She Wolf (Falling To Pieces) Parte Uno.
Nota; Hola, Buenas noches, días o tardes. Se que en esta serie de One Shots, ya se tiene uno con temática de lobos y vampiros, pero este es más juvenil. Últimamente he estado en un estado particular de inspiración. Así que la personalidad de Kasa es una combinación entre una actriz (obviamente que no conozco) que me gusta mucho y bueno la chica que conocemos, claramente y la de Annie, es una combinación de alguien que me gustaría ser y de lo que ya soy. Digamos que si llega a ser un poco brusca, lo sacó de mí. Y claramente la chica que conocemos.
Antes de nada, este One Shot ya está terminado, pero pues salió bien pinche largo. Toco dividirlo y como dato extra, este es el único escrito que tiene dos versiones. Ya se imaginaran que tan largo es el original, si esta versión quite cosas, modifique y arregle, solo porque su servidora no sabe escribir misterio. Nimodo, y como no me gusta tratar al espectador como si fuera idiota, descarte esa versión, para publicar.
Como siempre me disculpo si se me paso alguna falta ortografica. Disfruten.
(..)
"Un disparo en la oscuridad. Un pasado perdido en el espació ¿Dónde empieza el pasado y la persecución?..."
2008.
Soy el tiempo que no tiene piedad, el demonio de la noche que necesita sangre para vivir, y la bestia escondida en un rostro que puede considerarse hermoso.
Soy una maldición y al mismo tiempo; Una bendición.
Si tan solo alguien me hubiera mencionado, que las maldiciones tienen una cura, y que las bendiciones, tienen un mal. Yo no estaría deseando regresar a las llamas donde originalmente fuí creada.
Porque cualquier historia empieza cuando la vida te da, lo único de lo que no estabas preparada para recibir. Y me gustaría no parecer una idiota, pero inevitablemente e sucumbido a la delicadeza del ser humano, al porte de su espalda envuelta en ese traje negro que hacía resaltar la definición de unos suaves músculos que se notaban a mi distancia. Su cabello es azabache, más negro que el mundo cuando las luces se han ido, es hermoso, largo y un poco ondulado, casi a la altura de su espalda y se movía suavemente con el escaso viento que la ventana permitía pasar.
Ella hablaba como si las palabras no hubieran sido un lenguaje universal que pasó por generaciones, hablaba con una delicadeza que me hizo tragar saliva, que bombea sangre a mi corazón y que enchino los vellos de mis brazos. Era educada, sin dudarlo y aunque no pudiera verle el rostro, sabía que cuando ella se diera la vuelta, yo terminaría de convertirme en mujer.
Solo estaba en esta encrucijada porque el idiota de Reiner, me recomendó qué debería asistir a una universidad, para por lo menor tener unos papeles que indicará que hacía algo de mi vida, aparte de robarle a los bastardos y volverme millonaria a su costa (pero ese es otro asunto). Así que, aquí estaba parada a las afuera de las oficinas de una de las prestigiosas escuela de España, esperando mi turno, mientras, supongo yo, que la chica que estaba enfrente de mí, se inscribía (pero si soy sincera, hay una familiaridad tangente en la manera en como ella habla con la secretaria). Me comenzaba a generar cierta incomodidad que mis manos no se quedarán en su lugar dentro de los bolsillos de mis pantalones caqui, y aún más cuando la chica dejó de hablar y supe que se iba a dar la vuelta.
Y maldita sea a todos los demonios, que hay y que faltan por haber.
Ella es Deslumbrante.
Me cortó un poco la respiración cuando su rostro quedó a ¾ de mi vista, ya que notaba unas pecas que viajaban por su oreja, formando patrones casi cerca de la cicatriz por debajo de su ojo izquierdo. Ella siguió caminando con la vista en los papeles que traía en las mano. Tiene unos labios suaves con pequeñas grietas que me parecieron la cosa más linda del mundo. Ella juntó las cejas, confundida y ese gesto hizo que mi corazón dejara de ser mío y se volviera de ella.
Y me caí en pedazos, cuando me miró. Cuando sus ojos grises brillaron debajo del sol que atravesó mi espalda y su cabello dejo de ser negro para volverse de un azul intenso. Ella se pasó la punta de la lengua por los labios y sonrió, una sonrisa que hicieron que sus ojos se achicarán, y curiosamente no tenía los dientes más derechos, había una casi nula inclinación en sus dos delanteros, tan mínima que apenas podías verla. Alzó la mano para saludar y note los anillos que las adornaban los dedos y una tímida cicatriz en el borde del pulgar. Aprecie su rostro un poco redondo. Tiene cuatro Lunares en total, contando con los otros dos, que vi previamente y uno por debajo del ojo, casi a la altura de la nariz, el otro encima de su labio del lado derecho. Y la cereza del pastel, fue el conjunto negro que llevaba puesto y los tres botones rebeldes que se soltó y me dejó ver su cuello largo y refinado, tan fino que de repente me dio ganas de beber (maldita sangre).
Su aroma era particularmente almizclado, tan fuerte que uno pensaría que acababa de ponerse la loción, pero no había ningún rastro de humedad en todo su atuendo, ni en su cuello. Curioso.
Ella dejó de sonreír cuando no dije nada y de repente parecía un poco tímida, así que bajo la mano y sin decir ni una palabra, se alejó a paso lento de dónde yo la contemplaba.
Si bueno.
¿Así se siente el amor a primera vista?
Moví mi cabeza para despabilar, al momento que ella giró a la esquina y desapareció de mi vista. Deje caer mis ojos al sobre amarillo que tenía en mis manos y analice los pro y contras que vendría con decidir entrar a esta escuela. No me importaba particularmente hacerlo, vine por Reiner y de cierta forma me quiero quedar por una chica que me dejó una muy buena impresión ¿Eso acaso tiene sentido? No obstante, en los siglos que llevo de vida, no hubo nada que me generara la curiosidad que ella provocó en mi. Pues en mayor o menor medida, disfrute de las cosas qué la humanidad tenía para dar. Y si mi instinto no me fallaba, ella sería alguien que valdría la pena conocer, o quizás alguien por la que valdría la pena morir o lo que es más difícil; aprender a vivir.
Suspirando me puse derecha y me acerque a la secretaria que de manera nada disimulada ya me miraba, me hizo una barrida de pies a cabeza y puso un gesto de perro mojado. Parpadeé y rodé los ojos. Me encanta como la gente es tan expresiva, me podría burlar de ella más tarde si me encontrará aburrida.
