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Through The Trees

Nota de la autora.

Para empezar, debo decir que fue muy divertido escribir este One Shot basándome en Jennifer s Body, aunque debo aclarar que no es igual que en la película, ya que considero que los mensajes que quieren dar, los comunica bien. 

Ahora bien, me gustaría dar una breve opinión sobre la película. Estuve leyendo en muchos comentarios en internet y facebook, sobre lo mediocre que era, y que la mayoría la vio por nuestra reina Megan Fox. Pero a pesar de sus fallas, tiene sus aciertos. Nos plantean lo que es una amistad toxica, lo difícil de estar enamorada de tu mejor amiga y negar que eres homosexual. El fanatismo exagerado y lo que una y/o varios harían por obtener lo que quieren, debemos de recordar que mataron a una chica y que los responsables no pagaron por ello hasta que la mejor amiga hizo justicia, es algo que se ve muy a menudo en esta sociedad de mierda. A pesar de que la película sea categorizada por ser de terror/comedia y que todo el argumento gira en torno a la muerte de Jennifer, la gente no se lo tomo enserio por la belleza de Megan Fox (Y lo digo mas que nada por el enfoque del Marketing al promocionar esta peli en mediados del 2008, como alguien que estudia diseño, conoce lo peligroso que es jugar con el publico). A lo que quiero ir es que no es mediocre, me dio suficiente material para escribir una mierda de 20,000 palabras. Solo que fue llevada al cine en una época diferente.

PD; la verdad tu ves a Amanda con Megan juntas en la película y no sabes a cual de las dos envidiar. En fin la hipotenusa. y no me refiero al beso que comparten, si no a sus interacciones detrás de cámara.

Disfruten la lectura gente. 

(....)

"Completamente sola en una habitación vacía, no queda nada más que los recuerdos de cuando tenía a mi mejor amiga. No sé, cómo llegamos aquí..."

El lugar no era lo que esperaba Annie, cuando las dos mejores amigas llegaron. Claramente no era una discoteca, como tanto insinuaba Mikasa, y Annie lo sabía. Aún así ella no pudo negarse en el momento que la chica de cabellos negros se acercó a ella en la mañana, cuestionando sus planes y haciendo puchero cuando está le dijo que tenía que estudiar, ojos entrecerrados en sus dirección y eso fue suficiente para que Annie decidiera dejar su estudio para después. Mikasa tenía mucha más influencia en ella de lo que le gustaría admitir. Sabía que parte de ello se debía a los años que llevaba de conocerla y otra a que no podía romper la promesa silenciosa que le hizo, en aquella caja de arena, en donde su amor sería mucho más grande que sus discordias.

Mikasa por una cosa u otra aprovechaba eso, lo mejor que podía.

—¿Vale la pena estar aquí, solo para ver a un muchacho guapo?— Annie le cuestionó saliendo del auto, Mikasa la miró sobre su hombro unos pasos delante de ella.

—No es solo el 'muchacho guapo'.— Puntualizó la azabache. -- Es el chico candente que tiene una banda.

Annie rodó los ojos ante lo idiota que sonó eso.

—No estoy segura de tú criterio.— Annie se puso a su lado y Mikasa la sostuvo del brazo para arrastrarla a la entrada. -- Sueles equivocarte con los chicos.

—Tomo lo que quiero, cuando lo quiero. -- Mikasa estiró su mano para permitir que el guardia le pintara una equis en ella.— No veo lo malo en eso.

—No hay nada de malo. -- Annie la siguió a paso lento, dándole las gracias al guardia y se adentro al bar de mala muerte a la que su mejor amiga la arrastró.— Pero la gente solo te ve como un objeto.

Pasaron por unas cuantas mesas y un tipo al azar, con el que alguna vez Mikasa se acostó, la saludo esperando un segundo revolcón. La azabache se burló de él, provocando que Annie se sintiera un poco incómoda.

—A veces no puedes serlo todo.— Mikasa se acercó a la barra y sacó un cigarrillo de su bolsillo, Annie se puso a su lado, mirándola de reojo. El ambiente parecía bastante calmado, mientras Mikasa prendía el cigarrillo, se dispuso a mirar a su alrededor. -- O, eres una mojigata cualquiera, o eres la chica más popular de la escuela, la mujer que inspira como a la que envidias. Pero nunca terminas bien parada.--- Annie observó cómo disparaba el humo de entre sus labios, el cigarro en sus dedos, sus ojos puestos en ella.---- Es algo con lo que puedo lidiar.

Annie que estaba atenta a todos sus movimientos, detectó la mentirá en sus palabras, el tono condescendiente con el que hablaba era una fachada que ella conocía a la perfección. Sin embargo solo se encogió de hombros ante sus palabras, ella sabía qué contradecirla, solo la haría molestarse.

Ambas se voltearon al mismo tiempo, al escuchar el ajetreo en el escenario. La banda estaba comenzando a subir, de una forma un poco dramática y lenta. Annie escuchó un suspiró saliendo de los labios de su mejor amiga y se acercó un poco más a ella, al tiempo en el que la mujer más alta la tomó de los hombros, murmurando algo sobre ser las primeras fanáticas. La arrastró suavemente entre las mesas, esperando no chocar con nadie, mientras sus ojos grises se enfocan en los músculos del chico de cabello castaño que tenía su atención.

Una vez que ambas llegaron, Mikasa solto a Annie con un poco de violencia, prestando atención exclusivamente al tipo que la varió de pies a cabeza y le sonrió de costado.

—Hola...— Annie alzó una ceja por lo nerviosa que estaba actuando. -- Me llamo Mikasa y ella es Annie. --. Soltó una risita casi infantil y la rubia tuvo el impulso de reírse.

El tipo parecía encantado por su atención.

—Soy Eren. -- Señaló en la parte de atrás a su equipo. -- Y este es mi grupo.

—Veo.— Mikasa sonrió ampliamente.— ¿Quieres una bebida?— Tomó la mano del chico y jugó con sus dedos.— Hay una que tiene tres niveles, una maravilla si me lo preguntas, Aunque...— Se acercó un poco más a ella y susurro con coquetería.— Es mejor si lo tomamos rápido.

Eren alzó una ceja ante su propuesta, gustoso por sus palabras. Annie conocía el juego previó de Mikasa, así que le sorprendió lo rápido que fue su movimiento, normalmente ella se tomaba su tiempo antes de saltar a la yugular de cualquiera.

—Lo tomaremos rápido, entonces.— Él contestó con una sonrisa, retirando la mano de la chica. Mikasa acarició su mejilla antes de darle un guiño a Annie e ir por las copas.

La rubia se movió a un juego de maquinitas clásico que estaba a su izquierda, rebuscando entre sus bolsillos logró encontrar unas cuantas monedas, su atención se dispersó a la conversación que la banda estaba teniendo.

—¿Y ella?— Eren le comentó a su bajista.

—¿La enana?

Eren soltó un gruñido.

—No. La chica de cabello negro, la que está buena.

El bajista la observó detenidamente. Mikasa estaba en la barra, intentando obtener unas cuantas bebidas, a pesar de que aún es menor de edad.

—No lo creo hermano, no parece virgen.

—Las más desesperadas, lo son. -- Eren sonaba convencido. -- Créeme, conozco a las chicas como ella, van por la vida calentando pollas, pero nunca dejan que las toques.

Annie hizo una mueca de asco por la expresión que él utilizó.

—No lo sé. Tenemos que tener cuidado ¿Lo olvidas?

—Para eso fue que venimos aquí.— Alzó las manos señalando alrededor del bar. -- Aprovechemos este lugar de mierda.

Un suspiro de parte de su compañero.

—Supongo que confiaré en tí.

Eren se rió.

—Eso es hombre. Ahora vayamos por esa perra.

Annie golpeó el tablero del juego y se volteó para encararlos.

-- Hey. -- Ella les grito en un gruñido.— Es mi amiga de la que hablan. A menos que tengan las bolas suficientes para decir lo que acaban de decir en su cara. No creo que ella quiera desperdiciar su virginidad en ustedes. -- Sonrió lentamente. -- No creó que puedan hacer que su Himen se rompa con esa mini mierda que tienen entre las piernas.

Los chicos de la banda dieron un paso atrás, sin embargo Eren y el bajista se miraron levemente. La enana acababa de confirmarles sus sospechas. Annie dió media vuelta y se alejó a paso lento, buscando la cabellera oscura de su amiga. Mikasa estaba aún en la barra coqueteando con el bartender para obtener las bebidas, llegó a su lado y se recargo en ella, la azabache se tenso sorprendida por su gesto.

—Son unos idiotas. -- Annie señaló, jugando con el cabello de Mikasa.—Ellos creen que eres virgen.

Mikasa la miró de reojo, sus ojos persiguiendo el rostro de la más pequeña, riendo de la idiotez de los tipos.

—Si solo supieran.— Soltó un suspiro y se arremango las mangas de su chamarra, el bartender llegó a tiempo con sus bebidas y Mikasa le lanzó una sonrisa de dientes completos. -- Vamos.

Annie rodó los ojos, pero de todas formas la siguió a paso, viéndola emocionada con sus bebidas en la mano y la sonrisa más nerviosa que nunca había visto en ella. A pesar de la advertencia de sus palabras, Mikasa terminó dándole los tragos y Annie solo pudo observar el interés maligno en los ojos de Eren. Ya veía hacia dónde se encaminará la noche, si deja que su mejor amiga siga coqueteando con el cantante de la banda.

—Cantare esto para ti. -- Él le dijo antes de subir al escenario.

Mikasa se rió nerviosa y dió un paso atrás a la altura de Annie. La azabache no apartó en ningún momento los ojos del cantante, ni mucho menos cuando el intermedio se cierne entre ellas y la azabache tomó su mano lentamente. Annie la volteo a ver, notando el resplandor en su rostro, la sonrisa en sus labios, el trance en sus gestos, el magnífico perfil que solo Mikasa parecía poseer. Y aunque la canción le estaba gustando, como la mano de su mejor amiga sobre la suya se sentía como mil soles en medio de la nieve. Algo en la felicidad de la azabache la hizo estremecer, y en lo profundo de su alma pensó que ese momento era perfecto. Su mundo se disparó cuando Mikasa se volteo para sonreírle y supo que algo malo pasaría, no sabía cómo, solo sabía que esa sonrisa en el rostro de su amiga, sería la última que vería. Y cuando la chica soltó su mano, sus peores miedos se expandieron en su pecho, no tuvo tiempo de entender ese sentimiento pues su presentimiento se manifestó cuando el lugar comenzó a arder ante sus ojos, primero una chispa insignificante al lado del amplificador, después esa misma chispa subiendo por la madera que sostenían el techo de lugar, más rápido, todo pasando ante sus ojos como una película antigua de terror. Entonces los gritos se escucharon, el techo comenzó a desplomarse y la banda dejó de tocar. La gente estaba intentando correr por sus vidas pero el incendio los alcanzaba. Annie podía escuchar los huesos rotos de aquellas personas que eran aplastadas por la madera, los gritos de los que eran quemados vivos, el miedo en su estampida intentando alejarse de la muerte.

Y sabía, en su mente que tenían que salir de allí.

Busco a tientas la mano de Mikasa que parecía en trance mirando al escenario, cuyo campo estaba completamente vacío.

—Tenemos que irnos. -- Annie le grito, jalando del brazo. Mikasa la siguió a tropezones, pareciendo más un muñeco que una persona. -- Se por dónde podemos salir.

Annie la llevó al baño tosiendo un poco a causa del humo. Bajo la tapa del excusado y golpeó la pequeña ventana para abrirla, fue la primera en salir, se asomo para tomar a Mikasa de las manos mientras está miraba atrás confundida, la jalo a su cuerpo y ambas cayeron al pasto. Annie jadeo por el peso de la mayor, aun así no tenían tiempo para esto. Se puso de pie y tomó a Mikasa de la cintura para apartarla del lugar.

La azabache se dejó caer de rodillas al pasto, sus ojos desenfocados, un miedo en la boca de su estómago. Annie la agarró del rostro y la miró fijamente.

—¿Mika?— Ella dijo, tosiendo de nuevo. -- ¿Puedes oírme?

—Que bueno que las encuentro.—Annie miró de reojo a Eren mientras intentaba despertar a su amiga.— Me temía que les hubiera pasado algo.— Está vez los ojos de Annie fueron al chico más alto, tenía un vaso de vidrio en la mano, y parecía tan malditamente tranquilo a pesar de que el bar a su espalda acababa de expandir el fuego en todas las direcciones. -- ¿Por qué no vamos a mi furgoneta? Estaremos más seguros allá.

—¿Qué?— Annie jadeo confundida y entero las manos en el pasto.

—Lo que quiero decir es que, solo me fijo en mi supervivencia. Y este lugar parece de locos.

—Está bien. -- Mikasa susurro ante la propuesta del chico. El cantante se agachó para darle su bebida.

—Mm, parece que está en shock, eso es bueno. -- Le indico que bebiera y casi la atraganta al poner sus dedos en el vaso para que lo bebiera más rápido.

Mikasa tosió un poco recuperándose enseguida. El cantante tomó la manga de la azabache y la puso de pie. Annie confundida se apartó de ellos, casi enseguida poniendose de pie.

—Espera Mika. -- Ella la alcanzó a mitad de camino. -- ¿Qué haces?

—Veamos su furgoneta.— Mikasa hizo puchero.— Deja de ser tan santurrona por una vez en tu vida.

Annie parpadeó por sus palabras.

—No puedes subirte al coche de unos desconocidos. Tenemos el convertible, podemos pasar por unas hamburguesas y comerlas en mi casa, hacer una pijamada, pasarla bien.

La rubia sostuvo con un poco más de fuerza su chamarra. Negándose a dejarla ir.

—Solo cállate.— Mikasa se soltó de su agarre y Annie dió un paso atrás por la brusquedad — Iré con ellos. Te veré en la escuela mañana.

Annie intentó de nuevo, recibiendo a cambio un empujón de parte de su amiga. Los ojos de la rubia se abrieron sorprendidos y fue extraño verla subirse a la furgoneta, mientras de fondo aún se podía escuchar el fuego quemando el bar y su corazón golpeó en su pecho en un recuerdo de la infancia. Annie observó la mirada en el rostro de Mikasa antes de que Eren cerrará la puerta e intentó ponerse de pie, solo la detuvo el recuerdo de su pasado que la golpeó tan fuerte que el miedo se apoderó de ella, evitando que se moviera.

Se quedó en el suelo, viendo la furgoneta alejarse, y con ello las posibilidades de volver a ver a Mikasa con vida.

El tipo se sentía como aquel árbol que vio de chica, tan largo y espeluznante, tan lleno de ramas sin ninguna hoja y muerto, apenas sosteniéndose por su cuenta. Tragó saliva y sintió la bilis golpear su estómago. Entonces ella vomitó toda en el pasto y las lágrimas se derramaron por sus ojos, sollozando se arrepintió de no haber sido más insistente. Tomarla del cabello si era necesario, con tal de no sentir la punzada de culpa en su estómago.

"No lo sé, pero nunca había sido tan claro. Cometimos un error querida y veo los vidrios rotos frente a mí. Veo tú sombra colgando sobre mí..."

