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Jenna hoy no es tu día

La alarma sonó a las 6:00 a.m., como siempre. Jenna, como todos los días, despertó rápidamente, desactivó el sonido y se estiró en la cama. Los rayos de sol apenas empezaban a colarse por la ventana, y con un rápido vistazo a su reloj, se levantó y se dirigió hacia la pequeña área que había preparado especialmente para su rutina de ejercicios. Era un espacio pequeño, pero suficiente para que pudiera moverse y calentar su cuerpo antes de enfrentarse al día.

Jenna: (sonriendo mientras se coloca en posición) “Vamos, Jenna, un buen calentamiento, y luego todo será más fácil. El día siempre es mejor después de un poco de ejercicio.”

Con sus pensamientos concentrados en el ejercicio, comenzó a hacer una serie de movimientos suaves. Estiraba primero sus piernas, luego sus brazos, y giraba su torso de un lado a otro. Hacía todo de forma meticulosa, como si cada movimiento fuera crucial para mantener su energía a tope durante el día.

Jenna: “Un poco más… tengo que hacer que todo el cuerpo fluya bien hoy. No quiero sentirme torpe cuando llegue al trabajo. A veces es lo más difícil de todo esto, encontrar la motivación por la mañana.”

Mientras hacía una serie de sentadillas y flexiones, su mente comenzaba a despejarse. Pensó en lo que le esperaba hoy: una jornada ocupada, una reunión importante, y luego… ¿tal vez una cita con sus amigas en la tarde? Sin embargo, lo que más le importaba ahora era la sensación de bienestar que sentía a medida que su cuerpo se iba calentando.

Jenna: (concentrada mientras se estira) “Nada como esta sensación después de un buen calentamiento. El cuerpo me lo agradece, y ni hablar de cómo se siente la mente al estar un poco más activa. No sé cómo algunas personas pueden saltarse esto. Es lo primero que me mantiene cuerda.”

Al terminar con los estiramientos, continuó con su rutina diaria de respiración profunda y pequeños saltos, buscando siempre mantener el flujo de energía de su cuerpo sin agotarse. Era una coreografía que ya conocía bien. Pero no era solo por los músculos, sino también para liberar tensiones y poner en orden sus pensamientos.

Jenna: “Bien, ya casi. Después de esto, a preparar el desayuno y el café… Necesito ese extra de energía para enfrentar lo que viene. Además, debo revisar la lista de pendientes para hoy. Si quiero que todo salga bien, tengo que estar lista para cualquier cosa.”

Con cada repetición, Jenna sentía que su cuerpo despertaba de una manera más completa. Al final, soltó un largo suspiro, estirando sus brazos al cielo. Ya estaba lista para lo que el día le traería.

Jenna: (sonriendo con satisfacción) “Nada mejor que empezar el día así. Todo lo que venga después va a ser pan comido.”

Dejó de hacer ejercicio, se estiró una última vez y se dirigió al baño, donde rápidamente se arregló y se preparó para la jornada escolar.

Jenna terminó su rutina de estiramientos, sonriendo de satisfacción mientras se miraba en el espejo. Con la misma arrogancia que siempre la caracterizaba, se dio cuenta de que todo en su vida era fácil. Siempre lo había sido. Desde que comenzó a formar parte de la porra de la secundaria, se había destacado por su habilidad, su destreza y su carisma. Nadie podía hacer frente a su energía y determinación.

Jenna: (pensando mientras se ponía la camiseta de su uniforme) “Hoy será otro día en el que dejo a todos atrás. Nadie puede superarme. Soy la mejor, y lo he demostrado una y otra vez. La porra es mía. Todos esos chicos y chicas en la escuela, no pueden compararse con mi nivel de perfección.”

Se miró nuevamente en el espejo, ajustándose el cabello con una mano, con la otra repasando mentalmente el día que la esperaba. Ningún desafío la intimidaba. Las clases serían un paseo, las actividades del día se desmoronaban ante ella, siempre con la seguridad de que todo era fácil de manejar.

Jenna: (con una sonrisa orgullosa) “No importa lo que me pongan hoy. Ya lo he hecho todo. Todo lo que toco se convierte en oro. ¿La competencia? Ninguna. Siempre he sido la número uno. La mejor porrista, la más popular, la más lista. No hay nadie a la altura. Hoy no será diferente.”

