Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

"El Jinete del Apocalipsis"

El cielo estaba nublado y la lluvia era incesante, el suelo se humedecía y la tierra se convertía en lodo. Los truenos resonaban, dando un mal augurio de lo que se avecinaba. Mi dirección era firme y estaba seguro de lo que estaba a punto de hacer. Cada paso que daba dejaba una marca en la tierra, dejando un recuerdo de aquél que borraría todo lo que existía. Los rayos se asomaban, dando más señales de que el fin estaba cerca.

Me detuve un momento para observar la casa a la que me estaba dirigiendo. Honestamente, no tenía pensado volverlos a ver, pero el destino marcó lo que acontecería.

En mi corazón se hallaba la rabia, y una muestra de venganza estaba a punto de ser efectuada. Inhalé profundo y observé determinado el hogar al cual me dirigía. Tanteé la empuñadura de mi espada, pensando en lo que iba a suceder. Al principio había dudas, pero mientras más me acercaba, mi seguridad incrementaba. Dejé mi espada y nuevamente me encaminé hacia la casa.

Vagos recuerdos afloraban dentro de mi memoria, aún podía sentir la calidez que me daban. Eran palpables todas esas sensaciones de amor y de cariño..., sin embargo, sabiendo acerca de la inexistencia, poco importaba todo.

Negué con la cabeza, me sentía decepcionado. No todos los días te enterabas de que todo lo que habías vivido había sido para nada, no siempre estabas consciente de que los esfuerzos y el dolor por los cuales habías tenido que pasar habían sido únicamente una fase que resultaba mediocre ante el conocimiento de la inexistencia.

Retomé el asunto con seriedad, poco faltaba para llegar. No tenía idea del porqué decidieron vivir totalmente alejados, quizá se debía a que estaban cansados de que tenían que soportar la inmundicia de este mundo y, por consiguiente, tener que soportar la destrucción de cada poblado al que se mudaban. Estaban completamente solos, no había nadie a kilómetros. Era interesante saber que ese hecho sería determinante para culminar con la vida.

Finalmente llegué. Estaba en frente de la puerta. Siendo sincero, no quería tocar; no quería ver a nadie. En el fondo, no quería tener que hacer esto, pero como dije, ante la inexistencia, todo se volvía irrelevante. Toqué la puerta, esperando ser atendido. Unos pasos se oyeron acercándose y alguien abrió: se trataba de él. Era mi padre.

—Buenas... noches —el señor, que ya se veía un poco de edad avanzada, se me quedó viendo de forma extrañada. Supongo que era inusual la visita de un caballero. Me quedé viéndolo por unos segundos, podía sentir toda esa furia acumulándose en mí, aún podía recordar su desprecio y su maltrato. Aparenté verme calmado para no delatarme, igual el casco que cargaba encima me ayudaba a ocultar mis emociones—. Uhm..., ¿puedo ayudarle?

Aquí comenzaría aquello que se me fue encomendado, era aquí cuando mi propósito resurgiría de entre las cenizas, era en ese momento cuando la inexistencia borraría toda clase de moral en mi alma. Tomé la empuñadora de mi espada y lo veía fijamente. El hombre me veía con cierto temor, creía que no entendía lo que estaba sucediendo; sin embargo, poco me importó eso. De este modo, con voz firme e imponente, hablé.

—Son órdenes del Rey —y en un movimiento fugaz, saqué mi espada y la clavé en su pecho. El hombre me miró estupefacto y, rápidamente, la familia reaccionó ante lo sucedido con gritos de horror.

—¡Padre!

—¡Lynn! —su esposa se acercó a él y lo tomó de los hombros. Saqué la espada de su cuerpo, dejando que cayera rendido al suelo. La mujer de cabellera rubia lo tomó entre sus brazos mientras lágrimas brotaban de sus ojos. Me miró con una profunda tristeza y una ira desenfrenada—. ¡Qué hizo para merecer esto?

La miré con indiferencia y me acerqué a ella aún sosteniendo la espada sin titubear. La sangre comenzó a esparcirse por el suelo y mi espada estaba teñida de la sangre de mi padre, goteaba ligeramente, cayendo en el charco que no dejaba de crecer. El hombre tosía y respiraba con dificultad mientras miraba a su esposa con una clara muestra de aflicción.

—Te amo... —y su semblante decayó. La mujer lloraba sin consuelo alguno; sus hijas no se atrevían a acercarse, me tenían miedo..., podía observarlo en sus ojos.

—¡No, Lynn! ¡No te vayas! No nos dejes... —se recargó en su pecho mientras derramaba más lágrimas sobre él. Entonces me miró con desprecio—. ¡Cómo pudiste? —le contesté sin rodeos.

—Son órdenes del Rey.

—¡Y por qué el Rey querría esto? ¡No lo entiendo! ¡No le hemos hecho nada al Rey! ¡Hemos seguido las reglas! ¿Por qué... por qué? —se sumió en su tristeza.

—El Rey se hartó del Mundo, señora —contesté fríamente—, y es mi deber terminar con él.

—¡Y eso que tiene que ver con nosotros? —la hija más grande tuvo el valor para lanzarme la pregunta. Sin vacilar le respondí.

—Porque son el pilar, son la roca en la que todo se fundó —todas me miraban con incomprensión. Sus mentes no podían entender lo que aquello significaba—. Yo solo sigo las órdenes de mi Rey —y al ver que mi madre se había distraído viendo a mi hermana, alcé la espada y atravesé su espalda con ella. La saqué de inmediato.

—¡Mamá! —gritó otra de ellas—. ¡No! —comenzó a llorar.

—Co... rran —musitó su madre, cayendo boca arriba. La mujer me observaba entristecida y fue cuando opté por quitarme el casco.

Coloqué mis manos sobre mi casco y me lo quité con cautela, revelando mi rostro con lentitud. La mujer no me reconoció al inicio, mas cuando observó mi cabello blanco, emitió un gesto de sorpresa en su lecho de muerte.

—Lincoln... —fue la última palabra que alcanzó a pronunciar antes del suspiro final. Las demás me vieron con incredulidad, excepto tres de ellas..., a ellas no las reconocía, eran nuevas en esta familia.

—¿Lincoln...? —Lori..., sí. Aún la recordaba de mi infancia. No pronuncié palabra alguna y me fui acercando con la espada que se había manchado con la sangre de mis ascendientes. Ella me veía con cierta furia, se retiró a otra parte.

—Lincoln... —Leni me miraba con terror. Suponía que estaba procesando que el niño de 13 años que lo hacía todo por su familia estuviera, en ese instante, acabándola.

—¡Quién es él y por qué mata a nuestra familia? —preguntó una chica de pelo castaño, su mirada denotaba confusión y molestia, además de desesperación. Desconocía quién era, pero no me era de importancia y, si no la conocía, para mí era mejor.

—¡Eso no importa porque ahora dejará de existir! —gritó Lori de manera imperativa con un cuchillo de cocina entre sus manos.

Mi hermana se acercaba cegada por su ira y su incomprensión, su mano temblaba por la indecisión..., tampoco fue fácil para mí asesinar la primera vez. Sin embargo, cuando se trataba de este tipo de situaciones, era comprensible: sólo defendía lo que amaba. La distancia entre nosotros era cada vez menor, yo la estaba esperando sin temor. Suspiré con pesadez, era una inexperta y yo estaba muy bien adiestrado..., me bastó un solo movimiento para culminar con su vida. No tuvo tiempo de reaccionar, estaba tan concentrada en efectuar su ataque que, deduje, nunca pensó que yo lo cancelaría con un ataque propio, atravesando la parte central de su torso; mi espada terminó clavada en una de las paredes del inmueble. Lori tomaba la espada con ambas manos, comenzó a llorar.

—¿Por qué...? —cuestionó viéndome con una profunda tristeza. Leni seguía desconcertada y se sumó a su otra hermana.

—Lincoln, detente..., tú no eres así —se acercó con ambas manos sobre sus labios, seguía impactada, veía a Lori consternada.

Repentinamente, sentí una presencia detrás de mí. Con mi brazo izquierdo detuve el ataque de una chica pelinegra, en cuyas manos se hallaba una daga; su arma terminó lejos de su alcance y me miró con sorpresa. Mi mirada era fulminante y fría, como había mencionado, era alguien adiestrado y nada podía llegarme de sorpresa; aunque debo admitir que esta chica se había movido con bastante sutileza. Otra chica rubia, igualmente, trató de enfrentarme con una llave inglesa, pero me bastó darle una patada para dejarla fuera de combate. El panorama resultaba desolador y el llanto de mi hermana Leni no hacía más que acrecentar el dolor de la situación. La joven castaña me vio con repulsión y una ira incontenible; sin embargo, podía presenciar su impotencia..., era claro que nada podía hacer.

Regresé con Lori, esperando no ser interrumpido de nuevo, emití un ligero suspiro. Mi hermana tosió ligeramente, expulsando sangre de sus labios. La sustancia rojiza recorría su cuerpo.

—¿Cómo te lo explico, Lori? —la miré con lástima. Me centré en sus ojos azulados, podía recordar nuestro pasado; sin duda, Lori era muy hermosa para tener 28 años.

Me llegué a preguntar el porqué estaba ahí, al igual que Leni, pero suponía que fue una desgracia del destino y la coincidencia..., un destino manipulado por alguien superior a nosotros y una coincidencia planeada para su desgracia. Es lo malo acerca de saber sobre la inexistencia, circunstancias que parecían ser parte del azar adquirían sentido a partir de esa perspectiva.

Dejando el tema de lado, puse mi atención en ella nuevamente. El tiempo no alcanzaba para narrarle toda mi historia y así poder profundizar en la verdadera causa de mis acciones: tuve que limitarme a decirle lo que sabía.

—Cuando entiendes cómo funciona el Universo..., todo carece de sentido. Aún así, quiero que sepas que siempre te tuve mucho cariño y que también hago esto porque ustedes no merecen vivir en este mundo cruel y vil —acaricié su mejilla, la pared derramaba el líquido vital que emanaba su cuerpo, llegando hasta el suelo. Retiré la espada con lentitud. Lori miró a Leni y posteriormente miró a las otras chicas.

—Huyan —no emitió voz alguna, pero sus labios habían expresado dichas palabras, cerró sus ojos y su vida terminó. Volteé y vi como la joven y la pelinegra cargaban a la más pequeña de ellas..., si mi percepción no me fallaba, podría decir que tenía diez años; salieron rápido por la puerta trasera. Leni, por su parte, estaba quieta en su sitio.

—No lo entiendo..., ¿por qué sigues las órdenes del Rey sabiendo que tenías que matar a tu familia? —se acercó con un rostro de angustia.

—Leni..., siempre fuiste la más inocente de la familia —me dirigí a ella con mi espada en mano—. Antes de matarte..., quizá deba contarte.

—¿No hay manera de que recapacites? —el miedo salía descaradamente de su ser, era muy notable: su respiración, su nerviosismo, su mirada y sus ojos cristalinos... estaba aterrada, pero, igualmente, su duda la carcomía. Ella quería entenderlo, poniéndome en su lugar, yo también querría saberlo.

Me dirigí a la cocina para servirme un vaso de agua y sentarme en el comedor de la sala. Leni me seguía con su mirada consternada en todo momento. Debería estar corriendo por su vida en vez de estar aquí conmigo, aunque siendo ella, no me sorprendería que tuviera la esperanza de que cesase mis acciones para que pueda retomar la paz. Sin embargo, una pregunta me surgió.

—¿No estás enojada conmigo? ¿No me odias? Acabo de asesinar a nuestros padres y a nuestra hermana..., ¿eso no te molesta? —la observé con curiosidad, bebiendo mi vaso de agua. Ella desvió su mirada hacia los cuerpos y cerró los ojos con frustración, nuevamente inició a llorar.

—Es difícil..., no sé qué sentir en verdad. Estoy realmente agobiada por todo lo sucedido, ¡fue tan rápido! En menos de cinco minutos has asesinado a quienes alguna vez te amaron..., estoy confundida, al inicio estaba consternada y enojada, pero ahora estoy confundida porque se trata de ti. ¡No sé qué debo sentir! Después de tantos años vuelves..., creí que estabas muerto..., eso fue lo que dijo papá —más lágrimas salían de ella—. ¡Qué se supone que sienta, Lincoln? No sé qué hacer..., todo ha sido tan rápido..., a pesar de que ya pasaron años, fue un cambio radical y ahora..., no sé..., todo es tan horrible —se sentó a mi lado mientras continuaba llorando.

—Es por eso por lo que vine... para sacarlas de este martirio —presté mi atención en ella. Mi espada estaba algo lejos para tomarla y cometer el acto de una vez. Suspiré con pesadez—. Nadie lo podría entender, pero cuando captas el significado de la vida, todo cobra sentido y, al mismo tiempo, todo deja de tener sentido.

—¿Eso qué significa? —preguntó limpiando sus lágrimas. Se concentró en mí y yo la veía con indiferencia.

—Bueno, Leni..., ¿por dónde empiezo? —me perdí en el vacío.

La casa se sentía vacía, la muerte rondaba y la sangre no dejaba de fluir en el inmueble. Aquí no fue donde crecí, pero esta es la familia con la que nací. Podía recordar cada aventura como si hubiese sido ayer, pero en verdad fue hace tanto tiempo... en un lugar diferente; en un mundo diferente. La libertad era amplia, la felicidad se contagiaba entre todos porque eran libres de hacer lo que su corazón dictaminaba, todos podían ser como querían ser, haciéndolos poderosos y alegres; sin embargo, todo rondaba bajo sus deseos y la impureza de sus corazones. El mundo empeoraba con cada año que transcurría y parecía que llegaría a su fin en algún momento..., mas un ser fue lo suficientemente benévolo para salvar esta Tierra aun si significaba que tendría que condenar al Mundo. Un hecho que marcó el inicio de una nueva era, un hecho que se veía tan reciente, pero en verdad ya tenía algo de tiempo...

________________________________________________________________________________

20 años antes...

Todo fue cuando tenía diez años. La familia Loud tenía para entonces cinco integrantes, yo era el hijo más grande.

Mis padres pudieron haberme llamado Lynn Jr., pero mi madre no congenió con la idea al principio, creyó que el nombre no me quedaba y, pues, la historia de mi nacimiento era curiosa..., nací en manos de la primera dama, se suponía que sería el presidente quien me recibiera, pero se desmayó al igual que mi padre. Debido a eso, surgió la idea de llamarme Lincoln.

Años posteriores, nacieron mis hermanas: Lori, Leni y Lynn. Una detrás de la otra, un hecho que me pareció gracioso. En ese entonces no estaba muy concentrado en mi futuro, solo quería disfrutar de mi niñez y cuidar de mis hermanas menores; llegaba a elaborar complicados planes para pasarla genial, haciendo travesuras a nuestros padres o escapándonos de vez en cuando al parque.

Nuestra madre no era tan exigente, sabía que, cualquier cosa, mis hermanas estaban bien bajo mi cuidado. Por otro lado..., mi padre era realmente estricto. Me presionaba para que comenzara a formarme como un hombre mientras yo seguía haciendo mis cosas infantiles; de vez en cuando no paraba de contarme historias que siempre empezaban diciendo: "Yo a tu edad...", sí, seguro lo han oído antes.

Mi padre y yo siempre tuvimos una relación complicada, puesto a que no hallábamos algo exacto con lo cual congeniar y un sueño preciso en el que yo quisiera enfocarme para enorgullecerlo; yo era algo inactivo y perezoso, pero lo compensaba ayudando en la casa y a mis hermanas, asimismo ayudaba a mi padre con su restaurante..., quizá la cocina podía llegar a ser lo mío. Hubo ocasiones en las que mi padre trató de enseñarme las maravillas de la cocina, pero llegaba a cometer algunos errores; esto provocaba regaños incesantes de su parte y eso había colmado mi paciencia. Sí..., mi padre ya me pintaba como alguien que solo vive a merced de los demás..., algo incómodo y era una idea que quería cambiar, a pesar de tener una edad tan joven.

Sin embargo, el punto importante no radicaba exactamente ahí, sino en un hecho que cambiaría a la humanidad para siempre.

Era domingo, en un mediodía del verano. El cielo estaba despejado y el sol brillaba con toda su intensidad, Lynn y yo salimos al patio a jugar mientras mi padre y Lori estaban en la sala tomando una bebida fría. Recordaba que estaban viendo las noticias en esos momentos...

—¡Lincoln, pase largo! —aventó una pelota a mi dirección.

—¡Buen lanzamiento, hermana! Sigue así y serás grande —le guiñé el ojo.

Podía decirse que mi hermana Lynn era alguien muy cercana a mí. Desde chica que le gustaba jugar soccer, béisbol y otros deportes; nuestros padres solían tardar en sus respectivos trabajos, por lo que Lynn se quedaba con ganas de jugar con su padre; Lori y Leni..., bueno, ellas tenían otros asuntos que atender. De este modo, yo era quien jugaba con ella cuando nuestro papá no estaba por el trabajo y pasábamos mucho tiempo juntos. De hecho, llegué a enseñarle varias cosas sobre la vida, ayudando a otros y a ser astuta para salir de cualquier aprieto y salirse con la suya; estaba inculcándole parte de mi personalidad y resultaba fructífero porque para entonces era una competidora bastante humilde, le deseaba lo mejor a sus contrincantes y también los ayudaba a mejorar, ¡incluso tenía bastantes amigos! Estaba muy orgulloso de ella, siendo su hermano mayor, me sentía con la responsabilidad de dirigir a mis hermanas por el camino correcto cuando se ausentaban nuestros padres.

—¡Gracias, Lincoln! —sonrió ampliamente.

Jugamos un rato en el patio trasero, mas fuimos interrumpidos por Leni.

—¡Chicos, vengan rápido a ver esto! —nos hizo señas para que la siguiéramos.

—¿Qué será? —preguntó mi hermana con curiosidad.

—No lo sé. Tendremos que averiguarlo —nos dirigimos al interior de la casa. Leni nos esperaba ansiosa en la cocina.

—¡Rápido! Papá y Lori quieren que vean esto —nuevamente se fue, yéndose hacia la sala de estar. Lynn y yo nos vimos con intriga, me alcé de hombros insinuando no saber nada y de ahí fuimos a donde estaban todos.

En la televisión se hallaba un hombre de cabello rubio, algo largo y muy bien peinado. Portaba un bastón negro y vestía de forma elegante, con un saco negro igualmente y una camisa de color amarillo, también traía consigo un pantalón de vestir alineado y, como detalle final, sus zapatos estaban bien boleados y brillaban. Cargaba una sonrisa bastante escalofriante y unos ojos que denotaban malignidad.

—¡Buenos días, tardes y noches, mundo! Hoy les traigo muy buenas noticias y me es de mucho agrado saber que ahora todos están prestándome su debida atención —hizo una reverencia—. ¡Vengo a traerles el fin de sus injusticias! Yo seré quien les ayudé a evolucionar a la siguiente etapa..., pero me temo que antes de eso, deberé de limpiar la Tierra: ¡solo los dignos serán merecedores de mi benevolencia! Y no, no soy ningún enviado de Dios..., podría decirse..., que yo..., solo vengo a adelantar los hechos que culminarán con su existencia —emitió una carcajada—. ¡Así que presten mucha atención, gobernadores de este Mundo! —señaló al televidente—. Les daré tres días para que me otorguen el permiso total para conquistarlos de forma pacífica..., o si no..., me temo que tendré que tomar esta Tierra por los medios necesarios. Por favor, ¡acéptenme! Vengo a darles una mejor vida..., vengo a darles armonía. Ustedes me necesitan porque esta Tierra se precipita —hizo una mueca de congoja—, y esta Tierra aún merece seguir con vida —nos miró de nuevo con aquella sonrisa—. ¡Dicho está, entonces! Tres días y no más... —y la televisión quedó en estática.