Annie abrió la puerta de su casa con violencia, tomando el celular de la sala marcando con desesperación a la única persona que estaría para ella sin dudarlo dos veces. Sonó cinco veces antes de que el chico al otro lado le conteste con voz ronca.

—Todo es una mierda.— Annie dijo como saludo y subió por las escaleras a su habitación.— Armin escúchame, tenemos que encontrarla.

El chico al otro lado prendió la lámpara de noche y observó la hora en el reloj de la pared, apenas iba a cumplir las tres de la mañana.

—No estoy entendiendo nada.

—El bar se quemó. Murió gente. -- Annie se estranguló con las palabras. -- Y ella se fue con unos tipos.

Armin gruñó confundido.

— Un momento, la gente murió ¿Y te preocupes por Mikasa?

—No me estás escuchando, debemos ir a buscarla o algo malo le pasara.

—Ya basta.— Armin se tallo los ojos cansado.— Fue su decisión, estará bien, siempre lo está.— Se sentó en el respaldo de la cama y la concha que tenía en el cuerpo se cayó, exponiendo su torso desnudo.— ¿Qué fue lo que pasó?

—No es momento de explicarte nada...— Annie se detuvo al escuchar que tocaba la puerta principal. -- Dame un segundo, creo que alguien está fuera de mi casa.

Armin se alarmó enseguida.

—¿Quieres que vaya a tú casa?

—Quizas.— Annie contestó distraídamente.— Solo no dejes la llamada.

Armin hizo un sonido de entendimiento mientras Annie se acercaba a la puerta principal, se asomó solo para ver la calle vacía, soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo y se despidió de Armin, este le dijo que todo estaría bien y que la vería mañana en la escuela. Annie estaba a punto de regresar a su cuarto, no obstante un ruido en su cocina la hizo saltar de su lugar. Lentamente se acercó para verificar el ruido, dejando el celular en el mueble cerca de la puerta, su ojos se acostumbraron a la poca luz que entraba por las ventanas. Abrió primero la puerta que daba al sótano y se aseguró que no hubiera nadie, después se asomó a la cocina, frunció el ceño al ver el grifo medio abierto desperdiciando agua que casi no tenían. Con un gruñido se acercó y cerró fuertemente la manija, al darse la vuelta el alma se disparó fuera de su cuerpo y gritó fuertemente.

Mikasa estaba parada enfrente de ella, llena de sangre de la cabeza a los pies, puso su mano en su boca para que dejara de gritar, la palma de la chica estaba cubierta de sangre también, así que Annie probó un poco de ese sabor a hierro. Se apartó un poco, sostuvo los hombros de la más alta, observando cada detalle de ella.

—¿Qué carajos te pasó?

Mikasa no dijo nada solo la observó fijamente, viendo su alma con esos profundos ojos grises. Annie parpadeó levemente y comenzó a temblar al ver la lenta sonrisa que se marcaba en el rostro ensangrentado de la mayor. Una que dió tanto miedo como su silencio. Mikasa dió un paso atrás soltándose del suave agarre de la chica. Abrió el refrigerador buscando algo en específico, descartando lo que no quería en el suelo. Annie se acercó lentamente y se agachó a su altura, al ver qué tiraba el pollo de su padre al suelo y comenzaba a devorarlo con violencia.

—Mi papá trajo ese pollo desde el norte, se enojara mucho si te lo comes.

Mikasa la miró y soltó un gruñido que no parecía humano. Era más bien una combinación entre un animal y algo más que Annie no lograba identificar. Entonces sin previo aviso, la azabache se comenzó a ahogar y vomitó en las rodillas de Annie un líquido muy parecido al petróleo, solo que un poco más sólido. Sus ojos se fueron al charco que dejó enfrente de ella, algo se movió en el espació oscuro dándole una forma de púas y Annie trago saliva rodeando el asqueroso líquido y tomando a Mikasa del cuello de la prenda con delicadeza, en un giro inesperado está se comenzó a reír desenfrenadamente de una forma inhumana.

—Dios ¿Que te hicieron?— Recorrió sus manos por sus brazos a medida que la llamaba. -- Por favor, quiero ayudarte, déjame ayudarte.

Posó sus manos por su muñeca notando lo débil que su pulso se sentía. Se puso de pie de golpe, corriendo por el celular para llamarle al 911, sin embargo no pudo ni apretar la primer tecla, cuando Mikasa la empujó contra la pared, su espalda crujió ante la fuerza y en su dolor alcanzó a escuchar como la mano de su amiga golpeaba la foto que su padre colgó de ella sobre el mueble. Su cuerpo tembló al percatarse de la respiración entrecortada en su cuello. Mikasa se tuvo que agachar un poco para poder pasar sus manos por el contorno de su cintura y por su pecho izquierdo. Annie miró la pared enfrente de ella con miedo, ante la forma poco sutil de la chica más alta de sostenerla. La punta de la nariz tocó el pulso en su cuello y Mikasa podía oler la fragancia de Annie y algo más.

—¿Tienes miedo?— Un susurro en la oscuridad de una voz que tantas veces había escuchado antes pero está vez sonaba diferente.

Annie ni siquiera pudo decir palabra, sus pulsaciones se dispararon cuando Mikasa abrió la boca, y sus dientes se arrastraron un poco por su cuello. La forma en cómo la estaba tomando parecía de todo menos romántica, esperaba lo peor, esperaba que la última cosa que vería fuera la luna atravesando su ventana y golpeando el refrigerador abierto.

No esperaba que la chica la tomara de la cintura con fuerza hundiendo su nariz en su cuello en un respiración difícil, gruñó cosas que no podía entender y parecía luchar contra sí misma, luchar con lo que sea que le iba a hacer. Sintió un escalofrío cuando Mikasa la apartó bruscamente de ella, y su espalda golpeó la pared contraria, la chica de ojos grises la miró desde su altura, dando pasos rápidos hacia atrás, sus manos en puños, su cuerpo temblando violentamente. Un destello en sus ojos de un tono bicolor, dio media vuelta, prácticamente saliendo corriendo, la puerta azotándose fue lo único que dejó al irse.

Annie gritó su nombre, confundida, lastimada, nerviosa y aterrorizada.

¿Qué le pasó a su mejor amiga?

...

A la mañana siguiente en medio de una clase de biología Annie se sentó en su pupitre con los ojos desenfocados, mirando a la nada, mientras sus compañeros cuchicheaban a sus espaldas sobre lo que pasó en el bar. Era un pueblo pequeño, así que todos conocían a todos y la mayoría estaba afectada por lo sucedido, perdieron a amigos. Gente que Annie solía saludar por los pasillos se encontraban ayer en medió de las llamas. Y la rubia aún podía escuchar sus huesos tronar cada que cerraba los ojos.

—Te ves de la mierda.

Annie enfocó su vista a la persona que pasó su mano enfrente de ella, parpadeo sorprendida y se movió un poco de su asiento al ver la sonrisa colgate de Mikasa sus ojos normalmente grises, ahora parecían un poco azules, su cara normalmente con maquillaje negro estaba sin el, aunque se veía más joven, más guapa. Su cabello normalmente en una coleta alta, se encontraba suelto ondeando por el aire, permitiendo que se pudiera oler su aroma de rosas en primavera.

—Tu...— Annie dijo a medias aún fuera de sí. Mikasa se sentó a su lado burlándose de sus palabras. -- Te vi, anoche, estabas como enferma, actuando raro.

La azabache soltó una pequeña risa.

—Estoy segura que lo imaginaste. Como aquella vez en el campamento cuando pensaste que la alerta de terremoto era verdad, y solo era una niña viendo una película en su celular.

—No me jodas Mikasa. -- Annie se volteo a su dirección.— Deja de jugar conmigo.

—Por una sola vez deja de tocarme los cojones. -- Gruño la chica a su lado, sacando su espejo de bolsillo y asegurándose que su cabello estuviera bien. Annie entrecerró los ojos analizando a su mejor amiga, algo no andaba bien con ella.— Deja de mirarme así, nos haces ver cómo una pareja gay.

Annie observó sus manos y las uñas cubiertas de lo que no pudo quitar de lo que Mikasa vómito en su suelo. Las ojeras que tenía, al igual que su dolor de cabeza, solo demuestran que lo que pasó anoche fue real. Ella pasó toda la puta noche intentando limpiar el asqueroso líquido, llorando entre frustración y enojo, un enojo hacia ella, y hacia Mikasa.

Alzó las manos para mostrarle sus uñas a la chica, Mikasa alzó una ceja.

—Esas uñas son un asco.— Rodó los ojos y miró al frente, aún con esa sonrisa petulante en sus labios. -- Deberías ir a qué te las arreglen.

—Esto fue lo que provocó, tu maldito vomito.— Annie casi le grita, frustrada por toda su idiotez. -- ¿Qué pasa contigo hoy? Pareces más perra de lo normal.

Mikasa se limitó a encogerse de hombros. Sus ojos puestos en los pasos del profesor que acaba de entrar al aula.

El avisó que algunas clases estarían suspendidas, pues algunos maestros murieron en el incendio. Mikasa comenzó un juego de palabras sobre el asunto y Annie golpeó su costilla con el codo para que se callara.La azabache se limitó a reírse.

Una vez que la clase terminó, La mayor beso la mejilla de la menor, tomó sus cosas y se fue, sin decirle nada más. Annie junto las cejas confundida y se tocó con los dedos la mejilla en donde aún se sentía los labios de su mejor amiga.

Guardo sus cosas y salió a paso lento del salón no pasó mucho tiempo cuando sintió la presencia de su mejor amigo a un lado y se relajó enseguida.

— Es una locura.— Armin comentó pasando su brazo por los hombros de Annie. -- Hoy no tendremos ensayó de la banda.

—Es obvio que cancelarían la mayoría de las actividades extracurriculares, al igual que algunas clases. -- Suspiro Annie, busco algo en su mochila y se acomodo en el hombro de Armin cuando ambos se detuvieron debajo de las escaleras. -- No pude dormir bien anoche.

—Entiendo la razón.— Armin acarició su cabello dulcemente y Annie le ofreció un chicle, este aceptó con una sonrisa. -- Creo que debería ir a hablar con la consejera escolar, para poder dejarlo ir.

Annie hizo una mueca y estuvo a punto de decir algo, cuando uno de sus compañeros de literatura la nombró pensativo.

—Escuché que estuviste en el incendio. -- Bertholdt era su nombre, mucho más alto que Armin y la propia Annie, de un semblante tranquilo y con una mirada suave en sus ojos cafés.

Annie asintió lentamente.

—Me alegro de que estés viva. -- Bertholdt le regaló una sonrisa y se fue con sus amigos.

Armin se volteó para verla.

—¿Desde cuándo hablas con el basquetbolista?

Annie se encogió de hombros.

—Compartimos la misma clase y es un buen chico. También tiene una lírica impresionante.

—Pense que era yo el que escribía la mejor poesía.— Armin se hizo el ofendido y arrastró a Annie fuera de la escuela. -- Me lastimas amiga, no sabes cuánto.

Annie se rió levemente golpeandolo en el brazo. Ambos se fueron a casa de la chica para ponerse a estudiar.

..

Mikasa paso una mano por su cabello lentamente el negro del color jugando con la piel palida de su palma, se miro en el espejo unos segundos, agarro un poco del agua del grifo limpiando su rostro, esperando que desaparecieran las ojeras debajo de sus ojos. Algo dentro de ella comenzó a quejarse a molestarse por su actitud pasiva. La azabache se sentó en el suelo y cerró los ojos, oliendo el aire en el lugar sus fosas nasales captan enseguida el olor de la soledad y la depresión. Ella tragó saliva mordiendo su labio inferior. De nuevo algo dentro de ella se movió, tirando de sus entrañas. un rugido en su estómago advirtiéndole que tenía hambre, más ella se escondió en sus rodillas ignorando el sentimiento en su pecho, el hambre que no ha dejado su cuerpo desde la noche anterior cuando lo que sea que estaba dentro de ella, intentó devorar a su mejor amiga.

Mikasa estaba comenzando a sudar para este punto. No sabía nada de lo que le estaba pasando, solo sabía que cuando tenía hambre, llegaba a ser alguien irreconocible, algo se apoderaba de su cuerpo, y cuando tenía conciencia de sí misma, estaba cubierta de sangre, con la boca llena de pedazos de carne que terminaba vomitando en alguna parte del lugar donde se encontrará. Lo odiaba, odiaba todo lo que le estaba pasando. Cuando ella se apagaba, cosas malas pasaban, y lo único que la mantenía cuerda es saber que aún conservaba esa parte humana, aquella que no le permitiría pasar por lo mismo una y otra vez.

Pero el demonio que estaba dentro de ella, era mucho más fuerte que su voluntad.

Así que Mikasa se resistió todo lo que pudo, luchó por dejarlo adentró. Gritando desde lo más profundo de su garganta al sentir que la cosa tomaba el control.

Y después ella dejó de pertenecer a sí misma.

"Y tú cara pueda verla a través de los árboles, te encontraré, repare las ruinas que deje dentro de tí; porque aún sigo respirando aquí..."

La muerte del mariscal de campo fue de lo primero que Annie escuchó al poner un pie en la escuela esa mañana. Sabía del tema,(por lo que le comentó Armin la noche anterior) más no pensó que la gente se enteraría tan rápido. Era miércoles y ella llevaba un café en la mano y buscaba con la mirada a Mikasa, esperando que la chica que le marcó en la noche presumiendo de lo bien que se sentía, pudiera explicarle porque actuaba tan raro. Extrañaba verla caminar hacía ella, decirle alguna idiotez sobre chicos y arrastrarla a lugares que no quería ir, solo por la diversión en sus ojos. Mikasa siempre predominaba en ella, jugando con su mente con palabras bordes y al mismo tiempo suaves ¿Cómo alguien podía llegar a ser así?. Tomando un sorbo de su café cargado, deslumbró a la chica recargada en su casillero. Hoy llevaba unos pantalones por debajo de su cintura junto a una sombrilla oscura que cubría sus brazos y dejaba a la vista el pequeño paquete de six que se le estaban marcando. Annie ladeó la cabeza, acercándose rápidamente.

—Aquí estás.— Mikasa pasó un brazo por sus hombros y la abrazó a ella. Annie percibió un olor extraño en su perfume, arrugó la frente y se apartó un poco. -- Estuve esperándote por cinco minutos. Eso es mucho tiempo.

Annie le ofreció un poco de café, Mikasa se recargó en su hombro, tomando un trago largo.

—Si cinco minutos te parece mucho...— La rubia dejó caer su frente en los pechos de su mejor amiga, pasando los brazos por su cintura, su cuerpo se sentía tibio como si acabara de salir de la ducha.

Mikasa soltó una risa entrecortada que se perdió en los cabellos de Annie.

—A alguien le crecieron un par de pelotas. -- Mikasa acarició su cintura lentamente. -- Estás siendo un poco sucia con esa insinuación.

La rubia cerró los ojos y golpeó su puño contra el brazo de ella. Esta vez su piel se sintió más fría.

—Solo intento saber qué pasa contigo. -- Annie la miro desde abajo. -- Se que para poder meterme debajo de tu piel, tengo que hablar tú idioma.

Mikasa la observó fijamente, había algo en sus ojos que no cuadraba en la mirada azulada de Annie. Permaneció en la misma posición por unos buenos minutos, captando la sutil mancha de tonos disparejos qué se albergaban en aquellos ojos profundos de su amiga a veces azules, a veces grises o ambas al mismo tiempo.