Mientras se ponía los tenis deportivos, el pensamiento de que el día sería sin esfuerzo la hizo sentir aún más segura. La gente solía admirarla, y su éxito nunca la había decepcionado. Además, todos esperaban que fuera increíble en todo lo que hacía. Después de todo, siempre había sido la mejor.

Jenna: (pensando mientras caminaba hacia la puerta) “La gente me ve como un modelo a seguir, y me encanta. Nadie puede hacer frente a mi habilidad para ser perfecta en todo. Las clases de hoy, los entrenamientos de porrista, todo será como siempre. Fácil.”

Con una última mirada a su reflejo, salió de la habitación, lista para enfrentar lo que se viniera. Nada podría detenerla, porque todo lo que hacía era una victoria. Y el día que tenía por delante no sería la excepción. Como siempre, ella sería la mejor.

Jenna caminaba con paso firme hacia la cocina, pensando en lo fácil que sería enfrentarse a su día. Ya había dominado todo lo relacionado con la porra, las clases, las relaciones sociales... Y ahora, solo tenía que disfrutar de un delicioso licuado de frutas para comenzar su día. Se acercó al mostrador y vio la licuadora lista, con los ingredientes ya dentro, esperando a ser mezclados. Mientras la preparaba, su teléfono vibró en el bolsillo de sus pantalones deportivos.

Jenna: (mirando su teléfono con una sonrisa confiada) "Oh, seguro es alguien elogiando mi último baile en la práctica de porra. Soy tan genial que ya me siguen incluso cuando no estoy en acción."

Se apresuró a sacar el teléfono y ver el mensaje, sin tomarse un momento para asegurarse de que la tapa de la licuadora estuviera bien cerrada. Mientras se entretenía con el mensaje, comenzó a presionar el botón de encendido sin pensarlo dos veces.

El ruido de la licuadora comenzó a llenar la habitación, pero algo estaba mal. Un sonido extraño, como si el contenido dentro de la licuadora estuviera a punto de escapar, la hizo mirar rápidamente hacia la máquina. En un parpadeo, la tapa de la licuadora salió volando hacia el aire, y el licuado comenzó a dispararse por todas partes, como una explosión de frutas.

Jenna: (gritando de sorpresa) "¡Oh no, no, no, no, no!"

La fruta voló por toda la cocina, alcanzando las paredes, el techo, y por supuesto, a Jenna misma. El licuado rojo y verde se esparció por su rostro, su camiseta, y hasta en su cabello perfectamente estilizado. El caos era total. Trozos de fresa y plátano quedaron pegados a las paredes como si fueran manchas de pintura de un artista loco, mientras el resto del jugo goteaba en una lluvia espesa.

Jenna: (con los ojos muy abiertos, mirando a su alrededor, completamente sorprendida) "¿QUÉ ACABO DE HACER? ¡Esto no puede estar pasando! ¡Esto es tan... tan... EMBARAZOSO!"

Miró a su alrededor, viendo el desastre, y su corazón comenzó a latir más rápido. ¿Cómo había sido tan distraída? ¿Cómo había podido fallar de esa manera? Se dio cuenta de que, además de estar cubierta de licuado, la cocina se veía como un campo de batalla. La licuadora estaba volcada, con fruta por todas partes, y el suelo estaba resbaloso.

Jenna: (pensando mientras fruncía el ceño y se tocaba el cabello lleno de licuado) “Esto... esto no puede ser real. Soy... la mejor, la más organizada, ¿cómo pude no darme cuenta de la tapa de la licuadora? ¡No soy así! Esto... esto NO debería pasarme a mí.”

Recogió un trozo de fresa del suelo y se lo pasó por el cabello, tratando de limpiar lo que podía mientras sus ojos se llenaban de incredulidad. La licuadora, ahora completamente desordenada, seguía goteando por la parte de abajo, como si la misma máquina estuviera burlándose de su error.

Jenna: (gruñendo de frustración mientras se limpiaba la cara) "¡¿Cómo?! ¡Soy perfecta en todo y ahora... ahora estoy cubierta de frutas! Esto es ridículo, nadie puede saber que esto pasó. Nadie."