Después del discurso que el hombre había hecho, quedamos confundidos y con una mala espina acerca de nuestro futuro. Mamá trataba de calmarnos diciendo que posiblemente se trataba de una broma que un joven había hecho, Lori le daba la razón. Leni seguía algo asustada creyendo cada palabra que el hombre había dicho; yo, por mi parte, me mantuve tranquilo, decidí escuchar a mi madre y darle la razón: ¿cómo podía alguien conquistar la Tierra? Era una locura, además, no se mostraba a nadie más que a él. Lynn me cuestionó acerca del asunto y le dije que lo dejara pasar.

La televisión regresó y las noticias acerca de la transmisión de aquel hombre no tardaron en difundirse, muchos declaraban lo mismo que mi madre había dicho; el presidente también habló al respecto, diciendo que no debíamos preocuparnos sobre el asunto, que las instituciones correspondientes se estaban haciendo cargo de averiguar sobre el sujeto y la veracidad de sus palabras. A mi parecer, parecía un asunto relevante si hasta el presidente tuvo que haber declarado algo al respecto, esa sensación de que algo malo ocurriría seguía en nosotros, pero tratando de calmarnos, nos limitamos a escuchar a nuestras autoridades.

Los días pasaron con normalidad y tranquilidad, la rutina era la misma y la declaración de conquista de un muchacho desconocido no iba a alterar la vida cotidiana de nadie. En mi caso, mi padre me ordenó a auxiliarlo con la carga de los ingredientes para su restaurante, era temprano. Nos estábamos preparando para irnos, pero antes íbamos a desayunar algo rápido. Mi papá preparó unos emparedados de forma fugaz y nos los comimos con gusto, ahora sí partiríamos; sin embargo, el ruido de la televisión encendiéndose nos alarmó. Fuimos a la sala y no había nadie allí, el aparato se había encendido por su propia cuenta, algo que carecía de total sentido. Mi padre y yo nos vimos con extrañeza y nos sentamos para ver que sucedía.

—¡Nos volvemos a ver! Pasaron los tres días, ¡espero lo hayan pensado con claridad! —se veía entusiasmado. La cámara se alejó para visualizar mejor en donde se encontraba—. Como pueden ver, estoy en el espacio —aquello nos tomó por sorpresa a ambos. Desde que nadie se preocupaba por el asunto (más porque ni pudieron averiguar de donde fue transmitida la señal) la vida transcurría con normalidad, pero tras ver eso..., la situación se tornaba sombría. El joven enfocó la Tierra, era hermosa, a decir verdad—. Miren nada más que belleza de planeta, ¡no puede existir mejor creación! Es por eso por lo que la quiero, pero sus habitantes son..., bastante desagradables —hizo una mueca de disgusto—. Aunque, en fin, son detalles que se pueden arreglar con facilidad —juntó sus dos manos, haciendo una palmada—. ¡Regresando al tema! ¿Tomaron su decisión, gobernantes? —miraba con atención al televidente.

La televisión había incrementado su volumen conforme el muchacho seguía hablando, haciendo que nuestra familia despertara y se uniera a nosotros.

—¿Qué sucede? —preguntó Lori adormilada.

—Es el muchacho de hace tres días —respondí rápidamente sin despegar mi vista del televisor.

—¡Él de nuevo? —Leni se asustó—. ¡Nos matará? —estaba muy asustada.

—¡Tranquilos, Mundo! Sé lo que piensan, pero no los voy a matar —guiñó el ojo. Escuchar lo que dijo me dejó anonado, sobre todo porque Leni recién había dicho la cuestión y el muchacho no tardó nada en responderle..., como si la hubiera podido escuchar—. Les digo que quiero salvarlos de su propia miseria e ignorancia, ¡quiero salvarlos de ustedes mismos! —de pronto, mi teléfono celular comenzó a vibrar: se trataba de una notificación de la plataforma de videos.

—¡Miren! —llamé la atención de los demás para mostrarles mi teléfono— El presidente salió de la casa blanca, creo que hablará con él —comenté con curiosidad.

—¡Parece que tenemos al primer valiente! —el joven se veía realmente contento. Todos estábamos expectantes. Subí el volumen de mi teléfono para escuchar lo que el presidente diría, mas este se mostraba inseguro— Parecerá que no, pero a pesar de la gran distancia a la que nos encontramos, puedo escucharlo: no tema y hable con claridad.

Nuestra atención era compartida entre la televisión y el video en vivo de la casa blanca. El presidente volteó a ver a uno de los agentes que vestían de negro y uno de ellos asintió, tomó con firmeza el micrófono.

—No sabemos ni quién eres y no negociamos con terroristas —atinó a decir de primera instancia. Volteamos a ver la televisión y el muchacho rio a carcajadas.

—¡No soy terrorista! Y qué descortés de mi parte —carraspeó la garganta—. Antes que nada, me gustaría que todos voltearan a ver hacia el cielo, ¡adelante! —curiosos, salimos al patio para presenciar lo mencionado. Estando afuera, vimos como todos nuestros vecinos también salían a ver—. ¡Aquí estoy! —un punto oscuro se pudo visualizar en el cielo con mucha claridad, parpadeaba con continuidad. Aquello nos tomó a todos por sorpresa, incluso los vecinos se mostraban temerosos y platicaban entre ellos. Regresamos a la casa para seguir escuchando lo que acontecería—. Mi nombre es Yasir, Yasir Dagger..., es un honor para mí presentarme como su soberano —hizo una reverencia y sonrió burlesco posteriormente. Vimos mi celular de nuevo, el presidente se notaba nervioso.

—No sabe con quienes se mete, no puede subestimar a la humanidad porque contamos con muchos mecanismos de defensa y estoy seguro de que logrará que el mundo se haga uno solo si trata de atentar contra nosotros —habló con firmeza—. No le tenemos miedo, usted solo es uno y nosotros somos millones —el joven emitió más carcajadas tras los dicho.

—Ay, señor. Me acaba de hacer reír como nunca —suspiró tras tanta risa—. Me temo que esto no es como sus películas clásicas en las que viene una supuesta invasión extraterrestre y todos se unirán por el poder de la amistad para detenerlos y así vivir en un mundo de paz y armonía, listos para lo que el Universo les pueda poner por delante —mostró una gran seriedad en la televisión—. Temo, asimismo, decirle a usted y a los demás gobernantes de este planeta que un solo dedo me es suficiente para exterminar toda la vida en la Tierra. Sin embargo, ¿de qué me sirve un planeta deshabitado y sin vida? Sería desastroso. Así que no vine a preguntarles si quieren o no ser conquistados, les advertí que me pertenecerían y es así como van a suceder las cosas.

—¡Pues no nos rendiremos tan fácil! —el presidente llamó a uno de sus guardias para darle una orden. El hombre asintió y se retiró de allí—. No crea que no ubicamos su posición, señor Dagger. Se va a arrepentir de haber amenazado a la Tierra.

—¿Cree que le tengo miedo? —mostró una expresión monótona. La cámara se alejo y era visible como se fue acercando a la atmósfera terrestre. Parecía que la gravedad no tenía control alguno sobre él porque podía moverse de forma fluida y sin problema—. Espero ser un blanco más fácil desde aquí —sonrió con burla. La expresión del presidente denotaba molestia. Momentos después, mi madre salió de su habitación apresurada con teléfono en mano.

—¡Cómo está eso de que lanzaron un misil al cielo? —cuestionó con preocupación.

—Bueno..., lo que pasa es que un extraterrestre está amenazándonos con conquistar la Tierra y el presidente solo hace lo posible —contestó mi papá, viendo como transcurría todo.

Vimos, por medio de la cámara del muchacho, como el misil se aproximaba hacia él..., lo único que hizo fue extender su mano, deteniendo lentamente el arma hasta que lo tocó sin ninguna expresión de sorpresa o preocupación. Tomó el objeto entre sus dos manos como si no pesara nada y, poco a poco, el misil redujo su tamaño considerablemente hasta desaparecer. Era como una escena de una película de superhéroes; sin embargo, era totalmente real y eso nos infundió un gran temor.

—¡Muy bien! Debo admitir que al menos quien me disparó tiene buena puntería —sonrió con confianza. El presidente se veía incrédulo y, a nuestro parecer, quedó sin palabras—. Gobernantes, dejemos de jugar —mostró un tono de voz comprensivo—. Yo sé que adoran el poder y que quieren hacer lo mejor para este mundo, ¡pero es imposible estando ustedes al mando! —miró al televidente una vez más—. Ciudadanos, ustedes que sufren la avaricia y el egoísmo de sus gobernantes, ¡yo puedo darles todo lo que necesitan! Bajo mi mandato no habrá nadie que ocupe sobrevivir, ¡todos se dedicarán a vivir! Todos juntos podremos vivir con paz y armonía..., acéptenme —se veía como seguía descendiendo—. ¿Qué dicen?

—No —el presidente se rehusaba a ceder—. No puedes hacer esto.

—Iré al grano de una vez por todas —su expresión denotaba compasión—. Les digo, no soy ningún enviado de Dios, pero ciertamente que yo sé mucho acerca de lo que aconteció..., gobernantes, escuchen con atención: les daré un último discurso antes de hacer la pregunta definitiva —suspiró—. Hubo uno antes que todos y ese uno creó todo lo que existe, porque el todo no puede venir de la nada y aquel que crea eso, pues..., me temo decirle que está totalmente perdido. Las reglas fueron impuestas por alguien, no pudieron venir del hombre porque el hombre era maligno y solo añoraba los deseos impuros de su corazón; un mundo sin reglas es lo mejor para el hombre, pues no le impone límites y es feliz de hacer cuanto quiera. De aquí les digo que alguien impuso las reglas, pero no para que las obedecieran fielmente, aunque eso sería lo más correcto, sino para ser juzgados. Muchos roban, muchos asesinan, muchos mienten, muchos dejan despojados a sus padres o hijos, muchos hacen tanto mal aún sin siquiera querer hacerlo en el fondo y es allí donde reside su condena eterna; pero entonces, ¿qué puede hacer el hombre ante el juez definitivo? ¿Qué puede hacer el hombre ante el fin de sus tiempos, cuando el alma y el espíritu abandonen su cuerpo y se vea en el tormento a causa de su ignorancia? Así como en la tierra existen juzgados donde se puede pagar un precio para la libertad, así mismo, alguien dio su mismísima vida para que fuésemos perdonados y pudiéramos gozar de la vida para siempre. Si no saben eso, están perdidos. El hombre siempre estará atado a sí mismo, pero cuando halle el camino a su salvación..., será liberado de toda pena y dolor —dejó una pausa. Lo que dijo llegó a nuestra familia, pues nos veíamos unos a otros con una mueca de tristeza—. Ahora, gobernantes, les pregunto: ¿quién de ustedes cree en mis palabras? —unos minutos de silencio se presentaron—. Bien, puedo ver como algunos aceptan mis palabras..., en ese caso..., ustedes..., serán perdonados de la muerte...

Este fue el momento en donde la vida cambió para siempre. Un solo movimiento fue capaz de cambiarlo todo y es que al hombre sólo le bastó alzar su mano derecha para emitir una onda de color dorado sobre la Tierra. Sentimos como la onda traspasó nuestro hogar, como si se tratara de un fuerte viento de tormenta, pero no nos sucedió nada. Sin embargo, al ver mi teléfono nuevamente, pude percatarme de que el presidente había desaparecido.

Inmediatamente de estos sucesos, el mundo entró en pánico total. Lori vio por la ventana y habló.

—Papá..., mamá...

Fuimos con ella y pudimos observar que los automóviles habían desaparecido. La calle de concreto se hizo un camino de tierra nuevamente. El pasto abundó y la naturaleza se extendió con mayor fervor. Decidimos salir para presenciar todo con una mejor perspectiva, todos los vecinos hablaban entre sí con un tono de voz bastante preocupante.

Observamos el cielo y estaba despejado, el sol nunca había brillado antes con tanta intensidad; aunque algo captó nuestra atención. Una enorme edificación estaba siendo construida sobre las nubes del cielo: se trataba de un castillo. Estábamos asombrados de lo que nuestros ojos presenciaban, resultaba imposible todo lo que estaba sucediendo.

A pesar de que la onda dorada pareció llevarse parte de los avances modernos de la actualidad, la televisión seguía intacta. El volumen subió al máximo y así el joven pudo hablar con tranquilidad.

—Ahora bien, escúchenme. A partir de hoy seré su Rey y todos tendrán que seguir mis reglas. Yo vigilaré su comportamiento y veré si son merecedores de todos los beneficios que impone mi reinado, ¡siéntanse afortunados! Porque he adelantado los hechos y están teniendo la mejor conquista que nunca nadie hubiera podido hacerles —posteriormente, usó un tono serio—. De este modo, les digo que no habrá ya nada por lo cual preocuparse, tendrán sus vidas de manera normal y podrán seguir como si nada de esto hubiera pasado. Lo bueno de todo esto es que la única autoridad gubernamental soy yo. Ya no habrá disputa entre países, ya no habrá guerras. Así mismo, he desaparecido toda arma de la faz de la Tierra, por lo cual, matar requerirá mayor complejidad para aquellos que tengan en mente hacerlo. Los únicos que podrán portar un arma son mi ejército, el cual formaré con el tiempo. Dichos los beneficios de mi reinado, empezaré con las reglas.

Todos nos miramos con cierto temor, pues no teníamos idea del tipo de reglas que impondría el joven y aquello nos asustaba, incluso los vecinos abrazaban a su familia por miedo y nosotros hicimos lo mismo.

—Lo único que les pido es un buen comportamiento, solo eso —suspiró—. No quiero ser cruel ni exigente con ustedes. Acaban de pasar por algo inexplicable, pero así son los cambios: sin aviso..., aunque yo ya les había advertido tres días antes. En fin, más que reglas, les diré quienes estarán excluidos de mi reinado; sin embargo, si hay una regla que es de suma importancia para mí: toda persona que se atreva a llamarme Dios, será destruida —dijo con un tono bastante frío y molesto—, ¡no soy Dios! Quiero que eso les quede muy claro —carraspeó su garganta—. Ahora sí, a lo que iba: en mi reinado están prohibidos los fornicarios, están prohibidos los adoradores de imágenes obsoletas porque no son más que eso: ¡un objeto inservible y sin poder alguno! —reaccionó con suma molestia—. Están prohibidos los adúlteros; la homosexualidad está descartada completamente y aquellos que se atrevan a estar con su mismo género, serán desterrados de este planeta, ¡pues todos nacen con un ADN predefinido en sus sistemas y hacer esta perversión es ir en contra de su propia naturaleza! Del mismo modo, aquellos que se atrevan a robar lo ajeno y amen o ansíen la riqueza no compartida, serán enviados a los calabozos de mi castillo. Los que se excedan en bebida y los que maldigan a sus conciudadanos, serán privados de sus beneficios por dos días y, como último detalle, cualquier difusión de material aberrante o profanador, será castigado con el hecho de no poder a volver a publicar nada en toda su vida —dejó una pausa—. Y eso sería todo en mi reino. No pido más, no pido menos, es lo único que quiero. Pronto verán como todo cambiará para bien —y dicho aquello, terminó la transmisión.

Tras la finalización de todo, quedamos en duda acerca de lo que debíamos hacer ahora. Mis padres fueron a hablar con los vecinos para entender la situación, pero no pudieron sacar nada en concreto. Mis hermanas estaban preocupadas y me abrazaban con fervor.

—¿Qué pasará ahora, hermano? —preguntó Lori apretando más su abrazo. Mis hermanas me agarraban con cierto miedo, menos Lynn: ella era valiente, pero aún así, podía notar un poco de temor en ella.

—No lo sé, hermanita..., no lo sé —me limité a corresponder su abrazo.

Ese día todo cambió radicalmente para el Mundo. El Rey (como debíamos llamarlo ya para entonces) no había mentido en lo absoluto: no había ningún gobernante más que él. Las noticias en el internet y en la televisión informaban acerca del nuevo sistema que se implementaría en la Tierra.

El Rey había impuesto que la comida y la bebida sería completamente gratuita, aunque ciertamente no llegaría a la puerta de nuestras casas. El ganar dinero ya no sería para las necesidades básicas de la vida diaria, sino para las necesidades secundarias; la moneda se unificó, ahora la única moneda circulante se llamaba "Moneda Mundial" o MM, para abreviar, tenía un valor que, antes de esto, estaría próximo a los diez dólares.

Del mismo modo, el Rey fue detallando de mejor manera sus reglas, siendo todavía más condescendiente con nosotros. Las tres primeras transgresiones a su ley serían libres de culpa (aunque vendrían con aviso), justificando que el corazón del hombre era impuro e inconscientemente anhelaba los deseos pecaminosos; posterior a ello, no había más alternativa que enfrentar las consecuencias de tus actos, puesto que las primeras tres transgresiones serían más una advertencia para que corrigieses tu comportamiento.

El Rey, al emitir la onda dorada, llegó a exterminar casi todos los medios de transporte, regresándonos a una época anterior en la humanidad. Por suerte, hubo transportes que permanecieron intactos, un ejemplo de ello eran las bicicletas, los trenes y los barcos; desafortunadamente, la última opción era lo único disponible para viajes internacionales.

La seguridad en el mundo incrementó de forma exponencial, reduciendo de la misma forma la delincuencia. Los famosos caballeros que el Rey había mencionado habían hecho una limpieza fortuita de todos los malhechores que residían en el mundo, algunos de ellos se arrepentían e imploraban por su libertad, sin embargo, el Rey era quien daba la última palabra; su sabiduría era inédita porque, de un modo, él sabía quién se arrepentía con sinceridad.

Honestamente, a partir de la llegada de los caballeros, llegué a ganarles mucho aprecio y orgullo: quería ser como uno de ellos algún día. Para mi mala suerte, solo reclutaban un número limitado de caballeros según la extensión del territorio en el que residían; en Royal Woods ya habían escogido uno y, como de por sí nunca había experimentado muchos crímenes, era el único que cuidaba del pueblo. Aquel caballero era reconocido por todos y era admirado, portaba una espada especial. Una vez lo vi y, como un aficionado, le pregunté por su espada, ¡tuve la dicha de verla y tocarla! Tenía un botón azul en el mango, le pregunté qué era, pero no me quiso responder, justificando que era un "arma secreta".

La vida en la Tierra jamás pudo ser mejor, comida y bebida gratis, dinero extremadamente fácil de ganar y una comodidad incomparable. El sueldo mínimo era de 300 MM mensuales, ¡una gran maravilla! El capitalismo aún podía seguir funcionando, a pesar de que existía una intervención por parte del Rey: este aportaba dinero para aquellos que ejercían servicio primario a la gente, ¡no podía ser mejor!

Las tiendas recibían tres Monedas Mundiales por cada producto que "vendían", solo debían pedirle a cada cliente que firmara un tique en el que se anotaba todo lo que se llevaban. Así mismo, los restaurantes recibían cinco Monedas Mundiales por platillo, ¡por platillo! Los clientes recibían una supuesta cuenta en donde debían plasmar su firma igualmente para que se quedara registrado todo lo que consumieron. Los tiques eran colocados en una caja que colgaba afuera de cada negocio, al día siguiente estaría vacío y habría en su lugar una bolsa de MM, nadie se atrevía a robarlo..., corrían rumores de que, al hacerlo, eran castigados cortando las extremidades de su cuerpo (las manos, en específico). Desafortunadamente, había que admitir que había tramposos que firmaban papeles para ganar el dinero así como así, pero de alguna manera, el Rey siempre estaba enterado de aquellos que se atrevían a realizar aquellas acciones tan descaradas, dándoles su respectivo castigo.