—No me pasa nada.— Mikasa habló después de un largó silenció. Parpadeó y sus ojos se pusieron azules, de un azul zafiro. -- Estás siendo exagerada.

La azabache se apartó de ella cruzándose de brazos, dejó caer la espalda en el casillero al lado del de Annie. El cambio repentino en su actitud no pasó desapercibido para la chica más baja que dió un paso al frente, deteniéndose sólo cuando éste se alejó sutilmente.

—Seguro.— Annie abrió su locker buscando los libros para su primera clase.— Entonces ¿Sabes qué pasó con Logan?

—¿El mariscal de campo?— Mikasa sonrió de forma extraña.— Oí que lo encontraron en el bosque sin parte de sus órganos. Tuvo una muerte fatal.— ironizó.

— ¿No te importa?

Annie cerró su casillero y comenzó a caminar, Mikasa la siguió unos pasos detrás de ella.

—No más que a ti.

—La gente está muriendo Mikasa, pareces tan calmada con el tema.

—Y tu te alteras tan malditamente mal.— Mikasa sostuvo su muñeca y la arrastró con ella a uno de los baños, cerró la puerta y la empujó lentamente hacia la pared. -- Mirá, la gente muere todos los días. Ahora mismo mientras hablamos quizás a un viejito le esté dando un infarto.— Puso su brazo alado de su cabeza, acercando su rostro.— No puedes evitar la muerte, tampoco puedes evitar que la gente muera...— Apretó la mandíbula y sus ojos se oscurecieron.— Deja el tema de una vez. Continúa como si nunca hubiera pasado nada.

—¿Pretender? ¿Ese es tú gran plan?

—Si.

—No haré eso.— Annie la desafío.— Casi te pierdo esa noche. Este pueblo ahora es el centro de atención de otros poblados. Cuando enciendo la radio, solo escuchó la mala canción de ese grupo mediocre con la cual estabas obsesionada.— La rubia la tomó del cuello de la playera para invertir los papeles, Mikasa no esperaba esa acción de su parte.— Algo cambió en tí, desde que te fuiste en su furgoneta y regresaste a mi casa como un zombi. Eres mi mejor amiga, las cosas que te pasan me afectan. Si creés que voy a dejar el tema, te aseguro que estás equivocada. Si no quieres hablar lo entiendo, pero no seré una insensible cómo tú.

Mikasa pasó lentamente la punta de su lengua por sus labios, ella observó de arriba a abajo el rostro de Annie y frunció el ceño.

—Eres una idiota entonces.— Su voz bajo una pulgada, una voz rara, casi ahogada. — Es más fácil si no te metes en esto.

— ¿Y qué es esto?— Annie suspiró cansada.

—Lo harás enojar. -- Mikasa habló, algo dentro de Annie se removió, ya que su voz sonaba igual a cuando dormían juntas en su cama, y Mikasa le susurraba al oído cuando tenía pesadillas, una promesa, una súplica. Sonaba como la chica que solía conocer.

—¿A quién?

Estaba presionando sus botones y ella lo sabía, pero es lo más cerca que ha estado de su compañera desde que pasó el accidente. No podía solo dejar pasar esta oportunidad de ayudarla, si era necesario.

—Me tienes harta .— Mikasa se puso a la defensiva y empujó a Annie. El tono en su voz sorprendió a la más pequeña.— No tengo tiempo para las pendejadas que salen de tu boca.

Mikasa se aliso la prenda e ignoró a Annie deliberadamente, camino a su lado dándole un golpe en el hombro. La sonrisa en su rostro era de burla, aunque no llegaban a sus ojos. Todo lo que representaba Mikasa dejó de verse ante los ojos de Annie. No lograba sostener a la chica que fue su mejor amiga por años, a veces pensaba que la miraba, otras como está, no encontraba la respuesta.

La única incógnita del porqué ahora ¿No ve a su mejor amiga? se limita a que parece un cascarón vacío.

La azabache se marchó de la misma manera que esa noche, dejando la duda a sus espaldas.

...

Para el mes las personas ya parecen más tranquilas, había cierto positivismo en el ambiente a causa del baile de primavera. Las cosas parecían estar cayendo por su cuenta, mejorando gradualmente. O eso es lo que ellos pensaban. Pero la verdad es que la calma es el consuelo que menos dura. La gente hablaba por los pasillos sobre a quién llevarían al bailé o si es que alguien los invitaría.

Annie tenía la dicha de ser lo suficientemente silenciosa como para evitar ser invitada por alguien, sin embargo si tuviera la oportunidad, quizás ni iría, prefería quedarse en su casa viendo alguna cosa mala en la tele que tener que lidiar con toda esa gente. Desearía poder pasar la noche con Mikasa, pero desde ese día en el baño, la chica la ha estado medio ignorando, si aún hablan, pero no permite estar cerca de Annie cuando están solas por alguna rara razón.

Los días parecen más eternos que de costumbre y las noches más cortas llenas de pesadillas. Sus ojeras eran cada día peor y ahora tenía que usar el conjunto de lentes que guardo con recelo en el gabinete de su habitación para no tener que exponerlos nunca más. Para su mala suerte, la falta de sueño, hace que su vista se desgaste, provocando que se vea borrosa, ahora con los anteojos evita un poco que se quede dormida entre clase y clase, sólo para asegurarse de que no se rompan.

Recargó los brazos en el pupitre e hizo una especie de almohada para poder dormirse de aquí a que llegaba el profesor a su lado una banca se movió y por el sonido suave de la persona que se sentó, supo enseguida que se trataba de Mikasa, no tuvo fuerzas para verla, apenas y habían pasado dos minutos desde que consiguió acomodarse en el lugar, saludarla solo provocaría que su sueño se fuera y si podía dormir media hora o cinco minutos le bastaba. Se quedó profundamente dormida sin darse cuenta. La voz del profesor a lo lejos se escuchaba por encima de ella, pero estaba en su novena nube como para poder captar con claridad lo que le decía. Una segunda voz abogó por ella y pidió diez minutos más, el profesor lo pensó varios segundos, hasta que se encogió de hombros y regresó a su lugar.

Mientras que Annie dormía, Mikasa a su lado se acercó un poco a ella, solo para ponerle su chamarra encima desde su posición sentada notaba el escalofrío en la piel de Annie, a causa del frío.

—Bien.— El profesor aplaudió después de que pasaron los diez minutos causando que Annie saltará en su asiento, no fue tan brusco el moviendo, pero sí provocó que se mareara un poco. -- Tengo unos cuantos avisos.

Annie se limpió su mejilla y se escondió debajo de la chamarra que tenía encima, extrañada la observó, se parecía mucho a la que usaban las porristas. Se enderezó en su lugar y miro de reojo a Mikasa, solo para ver qué se había cubierto la cara con el cabello anotando lo que el profesor ponía en el pizarrón a pesar de que no era importante.

—Tengo una buena noticia.— El hombre de lindos rulos comentó con una suave sonrisa.— El grupo Low Shoulder, donará el tres por ciento de sus ingresos a las familias que fueron afectadas en el incendio.

Annie se puso recta de golpeé y gruñó por lo bajo.

—Eso es muy poco, ¿Qué pasa con el otro 97%?

—Callate Leonhardt, ellos son héroes. Ayudaron a salvar a la gente dentro del bar.— Una chica que antes la había molestado porque pensaba que andaba con Mikasa, hablo de forma despectivo— Son tan lindos.--- Suspiro fascinada.

— Eso es una jodida mentira.— Annie se puso a la defensiva.— Yo estuve allí, y puedo asegurar que los hijos de puta, ni siquiera movieron un dedo.

—Lenguaje.— El profesor la reprendió, Annie se sonrojó violentamente.

—No sabes nada. Lo busque en Wikipedia y claramente dice lo que hicieron.

El profesor puso una cara de confusión.

—No creas todo lo que lees. -- Mikasa se metió en la riña estúpida.— Annie y yo estuvimos presentes. Sufrimos en carne propia el dolor de todas esas personas. Si dejaras de pensar con el trasero verías las cosas más claramente.

La chica se ofendió ante sus palabras y la miró desde el otro lado del salón.

—¿Qué vas a saber? No eres ni la sombra de lo que eras antes. Ahora eres basura andante.

—Por eso.— Mikasa ni se ofendió por el comentario.— Algo jodido paso como para que la persona que se metió en los pantalones de tú novio, ni siquiera pueda hacer que alguien tenga una erección. Aunque supongo estás acostumbrada, pero yo no.

El salón se burló de la chica, por el comentario boras

—Eres una perra.— La chica se puso de pie, pero Annie y el profesor se interpusieron.

—Tienen que relajarse señoritas.— Él arrugó la nariz sin saber que hacer.— Mire, para empezar esas no son formas de hablarse entre ustedes y la señorita Leonhardt debería cuidar sus palabras.

Annie puso mala cara, se limitó a mantenerse callada, solo por respecto.

—¿Por qué?— Mikasa de nuevo.— Annie dice la verdad, la banda es una mentirosa de mierda. Y todos ustedes están chupándole las pollas a cada uno de ellos, por un tonto rumor que no se sabe de donde salio. No son unos héroes.

Annie la volteo a ver por las últimas palabras, ella parecía casi agotada y en realidad se veía agotada.

Antes de que el profesor pudiera reemprender, la campana sonó y Mikasa cerró su libreta con aburrimiento, Annie siguiéndola de la misma forma.

—¿Estás bien?— La rubia se acercó para checar su temperatura, estaba fría. Sus ojos estaban con ojeras de meses, no de días, meses. Sus labios estaban resecos y sus ojos grises apagados, al grado de verse negros, su piel estaba más pálida de lo normal y su cabello se encontraba reseco.

—No, ¿Me veo bien?— Ella le contestó bruscamente. -- No hagas preguntas obvias.

—¿Por qué estás tan agotada?

—Pesadillas — Ella dijo restándole importancia.

—Perdón, pero yo no me veo como un zombi. A pesar de que creo que dormimos lo mismo.

—Es porque tú ya te acostumbraste a verte mal. Sin embargo me siento como una vil mundana, ¿Cómo le haces para no sentirse tan mal contigo misma? cuando todo el tiempo te ves como basura.

—Vete a la mierda.— Annie la golpeó en el estómago con algo de fuerza. Mikasa se tocó la zona con una mueca de dolor. -- Cada vez que abres la boca, hay un insulto de por medio. Necesitas calmarte un poco.

Mikasa miró a otro lado y sus gestos se relajo..

—Lo siento. -- La chica se disculpó genuinamente. -- Solo, no sé que hacer. Me siento débil y tengo hambre todo el tiempo.

—Es normal, estamos en la adolescencia. ¿Estás en tus días?

—Por dios, eso fue inventado por un idiota que nos quiere hacer pasar por locas.— Mikasa se floto los ojos con delicadeza.— Que menstrue no quiere decir que voy a estar irritable todo el día.

—Entonces ¿No está Andrés contigo?

—A no, si lo está, solo no permitió que me amargue el día.

Annie soltó una pequeña carcajada.

—Siendo sincera, tus cambios de humor han aumentado todo este mes. Da algo de miedo.

Mikasa suspiró cansadamente.

—Supongo que aún no me acostumbré.

Annie quería preguntar a qué se refería, pero casi se tropieza cuando Berthold se atravesó enfrente de ellas y camino de espalda mirando a Mikasa, parecía nervioso y jugaba con un dije en su mano.

—Berth.— Annie Saludo y este le mostró una suave sonrisa.

—Quería preguntarte algo...— Berthold miró fijamente a Mikasa, que ya sabía para dónde iba.

—¿Quieres invitarme a salir?— Su pregunta salió tan natural.

Berthold tartamudeo torpemente con sus palabras.

—¿Cómo supiste?

La mirada en el rostro de Mikasa no decía nada, no era aburrida pero tampoco burlona. Simplemente no se encontraba un rastro de sus pensamientos.

—Animate.---Su voz sonó relajadas.

El basquetbolista tomó un largo suspiró y se puso aún más nervioso.

—Bueno, quería saber si te gustaría ir a ver una película de Rock conmigo.

—No me gustan las películas de Rocky.

A Berthold le cambió la cara por completo, estaba decepcionado.

—No. Me refiero a una vieja película en donde...— A medida que iba mencionando las palabras, se estaba arrepintiendo de intentar invitarla a salir. -- ¿Sabes que? Esto es estúpido, olvídalo.

Cuando se alejó unos paso aún balbuceando para él. Annie mira en dirección a Mikasa.

—Eso fue un fiasco.

—Es normal que los chicos me inviten a salir.

—Lo sé.— Annie se apartó el cabello de la cara.— Me siento mal por él, es un buen chico.

Mikasa alzó una ceja, mirándola levemente, ladeó la cabeza analizando el contorno de sus cejas fruncidas y como parecía un poco afectada por el niño, que aún volteaba de vez en cuando a verlas.

—¿Si?— Mikasa cuestionó interesada.

—Es un gran poeta.— La rubia continuó sin prestar atención al tono en la lengua afilada de su mejor amiga. -- Creo que si le das una oportunidad, el chico te puede dar una sorpresa. No considero que quiera meterse entre tus pantalones.

Mikasa parpadeo varias veces su rostro se puso un poco diabólico y después se compuso en un abrir y cerrar de ojos. Se quitó el cabello de la cara y dió unos pasos para llamar a Bertholdt, que estaba a punto de perderse entre los alumnos del pasillo.

—¿Quieres ir a mi casa está noche?— Le regaló una de sus mejores sonrisas y abrazó los cuadernos con algo de fuerza, antes de continuar. -- Creo que tengo una película de una chica mitad Sushi, o algo así. Supongo que te gustará.— Bajo el tono de voz lo suficiente para que solo ella y Bertholdt lo escuchará.— Explica sobre cómo utiliza el hoyo de arriba para poder tener sexo, ¿Suena bien, no?

Bertholdt trago saliva lentamente, no estaba muy seguro si se le estaba insinuando o se lo estaba imaginando. Aún así, asintió varias veces, dando unos pasos aún shockeado. No podía creer que saldría con la chica más sexy de la escuela.

—Te enviaré la dirección.— Se puso de puntitas para darle un beso en la mejilla, los colores del niño se dispararon por todos lados, su piel antes un poco morena, ahora tenía un color parecido a cuando te quemabas a causa del calor.

Bertholdt se despidió con una gran sonrisa, llevó el puño a su pecho dónde tenía su cadena y festejó unos segundos. A Annie le pareció lindo ver eso de su parte.

—¿Por qué el cambió de opinión?— Se puso a su lado, solo para ser recibida por unos fuertes brazos sobre sus hombros. La azabache la sostuvo a su derecha con una sonrisa juguetona en los labios.

—Supongo que es momento de dejar la puteria.

Annie junto las cejas, sin creer una mierda en sus palabras.

—¿Con Bertholdt?

—Con quien me lo permita.— Salto fuera de ella y Annie se quedó parada viéndola irse. -- Nos vemos otro día, bebé.

A pesar de lo acabada que se veía, aún había una extraña belleza en sus gesto que mantuvo la mirada azulada de Annie sobre ella, hasta que ya no pudo distinguir más que un manchón de su cabello negro.