Paseó rápidamente por la cocina, resbalando un poco en el jugo que se había derramado por el suelo, tratando de salvar lo que quedaba de su dignidad. Pero al parecer, no podía escapar de la ridícula situación en la que se encontraba.

Jenna: (mirando hacia el teléfono con frustración) "¡Y ahora se me ha ido el mensaje! ¡Voy a arruinar toda mi imagen con esto! ¡No puedo dejar que nadie me vea así! ¿Y si mis amigas ven todo este desastre? ¡Mi peinado perfecto! ¡Mi camiseta de edición limitada! ¡Todo arruinado por un licuado!"

Miró hacia el espejo de la cocina, viendo su reflejo completamente cubierto de licuado de frutas. Estaba en shock, pero también le dio una pequeña risa. Aunque fuera la mejor en todo, al parecer, hasta la perfección podía tener sus momentos de caos.

Jenna: (con un suspiro, mirando el desastre) "Bueno... supongo que incluso las mejores tienen sus días de desastre. Pero que esto quede entre tú y yo, licuadora. Nadie más tiene que saberlo."

A pesar de la situación, Jenna no pudo evitar reírse ligeramente. Era imposible no sentir un poco de vergüenza, pero también sabía que se levantaría de esto rápidamente. Nadie podía detenerla, ni siquiera un desastre de licuado. La perfección volvería, eso lo sabía con certeza. Pero por ahora, tenía que limpiar. Y tal vez, solo tal vez, tomarse un momento para reflexionar en su imperfección temporal.

Jenna: (murmurando mientras tomaba una toalla para empezar a limpiar) "Bueno, al menos la porra hoy será fácil… si sobrevivo a este desastre."

El sol brillaba sobre el campo de fútbol, y el aire fresco de la mañana pasaba suavemente entre las ramas de los árboles cercanos. Jenna estaba allí, con su uniforme de porrista impecable, lista para demostrar a todos lo que significaba ser parte del equipo más destacado de la secundaria. Había pasado horas perfeccionando la coreografía, cada paso, cada salto, cada grito estaba ensayado hasta el mínimo detalle. Su equipo estaba perfectamente sincronizado, como siempre, y todo parecía estar en su lugar.

Jenna: (con una sonrisa confiada mientras miraba a sus compañeras) “Esto va a ser fácil. Vamos chicas, ¡tú y yo somos imparables! Solo tenemos que mantener el ritmo y... ¡esta rutina será nuestra!”

Sus compañeras, con una expresión de entusiasmo en sus rostros, asintieron y se alinearon, preparándose para la parte más compleja de la rutina: la pirámide humana. Jenna sería la base, como siempre, la que daría apoyo y estabilidad. El equipo había hecho esta pirámide un millón de veces, y siempre había sido un éxito, por lo que no había motivo para dudar. La líder se concentró mientras las demás se iban posicionando una sobre otra, alcanzando la altura necesaria.

Compañera 1: (dando indicaciones mientras subía a la pirámide) “¡Vamos chicas, arriba! ¡Tú puedes, Jenna!”

Jenna: (sonriendo con seguridad) “Claro que puedo, ya me conocen, siempre soy la mejor en esto.”

La pirámide se formó rápidamente, con las chicas alcanzando sus posiciones, algunas en las alturas y otras en la base. Jenna estaba sosteniendo con firmeza a sus compañeras, y todo parecía estar saliendo perfecto. Los gritos de ánimo desde los alrededores solo aumentaban la confianza de las porristas, y Jenna se sentía como la reina de la cancha. Pero de repente, algo imprevisto sucedió.

Desde el otro lado del campo, una pelota de fútbol fue lanzada con una velocidad impresionante. Nadie había anticipado la trayectoria, y antes de que pudiera darse cuenta, la pelota voló directo hacia la pirámide de porristas. La pelota golpeó con un sonido seco a una de las porristas que estaba en la base, justo al lado de Jenna, en la pierna. El impacto fue tan fuerte que la chica, desorientada por el golpe, perdió el equilibrio.

Compañera 2: (gritando mientras se tambaleaba) “¡Ahhh! ¡Noooo!”