El trabajo resultaba hasta cierto punto necesario, pues el Rey había dicho que habría impuestos. Los impuestos serían para pagarle a los que hacían la labor de limpiar las ciudades y los poblados, también pagábamos por la seguridad que nos daban los caballeros e igualmente pagábamos por las construcciones públicas. En total, dábamos 50 MM al mes; aunque no importaba mucho, prácticamente podías ganar eso en un día, quien no pagaba era recluido en su hogar por una semana, de seguir sin pagar, sería un mes y, finalmente, sería expulsado de sus beneficios.

La educación se mantuvo igual, pero era obligatoria, al menos hasta el bachillerato; la universidad sí costaba (aunque como antes, había universidades gratuitas). Todos teníamos que estar bien informados y ser personas de culto, el Rey se había cansado de haber visto tanta gente ignorante en el Mundo. También había estudios bíblicos, pero el Rey había dicho que aquellos eran opcionales..., sinceramente, siempre me causaron curiosidad, pero nunca me animé a entrar a uno de ellos.

Y, hablando del Rey, nunca nadie volvió a verlo desde el día en que fuimos conquistados por él. Ni siquiera los caballeros, por mucho, hablaban acerca de su consejero, pero del Rey nunca. Era como si fuera exclusiva su presencia y aquellos que tenían contacto con él eran privilegiados..., pero nadie tenía contacto con él; de hecho, el caballero de nuestro pueblo nos dijo que fue llamado por una voz desconocida para convertirse en caballero. Podría decirse, entonces, que el único que pudo tener una plática con el Rey fue nuestro difunto expresidente.

Transcurrieron desde entonces tres años. Volviendo a mi vida y a mi familia, podría decirse que lo tomamos bastante bien. Mi padre estaba muy contento con el gobierno, pues ahora estaba más motivado que antes a darlo todo en su restaurante; eso sí, el Rey aplicó horarios a cada restaurante para que la competencia fuera justa y no hubiese conflictos de que había restaurantes que ganaban más que otros.

Sin embargo, a pesar de que la vida se volvió relativamente fácil, la relación entre mi padre y yo se mantenía exactamente igual. Seguía siendo muy exigente conmigo, ya tenía trece años y el único sueño que tenía era en el de convertirme en caballero. Mi padre me veía con molestia ante tal sueño, pues decía que los caballeros eran escogidos de una manera incomprensible, además de que ya existía uno en el pueblo. De esta manera, mi padre seguía queriendo que me formara como un hombre y resaltaba sus relatos de cuando tenía mi edad. Asimismo, me obligaba a cortar leña para la cocción de los alimentos de la casa (el Rey también desapareció el gas), me ordenaba que fuera al mercado central cada dos días para surtir el restaurante y los sábado para surtir el hogar, tenía que cargar las provisiones para el restaurante en una carretilla y, para rematar, tenía que limpiar todo el restaurante todos los días a la hora del cierre.

Todo esto me hizo agarrarle cierto coraje a mi padre, pero me calmaba diciéndome a mí mismo que lo hacía para mi bien: no podía ser un holgazán de por vida, a pesar de que ayudaba bastante a mis hermanas.

Hablando de mis hermanas, ellas eran muy felices en el nuevo mundo. Los torneos deportivos aún seguían existiendo, aunque existía una cuota de inscripción, pero eran accesibles. Lori encontró su pasión en el Golf y desde pequeña que se animó a entrar a campeonatos, saliendo victoriosa en la mayoría de las ocasiones. Leni se preparaba para las maravillas de la moda, abriría su propio negocio de ropa con el talento que tenía. Lynn, mi hermana más cercana, también entró con dedicación a todos los torneos y campeonatos de muchos deportes; siempre le ayudé a practicar y jamás hice que olvidara que lo importante no era ganar, sino aprender y mejorar y ayudar a los demás a superarse a sí mismos. Mi hermana era pura de corazón y así quería que se mantuviera, no podría imaginarla siendo ególatra y soberbia por tanta victoria acumulada, sería horrible, seguro.

Así que así era mi vida: trabajo duro impuesto por mi padre, ayudar a mis hermanas y, cuando era posible, ganar unas cuantas Monedas Mundiales para comprar cómics y leerlos cómodamente en mi habitación. Yo lo dejaba todo por mi familia, de hecho, tenía una bonita relación familiar con todas mis hermanas y mi madre..., pero mi padre..., era arena de otro costal.

Aún así, todo volvería a tomar un giro radical en un inquietante sábado.

A pesar de todos los beneficios del Rey, parte de la población se mostraba molesta: exigían sus derechos de libertad de expresión. Nunca supe el porqué el Mundo era tan insistente con sus deseos y perversidades, querían sentirse libres de publicar imágenes explícitas y escribir en sus muros virtuales acerca de intimidades y relaciones sexuales, poder deleitarse con videos pasados de tono, querían expresar su amor libremente a personas del mismo género, decidir sobre sus cuerpos a la hora de abortar..., pero el Rey lo negaba rotundamente.

Las revueltas comenzaron a formarse en varias partes de la Tierra, hacían protestas mientras exigían de vuelta su libertad anterior, libertad que el Mundo añoraba porque podían ser felices haciendo lo que quisiesen; nunca los entendí, el Rey nos daba todo, pero ellos..., ellos preferían los anhelos inicuos de su corazón.

Royal Woods era uno de los pueblos con mayor resentimiento hacia el Rey con respecto a estos temas, estaban incluso preparando otra protesta a pesar de que el Rey los ignoraba por completo. Nuestro caballero les había advertido cientos de veces que, si continuaban así, correrían un grave peligro, pero ellos no escucharon y siguieron los deseos impuros de su alma.

Aconteció entonces que debía partir para surtir la comida y la bebida para la casa, yendo al mercado central como era costumbre.

—¡Lincoln! ¿Me puedes traer una barra de chocolate, por favor? —pidió Lori al verme ya montado en mi bicicleta.

—Claro, hermana.

—¡Yo también quiero! —salió Leni con mucha emoción. Sonreí.

—Por supuesto.

—¡Gracias, Linky! ¡Suerte! —haciendo un gesto de despedida con sus manos, ingresaron a la residencia.

—¡Gracias!

Lynn salió de la casa y se acercó para darme un abrazo, le correspondí.

—¡Mucha suerte, hermano! Y ya sabes que traerme —alzó su pulgar. Realicé la misma acción.

—Una barra energética y un electrolito, anotado —le guiñé el ojo. Ella asintió con alegría y regresó a la casa—. ¡Lynn! —le llamé de nuevo antes de que ingresara.

—¿Sí, Linc?

—Pregúntale a mamá y papá si no quieren algo para ellos.

—Sí, no tardo.

Volteé para asegurarme de que la carretilla que había amarrado a mi bicicleta estuviera bien sujeta, teniendo ausencia de vehículos había que ingeniárselas para transportar las cosas. Los más afortunados tenían burros o caballos, pero jamás fui fan de montar a uno de ellos.

Lynn salió a mi encuentro nuevamente.

—Mamá dice que le traigas algo dulce, ya ves que luego se le antojan varias cosas.

—¿Crees que...?

—No. Ya nos hubieran dado la noticias, pero tener más miembros en la familia no suena tan mal —emitió una ligera risilla, la acompañé en el gesto.

—Tienes razón, ¿y papá?

—Él no quiere nada, pero me encargó que no olvidaras traer el orégano, el ajo y la sal, ¡ah! Y también cúrcuma, dice que hoy tiene ganas de preparar platillos especiales —soltó un chillido de emoción—. No puedo esperar, ¡así que no tardes! Luego podemos practicar para mi torneo de softball, ¿qué dices?

—Ya sabes que cuentas conmigo, hermanita —revolví su cabello ligeramente—. Bueno, en todo caso, será mejor que me vaya de una vez.

—¡Sí! Te quiero mucho, hermano. ¡Aquí te vemos! —se despidió con la mano. Monté mi bicicleta y, mientras me alejaba, volteé a verla realizando la misma acción que ella.

Llegué al mercado, se hallaba dentro de una edificación con vistas al exterior. Como siempre, el caballero estaba haciendo guardia en uno de los locales cercanos, aunque se veía nervioso. Me acerqué a verlo.

—Hola, caballero real —hice una reverencia en son de broma. El caballero rio de momento.

—Hola, Lincoln, ¡es un gusto verte de nuevo!

—Lo mismo digo. Por cierto, ¿se encuentra bien? Lo veo..., temblar —el caballero reaccionó.

—¿Qué? N-no, Lincoln. Todo está bien, ¿necesitas algo?

—No..., solo era eso, caballero. Lo noto extraño.

—Lincoln yo..., solo puedo decirte que te resguardes, ¿está bien?

—¿Por qué? —el caballero volteó a ambos lados con cierto pánico.

—Es información confidencial, no puedo revelárselo a nadie y hacerlo me pondría en una situación amarga. Así que..., solo puedo decirte que te cuides y que salgas de aquí lo más pronto posible..., iré a vigilar otras tiendas... ten... un lindo día, Lincoln —lentamente, el caballero fue retirándose, dejándome con un mal sabor de boca.

Mis instintos me decían que debía regresar en ese instante a la casa, pero mi raciocinio me indicaba que no podía volver con las manos vacías..., menos por mi padre. Así que suspiré resignado y me limité a hacer las compras lo más rápido posible.

Me dirigí al puesto de frutas y verduras donde atendía Liam, un amigo que conocí al frecuentar el mercado, nos volvimos cercanos.

—¿Qué hay de nuevo, Lincoln? ¿Lo de siempre? —cuestionó con una sonrisa mientras colocaba en una bolsa dos kilos de jitomate.

—Sí, ya sabes. Vengo para surtir la despensa de la casa.

—Me lo imaginé, reservé los más rojos para ustedes —guiñó el ojo y me extendió la bolsa. Posteriormente, sacó más bolsas para guardar dentro otras verduras.

—¿Y qué me cuentas, Liam? ¿Has tenido más ventas de lo usual? —pregunté mientras recibía las bolsas que me daba.

—Sí, y a pesar de los años, ¡todavía me sorprende recibir 2 monedas mundiales por cada kilo que vendo! Es todo una ganga, lo mejor de todo es que la gente prefiere los productos de mi rancho —respondió con mucho orgullo—, pero la competencia tampoco está tan mal; sin embargo, somos mejores. Por eso el caballero nos hizo un horario exclusivo en la mañana.

—Y es por eso por lo que me levanto temprano —reímos por lo dicho—. Bueno, Liam, pásame el tique para que te lo firme y me pueda ir por lo demás.

—Claro que sí, Lincoln —sacó un papel y comenzó a anotar lo que me había dado—. Por cierto, no sé si te enteraste de la revuelta que tienen pensado hacer en la tarde —me dio el tique y una pluma.

—Sí, es todo una locura. Deberían aceptar las reglas y ya, no entiendo por qué se quejan tanto —firmé y se lo regresé.

—¿Verdad? Yo estoy muy satisfecho, siendo honesto —se encogió de hombros—, aunque me entristece saber que mi prima Hattie se unió a ellos, incluso mis padres y mis tíos la apoyan.

—¿En serio? Vaya, Liam. Bueno, solo puedo decirte que espero que no le pase nada malo.

—Está bien, Lincoln. Es problema mío, no tuyo. En fin, ¡ten un buen día! —a pesar de eso, retomó su optimismo. Fue algo que me agradaba de Liam, lástima que la tragedia se asomó después de eso.

Para sorpresa de todos, una trompeta resonó en la lejanía. Todos los que estábamos ahí nos asomamos a donde el ruido había sido producido. Fue entonces cuando pudimos observar una gran ola de caballeros aproximándose a nuestra posición a gran velocidad gracias a los caballos en los cuales venían montados. Todos nos quedamos dudosos en el sitio sin saber exactamente qué hacer..., mas nuestro caballero habló.

—P-por decreto del Rey... —su voz denotaba nerviosismo—. Ro-Royal Woods será desintegrado en su to-totalidad a causa de las revueltas y las protestas que son efectuadas po-por un 98 % de las personas residentes en el pueblo. Royal Woods ya no es un pueblo que sea bienvenido en el reino de Yasir Dagger, fue todo un honor ser su caballero... —y dicho aquello, sacó su espada—, son ordenes del Rey —dijo lo último con una notable aflicción.

Entonces pude ver por primera vez la utilidad del botón de su espada. Emitió una onda de color turquesa, la cual dejó sin aliento a la mayoría de los afectados, cayendo rendidos en el suelo con una notable debilidad. Quedé impactado ante lo que había visto.

—¡Lincoln, hay que salir de aquí! —exclamó Liam con un profundo miedo. Yo también estaba asustado, no quería morir ahí, ¡no podía! ¡Tenía que regresar con mi familia!

Seguí a Liam entre los pasillos del mercado; sin embargo, los demás caballeros consiguieron bloquear las salidas. Todos desenfundaban sus espadas y emitían ondas de color turquesa por medio de un botón, excepto unos poco que desprendían ondas rojas en cambio.

Liam y yo seguimos corriendo, nos mantuvimos escondidos en una parte oculta del mercado. Podíamos observar como la gente caía muerta al piso por culpa de las ondas rojas, aterrándonos en el proceso. Para nuestro infortunio, lo peor sucedería cuando la estructura de la edificación se vio afectada, llegando a derrumbarse.

—¡Rápido, Lincoln! Si no salimos de aquí, ¡nos quedaremos atrapados! —salimos de nuestro escondite para poder salir del mercado central.

Entonces sentí mi teléfono vibrar, lo saqué y el número en pantalla era el de mi casa.

—¡Lincoln! ¡Dónde estás? —la voz de Lynn me recibió con mucha preocupación.

—¡Lynn! ¡Estoy en el mercado!

—¡Lincoln? ¡No te escu...! —la señal se había cortado.

—No, no, ¡Lynn! —la recepción en el sitio era prácticamente nula. Maldije mi suerte.

—¡No te preocupes, Lincoln! Saldremos de aquí y verás a tu familia.

Mantenía mis esperanzas, pensaba que podía salir con la ayuda de Liam porque él conocía el mercado mejor que yo. Tras recorrer gran parte del sitio, llegamos a una salida, aunque estaba estrecha porque algunos escombros ya habían iniciado a obstruir el paso. Dentro de poco, la infraestructura no resistiría mucho antes de derrumbarse.

—¡Vamos, vamos! —con mucho esfuerzo, Liam apenas y pudo conseguir pasar. Yo también traté de pasar por el hueco, pero era muy estrecho y no podía.

—¡Liam, ayuda! —extendí mi mano. Mi amigo la tomó y comenzó a jalarme, pero la edificación tembló con fuerza—. ¡No lo conseguiré! —estaba muy asustado

—¡Sí lo harás! —hacía más esfuerzo. Sin embargo, de manera inoportuna, un caballero observó a Liam, llevándoselo en el proceso—. ¡Lincoln!

—¡Liam! —lo cargaron en un caballo y se fueron, desapareciendo en el horizonte.

Un caballero me observó, vi la empuñadora de su arma y era roja.

—¡Ayúdeme! —se me quedó viendo para después ignorarme y montar su caballo, yéndose—. ¡Maldito bastardo! ¡Púdranse!

Aterrado de terminar aplastado, decidí retirarme de la salida, quedando adentro del mercado; posterior a aquella acción, la salida terminó por dejar de existir. Definitivamente me había quedado aprisionado dentro del mercado central...

De esta manera, tuve que arreglármelas para sobrevivir debajo de los escombros; intenté hallar otra salida, pero no había modo de escapar: todas las salidas habían desaparecido tras la caída de la edificación. Encontraba comida en locales que afortunadamente dejaron restos de provisiones, dormía sobre manteles y me tapaba con toallas que llegué a encontrar para no sufrir por el frío. Mantuve la esperanza de que mi familia vendría a buscarme o de que alguien me encontraría; sin embargo, había pasado una semana y no había señal de nada ni de nadie.

La desesperación me invadió, traté de formar una abertura entre los escombros para poder salir, pero al hacerlo, la infraestructura sufría un desequilibrio, provocando la caída de más escombros; terminaría por terminar matándome a mí mismo si continuaba así, por lo que tuve que resignarme a seguir esperando un milagro, una salvación. Incluso imploré a Dios para que alguien me encontrara y me sacara de ahí, el sitio llegó a sentirse asfixiante y más cuando el hedor de los cuerpos que había en la plaza inició a esparcirse. Estaba perdiendo toda mi voluntad luego de que había transcurrido un periodo de tres días más; sin embargo, mis plegarias fueron escuchadas.

Un día, los escombros comenzaron a moverse. Me dirigí rápidamente a donde los movimientos estaban siendo efectuados.

—¡Aquí estoy! —grité con todas mis fuerzas para ser escuchado.

Los escombros eran movidos con facilidad, la estructura de la edificación se mantenía inmóvil a pesar de los movimientos bruscos, aquello me sorprendió en gran manera. Me acerqué para ayudar a quitar los escombros, aprovechando que la infraestructura se mantenía inmóvil. Poco a poco, pude ver la luz del sol dándome en el rostro, ¡jamás me había sentido tan feliz de sentir el sol en mi piel! Sonreí como nunca mientras continuaba con el trabajo. Finalmente, pude salir de ahí con una expresión de alivio y alegría incontenibles.

—¡Por fin! ¡Soy libre! ¡Gracias, Dios! —aunque de pronto recordé que esto no lo estaba haciendo yo solo. Un fuerte estruendo sonó detrás de mí: el mercado terminó por derrumbarse en su totalidad. Me quedé en shock al ver eso, por poco pude haber muerto aplastado.

—Menos mal que llegué —una mano se posó sobre mi hombro. Volteé para ver quién era y me asombré cuando vi aquel rostro de nuevo. Habían pasado tres años desde la última vez que lo había visto, no mostraba señales de haber crecido ni un poco, su cabello resplandecía por la luz solar, parecía estar hecho de fibras de oro.

—¿Rey? —cuestioné perplejo.

—¿Quién más podría sacarte de allí? —respondió burlesco.

—Yo... —no sabía cómo reaccionar—, ¿por qué...?

—Sí. Sé lo que piensas, ¿por qué el Rey se dignaría a bajar a un pueblo que acaba de destruir? Justamente para verificar que no quedara nadie con vida —dijo lo último con voz firme y seria; alzó su mano simulando una pistola. Yo me alejé de él rápidamente.

—¡N-no me mate, por favor! —cerré mis ojos esperando lo peor..., mas el Rey atinó a soltar varias carcajadas.

—¡Debiste ver tu rostro! —continuó riendo—. Ay, eso fue muy divertido —se limpió una lágrima del rostro. Yo lo miraba con cierta expectación, sin entender lo que ocurría.

—Entonces..., ¿qué hará conmigo? —estaba asustado, lo admitía. La presencia del Rey me hacía sentir inseguro, sobre todo porque nadie lo había visto desde su llegada.

—Verás, Lincoln... —le interrumpí.

—¿Cómo sabe mi nombre! —abrí los ojos con sorpresa.

—Soy tu Rey, tengo que saberlo todo en mi reinado —explicó—, ahora, si no me interrumpes... —me apené y me encogí en mi sitio—, te iba a decir que vinieras conmigo a mi castillo. Has pasado más de una semana ahí dentro y lo sé porque la declaración que emití lleva más de ese periodo de tiempo —se acercó—. Por lo que siéntete afortunado de ser el primero en ver al Rey desde su llegada a la Tierra y goza de todas las maravillas que hay en mi palacio —me extendió su mano. Dudoso, lo tomé y me jaló.