Mikasa era guapa, ella lo sabía, toda la escuela lo sabía; Lo que no sabían es que detrás de toda esa belleza, se escondía una chica insegura, una mujer que puede perderlo todo, y está consciente de eso. Por ello juega con la gente, como la gente juega con ella. No hay dolor en el sexo, hay dolor en el amor. Si se enamora pierde, si pierde dejará de ser la chica más destacada de la escuela. Quizás su estatus ya no es tan marcado como hace unos años, pero aún así la chica podría chasquear los dedos y lograr que la gente haga lo que ella desee, y con eso es más que suficiente para que aún pretenda que nada le afecta.

"Hasta que libere el silencio a través de los árboles. Y recuerdo cómo solíamos hablar de los lugares a donde iríamos. Cuando estábamos juntos y de todo lo que íbamos a encontrar..."

Hay una manifestación de los recuerdos de Annie, que atravesaron su mente mientras ella enfoca su vista en el techo, las luces estaban apagadas y escuchaba alguna canción de Evanescence por medio de sus audífonos. Aquella noche su padre tenía turno doble, así que no regresaría a casa hasta la mañana siguiente, por ende se encontraba sola en casa, disfrutando de su música y mirando su celular cada cierto tiempo, para ver si Armin o Mikasa le contestaban los mensajes.

El rubio prometió hablar con ella, pero últimamente ha estado medio distante y la última vez que hablo con Mikasa, está le dijo que estaba ocupada arreglándose para su cita. Eso hizo pensar a Annie, que quizás debería conseguir más amigos. Pero nunca fue buena lidiando con estar rodeada de tanta gente.

Era fácil estar con Armin pues su tranquilidad le traía paz a su vida, un equilibrio del cual era fácil conseguir. Aparte de que le gustaban casi las mismas cosas.

Y estar con Mikasa le traía una perspectiva diferente de las cosas, demostrando que no todo es blanco o negro, que desde el comienzo de su amistad, las cosas entre ellas se movía en en una dirección diferente a lo que ella y Armin compartían o a lo que la propia Mikasa y sus compañeras del equipo de animadora lo hacían. Eran extrañas juntas, a menudo la gente se preguntaba el motivo de su cercanía, si no compartían cosas en común.

Es en ese detalle, dónde se equivocaban. Había cosas que las unían, las promesas que se hicieron en el pasado, el collar en el cuello de ambas que nunca se han quitado desde que se conocieron. La sangre de Mikasa en los labios de Annie cuando ésta se lastimó jugando con unas muñecas, ambas cómodamente dentro de una caja de arena. De allí surgió la frase que mantendría su amistad hasta hoy en día; "El amor dentro de la caja de arena, nunca se muere". Una extraña analogía para lo que se convertiría su amistad tiempo después.

Annie recordaba con claridad la primera vez, que ambas compartieron una conversación dónde no existían burlas de parte de la más grande o el sarcasmo de la pequeña ante la idiotez de la pelinegra. Ambas tenían un nudo en la garganta deseando saber cómo tragar saliva, sin preocupar a la otra.

La primera en comenzar a hablar fue Mikasa. La menor no esperaba las palabras que salieron de su boca, tampoco el camino que tomaría la conversación.

—Desearía estar en otro lugar.

Era una tarde cualquiera de invierno. Las dos estaban sentadas entre unos arbustos, viendo el caldero del diablo desde la distancia; un lago donde nadie sabía a dónde iban las cosas, pues nunca regresaba cuando eran aventadas dentro del remolino de agua. Annie pensaba que se refería al presente, no al pueblo en general. Así que se encogió de hombros y se puso de pie.

—Pues vámonos de aquí.

Mikasa se rió.

—No me refiero precisamente a eso.— La azabache sostuvo su muñeca con suavidad, y señaló con su cabeza su regazo. Annie no lo pensó dos veces antes de sentarse en sus piernas estiradas y mirar hacia el frente. La cascada soltaba el sonido más tranquilizador del mundo y ayudaba que su mejor amiga la estuviera abrazando de una forma tan suave. Sintió su barbilla apoyarse en su hombro y soltó un suave suspiró.— Dejemos este pueblo.

—¿A dónde?

—Muy lejos, dónde podamos conocer las estrellas y tocar las nubes en un día lluvioso.

—Eso suena muy fantasioso.

Sintió una suave media sonrisa se parte de Mikasa y su estómago dió un vuelco.

—Lo sé, pero ¿Imagina las posibilidades? Si nos vamos de aquí, podremos conocer nuevas cosas. El mundo se vería más hermoso de lo que se ve ahora.

—Algunas veces quise ir a España.— Annie jugó con los dedos de la chica que tenía sus brazos rodeando su cintura en un abrazo reconfortante.— Pensé que si me esforzaba lograría conseguir una beca para ir a la universidad de Madrid.

—Aún puedes hacerlo.— Acarició suavemente su estómago por encima de la camisa, y cerró los ojos, con un escalofrío en la palma de sus manos, una sensación de hormigueo que atravesaba su cuerpo y se alojaba en su cerebro, quería tocar más allá de lo superficial, más no se atrevía a faltarle al respecto de esa manera. De todas las malas cosas que en su vida ha hecho, estar con Annie no es una de ellas. Ahora que la tiene de esa manera, le gustaría no cagarla, aunque sabía que su personalidad era demasiado explosiva, arruinaría todo tarde o temprano. El sexo es un placer culposo que tiene, pero oler la fragancia en su amiga, tomarla como ahora lo hace, le recuerdo a qué al final del día. Annie es la única que camina a su lado, sin quejarse, o abandonarla, es lo único que tiene.-- Lo haremos juntas.

—No pensé que me quisieras aún en tú vida. -- La rubia hizo una mueca, recordando lo difícil que es tratar con ella. Aún puede sentir el moretón en su espalda de las veces que jugaban a empujarse y a Mikasa se le pasaba la mano.

—Se que soy una gran perra.— La joven ni siquiera lo negaría, era un complemento inútil.— Y no voy a disculparme por eso, es nuestra dinámica. Yo te hago la vida difícil y tú me demuestras cómo se enfrenta con la cabeza en alto.

—Odio cuando estás siendo una idiota.— Una pausa.— Justo como ahora.

—No lo diré.— Mikasa cerró los ojos y recargó su frente en la espalda de su mejor amiga. -- Quizás cuando salgamos de este pueblo de mierda, tendrás la versión de mí que vale la pena tener.

—Si se asemeja a está, en dónde no estás complemento loca. Me gustara mucho.

—Es un trato ¿Entonces?

—Salir de ese lugar, recorrer parte del mundo, ir a una de las mejores universidades de Madrid y conseguir que la gran Mikasa Ackerman deje de ser tan ojete. -- La miro sobre su hombro con cariño.— Me encantaría hacerlo.

Mikasa sonrió suavemente.

—Lo lograremos, lo juro.— Tocó su cadena de plata y por instinto Annie hizo lo mismo. -- Es lo único que nos queda. Somos el inició y seremos el final.

Annie se despertó de su recuerdo al sentir que algo golpeaba su frente. Enfocó su vista al techo con mejor claridad y una mancha roja comenzaba a formarse ante sus narices. El cuerpo le tembló a medida que la mancha se volvía más grande, un mal presentimiento pasaba por su mente. Luego vino el sabor amargo en sus labios, como si estuviera probando sangre, la hizo abrirlos con desagrado y gritó cuando la sangre comenzó a caer con violencia del techo en una tempestad rojiza.

Ella se puso de pie de golpe, limpiando su rostro con la manga de su pijama, y abrazándose a sí misma a causa del miedo. Tocó su collar con la punta de los dedos y sintió la voz de Mikasa en su cabeza, comentando cosas crueles, sin sentido y que provocan en el cuerpo de Annie una sensación de malestar. Algo no andaba bien, y era aún más escalofriante que se escuchará la voz de su amiga como si estuviera susurrando en el oído una y otra vez, en constante repetición.

—Te Necesito desesperanzado. -- Annie lo susurro con anheló y todas sus alarmas se dispararon, pues las palabras dichas por ella fueron completamente sin pensar. Algo estaba balbuceando por medio de su voz.

Imágenes tan nítidas se reprodujeron en su mente, parecía tan real y un poco enfermo. Lograba ver a Mikasa comiéndose al jugador de americano en el bosque, los animales siendo testigos de su masacre. Las aguas del lago quitando cualquier rastro de su asesinato, su ropa en el suelo, el contorno de su cuerpo secándose bajo el frío infernal y la forma en como los bellos de su piel se alzaban a causa de dicho frío, una piel tan blanca, fantasmal, que en definitiva no se parecia a la de ella. Annie entrecerró los ojos, ella la estaba mirando con una sonrisa irreconocible.

Mikasa no parecía humana en esa visión y aún peor cuando parecía verla por medio del extraño presentimiento. Sus ojos dejaron el azul confuso a uno en dónde la pupila era pequeña y alrededor completamente blanco.

Agarro sus llaves de la mesita a su derecha y salió a tropezones de su casa, no estaba seguro a dónde tenía que ir, o hacía qué dirección moverse. Entrando a su auto aventó su sudadera gastada al asiento y golpeó la radio deteniendo el sonido de la estúpida canción, cuya banda era tan mediocre como su vocalista. La canción se volvió un maldito himno para el pueblo, poniendo en los velorios de aquellas personas que fallecieron y Annie estaba hasta su puta madre de eso. Era suficiente de idolatrar tanto a unos idiotas que lastimaron a su amiga, de alguna forma u otra.

En su manejo de forma automática, apenas noto a la persona que salió del bosque, dió un volantazo de golpe y las luces del auto iluminaron el rostro de la joven. Los vellos de sus brazos se alzaron ante el escalofrío, alcanzó a notar el rostro manchado de sangre de su mejor amiga y no tuvo que ser un maldito genio para saber de dónde procedía dicha sangre. Ella frenó para asegurarse que vio bien, para saber si estaba bien. Viendo a todos lados con pánico en los ojos, notando las luces naturales de la luna golpeando suavemente alrededor del bosque, jugando con las luces en la carretera.

Soltó un suspiró al verse sola y se acomodo en el asiento, estuvo apunto de arrancar cuando Mikasa se estrelló contra su parabrisas, ella soltó un grito que hizo reír a su amiga. La sangre goteaba por sus labios y sus ojos normalmente grises estaban de un color azul fuerte. Arranco el coche hacia atrás y observó con horror cómo está resbaló por el capo, su cuerpo se estampó contra el suelo en un golpe sordo.

—Venga, necesitada. -- La escuchó quejarse y contempló con extrañeza la facilidad con la que se ponía de pie. -- ¿Eso era necesario?

Annie se bajó del coche, acercándose lentamente a ella. Analizando su postura, asegurándose de que no fuera a atacar, a pesar de tener su capucha verde en la cabeza se sorprendió al notar que parecía reluciente, a comparación de cómo se veía en la mañana. Mantuvo una distancia prudente de ella, sabía que era estúpido no irse, más no podía solo dejarla tirada allí.

—¿Me darías un aventón?— Mikasa dijo suavemente su postura defensiva cambiando con rapidez. Annie ladeó la cabeza dudosa. -- ¿Por favor?

—¿A tú casa?— Annie se cruzó de brazos, sintiendo el frío de la noche acariciando su piel.

—No puedo llegar de este modo. -- Se señaló de pies a cabeza. -- Vamos a la tuya.

Annie lo pensó detalladamente, analizando los pros y los contras, no podía confiar en la chica que pretendía ser su amiga, no podía saber que pasaba por su cabeza. Una promesa de años, no era suficiente cuando ella se estaba comportando como una demente.

—No te lastimaré. -- Mikasa podía leer sus pensamientos, por medio de sus ojos. Annie era demasiado expresiva, un libró abierto ante ella, por ello fue tan fácil manipularla todos estos años. Sin embargo las palabras que soltó en esa fría noche, fueron la primera verdad que decía desde que comenzó todo.

Entonces Annie recordó lo que pasó en su casa, el día del concierto y confío en sus palabras, de forma ciega y estúpida. Gruñendo la más chica se dió la vuelta e hizo una seña para que la siguiera.

—Eres la mejor.

Annie no le dirigió la palabra en todo el camino de regreso.

...

La temperatura corporal de Mikasa era tenue, la sentía un poco cálida a su lado, mientras ambas estaban acostadas en la cama de la menor. El olor a sangre había desaparecido del cuerpo de Mikasa, ahora solo se podía percibir un olor entre vainilla y cenizas que picaba un poco en su nariz. Mirando el techo, Annie sintió la mirada de su amiga puesta en ella, y sostuvo su mano por encima de la concha, la rubia hizo una mueca sin tener idea de qué hacer.

—¿Puedes mirarme?— La joven pidió en súplica.

Annie le hizo casó, girando el rostro esperando ver al lobo disfrazado de oveja, se sorprendió al ver los suaves orbes de su amiga de la infancia, grises brillosos, poesía en sus ojos, esperanza en la suavidad con la que la miraba.

—Aún sigo aquí. —Una confesión en medio del silencio. -- Quizás no igual, pero estoy presente.

Annie no entendía nada de lo que estaba diciendo, se mantuvo pausada para que ella continuará. Mikasa no lo hizo, se acercó unos centímetros más y posó suavemente su mano encima del collar que las unía como mejores amigas, la suavidad de sus dedos contra la piel de la chica. La respiración de su amiga cambió a una irregular. Solo había algo más fuerte que la amistad, y ese era el deseo, de cualquier tipo. A veces no estabas segura en qué punto empezaba y en cual terminaba.

Mikasa susurro algo por lo bajo, y después estaba jugando con el cabello de Annie, quitando los mechones sueltos de su rostro. La niña la observó confundida a lo que la mayor le otorgó una media sonrisa, y ya no hubo palabras entre ellas, solo los suave labios de Mikasa sobre los mundanos de Annie.

El beso fue lento, suave y con un poco de lengua, la suavidad en los labios de Mikasa eran una caricia al alma. La pelinegra profundizó el beso a pasar su lengua por su labio inferior, tentando el terreno antes de enredar su lengua con la de Annie, pausada, meticulosa y casi romántica. El sabor se dispersó por el sistema nervioso de Annie, disparando todo lo que había intentado ocultar por años. La azabache quitó su rostro lentamente, una señal silenciosa de que era momento de que la rubia tomará la decisión. Los ojos azules de Annie ardieron en algo cuya interpretación sólo se puede asemejar a ella pasando su pierna por la cintura de la mujer y sentándose levemente en su estómago.

Esta vez fue Annie la que inició el beso de una forma más apasionada y eufórica. Sentía la respiración complicada de la chica cuando ella tomaba el control, eso la estaba consumiendo lentamente. Las manos de Mikasa no se podían mantener quietas, rozando lo mejor que podía su espalda desnuda, dándole esa suavidad que con sus anteriores parejas jamás había sentido. Annie se derritió en su agarre, en el sabor de sus labios, en los sonidos de sus jadeos saliendo en cada respiración y lo bien que se sentía por primera vez; Tenerla debajo de ella.

Annie se impulsó de golpe, maldiciendo por lo confuso de la situación. Mikasa la mirada divertida desde su lugar, esos ojos grises, volviéndose bicolor. Ahora de un azul con toques grises, pintando el rostro de Annie sutilmente, dibujando cada una de sus facciones para nunca olvidarla. En medio del trance, captó que la rubia movía los labios en palabras que no escuchaba, enojarse y señalarla, Aunque la parte que aún era Mikasa apenas podía apartarse de aquel beso, aquel que era mucho mejor que cualquiera que compartieron en juegos estúpidos de la infancia.