La chica tropezó hacia atrás, arrastrando a las demás porristas en la pirámide. El caos se desató en un instante. Las chicas que estaban en las alturas comenzaron a caer, algunas de espaldas, otras de cabeza, mientras Jenna trataba de mantener el equilibrio. Pero no pudo evitar que su base se tambaleara, y en un parpadeo, la pirámide de porristas se desplomó como un castillo de naipes.

Jenna: (gritando mientras intentaba aferrarse a las otras porristas) “¡Cuidado, cuidado! ¡Noooo!”

Toda la pirámide cayó al suelo en una mezcla de gritos y risas nerviosas. La pelota, que había causado todo el caos, rodó un poco más lejos, como si estuviera disfrutando de su pequeño acto de vandalismo. Jenna, que había sido la base sólida, ahora estaba aplastada por sus propias compañeras. El suelo de la cancha estaba cubierto de piernas, brazos y cabellos desordenados.

Compañera 3: (con una risa nerviosa, aún tirada en el suelo) “¡Jenna, ¿qué pasó?! ¡¿A quién se le ocurre lanzar una pelota de fútbol mientras ensayamos?!”

Jenna: (gimiendo mientras se levantaba del suelo, un poco adolorida) “¡¿Quién lanzaría una pelota en este momento?! ¡Esto es completamente injusto! ¡No puedo creerlo!”

Las chicas comenzaron a levantarse, atontadas por la caída, frotándose las partes del cuerpo que más les dolían. Jenna, un poco avergonzada por la caída y con una ligera molestia en el brazo, se incorporó rápidamente. Miró a su alrededor, observando el desastre: su equipo, que había comenzado la rutina con tanto entusiasmo, ahora estaba tirado por toda la cancha, con las piernas enredadas y el uniforme cubierto de tierra.

Jenna: (respirando profundamente, intentando mantener la compostura) “Bueno... al menos no estamos todas lesionadas. Pero... ¿en serio? ¿Una pelota de fútbol en medio de una pirámide? ¿A quién se le ocurre?”

Compañera 1: (luchando por levantarse y riendo a pesar del dolor) “¡Jenna, no es para tanto! Seguro que podemos hacerla otra vez, ¿no?”

Jenna: (mirando a sus compañeras, claramente frustrada, pero tratando de ocultarlo con una sonrisa forzada) “¡Claro! ¡Claro que sí! ¡Esto es solo un pequeño tropiezo! Nadie vio lo que pasó, ¿verdad?”

Las chicas se miraron entre sí, algunas comenzando a reírse del desastre mientras otras se sacudían el polvo. Jenna, aunque todavía un poco molesta, intentó mantener su fachada de perfección.

Jenna: (en un tono de voz algo molesto pero tratando de calmarse) “Bien, bien, chicas, nos levantamos de esto. Vamos a seguir, pero si alguien lanza una pelota en nuestra rutina otra vez, no prometo no reaccionar."

El equipo se acomodó de nuevo, dispuestas a continuar la rutina, aunque todos sabían que la escena que acababan de presenciar sería un tema de conversación por los próximos días. Jenna, aún con la ira burbujeando en su interior, sabía que era hora de sacudirse el incidente y seguir adelante. Después de todo, ¡una porrista no podía dejarse derribar tan fácilmente, ni por una pelota ni por un tropiezo!

Jenna: (con un leve suspiro mientras se ponía en posición de nuevo) “¡De nuevo chicas, vamos! ¡Lo haremos mejor esta vez! Nadie se va a acordar de esta caída.”

Y aunque, en el fondo, sabía que la historia de la pirámide caída se iba a contar una y otra vez, Jenna estaba lista para mantener su imagen intacta... al menos, hasta la próxima caída.

La mañana continuaba con un aire pesado de frustración mientras Jenna y su equipo intentaban recuperar la compostura después de la caída catastrófica de la pirámide. La cancha estaba llena de risas nerviosas y murmullos, pero el ambiente también estaba cargado de tensión. Cada vez que intentaban reiniciar la rutina, la pelota de fútbol, que parecía tener vida propia, regresaba a la acción, dando giros y desvíos como si estuviera vengándose de todas las porristas.

Jenna: (al ver que otra vez la pelota volaba hacia el grupo) “¡¿En serio?! ¿Otra vez? ¡¿Qué está pasando hoy?!”

