado desde su cintura-
Esteban se acomodó antes de dichas palabras y su mente no captaba tal propuesta por parte del chico que hacia un día era un Beta, quizá uno de los más sexys Betas y más codiciados por las chicas...
-Y-Yo... Zacarias... Y-Yo...- Balbuceaba el nervioso joven de piel y ojos claros, no creía lo que acababa de escuchar-
-Mi... novio o... si quieres, tener una cita conmigo- Sugirió el castaño con su hermosa sonrisa: suponía que su amigo no lo confrontaría tan rápido-
-Yo... Acepto ser tu... tu...- Balbuceaba el ojiclaro al bajar su mirada y jugar con sus manos nerviosamente, estaba muy feliz como para hablar bien-
-Ya entendí- Sonrió el contrario, besando las mejillas del menor con el simple roce de sus labios en estas-
Ahora ambos sentían una extraña pero alegre sensación en sus cuerpos... Ahora comenzarían una relación, Esteban con sus nervios, ternuras y caprichos, y Zacarias aprovechando su nueva oportinidad de amar, esta vez a la mejor persona de la que jamás se hubiera imaginado estar enamorado.
Al paso de unos minutos entre besos y leves caricias, Zacarias se colocó de pie y ayudó al Omega a colocarse de pie. Admiró las muchas marcas que este poseía en el cuerpo del día anterior y las diversas pecas que también adornaban su cuerpo, luego se bañaron y vistieron, Zacarias con una muda de ropa extra que Esteban tenía guardada.
El Omega ya se empezaba a sentir mejor a medida que caminaba, el pelicafé se burlaba y se sentía avergonzado a la vez por aquel dolor con el que Esteban se había levantado... Ya tendría otra oportunidad de hacerlo con más suavidad, no?
-Te vengo a recoger a salida. No quiero que edtes aquí mientras tengas el celo- Informó un más serio Zacarias a la entrada del Instituto, no se confiaba de ningun Alfa del lugar-
-Enserio? Que piensas que podremos hacer?- Preguntó un animado ojiclaro, sosteniendo su bolso en su hombro-
-Lo que sea- Se limitó a decir el de ojos verdes y cabello castaño, sabiendo que aumentaría la curiosidad del pelinegro-
-Amargado...- Murmuró el menor al cruzar sus brazos y desviar su mirada, formando un ligero mohín con sus labios-
-Ya tendre un plan- Dijo el Alfa al ver la actitud de su niño- Pero estar contigo es buen plan- Rio el mayor antes de besar los labios del azabache- Nos vemos, nene- Se despidió dulcemente el mayor y se dirigió a su aula-
Un desorientado Esteban estaba parado a la entrada del Instituto luego de aquel beso. Insultó mentalmente al chico que ahora era su novio y rió por lo bajo segundos después... Era linda la sensación. De ahí fue a su aula, saludó a su amigo más cercano y se sentó en el puesto que le correspondía, esa sería su mañana.
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Ya a la hora de salida, Esteban salió primero de su clase con una sonrisa dibujada en el rostro; Después de todo pasaría el resto de la tarde con Zacarias, aunque no viera mucho cambio de mejor amigo a novio, la sensación que sentía era indescriptible.
Llegó tranquilo a su casillero para buscar el resto de libros que faltaban para sus tareas, pero nuevamente sus hormonas atacaban... Rápidamente tomó un par de pastillas y se las tragó en seco, sintió como estas llegaban a su estómago y trató de calmarse luego de un par de suspiros... Esperaba que Zacarias saliera rápido, pero su suerte siempre le daba la contraria.
-Hola, princesita- Una voz burlesca se oyó detrás del Omega, cosa que lo puso nervioso e irritado por aquella presencia-
Nick llegó obviamente para asustar al azabache, sabía que, mientras estuviera en celo, podría aprovechar la oportunidad de hacerle lo que quisiera.
-Ya que ayer no pudimos hablar... Qué tal si hablamos ahora?- Preguntó el Alfa con cierto toque lascivo que erizó la piel a Esteban... Eso no iría por buen camino-
-Aléjate imbécil, no hay nada de qué hablar- Dijo el menor de los jóvenes seriamente, su voz salió fría apesar de estar en síntomas de celo-
-No te reco...- Se vio interrumpido el de cabellos amarillos al acercarse lo suficiente al contrario para mirarle el cuello y olerle con detenimiento-
Se dio cuenta... Nick se dio cuenta de la marca que el Omega poseía en el cuello y percibía el olor a Alfa que emanaba el cuerpo del menor, el olor de la persona que más detestaba, el de la persona que le evitaba poseer a la persona que deseaba, ese olor que venía de Zacarias cada vez que le propinaba un golpe en el rostro por meterse con el menor que estaba presente.