Su cuerpo y su mente regresaron a la realidad con unas simples palabras de Annie, algo de acusarla con la policía.

—No tienes pruebas. -- Mikasa se burló.— De todas formas; ¿Se te olvida que me acuesto con un policía?

Annie le echó una mirada por encima de los anteojos, tan escéptica como cualquiera puede estar en esta situación.

—Se me olvida a veces, lo puta que puedes llegar a ser.

—Tu lenguaje altisonante solo deleita mis sentidos.

—¿Qué quieres de mí?

Mikasa se pasó una mano por el cabello, e hizo una leve mueca, abrió la boca para mencionar algo, pero parece que las palabras no tenían coherencia en su mente a tal grado que prefirió dejarlas en la punta de su lengua.

—Explicarte algunas cosas. -- Annie sabía que eso realmente no era lo que quería decir. -- Las mejores amigas no se guardan secretos.

Annie dobló las rodillas y se recargó en ellas prestando toda su atención. Lo único que ella quería era, saber lo que pasa con su amiga, lo que la hace parecer un monstruo, pero también a la chica que solía conocer. Aún no está segura de que parte de ella está hablando, aún no sabe cuál fue la que la beso. Pero lo que sí sabe es qué; La Mikasa que solía conocer se está perdiendo lentamente.

—¿Te acuerdas de aquella noche?— La pregunta salió como un suspiro erótico, casi como si a Mikasa le encantara la idea de contarle la historia. Annie solo asintió ante su cuestión, lo que dió pauta a las siguientes líneas.— Esos chicos con peinados de infarto...— La rubia parpadeó ante el recuerdo de la apariencia de los chicos, eran de todo menos facheros. Aún así no la interrumpió.— Eran malos. Tenían una especie de pacto con el diablo o algo por el estilo...

Antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, su mano tocaba la mano callosa de Eren en medio de la neblina en su Shock podía escuchar la voz de Annie, llamando por ella, rogándole que no se subiera a la furgoneta. Sintió sus labios moverse, más no puede recordar qué fue lo que le dijo. Solo sabía que la detuvo, todo de ella, a pesar de su tacto en su muñeca, y aunque se encontró el reflejo de sus ojos, ella siguió adelanté.

Una vez que su espalda chocó con el frío metal de la van y sus ojos se movieron a una Annie shockeada, fue cuando su cerebros comenzó a reaccionar, sin embargo no lo suficiente para hacerla moverse, y una vez que la puerta se cerró, supo del tremendo error que había cometido, y que la perseguirá de por vida.

Se mantuvo callada mientras el auto arrancaba aún intentando salir del shock que había sufrido anteriormente. Su cuerpo estaba tenso, las manos le sudaban y su estómago se movía en una sensación de incomodidad, se abrazó a ese sentimiento esperando que eso la hiciera regresar a la realidad más rápidamente.

Miro con detenimiento el tapizado de la furgoneta, era un basurero lleno de libros sobre Satanás y hechizos. Los demás chicos de la banda le estaban echando miradas una que otra vez, el de a su lado se movió un poco más a su dirección, para respirar su aroma. Mikasa hizo una mueca de desagrado, dándole un empujón que ofendió al tipo.

—Aparta tus manos de ella, Floch. -- Eren le gruño desde atrás del volante.

Floch se quejó pero le hizo caso, aún así mantuvo su codo recargado en la pierna de Mikasa, está se movió de lugar, limitando sus movimientos al chocar con la parte trasera del asiento.

—¿A dónde vamos?— Se atrevió a preguntar, el pánico ya haciendo presencia en la parte cuerda de ella.

—No tienes que hablar, si no quieres. -- A pesar de la suavidad de la voz de Eren. Mikasa sabía que era una amenaza, jugando a ser un caballero para no contestar preguntas cuya finalidad sería algo malo.

Mikasa se removió incómoda, unas suaves lágrimas bajando por su mejilla izquierda pintando su piel de porcelana y reflejándose cada que las pocas luces golpeaban contra la ventana de la camioneta.

—¿Son unos violadores?— Mikasa cuestionó en un pensamiento tardío.

Eren hizo una mueca, mirando a su copiloto con fastidió.

—Dios, no. Odio a las chicas. -- Murmuró intentando disimular su desagradó.

Uno de los chicos de la banda analizó a Mikasa de pies a cabeza, su cabello rubio golpeaba uno de sus ojos, cuya tonalidad azul brillaba por debajo del mismo. Es un chico fornido, con cara de matón pero también de querer morir. La azabache pensó en cuántas posibilidades había de poder escapar de el chico que con un puñetazo te mandaría a la mierda. Después de un largó análisis, el chico se volteo a Eren y alzó una ceja.

—¿Estás seguro que es virgen?

Mikasa salto a su defensa, dándole la razón al chico de cabellos castaños sin saber que esas palabras la condenaría. Eren se jactó con su amigo, creyendo en la mentira de la más chica. Hubo un conjunto de celebraciones dentro del lugar, una maldita burla al destino de la chica asiática. Esta vez pretender que era fuerte no sería suficiente.

La camioneta se detuvo en lo que saldría siendo la mitad de la nada, a pesar de los árboles la ubicación era difícil de adivinar con la falta de luz del lugar. Floch volteo a ver a Mikasa con una sonrisa torcida, le envío un beso juguetón y abrió la puerta de la van, la joven aprovechó eso para soltar una patada, disfrutando un poco de más, al verlo estrellar su cara en la tierra llena de pasto como de flores, su cara manchada se movió en su dirección. La azabache intentó escapar, pero no esperaba ser atrapada tan fácilmente por Eren que la tomó de la cintura y casi le rompe la respiración ante el agarre tan firme, ella jadeo por algo de aire, el latino de su corazón se asemejaba al sonido que hacia los martillos en el fin del mundo. Eren se quejó por su resistencia, la fuerza de la mujer no era normal. Él lo sabía, así que tuvo que sostener sus piernas y sus manos para poder llevársela.

— ¿Estás seguro de esto?— El chico que todo esté tiempo estuvo sentado al lado de Eren, le cuestiono, sus ojos miel se veían preocupados, pero a pesar de los gritos de Mikasa. Él no intentó detenerlos.

Eren suspiró cansado terminando de amarrar a la chica a aquel altar improvisado.

—¿Qué pasa hoy contigo?

Jean lo analizo sin entender su pregunta.

—¿Por qué hacen esto?— Mikasa se removió en el lugar, sus ojos grises reflejaban lo asustada que estaba, la equivocación que había cometido, las consecuencias de años de actuar como si fuera todo, y al final terminaría siendo nada. Una cara bonita que nadie recordaría y si lo hacían, lo haría como la perra que se metió entre sus piernas por un placer enfermizo, que ni ella misma comprendía.

Eren alzó las manos con desesperación, sus ojos se fueron al chico medio rubio, al rubio fornido y al bato que tenía un peinado de lo más malo. Alcanzó su mochila y de ella sacó un cuchillo lo suficientemente limpio para verse reflejado en el, uno de sus ojos verdes se dibuja en el reflejo y el parpadeo viendo la naturaleza brillante del objeto, calibrando su filo con la punta de su dedo, sonriendo ante lo maravilloso que se veía.

El presumió el objetivo con gran deleite y después se acercó a Mikasa, incandose a su lado removió un mechón de su rostro y la miró fijamente. Había un extraña belleza en su sufrimiento, aquellos ojos rojos a causa del llanto que brillaban en una capa fina de lágrimas solo se iluminaban cada vez más a medida que el miedo se apoderaba de ella, los labios agrietados por falta de agua y a causa de los gritos que nunca fueron escuchados e intentaron callar con un trapo mugroso. Él miró más allá de sus ojos, en lo profundo de su alma. Aquella intacta, que venía con una humanidad híbrida, no era completamente buena, pero tampoco era mala. Era como cualquier persona en pleno siglo XXI, buscando desesperadamente algo por lo cual continuar.

—No somos tan diferentes.— Él dijo en voz baja y Mikasa no sabía de lo que estaba hablando. -- Siempre hemos querido más, hasta la última consecuencia. No es fácil buscar el éxito cuando hay tantas personas que van en la misma dirección, y chocas tantas veces que estás cansado de tener que detenerte a arreglar las quemaduras y los golpes que causaron. Ya no quiero estar en escenarios de mierda, con gente igual de mierda que yo. Quiero conquistar el mundo. Justo como tú querías hacerlo...— Posó su dedo donde estaba su corazón aún latiendo. -- Solo necesito esto y podremos tener todo lo que alguna vez deseamos. Por eso lo hago y sé que puedes entenderlo.

Mikasa se tenso considerablemente. Flashes de su vida pasando a través de sus ojos, recuerdos de las cosas que hizo, las cosas que no hizo y quiso desesperadamente hacer. Y quizás si hubiera tenido otra oportunidad, lo hubiera hecho. Eren se rió, leyendo su mente, leyendo la verdad en sus ojos.

—Gracias por esto.

El vocalista pronunció unas palabras en voz baja, mientras los demás miraban sin inmutarse, observando el asunto como si para ellos fuera tan normal sacrificarse a una chica por fama y fortuna o si eso fuera malditamente real. No estábamos en el antiguo Egipcio para tremenda suposición, no estábamos ante dioses vanidosos, estábamos ante idiotas que se creen cualquier cosa de internet.

Mikasa no lo vio venir... Estaba mirando el cielo intentando recordar por última vez, todo lo que alguna vez la hizo sentir bien y con vida. Y pocas cosas fueron reales. Su tío fue una de ellas, su mejor amiga que recordaba con gracia y con envidia, de su madre que podrá ver una vez que todo esto esté hecho.

La primera puñalada fue la más dolorosa, justo en la boca de su estómago, se robo su primer aliento, el primero recuerdo se esparció por sus ojos, se difumino en su mente y desapareció tan rápido como vino la siguiente apuñalada, está vez un poco más arriba, cortando la segunda respiración y los demás fueron constantes, desesperados, apenas podía sentir nada, a medida que terminaban con ella, ella dejó de sentir algo, pero el dolor continuaba una y otra vez, nunca terminaba, no se iba. Y ella dejó de gritar cuando la última puñalada atravesó su corazón. Y en su último aliento, el mundo tembló debajo de ella...

—Ellos te mataron...— Annie cortó su relato con ojos llorosos. Mikasa parpadeo confundida, regresando a la realidad, su cuerpo se movió un poco para recordar que estaba en la casa de su mejor amiga entre las sábanas en donde tantas veces se sintió segura.

—Aún sigo aquí.— señaló de pies a cabeza. -- Ellos me rebanaron como si fuera un animal, pero aún así sobreviví, de alguna forma u otra.

Annie la miro detalladamente.

—No estoy muy segura de eso.

Mikasa la miro.— Me cuesta recordar lo que pasó después.— Ella confesó jugando con sus dedos.

—¿A qué te refieres?

—Desperté aturdida, aún seguía amarrada. No obstante todo se sentía diferente ¿Sabes?

—Aun no puedo entenderte.

Mikasa hizo una leve mueca.

—Busque la forma de regresar a ti.— Miro a otro lado y juntó las cejas, a tu seguridad le hubiera gustado decir, pero ella no se atrevía a ser tan sincera.

—¿Es por eso que entraste de ese modo a mi casa?

—Cuando te ví...— Mikasa pasó una mano por su rostro, sin saber cómo expresar lo que había sentido ese día.— Pasaron muchas cosas por mi cabeza, una peor que la otra. Yo tenía tanta hambre, y la razón no la podía entender.

— Eso explica el ataque a mi refrigerador.

—Cuando la comida tocó mi lengua, sabía a mierda. Y luego hubo un lapso de tiempo que no sabía que estaba haciendo, hasta que te tenía contra la pared. Tu cuerpo temblando contra el mío, el miedo que demostrabas olía tan bien, que...— Se detuvo y tragó saliva lentamente, la chica rubia que estaba enfrente de ella. Era aquella seguridad que egoístamente quería conservar. Si decía toda la verdad, estaba acabada. -- No pude hacerte daño.

Annie captó el repentino cambio de idea en su conversación, pero no dijo nada.

—¿Qué le hiciste a Berthold?

Mikasa le mantuvo la mirada.

—No sé de qué hablas. Tener visiones con tus mejores amigas, es un poco raro.

Annie se puso de pie de golpe.

—No salgas con esa idiotez. Pude ver lo que estaba pasando...

—¿Y según tú? ¿Qué fue lo que viste?— La azabache también se puso de pie, una al otro lado de la cama.— Dime.

—Estabas acabando con ese chico, y se que no estoy loca. ¿No lo ves? ¿Mira en lo que te has convertido? Sea lo que seas... Ahora eres un monstruo.

Mikasa soltó una leve risa.

—Oh, la buena Annie está pensando en todos, preocupándose por todos en este pueblo...— Apretó los puños. Sintió la indiferencia de Annie en su situación como si no importará una mierda. Trago saliva lentamente dando un paso atrás. El dolor alojandose en su corazón medio humano.— Menos en mí.

Annie no tuvo tiempo de detenerla cuando ella ya había saltado por la ventana. La rubia golpeó donde recargaba su mano y soltó un gruñido molesto.

"Y recuerdo ver crecer nuestras semillas y el cómo lloraste cuando viste el espectáculo de la primera hoja, el amor brotaba de tus ojos. Así que ¿Puedes ver las ramas colgando sobre mí? ¿Puedes ver el amor que dejaste dentro de mí?..."

Mikasa se dejó caer en el suelo de su habitación llevando sus manos a su cabeza,ella sabía que su Tío estaría en la guardia nocturna, así que no se sorprendió al ver todas las luces apagadas y el silencio del lugar que estaba sintonizado con el ruido de las hojas de las flores debajo de su ventana. Ella observó de reojo al caballo de su tío, comiendo pasto a la luz de la luna, sin notar a la chica que se estaba derrumbando pieza por pieza.

Estaba consciente de que no era buena idea contarle nada a Annie, era una chica lista, claro que se daría cuenta, aunque Mikasa estuviera jugando con sus palabras y diciéndo todo a medias, sabía que era cuestión de tiempo antes de que la chica la llamara monstruo. Era de esperarse, la misma Mikasa se ve de ese modo. Pero es que no pudo detener su vómito verbal, lo que sea que estaba dentro de ella, casi siempre predominaba en términos sociales, pero cuando estaba con Annie, Mikasa podía ser ella misma, sin preocuparse por la parte demoníaca que tanto odiaba.

Se había informado previamente, sabía lo que era, de lo que era capaz de hacer una vez que el hambre tome el control de su cuerpo, Mikasa dejaría atrás a la chica que jugaba con los chicos y se convertirá en la chica que los devoraba. Cómo una cruel broma del destinó, en dónde antes dependía de la aprobación de las demás personas para poder seguir con vida y no irse por la borda, desmoronarse en frente de la única persona más fuerte que su propio miedo. Y ahora los necesita para poder mantenerse con vida de forma desesperada.