—Gracias..., supongo... —desvié mi mirar. Sin embargo, mis prioridades regresaron—, ¿qué hay de mi familia? —lo miré esperanzado.

—¿Los Loud? Están bien, se enteraron por medio de la televisión acerca de la inminente destrucción que vendría sobre ellos. Tu familia ha sido respetuosa con mis reglas y es merecedora de mi reinado, es por eso por lo que fueron advertidos y actuaron velozmente para escapar.

—Eso es un alivio —suspiré—, ¿y dónde están ahora?

—Se mudaron al pueblo adyacente. Ya se acomodaron en su nueva residencia —mientras me contaba, comenzamos a flotar por el aire.

—Wow —mi corazón sufrió un acelerón desprevenido por la acción tan repentina.

—Tranquilo, sé que es extraño la primera vez, pero, ¡hey! Estás volando, ya tienes algo para presumir —sonrió burlesco.

—Nadie me creerá —contesté sonriendo mientras admiraba como nos íbamos alejando del suelo, permitiéndome observar otros lugares que jamás había podido conocer.

—Eso ya lo veremos...

Volamos muchos metros hacia el cielo, hasta que por fin arribamos a su castillo. De alguna manera, estaba asentado sobre las nubes, como si no pesara en lo absoluto. Tenía la estructura tradicional de un castillo cualquiera, contando con torres en sus extremos.

Entramos y lo primero que visualicé fue el salón del trono. Su trono estaba hecho de oro puro (o eso parecía) y la distancia con el piso era considerable; el Rey parecía ser alguien soberbio y ególatra de alguna manera, pero no lo demostraba.

—Sígueme, Lincoln —hizo una seña con su mano y fuimos al comedor.

La sala era enorme, al otro extremo de la habitación había ventanales en los cuales se podía apreciar la hermosa vista hacia la Tierra, estaban adornadas con cortinas doradas. Para entonces, me había percatado que casi todo el castillo era dorado, algo que me dio curiosidad.

Nos sentamos y una serie de chefs iniciaron a salir de otra puerta del comedor, sirviendo diversos platillos exóticos, provenían de todas partes del mundo y eso me tenía impactado. Fue inevitable no babear por toda la comida que estaba presente en la mesa.

—Sírvete todo lo que quieras —comentó con una grata sonrisa.

Le tomé la palabra y agarré todo lo que podía. Devoré cada platillo que se hallaba frente a mí, estaba muerto de hambre porque poca era la comida que llegaba a conseguir en el mercado durante el tiempo que me quedé encerrado allí. El Rey me miraba con una sonrisa en su rostro mientras ingería sus alimentos de una forma más calmada.

Terminando de comer, me sentí en verdad satisfecho. Jamás había comido así en toda mi vida.

—Parece que tenías hambre —chasqueó los dedos y una gran cantidad de sirvientes llegaron para retirar los platos y marcharse.

—Sí..., moría de hambre —sobé mi estómago—. Muchas gracias, mi Rey. No sabría como compensárselo... —lo miré con humildad. El Rey se quedó pensativo. Se levantó y se dirigió hacia mí.

—No tienes que pagarme nada, aunque..., ¿sabes...? Siempre me ha interesado tener un hijo —me veía con detenimiento. Aquello me desconcertó por un momento—. Me gustaría probar algo.

—¿Qué cosa, mi Rey? —ante todo, quería demostrar mi respeto. Eso parecía hacer sonreír al joven porque siempre que le decía su título, se mostraba muy contento.

—Me enteré de que te gustaría ser un caballero, ¿verdad? —sus palabras me dejaron impactado, de inmediato contesté.

—¡P-por supuesto! ¡Siempre he querido ser caballero! —no sabía lo que pasaría, pero me emocioné bastante.

—Bueno, te pondré a prueba. Si mi consejero aprueba que eres digno de ser caballero..., puede que te llegue a considerar para unirte a mis filas —aunque al escuchar eso, me desanimé de pronto. El Rey lo notó—. ¿Dije algo malo?

—Mi Rey, yo... quiero ser caballero, pero... —puso su mano en mi hombro.

—Sé lo que te agobia. Temes tener que pasar por lo mismo que el caballero de tu pueblo, ¿verdad? —asentí—. Sí. Fue difícil para él tener que exterminar a toda esa gente, pero velo de esta manera..., si la gente no cambia y les dices amablemente que cambie y aún así no quiere cambiar y prefieren quedarse estancados en su porquería, ¿qué es mejor? ¿Qué hagan del mundo la miseria que de por sí ya era o quitarlos del camino?

No pude contestarle en el momento, pero continuó hablando.

—Hablamos del bien común, Lincoln. Los caballeros hicieron un juramento, ellos sirven al pueblo para asegurar su seguridad y su crecimiento personal. Las personas resentidas y estancadas no sirven, son un estorbo en la sociedad porque afectan a la gente que está bien; a menos de que lleguen a mejorar, pues es otro cantar, pero si se mantienen así, pues van a enfermar a toda la gente que está bien y eso es lo que quiero evitar, ¿me entiendes? —trataba de comprenderlo—. Velo como un padre con sus hijos, si tiene 4 y tres se portan mal, entonces harán cosas malas. Lo último que querrías es que tu cuarto hijo se una a ellos, así que lo más adecuado es apartarlos de su camino y concentrarte en el buen hijo que tienes...

—Pero ¿y si uno de los tres hijos se arrepiente?

—Ah, bueno. Ese ya es otro caso diferente, por supuesto que su padre lo aceptaría..., después de todo, es su padre y los ama, ¿no es cierto?

—Pero si los ama..., ¿no debería tratar también de hacer entender a los otros dos?

—¿Y qué harías si los otros dos no quieren entender? —aquella cuestión me dejó enmudecido—. Sí..., eso pensé —caminó a uno de los ventanales para observar el paisaje—. En fin, Lincoln, ¿aceptas mi propuesta o no? —lo medité por un momento. Por un lado, la visión moral del Rey era correcta, pero por otra..., tener que quitar vidas... eso era lo que no me convencía; aunque de pronto dijo algo que terminó por persuadirme—. No tienes que matar necesariamente..., conozco tu alma, Lincoln. Serás de los caballeros protectores, los que procuran la seguridad de sus ciudadanos. Prácticamente te dedicarías a neutralizar a los malhechores, no habrá sangre entre tus manos... —poniéndolo de ese modo, pues valía la pena intentarlo.

—Entonces..., sí, mi Rey. Acepto su propuesta —cuando acepté, una amplia sonrisa se formó en él.

—En ese caso..., ¡Will! —llamó al mencionado con autoridad. Un joven de pelo turquesa, con facciones y cuerpo iguales al Rey, se asomó a la sala del comedor.

—¿Qué sucede, Yasir? —preguntó con seriedad.

—Quiero presentarte a Lincoln —se acercaron ambos a mí. El Rey me extendió su mano y la tomé, levantándome de mi asiento.

—¿Ustedes... son hermanos? —cuestioné con temor.

—Es una consanguineidad bastante complicada —respondió el Rey—, pero sí, podría decirse que es como mi hermano gemelo —abrazó al joven por el hombro—. Él es el consejero real, y no porque me dé consejos útiles, lo es solo porque no se me ocurrió otro puesto para darle a este pobretón tan inocente —le pellizcó la mejilla.

—Tú sabes que nunca he sido de la idea de someter a las personas en contra de su voluntad, esa es la causa por la que se rebela la población...

—Y por esa razón es mi consejero, después de todo dice datos que resultan importantes, pero que ignoraré por completo porque es mi reino y yo decido como manejar las cosas aquí —comentó ignorando lo dicho por Will. Lo soltó y lo empujó hacia Lincoln—. Ahora, hermanito, has algo útil por una vez y dale una sesión de entrenamiento a este muchacho. Quiero saber de qué está hecho —dijo por último para retirarse.

—Como ordenes —suspiró. Sin embargo, recobró su compostura y se puso en una posición firme—. Bueno, Lincoln, sígueme por acá, por favor —se dirigió a una de las puertas.

Seguí al consejero del Rey hasta una sala donde se hallaba un gran espacio abierto con diferentes muñecos de entrenamiento, además de una gran variedad de espadas hechas de madera y uno que otro equipo para practicar agilidad y demás virtudes.

Will fue al centro de la sala y sacó dos espadas. Me lanzó una, la cual atrapé de manera torpe. Estaba claramente nervioso, pero no me importaba, al mismo tiempo también estaba emocionado. Iba a demostrarle al Rey que era digno de llamarme un caballero y..., así..., poder demostrarle a mi padre que podía cumplir mis sueños. Fruncí el ceño algo molesto.

—¿Sucede algo, Lincoln? —Will se aproximó a donde estaba. Me mostré inseguro de si comentarle o no.

—No es algo muy importante...

—¿Es sobre tu padre? —lo miré incrédulo.

—Sí..., pero ¿cómo sabe eso? —mi semblante decayó ante lo que dijo.

—Diría el Rey, debo estar informado sobre el reino.

—¿Saben todo de todos? —pregunté asombrado.

—Sí. También sé que tu padre tuvo una infancia difícil... —desvió su mirar—, sé otras cosas más, pero..., no quero decirte —se alejó un poco. Lo que Will dijo me dejó un vacío en mi interior.

—¿Will...?

—¿Sí?

—¿Cuándo volveré con mi familia? —Will suspiró con pesadez. Se mostró inseguro al hacer movimientos constantes con su mano derecha.

—No creo que debas regresar con tu familia, Lincoln —me impacté ante lo que dijo.

—Pe-pero ¡por qué? —una clara muestra de negación se mostró en mí. Me acerqué a él—. ¿Por qué, Will?

—El Rey te dirá —respondió de forma cortante. Quedé silenciado un momento, no podía procesar lo que me dijo—, por ahora, debemos acatar la orden del Rey. Has aceptado su propuesta y querrá saber tus resultados, así que..., ¡en guardia! —alzó la espada y me dio un leve empujón con ella. Dicha acción me sacó de mi trance y lo miré con molestia.

—¡Hey! Me agarraste desprevenido —coloqué mi mano en mi pecho.

—En el campo de batalla no habrá piedad, Lincoln. Más ahora que tiempos difíciles se avecinan, ¡venga! Demuéstrame lo que puedes hacer.

—¡Pero es la primera vez que tengo una espada! —repuse con nerviosismo. Will se acercó para darme un golpe con la espada, pero, por instinto, lo bloqueé con la mía.

—Entonces solo defiéndete —se apartó de mí.

Will se acercaba varias veces para atacarme con la espada. A veces lo podía bloquear y a veces me daba y me lastimaba; a pesar de ello, me reponía como podía y volvía a intentarlo. El tiempo pasaba y yo salía más lastimado con cada intento, mis fuerzas se agotaban y terminé rendido en el piso; me sentí derrotado. Respiraba con dificultad, no podía levantarme. Will se acercó para levantarme y me llevó hasta una banca donde me senté y me recosté en la pared. El consejero trajo consigo un paño húmedo, el cual puso en mi frente y me dio un vaso de agua. Le agradecí y bebí de lo que me trajo, de alguna manera, me sentí renovado y con más energías. Miré a Will de manera determinada.

—Volvamos a intentarlo —Will hizo un gesto de sorpresa, pero luego asintió.

Hicimos lo mismo, trataba de bloquear sus ataques una y otra vez, pero Will hallaba la manera para darme velozmente. Fallé y fallé, pero a pesar de la frustración, no me rendía. Le pedí a Will que me diera del agua que me había dado anteriormente.

—Otra vez —ordené con una mirada desafiante, posicionándome para batallar. Will obedeció y nuevamente entramos en combate.

La situación se repetía una y otra vez, haciéndome ver que era terrible para esto. Siempre había un ataque que Will me asestaba, dejándome sin aliento. Me arrodillé ante el cansancio que esto me presentó. El consejero me llevó a la banca de nuevo.

—Es bastante difícil... —comenté con la respiración agitada.

—Sí, pero con cada intento mejoraste más —emitió una sonrisa cálida, yo me quedé ofuscado.

—¿Qué dices? Pero si siempre me diste —me sentía confundido.

—Sí, pero eso era porque aumentaba mi nivel de entrenamiento. Obviamente no seré tan rudo contigo en la primera ronda, pero creo que no te diste cuenta de algo —se levantó y se me quedó viendo fijamente.

—¿Qué cosa?

—Llegaba un punto en donde bloqueabas casi todos mis ataques, fue ahí cuando aumentaba la intensidad. Lo intentabas tanto que mejoraste tus reflejos un poco, es cierto, es tu primera vez y te falta todavía mucho entrenamiento, pero lo hiciste bastante bien para la primera vez. Además, no paramos de entrenar en todo el rato, apenas bebías del agua que te daba y otra vez me volvías a pedir que entrenáramos. No desperdiciaste ningún segundo —tomó mi hombro—, aun así..., sí hubo una cosa que hiciste mal en todo el rato —suspiró—. No tienes que demostrarle nada a nadie, recuerda lo que el Rey dijo: él quiere que la gente se supere a sí misma, crecimiento personal. Tienes que demostrarte a ti mismo que eres capaz de mejorar porque al final esto no es para el Rey o para tu padre..., es para ti mismo. Es tu vida, no la de ellos; tú sabes si creces o te quedas quieto para siempre —palmeó mi hombro y se fue a dejar las espadas—. Es hora de que hables con el Rey. Tienes que decirle que tuviste un buen desempeño..., y..., Lincoln —su mirada denotaba condescendencia—, nos veremos pronto —se retiró.

Me quedé pensativo por las palabras de Will. Sentía que tenía mucha razón y eso me hizo sentir un poco..., absurdo. Negué con la cabeza, estaba resentido por las palabras de mi padre, además de que siempre me trató con despecho..., como si no me valorara tanto. Suspiré. En eso, escuché unos murmullos provenir de la entrada del salón de entrenamiento. Me acerqué.

—¿Cuándo tendrás tiempo para mí? —era la voz de una mujer.

—Espera, que nadie debe verte por aquí, mi Reina —era la voz del Rey, parecía burlarse.

—¡Ay, Yasir! Como eres —una risilla se escuchó—. Bueno, pues, no te tardes, ¿está bien?

—Sí, ya sabes como es mi hermano. Sirve que nos deja de molestar también —me asomé por la puerta y pude visualizar a una joven de cabello rubio, estatura algo corta; el Rey se veía enorme a comparación. La chica le dio un beso en los labios.

—Te amo —y se fue. Por un momento, el Rey volteó llegándome a ver. Asustado de creer que había visto algo que no debía, me escondí detrás de la puerta y me senté en la banca.

El Rey entró a la sala con una expresión seria y se acercó a mi posición, sentándose a mi lado.

—Es mi mujer —expresó sin muchos rodeos—. Solo que no suelo tenerla aquí recluida en mi castillo.

—¿En dónde vive?

—Vive lejos de aquí, eso es seguro.

—¿Y por qué no viven juntos?

—Es algo complicado de explicar, Lincoln. Sin embargo, lo entenderás algún día —soltó un resoplido—. En fin, ¿cómo te fue en el entrenamiento? —sonrió ampliamente.

—Según Will, tuve un buen desempeño —el Rey colocó su mano en su mentón, simulando estar pensativo.

—Ya veo... —se levantó—, Lincoln, ¿qué pasaría si te dijera que podrías convertirte en un caballero? —la cuestión me agarró de sorpresa.

—Pues..., ¡estaría encantado de serlo, mi Rey! —expresé con gratitud y una clara muestra de felicidad.

—Vaya, lo malo es que aún eres demasiado joven. Sin embargo, si practicaras todos los días, podrías convertirte en un excelente caballero. Con el tiempo, podrías convertirte en el líder de mi ejército, eso suena bastante tentador, ¿no es cierto?

Lo que el Rey decía sonaba realmente deseable e imposible. Entrenar todos los días..., ser el mejor caballero del mundo..., eso era más grande que mi sueño original, pero..., había un inconveniente, algo que Will me dijo que hablaría con el Rey.

—¿Y mi familia? —pregunté bajando el tono de emoción de mi voz a uno de preocupación. El Rey pareció desviar su mirada, su sonrisa había desaparecido.

—¿Para qué querrías volver con ellos? ¡Estás mejor aquí! Siempre he querido un hijo y tú podrías serlo, ¡serás alguien privilegiado! ¡Serás un príncipe! Aunque claro, nadie sabrá de ti —hizo un ademán con la mano—, pero puedo hacer tu sueño realidad aquí. Serás un caballero, cuidarás de la humanidad, serás aclamado por todos y por todas... ¿no te gustaría?

Negué rotundamente con la cabeza.

—Lo siento, mi Rey..., pero yo tengo una familia con la cual volver —el semblante del Rey se ensombreció.

—Traté de hacerlo por las buenas..., pero parece que deberé enseñarte... —me quedé destanteado por lo que dijo.

¿Qué me enseñaría el Rey? Lo sabría de inmediato..., y en verdad hubiera preferido no saberlo.

El Rey se dirigió a la salida de la sala, yo creyendo que regresaría, me quedé en mi lugar. Volteó y me miró con una expresión molesta.

—Ven conmigo, no te quedes ahí —hizo un gesto con su mano para que le siguiera. Me apené un poco por mi torpeza.

Salimos de la sala de entrenamiento y nos dirigimos a una de las salidas del castillo, aunque en el camino pude apreciar una puerta inmensa la cual se sacudió con fuerza cuando pasamos por ahí. El monarca me pidió calma mientras me explicaba que lo que aguardaba ahí dentro no era nada de lo que debería de preocuparme.

Estando afuera, un carruaje nos estaba esperando. Un sirviente abrió la puerta del Rey y este se subió, moviéndose a un lado para que yo entrara. Subí al vehículo y me senté en frente del soberano. Estaba ansioso y preocupado, además de intrigado. Miraba al Rey con cierta duda y este solo se limitaba a observar a través de la ventana.

El carruaje comenzó a avanzar gracias a los dos caballos a los que estaba unido. Por un instante me pregunté cómo íbamos a ir a donde fuera que íbamos a ir si estos caballos eran incapaces de volar, pero grande fue mi sorpresa cuando el carruaje parecía estar avanzando sobre algo sólido. Miré por el cristal y me percaté que estábamos sobre un camino dorado, parecía estar hecho de magia; volteé a ver al monarca, mas este seguía con una expresión seria. Su actitud me puso inseguro sobre la situación y mi ansiedad incrementó ligeramente.

Pasado un rato, llegamos a la superficie de la Tierra. Continuamos nuestro camino hasta un pueblo el cual parecía ser lujoso y de buenos gustos refinados. El Rey habló entonces.

—Este pueblo será consumido por su avaricia y, desafortunadamente, no tardarán en ser desintegrados a causa de su maldad —declaró fríamente.

Me dio curiosidad saber lo que estaba viendo y me asomé: un joven estaba trabajando de boleador, quien sabe para qué ocuparía su dinero, pero ofrecía sus servicios humildemente; sin embargo, todos pasaban ignorándolo en el proceso.

—A veces el corazón del hombre no cambia a pesar de todo, pero no se salvarán tan fácil —condenó. Tragué gordo.

Llegó un momento en donde el carruaje se detuvo, dando por finalizada nuestra trayectoria. Miré por la ventana y cerca de nosotros había una casa algo grande con detalles lujosos.

—¿Dónde estamos? —pregunté escéptico. El Rey no dijo nada, solo se bajó del carruaje y, con un ademán, me pidió que lo siguiera.

Bajé del carruaje y me dirigí a donde estaba el monarca. Nos paramos justo a un lado de la casa; el Rey me señaló la ventana. Me asomé mientras me sostenía del hombro todo el tiempo: mi familia estaba ahí, estaban tristes. Mi madre lloraba desconsolada junto con mi hermana Lynn, no sabía donde estaban Lori o Leni, pero no estaban allí.