Deje los papeles sobre la mesa y la señorita Linda (segundo su nombre en el gafete) lo tomó con la delicadeza de un camionero. Lo leyó rápidamente y comenzó a teclear en su computadora, por alguna extraña razón me sentí como cuando me metieron a la cárcel por primera vez, irónicamente es así como suelen referirse a las escuela. Hombre,si supieran que la escuela es la etapa de colegial y los trabajos son la cárcel, nadie se quejaría. ¿Que, como se eso? Bueno, tengo amigos humanos, uno de ellos es Reiner, claro, el otro un tipo larguirucho que está todo el tiempo sudado llamado Berthold. Ambos trabajan y ambos parecen querer lanzarse de un puente, es lo que hace que me mantenga tan unida a ellos, sus vidas son miserables al igual que la mía.
Me salí del tema.
Una vez que Linda, apunto mis datos en la computadora, me miró fijamente como si no supiera como mencionar la mierda que fuera a pronunciar.
—¿Está segura que quiere está carrera?
Supongo que era una pregunta de protocolo. Así que me limité a asentir y cruzar los brazos por debajo de los pechos.
— Debo informarle que previamente tiene que realizar unos cursos de Fotografía y se le será asignada una mentora.
Junte las dejas. Entiendo lo de la fotografía, pero pues el maestro es el que te enseña ¿No?. Linda pareció ver mi cara de confusión, porque sonrió de una manera tan amable, que casi le creo que es un gesto genuino.
— Es mejor tener ayuda extra. Al final de cuentas, tiene que estar familiarizada con las cámaras. ¿No lo cree señorita Leonhartd?
— Entonces iré a mis clases regulares y aparte ¿Tengo que verle la cara un desconocido por...— Cheque el horario que previamente me había extentendido y estaré una cantidad horripilante de...— Tres horas?
Siendo sincera, me imagino las mil maneras en las que esas tres horas se convierten en medio segundo, no puedo matar a nadie, así que.
— Exacto, muy perspicaz de su parte. — Linda se burló. — Por cierto, necesito que sus padres firmen como tutores.
Parece que me encontré con un payaso, en vez de una secretaria. Mejorando mi día.
— No creo que eso se pueda. Murieron hace mucho tiempo. — Hace como dos siglos, pero ese dato no se menciona. La cara de Linda cambió tan de repente que no pude evitar sonreír, fue una media sonrisa. — ¿A menos que cuenten las firmas del más allá?
Linda se ajustó la corbata que llevaba puesta y una parte de mi, se orgulloso de crear incomodidad.
— Está bien, señorita Leonhartd. Le presentaré a alguien para que la guíe a su habitación.
¿Habitación?
Linda salió de detrás de su escritorio y caminó junto a mi lado con las manos en la espalda, me hizo un suave gesto con la cabeza para que la siguiera, así que lo hice. A medida que íbamos avanzamos por la escuela, me daba cuenta de la dimensión del lugar, y lo asquerosamente colorido que era, pero un punto a favor era su arquitectura medieval que me recordaba a la época más hermosa de mi vida, ah, la Francis de 1350, fue exquisito ver esa destrucción. Aunque las paredes del recinto eran de un color marmoleado, había pequeñas marcas que indican el paso del tiempo, las manos que se alojaron en esas paredes en toques fantasmales. Había historia aquí. Historia que quizás me digne echar una mirada, una vez que me encuentre sola.
— Joven Arleth. — Linda tomó suavemente del codo a un chico de aspecto Nerd, con anteojos y cabello rubio. Llevaba en sus manos una pila de libros, unos cómics que yo leí hace años, y una consola portátil de color negra. Sus ojos azules se fueron de mí a Linda en un par de segundos y los colores en sus mejillas se iluminaron.
— ¿Si?
Awww, tiene voz de idiota.
— ¿Puede llevar a la señorita Leonhartd a la habitación 22M?
No sé, pero su cuestión me causa algo de gracia. El chico Arleth parecía particularmente incómodo por la petición, y tenía una vaga idea del porqué.
— Nosotros no podemos entrar a esa zona.
Alce una ceja divertida, mientras veía la cara de Linda volverse de confusión a compresión.
— No se preocupe por eso, usted tiene pase libre.
Los colores en el rostro de Arleth se dispararon y bueno, para este punto yo no pude evitar reírme. Si son así de manchados, me gustará está escuela.
— ¿Es porque soy gay?
—Es justamente por eso. — Linda aplaudió y se dio la vuelta. — Vamos, que el tiempo es costoso.
Arleth puso mala cara por unos segundos antes de volver a verme. Uf, en otra instancia diría que es un chico apuesto, pero la primera impresión que tuve de él, fue de un nerd tímido que lo más probable es que esté enamorado de su mejor amigo (no es spoiler). Él sostuvo los libros con una mano y me tendió la otra.
Educado el niño.
— Soy Armin Arleth ¿Y usted?
Le respondí el saludo y sentí las venas de su pulso palpitar debajo de mi toque. Su sangre bombeaba rápidamente a través de su piel y me hizo acordarme que no había desayuno. Que desafortunada situación.
— Annie Leohartd. — Asentí en su dirección y di un paso atrás, fuera de su órbita.
No me gusta permanecer tanto tiempo en contacto físico, me daba jaqueca.
Armin se ajustó los libros y se acomodo a mi lado para comenzar a caminar. El chico me explicó lo básico de la escuela, mientras recorríamos los pasillos de la misma. Me señaló unos cuantos salones en dónde los estudiantes podían tener su privacidad (¿De qué tipo?, ni idea), la biblioteca que se parecía a la de La Bella y La Bestia, una sala de juegos unisex (que parecía más una habitación de las pesadillas, demasiados adolecentes), el comedor (donde ahora había uno que otro estudiante) el cuarto oscuro (que vendré mucho aquí, a partir de mañana) y algo que particularmente me llamo la atención, la enfermería. La maldita enfermería parecía enorme, como un pequeño hospital en las instalaciones.
— La gente suele lastimarse muy a menudo por aquí... — Arleth me respondió cuando le cuestioné sobre eso. — A veces en los deportes, otras en grabaciones para sus cintas, otra irónicamente en sus pláticas de medicina y así sucesivamente. Hubo una época en donde los estudiantes llegaron todos llenos de sangre, con marcas en los brazos y mordidas en los hombros. Era extraño, parecían marcas de animales pero de alguna manera lo vimos normal, por la vasta naturaleza a nuestro alrededor.
Mmm, chico explicación, ya me cae bien.
— ¿Así que solo los curaron y fueron felices de por vida?
Armin se encogió de hombros.
— Nada raro pasa en estos pasillos. Los chicos se mantuvieron al margen y eso es lo que se.
Cerré los ojos por unos segundos y me concentré en el chico a mi lado. Su cuerpo dice más de lo que uno puede imaginar, su respiración irregular, el movimiento suave de sus orejas o el tic nervioso que está sufriendo o como parece que las respuestas se confunden en sus labios. Y hubiera sabido más de él, si no fuera porque alguien se acercó a mi izquierda, dónde él estaba parado y pasó un brazo por los hombros del chico. Ese olor fue fácil de reconocer y su voz, fue como un tímpano chillón en mis orejas, por extraño que pareciera su tono reacomodo mis sentidos y los lastimó al mismo tiempo.