No estaba segura en dónde estaba parada, metafóricamente hablando. Ya que aún se cuestionaba en qué parte terminaba ella y empezaba el Súcubo. Con el paso de los días se ha acostumbrado a su don, de esa manera no recuerda cuándo fue la última vez que se sintió realmente como la Mikasa antes de la tragedia, ya que el demonio se quiere apropiar de su cuerpo sin darle la oportunidad de recuperarlo, así que solo se mantiene en el agua esperando poder salir. Quizás no sepa dónde está, a dónde tiene que ir y lo más importante; ¿Cómo evitar que siga lastimando a los demás? Pero de algo está segura, tiene que cortarlo de raíz y la única forma de vencer a un demonio es matando a su huésped.

Ella lo intentó, más de una vez. Y cada intento era el mismo resultado; ella curándose como una clase de mutante, odiaba la anomalía en su cuerpo. Y ahora se odiaba así misma.

Solo había una cosa más grande que su deseo de matar a los chicos, un deseo compartido entre el Sucubo y ella; era regresar con su mejor amiga. Tenía al Tío Levi, eso sin dudarlo, pero desde que su madre murió y su padre la abandonó, lo único que ha tenido con amor, es a Annie. Ella puede recordar la primera vez que estuvieron bajo la lluvia juntas, el viento pasando lentamente por sus brazos desnudo, las pequeñas gotas relajando sus músculos, liberando su aliento en forma de suspiros y el magnífico olor a Lluvia en verano, a flores naciendo, muriendo y árboles que apenas eran una ramita de nada.

Lo veía en la expresión en su rostro, y sonreía ante la vista pues es lo único que la hacía sentir con vida.

—¿Y esto?— Annie le cuestionó una tarde de llovizna, apenas eran las cuatro. El clima estaba nublado y el viento jugaba con el cabello suelto de ambas. Se sentía refrescante cuando golpeaba en sus brazos o se escondía entre sus prendas.

Pero lo que Annie estaba observando era una pequeña semilla de girasol, Mikasa pudo reconocerla una vez que su amiga la tomó entre sus dedos. La flor favorita de su madre, la favorita de ella.

—Una semilla de girasol.— Le susurro con una tenue sonrisa de lado, ambas sentadas viendo el pastizal a sus pies.

—¿No debería estar enterrada?

Mikasa le quitó la semilla de la mano con delicadeza, haciendo un pequeño agujero para sembrarla por su cuenta.

—Ahora lo está.

Annie se puso de pie y sacudió la tierra de las mallas que llevaba puesta. La lluvia había bajado por el momento, pero ambas sabían que si no regresaban a casa, el señor Leonhadt estaría preocupado.

—Vamos.— La azabache la sostuvo de la mano, sus palmas estaban sucias por la tierra, sin embargo a Annie no le importó. Mantuvo su agarre con fuerza mientras ambas salían de aquel enorme parque. -- Cuando esté floreciendo te traeré para que veas lo hermoso que se ve.

—¿Cuándo pasará eso?— Annie le lanzó una mirada curiosa.

Mikasa le regreso el gesto por encima de su hombro.

—Ten paciencia y las cosas darán frutos por su cuenta.— La rubia alzó una ceja divertida.---- Está bien, nunca aprendí cuánto tardaba en crecer una flor. — Movió un poco la cabeza. -- Lo buscaré cuando llegue a casa.

Annie no pudo evitar reírse de eso, veía a Mikasa como si fuera un héroe, alguien que lo sabía todo, cuya personalidad se basaba en que no era temeraria o débil. En ella encontraba un refugio ante la soledad, un hogar cuando las noches eran muy frías. Sabía que los héroes jamás morirán, pero no sabía que los héroes también podían ser monstruos y los monstruos siempre mueren.

Mikasa la llevó cuatro meses después, para ese entonces Annie no recordaba el motivo de la visita. La azabache la había arrastrado una noche de luna llena, las luces del pueblo iluminaba ambos rostros jóvenes, apenas eran unas niñas aprendiendo sobre la vida o la muerte en todo caso. Esa noche la mayor le ofreció su sudadera para que se tapara del frío, la última que tenía en su guardarropa, era de sus favoritas sin dudarlo. Annie le había cuestionando el motivo, pero Mikasa solo le dijo algo que ambas recordaron a pesar de los años. Ella la había visto por debajo de la luna, sus ojos grises suaves mirándola tan vivamente que no parecía aquella niña mandona de todos los días en la primaria. Sostuvo sus manos blancas contra las suyas y ambas las golpeó suavemente en su pecho, justo donde estaba el latido de su corazón, uno que iba al ritmo de sus respiración. Ella le dijo; Mamá antes de morir, me comentó que la vida era tan importante como la muerte. Me aclaró que las cosas son materiales, que cuando tú le das a la persona que más quieres ese algo que te hace sentir bien, es que vale la pena estar a su lado. Y no hay dudas Annie, que mi sudadera en tú cuerpo, el collar entre nuestros cuellos, son promesas que nunca dejaremos ir. En el momento que veas a esa flor comenzando a florecer, entenderás todo lo bonito y lo cruel de este mundo.

Y Annie lo hizo, no supo el motivo, pero terminó enamorándose de la forma en como la flor crecía lentamente a través de un espiral de colores verdes oscuros y tierra que se expandía para permitirle más espació en el cual amoldarse. Se emocionó tanto que agarró la mano de su mejor amiga, la entrelaza en sus dedos fríos y la dirigió a aquel renacer que lograba percibir el calor de ambas almas destinadas a estar juntas.

La azabache lo vio, cada detalle. El amor en sus ojos, la sonrisa en sus labios, el frío en sus manos, la mejillas sonrojándose a causa de la felicidad y el viento besando cada una de ellas, como diciendo; así se siente la vida, así también se siente la muerte.

Y Annie no lo supo y quizás nunca lo sabrá, pero desde esa noche dejó una marca en el corazón de Mikasa de la cual no se pudo borrar, un amor puro que solo en las novelas podía existir y ser real. Sin embargo, la azabache se sostuvo de ese sentimiento, sin importar que Annie no le correspondiera.

Un suspiro roto salió de entre los labios de Mikasa, y abrió los ojos para ver su habitación en las penumbras, recuerdos vividos, momentos que nunca pudo acariciar con delicadeza por estar corriendo. Le gustaría regresar el tiempo a cuando todo era mucho más fácil. Ella se puso de pie de un salto y miró por la ventana de su habitación.

—Me pregunto, ¿Si alguna vez pudiste ver el amor que habías dejado dentro de mí?— Lo comento a nadie en específico, el viento se lo llevó, junto a los recuerdos. -- O si ¿Lograste ver la manera en como aún me haces sentir?

El demonio en su interior comenzó a alterar se. Mikasa noto la sonrisa involuntaria en su rostro, la misma que podía ver el reflejo de la ventana y por primera vez, le dio miedo lo que estaba viendo. Sabía que el demonio se burlaba de sus sentimientos, lo notaba por la forma en cómo le regresaba la mirada.

...

"Quizás es una variante del súcubo" Annie pensó una vez que terminó de leer los libros de la biblioteca escolar. En ellos mencionan sobre la posesión demoníaca a causa de un sacrificio fallido. Parte de ella pensó que su mejor amiga se había convertido en esa criatura de la noche, sin embargo mientras más leía encontraba que la forma de cazar de los súcubos se basa específicamente en el sexo, no en el canibalismo. Son demasiado meticulosos con lo que quieren y en la forma de obtenerlo, ellas no tendrían piedad con el desgraciado que se pusiera en su camino. Son despiadadas mentalmente y una máquina de la manipulación, definitivamente algo fuera de lo común y muy malditamente peligroso..

'Brujería y criaturas demoníacas'— Armin apareció de la nada, haciendo saltar a la más pequeña. Está se quitó el cabello de la cara para mirarlo. -- ¿Debería de preocuparme?

—Oh, ¿Ahora me hablas?— Annie se movió para acomodar los libros en una pila.

—Lo siento.— Hizo una pausa analizando a su amiga.— Últimamente has estado tan preocupada por Mikasa, que quería darte tu espacio. ¿Cómo se encuentra ella, por cierto?

—¿Darme mi espació?— Annie hizo una mueca.— ¿No crees que es un poco exagerado? Y ella esta...— Pensó en sus siguientes palabras, sabía que la chica no estaba bien, no obstante prefiere mantenerse callada pensando en decirlo o no.— No importa ¿Que haces aqui?

— Me enteré sobre lo de Berthold, quería saber si estabas bien.--- Armin tomó asiento a su lado, sus ojos azules se suavizaron al verla.--- Dicen que término como una lata de sardina. Una muerte demasiado cruel para alguien tan suave.

Annie tenso los músculos por unos segundos. Ella fue al funeral del chico y recuerda sentir un nudo en la garganta al escuchar las palabras de sus amigos más cercanos, todos los ojos se dirigieron a Mikasa por haber sido la última que lo vio con vida. La rubia los observó llorar con una pregunta en la punta de la lengua ¿Cómo creen que lo mató?. La chica sabía parte de la verdad por las visiones y sin embargo se mantuvo callada encubriendo un crimen cuyo caso no tenía pruebas, su testimonio sobrenatural, no seria suficiente y la haria pasar como una demente. Mikasa se salió con la suya, al igual que tantas veces, solo que esta vez se sentía diferente. Hay cosas que no sabe explicar. Una parte de ella, estaba consciente de que debería interarlo.

—Fui a su funeral.--- Le comentó después de un largo silencio.--- Ver la tristeza en los ojos de su madre, me motivó a moverme.

Armin entrecerró los ojos, sin saber exactamente a dónde se dirigía con eso.

— ¿Me explicas?

Annie pasó las palmas de sus manos por su pantalón limpiando un poco el sudor.

— Lo que te contaré, sonará loco, lo sé.--- Se ajustó para alcanzar los libros de brujería, tomando el volumen grueso entre sus manos, buscó entre las páginas antes de dar con la exacta.--- Tienes que escucharme antes de que pienses que me estoy volviendo loca.

— No me gusta como suena eso.--- Armin acaricio su propio cabello con nerviosismo.

Annie suspiró lentamente y dejó el libro enfrente a él.

— ¿Has notado lo extraño que Mikasa se ha comportado en el último mes?--- El rubio ladeo la cabeza.--- Descubrí lo que le está pasando.

—- ¿Eso que tiene que ver con las muertes?

—- Todo Armin. Mikasa es malvada....

—-Ya lo sé. La chica me mira como si oliera a estiércol.

—No esa clase de maldad superficial de preparatoria.---- Annie rodó los ojos.--- Es un ente diabólico.--- Le señaló el escrito en donde se menciona sobre el sacrificio.--- Aquella noche que la deje con la banda mediocre de Eren, fue como condenarla. Ellos pensaron erróneamente que aún seguía siendo virgen, pero la verdad es que Mikasa perdió su virginidad en la secundaria.

Armin alzó ambas cejas confundido, miró a su amiga unos segundos antes de posar su vista en donde la menor le señalaba;

Transferencia demoníaca.

Aquel que quiera algo del diablo, debe dar una cosa a cambio. Si el ritual no es ejecutado de forma correcta, aquella persona que pidió el favor obtendrá lo que quiere, no obstante el sacrificado será poseído por el alma de un demonio, compartirán cuerpo, voluntad acaso, pero cuando este tenga sed de sangre. Todo terminará.

El rubio le regreso el libro sin creerse nada de lo que se encontraba escrito en él.

— Te quiero Annie pero por más que Mikasa no sea de mi agrado, a causa de su relación tóxica de amigas. No considero que sea un monstruo.

Annie parpadeo.

— No me estas entendiendo.--- La chica alzó las manos.--- Hace unos días se veía demacrada, cansada y fea...--- Hizo una pausa recordando el aspecto de la chica hace tres días.--- Bueno para el estereotipo de ella.--- Armin juntó las cejas.--- El asunto está, en que mirala ahora.---- La rubia señaló el gimnasio en donde Mikasa se encontraba entrenando junto a las demás porristas.--- Se ve como una modelo de Victoria Secrets.

—-Sigo sin entender.--- Armin se frotó los ojos.--- También vi lo cansada que estaba, sencillamente pudo tomar una buena siesta o algo por el estilo.

La joven suspira.--- El libro dice que una vez que el cuerpo sea poseído por el demonio este necesitada de carne fresca para mantenerse con vida. Nadie puede estar tan fresco de la noche a la mañana. Créeme cuando te digo que ella no es más la chica que conocía.--- Annie se abrazó a sí misma dándose cuenta demasiado tarde de la situación.--- Ellos la mataron, Amr, hicieron algo terrible con su cuerpo y ahora está cargando con esta maldición.

Armin se quedó viendo a la mejor amiga de su amiga. Los rasgos asiáticos en su piel casi transparente, los dientes blancos en una sonrisa enorme, los ojos bicolor... Un momento, ¿Que no Mikasa tiene orbes grises? Annie solía mencionar cuánto amaba esos ojos grises en las raras ocasiones que salían a beber juntos. Antes de que pudiera comentar nada, la campana para su siguiente clase sonó, sacándolo de su transe.

— Te demostraré que estoy en lo correcto.--- Annie dejó los libros en el carrito de la biblioteca y se alejó a paso lento de el.--- Nos vemos más tarde.

El chico se quedó sentado extrañado.

...

— ¿Sabes? Hay cierto deleite en ver cómo lo intentas...--- Mikasa comentó antes de que Annie pudiera abrir la boca. La escucho llegar, también pudo percibir su aroma a preocupación y terror.--- una vez que te diste cuenta de que actuaste demasiado tarde.

Annie se acercó a ella sosteniendo su mochila con una mano. Eran las únicas que se encontraban dentro del vestidor. Se escuchaba de fondo a las demás chicas jugando en las regaderas, riendo y festejando como si fuera la mejor etapa de sus vidas.

— Es una maldición.--- La chica susurró con tristeza.

Mikasa se rió irónicamente, o más bien el huésped en su cuerpo fue el que estaba gobernando.

—No lo creo, es un don.--- La azabache se recargo en la banca.--- Soy imparable, me siento bien, fuerte y llena de vida.

—¿De qué hablas? Tu Matas personas.--- Annie se comunicó escéptica en un tono bajo.

Mikasa negó lentamente.-- No, yo mató a los chicos.--- Se encogió de hombros sin mucho interés.--- No es la gran cosa, son unos hormonales que vienen y van.

— Eres mi mejor amiga, quiero ayudarte, recuperar lo que queda de ti. Pero no quiero matarte.

La pelinegra entrecerró los ojos y se puso de pie lentamente.

—Eso es perder, perder. Me pierdo, tu me pierdes y luego Annie, ya no te queda nada.

— Eso no es verdad, aun tengo a Armin.--- Su comentario sarcástico insinuando que lo único que tiene es a ella , la hizo molestarse.--- Y tengo a mi padre, no puedo decir lo mismo de ti.

—Oh por favor ¿El chico que creyó en tus palabras? Seguro.--- La porrista se burló, dando a entender que escuchó todo a pesar de la distancia.--- Quizás Armin debería ser mi siguiente objetivo o mejor aún, debería ir a visitar a tu padre.

Annie perdió los papeles por completo.

—Entonces tendré que detenerte.

Mikasa caminó a su lado con una medio sonrisa.

— Me encantaría verte intentándolo.