Su semblante se endureció, sus puños se formaron y su furia aumentó al saber que el ojiclaro posiblemente ya no era virgen, y que perdió esta con el tipo que odiaba, Zacarias.
-No te recomendaría que me hables así... Menos cuando tu cuerpo está tan susceptible- Advirtió el rubio con su mirada fija en el más bajo, estaba dispuesto a vengarse, más con las ramas que tenía rociadas de extasis preparadas para el momento-
Esteban sintió cierto temor que no le agradó al escuchar esa gruesa voz, nunca había escuchado a Nick, en las pocas veces que discutieron, tan amenazante y posesivo, y le llegaba el ligero olor a extasis que solo le afectaba al pelinegro... Pensaba acaso que el ojiclaro iba a ser su Omega? Se equivocó. Ya decía que Zacarias como Beta se veía raro, no poseía el natural aroma de un heterosexual, y sus dudas se cumplieron.
-Ahora...- Prosiguió con su voz ronca y amenazante- ... Si no quieres gemir con tu dulce voz en medio de todos los Alfas del lugar, hazme caso- Amenazó Nick al poner una de sus manos alrededor de la cintura del menor, presionando con suficiente fuerza como para hacer un moretón-
El pelinegro se tragó un gemido de dolor con aquel brusco toque, sabía que el rubio era capaz de ello y en esos instantes no era recomendable provocarlo. Mordió su labio inferior y agarró su bolso, disimulando lo que pasaba y evitando mirar al contrario, caminó por donde el más alto le guiaba... Donde estaba Zacarias!?.
Nick dejó que una perversa sonrisa apareciera en su rostro a medida que caminaba, se acercó más al Omega hasta poder reír con malicia en voz baja en su oreja, eso preocupó al ojiclaro y le provocó escalofríos...
Después de unos minutos, Nick obligó a Esteban a subir unas escaleras que llevaban hacia la puerta de la azotea. Rápidamente abrió la puerta bruscamente, haciéndola sonar con fuerza al momento de que esta se estrelló con la pared, y luego de adentrarse al techo del Instituto, Nick volvió a cerrar la puerta y pegó al azabache de ojos claros contra la pared, mostrando una lasciva sonrisa llena de venganza.
-De verdad que... este momento será muy satisfactorio- Murmuró el Alfa al oído del joven, quien se encontraba acorralado y tratando de ocultar el miedo que tenía-
-Tu... Tu sabes que no te tengo miedo...- Dijo con seriedad el Omega, forcejeando con el rubio para que le soltara las manos-
-Entonces disfrútalo porque... Zacarias no vendrá- Murmuró el de ojos oscuros cerca del oído del pelinegro, luego mordió el lóbulo de su oreja, provocando que este mordiera su labio inferior-
Ahora Esteban estaba más asustado. Forcejeó más, tratando de no pensar mal; Nick, por su lado, rió y siguió besando y haciendo pequeños chupetones en el cuello del más bajo, sacándole pequeños temblores y suspiros.
-No... Yo no...- Trataba de zafarse Esteban del fuerte agarre y, en milesimas de segundos, alzó con fuerza su rodilla, atinando en pegar en la entrepierna del rubio-
El Omega intentó correr hacia la puerta, pero su pie fue agarrado por el rubio que antes se retorcía en el suelo. Esteban cayó estrepitosamente al suelo, el aroma del extasis le quitaba varias defensas y eso realmente le molestaba...
-A donde piensas que vas?- Preguntó con ironía Nick al momento de ver en el suelo al contrario. Rápidamente se posicionó encima del joven y lo volteó para tenerlo cara a cara-
-Suéltame! Yo... Yo nunca seré tuyo, estúpido!- Reaccionó el ojiazul, seguía forcejeando a pesar de ya no tener escapatoria-
El rubio sonrió, quizá ya preparado para hacer lo que siempre quiso... Agarró sus manos con una de las suyas y lentamente se fue acercando al rostro del menor, se fue acercando a los labios de este y pegó sus labios con los del Omega.