—¡No es cierto! ¡Dime que no es cierto, Lynn! —mi madre lloraba a cántaros mientras sostenía algo entre sus manos.

—Así es, Rita..., ya investigué a fondo. No quedó ningún sobreviviente en el mercado de Royal Woods.

—¡Y qué hay de su cuerpo?

—La mayoría de ellos terminaron bajo los escombros, otros se deformaron y...

—¡Pero él tiene cabello blanco! —repuso Lynn uniéndose a la conversación— ¿No sería eso suficiente? —lágrimas brotaban de sus ojos. Me dolía verla así.

—Déjame entrar, por favor —supliqué al Rey, viendo como mi hermana sufría al creer que había muerto.

—Termina de escuchar —volteé a verlo con una sensación de molestia, pero nada podía hacer realmente..., a menos de que...

—¡Lynn, aquí estoy! ¡Lynn! —grité con todas mis fuerzas, pero ella pareció no haberme escuchado. Me desconcerté, de hecho, nadie volteó—. ¿Por qué no me escuchan?

—Porque no quiero que te escuchen —contestó con seriedad. No supe qué decir en ese momento, pero el Rey ya había denotado varios poderes que poseía. Temía molestarlo más, así que opté por quedar en silencio.

—Sería cuestión de buscar, pero no valdría la pena..., como dije, están todos muertos —la frialdad de mi padre me sorprendía.

—¡Cómo puedes decir eso de tu hijo, Lynn? Merece un entierro digno, él hacía mucho por todos... —soltó lo que tenía sobre una repisa de la cocina.

—¡Hacer mucho? Apenas y hacía lo que debía de hacer como un hombre, ¡era un holgazán bueno para nada! Uno siempre queriéndolo enseñar cosas, pero él siempre prefería sus tiras cómicas y su sueño imposible de ser caballero —abrí los ojos sorprendido—. No tenía futuro.

—¡Mentiras, papá! —Lynn se entrometió de nuevo— ¡Él era un buen hermano! Siempre me ayudó en mis prácticas cuando tú no podías, ¡él parecía más padre que tú! —mi padre y yo nos sorprendimos de lo que dijo. Muchas cosas estaban pasando en ese momento, era... impactante.

—¡No te atrevas a hablarme así, jovencita! ¡Quieres que sea un padre estricto contigo? Pues bien, mañana mismo empiezas a ayudarme con el restaurante, ¡sin peros! —ordenó fulminante.

—¡Eres un pésimo padre! —se veía muy enfadada y frustrada. Se volteó y salió.

—Eres increíble, Lynn... —mi mamá negaba con la cabeza, cerró sus ojos con fuerza, las arrugas que se le presentaron en la cara lo demostraron—, ¿cómo puede importarte tan poco la pérdida de tu primer hijo?

—Sí me importa, Rita... —miró al suelo—, no sabes cuánto lo amaba; pero la vida debe seguir y no me detendré por un hijo que no supo valorar sus oportunidades.

—¡Escúchate solamente! Pareciera que Lincoln nunca fue tu hijo.

—¡Sí fue mi hijo, pero él no quiso ser mi hijo! —comentó con mucha furia. Aquella frase me destanteó—. Le di todas las oportunidades que pude darle, pero él estaba afanado a su estúpido sueño.

—Quizá y si seas un pésimo padre, Lynn... hoy dormiré sola —se retiró de la cocina.

—Como quieras... —su enfado era notable. Salió de allí.

Estaba desconcertado, no podía concebir todo lo que estaba sucediendo. Cabizbajo, suspiré, pero alcé la mirada al monarca nuevamente.

—Ya lo entendí, Rey. Ahora sé que debo abandonar mis sueños para reestablecer la felicidad de mi familia —suspiré. Si eso debía hacer, entonces lo haría..., sin embargo, el soberano refutó mi comentario.

—¿De qué hablas? —lo miré y se veía confundido— Si vuelves ahí, no habrá más que desolación —me quedé viéndolo perdido—. No lo entiendes, ¿verdad? Muy bien, mira esto —me soltó del hombro y con sus dos manos hizo una especie de círculo, el cual empezó a emanar energía y, de pronto, pude ver a mi familia a través de lo que había hecho el Rey—. Si te quedas, no habrá más que dolor y separación.

Mi atención se colocó en el círculo. Adentro estaba mi madre y mi padre discutiendo sin parar, mis hermanas y yo estábamos en mi cuarto escuchando los incesantes gritos de mis padres. El Rey cerró la visión y la volvió a abrir, ahora podía ver como mi padre salía de la casa con Lynn y con Lori detrás de él, yo estaba con mi mamá y Leni. Volvió a cerrarlo y la volvió a abrir, mi madre conoció a alguien más, pero resultó ser peor que mi padre... se metía con nosotros; el Rey repitió la acción, estábamos solos nuevamente, mis hermanas trataban de visitarnos, pero mi papá no las dejaba.

—Tu padre y tu madre se divorciarán y acontecerá todo lo que has visto.

—¿Solo por mí?

—No, por tu regreso. Todos creen que estás muerto y si te ven con vida, se irán en contra de tu padre por haber perdido la esperanza de que seguías con vida. Tu padre guardaría rencor y discutiría más con tu madre, provocando su separación: lo mejor es que acepten tu pérdida de una vez y no suceda lo que acabas de presenciar.

—¿Cómo sé que lo que me dice es verdad? ¿Cómo sé que no trata de convencerme de hacerme su hijo? —lo miré con desconfianza.

—Puedes quedarte e intentarlo, pero yo ya te he advertido..., y todas mis advertencias siempre se cumplen —una punzada atacó mi pecho.

En mi interior sabía que el Rey tenía un punto, aunque podría arriesgarme..., pero... no lo merecían. No merecían que la familia se desmoronara por mi culpa.

—En cambio..., si vienes conmigo... —realizó el círculo nuevamente.

Fue ahí donde una bebé era visible en los brazos de mis padres, estuve a punto de ver el color de su cabello, pero el monarca había cerrado la visión.

—Tu familia se hará aún más grande y con tu perdida se harán más unidos. Es mejor si vienes conmigo, ¿o acaso quieres impedir el nacimiento de tus futuras hermanas?

—¿Cómo...? —iba a preguntarle el cómo sabía que serían mujeres, pero conociendo al Rey, me limité a interrumpir la pregunta—. No importa...

—Entonces, Lincoln, ¿te convertirás en mi hijo? —palmeó mi hombro derecho. Yo vi como lo hacía mientras sonreía.

Seguía sin creer todavía lo que pasaba. Por un lado, podía quedarme y destruir a mi familia y por otro podía irme con el soberano y cumplir mi sueño..., no importaba como lo viese, las dos opciones sonaban igual de egoístas. Opté por elegir la que aportaba el mayor bien común y esa fue la de irme.

—Sí, mi Rey..., seré su hijo —suspiré con pesadez.

—Entonces es un honor nombrarte... Lincoln Dagger —sonrió ampliamente. Aquella sonrisa me dio escalofríos porque su expresión denotaba malicia. Sin embargo, había tomado mi decisión y ya no había marcha atrás. Miré por la ventana una última vez antes de marcharnos, y a la única que pude ver fue a Lynn, quien había regresado para tomar lo que estaba sobre la repisa; nunca supe de que se trataba, pero era algo importante para ella porque lo abrazó con fuerza antes de irse corriendo de ahí.

Lo más triste de todo era que esa sería la última vez que la volvería ver, al igual que al resto de la familia..., los atesoraría en mi corazón y mi alma siempre recordaría su amor..., pero..., bueno, sería mejor continuar el relato.

El Rey me abrazó por el hombro y procedimos a subir al carruaje. Los caballos no tardaron en darle avance al vehículo. Puse mi mano sobre la ventana mientras veía como nos alejábamos lentamente de la casa, lloré levemente; el Rey me tomó por el hombro y, sorpresivamente, me dio un abrazo.

—Ahora eres mi hijo —me soltó y me vio a los ojos—. Ya no puedo ser tan indiferente contigo —sonrió y acarició mi cabello.

El cambio de comportamiento del Rey se me hizo realmente extraño, pero pareció adecuarse rápidamente a la situación. Me resigné a seguirlo abrazando, el dolor de abandonar a mi familia era inmenso, en verdad los extrañaría.

Retornamos al castillo. El cambio fue radical, pasé de estar bajo escombros a estar sobre el mundo y vivir junto a la realeza. Parecía un sueño, una ilusión, pero aquí estaba yo. Mi nuevo padre tomó mi hombro y me encaminó a lo que sería mi nueva habitación, era un sitio realmente grande, aunque carecía de cualquier adorno; solo era visible una ventana, una cama, una mesita de noche y una linterna sobre la misma, además de una puerta que, después descubriría, conducía a un baño.

—Si lo ves tan frío y solo es porque lo decorarás a tu gusto. Dile a Will como quieres tu cuarto y él con gusto te ayudará a rellenar cada hueco de esta inmensa habitación —carraspeó su garganta —. Bien, debo atender otros asuntos. Acomódate y descansa —acarició mi cabello y se dio la vuelta. Lo detuve en el acto, una pregunta me carcomía.

—Rey..., ¿por qué yo? —sonrió y se puso a mi altura.

—Se que todo esto parece increíble, Lincoln; pero algún día sabrás por qué te escogí a ti —y dicho aquello, se levantó y se retiró de la habitación.

Suspiré. No podía hacer nada más que dirigirme a la cama y recostarme. Por suerte era grande y tenía dos almohadas, tomé una de ellas y la abracé con fervor. Esa noche comencé a llorar bastante, sufriendo mi partida, pues no podría ver a mi familia de nuevo..., y Lynn..., solo podía esperar a que estuviera bien.

Esa misma noche, la puerta de mi habitación se abrió. Creí que sería el Rey, tal vez querría calmarme o darme ánimos, tal vez solo venía a silenciar mi llanto, pero quien me atendió fue una mujer. Sentí como se hundía la cama cuando se sentó a mi lado. Abrí los ojos y se trataba de ella, la mujer del Rey. Estaba intrigado acerca de su presencia, ella se limitó a darme una sonrisa compasiva.

—Hola... —atiné a decir, sin saber exactamente qué decir.

—Hola, Lincoln —desvió su mirada. Suspiró—. Sé lo que pasó —puso su mano sobre mí—, y sé cómo te sientes. Yo también abandoné a mi familia —asimilé su respuesta, generándome una sensación afligida.

—¿En serio? —me levanté y me senté correctamente, recostando mi espalda sobre la cabecera de la cama. De inmediato sentí como la empatía se veía en ella.

—Sí. Cuando decidí quedarme con Yasir, yo sabía que eso significaba abandonar mi vida anterior. Dejé atrás mi otra vida, dejé atrás a mi familia, dejé atrás..., todo lo que alguna vez llegué a amar —suspiró nuevamente. Parecía no gustarle el tema—, pero, eso no es lo importante, ¿sabes? Debes entender que... cuando dejas algo atrás es porque sabes que hay algo adelante —emitió una sonrisa—. En Yasir yo vi una esperanza, una luz que creí perdida y hallé en él mis sueños y mi felicidad. La decisión que tomé fue difícil al principio, tuve que adaptarme al nuevo entorno; aunque con el tiempo te vas acostumbrando y vas comprendiendo que todo sucede por una razón —su sonrisa era más amplia—. Estoy feliz de estar aquí, también sufrí algunas veces, pero... cuando ves todo lo que ya has conseguido y te enfocas en lo que puedes lograr —suspiró con aires soñadores—, te das cuenta de que —una lágrima se asomó en ella, la limpió con el dedo índice de su mano derecha—... todo valió la pena.

Miraba con asombro e incredulidad a la Reina, bueno, no sabía exactamente si llamarla así, pero el punto era que los dos teníamos algo en común. Decidí sentarme a un lado de ella para hablar mejor.

—¿Y no extrañas a tu familia? —pregunté viéndola con tristeza. Necesitaba consejos y ánimo, esperaba que ella pudiera darme eso dada la situación.

—Mucho, pero eso no significa que yo no sé qué están bien. Sé que han superado mi partida, con algo de ayuda, pero lo hicieron. Tanto tú como yo decidimos irnos porque sentíamos que no teníamos opciones, sobre todo, porque buscábamos algo mejor para nosotros.

—Yo quería quedarme con mi familia, pero el Rey dijo que todo se desmoronaría por mi culpa —miré al suelo. Unas cuantas lágrimas recorrieron mi rostro de nuevo. Escuché un suspiro provenir de la Reina.

—Mira, Lincoln..., las personas a veces son muy complicadas de entender, más los padres. Te dicen que hacen las cosas por tu bien, pero mientras tú estás debajo de lo que ellos dicen, parece en verdad todo lo contrario; te digo esto porque Yasir me comentó al respecto y, pues —me miró con una mirada entristecida—, no es tu culpa. A veces..., no hay forma de entrar en alguien más para comprender exactamente por qué hace las cosas que hace, pero eso no significa que, en esta circunstancia, sea tu culpa.

—¿De verdad cree eso? —la miré con un brillo en mis ojos.

–Sí, Lincoln. También creo que estás aquí por una buena razón, Yasir es alguien muy especial —remarcó la última palabra—, y si tú estás aquí de entre toda la humanidad es por algo muy especial. El Rey tiene preparado algo único para ti y solo es cuestión de que —se encogió de hombros—... lo aceptes.

Me quedé meditando las palabras de la Reina. Era cierto todo lo que decía, si yo estaba aquí era por algo especial y mi familia estaría bien sin mi, el Rey me lo había mostrado después de todo. Así que solo quedaba acostumbrarme a mi nueva vida y desearle a mi familia que les vaya bien a pesar de mi ausencia.

—Por cierto —habló de repente. La miré—, nunca olvides que ellos también te van a extrañar y te recordarán —me regaló una cálida sonrisa. Fue inevitable no corresponderle, la Reina era bella en verdad, ahora entendía porque el Rey se había fijado en ella.

—Muchas gracias, mi Reina —cuando la nombré así, ella soltó una risilla. Me desconcertó.

—Soy la novia del Rey, pero no por eso soy la Reina. Llámame Janice.

—Oh..., por supuesto. Uhmm..., entonces... gracias, Janice —reí nervioso.

—No me lo agradezcas, Lincoln. Siempre que quieras platicar con alguien voy a andar por aquí de vez en cuando.

—Muchas gracias.

—Nos vemos, que descanses —así, Janice se levantó de la cama y me dejó solo para dormir.

Esa noche pude estar más tranquilo, sabía que todo estaría bien y, si Dios lo permitía, en un futuro tal vez y, solo tal vez, podría llegar a ver a mi familia nuevamente. Suspiré profundamente y cerré los ojos, había sido un día lleno de emociones. Dormiría más calmado con la situación, aunque en mí todavía seguiría esa sensación de tristeza hacia mí familia, pero debía afrontar mi nueva realidad.

Al día siguiente, me levanté. No había ruido ni molestia. Por primera vez experimentaba la soledad y más cuando este cuarto era inmenso; me sentía muy pequeño. Me destapé de entre las sábanas y miré hacia la ventana de mi habitación. Tuve una sensación como de vértigo al asomarme y ver la gran altura a la que estaba y que solo este cristal era lo único que me separaba de una dolorosa caída. Me quité de ahí rápidamente para suavizar la situación..., ya con el tiempo me acostumbraría. Igualmente se me fue extraño despertar en un sitio diferente y sin nadie en los alrededores; había de admitir que la paz era incomparable, pero no podía evitar recordar todos los desastres matutinos que mis hermanas podían desatar al despertarse. Eso me hizo sentir un poco mal, pero debía de seguir adelante.

En eso, alguien irrumpió en mi habitación.

—¡Buenos días, Lincoln! —se trataba de Will con un desayuno sobre un bandeja de oro—. Eres la joven promesa del Rey y es mi deber como consejero adiestrarte en el arte de la espada —consigo traía también un objeto de madera, el cual desprendió y formó una pequeña mesa en la cual colocó el desayuno—. Así que te estaré esperando en la sala de entrenamiento —me regaló una sonrisa.

—Gracias, Will. Por cierto, tengo entendido entonces que tú eres quien se dedica a adiestrar a los caballeros.

—Así es, Lincoln, pero a ellos los adiestro en la Tierra. Tú eres un caso particular y debo de enseñarte todo lo que sé.

—¿Y qué hay del Rey? ¿Dónde está? —me asomé a la puerta.

—Haciendo sus respectivos deberes como Rey, por lo que lo más idóneo sería no interrumpirlo. Ya sabes, es lunes: nueva semana, nuevos encargos, revisión diaria..., son cosas matutinas.

—Oh, entiendo... bueno, entonces, ¿qué esperamos? —repuse el ánimo una vez más.

—Esa es la actitud, ¡adelante! —dicho eso, me dejó ahí para retirarse. Por mi parte, me preparé para comenzar el día.

Tras haber comido mi desayuno y haberme aseado debidamente, me dirigí a la sala de entrenamiento. En el trayecto me encontré con Janice admirando un cuadro que se encontraba en uno de los pasillos del castillo.

—¡Hola! —saludé con alegría. Ella volteó sorprendida y me saludó también.

—Hola, Lincoln. Veo que la plática de ayer te reanimó —sonrió. Imité su sonrisa.

—Sí, Janice. Muchas gracias. Por cierto, creí que no andabas mucho por el castillo.

—No lo hago realmente. La verdad es que estoy esperando a Yasir porque me prometió llevarme a una salida romántica.

—Vaya, el Rey es muy atento.

—Obvio sólo lo es conmigo. Así que me di una vuelta y vi que tenía esto —suspiró.

Volteé a ver el cuadro y pude visualizar al Rey y a Janice montando una especie de dragón con cuerpo de serpiente, por decirlo de alguna manera. Ella lo agarraba a él mientras volaban y ambos tenían una sonrisa en sus rostros.

—Wow, que bonito recuadro. ¿Te imaginas haber montado a ese dragón de verdad? —comenté con ilusión mientras admiraba la pintura.

—¿Quién dijo que no lo monté? —respondió con un tono bromista. Aquello me dejó desconcertado—. Bueno, Lincoln, no te hago perder el tiempo. Es un gusto saludarte, ¡cuídate!

Janice me dejó solo en el pasillo. Admiré el recuadro una vez más, ¿el dragón era real? Quizá y sólo era una broma, ¿o no? Quién sabe, conociendo al Rey, quizá y podría ser real. A este punto, todo era posible. Por ahora debía ignorar el tema y proseguir en mi camino, un largo día de entrenamiento me esperaba.

Llegué a la sala de entrenamiento en donde Will me esperaba ya listo con las armas de madera. Entré a la sala y me dio una, posteriormente, sin previo aviso, comenzó a atacarme, dándome en el acto.

—No todos tus rivales serán justos contigo, Lincoln. Siempre hay que estar atentos con el entorno. Te enseñaré muchas cosas: aprenderás a derribar a tus contrincantes, aprenderás a tener en calma tu interior y aprenderás varios recursos más que serán de ayuda para tus futuros enfrentamientos.

—¡Dices que saldré al campo de batalla algún día? —cuestioné con muchos ánimos.

—Así es, Lincoln..., pero hasta entonces, ¡deberás derrotarme primero! —Will se puso en guardia, listo para enfrentarme.

El entrenamiento de ese día fue similar al del día anterior. Perfeccioné mis habilidades de bloqueo, a pesar de que Will me asestaba varias veces, pude ir reduciendo la cantidad de daño físico que me hacía. También adquiría resistencia, pero apenas era mi segundo día: había un largo y sinuoso camino que recorrer. Después de unas largas horas, Will me enseñó algo que sería relevante.