"Y mi cara ¿La puedes ver?. A Través de los árboles, te encontrare, reparare las ruinas que deje dentro de ti. Porque aun sigo respirando aquí, hasta que me libere en silencio, porque no vas a regresar, no vas a regresar..."

Dos semanas después.

Las manos le temblaron ante sus ojos,la sangre cubría toda la palma y apenas podía reconocer el tono de su piel, estaba mareada, la boca le sabía a hierro, los pedazos de carne aún estaban entre sus dientes ahora mundanos. Ella vio el miedo en esos ojos cafés, el remordimiento se alojó en su estómago, esta vez había cruzado la línea. Estaba segura de que tendría consecuencias graves. Pasó lentamente sus manos por la herida del hombre e hizo presión, el súcubo estaba satisfecho, así que se había ido, dejando a la humana con el cuerpo casi mutilado del hombre que tantas veces la trató como su propia hija.

— Lo siento.--- Mikasa susurro una y otra vez, llamando a emergencias

— ¿Por qué?--- El hombre jadeo con sangre en la boca, Mikasa lo movió para que pudiera vomitarla.--- ¿Que te paso niña?

—No diga ni una palabra.--- La azabache se estaba poniendo cada vez más nerviosa.--- La ambulancia estará aquí pronto. Lo salvaran.

— ¿Me salvaran?--- El hombre ahora tenía lágrimas en los ojos.--- Me mutilaste, no hay forma de que salga de esto con vida.

—¡INTENTE!.--- La porrista le gritó en la cara.--- Inténtelo, por favor.

Hubo un ruido entre los árboles que alertó los sentidos desarrollados de la chica, miró a su alrededor encontrando enseguida las luces de la ambulancia, ella se puso de pie y comenzó a gritarles. Su cuerpo estaba sufriendo una clase de autodescarga a causa de todas las emociones, dudaba si irse o quedarse, ella era el monstruo que destruyó parte del estómago del hombre en el suelo. Aún escuchaba sus latidos, pero a medida que el tiempo avanzaba se iban agotando, pronto no escucharía a ninguno otro y se sentía impotente, enojada, asqueada y una maldición. Intentó quitarse la sangre del rostro mientras se alejaba, no sin antes asegurarse de que encontraran el cuerpo aún con vida del señor Leonhardt. Trago saliva y las lagrimas rodaron por sus ojos al verse en el espejo de uno de los coches estacionados enfrente de la calle, nadie la volteo a ver pensando que estaba borracha, que venia del estúpido baile de graduacion, se supone que el señor Leonhardt deberia haber estado en la escuela para recoger a Annie y Armin, no en el mugroso suelo del porton de su casa, desangrandose por su culpa.

Y todo por un maldito impulso, pues el súcubo quería vengarse después de sentir los celos de Mikasa esa noche más temprano. Era una maldita bastarda de mierda, cuando se trataba de manipular a su antojo la balanza, por ello era un súcubo, disfrutaba de la desgracia ajena y aprovechaba lo mejor que podía el cuerpo que ahora le pertenecía.

Si Mikasa hubiera escondido mejor esa parte humana, no se hubiera repetido la historia, y el demonio dentro de ella, se hubiera limitado a comerse a un pobre desgraciado del baile de Graduación, tal cual una despedida poética, tenía que arruinarlo con aquellos sentimientos ridículos hacia su mejor amiga. A veces se le olvidaba la presencia del súcubo dentro de ella y cuando tomaba el control de su propio cuerpo, su actitud era mucho más relajada y llevadera, por eso se pudo acerca a Annie, y despedirse de la mujer que nunca la abandonó, pero tenía que llegar Armin (El chico que por fin le creyó) a intentar defenderla, haciéndola enojar con la idea errónea de que le haría daño. Era su mejor amiga, jamás haría algo de esa magnitud. Mikasa lo podía dejar pasar, aunque el súcubo solo buscaba un motivo para salir a cazar, así que intentó ignorar lo mejor que pudo al chico de cabellos rubios.

—- Solo estás mintiendo. Lo que está dentro de ti, es un demonio mayor y manipulador por excelencia.--- Armin le había dicho en un susurro.

Mikasa arrugó la nariz mirando al acompañante de Annie. No iba a negar que verlos juntos, haciendo una linda pareja, la estaba poniendo de los nervios y ¿Por qué no? estaba celosa. Le importaba un comino si eran amantes o no, el estómago de la porrista se sentía como lava en estos momentos, no tenía tiempo para lidiar con esos sentimientos, no cuando el súcubo parecía querer salir de nuevo.

— No tengo tiempo para ti.--- Jalo suavemente a Annie del codo y la llevó con ella, esta no sabia como reaccionar a su tacto.--- Te ves hermosa esta noche...— La rubia casi se ahoga con su propia saliva. Estaba tan convencida de que Mikasa haría una masacre que por ello manipulo a Armin para que la acompañara. Lo que no esperaba es que su mejor amiga poseída, se portara bien con ella, no sabía si quedarse o irse.---- Sé que todo esto es confuso, lo es también para mi, pero solo tienes que mirarme fijamente a los ojos. ¿Puedes verlo? Esa es la parte que quiero que recuerdes de mi.--- Los orbes azules de Annie recorrieron su rostro lentamente, estaba esa esperanza bordeando en su mirada, ese tono inconfundible que nunca olvido y en donde siempre se perdía.--- Ya sabes quien soy, sabes que no tengo mucho tiempo porque esa cosa es una maldita plaga, pero aquí y ahora solo quiero que sepas, que fue real. Ese beso, entre tu y yo, no era el súcubo, era yo tomando el control de mis deseos más profundos.--- Su mente se nublo un poco y dio un paso atrás para alejarse.--- Quería que lo supieras antes de irme. A lo largo de los años, solo estabas tú, nadie se comparaba a ti.--- Soltó una pequeña risa.--- Creo que lo único bueno del demonio es que me tendré que ir para no lastimarte o lastimarlo a él.--- Señaló con la mirada a Armin que no les quitaba la vista de encima en ningún momento. Esto era demasiado difícil para Mikasa, al final de cuentas, ella era la que dependía de Annie, no al revés. Se acercó y la beso en los labios sin importarle que estaba enfrente de todos.--- Te quiero.

Annie mantuvo los ojos cerrados, hasta que dejó de sentir el tacto suave de su mejor amiga. Al abrirlos Armin ya estaba a su lado rodeándola de la cintura para evitar que fuera detrás de ella. La joven alzó una mano para despedirse y siguió su caminata.

—-¿Estás bien?--- Armin le susurro en el oído con delicadeza, sintió los sollozos de la menor y le dio la vuelta para que lo mirara.--- Es lo mejor ¿Lo sabes, no?

Annie aún podía sentir los labios de Mikasa sobre los de ella, como un fantasma que nunca se iría. Recargó la frente en su pecho y lloró lo más suave que pudo.

—- Apagalo.--- Le pidió en un susurro.

—- ¿Apagar que?

— El sentimiento de pérdida.

Armin se sintió mal por ella, dio una mirada al frente y se dio cuenta que Mikasa ya se había ido. Hizo una suave mueca y puso sus manos sobre el rostro de Annie, ambos pares de ojos azules se miraron debajo de las luces coloridas del lugar, Armin le mostró una media sonrisa y se acercó para darle un suave beso en el cachete, justo como su abuela lo hacía cuando se sentía triste. Ese sentimiento de compañerismo los atravesó a ambos de igual manera y Annie solo le mostró una suave sonrisa en agradecimiento por intentar consolarla.

—- No puedo hacer que se apague, pero puedo darte una buena noche para que duela menos.

El problema con los súcubos es que eran territoriales, aunque no tuvieran ni pies, ni cabeza en el asunto. Era una maldita estupidez y Mikasa lo sabía, la culpa recae sobre su frágil personalidad por ser débil, debió esperar más tiempo antes de desmoronarse por completo, eso fue lo que desató al Súcubo. Cuando su vista se apagó, supo que ella había tomado el control. El súcubo la llevó a la casa de su mejor amiga, ya que era más probable que el galante chico estuviera con ella cuando llegara, aprovecharia para llevárselo al bosque y devorar su carne. No esperaba que al entrar a la casa encontrará al padre, tirado en el sofá viendo un partido de americano por la tele, el súcubo en el cuerpo de Mikasa, no tuvo que seducirlo pues el padre la miraba como si fuera su hija, solo lo acompañó, hasta que Annie le marco pidiéndole que la recogiera pues ya estaba cansada. El Súcubo le mando una sonrisa al padre de Annie, acompañándolo a la salida, se aseguro de que ningún coche estuviera a la vista y fingió caerse por las pequeñas escaleras en la entrada, el hombre amable como los recuerdos de Mikasa le indican, se agacho a su altura para ayudarla a ponerse de pie. Fue en ese acto que el demonio aprovechó para morder su estómago, el hombre gritó fuertemente alejando a la chica con fuerza, la sangre resbaló por sus dientes filosos y el padre de Annie noto el cambio de color en sus ojos, antes azules zafiro, ahora de un blanco con la pupila negra. No le dio tiempo de correr al verse presionado por la mujer más joven, esta se rió en su cara y le mandó un mensaje a Annie, uno que no olvidaría.

—- Será mejor que vengas por mí.

Y sus dientes afilados arrancaron la demás carne de su estómago, Mikasa apenas tuvo tiempo de detenerla. Fue difícil, pues el súcubo luchaba constantemente por el dominio de ese cuerpo que parecía ser su favorito por el momento.

"Toma mi aliento como tuyo, toma mis ojos para guiarte a casa; Porque aún sigo respirando aquí. Sigo aquí..."

Annie corrió por los pasillos del hospital con la respiración agitada, se encontraba lejos de estar relajada, su cuerpo estaba tan tenso que su mente apenas lograba dar la orden de correr. Susurra una y otra vez que su padre estará bien a pesar de que sabe que las víctimas de Mikasa no sobreviven, no dejaría la esperanza en la puerta automática del elevador, tenía que alcanzarlo sin dudarlo. La noche se asomaba más vivamente por los pasillos y una de las enfermeras la tomó de los hombros para tranquilizarla, temiendo lo peor se quedó quieta con lágrimas en los ojos. Los reflejos en los ojos de la enfermera le dijo todo lo que tenía que saber.

— Entró en estado de coma.--- Su voz era suave a pesar de lo incómoda que se sentía al dar malas noticias.--- Perdió mucha sangre y parte de su estómago está destruido.

—- ¿Puedo verlo?

La señorita nego.

—- Está en observación, no podrá verlo hasta que le asignemos una habitación. Lo siento.

Annie le dio un leve asentimiento y se recargo en la pared, los pasos de la enfermera al alejarse fue lo único que escucho. Sus pensamientos estaban dispersos, la hija de puta le había mentido, fingiendo que se iría para que bajara la guardia y poder atacar a su padre. Deseaba con todas sus ganas poder matarla, no le importaba los años en la cual fueron amigas, ni mucho menos que la maldita sea un ente demoníaco. Ella se metió con la última familia que le quedaba,cruzo esa delgada línea entre lo aceptable y lo inaceptable. Estaba siendo hipócrita, al considerar detenerla ahora, cuando mató a tantas personas, pero ellos eran lo que la mantenían con vida y Annie era demasiado egoísta como para dejarla ir. No iba a matarla cuando fue al baile de graduación, iba a distraerla para evitar que matara a alguien. Considero una y otra vez perdonar que fuera un monstruo, solo para que no cortaran esos lazos de amistad que las unían y porque por fuera de su juicio con el paso del tiempo aprendió que, la quería más de lo que alguna vez admitiría.

Pero era suficiente. Annie ya sabía la forma de matarla, sacrificaría su propia vida para evitar que ese maldito demonio lastimara a alguien que amaba. Eso incluye a la misma alma de la verdadera Mikasa que aún está en su cuerpo. En el fondo de su corazón tenía claro que si apuñalaba a Mikasa en el órgano vital, su Mikasa no regresaría, esta vez se iría para siempre, sin segundas oportunidades bizarras. El destino es una vil perra.

El teléfono de Annie comenzó a sonar en su bolsillo derecho, la llamada provenía de Armin que estaba preocupado por ella.

—-¿Dónde estás? ¿Estás bien?

La pequeña rubia le resumió la situación mirando el reloj colgado en la pared del hospital.

—- Acabaré con ella.---- Annie suspiró suavemente por el micrófono del celular.---- Y tu me vas a ayudar.

—- ¿Estás segura de eso? Al final del día sigue siendo tu mejor amiga.

—-Intentó matar a mi padre.--- Gruñó.--- Claro que estoy segura. Primero me hace sufrir psicológicamente y luego de forma emocional, ¿Qué pasa contigo? no habíamos establecido ya, que es un maldito demonio.

—- Y también que ella acaba los trabajos.--- Armin estaba siendo razonable.--- ¿Buscaste una forma de separar al sucubo de su cuerpo?

—- Lo hice, no se puede separar.--- Chasqueo la lengua.---- Tengo el presentimiento de que Mikasa ya sabía eso.

— ¿Por qué?

— Hizo una investigación propia. Cuando me habló de su "don", se veía segura de lo que decía. No es coincidencia que sin darse cuenta me diera sus puntos débiles, a menos que estuviera constantemente en acierto y error.

—- ¿Ella quiere que vayas detrás de sí, no?

—-Hay dos almas en un solo cuerpo. Yo no tengo idea de cómo se turnan o quien fue quien atacó a mi papá pero en definitiva se está debilitando.

—- Ella se está perdiendo ¿No?

—-Justo como me lo dijo.

Armin se quedó unos segundos callado pensando en las opciones, no esperaba estar atrapado en esta situación. Perfectamente pudo darse la vuelta y alejarse cuando Annie le demostró de lo que era capaz su mejor amiga, una locura, al igual que una desgracia. Conocía a la rubia desde la secundaria, al igual que su tormentosa relación con Mikasa. No la culpaba por quedarse tanto tiempo, a veces las amistades son complicadas y cuando estas se envuelven con amor, las cosas nunca terminan de la mejor manera. El siempre se mantuvo al margen cuando se trataba de ellas dos. Al verlas juntos comprendía porque la gente cuestionaba su relación en un principio, pero cuando hablaban, conviven o solo se quedaban paradas la una al lado de la otra, es donde Armin entendía a la perfección el lazo inquebrantable que compartían. No se tomó el tiempo de conocer a Mikasa, esta solía ponerse a la defensiva cuando se acercaba mucho a Annie y ella estaba presente. Compartían una que otra clase juntos, Matemáticas y Computación, por encima de lo que él creía, la joven era buena en ambas materias y no porque se acostara con los profesores (Es es un rumor, que ella no negó o confirmó, solo ignoro). Veía lo dedicada que era con sus ediciones o se ponía nerviosa al resolver alguna ecuación. La última vez que la vio como ella misma, fue terminando la clase que compartieron juntos, un día antes del Show en Melody Lane. La conversación fue corta pero dejó al rubio con una sensación extraña en el estómago.

— Hey.--- Armin la tomó del hombro con delicadeza, sorprendentemente era unos cinco centímetros más alta que él. A Mikasa no le gusto que la tocara pero intento no ser una perra con el chico, pues le ayudo con un problema de álgebra. Así que solo se apartó con delicadeza.

—¿Que pasa Arlet?

—- Escuche que irían al Melody Lane, ¿Mañana?--- Dudo un poco con el día, Mikasa ladeo la cabeza.--- ¿Sabes que es un bar, no?