¿Quién era esta chica?
— Kasa. — Armin habló con alegría. Abrí los ojos (que cerre sin darme cuenta) y alejé mis sentidos desarrollados de ambos.
— Estuve buscándote. — La tal Kasa sonrió y todo el pasillo se iluminó. Ahora que la veía desde un ángulo en donde mi cerebro no parecía hecho mierda, me doy cuenta que tiene ascendencia asiática, creo que es eso lo que la hace aún más atractiva. — Eren quiere que lo ayudes a realizar la escenografía para la obra.
— No puedo ahora, tengo que acompañar a Annie a sus aposentos. — Me señaló con su pulgar y la chica me miró (de nuevo), aún mantenía esa sonrisa en el rostro, no obstante hizo un suave movimiento para mantener a Armin lejos de mí.
Sonreí de lado.
Ella al percatarse que note el gesto, se sonrojo y su piel blanca adquirió un tono rosita. Soltó una risa nerviosa y miro a otro lado. Dios mío, es tan linda.
— Yo la llevaré. — Se ofreció de manera amable. Su cuerpo se puso menos tenso y dejó caer las manos del agarre que tenía en su amigo. — Lo siento por eso, es un reflejo.
Asentí sin sentirme ofendida. La gente solía mirarme peor cuando descubren lo que soy. Simplemente que aparten a alguien de mi, no es nada nuevo.
— Lo comprendo. No me conoces, y él parece...— Busque las palabras apropiadas, para no decir imbécil. — Un buen chico. — Diferencia abismal.
Ella ladeó la cabeza y parecía un cachorrito perdido. Debería mantenerme alejada de ella, porque solo llevamos un minuto en la órbita de la otra, y yo ya tengo ganas de confesarle todos mis secretos y hasta de lo qué me voy a morir.
Armin le mencionó algo que no preste atención, porque mi celular comenzó a sonar dentro de mi chaqueta de cuero negro que llevo puesta. Aparte la mirada de la chica sonrisas y saque mi teléfono. El nombre de Reiner se asomó por la pantalla y supe que me iba a decir algo estúpido, en el momento que puse el aparato en la oreja.
— Sabías que los elefantes no pueden verse el trasero.
Decir estupideces era su presentación.
— ¿Qué quieres?
— Eres tan dulce por las mañanas.
— Y soy más dulce cuando van al grano.
Lo escuché reírse y yo sonríe.
— Berth pregunta, a qué hora tenemos que ir por ti. ¿Y si te inscribiste?
— Hablando de eso. Resulta que este lugar es un internado...
La carcajada que soltó Reiner hizo que me apartará el celular de la oreja y retrocediera como si eso cambiara alguna puta diferencia. Mire en dirección a los chicos, solo para percatarme que la única que quedaba parada en el pasillo era Kasa, que se encontraba recargada en los Locket y miraba por la ventana al final del pasillo, y bueno, si de ¾, y de enfrente era divina, de lado. Que bonita nariz tiene, es respingada y de alguna manera se había acomodado el cabello para verse aún más hermosa.
— Sigues allí.
En la madre.
— Si, esté... — Me aclaré la garganta sintiéndome nerviosa y le di la espalda a la mujer. — Tengo que irme, pero ¿Puedes traerme mi maleta con algo de ropa y ya sabes?
— ¿No has desayunado?
— No, aún no. Y me muero de hambre. — Le gruñi, y no era mentira.
Pero hubo una época en donde la sangre era tan necesaria para mí, me volvía un depredador, una persona horrible. Entonces llegué a mí punto más bajo y cuando esos idiotas llegaron a mi vida, decidí que no podía arriesgarlos, me destrozaría perderlos. Así que me he mantenido a raya los últimos años, solo bebiendo lo suficiente, haciendo mucho ejercicio para dejar la ansiedad y buscando otras alternativas cuando la cosa se ponen particularmente feas.
— Está bien, iré lo más rápido que pueda.
— Gracias R.
Colgué y solté un suave suspiro que me hizo relajarme.
— ¿Prefieres café, chocolate o té?
Salté al escuchar la voz de Kasa, se había acercado a mí y tenía una suave sonrisa en sus labios cuando la volteé a mirar.
Está niña es demasiado alegre.
— Café.
Sus ojos se iluminaron y tomó suavemente mi brazo. Sus dedos sobre mi piel, se sentían como terciopelo, y provocó un escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal. Me incómodo que fuera un sentimiento tan fugaz y que su reacción con las personas sea naturalmente tocarlas. Cómo si el espacio personal no existiera.
— Te invito a comer.
— ¿Qué? ¿Por qué? — La voltee a ver y ahora que estaba tan cerca de mi. Me intimida un poco lo alta que es, quiero decir. Es sexy, me lleva más o menos dos cabezas, pero está usando tacones ahora, así que no tendría una altura con exactitud.
— No has desayunado y ya casi van a dar las dos. Te vas a desmayar.
— ¿Por qué?
Es lo único que podía decir. Hablo en serio, viví muchas vidas y está es la primera en donde una persona que no me conoce es particularmente amable a la primera (no cuentan cuando están borrachos, todos son un poco pasivos/agresivos). Solté mi agarre de su brazo y me alejé un poco. Ella entendió que se había excedido y se alejó de igual manera.
— Solo intento ser amable, Annie. — Ella se encogió de hombros. — Y en parte tengo hambre entonces ¿Quieres acompañarme?
Mi mente me dice que huya, que es mala idea estar a su alrededor, pero esa maldita sonrisa, las pecas en su rostro, la cicatriz que esconde una verdad y la forma en como su postura te pide a gritos que la sigas, te dice otra cosa.
La seguí y de repente el cazador se volvió en presa.
...
—Entonces ¿Puedo conocer a la chica nueva?. — Ella se dejó caer en la silla enfrente de mí. Me pasó una taza de café y unos sobres de azúcar.— Ahora tengo curiosidad de saber, porque una persona no come pan con café.
— Le quita el sabor. — Le puse como cinco sobres de azúcar al café y ella hizo un gesto extraño.
Consistía básicamente en ladear un poco la cabeza y mover las cejas hacia arriba. Parte de una sonrisa se quería asomar por sus labios, y sabía que se estaba burlando de mi. Dios, que confiada es esta chica.
— Seguro. — Ella le agregó solo dos sobres y se llevó la bebida a los labios, olió el aroma del café y procedió a darle un tragó. Había tanta relajación en su rostro, que hizo que inevitablemente me relajara en mi lugar. — ¿De dónde eres y por qué decidiste estudiar aquí?
— ¿No crees que es mucha curiosidad para alguien, que ni su nombre me ha dado?
Ella se rió.