El balón voló, esta vez a una velocidad tan inesperada que apenas pudieron esquivarlo. La pelota pasó rozando las cabezas de varias chicas, y una vez más, se desvió y aterrizó en el centro de la pirámide. No solo desestabilizó la formación, sino que también hizo que las porristas cayeran de nuevo al suelo, creando un caos aún mayor que el anterior.

Compañera 2: (con una expresión de desesperación mientras se levantaba del suelo) “¡Esto ya no es normal! ¡Esto está pasando una y otra vez!”

Compañera 3: (viendo la pelota rodar por el campo como si estuviera esperando a su próxima víctima) “¡Este balón tiene algo contra nosotras! ¿Por qué no se puede quedar quieto?”

Jenna: (tratando de mantener la calma, pero visiblemente frustrada) “Esto... ¡Esto no tiene sentido! ¿Acaso no podemos hacer una rutina sin que algo salga mal?”

La escena se repetía una y otra vez. Jenna comenzaba a perder la paciencia. La pelota seguía apareciendo en el lugar equivocado en el momento equivocado, y cada vez, el equipo se desmoronaba aún más. No importaba cuán fuerte lo intentaran, parecía que el universo entero estaba en su contra esa mañana. El caos de la cancha estaba alcanzando su punto máximo, y Jenna, acostumbrada a tener todo bajo control, se sintió completamente impotente.

Jenna: (con una furia contenida, mirando al campo y viendo la pelota nuevamente rodar hacia ellas) “¡Basta ya! ¿Quién está jugando a los bromistas aquí? ¡¿Quién está lanzando esa pelota cada vez que intentamos hacer la rutina?!”

Se detuvo en seco, mirando a todas las chicas alrededor suyo, buscando a los culpables. El equipo, que ya se había acostumbrado a los desastres de la mañana, se quedó en silencio, esperando a ver qué hacía Jenna. Ella no estaba acostumbrada a ser la que perdía la compostura, pero ese día algo había roto su paciencia.

Jenna: (con un tono firme y desafiante) “¡Quiero saber quién está haciendo esto! ¡No es gracioso, no es divertido, y no vamos a seguir perdiendo tiempo aquí! Si alguien tiene alguna broma planeada, ¡que salga y lo diga ahora!”

El equipo se miró entre sí, todos sintiendo la tensión en el aire. Algunas chicas murmuraron entre ellas, pero ninguna se atrevió a hablar en voz alta. Jenna no estaba acostumbrada a que su autoridad fuera cuestionada, y esa pelota, con su comportamiento errático y persistente, estaba minando su confianza cada vez más.

Jenna: (exhalando profundamente, más molesta que nunca) “No me importa si esto es un chiste o si piensan que es divertido, ¡pero no voy a seguir permitiendo que algo tan tonto nos haga quedar mal frente a todos! Quien sea que esté detrás de esto... ¡ya basta!”

Alzó la vista hacia el grupo de porristas, esperando una respuesta, pero nadie parecía querer involucrarse en ese momento. Jenna miró nuevamente la pelota, que de alguna manera, parecía estar sonriéndole en su pequeño reinado de caos. La frustración la inundó aún más.

Jenna: (gritando al aire) “¡¿Acaso nadie puede tomar esto en serio?! ¡¿Por qué todo está en mi contra hoy?!”

En su mente, ya estaba preparando su discurso de líder, uno donde tomaría el control nuevamente, pondría a las cosas en orden y haría que todos supieran quién estaba al mando. Pero la rabia era tan grande que solo pensaba en cómo liberar todo ese estrés acumulado. La situación estaba comenzando a salirse de sus manos, y, por primera vez en mucho tiempo, no sabía cómo manejarla.

Jenna: (con sarcasmo, tratando de calmarse) “¡Bien, seguro que la próxima vez me levantaré más rápido, y quizás me ponga una armadura para aguantar estos ataques sorpresa! ¡Esto ya está siendo ridículo!”

Una risa nerviosa surgió entre el grupo, pero la tensión seguía ahí, palpable. Jenna, aunque enfadada, sabía que no podía permitir que su equipo se desmoronara por completo, no delante de los demás. Aun así, la situación era completamente absurda, y su control estaba desvaneciéndose a cada segundo.