—Muy bien, Lincoln. ¡Lo haces de maravilla! Aunque sigo en un nivel muy bajo de entrenamiento, puedo decirte que lo haces bastante bien —sonrió—. Sin embargo, también debo enseñarte a atacar —reaccioné alejándome de inmediato.

—Hey, espera, yo no quiero dañar a nadie, yo... —Will dejó su espada a un lado y se acercó para tomarme de ambos hombros.

—Tranquilo. Sé cómo te sientes, soy igual que tú en ese aspecto. Prefiero bloquear ataques para siempre, pero mi padre me enseñó una vez que resguardarte no funcionará todo el tiempo debes de hacer caer a tu enemigo y más si va en contra de lo que es justo.

—Pero, Will...

—No vas a matar a nadie, Lincoln. Eso solo dependerá de ti. Además, tienes un corazón noble y puro, puedo verlo en tu interior.

Suspiré. En verdad me sentía un poco mal por lo sucedido con el último caballero, eso sumado a los hechos de que tuve que abandonar a mi familia y... mi padre... debía admitir que llegué a guardarle resentimiento por lo que sucedió en la casa, el cómo trató a Lynn y el cómo desprestigió mi muerte como si no valiera ni un centavo... bueno, ni una Moneda Mundial. Eso dejó plantada una semilla dentro de mi corazón, una semilla que iría creciendo lentamente en mi interior sin darme cuenta.

Will me sacó del trance palmeando mi hombro derecho.

—Lincoln —llamó mi atención—, ten por seguro que si sigues el camino correcto, lograrás deshacerte de todos tus malestares. Además, debes proteger a la humanidad, ¿cómo planeas hacerlo si estás dispuesto solamente a defenderte? Un caballero no sólo se defiende a sí mismo, sino que también defiende a los demás.

Las palabras de Will tenían mucho sentido. A decir verdad, tenía razón, no podía actuar de esta manera si quería convertirme en caballero y proteger a los demás si yo no atacaba también... siempre y cuando no tuviera que lastimar a aquellos a quienes se supone que debía proteger, lo aceptaría.

—Muy bien, Will. Hagámoslo —comenté decidido. Will asintió con una sonrisa, revolvió mi cabello.

—Serás alguien grande, ya verás —me guiñó el ojo y tomó su arma—, pero ahora debemos pasar a lo importante —asentí firme y me acomodé.

—Adelante, Will.

—Bueno, hay puntos importantes en el cuerpo humano para noquear a alguien, puedes pegar aquí —señaló debajo de su mentón—, o aquí —señaló sus fosas nasales—. Es importante que lo hagas con la parte plana de tu arma o podrías terminar provocando un golpe letal que terminaría en muerte: debes ser muy cauteloso con tus movimientos.

Lo que dijo me dejó un poco perplejo, pero retomé la compostura.

—De acuerdo —respondí agarrando con fuerza mi arma.

—¡Enfréntame, entonces! —ahora fui yo quien se acercó para atacar primero, pero Will no me lo dejaría tan fácil.

Así como yo bloqueé sus ataques, Will también esquivaba los míos; él no me lo dejaba tan fácil, también me atacaba y yo me defendía. Cambiábamos posiciones en toda la transición del enfrentamiento..., ataque, defensa, ataque, defensa. Llegó un punto en donde me sentí un poco agotado, pero no me rendía y seguía atacando; Will no mostraba ni un signo de cansancio y eso me tenía sorprendido, no era humano...

—¡Vamos, vamos! ¡No te detengas! —Will era insistente. Tomé valor y coraje para asestarle un golpe, necesitaba hallar una manera de darle; sin embargo, me fue imposible en todo momento.

—Yo... no... puedo... darte —puse mis manos sobre mis rodillas mientras respiraba agitado.

—Con el tiempo lo harás, Lincoln. Te lo aseguro —fue a servirme agua. Me trajo el vaso y tomé, no sabía qué diablos podría tener esa agua, pero recuperaba toda mi vitalidad y mi energía.

—¡Una vez más!

—Lincoln, nunca vas a poder... —sin previo aviso, decidí atacar con mi espada fuertemente en donde me indicó. Le di de lleno por debajo de su mentón. Will cayó de inmediato al suelo, verlo ahí me asustó.

—¡Will! ¡Estás bien? —me acerqué preocupado. Me calmé cuando vi que se levantó sin mucho esfuerzo.

—Sí, estoy muy bien. Buen golpe —sonrió con calidez—, aunque debes regular tu fuerza. Tienes suerte de que sea alguien muy resistente, ese golpe mal dado pudo matar a alguien —quedé pálido—. Por suerte estás en la práctica, ya verás como sabrás medir tu fuerza.

—¿Pude matarte? —cuestioné con preocupación.

—¿A mí? Para nada, Lincoln. Quizá a una persona común sí, pero a mí no. Tú tranquilo, como te digo, estamos practicando; además, es tu segundo día, no lo harás perfecto. Te repito, estoy en un nivel muy bajo de entrenamiento, apenas y si estoy dando algo de mí.

—¿Dices que eres más ágil y veloz?

—Lo descubrirás conforme vayas avanzando —eso me dejó con mucha curiosidad.

—¡Lo averiguaré! —cerré mi puño con determinación.

—Así se habla, Lincoln —sonrió y revolvió mi cabello—. Por cierto..., hay una cosa que debes saber.

—¿Qué?

—Sentirás que el tiempo pasará volando.

—¿Huh?

Al principio no entendí lo que Will había mencionado, pero un día averiguaría el verdadero significado de aquellas palabras. Por otro lado, Will y yo reiniciamos nuestro entrenamiento para seguir perfeccionando mis habilidades y destrezas.

Al caer la noche, me sentía sumamente fatigado y derrotado (no porque me hubiera sentido frustrado), llegué a mi cama y me recosté sumiendo mi rostro en la cama. Emití un profundo suspiro, el entrenamiento fue muy agotador, ¡y ni decirlo después de comer! Resultaba algo incómodo porque aún seguía sintiéndome lleno por la comida.

Me acomodé bien en mi cama y abracé mi almohada. Observé por la ventana en la que podía apreciar las estrellas y el cielo nocturno. Fue imposible no pensar en mi familia, a pesar de que lo Janice me dijo el día anterior, no podía evitar recordar todos los momentos que habíamos formado todos.

Suspiré. Me levanté de la cama y me dirigí a la mesita de noche. Allí estaba mi celular, aunque estaba muerto. No tenía forma de conectarlo a cargar..., tan solo quería saber cómo estaban. Los extrañaba a creces y qué decir de Lynn, ella era la que más me preocupaba y más por lo que mi padre había dicho el día de ayer. No quería que ella se convirtiera ahora en la oveja negra, no lo merecía. Tomé mi celular y me sentí decaído, no había manera de prenderlo y comunicarme con mi hermana; no había modo de hablarle y decirle que estaba bien, que no debía preocuparse, que podía estar tranquila sabiendo de mí..., pero no era posible.

En todo este mar de sentimientos, la puerta de mi habitación se abrió. Dirigí mi vista hacia donde estaba la luz que salía de la entrada a mi cuarto y pude ver que se trataba del Rey. Soltó un resoplido mientras se acercaba. Se sentó a mi lado.

—Fue un día largo —habló arreglándose su saco—, pero eso no impide que pueda visitar a mi hijo —volteó a verme y sonrió. Cuando dijo esas palabras me sentí feliz, no sabía por qué, pero podría decirse que esos detalles nunca los había recibido de mi padre—. Mi instinto me dice que tuviste un entrenamiento bastante satisfactorio, ¿le diste al blando de mi hermano? —solté una pequeña risa cuando comentó eso.

—Sí, mi Rey. Le di —sonreí ampliamente.

—Ya no me digas Rey, ahora soy tu padre —su tono no era serio como para regañarme, pero tampoco fue muy ameno. Esto era algo inusual para mí, incluso sentí raro la primera vez que se lo dije.

—Lo siento..., uh..., papá —me sentí bastante incómodo.

—Ya te acostumbrarás —puso su mano en mi cabeza y me acarició—. Y, bien, ¿no te gustaría hablar? Te siento decaído —suspiré volteando hacia la ventana—. No engaño a nadie... sé que se trata de tu familia —lo miré en cuanto mencionó eso. El Rey miró mi celular y lo tomó—. Sé cuánto ansías poder prender esto y mandarle un mensaje a tu hermana o a tu madre. Sé cómo te sientes —admiró el teléfono y, en un movimiento que me enmudeció, aventó el aparato por la ventana..., lo más impactante fue ver que la ventana no se quebró, solo fue traspasada por el aparato.

—¡Por qué hizo eso? —una profunda molestia y tristeza me abordaron.

—Recuerda lo que dije, Lincoln —desvió su mirada—, los que se estancan no sirven. No quiero que te estanques pensando en tu familia. Ellos están bien, en todo caso... —me miró de nuevo—, yo te puedo informar de ellos.

No podía creer lo que había sucedido. La única conexión que tenía con mi familia se había perdido para siempre..., ya no había manera de comunicarme con ellas: mis hermanas, mi madre..., Lynn...

—Lincoln —me abrazó por el hombro. Estaba algo molesto con él, así que me lo quité de encima. Por un instante creí que se molestaría, pero se lo tomó muy calmado—, yo sé que esto es difícil. Separarte de quienes amas es algo realmente complicado, pero... ya no hay vuelta atrás. Este es tu presente ahora, no dejes que el pasado te agobie; tú eres quien controla su propia vida, ¿te imaginas lo monótono que todo sería si hiciéramos todo como robots? —negó con la cabeza—. En fin, hijo. Espero que tomes la decisión correcta y avances hacia el futuro —me abrazó con intensidad. Al pensar en sus palabras y en cómo tomó la situación..., no dudé en abrazarlo también.

El Rey en verdad me impresionaba, me brindaba apoyo y me explicaba las cosas con calma y tranquilidad, algo que mi padre no hacía; él era tan rudo y rígido que prefería hacerme sentir escoria para cambiar en vez de sentarse a mi lado y abrazarme..., nunca se detuvo a decirme un "Te amo, hijo" y no se tomó la molestia de hacerme sentir bien alguna vez cuando por fin hacía algo perfecto. Al contrario, él... era muy seco: "Aunque sea ya puedes hacerlo, sino imagínate, de por sí que eres inútil..." y eso no hacía más que hacerme sentir peor. Solté un suspiro pesado.

—Perdóname, Lincoln. Era necesario —suspiró. Yo estaba procesando mis emociones, por lo que continúe con el abrazo—. Haré lo posible para que te sientas feliz aquí, ¿está bien?

—Sí..., papá —sonreí y lo abracé con mayor fervor.

El Rey se quedó conmigo hasta que me quedé dormido.

Yasir era un buen hombre y llegué a compartir sus pensamientos, se convertiría en el padre que nunca pude tener y también en un apoyo con el cual jamás creí contar.

Mi nuevo padre se esforzaba todos los días para que le agarrara cariño y respeto, haciéndome aprender cosas nuevas y llevándome a sitios increíbles en donde pasábamos mucho tiempo juntos.

Algo que nunca olvidaría fue la ocasión en la que monté por primera vez un caballo; me desistía, pero el Rey me obligó a vivir la experiencia..., jamás me sentí más ridículo, ¡había sido increíble! Y ahora ya sabía montar a caballo, acción que realizábamos juntos ocasionalmente.

Dejé de ir a la escuela, según mi nuevo padre, lo que podía aprender ahí ahora resultaba irrelevante y no porque no le importara que fuera un ignorante, sino porque me había dicho que hay cosas en la escuela que no es posible aprender sino es a través de la experiencia de la vida misma.

Ser el hijo del Rey tenía muchos beneficios, así como perjuicios; sin embargo, me fui adaptando a las oportunidades que se me presentaban dentro de mi nueva vida. Tenía a disposición todo lo que yo quisiera y era completamente gratis, nunca me había sentido tan afortunado.

Uno de los perjuicios de ser el hijo del Rey era que no debía decepcionarlo y tenía que ser una representación digna de su persona, de este modo tuve que ir aprendiendo sobre la fineza de la realeza, sobre la estricta pulcritud y disciplina que representaba pertenecer a esta familia, entre otras cosas, pero una de las más importantes era en ser el líder definitivo del ejército.

En este último punto entró Will. Mi relación con el consejero se volvió muy cercana, al ser el hermano del Rey se hizo como mi tío. Mi tío me adiestró con la espada y no había día que no practicáramos, aunque fuera una hora solamente. Así mismo, Will fue incrementando su nivel de entrenamiento con el paso del tiempo, volviéndose más ágil y difícil; sin embargo, esa era una clara señal de que iba mejorando.

Hablando de mi tío Will, me ayudó a rellenar mi cuarto. Ya no estaba vacío para entonces, contaba con televisión, computadora, cómics, clósets, un escritorio, repisas, pósteres, juegos de mesa, entre muchas otras cosas de mi gusto. Ahora sí era una habitación decente y ya no se sentía tan sola y vacía.

Cambiando el tema, mi amistad con Janice también se hizo algo única. Podía recordar que me había comentado que le recordaba a su mejor amigo, le pregunté su nombre, pero no me quiso decir: era algo personal y era algo relacionado con la familia, solo mi padre sería el único que decidía si decirme o no. A pesar de eso, fue con ella con quien platicaba más acerca de mi familia y buscaba su apoyo y su consejo para seguir adelante, gracias a ella, pude estar más tranquilo al respecto; aunque no niego que intenté varias veces saber sobre ellos... fueron intentos en vano porque mi tío y mi padre siempre me detenían.

Desafortunadamente, también había noches constantes en las que tenía pesadillas. No podía escapar todavía de las garras de mi primer padre. Platicaba con Will al respecto y lo único que hacíamos era practicar métodos de relajación y calma; me relajaba también entrando en combate y, como un último recurso, me había invitado a orar para estar en contacto con mi espíritu. Sin embargo, nunca me animé a intentarlo, desde la llegada del Rey que creía en la existencia de seres superiores a nosotros y, honestamente, la relevancia de todo se tornaba inconsistente; estaba decidido a crear mi propio camino y valerme por mí mismo.

Las palabras de mi tío nunca las había tomado tan en serio hasta ahora, pues como él dijo, el tiempo pasó volando. No podía comprender el cómo era posible que el tiempo pudiese haber avanzado tan rápido, pero eso sería algo que descubriría más tarde. En fin, transcurrieron 5 años desde mi llegada al castillo.

Para entonces ya contaba con 18 años, me volví un joven fornido por los entrenamientos que, desde los 15, comenzaron a incluir ejercicio físico y ejercicios de resistencia para hacerme alguien duro e incomparable. Mi agilidad se hizo más notoria, aunque todavía con eso me era imposible asestarle un ataque a mi tío; por supuesto, en algunas ocasiones se dejaba pegar para que practicara mis ataques y consiguiera regular mi fuerza, cosa que logré perfeccionar.

Ya era un hombre, prácticamente, y, por ello, en mi mente no dejaba de rondar la idea de mi primera misión como caballero real, de hecho, recordaba que le insistía el Rey desde los 16...

—¡Ya estoy listo!

—No.

Lo intenté en mi cumpleaños...

—¡De regalo quiero mi primera misión!

—Aún no estás listo.

Incluso me esforcé en limpiar el castillo por mi cuenta.

—¡Padre, estoy listo! ¡Limpié el castillo para ti! ¡Por favor!

—Hijo, deja que los sirvientes hagan su trabajo. Entiende que todavía no estás listo, pero no creas que tu esfuerzo lo tomaré en vano. Te recompensaré.

—¡Y cuando estaré listo?

—Cuando dejes de decir que estás listo —iba a decir algo, pero prosiguió—, también cuenta si se lo dices a Will —y ya no dije nada.

Ese día me cerró la boca y me dio una cachetada con guante blanco. Desde entonces que ya no mencionaba el tema, no tenía caso de igual manera. Me limitaba a seguir entrenando diariamente con mi tío Will, tratando de evitar el tema en el proceso, lo cual me tenía tenso porque llevaba ya años entrenando y yo ya me sentía más que preparado para la acción.

No fue hasta un día que mi padre y yo estábamos viendo que las protestas y las revueltas incrementaban de forma considerable que por fin consideró que ya estaba listo y, ese día, mi leyenda comenzaría.

Estábamos en mi cuarto, observando a través de mi ventana. Mi padre seguía igual de joven, a pesar de los años, parecía no envejecer. Eso era extraño, era como si su apariencia de joven de 22 años fuera eterna.

—Padre, ¿cuántos años tienes? —pregunté lleno de curiosidad. Él me miró y rechistó.

—¿Eso importa ahora? —denotaba una sonrisa burlona, mas yo lo veía con seriedad—. Oh, lo preguntas en serio —colocó su mano sobre mi hombro—. Es difícil de explicar, pero soy mayor que tú, hijo. Te llevo más años de los que piensas.

—Eso lo tengo muy claro, pero ¿exactamente cuántos?

—Es un dato innecesario, pero si tanto quieres saber, puede que algún día te lo diga —sonrió. Yo me limité a corresponder su sonrisa. Cuando mi papá no quería decir algo, no lo hacía y punto; lo mejor era no seguir insistiendo.

—Por cierto, papá, ¿qué piensas hacer con la humanidad? —emitió un suspiro.

—Es complicado, hijo. Le das al hombre todo lo que necesita, pero su ambición siempre lo llevará a querer lo que desea. No importa cuanto se resista el hombre, el deseo de su corazón lo terminará dominando un día y cuando descubre lo satisfactorio que le resulta, lo quiere más que otra cosa, ensuciando su alma y desviándolo de su camino —volteó a verme—. Por suerte, tú te has mantenido al margen.

—¿Qué hay de mi familia? —hice un ademán con la mano. A pesar de todo, había tomado la palabra del Rey y siempre podía informarme un poco acerca de mi familia, pero solo eran cosas generales acerca de su bienestar y su progreso.

—Ellos están bien, siguen respetando mis reglas; aunque, bueno, ya sabes, tuvieron que mudarse de nuevo tras la destrucción del pueblo al que se habían movido.

—Sí, me habías contado —suspiré. Era horrible saber que mi familia tenía que soportar la inmundicia de las personas que los rodeaban—. Gracias por decirme.

—No me agradezcas, es tu familia después de todo.

—Tengo dos hermanas más que ni conozco, ¿por qué no puedo saber sus nombres ni su aspecto?

—Es mejor así, créeme. En el futuro me lo agradecerás.

—De acuerdo, papá —suspiré—. ¿Qué haremos hoy? —ante mi pregunta, mi padre me vio con un gesto serio.

—Hijo, los tiempos de ahora son muy difíciles. Me enteré de que la gente llegó a rebelarse en contra de sus propios caballeros. Los caballeros rojos pudieron parar a la multitud debido a su arma asesina, pero los demás..., ellos no pudieron frenar a la sociedad entera que los acechaba. El Mundo quiere regresar a su perversión y malignidad..., a su naturaleza y es mi deber frenarlo —me miró con una sonrisa de orgullo—. Hoy, hijo, iniciarás tu primera misión como caballero.

Escuchar eso me conmocionó, haciéndome estallar de felicidad.

—¡Gracias, gracias, gracias! —lo abracé con mucha fuerza. Correspondió mi abrazo.

—No me agradezcas todavía, ¡anda! Que antes de partir, Will debe enseñarte y darte recursos muy valiosos para tu primera misión —se separó de mí—. Te estaré esperando afuera del castillo, espero estés preparado —acarició mi cabello y se levantó, para después irse a la puerta—, y sé que lo estarás.