— Son preguntas básicas, no te estoy pidiendo tú tipo de sangre. — Se dejó caer suavemente sobre la silla y se cruzó de brazos. Para estás alturas se había quitado el saco y solo estaba en una playera de manga larga color blanco. — Pero tienes un punto. Me llamo Mikasa, Mikasa Ackerman. Voy en tercer año de la carrera de actuación.
Interesante.
— Así que ¿Haces monólogos?
— Más que eso...— Mikasa se llevó una mano al cabello y lo hizo a un lado, pero no fue un gesto coqueto, yo lo definiría como nervioso. — Le doy vida, a las cosas que el mundo quiere ver envuelto en la misma.
Ella conoce a la gente.
— Suena lindo.
— ¿Te burlas de mí?
— No, consideró que el arte más puro, es aquel que te permite transformarte en todo un poco. Así se vive, así se sueña.
Mikasa parecía complacida con mi respuesta.
— ¿Y tú?
— Puede que nos veamos las caras más a menudo. — Le di otro trago a mi bebida y ella hizo ese gesto con la cejas de nuevo. Y no se, se me hace muy lindo. — Me metí a la carrera de Cinematografía.
— Así que eres dos años menor que yo.
En teoría, ella es la menor.
— ¿Qué edad tienes?
— Veinticinco.
Solté un suspiro dramático.
— Tienes razón, soy menor que tú. Tengo veintidós.— Hice un movimiento con la mano, para quitarle importancia. — Casi le atinas.
Mikasa celebró con el puño cerrado.
— Me encanta tener razón.
— ¿Te han dicho que eres algo narcisista?
Ella mostró una sonrisa de lado.
— Y aún no me conoces.
Hubo un silencio después de sus palabras. No sé, sintió incómodo, se sintió como si las verdades se pudieran dispersar por la mesa, y la forma en cómo ella parece tan concentrada en su café y en la mitad de su pastel de fresa con chocolate. Toma un suave trago y parte del líquido se queda en su labio inferior, sin darse cuenta toma otra porción de pastel y hace el mismo procedimiento que ha hecho por los últimos diez minutos. Mastica como si la vida fuera lenta, o el tiempo eterno y me da gracia como sonreí sin mostrar los dientes e inclina la cabeza para señalar lo rico que le pareció, eso cada vez que la fruta se mezclaba con su paladar.
— No me gustaría conocerte. — Fue una respuesta automática que salió del fondo de mi corazón, ella parecía un poco divertida. — Serás una maldición.
Y nunca me equivoco.
"Me cazaste, como un lobo, un depredador; Me sentí como un ciervo enamorado de las luces..."
Las semanas pasaron volando, y para alguien que ha vivido muchas vidas, el tiempo no es tan importante, pero ahora que de cierta forma estoy haciendo algo, se siente diferente, más próspero y que vale la pena cada segundo.
Mi horario consiste en levantarme temprano y escaparme de mi compañera de cuarto (una chica extraña que se llama Hitch y estudia periodismo, así que es asquerosamente metiche), conseguir algo de beber, normalmente me alimento de los marihuanos de la calle (ya saben, aquellos que nadie va a extrañar, no los mató, porque eso sería peor para mí), lamentablemente eso provocaba que yo terminara igual, así que ahora qué estoy en una escuela, mi dieta consiste en secuestrarme algunas bolsas de la enfermería, las suficientes para llenar mi termo por unos cuantos días, pero no como para que noten que faltan bolsas. Eso sería irresponsable de mi parte.
Después de desayunar, me voy a mi primera clase que es composición musical, la siguiente es escenografía, la tercera es guión, la cuarta es fotografía y la quinta es escritura creativa, son las que me darán en este primer semestre. Para las cuatro de la tarde, tengo que estar con mi mentora, que como ya se imaginarán es Mikasa (porque aparte de actriz, la desgraciada tiene un don para la fotografía). Ella me ha dado mi espacio en la mayoría de nuestros encuentros, pero puedo notar una pequeña emoción surgiendo de ella, cada que entro al cuarto oscuro y es escalofriante. Me enseña lo básico, la mayoría de las cosas es más a la cuestión de la lentes, tipos de cámaras y el cómo usar las mesas de revelado. Me siento en mi zona de confort cuando tomo una cámara de rollo, teniendo en cuenta que yo estuve en la época en donde fueron creadas por primera vez, y parte de mi colección tiene desde la cámara más antigua, hasta piezas que hoy en día no se podrían conseguir en el mercado.
Estar con Mikasa hablando de cámaras y fotografía, se volvió de mis partes favoritas del día, pero aún así me mantengo lo más alejada de la chica, fuera de esas puertas, fuera del ámbito de estudio, yo no le dirijo la mirada. Así hemos funcionado por estas semanas y ella parece aceptar que es mejor no estar a mi alrededor.
Sobre amigos en la escuela, no tengo. Reiner y Berthold me vienen a visitar algunas tardes (después de estar con Mikasa) compramos golosinas y nos quedamos en mi habitación haciendo idioteces, otras veces cuando tengo algo de tiempo, yo voy a verlos a sus trabajos y les llevo uno que otro regalis. Si soy sincera, mis días son tan comunes como solían ser antes de entrar a la escuela. Lo único que me mantiene alerta, es esa constante sensación de que algo está mal, no puedo explicarlo, mi instinto de años, junto a mi sentido de protección me lleva a averiguar porque las cosas parecen tan perfectas, cuando nada en esta vida lo es.
La calma solo genera problemas.
— Por fin te veo. — Junte las cejas cuando entre a mi habitación y Hitch estaba sentada en su cama, escribiendo en su computadora.. — Preguntaron por ti.
—- Ah, no me importa.
Hitch chasqueó la lengua como si esperara que generará curiosidad en mi. Eso no pasa a menudo y en definitiva este no será el caso. Así que la ignoré y de la misma forma en la que llegué, me fui de la habitación. Una caminata a la biblioteca me hará sentir mejor, supongo. Saqué mis audífonos del estuche y los acomodé en mis oídos, al momento se conectaron a mí celular y solo tuve que tocar en botón para que la música se reprodujera, magistralmente comenzó a sonar; Ten Minutes y me permití bailar un poco. Si alguien me viera diría que soy la versión pobre de High School Musical, solo que con buenas rolas, y al que le pese.
Di una vuelta sobre mi eje y me sentí flotar. Extraño volar y la música se asemeja mucho a ese sentimiento que me hacía recordar a cuando aún tenía mis alas y recorría el mundo en unos cuantos días.
— No me gusta que me observen cuando estoy en lo mío. — Mire sobre el hombro para encontrarme a una muy sonriente Mikasa. — Y menos tú.
La chica hoy llevaba un conjunto informal, pantalones negros con una cadena que se colgaba de uno de sus bolsillos y el cinturón, una playera blanca mucho más grande que ella, que cubría hasta casi por debajo de su cintura, el cabello lacio y unas converse de color blanco. Llevaba poco maquillaje, sin embargo eso sólo resaltaba sus ojos, dejaba ver sus pecas y la cicatriz. Maldita sea por ser tan guapa.
