Historia en el interior.
Los cinco chicos caminaban por una nueva zona, en busca de las piezas para armar ese extraño cubo del cual Omar les había hablado.
Poco después de que Seiseki se unió al pequeño grupo le habían contado sobre su búsqueda por el corazón del arroyo, el heterocromático realmente había quedado fascinado y muy curioso, así que se había ofrecido a ayudar.
De algún modo habían llegado a una zona inexplorada, bastante oscura para tan solo ser mediodía, algo cilensiosa y llena de vegetación, de tal forma que apenas se podía caminar por los frondosos arbustos y el suelo levantado por las raíces de los diferentes árboles.
Era lindo y tranquilo de cierta forma, pero eso no impedía que estuvieran alerta y atentos, mirando su alrededor todo el tiempo.
–Oigan ¿Cuánto creen que falte?– pregunto J.P, ya un tanto aburrido.
–¿Y en dónde estamos?– Agrego Keisey, mirando algo desconfiada todo su alrededor y lista con su espada.
–Huuuum...– Craig está algo nervioso, puesto que en su mapa no muestra ningun indicio de saber o indicarles dónde están.
–Tu mapa está incompleto– murmuró Seiseki, repentinamente estando a su lado cuando era el último del equipo, mirando el mapa algo inclinado hacia delante debido a su altura.
–Huuug sí, lo sé– murmuró frustrado el morocho, haciendo un puchero al tener que admitir que estaban perdidos. Ya le había pasado un par de veces con sus amigos, pero seguía siendo incómodo de asimilar.
–Podria trepar estos árboles para saber dónde estamos– ofreció Omar, ya sabiendo que estaban parados en la nada por decirlo de algún modo.
–Esa es una buena idea– suspiro Craig, sus dos mejores amigos mirándose de reojo, suspirando al entenderlo.
Omar se acercó a uno de los árboles, algo sorprendió de que las ramas estubieran tan bajas a diferencia de la mayoría de árboles que lo rodeaban, pero no le dió importancia a favor de comenzar a escalar.
–Espera– la palabra en seco hizo que Omar se detuviera, mirando desde arriba como es que Seiseki se acercaba al árbol, mirándolo con la cabeza inclinada hacia su costado, observando una de sus ramas con atención –Eso es una palanca– señaló la rama izquierda, el poncho verde mirándola, notando el casi invisible mecanismo de movimiento que delataba la corteza artificial.
–Huu, oigan, no creo que sea buena ide-...– J.P. termino interrumpido ante el sonido de la palanca oxidada moverse, el árbol comensando a temblar junto con el suelo, provocando que cayeran ante la falta de equilibrio.
Omar intento aferrarse al árbol, pero para su desgracia resbaló por los temblores.
Soltó un grito ahogado, solo para ser atrapado por Seiseki antes de golpear el suelo. El heterocromático se alejo varios pasos al ver la tierra abrirse, revelando una especie de pozo en el cual sobresalía apenas una escalera de metal.
Cuando los temblores se detuvieron todos suspiraron, Omar pudiendo dejar de aferrarse al cuerpo ajeno y siendo soltado para poder mantenerse de pie.
–Gracias– Seiseki asintio, dando una sonrisa antes de sentrarse en el pozo, asrcandose apenas un poco al igual que los otros.
–¿Que es eso?– pregunto Keisey, apuntando con su espada a la oscuridad como si temiera que algo saliera de ahí.
–Parece una especie de conductor hacia la profundidad– Omar fue el primero en agacharse y apoyar una de sus rodillas en el suelo, apenas inclinándose para ver pero sin tener éxito ante la oscuridad.
–Las escaleras no están oxidadas– dijo Seiseki, imitando a Omar –El mecanismo de apertura estubo diseñado a la perfección para que ni siquiera la humedad de la tierra afectará el metal– Se acerco a la escalera y bajo un poco, teniendo miradas de asombro y casi espanto –Usaron corteza como aislador– dijo luego de tocar las paredes del agujero, sintiendo la corteza seca y fría.
–¿Que hay abajo?– pregunto J.P. Craig dándole una mala mirada ante esa pregunta, sabiendo que Seiseki era capas de bajar solo para responderla.
–Habra que averiguarlo– opino el heterocromático, todos alertandose ante eso.
–¡No! ¡Espera!– Seiseki desapareció de sus vistas luego de dar un salto, los chicos mirándose entre ellos vastante asustados. –¿¡Seisekiiii!?– intento llamar el morocho, inclinándose en un intento de que su llamado se escuchará mejor.
–¡Bajen!– fue lo único que el heterocromático contesto.
Los cuatro se miraron entre ellos, sin lucir contentos ante la idea de bajar a ese lugar oscuro. Pero Omar fue el primero en tomar la escalera y deslizar por sus bordes, ahorrando tiempo y siendo seguido por el resto.
No tardaron mucho en bajar, el lugar no era exactamente alto pero tampoco muy bajo.
Cuando todos estuvieron abajo, ninguno contuvo su asombro.
El lugar estaba iluminado con bioluminisencia, papeles clavados en todas las paredes, mostrando lugares del arroyo o hasta escritos que eran casi inentendibles.
Seiseki fue el primero en moverse, mirando su alrededor con sorpresa y encanto, había muebles viejos hechos con madera y corteza, algo desprolijos lo que les daba a entender que fueron hechos por niños pero con grandes habilidades.
Había muchos materiales, algunos tan viejos que daban la sensación que si los tocabas se desintegraría. Otros parecían no tan viejos, pero mayormente todo parecía antiguo.