La sonrisa que le dio se asemejaba a una burlona.

—Se que es un bar, no soy idiota.

Armin cerró los ojos, ¿Por qué era difícil hablar con ella?

—- A lo que quiero ir, es que no creo que sea buena idea que ustedes vayan solas a ese lugar.

Mikasa comenzó a caminar y Armin la siguió.

—¿Ahora eres nuestro caballero de brillante armadura?--- La azabache alzó las manos para estirarse y parte de su estómago se quedó a la vista, Armin noto la mirada de los demás encima de ella y rodó los ojos, no es la gran cosa.

—- Solo me preocupo por Annie.

Mikasa se detuvo de golpe y él se golpeó con su espalda.

— No deberías usar el plural en tus palabras, entonces.--- Se dio la vuelta para encararlo.--- Sabes que no me agradas, te tolero al igual que tu a mi, por Annie. No queremos una pelea campal en donde salgamos perdiendo, pero odio que cuestionen mis decisiones. Yo cuido de Annie y ella cuida de mi.--- Le regaló una sonrisa de lado.--- Me gusta que la protejas pero no tienes que protegerla de mi.

Y sin más, ella dio media vuelta, dejando al rubio en el pasillo. El chico pasó una mano por su cabello con confusión y se dispuso a caminar a su siguiente clase. Una sensación en la boca del estómago le dio ganas de vomitar, como si algo malo estuviera a punto de pasar. Penso que Mikasa lo golpearia o algo asi, pero parece ser que su actitud idiota es pareja para todos, no hay blanco o negro, solo gris.

—- ¿Sigues en la línea?--- La voz cansada de Annie lo regreso al presente.

— Lo siento, ¿Qué quieres que haga por ti?

Annie se mentaliza para esto.

—- Iré a tu casa, nos podremos de acuerdo.--- Suspiro.--- Tenemos que dejarla un tiempo, para que ella se debilite.

Armin solo asintió, escuchando la comunicación cortarse.

(..)

Mikasa abrazó sus rodillas con fuerza, la cama debajo de ellas se sentía para morirse, sus ojos estaban fijos en un programa estupido que pasaban en la tele. Su estómago comenzaba a gruñir en hambre, más se negaba a hacerlo, quizás si no le daba lo que quería la dejaría morir de una forma u otra. El súcubo estaba demasiado débil, como para que pueda tomar control sobre ella. Su garganta se sentía seca y el dolor de cabeza la estaba molestando, si pudiera hablar con el demonio dentro de ella, lo mandaría a la mierda por haberle hecho eso, a su cuerpo, mente y alma. Escucho la puerta principal abrirse y supo que su Tio había llegado aunque no estaba solo, la fragancia de su compañera de trabajo la golpeó casi enseguida, se hubiera reído de la circunstancia pero ella olía a hierba mojada y tranquilidad, cosas que desesperaba al sucubo y al mismo tiempo le hacían querer quitarles ese olor, esa buena vibra.

La azabache apaga la tele y se esconde debajo de las sábanas, al escuchar los pasos acercándose por el pasillo que daba a la habitación de invitados, por lo menos su tío estaba consciente de que había una adolecente en casa que no quería escuchar nada de eso. La voz de su compañera de trabajo fue la que llegó primero.

— Gracias por dejarme quedarme, la lluvia esta imposible.--- ¿Lluvia? Mikasa se quitó la cobija de la cara para confirmar que había una tormenta en el pueblo, se encontraba tan distraída con el hambre que ni lo noto.--- ¿Tu sobrina no se molestara?

Su tío soltó una pequeña risa.

—-Qué va, esa mocosa, solo piensa en chicos, música indie y en lo que se pondrá al siguiente día.--- La puerta de la habitación se abrió y las voces se escucharon con nitidez.--- Además está en la novena nube.

—- Es adorable. ¿No lo crees Levi?

La azabache no tuvo tiempo de taparse la cara. Escuché que Levi sonrió suavemente y se estremeció.

—- Me recuerda a su madre. Cuando está dormida es un angelito, pero despierta... Bueno es un poco difícil de llevar.

Se lo habían dicho muy a menudo.

—- Entonces no la despertemos.--- Su compañera de trabajo lo arrastró fuera de la habitación a empujones, se escuchó forcejeo y luego unas leves risas.

Mikasa se dio la vuelta mirando el techo, parte de ella le pareció lindo que su tío Levi por fin saliera del caparazón, y si lograba su objetivo, él no estaría solo. Cerró los ojos y respiro suavemente, el sonido de sus risas, la lluvia y sus comentarios era lo único que escuchaba, Su cuerpo se estaba relajando tanto, que sabía que en cualquier momento se quedaría dormida y no podía hacerlo, o esa cosa dentro de ella tomaría el control. Se puso se pie de golpe y abrió la ventana para que el viento la despertada, las gotas golpean sus brazos desnudos, el olor a tierra y flores es lo primero que logra percibir, junto con el asqueroso olor a estiércol proveniente de la caca del caballo de su tío. La luna es tan hermosa esta noche, su color se asemeja a las esferas plateadas de los arboles de navidad con unos pequeños toques negros para no perder la costumbre, una belleza, un momento en calma. La luz natural de su tonalidad, le recuerda a las noches de pijamadas que pasaba con Annie, o los cuentos en la madrugada que su madre le leía cuando aún seguía con vida. Extrañaba tanto eso, que desearía regresar el tiempo, y disfrutar como es debido, cada segundo, palabra o pequeños tactos por una última vez.

—- Es un lindo pensamiento. Casi te hace pasar como humana.

Mikasa sonrió lentamente, sus sentidos por primera vez no le avisaron sobre la presencia de Annie, esa era una buena señal.

—- ¿Por qué tan feliz Ackerman?--- Annie que estaba recargada al lado de su ventana, noto el cambio enseguida, también el detalle de lo cansada que se veía.--- Te ves horrible.

—Solo recordaba cómo se sentía la carne de tu padre entre mis dientes.--- La azabache se adentro de nuevo a su habitación, sin decir ninguna otra palabra.

La rubia se quedó en su lugar, a pesar de lo tensa que se puso. El recuerdo de su padre en el hospital con una venda cubriendo todo su estómago, la golpeó de la misma manera que la lluvia. Soltó un resoplido de indignación y sin más saltó por la ventana de su mejor amiga.

— Siempre te gustó regocijarte de la miseria de los demás.--- Annie observó lo tranquila que parecía Mikasa arriba de su cama.--- Desde que éramos pequeñas, tomabas todo lo que yo tenía, querías lo que yo quería y...— Su mandíbula se apretó cuando ella comenzó a reirse.--- Eres una perra.

— Por fin tienes las pelotas para enfrentarte a mi. La pobre necesitada, mostrando que quizás no lo sea tanto.---- Mikasa la miró, sus ojos se volvieron de un tono bicolor, pero aún predomina el gris.---- Y si vienes aquí y ¿jugamos a la mama y al papa?

— Eres como una plaga.--- Annie se acercaba lentamente a ella, sus manos aun estaba dentro de los bolsillos de su sudadera gastada, la misma que Mikasa le regalo años atrás.---- Buscando más de lo que se merece y contaminando cualquier cosa que toque. Una basura que pretendía serlo todo, cuando no era nadie. Estar contigo se asemejaba a estar al lado de un perro en celo, y era tan ridícula la manera en la que los chicos te siguen, ya que ni siquiera eres la gran cosa.--- Le sonrió lentamente, la primera sonrisa burlona que iba dirigida a ella.--- Esta mas que claro que solo estaban detrás de ti, por lo rápido que les habrías las piernas. Cualquiera quisiera a alguien que se denigra.

La expresión de Mikasa cambió por completo, ya no podía esconder sus sentimientos y eso de cierta forma era malo. Salió de su cama y tomó a Annie de los hombros, empujándola, la espalda de la menor chocó con la pared tan fuerte que esta soltó un jadeo de sorpresa pero se negó a apartarle la mirada. La azabache pasó la punta de la lengua por sus labios resecos.

— No sabes las ganas que tengo de engullir tu alma, escuchar tus gritos de desesperación mientras te devoro lentamente. Pero prefiero terminar el trabajo con tu padre, eso te hará sufrir más que solo morir.

— Suena a amenazas vacías, estupida perra.--- Annie paso la palma de su mano por su cintura antes de clavarle la daga en el estómago, Mikasa jadeo sorprendida y sus ojos cambiaron tan rapido de color, que asustaron a la mas pequeña, despues ya tenia sus dientes en su hombro. La muy idiota la habia mordido.

Annie no dudo en apartarla, las manos de Mikasa estaban sobre su estómago, la rubia pateo esa misma zona haciéndola caer en la cama. Rápidamente se puso encima de ella para sostenerla.

—Me gusta abajo.--- La azabache se rio, había un poco de sangre en sus labios y le sorprendió a Annie ver lo mundana que parecía cuando no se estaba regenerando.

Alzó una de sus manos para darle el golpe de gracia, pero dudó por unos segundos, justo cuando Mikasa cerró los ojos, y su corazón palpitó en el pecho al sentirse en el aire. Ambas estaban flotando, la chica no sabía que el demonio podía hacer eso. Se sostuvo por instinto de la azabache y esta aprovechó para darle la vuelta, estuvieron en un singular tiro y afloja por ver cuál de las dos se llevaba el dominio de la otra. La rubia golpeó el estómago de Mikasa y esta hizo una mueca, eso le dio la oportunidad de estar encima. Parecía como si el tiempo se hubiera detenido pues la azabache dejó de forcejear y solo la miraba fijamente. Annie entonces noto el collar entre sus dedos, así que con todo el enojo del mundo, arrancó el objeto de su pecho y fue como si Mikasa se apagará, sus ojos se abrieron sorprendidos y antes de darse cuenta ya estaban cayendo. Hubo un pensamiento compartido, de la primera vez que se vieron, en ese maldito juego infantil, que se esfumó de la misma manera en la cual Annie clavó su daga en el corazón de su mejor amiga.

— Pudrete en el infierno.

Mikasa entonces lloró y la sonrisa que le regaló a Annie lo dijo todo, aun así no pudo evitar expresarlo por medio de sus ojos que observaban el rostro de su amada, no su amiga.

—- Gracias.--- Las palabras salieron junto a su último respiro.

Annie parpadeo viendo la sangre de su mejor amiga manchando sus manos, el tono de su rostro lentamente dejaba esa piel gris, al tono natural de la chica. Los labios de la rubia estaban entreabiertos, el mundo le estaba dando vueltas, sus manos se sentían sudorosas y...

junto las cejas al sentirse perdida, ella lo había hecho, ella movió la cabeza e intentó sostener el rostro de Mikasa sobre sus manos, pero alguien se lo impidió, aún seguía en Shock, no sabe lo que está pasando a su alrededor, el corazón lo siente en la garganta y no puede tragar saliva con facilidad. Siente que la arrastran fuera del cuerpo y ella estira las manos, intentando alcanzarla.

— Vámonos.--- Escucha entre las tinieblas la voz de Armin.--- Ellos se acercan.

La rubia aun en su estado, apenas nota que está fuera de la casa, la ventana se aleja a cada segundo y las luces de la habitación de Mikasa se encienden, el grito de horror es lo primera que sus oídos logran escuchar con claridad, y ellos se adentran al bosque antes de que el tio de Mikasa asome la cabeza.

Su corazón se aprieta mientras ella observa sus manos, no siente dolor, no siente nada emocional, pero siente las lágrimas cayendo por sus ojos, desdibujando sus manos y sabe que está llorando de la misma manera que Mikasa lo hizo antes de morir.

Morir.

(...)

Un mes después.

—Cuidate ¿Si?--- El señor Leonhardt beso su mejilla con una suave sonrisa. Abrazó a su única hija con tanta fuerza que Annie apenas estaba respirando.

— Solo voy a la Universidad, no es la gran cosa.--- Annie recargó su frente en él y una que otra lágrima salió traicionando su papel de fuerte.

Su papá dio un paso atrás y buscó entre sus bolsillos. La rubia aun estaba sorprendida de que siguiera con vida, pero los doctores le comentaron que el animal que atacó a su padre, no alcanzó a devorar órganos importantes y quien sea que intentó salvarlo fue de mucha ayuda para evitar que perdiera más sangre. Annie casi lloró cuando su padre le dijo que fue Mikasa la que intentó salvarlo una vez que lo atacó, que en sus ojos no había rastros de aquel demonio devora hombres, si no de la chica que cuido en ocasiones de pequeñas.

—- Tengo un regalo de despedida.--- Su padre dejó caer algo ligero en la palma de sus mano y Annie trago saliva al ver el objeto dorado con las siglas BFF, junto a un sobre, ella lo miró con una pregunta no expresada.---- El señor Ackerman me dijo que una vez que la investigación se cerró en base a la falta de pruebas, él pudo sacar las cosas de Mikasa de la habitación, encontró dos cartas, una para él y la otra para ti. En su carta decía que tenía que conseguir el collar y hacer que llegara a ti.

El claxon del coche de Armin a sus espaldas los hizo saltar a los dos. Los ojos cafés del hombre fueron en dirección del chico.

—- Es para que ambas puedan ir a la Universidad juntas. Como lo habían planeado originalmente.

—-¿Lo sabías?

El señor Leonhardt sonrió abiertamente.

—- Ella en alguna ocasión me pidió permiso para llevarte, dijo que comprendía lo que era estar solo y no quería que pensara que se iban por mi culpa.

Annie miró el patio trasero, observó cada detalle hasta el más mínimo y se dispuso a echarle una última vista al bosque que daba a la casa de Mikasa. La rubia llevó las manos detrás de su espalda cuando la encontró recargada debajo de un árbol, el viento movía sus cabellos oscuros y llevaba la misma sudadera gastada que Annie dejó en su funeral. La azabache le sonrió, una sonrisa que llegaba a sus ojos y la hacía ver hermosa, había cierta frescura en su postura a pesar de estar muerta, ella parecía feliz entre los árboles. Señaló el collar en la mano de Annie e hizo una seña para que se lo pusiera, la rubia lo hizo sin dudarlo y fue como sentirla de nuevo, la marca en su hombro ardió suavemente, de se modo supo que Mikasa estaría con ella, cuidandola.

— Tengo que irme ya, papá.--- Annie beso su mejilla dando un paso atrás, se subió al auto de Armin y dejó su mochila en la parte de atrás.

—¿Lista?--- El rubio se acomodó los lentes de sol mientras recargaba su codo en la ventana.

Annie alzó las manos dando un pequeño grito de felicidad, detrás de ambos Mikasa se rio.

— Debemos encargarnos de algo primero.--- Armin asintió arrancando el coche.--- Lamento arrastrarte a esto de nuevo.

El rubio se limitó a encogerse de hombros, no le molestaba.

— Ellos hicieron algo horrible, merecen lo que sea que les haras.--- La carretera se abrió ante ellos, dando a entender un nuevo comienzo.

La chica miró a otro lado, el collar en su cuello se sentía un poco pesado junto al suyo.

—- Aun sigo respirando...— Sus ojos se fueron a la sombra de Mikasa detrás de ambos, cerniéndose un poco más en dirección a ella.--- Y ella no va a regresar.

"Y no vas a regresar, porque no vas a regresar; Hasta que me libere en silencio a través de los árboles."

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