Ella no dijo nada, hizo ese maldito gesto con las cejas y sabía que quería que continuará con lo mío. Esa también era mi señal para darme la vuelta y salir corriendo, porque como dice la canción: "Sólo necesitó 10 minutos para tener tu corazón" y ella solo tardaría dos segundos en obtenerlo.
Mire el frente solo para ser interceptada por Armin. Complot. Suspirando me quité uno de mis audífonos y les dí a ambos una mala mirada.
— ¿Qué quieren?
— La pregunta del millón. — Sentí a Mikasa moverse detrás de mí, y me quite rápidamente de su agarre. Ella suele poner su brazo sobre los hombros de casi cualquier persona, y sabía que haría lo mismo. Aunque no me esperaba que asemejara mi velocidad y me tomara del hombro acercándome a su cuerpo, choque con su costado y me sentí un poco mareada. Maldito corazón. — Ya que eres nueva, es nuestro deber informarte que en estos días, nos reuniremos para realizar el baile de bienvenida.
— Y no pudieron, no se ¿Enviarme un maldito mensaje? — Me aleje de la chica que dejó caer sus manos sobre su costado. Es irritante. — Parecen mafiosos.
— Nadie tiene tú número. — Armin sonrió y yo le regresé el gesto, él me cae bien. — Mafioso es una palabra muy fea, mejor detectives.
— O idiotas, para el mejor de los casos. — Comencé a caminar y ambos me siguieron, uno a cada lado de mí. — Entonces ¿Qué es eso del baile de bienvenida y que narices tengo yo que ver?
— Se celebra cada semestre...— Mikasa comenzó a explicar y yo la observe. — Es una pequeña celebración que se hace, por el esfuerzo de los chicos. La directora está convencida de que un poco de soltura ayudaría a generar un ambiente más pacífico y crear una comunidad de amor y respeto.
Comencé a reír.
— Ay, no. — Mikasa me dio una mala mirada, y eso me emocionó. — ¿Sabes lo patético que suena eso?. — Arrugue la nariz por instinto y ella entrecerró los ojos. — No me meteré a un culto estudiantil para crear "paz". Sí prometo no meterme con nadie ¿Puedo saltarme eso?
— No es un culto. — Armin esquivó por los pelos a un estudiante que iba corriendo y casi se cae, si no fuera porque tanto Mikasa como yo lo tomamos de alguna parte del cuerpo. Extraño. — Gracias. — Nos sonrió y deje caer mis manos en mis bolsillos. — Es para crear convivencia, y conocer a tus compañeros. ¿No estás en una carrera que implica conocer a gente?
Chasquee la lengua dándole la razón.
— Soy perfectamente capaz de estar con gente.
Y sorprendentemente ambos soltaron una pequeña risa. Los hijos de re mil putas, se están burlando de mí. Que huevos tienen (en el caso de Mikasa, ovarios, pero aja).
— No quiero ofender, pero llevas aquí casi un mes, y solo te he visto pasearte por la escuela como alma en pena. — Mikasa agregó en medio de su risa.
— ¿Por qué me estabas vigilando?
La risa se le borró del rostro y sentí un deje de orgullo.
— Soy muy observadora, eso es todo.
— Seguro. — Asentí en su dirección. No creyendo ni madres. — No me gusta que la gente, ande metiéndose en mis asuntos.
— Ella no miente. — Armin se metió cuando vio que me acerque un poco a Mikasa, eso fue instintivo, ni yo misma me di cuenta del movimiento. Que molesto. Di unos pasos fuera de su órbita y me gire para ver a Armin. — Uno de nuestros profesores solía decir que tenía ojos de alcohol y reflejos de lobo. Ya que se le da bien el moverse y ver.
El paquete entero está chica. Que sorpresa.
— Me importa una mierda que diga su profesor. No quiero tus ojos sobre mí ¿De acuerdo? — La amenace y ella me miró fijamente, era la primera vez que no tenía una sonrisa molesta en el rostro y eso fue mejor que cualquier cosa. La seriedad en su gesto solo me atrajo un poco a ella.
Se tomó su tiempo viéndome, y cada segundo que pasaba, yo estaba perdiendo la paciencia y si, no podía detener el golpeteo frenético de mi corazón sobre mi pecho. Vi un extraño brillo en sus orbes grises que desapareció tan rápido como vino.
— Cualquiera quisiera que lo mirará. — Ella entonces sonrió y los hoyuelos se le marcaron. — Pero respetaré tú decisión.
— Pierdo mi tiempo. — Deslumbre las puertas de la biblioteca y comencé a caminar más rápido. — ¿Me dejaran en paz, si accedo a lo que sea que quieren?
Miré a Armin sobre mi hombro y noté como se le iluminaron los ojos. Aw, es adorable cuando no parece un idiota. Él me pasó unos papeles que creo que se sacó del trasero, porque no lo vi con ellos.
— Solo tienes que ayudarnos con la decoración y la iluminación.
— Iluminación y decoración. Lo tengo. ¿Es todo? Tengo cosas que hacer.
Armin rebusco entre sus cosas y sonrió cuando encontró lo que buscaba.
— Toma, esto te permitirá comprar lo necesario.
Miré la tarjeta plateada y alce una ceja.
— Cada día me convenzo más, de que ustedes no son estudiantes, son mafiosos. — Tomé la tarjeta y la metí en el bolsillo de mi pantalón. — Nos vemos, supongo.
Asentí en dirección a Armin e ignoré a Mikasa que chasqueó la lengua a mis espaldas. El dulce sonido de alguien molesto. Encantador.
Me adentré por las puertas de la biblioteca y por fin tuve algo de paz. Fue maravilloso encontrarme con esa cantidad de libros, algunos eran tan viejos que estoy segura que los llegue a leer en su idioma original, otros era libros de lectura juvenil en donde pude encontrar novelas ridículas de Vampiros, que ya que soy masoquista lei en una sentada y ahora Edward acosador Collen me persigue en mis peores sueños. Que asco de vampiro.
Me quedé más de dos horas sentada leyendo uno de los viejos libros de la biblioteca, sobre mitología griega.
(...)
Después de ducharme y llevar mi ropa a la lavandería, me dispuse a dar una vuelta a la escuela con mi cámara en mano. Casi anochecía y esos colores no se iban a capturar por su cuenta. Me dejé caer en el pasto un poco mojado y me acosté para mirar el cielo, había un poco de estrellas danzando por mi vista, burlándose de mi incapacidad para alcanzarlas. Algún día lo haré, lo prometo. Cerré mis ojos unos segundos y mis oídos detectaron un movimiento un tanto alejado de dónde yo estaba. La mayoría de los estudiantes deben de estar o en sus clases curriculares o fuera del campus, pero es muy raro que yo los vea por aquí a menos que sea para alguna clase de educación física.. No preste especial atención, quizás solo eran adolescentes hormonales que irían a darse un revolcón. Los entiendo, yo pase por esa etapa (para mí más sincera vergüenza) y puedo apreciar el sentimiento de calor cuando dos cuerpos se funden en uno. A final de cuentas es normal y son unos de los placeres de la vida que más se agradecen.