Esteban no movió su boca, pero no soportaba ser besado por alguien más y, en un intento desesperado, mordió el labio del rubio con suficiente fuerza como para sacarle sangre y, cuando el mayor se alejo, escupió hacia otro lado en señal de asco.
-Te dije que no te tengo miedo!- Dijo con rabia el pelinegro al ver como Nick pasaba su mano sobrante por su labio roto-
-Oh pequeño... Eres atrevido como siempre- Dijo con el semblante serio el Alfa, apretando más las muñecas del ojiazul quien soltó un quejido adolorido-
Nick estaba más que molesto. El típico chico jefe Alfa que tiene a todos a sus pies a excepción de a un Omega, Esteban. Sin embargo, a pesar de que este ya estuviera marcado, ibs a hacerle lo quisiera mientras lo tuviera bajo él.
Al ver que el pelinegro seguía forcejeando, le propinó un golpe en la cabeza, un golpe que dejó atontado y mareado al menor e hizo que calmara sus esfuerzos, notando las débiles fuerzas con las que ahora trataba de liberarse...
-Así está mejor- Rio con malicia el Alfa, no habría salvación, quizá-
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*Narra Zacarias*
Hoy salí un poco más tarde ya que me tuvieron que cambiar al salón de los Alfas; Dark me preguntó sobre Esteban y que si ya estaba mejor, esas cosas. Le conté lo que paso y me recordó que los Omegas podían quedar embarazados, también me dijo que tenía que estar pendiente de él ya que los supositorios no le servían a su cuerpo, su aroma seguiría atrayendo a los Alfas.
Luego de la pequeña charla, caminé rápido con cierta procupación: Esteban aún estaría en peligro, cualquier cosa que le pasara... no me lo perdonaría. Llegué a su casillero y olí su representante aroma, pero el caso es que él no estaba... Se supone que me esperaría aquí. Caminé un rato más por el pasillo en busca de su olor pero no había señal alguna, y por más que lo odie, tampoco del idiota de Nick... Su grupo estaba sin él.
Esto me estana alterando, mi semblante permanecía sin expresión pero tenía una corazonada, una que me mantenía alerta ante todo.
Fue entonces que mi celular empezó a vibrar; inmediatamente lo saqué y conteste...
-Quién...- Iba a preguntar pero me interrumpió una voz aguda-
-Ve a la azotea!- Gritó Azura desde el otro lado del teléfono, se oía preocupada... Sentido de mellizos-
-Azura que...-
-Que subas maldita sea!- Me ordenó con preocupación al volver a interrumpirme-
Entendí y colgué la llamada. Salí corriendo hacia las escaleras, me faltaban un par de pisos para llegar y unos pasillosque, por obvia razones, estaban un poco vacios.
Esteban. Sabía que algo pasaba, que algo le estaba pasando a él. Mierda. Me faltaban unos escalones para abrir la puerta cuando...
-Zacarias...! Ahg!- Esa voz, ese era... Esteban-
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*Narra Narradora*
Nick se encontraba lamiendo y succionando los pezones del Omega, disfrutaba de verlo llorar por el hecho de que él lo estuviera tocando. Esteban se mordía el labio mientras sentía sus lágrimas salir gracias a la impotencia que sentía. No quería ser tocado por alguien que no fuera Zacarias , no quería que Zacarias lo odiara por no haberse defendido, no quería perder su dignidad.
-Eres un niño malo y por eso vas a ser castigado- Habló Nick con su semblante serio y mirada oscura, no dejaría que un Omega escapara de sus manos-
-No... No...- Negaba en voz baja el pelinegro- Yo nunca... Ahg... Nunca seré tuyo...- Murmuró el ojiclaro lo suficientemente fuerte, ahogando un par de jadeos por haber sentido la boca del contrario sobre su vientre-
-Preparado?- Preguntó con sarcasmo el rubio de ojos oscuros al tocar con fuerza el miembro del menor-
-Ahg...- Se tragó el Omega aquel gemido, mordiendo su labio y aruñándose las manos una con la otra- Za... Zacarias!- Gritó en busca de ayuda el ojiclaro-
Segundos después, un Alfa abrió la puerta de la azotea, provocando un gran estruendo. Ese Alfa llevaba su chaqueta en la mano y un semblante frío, sin expresión alguna, al momento de ver como el Alfa de cabellos rubios intentaba violar a un Omega ya marcado, para ser específicos, su Omega.