Compañera 4: (tratando de aligerar el ambiente) “Jenna, ¡tal vez no es una broma! Quizás... tal vez sea solo un mal día para todos. Vamos, sigamos, ¡que aún tenemos que hacerlo bien!”

Jenna miró a su compañera, y aunque su furia no había desaparecido, trató de calmarse. No podía dejar que su imagen de perfección se viniera abajo por algo tan estúpido como una pelota de fútbol.

Jenna: (con un tono más calmado, pero aún firme) “Está bien, vamos a seguir. Pero si esta pelota vuelve a volar hacia nosotras, no prometo no perder la cabeza.”

Las chicas se alinearon nuevamente, preparándose para intentar la rutina una vez más. Pero Jenna, con los ojos fijos en la pelota que seguía rodando por el campo, sabía que las cosas no serían tan fáciles como pensaba. Y, aunque no lo admitiera, una parte de ella temía que ese maldito balón volviera a frustrar sus planes.

Mientras Jenna trataba de recomponerse y controlar su furia, en un rincón cercano, un grupo de chicas observaba la escena con sonrisas maliciosas. Lynn Jr., Margo y algunas de sus amigas estaban allí, sus rostros iluminados por risas contenidas que trataban de mantenerse en silencio, pero no podían evitar estallar de vez en cuando.

Lynn Jr.: (mirando la escena mientras se tapaba la boca, tratando de disimular su risa) “¡No puedo creer que esto esté funcionando tan bien! ¡Mira cómo se caen una y otra vez!”

Margo: (tapándose los ojos para evitar hacer más ruido, pero claramente disfrutando de la confusión que causaron) “¡Es tan perfecto! ¡Nunca pensé que unas simples pelotas podrían causar tanto caos!”

Unas cuantas porristas pasaron cerca del grupo, y Lynn Jr. tuvo que aguantar la risa, viendo cómo su plan se desarrollaba de manera tan desastrosa. Sabía que lo que estaban haciendo era travieso, pero ver a Jenna, la “perfecta” líder, perdiendo la paciencia de esa manera la hacía sentirse aún más satisfecha.

Lynn Jr.: (en voz baja, mirando a sus amigas) “¿Lo ves? Jenna siempre se cree la mejor en todo, y ahora está perdiendo el control. Es genial cuando las cosas no salen como ella espera.”

Amiga 1: (con una sonrisa pícara) “¡Sí! ¿Quién hubiera pensado que unas pelotas traídas en la mochila causarían tanto lío? ¡Esto es épico!”

Margo se inclinó hacia su amiga con una mirada cómplice, sin poder contener su risa.

Margo: (susurrando) “A veces la forma en que se toma todo tan en serio es demasiado fácil de aprovechar. Pensé que ni siquiera notaría las pelotas por ahí. Pero parece que nos hemos ganado un espectáculo gratis.”

El grupo, ahora completamente desbordado de risa, no podía dejar de mirar a la cancha donde Jenna y su equipo intentaban de nuevo ponerse en pie tras otro golpe de la pelota. Cada vez que lo hacían, otra pelota regresaba para desbaratar la formación, y Jenna, con su rostro rojo de furia, no lograba ocultar la molestia.

Lynn Jr.: (mirando con diversión mientras un par de pelotas más se lanzaban hacia el grupo de porristas) “¡Aguanta, Jenna! ¿Pensaste que tu día iba a ser perfecto? ¡Esto acaba de volverse mucho más interesante!”

Las chicas apenas podían contenerse. Sabían que estaban siendo el centro de atención, pero la diversión que sentían las impulsaba a seguir con su broma, sin importar que ya era obvio que Jenna se estaba volviendo loca.

Amiga 2: (con una risa contenida) “Oye, Lynn, ¿y si tiramos otra? ¿Crees que se volverá aún más caótica?”

Lynn Jr.: (con una sonrisa juguetona) “¿Por qué no? ¡Total, ya no podemos parar ahora!”

Una última pelota voló desde el rincón donde estaban, alcanzando justo a una de las porristas que estaba en el aire, derrumbándola junto con el resto del equipo. Las chicas, viendo el caos desde su lugar, no pudieron evitar reírse abiertamente esta vez.