Contenta con la tranquilidad del campo, abrí los ojos para maravillarme con la vista del sol cayendo y la luna asomándose para regalarme un poco de su esplendor. Acomodé mi cámara justo cuando estaba por accionar el disparador una melena negra cortó por completo mi vista y una peca especialmente notoria, se asomó por mi lente.
— Maldita sea. — Gruñi y dejé caer la cámara a un lado, para ver con odio a la susodicha que no dejaba de ponerme los pelos de punta. — ¿Qué pasa contigo?
— ¿Salió bonita la foto? — Mikasa me cuestiono dejándose caer a mi lado. Llevaba un curioso gorro color negro con el logo de nike, unos pantalones sueltos y una pleyera que dejaba ver parte de su estomago. No la había visto desde el día de la biblioteca, ni siquiera en nuestras secciones, pues ella canceló por estar practicando para una audición.
— Hubiera salido bien, si tú carrota no estuviera en toda la toma. — Ella soltó una carcajada y yo me senté para mirarla. — ¿Qué haces aquí?
— Vengo aquí todos los días.— Señaló el campo en donde algunos chicos, comenzaban a llegar. Maldición, no me di cuenta que era hora del entrenamiento de Lacrosse. Observe a los amigos de la azabache y tiene sentido que ella esté aquí.— Diría que eres tú la que está en mi lugar.
— Bien, me voy. — Me puse de pie de un salto y acomodé mi cámara sobre el cuello. — Buscaré otro lugar.
— Quédate. — Ella siguió mirando el campo cuando lo dijo. — Aprende a tomar fotos cuando ellos estén entrenando, en movimiento. Eso te vendría bien. Cómo tú mentora, yo te lo recomiendo.
Bueno, puede que la chica me caiga parcialmente mal, y no tiene nada que ver, con que sea asquerosamente atractiva, o las pecas en sus labios, o sus ojos suaves y pequeños cuando sonríe. O la forma en cómo toma la cámara con tanta delicadeza como si estuviera haciéndole el amor. Y ni hablar de su físico de infartó y su personalidad entrañable y molesta. No, no tiene nada que ver con eso. Pero debo aceptar que es buena en lo que hace, y las cosas qué me ha enseñado, me ha ayudado.
Me dejé caer de nuevo en el pasto y ella se acercó a mí, dejando su cámara a un lado.
— ¿La tienes configurada en manual?
Asentí suavemente y permití que tomara mi cámara. Ella casi se pega a mi costado para poder tomarla y de nuevo, ese aroma almizclado me invadió de pies a cabeza, era tan fuerte, como si se estuviera disparando de su cuerpo. Me removí un poco incómoda y trague saliva de repente sintiendo mi garganta demasiado seca. Ella se había removido el cabello, al tal grado que podía ver su cuello, largo y como no, con uno que otro peca por el lugar. Era Blanco, como casi toda su piel, y una de sus venas palpitaba dolorosamente a mi vista. Parpadeé y apartó la mirada a la cámara. Conté hasta diez ya sintiendo mi ansia como una segunda piel, mi respiración se alteró un poco y desee desesperadamente encontrar algo que me distrajera de lo que su presencia provocaba en mi cuerpo.
— ¿Qué perfume usas? — Ella me preguntó una vez que terminó de configurar mi cámara. Sus dedos chocaron un poco con los míos. Y una vez que la cámara estuvo conmigo, me aparté como si ella fuera la peste.
— No uso. — Le respondí un poco distraída, mientras sacaba el rollo antiguo de la cámara y lo cambiaba por otro nuevo. La sentí acercarse a mí y oler parte de mi cabello. Yo me puse tensa.
— Hueles a una flor que solía crecer por dónde vivía.
— ¿Y siempre hueles a la gente? — La aparté suavemente con la mano y ella se acomodó en su lugar.
— Lo siento. — Parecía genuinamente arrepentida. — Fue tan familiar el aroma, que esperaba que me mencionaras el nombre de la loción.
La miré de reojo, y vi que tenía la vista en el cielo, donde las estrellas eran mucho más prominentes que hace una hora. Había un pequeño deje de añoranza en su gesto, y podía entender que al final de cuentas, yo no conocía a la chica a mi lado, y puede que sea sonrisas y buena vibras la mayor parte del tiempo pero es humana, y al igual que los monstruos, los humanos suelen perder cosas, personas y hasta parte de su vida.
— Hay un jabón. — Le informé, mientras me acomodaba para hacer el primer disparo. — Lo traje conmigo desde Roma, creó que se llama Osmanthus. Tiene un olor particular de flores asiáticas.
— ¿Es tan obvio que soy asiática? — Ella mostró una suave sonrisa que hizo iluminar sus ojos. — ¿Y qué hace un jabón de esos en Roma?
Yo regresé la vista a mi cámara, mientras contestaba.
— Lo compré en una tienda cualquiera del lugar. — Me encogí de hombros, y me reí un poco cuando un jugador fue traqueado. — La obviedad no es la pregunta. La pregunta sería, que a pesar de ser una persona Asiática, tengas una combinación de genes que te hacen diferente a los demás. — Eché un rápido disparo cuando uno de ellos se volcó y la toma quedó maravillosa. — Es cómo ver la representación de cada cultura en tu rostro. Simplemente hermoso.
Un silencio entre ambas, el único sonido fue los jadeos de esfuerzo de los chicos y los clip de mí cámara. Intenté apartar el hecho de que acababa de soltar un vómito verbal y me centré en mi trabajo, para no lidiar con la expresión en su rostro.
— Bueno... — Ella empezó y sentí mi estómago girar. — Tienes algo de corazón ¿Quién lo diría?
Era reconfortante saber que ella tomaba mis palabras a la ligera. Si yo no tenía ni idea del porqué las solté, me alegraba que ella las tomara como si no significarán nada.
— Intentaré conseguir uno de esos jabones. — Ignoré sus palabras y bajé mi cámara. Voltee a verla, solo para darme cuenta que la lente de su cámara estaba en mi dirección y antes de poder detenerla, una foto mía, fue impresa. — ¿En serio?
Ella tomó la foto y la agitó en el aire, para revelar el resultado. La observó y no tengo idea como interpretar la reacción en su rostro, es una combinación entre ternura, orgullo y algo más que no logro descifrar. Ella me la enseñó, sin siquiera darmela y salgo pareciendo una completa retrasada.
Odio tanto que me toman fotos.
— Espero que la conserves, porque será la única que obtengas. — Le gruñí y ella me guiño un ojo.