Zacarias soltó su chaqueta y, en un abrir y cerrar de ojos, agarró a Nick del cuello de la camisa y lo estrelló contra la pared. Un golpe en la mejilla derecha, un par de rodillazos en la boca del estómago y, sin escuchar suplica alguna, escuchó un sollozo que vino de sus espaldas. Sabiendo de quién provenía dicho sonido, su rodilla pegó con fuerza en la entrepierna del rubio.
Luego de dicho espectáculo, el ojiverde soltó el cuello de la camisa del Alfa: este cayó derrotado al piso, casi inconsciente. Zacarias seguía con su semblante serio y, luego de agitar sus manos, agarró su chaqueta para acercarse al menor que trataba de pararse del suelo, tratando de detener sus lágrimas...
El castaño puso la chaqueta sobre los hombros de Esteban y este tembló al sentir el aroma rodearle... Su camisa estaba en sí destruída y Zacarias podía ver las marcas y chupetones que Nick había dejado, también los moretones rojizos que poseía esa piel levemente pecosa.
-Debí salir más temprano..., para esperarte..., y que no pasara esto- Dijo con seriedad el castaño, entonces agarró con cuidado las msnos del Omega, viendo las marcas que tenía en las muñecas-
Esteban permanecía en silencio, le tranquilizaba escuchar la voz de su Alfa pero esas palabras le rompían el corazón. Inmediatamente alejó sus manos de las de su pareja, impresionando a este con el acto, y se abalanzó a sus brazos, rodeándole el cuello con alivio y demostrando que tenía miedo.
-No digas eso! - Reclamó el ojiazul- ... Tenía miedo de que me tocara alguien más que no fueras tu, que me llegaras a odiar... Yo no sé defenderme aún y eso te causa problemas...- Sollozaba el menor en voz baja, solo para que Zacarias le escuchara-
Zacarias rodeó la cintura del más bajo con cuidado, abrazándolo con alivio de ya tenerlo entre sus brazos y poder tenerlo frente a sus ojos, escucharle decir tales cosas fue un golpe bajo pero aún así sabía que tenía que tendría que tener más cuidado de ahora en adelante.
El Alfa se levantó minutos después, sosteniendo al pelinegro para ayudarle a quedarse de pie ya que lo veía un poco mareado, quizá el rubio le golpeo y por ello estaba así... Pero un raro olor le pegó en la nariz, sacándolo de sus pensamientos, un olor raro y dulzón que no venía del Omega...
-Extasis...?- Preguntó el más alto mientras unas de sus manos acomodaba la chaqueta en el cuerpo del menor, mostrando una expresión de extrañeza debido a lo que olía-
-Él... Él tenía unas ramitas con eso...- Respondió el ojiazul con su mirada baja, ya teniendo puesta la chaqueta que le tapaba el pecho y torso- ... Pero vámonos... No quiero hablar de.. - Antes de completar la frase, el pelicastaño le agarró de la quijada, le alzó la mirada y robó sus labios en un beso lento y tierno, luego quitó las lágrimas en las mejillas del más joven, sabiendo que este ya no se sentiría triste-
Zacarias volteó a mirar a la persona que había lastimado a su Omega, luego le terminaría de romper el rostro. Así, el castaño caminó hacia la salida con su pareja, notando como este cojeaba por el jalón del rubio.
-No te vayas a atre...!- Fue interrumpido el ojiclaro por el moreno, quien lo cargó de repente en su espalda-
-Te aguantas- Rió el Alfa, sintiendo como su pareja le rodeaba el cuello un con un poco de temblor en el cuerpo-
-Te odio...- Murmuró con un puchero el pequeño Omega, acariciando suavemente con su nariz, la oreja del dominante-
-Y yo te amo, nunca concordamos- Sonrió el moreno al sentir tal caricia, así bajó las escaleras y caminó hasta las habitaciones, sabiendo que su Omega lo disfrutaba a pesar de hacer pucheros-
Esa fue una tarde agradable... Al igual que la emocionante noche que se avecinaba para la joven pareja.
---Fin---
Qué tal gente!! Llegué yo uwu Espero que les haya gustado, voten y comenten! Besos!
Lo sé, está corto pero hecho con amor! I love you so much!!
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