Después de eso, mi papá se fue. No perdería el tiempo y me iría de inmediato con mi tío.

En la sala de entrenamiento, mi tío Will mostraba una expresión seria.

—Parece que por fin llegó el día —se acercó a mí y puso su mano en mi hombro—. Es tiempo, pues... de entregarte tu arma —mis ojos brillaron en cuanto dijo eso. ¡Por fin obtendría mi espada verdadera! ¿Cómo sería? ¿De qué metal estaría forjado? ¡Sería grande? ¡Ya quería saberlo!—. Cierra los ojos —acaté su acción y cerré mis ojos. Sentí una brisa recorrerme lentamente—. Ya puedes abrirlos —y al abrir mis ojos, nos hallábamos en un valle solitario, no había nada a la redonda, a excepción de un enorme roble que se hallaba enfrente de nosotros.

—¿Dónde estamos? —cuestioné con curiosidad mientras nos acercábamos al roble.

—Aquí se forjará tu primer y única espada —me miró con decisión—. ¡Lincoln Dagger! ¡Tu destino será marcado desde hoy! Sin embargo, tu camino será el único que decida si acepta ese destino o se desvía a otro, tú no eres como los demás... tú tienes la libertad de escoger.

Las palabras de Will me dejaron desconcertado.

—¿Eso qué significa?

—Lo sabrás en su momento, Lincoln. Por ahora... —se dirigió al roble y de su mano salió una espada de energía de color turquesa, ¡madre santísima! Mi padre y mi tío no dejaban de sorprenderme—, ¡forjaremos tu espada! —y con un movimiento, cortó el roble. El árbol cayó inevitablemente hacia el suelo— Y también te forjaremos una armadura —replicó enfundando su espada de energía.

—¿Y el roble de qué nos sirve? —pregunté confundido.

—Será nuestro material —me quedé ofuscado. Inmediatamente me acerqué a mi tío tratando de encontrar una explicación.

—A ver, a ver, a ver... —hice un ademán con las manos—, ¿estás diciendo que mi espada y mi armadura estarán hecha de... madera? —señalé el roble escéptico. Will me observó con extrañeza.

—Sí, ¿tienes algún problema con eso? —seguía confundido.

—¡Pues...! —trataba de hacer gestos con las manos para dar a entender mi incomprensión—. ¿Por dónde empiezo? —señalaba el roble otra vez— ¡Es madera! ¡La madera se puede quemar! ¡Qué hago si un lunático me quiere prender en llamas?

Mi tío se mostraba tranquilo y sereno.

—Que poca fe tienes, Lincoln —rio a sus adentros—. Soy ya como tu tío, voy a procurar tu seguridad —palmeó mi hombro—. Así que déjame hacer mi trabajo.

Me quedé intrigado acerca de lo que mi tío haría, así que me aparté de su camino.

Desenfundó su espada y se acercó al roble, cortó pedazos del roble y los apartó. Me acerqué para ver lo que haría, pero me apartó con su mano.

—Lo que haré parecerá increíble, así que mantente distanciado, ¿está bien? —Will estaba realizando acciones muy extrañas y no dejaba de sacarme de onda. ¿Qué estaba haciendo?

—¿Por qué quieres que me aleje?

—Para que no me estorbes —de sus manos desprendió una energía turquesa de la cual emanaron muchas mesas de trabajo.

Me alejé de inmediato en cuanto salieron los muebles de energía, no sabía exactamente como actuar ante aquello que salió tan repentinamente. Will actuó velozmente dejando los pedazos de madera en una de las mesas de trabajo y comenzó a lijarlas y a darles forma rápidamente. Lo hacía tan rápido que parecía un fantasma que se movía de un lado para otro, ¡era impresionante! Si este era el potencial de mi tío, ¡entonces era más que evidente que jamás podría ser capaz de asestarle un golpe en la vida!

Tras un poco de espera, mi tío me tenía preparada mi armadura y mi espada hechas de... madera. Seguía sin poder creerlo.

—Bueno, Lincoln, aquí está tu espada y tu armadura —me señaló detrás de él.

Fui lentamente hasta lo que Will había construido rápidamente para mí. Tomé la espada con incredulidad y puse mi mano sobre la armadura aún sin captar todavía.

—¿Se supone que voy a combatir con esto? —miré a Will confundido.

—Tu espada y armadura ya fueron forjadas, Lincoln..., pero aún no están terminadas —sonrió. Extendió su mano.

Vi mi espada y se la pasé. Mi tío agarró la espada con una mano y puso su otra mano encima del mango de esta. Un intenso brillo se presentó en el mango de la espada con el color que ya caracterizaba a Will. Cuando terminó, me brindó la espada y cuando la tomé, pude presenciar que tenía inscrito una letra en el mango: "G".

—¿Qué es G? —lo miré a los ojos.

—Es la marca de El Guardián —palmeó mi hombro—, la pureza de tu corazón y esta espada será lo único que ocuparás para enfrentarte a los malhechores en tu primera misión —admiré la espada por un momento. No entendía nada.

—¿Y... cómo haré eso? Digo, soy ya un profesional con el manejo de la espada, incluso has agudizado mis sentidos y has perfeccionado mi percepción del entorno..., pero... son demasiados, ¿cómo lo conseguiré con solo esta espada de madera?

—Es hora, Lincoln... el beneficio máximo de ser el hijo del Rey... es conocer las técnicas secretas de la espada —abrí mis ojos con sorpresa—, aunque solo funcionarán si portas un arma especial —me señaló la letra del mango—, y si también eres apto para controlar tus emociones. Te he entrenado duro para que seas lo suficientemente maduro como para controlar tus emociones y sentimientos y los canalices a través de tu alma. Habiendo conseguido eso, es que ahora puedo enseñarte la reliquia familiar: este conocimiento tan invaluable que cualquiera que lo posea será invencible —tomó la espada de madera de mis manos—. Volvamos al castillo.

—¿Y qué hay del roble? —señalé el árbol caído.

—Ha cumplido el propósito por el cual fue plantado.

—¿Dices que ese roble nació y creció... solo para ser cortado y convertirse en esta espada y armadura? —me sentí perdido por un momento.

—Lo entenderás algún día, Lincoln... algún día —tomó mi hombro—. Ahora cierra los ojos —suspiré. Sin duda estaba muy confundido respecto a todo esto, quería tener mis respuestas, pero no podía exigirlas. Cerré los ojos y me resigné, confiaba en mi tío después de todo.

Llegamos a la sala de entrenamiento. Mi tío colocó la armadura en una de las bancas y, con una seña, me indicó que me acercara. Acaté su orden y tomé dirección a donde estaba, poniéndome a un lado de él.

—Muy bien, Lincoln —inhaló profundo y exhaló—. Te enseñaré la técnica más valiosa y codiciada por todos. La técnica capaz de derribar a lo que sea que tengas en frente, ¡no habrá rival que no caiga ante esta técnica! —empuñó la espada con fuerza y la posicionó a un lado de él—. Tu enemigo perderá toda su habilidad y poderío, dejándolo sin vitalidad y rendido en el suelo. Te estoy hablando de la técnica de silenciamiento —cerró los ojos y efectuó un ataque horizontal en el aire. Impresionantemente, la misma onda que los caballeros podían realizar con sus espadas a través de un botón, estaba siendo efectuada por mi tío con tan solo aquella espada de madera.

—Wow —admiré la onda y vi como siguió su curso.

—La onda no se detendrá hasta darle a algo.

—¡Will! ¡Cuántas veces te he dicho que no uses tus ondas a esta dirección? ¡Puedes darle a los caballos! —la voz de mi padre sonaba molesta.

—¡Lo siento! —rio con nerviosismo.

—¿Le dio al Rey? Lo oigo bastante bien —comenté confundido. ¿Mi tío me habrá tomado el pelo?

—No, lo que pasa es que nosotros, los Dagger, poseemos... una capacidad única para retener efectos que podrían perjudicarnos —se rascó la cabeza. No me creí mucho la explicación en su totalidad, pero no tenía más información—. En fin, inténtalo tú —me pasó la espada. La tomé con inseguridad.

—Muy bien, aquí vamos... —inhalé profundo, iba a realizar el corte, pero Will me detuvo.

—Ni siquiera sabes lo que debes hacer para que funcione, espera —rio—. Hay algo único con esta técnica y es que solo puede ser usada por personas puras de corazón; personas que no se vean afectadas por la iniquidad y la inmundicia del Mundo. Solo gente que sepa el verdadero valor de la pureza será capaz de efectuar la técnica. Así que, inhala profundo y cierra los ojos —hice lo que me pidió—. Canaliza tus emociones y tus sentimientos dentro de tu alma —sentí un fuerte bombeo dentro de mí—, y realiza el corte —abrí los ojos y realicé el ataque horizontal: una onda turquesa emanó de la espada. Sonreí de felicidad pura—. Lo hice... ¡lo hice!

—¡Lo hiciste!

—¡Will!

—¡Perdón! —una gota de sudor se presentó en su rostro. Me miró posteriormente—. Bueno, Lincoln... —suspiró—, tú entrenamiento se ha acabado oficialmente.

—¡En serio? —estaba impactado. Años y años de duro combate y enfrentamientos por fin rindieron sus frutos—. Eso significa... que estoy listo —comenté determinado; aunque surgió una inquietud en mí—. Pero..., tío... ¡no creas que no te desafiaré hasta vencerte! —sonreí.

—Estaré aquí siempre que lo desees —sonrió con calidez. Sin duda mi tío era el mejor—. ¡Ahora ve! El Rey aguarda —asentí—. Oh, pero tu armadura. Deja te la pongo.

Fuimos a la banca donde estaba la armadura. Se veía bastante grande, a decir verdad. Will abrió la armadura como si de una capsula se tratase, partiéndolo a la mitad; la línea divisoria era vertical. Me indicó que introdujera un brazo y luego el otro, entonces acomodé mis piernas igualmente y cuando estaba listo, mi tío cerró la armadura. Sin soltarme todavía, Will hizo emanar más energía de su ser y sentí como la armadura se fue acoplando a mi cuerpo.

—Listo, ahora la armadura se irá adaptando a tu cuerpo.

—Esto es... no tengo palabras —a pesar de ya llevar años dentro del castillo, las capacidades tanto de mi padre como de mi tío no dejaban de sorprenderme.

—Yo tampoco las tendría —rio—. ¡Ahora ve! El Rey no es muy paciente —rápidamente me dio el casco de mi armadura y me empujó con suavidad e insistencia.

—¡Primera misión, aquí voy! —con un semblante de determinación, me dirigí a las afueras del castillo con mi casco por debajo de mi brazo izquierdo.

Por fin tendría mi primera misión como caballero real, a pesar de cargar con una armadura bastante inusual y un arma que creía susceptible al fuego. Me encontré con mi padre y me guio a la parte trasera del castillo, donde me dijo que ahora tendría que escoger un caballo que sería mi fiel compañero hasta la muerte. Yo me emocioné de inmediato, no tardó en enseñármelos. Hubo varios que él me fue mostrando, pero ninguno me llamó la atención; sin embargo..., uno de ellos me vislumbró. Era un caballo blanco con pelo amarillo, el cual reflejaba con intensidad la luz del sol. Miré maravillado al animal que tenía en frente

—Quiero ese —me acerqué al caballo, este era gentil igualmente, pues me aceptó en seguida.

—¿Y cómo lo piensas llamar? —preguntó mi padre de repente.

—Uhm...

—Debe ser un nombre imponente, breve y fácil de recordar, un nombre único...

Observé a mi caballo con detenimiento y la luz solar lo hacía brillar con intensidad. Fue entonces que decidí.

—Sol..., lo voy a llamar Sol... —acaricié a mi caballo.

—Bueno, Lincoln..., entonces que así sea —tocó al caballo con su mano derecha y con su mano izquierda me tocó a mí. El caballo relinchó—. Te ha aceptado como su amo. Ahora es tuyo y te seguirá a donde tú le digas —me sonrió con sumo orgullo. Suspiró—. Que rápido pasan los años, muchacho —revolvió mi cabello—. En fin, ¡es hora de tu primera misión!

—Estoy listo, padre —me subí al caballo y me coloqué mi casco—. ¿A dónde debo ir?

—Hay una ciudad cercana ubicada en el estado de Indiana. Tu primera misión es doblegar a los rebeldes que ansían su libertad de expresión ante las perversidades de su enferma mente.

—¿Qué cosas quieren publicar en línea? —pregunté curioso, a lo que mi papá hizo un gesto de asco y desagrado.

—Ugh..., no quieres ni saberlo.

—Te tomaré la palabra —imité su gesto. No podía imaginar lo que querían, pero para que hiciera esa expresión, era realmente turbio. Inhalé profundo—. No te decepcionaré —lo miré con coraje.

—Sé que no, tienes madera para esto —me guiñó el ojo mientras sonreía burlesco. Capté la broma y reí.

—Qué gracioso, padre —comenté irónico—. Por cierto, ¿esto será suficiente? Aún no me siento con confianza.

—Tú confía en ti, no en lo que portas. Eres el caballero Lincoln ahora, ¿o es que un caballero prodigioso es definido por el arma que porta? —negué con la cabeza—. Un verdadero caballero da su vida por su ideal, pero claro, tú no morirás —me guiñó el ojo de nuevo. Me sentí más seguro.

—Gracias, padre. ¡Qué Dios me acompañe! —declaré alzando mi espada mientras ordenaba a mi caballo que avanzara.

—¡Adelante, hijo! ¡Demuestra tu potencial! —volteé a ver a mi padre. Era un hombre magnífico, único. Sonreí con optimismo y valentía mientras mi caballo y yo descendíamos de las nubes para llegar a la ciudad dicha por mi padre.

Mi caballo era muy veloz y podía sentir la fuerza con la que galopaba, había hecho una muy buena elección y mi padre lo sabía; su inmenso orgullo por mí me otorgaba confianza.

Arribamos a la ciudad y fuimos recibidos por una muchedumbre de gente molesta con muchas pancartas que contenían palabras altisonantes y peticiones bastante burdas y desagradables. Me dieron un poco de asco, pero era su deseo humano; suponía que a esos hombres les faltaba conseguirse mujeres para satisfacer aquellos deseos tan primitivos.

La gente no tardó en acercarse a mi posición. Tomé mi espada con decisión, tenía muy presente la técnica que mi tío me enseñó.

—Sol, aléjate. No quiero que salgas lastimado —mi caballo pareció haberme entendido, quizá se debió a lo que mi padre hizo. Se alejó un poco de la zona.

—¡El Rey mandó a otro de sus lacayos!

—¡Es un idiota! ¡Sí pudimos contra el otro, este será pan comido!

—¡Qué es eso, además? ¡Madera? —todos iniciaron a burlarse. Yo no me dejé llevar por sus insultos tan bajos.

—¡Escuchen! —hablé con mucha fuerza. Todos se callaron de momento—. ¡El Rey se ha cansado de gente como ustedes! ¡Esta es la última advertencia! ¡Resígnense o sufrirán las consecuencias! —todos se miraron. Segundos después, las carcajadas se dieron a relucir.

—¡Hablas en serio? —preguntó un tipo obeso dentro de la multitud—. ¡Y qué harás? ¡Jugar con tu palito?

—¡Qué miedo! ¡El caballero de juguete nos dirá que hacer! —su soberbia alimentó un poco mi rabia, pero trataba de controlar mis emociones. De pronto dejaron de reírse.

—¡Bueno, basta de payasadas! ¡Acabémoslo y démosle una señal al Rey de que no nos detendremos hasta obtener nuestras libertades! —declaró uno que traía una pancarta.

—¡A la carga! —desafortunadamente, el Rey no podía eliminar herramientas básicas como los trinches y las palas... cosas que ahora usaban como armas, además de antorchas... esas últimas me dieron mala espina, pero confiaría en mi tío: tenía fe.

—Vengan, raritos enfermos —musité con determinación.

La primera fila llegó con todo a quererme dar. Con velocidad y astucia, atacaba a diestra y siniestra mientras bloqueaba a algunos con sus herramientas. Increíblemente, mi espada no se inmutaba ante tanto choque de metales: seguía intacta. La muchedumbre se estaba acumulando, logré noquear a unos cuantos, pero eran demasiados. No había más opción, debía usar la técnica.

Centré mis emociones dentro de mí alma e inicié a efectuar varios cortes horizontales. Las ondas que desprendían de mi espada cubrían mucho terreno, provocando que la mayoría quedara rendido en los suelos. No podía creerlo, todos habían caído y sólo había bastado hacer eso; aunque uno había conseguido evadir la onda, se quedó estupefacto.

—¡No es posible! ¡Un caballero no puede efectuar esa onda de manera tan fluida y repetitiva! —se mostraba nervioso—. ¡Quién eres tú?

No supe cómo contestarle en ese instante, solo me acerqué a él mientras la multitud estaba en los suelos. Pude notar que recuperaban sus fuerzas, pero se les dificultaba levantarse.

—No importa quién soy, lo que hago habla por mí.

—¡Un estúpido con traje de madera no nos vencerá! —volteé rápidamente para ver qué había sido eso.

Un hombre había tomado una antorcha y la había aventado directamente hacia mí. En ese instante me alarmé y pude ver como el fuego brillaba con intensidad. El tiempo pareció haberse detenido en ese instante. La antorcha estaba a escasos centímetros de mí, iba a quemarme vivo si eso me daba... o eso pensaba. El fuego impactó contra mi armadura, incendiándose por completo; sin embargo, no sentía el calor y no sentía la armadura quebrándose, aquello me dejó anonado.

—¡Les dije que sería muy fácil! —gritó uno de ellos con júbilo..., no tenía idea de lo que les esperaba.

Empecé a caminar con firmeza mientras el fuego seguía envolviéndome por completo. Me sentía uno con las llamas, ¡jamás me sentí más vivo! Los hombres habían conseguido levantarse y reincorporarse y no pude evitar sonreír con gracia al ver sus expresiones de incredulidad.

—¡Es imposible! ¡Como no te estás quemando vivo? —retrocedieron al verme.

—¡Por el Rey! —exclamé con fiereza, alzando mi espada mientras me acercaba a ellos.

—¡Este tipo está loco! ¡Corran! —todos iniciaron a huir, pero no los dejé cuando expulsé más ondas de silenciamiento hacia ellos. Cayeron rendidos y esta vez aproveché para dejarlos inconscientes con ayuda de mi espada de madera; el fuego de mi armadura se fue desvaneciendo, pero mientras lo tenía encima, me ayudaba a repeler a los que querían atacarme. ¡No tenía fe al principio, pero después de eso...! ¡No podía decir más que esa arma y esa armadura eran geniales!

Finalmente, pasado un rato, conseguí derrotar a toda la muchedumbre. Me subí a una pila que se había formado por todos los hombres caídos y alcé mi espada hacia los cielos.

—¡Lo he conseguido, padre! ¡Lo logré! —estaba tan extasiado y tan feliz que no podía sentirme mejor.

Después de años y años..., mi sueño de ser caballero se había vuelto realidad y, no solo eso, era un caballero formidable. Tal vez no hubo un verdadero desafío, con mi técnica era imbatible ante toda esa gente, además de que no tenían ninguna enseñanza respecto a la espada, una clara ventaja. Sería formidable hallar a alguien que pudiera darme una batalla seria, pero eso lo descubriría con el paso del tiempo.

Algo agotado, llamé a Sol para que viniera por mí. Mi caballo se acercó con velocidad, colocándose a mi lado.

—Venga, compañero —lo acaricié y me monté en él. Me quité el casco y me despabilé—. Tiempo de ir a casa —Sol se lo tomó con calma, galopando a una velocidad calmada. Después de tanta presión, un relajante paseo en caballo no sonaba para nada mal...