— Seguro que sí, esclava.
Hija de su re mil putas.
— No me llames así. — Hice una mueca y ella ladeó la cabeza e hizo ese estúpido gesto con las cejas. Parece que es su marca, o algo así. — Ser buena contigo, solo provoca que seas una gilipollas.
— Oh, ya se te pegaron las groserías Españolas. — Ella aplaudió divertida y se acomodo en el pasto de tal modo que sus manos quedaron detrás de su cabeza usándolas como almohada y me miraba desde abajo. Las luces del campo iluminaron un poco su rostro, junto a su torso semi expuesto y fue como ver a un ángel caer del cielo.
Si bueno, este era el momento de salir corriendo. Me siento como un ciervo debajo de las luces de un gran camión y ella sonrió, como si supiera lo que pasaba por mi mente.
Supongo que el ciervo, ha sido cazado.
"Me amabas y me congelé en el tiempo. Hambriento de esa carne mía; Pero no puedo competir con una loba, que me ha puesto de rodillas..."
— Creo que me estoy volviendo loca. — Me queje con Reiner, una vez que me deje caer en el sofá de la casa que todos compartimos. Hoy era día libre, así que teníamos el derecho de irnos a cualquier lado.
Reiner me sirvió una copa de sangre y se acomodo a mi lado.
— ¿Qué es? — Había ojos comprensivos en su mirada. Hizo un gesto y me recargue en su pecho.
— Que no es. — Bebí el líquido rojo de un trago y pase la palma de mi mano por mi rostro. — Me siento un poco perdida. Estaba bien, manteniendo mi mente en mis tareas, divirtiéndome con la escritura y cazando a pendejos que hacen cosas malas. Todo suena perfecto.
— ¿Pero?... — Reiner me acarició la cabeza con ternura.
— El detalle es una chica de la universidad. — Lo mire con un poco de odio hacia mi. — Hubo una situación por así decirlo. Fue un momento en donde las palabras se salieron de mis labios, la imbécil obtuvo una foto mia y de alguna manera ella se sintió lo suficientemente cómoda conmigo, para considerarme una amiga. Ahora no deja de ser mis sonrisas cada que nos vemos. Es molesto.
— Yo no veo el problema en eso. Es bueno que tengas amigos humanos. Aparte de nosotros, claro.
— El problema es que, me confunde. — Cerré los ojos, y su rostro llegó a mi mente. Demonios. — Su actitud es particularmente extraña. Es amable con todo el mundo, pero siento que es mucho más conmigo.
— Estás sobrepasando las cosas. — Reiner se rió suavemente. — A veces no significa nada. Puede que la chica, te tenga algo de lástima. Casi termina el semestre y aún no consigues amigos. ¿Ella hace lo posible para que te acerques a su grupo de amigos?
La verdad es qué si. Cuando iba a la cafetería, prácticamente me arrastró del brazo y me sentó en su mesa, junto a los demás. Reconocí a algunos de sus amigos de mis clases. Sasha está conmigo en escritura creativa (la amante de las patatas quiere ser escritora), Eren (su hermano postizo) está conmigo en escenografía (tiene sentido), Armin es universal, a ese rubio lo veo en todas mis clases, Jean está conmigo en fotografía (aunque yo diría que es más para impresionar a Mikasa) Connie está conmigo en composición musical (es muy bueno en la batería, es un Campeón) y bueno Pieck está conmigo en Guión (yo creo que se droga, porque a veces se le ocurren cosas bien fregonas).
No me había percatado de ese detalle, hasta que una ocasión después de nuestro encuentro en el patios, y la fotografía incómoda. Ella me vio formada en la fila de la comida (tengo que pretender ok, aparte no me hace daño) y se quedó a mi lado, mientras esperábamos, no dijo nada, y yo tampoco lo hice. Y una vez que recibí mi bandeja, me tomó del brazo, me hizo pasar por todas las mesas y me sentó a su lado, en el lugar que yo consideraría como popular, si no fuera porque en esta época, ya no tenemos esa distinción. Me presentó a sus amigos y fue fácil para mí, ver la cara de cada uno de ellos en mis recuerdos de clase. Supongo que en serio estaba muy metida en mi misma.
— Tienes un punto. — Dije por fin, y Reiner se acomodo mejor en el sofá. — Cambiando de tema ¿Que hay con ustedes? ¿Cómo está tú mamá?
Reiner se rascó el cabello.
— Vamos, lo mejor que podemos. Berthold y yo intentamos juntar lo que falta para su operación, pero cada que empeora, el costo aumenta. Es preocupante y me da miedo ¿Sabes?
— Yo te daré el dinero que falta.
Reiner gruño.
— No voy a aceptar tu dinero que viene de gente que hace cosas malas.
— Pero ya no están.
— Eso no lo hace mejor. — Reiner me miró raro y yo le sonreí. — Aparte ya es suficiente con que nos dejes quedarnos en tú casa.
— Son como mis hermanos. — Le di un abrazo y él me lo regresó, era reconfortante ser abrazada por alguien que era enorme para mí. — Jamás permitiría que les pasará algo, o que alguien a quien quieren mucho, se vaya. Aún no es su hora.
Reiner se relajo, y supe que estaba realmente tenso.
— Hagamos algo Y si ese dinero no fuera de nada ilegal ¿Lo aceptarías?.
Reiner alzó una ceja, dudoso.
— ¿De que me perdí?
Yo le mostré media sonrisa y me puse de pie.
— Vamos, hay una vida que salvar. Llama a la jirafa sudada.
Reiner soltó una carcajada. Era genial para mí, sentir que podía hacer feliz a alguien.
— Dame un minuto. — Él salió prácticamente disparado en busca de su celular y yo me serví un poco más de sangré.
Me asomé por la ventana de la casa, estaba lloviendo un poco y el aire fresco atravesaba las pequeñas ventanas que dejé abiertas. Era refrescante, hacían que mis pulmones semi muertos se llenarán del aroma del pasto recién mojado, que mis oídos desarrollados, escucharán con mayor nitidez el golpeteo de las gotas contra el suelo, las ventanas, la casa y cualquier superficie que pudieran imaginar. La palma de mi mano se sentía fría convidando con la atmósfera que las las calles de España te otorgan con las lluvias. Me sentí extrañarme viva, real.
— No se cual sea su plan. — Escuché a Reiner mencionar mientras bajaba las escaleras. — Confía en ella, si dice que no es dinero ilegal, no lo es... — Otra pausa y Reiner suspiró. — Vamos, amor. Hazlo por mí.
O si ¿No les dije? Esos dos llevan juntos un largo tiempo, y sigo sorprendida de que relación sea tan malditamente sólida. Busquen un estándar como el de ellos, no más, no menos. No hay que ser tan avariciosos o se quedarán solos. Lo menciona una vampira de seis siglos de antigüedad, estoy tan podrida, como la manzana de Adán y Eva.