–Este lugar es increíble– murmuró Craig, mirando todo a su alrededor expectante y maravillado.
Sus amigos asintieron ante sus palabras, observando los papeles y abriendo los cajones por simple curiosidad.
Seiseki encontró algo escondido entre muebles, abriendo la gran caja de madera y comenzando a leer las cartas que contaban aventuras tanto en el arroyo como en el pueblo. Algunas tenían mucho sentimiento, mientras que otras emoción plasmada en cada letra, no todo era fácil de leer pero valía la pena imaginar todos esos momentos.
Hasta que encontró una que lo sorprendió demaciado.
–Chicos...– llamo apenas, logrando tomar la atención de todos y haciendo señas para que se asercaran –Hay otra versión de la historia– Omar quedó sorprendido, siendo rápido en asercarse y escucharlo.
“Para: Ignacio Mac.
Ignacio, ya no lo soporto, el rey no es quien dice ser, no es quien salvó el arroyo por buena voluntad y por amabilidad, es un monstruo.
Escribo esto a escondidas, y espero de verdad que este mensaje llegué a ti y a los demás, estoy harto, ¡Apenas puedo visitarlos cuando antes todo el tiempo estaba con ustedes! ¡Me voy! No seguiré órdenes de ese sujeto, y para que ya no haya reyes me llevaré el cubo conmigo, nadie más nos mandará.
Espero que esto sea de ayuda, esconderé las partes del cubo por el arroyo, pero lo mejor posible. Mi tía me ayudara. Ya la conoses, ella es extraña, tiene esos raros hechizos o lo que sea de protección, segun ella solo los buenos podran encontrarlos.
Me llevaré una pieza conmigo para mantenerla a salvó si es que los hechizos fallan.
Espero que esto tenga una buena consecuencia.
Nos veremos devuelta, lo prometo.
Attn: Andrés Soft”
Omar casi se atraganta ante el último nombre al igual que Seiseki, ambos rebuscando en sus memorias porque el nombre les era tan conosido.
–Andrés Soft es mi bisabuelo– murmuró él heterocromático, frunciendo el ceño confundido.
Omar lo miro de reojo. ¿Estaba en lo sierto?.
–¿Estás seguro?– pregunto Keisey, aún digiriendo la información que acababan de tener.
–Sí, él me contó que se había ido del arroyo luego de un problema, nunca me especifico porqué, pero mi madre me había dicho que fue por culpa de malos tratos de un rey– se miraron entre ellos.
–El mío también– murmuró Omar, mirándolo de reojo.
–Son de la misma generación ¿no?– Pregunto Seiseki.
–Tiene ochenta y un años–
–...El mío también– murmuró Seiseki, notando la expresión de Omar.
–¡¿Y si son el mismo?!– dijo J.P, mirando expectante a los dos.
–Pero si es así entonses ambos deberían de tener vitíligo al ser de la misma generación ¿No?– dijo Keisey, analizando a ambos.
–El vitíligo es una enfermedad autoinmune, no es de genes– aclaro Craig, Keisey entendiendolo mejor.
–¿Tienes tía?– pregunto Seiseki.
–Una, se llama María Soft, pero nunca la he visto–
–¿Tu padre es Alexander Soft?– Omar lo miro, quedando callado, prácticamente respondiendo su pregunta.
–¡Son primos!– dijo Craig, señalandolos con ambas manos con demaciada sorpresa y emoción en su pequeño cuerpo.
–Voy a hablar con mi madre– susurro Seiseki, aún no entendía porque demonios su madre se había separado de la familia, nunca se lo había dicho y su padre siempre le decía que en algún momento la mujer se lo diría.
–¡Esto es increíble!– soltó J.P. Se paró delante de Omar, quién se inclino hacia atrás y levantó las manos ante la repentian sercania.
–J.P– Seiseki se acercó y lo alejo un poco, notando lo incómodo que se veía.
–Lo siento, lo siento– se disculpo el pelirrojo –¡Pero es increíble!–
Los tres amigos comenzaron a hablar entre ellos, chillando cosas inentendibles para los otros dos, quienes aún intentaban digerir la información.
–Entonses... Somos primos– dijo Omar.
–Tendriamos que hablar con nuestros padres para poder verificar eso– murmuró Seiseki, releyendo la nota.
–Bueno... ¿Y que hay del bisabuelo?– Omar miro a su “primo” con curiosidad.
–Si te refieres a la parte del cubo puede ser que hable con él, no lo tengo muy serca que digamos– hizo una mueca ante ese recuerdo, tampoco estaba muy conectado con él pero era más fácil que intentar contactar con su tío.
El silencio entre ellos se apoderó, porque los otros tres seguían hablando entre ellos.
Omar se sentía algo inquieto, la historia como la conosia no era exacta, tenía una gran probabilidad de ser primo de Seiseki y nunca lo había notado, no sabía cuál fue el motivo de la desconexión de su tía con el resto de la familia y esperaba poder tener las respuestas.
Seiseki no estaba exactamente diferente a su supuesto primo.
Ambos querían respuestas.
Y las iban a tener como de lugar.
{•°•°}
PUUUM!!! TOMA YA!!
Estube considerando esa idea y guala!! Canon!!
Aunque esto es más un Au porque no encontré ni madres los no.bres de oso padres de Omar XD, así que no me pude giar muy bien, sorry.
Peroooooooooo se viene cap largo (creo) dónde estos dos primos consiguen sus respuestas.
Sé que es corto pero... >:3
Cuidense mis risueños, los quiero y nos vemooooos~
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