Lynn Jr.: (con una carcajada ahogada) “¡Esto nunca va a dejar de ser divertido!”

El equipo de porristas ya estaba completamente desmoralizado. Jenna estaba furiosa, y el grupo de chicas detrás de la cortina de risas solo se sentía más victorioso a medida que veían a su "rival" perdiendo el control. Pero mientras se reían, sabían que su pequeña venganza de hacerle una broma pesada a Jenna aún no había terminado.

Jenna estaba al borde de la locura. Después de uno más de esos infortunados golpes con la pelota, finalmente perdió la paciencia y soltó un grito lleno de frustración que resonó en todo el gimnasio.

Jenna: (gritando mientras su rostro se ponía rojo) “¡Ya basta! ¿¡Quiénes son los graciosos que están haciendo esto!?”

Sus compañeras de equipo se miraban entre sí, intentando no reírse, mientras ella miraba alrededor con ojos furiosos, buscando a los responsables. Sin embargo, desde el rincón donde Lynn Jr. y sus amigas estaban escondidas, las risitas apenas contenidas comenzaron a explotar en una carcajada.

Lynn Jr.: (ahogándose de la risa mientras le daba un leve codazo a Margo) “¡Mira cómo se va! ¡Es como si la hubieran aplastado cien veces hoy!”

Margo: (también riendo) “¡Creo que nunca la había visto tan descontrolada! ¿Crees que sospeche de nosotras?”

Amiga 1: (limpiándose una lágrima de la risa) “Dudo que siquiera se le pase por la mente. Está tan ocupada tratando de recomponerse que ni siquiera puede pensar en eso.”

Entre risas y comentarios, el grupo de chicas veía a Jenna salir del gimnasio en un arrebato de ira. La expresión en su rostro era una mezcla de enojo y humillación, y con paso firme, se largó del lugar sin mirar atrás.

Lynn Jr.: (con una sonrisa burlona, levantando un brazo en señal de victoria) “¡Hasta la próxima, Jenna la Perfecta! ¡Suerte con tu día ‘perfecto’!”

Amiga 2: (riendo y mirando a Lynn) “¿Crees que podamos repetirlo la próxima semana? ¡Fue demasiado divertido!”

Las chicas estallaron en una risa desenfrenada mientras veían a Jenna desaparecer en la distancia. Todo el esfuerzo valió la pena solo por ver la escena caótica que habían provocado.

Horas más tarde, Jenna finalmente llegó a su casa. Aún llevaba el ceño fruncido y el humor amargo, y su paso era pesado mientras entraba. Apenas cruzó la puerta, sus padres se acercaron para saludarla.

Papá: (sonriendo alegremente) “¡Hola, hija! ¿Cómo estuvo tu día en la escuela?”

Mamá: (con una sonrisa dulce) “¿Y qué tal te fue en la práctica de porristas?”

Pero Jenna, sin decir ni una palabra, les lanzó una mirada cansada y frustrada, y sin responderles, subió las escaleras rápidamente, haciendo caso omiso de sus intentos de conversar. Se notaba que no estaba de humor para responder ni un simple “hola”.

Papá: (confundido, mirándose con la mamá) “…¿Dije algo malo?”

Mamá: (suspirando mientras sacudía la cabeza) “Tal vez tuvo uno de esos días… Mejor dejamos que se calme.”

De un portazo, Jenna cerró la puerta de su habitación y se dejó caer en la cama, cubriéndose el rostro con una almohada mientras intentaba calmarse. Los recuerdos de su accidentado día regresaban a su mente: la licuadora que la había empapado en jugo, la pirámide que se desmoronó, y sobre todo, esas malditas pelotas que aparecían de la nada, saboteando su práctica y arruinando su “día perfecto”.

Finalmente, dejó escapar un largo suspiro, resignada. Había días en los que simplemente nada salía como uno quería.

Así terminó el día de Jenna, en la tranquilidad de su cuarto, tratando de olvidarse de la serie de desastres que le habían enseñado que, incluso para alguien tan “perfecta” como ella, no todo salía siempre a la perfección.

Fin del one shot

Es mi primer one shot y más de un personaje de fondo que les pareció
Para:
#loudSociety

Y para la dinámica de noviembre de Dasher1275
Espero te guste

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