— Supongo que iremos al hospital. —, Reiner siguió hablando. Mientras yo terminaba mi trago y guardaba mis cosas en mi pequeña mochila. — Si alcanzanos allá, y deja de hacer pucheros.
— Es adorable tu novio. — Irronice y él me dio un sape en la cabeza. — Óyeme, cuidadito el como me tratas, que puedo matarte.
Reiner se cruzó de brazos.
— Eres el último ser sobrenatural del planeta y te comportas como un chihuahua enojado. No me das miedo, me da ganas de apapacharte.
Chales.
— Eso me dolió. — Lleve una mano al corazón ofendida. — Y aún no sabemos si soy la última.
— Bueno, hasta que vea a otro, eres la última.
Negué con la cabeza.
— Me gustaría que no te toparas con otros. Si aún existen, serían un poco violentos. — Salí de la casa y enseguida la lluvia mojo mi cabello, alce las manos y disfrute de la sensación. — No quiero que te hagan daño, a ninguno de ustedes.
El paso su gran brazo sobre mis hombros y me cubrió de la lluvia hasta el coche.
— Eres un amor.
— Di eso de nuevo, y te meteré un palo en el trasero... — Me quedé callada por unos momentos y luego note que eso no sería un castigo. — olvídalo, eso sería un maldito premio para ti.
Me reí fuertemente de la expresión de terror y vergüenza de Reiner.
— Andas desatada. — Él me lanzó las llaves del coche y yo las atrapé con facilidad. — Tú guías.
— Como siempre.
Ambos cerramos las puertas al mismo tiempo. Le ajusté el cinturón de seguridad y conecté mi celular a la radio del coche y se lo pase para que escogiera la música. Él fue directo al grano y puso música electrónica que me provocó que moviera la cabeza. Supongo que es una buena ambientación cuando vamos por el dinero que falta para que la mamá de Reiner esté bien.
Arranque el coche y salí del porche a marcha lenta, o algún idiota nos chocará y tendré que romperme algún hueso para aparentar (lo hice tantas veces, que ya soy precavida). Reiner me dio sus pulgares arriba y nos condujo al banco nacional de España.
Ese lugar es enorme, a decir verdad y tan rústico como la habitación que comparto con Hitch en la universidad. Para cuando llegamos, la lluvia había cesado un poco, y algunas personas con paraguas lo dejaron caer o lo guardaron.
— ¿Tienes una cuenta? — Reiner se acercó a mi cuando bajamos del coche.
— Mi familia fundó este banco. — Alce mis manos para que me revisaran y ya que todo estaba en orden, ambos entramos por las puertas de cristal. — Y el abogado familiar se encarga de actualizar una cuenta para mí.
— ¿Me dices que no tienes necesidad de matar a mafiosos por dinero?
— Así es. — Me encogí de hombros, sin mucho interés. El ladeo la cabeza confundido. — Aunque no lo creas, parte de la herencia familiar la voy donando a las beneficencias, casas hogares, albergues y construyó hogares para los perros. — Me paré detrás de una chica que llevaba consigo un niño de suaves ojos verdes, muy lindo a decir verdad. — Lo de los mafiosos, es por diversión y castigo.
— ¿Y cómo administras tus bienes?
— Yo no lo hago. — Reiner se cruzó de brazos. — Mi abogado lo hace. Este dinero yo no lo toco, bueno, hasta ahora, claro.
— ¿No te da miedo perderlo?
— El dinero viene y va. — Le sonreí suavemente y él parecía curioso con mi respuesta. — Mis padres eran conocidos por ser particularmente benevolentes. Tenían una inteligencia nata y parte de sus proyectos ayudaron a la sociedad antes de que murieran. Así que todo lo que descubrieron fue pasado a diferentes personas que hoy en día conocemos como inventores, científicos, poetas y demás.
Reiner parpadeo rápidamente y yo hinche el pecho, sintiéndome orgullosa de mis progenitores.
— Así que todo se debe a las regalías.
— Quizás, no entiendo muy bien eso. Pero pues, lo uso para ayudar a la humanidad.
Reiner se quedó callado para cuando nos tocó pasar. Saqué el dinero que él necesitaba y un poco más para poder dárselo a su madre. Mientras nos alejamos de la fila, el se mantuvo pensativo, como si no supiera que más decir.
— No estoy entendiendo. — Reiner por fin habló mientras nos subíamos al coche.
— ¿Qué no entiendes?
— La humanidad te quito a tus padres, te dejo sola. ¿Y aun así los ayudas?
— La humanidad es cambiante... — Prendi el auto y esperé a que una viejita pasara, para poder arrancar. — No toda la gente piensa igual, no todos se merecen la muerte, la destrucción, la enfermedad o el hambre. Los animales no me hicieron nada, los niños no lastimaron a nadie, la gente sin hogar solo quiere un lugar seguro. — A medida que nos adentramos a las calles, la gente se asomaba por su vida mundana, niños jugando, gente triste, feliz, en órbita consigo mismos. Vidas creándose para algo, para alguien, o para nada, pero es su elección. — Empecé a sentirme parte de ustedes cuando toque fondo y me levanté, las heridas en mi brazo dejaron de arder. El dolor y el odio se volvieron compasión y entendimiento. Después los conocí y ustedes me enseñaron la importancia de una familia, me dieron lo que hace siglos había perdido.
Miré a Reiner en un alto y lo encontré con lágrimas en los ojos.
—Ah, pero no llores.
Él sonrió emocionado y sentí mis propios ojos lagrimear un poco.
— Llevamos quince años conociéndonos. Prácticamente tú nos cuidaste a los dos, fuiste nuestra niñera, mentora, guía y amiga. ¿Y me dices que conocer a unos chamacos miados de cinco años, te hizo ser humana?
Asentí.
— Eres una idiota. — Reiner dejó caer su cabeza en mi hombro y pasó su pulgar por mi mano que estaba sobre la palanca de cambios. — Espera a que Berthold sepa esto, se emocionará y quizás se ponga a llorar.
— Sería divertido verlo llorar. — Sonreí divertida.
Lo que quedaba de viaje, él se quedó en mi hombro e iba cantando las canciones que ponía a todo volumen. La ventaja de tener súper fuerza es que yo estaba como nueva cuando bajamos el coche, pero él se escuchó como pretzel partido a la mitad. Solté una carcajada al verlo acomodarse los huesos y Reiner parecía estar a punto de hacer una rabieta.
Tremendo hombresote, chillón.
— Vamos, deja de chillar. — Lo tomé de la mano y lo jale con la mínima fuerza, pero él salió casi disparado de mi agarre. — Berthold ya debe de estar en recepción.
— Eso esperó, mientras más rápido arreglemos esto. Mí mamá estará en casa para su cumpleaños.
— Esperemos que sí, hermano.
Continuara...
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