Regresamos al castillo con orgullo y felicidad, ¡había cumplido mi primera misión! Y no solo eso, tenía ya un amigo leal, Sol. Dejé a mi caballo en la parte trasera del castillo y me dirigí a la entrada del mismo. Vislumbraba una gran sonrisa satisfactoria, ¡me sentía invencible! Ya quería saber lo que mi padre diría. Entré al salón del trono y ahí estaba él, sentado en su trono. Yo le tenía un gran aprecio y respeto a mi padre, por lo que me dirigí a él debidamente; me arrodillé y puse la punta de mi espada en el suelo al mismo tiempo que recargaba mis manos sobre el mango (había visto la posición en algunas películas, eran mi único punto de referencia, ¡era mi primera vez, después de todo!). Al Rey pareció agradarle, incliné mi cabeza.

—Misión cumplida, mi Rey —hubo un momento de silencio.

—No mataste a nadie —las palabras de mi padre me dejaron desconcertado, por fortuna, mi tío intervino por mí.

—Hermano, esto era una misión de neutralización. Lincoln no tenía la obligación de...

—Neutralizar, admito, es una palabra ambigua... —interrumpió—, sin embargo, ¿de qué sirve dejar vivir a esas personas si regresarán a hacer lo mismo? —suspiró—. En fin, hijo, eso no quita tu mérito —sonrió y me observó—. Has demostrado ser alguien fuerte y con valor —se levantó de su trono y comenzó a dirigirse hacia mí (oí cada uno de sus movimientos), se detuvo al llegar conmigo.

¿Qué me diría? Estaba ansioso.

—Lincoln Dagger..., me has demostrado ser alguien inteligente, capaz, diestro, fuerte, astuto y valeroso —hizo aparecer una espada de energía amarilla y la colocó en mi hombro y luego en el otro—. Así que te nombro líder de mi ejército, siempre y cuando sigas los consejos de mi hermano; con el tiempo, dominarás el arte de la guerra y la complejidad de la estrategia, en ti recae ahora la protección de la humanidad y de su futuro.

¡No... puede... ser!

—Será todo un honor, mi Rey —estaba explotando de la emoción, ¡no podía ser cierto!

—Sé que me harás sentir muy orgulloso, hijo mío —se agachó a mi altura—. Corregirás la maldad de este mundo y, de ser necesario, la destruirás, ¿lo prometes? —sin pensarlo mucho, asentí.

—Será mi promesa inquebrantable de caballero, mi Rey —puse mi puño en mi pecho en señal de compromiso.

—Que así sea, entonces. Puedes retirarte —caminó en dirección a otro cuarto—. Ya eres todo un hombre —alcé mi mirada y me sonrió con orgullo para después irse.

Me levanté y Will se acercó.

—Tranquilo, Lincoln. Mi hermano puede ser muy duro a veces, no tienes por qué seguir sus pasos.

—Lo sé, tío. En serio no quiero matar a nadie...

—No te salgas de este camino, Lincoln. Te aseguro que serás alguien invencible —suspiró—. Bueno, deberías irte. Mañana debemos comenzar con la reunión general de los caballeros, el mundo está en grave caos y debemos imponer orden, ¡lo lograremos! —repuso con entusiasmo—. Descansa —me abrazó con fuerza por el hombro y me soltó. Posteriormente, se fue de allí.

Mi tío era admirable..., ¿por qué mi padre lo hacía ver como alguien inferior o inútil? Bueno, quizá solo bromeaba, después de todo, siempre emitía una sonrisa burlona después de tratarlo así.

En dirección a mi cuarto, pasé por la puerta que me había estado matando de curiosidad desde hacía mucho años. Era inmensa y la mayoría del tiempo retumbaba, como si alguien estuviera exigiendo salir de ahí. Me acerqué, aprovechando que no había nadie, y pegué mi oído contra la puerta. Inesperadamente, se azotó con fuerza y me espanté, alejándome. Entonces, una voz muy ronca me llamó.

—Lincoln... —me asombré y vi algo horrorizado hacia la puerta; sin embargo, me calmé cuando me nombraron de nuevo, pero esta vez había sido una voz dulce.

—Lincoln, ¿qué haces aquí? —volteé a ver y se trataba de Janice. Dios mío..., quizá había alucinado.

—Na-nada, Janice. Solo curioseaba por el castillo.

—Sabes que a Yasir le enfada que andes en lugares inaccesibles —hizo una advertencia con su dedo mientras me miraba con firmeza.

—Lo sé y lo siento —reí nervioso—. Actualmente me iba a ir a dormir... —sobé mi brazo derecho—, ¿te importa si hablamos un poco?

Janice negó con la cabeza.

—Anda, vamos —se adelantó.

Tomamos asiento en la cama de mi cuarto y entablamos una conversación.

—Dime qué sucede —tomó el control de la televisión.

—Verás, hoy fue mi primera misión como caballero y..., me sentí algo incómodo cuando regresé —rasqué mi nuca.

—¿Por qué? —prendió el televisor. Las noticias estaban en pantalla.

—Pues, verás, mi padre pareció un poco decepcionado cuando llegué y se enteró de que no había matado a nadie... —suspiré.

—¿Te ordenó hacerlo? —preguntó con seriedad.

—No, pero...

—¿Entonces? Tú, tranquilo, Lincoln. Yasir podrá ser alguien exigente, lo admito, pero nunca te obligará a hacer algo que tú no quieras, más aún que eres ahora su hijo —sonrió—. Lo conozco muy bien y él solo quiere lo mejor para todos.

—¿Dices que entonces lo mejor habría sido matar a los ciudadanos?

—No estoy muy de acuerdo con esa idea, pero... —desvió su mirada—, Yasir sabe lo que hace y por qué lo hace. No lo puedo juzgar realmente; si él dice algo es por una buena razón, él sabe mucho más que yo o cualquiera, no es alguien ordinario y eso deberías tenerlo muy presente.

No podía refutar lo que Janice me había dicho, era totalmente cierto. Aun así, seguía esa incertidumbre dentro de mí, ¿debería hacer caso a mi padre? No quería, en verdad, ese no era mi estilo.

—Lincoln —continuó hablando—. Yasir te tiene aprecio, él solo quiere que sigas tu propia voluntad. Él ya te ha enseñado y educado, ahora te toca a ti pensar. Eres libre de decidir y depende de ti lo que suceda, está vida es tuya y de nadie más, de ti depende lo que pase —puso su mano en mi hombro—. Eres un gran chico, no dudo que llegues a hacer cosas grandiosas —me soltó.

Me sentía muy agradecido del apoyo de Janice. El Rey tenía una muy buena compañía. Sonreí con agrado.

—Gracias, Janice. Siempre es agradable hablar contigo.

—No hay de qué, Lincoln. Debo retirarme, quiero estar con Yasir —se acomodó el cabello y se levantó.

—¿Qué harán? —pregunté por mera curiosidad.

—Divertirnos —soltó una pequeña risilla—. Buenas noches, Lincoln —salió de la habitación. Minutos después, mi mente reaccionó.

—Oh...

En todo ese tiempo jamás me había enfocado en los deseos de la carne, además de que, al estar tan concentrado en el entrenamiento y la perfección para hacerme caballero, no le tomaba mucha importancia ni atención. Así que seguía siendo algo desconocido para mí, pero nunca me interesó en lo absoluto, de todas formas, el tiempo ni me iba a alcanzar luego de que mi padre me había nombrado oficialmente el líder de su ejército.

Antes de terminar el día, hubo una última cosa que me sacó una sonrisa.

—En otras noticias, hombres aturdidos y aterrados difundieron la presencia de un caballero inusual.

—¡Ese chico nos venció con una espada de madera! ¡De madera! —reí al ver al hombre tan asustado—. En definitiva, nos dio una paliza, gracias a Dios tuvo misericordia de nosotros...

—¿Eso significa que cambiarán de parecer?

Otro agarró la cámara.

—Ya veremos...

—Esta es la historia de cómo un joven caballero acabó con una ciudad entera, la mayoría lo reconoció como "El Caballero de Madera" —me sentí muy satisfecho. Ese día, "El Caballero de Madera" sería una leyenda y una inspiración para muchos.

Apagué la televisión después de eso. Sinceramente estaba muy contento y esperaba de todo corazón que cambiaran su actuar. No soportaría tener que..., bueno, lo mejor sería pensar positivo.

El día siguiente empezó con todo. Todavía ni eran las siete en punto de la mañana y mi tío arrasó con mi puerta. Exclamó con firmeza que la reunión daría inicio en pocos instantes y debía apresurarme.

Agitado y destanteado de tan repentina aparición, me vestí lo más rápido que pude. Me coloqué mi armadura y enfundé mi espada y me dirigí junto con Will a un sitio donde todos los caballeros estarían reunidos.

Mi tío anunció mi liderazgo, nadie se opuso; yo me sentía muy nervioso y ansioso por el asunto, honestamente. Creí que alguien dudaría de mí, pero estaban viendo a la leyenda viviente parado justo en frente de ellos. Ninguno titubeó, pues vieron de lo que era capaz y, con Will aconsejándome, podría decirse que se sentían en buenas manos.

Mi tío y yo extendimos un mapa del mundo entero. Me explicó la situación general de cómo se encontraba actualmente el Mundo y cuáles eran los puntos a tomar en cuenta al igual que las estrategias más aptas para las circunstancias. Conforme me detallaba cada una de las ideas, fui comprendiendo poco a poco cómo funcionaba todo: mi mente comenzó a originar un plan para deshacernos de los rebeldes y así por fin instaurar de nuevo la paz y la rectitud que tanto anhelaba el Rey.

Para mí infortunio, dentro de las filas había caballeros rojos, información que me hacía sentir incómodo. No estaba del todo de acuerdo que ellos se entrometieran dentro de las misiones. Will no repuso nada al respecto; de este modo, decidí mandarlos a descansar y me quedé únicamente con los caballeros de protección.

Así mismo, formé grupos y los acomodé de tal manera que cada uno de ellos pudiera salir con vida de cada una de las misiones. Estudié cada caballero que había dentro de nuestras filas, inspeccioné la experiencia de la mayoría y sus estilos de combate, todos ellos tenían la técnica del silenciamiento, pero únicamente la podían ejercer por medio del botón que sus espadas poseían. Tenían una recarga aproximada de 10 segundos, cosa que tuve que tomar en cuenta para organizar mejor a mis tropas.

Tras una exhaustiva revisión y organización, todo quedó perfecto. Los grupos más experimentados irían a las ciudades grandes y violentas, los grupos más recientes los mandaba a los pequeños poblados y a los intermedios los mandaba a ciudades que no presentaban mucha violencia.

Por mi parte, me encargaba de los peces gordos.

Fue así que inició el plan: "Restauración del nuevo Mundo". La Tierra estaba muy corrupta y mi deber como caballero era neutralizar todas las malas influencias que en ella se hallaban.

Combatí con valor y fervor, dejando muchedumbres enteras sin oportunidad de continuar. Sol me acompañaba a todos lados y juntos derrocábamos a los más temidos de los hombres. No hubo humano que pudiera resistir mi espada, todos caían sin excepción. Mi leyenda se esparció por todo el mundo y las cámaras me seguían a donde fuera que iba..., jamás mostré mi rostro, nunca olvidé que mi padre me había dicho que nadie debía conocerme.

Al final, el plan fue todo un éxito. Nos llevó 4 años, pero conseguimos disminuir la malignidad y el deseo pecaminoso del hombre.

En todos esos años jamás dejé de practicar y entrenar, a pesar de que Will declaró por terminada mi preparación, yo quería seguir mejorando. Mi tío se sintió orgulloso de mi voluntad y gustoso siguió adiestrándome y enfrentándome. Caía una y otra vez, su dificultad era bastante alta ahora; aunque a pesar de ello, me levantaba siempre con vigor y coraje, dispuesto a sacar el máximo potencial del entrenamiento. Mi determinación era única y mi visión era ser mejor que el día anterior, ¡algún día podría derribar a mi tío! Incluso probaba con la técnica, pero mi tío siempre la podía esquivar, era imbatible, pero un día lo lograría.

Sin embargo, el destino tenía otros planes...

No pudo pasar si quiera un año y medio y la iniquidad del hombre se realzó con mucho mayor fuerza que antes. Las noticias estaban llenas de multitudes enfurecidas. Estaban en contra de los caballeros, los ciudadanos ahora los mataban sin piedad alguna. Eso me hizo tenerle desprecio a la humanidad...

Me reuní con mi tío para rescatar a todos los caballeros posibles y les di cobijo en una de las ciudades que habían sido destruidas con anterioridad. Rogué a mi padre que les diera techo para dormir y los proveyera de provisiones para que pudieran tener una vida digna. Aún recuerdo cuando se lo pedí, se mostró un poco..., decepcionado. Ese día pude sentir la pesadez de mi padre, mientras no podía dejar de recordar las palabras que me había dicho en mi primera misión.

El corazón y el alma del hombre estaba demasiado corrupto. Sus deseos, sus anhelos, sus perversiones, ¡su tan añorada "libertad"! La humanidad estaba enfrascada, ¡por qué no podían aceptar las malditas reglas?

Mi corazón no pudo soportarlo más, primero fue mi padre, luego fue el Mundo y después..., todo se fue al vacío.

Vidas inocentes habían sido exterminadas por mi piedad, no podía creerlo. ¿Tan lejos podía llegar el ser humano? ¿Tan importante era para ellos su inmundicia? Sin duda alguna, el Mundo estaba verdaderamente enfermo. Jamás comprendí su actitud y su comportamiento..., pero lo sabría con el tiempo.

Tenía 24 años cuando un nuevo cambio radical se originó en mí.

Indispuesto a perder más vidas de mis tropas, me dispuse ir yo solo a recorrer el mundo y enfrentarlo. Mi repudio hacia el hombre me estaba afectando, la pureza de mi corazón decaía más y más..., podía notarlo... la técnica me llegaba a fallar de vez en cuando; el entrenamiento que me forcé a tener con mi tío esos últimos años me había dado la oportunidad de sobrevivir a las muchedumbres.

Un día llegué a Las Vegas montando a Sol. Cuando arribé me quedé estupefacto. Mis ojos no podían concebir lo que veían..., aquel estado era la representación misma de Sodoma y Gomorra, un pueblo bíblico que vivificaba la presencia del mismísimo pecado en persona; incluso podían escucharse los alaridos de placer por doquier.

En cuanto entré, muchos dejaron de hacer lo que estaban haciendo. Me miraron con despecho y desaprobación, una inmensa multitud no tardó en formarse para enfrentarme. Iba a ser un día más en mi rutina, no habría nada por lo cual preocuparse.

El suelo se llenó de gente desmayada, todos intentaban hacerme caer, pero resultaba imposible. Hasta llegó alguien que sabía defenderse y atacar con astucia, mas mi adiestramiento era mucho mayor comparado al de aquel novato..., no me duró ni un minuto; mi tío había hecho un trabajo incomparable conmigo.

Pasaron semanas enteras en el estado, tuve que ir de ciudad en ciudad, todo estaba repleto de seres enfermos y corrompidos por su deseo y su iniquidad.

Finalmente alcancé la capital del estado. Este iba a ser un día complicado, Sol ya estaba cansado.

—Este es el último, amigo. Nos iremos al castillo después de esto, ¿está bien? —Sol se despabiló—. Eso es. Mientras descansa, yo volveré por ti —lo acaricié. Mi caballo se acomodó y se puso a dormir.

Ese día tenía planeado acabarlo rápido, no quería tardarme por Sol. Mi caballo estaba realmente exhausto, no aguantaba más y yo lo entendía y lo sentía, pues mi padre me conectó a mi caballo. Yo también estaba fatigado, pero debía cumplir con mi misión, no podía fallarle a mi padre.

Pasó lo de siempre: la multitud, mi técnica, mis movimientos, no podían darme..., llegó a parecerme monótono, ninguno de ellos presentaba alguna amenaza para mí. Tardé alrededor de unas seis horas sin descanso, decidí sentarme y admirar el cielo.

—Este trabajo es muy difícil —me limpié el sudor con mi antebrazo. Tenía sed, mucha sed—. ¿Por qué el hombre es así? ¿Qué puedo hacer para que recapacite? No puedo estar neutralizándolos siempre... —suspiré.

Todo estaba tranquilo y calmado..., eso pensé hasta el momento en que sentí una punzada dolorosa en mi pecho. Gruñí con todas mis fuerzas, mi, corazón estaba siendo estrujado.

—¡Ahhhhh! ¡Qué sucede? —puse mi mano en mi pecho..., y entonces lo capté—. ¡Sol!

Una explosión de adrenalina estalló en mi cuerpo. Corrí hacia dónde estaba mi caballo lo más rápido posible. No me importaba lo cansado que estuviera, corrí como si mi vida dependiera de ello. Por fortuna, mi condición física me permitía recorrer bastante, pero el cansancio era abrumador.

Me detuve, había llegado. Alcé mi vista y todo mi ser se horrorizó al ver la escena que se postraba frente a mí. Sol..., mi leal amigo..., mi caballo... tenía un trinche clavado en su cuerpo mientras la sangre fluía de él. Un hombre estaba cerca del cuerpo.

La ira..., la rabia..., la frustración...

Todo se fue al carajo en ese momento... nada importaba.

—¡Qué mierda te sucede? —levanté al hombre con ambas manos.

—Púdrete, caballero pendejo... —tosió.

No lo podía creer... en serio que no...

Mi mirada se ensombreció. Mi alma se oscureció... mi pureza... desapareció. Empuñé mi espada con gran fuerza, apreté mis dientes con furia.

—¡Maldito sea el hombre! —con lágrimas en mis ojos, alcé mi espada y se la clavé en el cuello.

...

...

...

Segundos después me había percatado de lo que había hecho. Solté mi espada con miedo. Estaba temblando. Sin embargo, respiré profundo y me controlé; me calmé. Apreté mis puños con fuerza.

—Maldito sea el hombre —musité una vez más. Me acerqué a mí caballo y lloré sobre él. Sol... mi fiel amigo... mi compañero... había muerto... todo... por causa de mi ingenuidad.

Ese día lloré a creces. Negué cualquier entrevista con cualquiera de los noticiarios. Siempre me recibían después de cada una de mis batallas: daba discursos y advertencias, pero no les importaba, a nadie le importaba. Mi leyenda se caracterizaba por ser piadoso y dejar con vida a los inicuos, dándoles otra oportunidad más para cambiar, pero ellos seguían siendo los mismos.

Mi tío y Janice me recibieron con un abrazo y me dieron su pésame. Estaba fatal, estaba de luto; estaba cansado de ver morir a los inocentes, a aquellos que no lo merecían.

Esa noche, mi padre vino a mi cuarto. Platicamos y me consoló, a pesar de ser el Rey, seguía siendo mi padre. Me dijo que no me preocupara, que haber asesinado a ese hombre tuvo un beneficio, significaba que ya no iba a perjudicar más su reino y eso había sido gracias a mí.

Por fin comprendí que mi padre tenía razón. De nada servía dejar vivos a los inmundos si seguían revolcándose en su miseria. Todo cambió radicalmente ese día, todo se tornó sombrío.

Estaba decidido, mi camino fue redirigido. Al día siguiente cambiaría mis estrategias y mis planes para consolidar al Mundo con un nuevo orden. Ahora, sí o sí, el hombre obedecería las reglas del Rey. Esta vez no habría nada ni nadie que se opusiera. Yo estaba dispuesto a destruir la malignidad del hombre, una promesa que había hecho al Rey y ahora la cumpliría...

Salió el sol y estaba dirigiéndome con Will para reunirme con los caballeros rojos, luego de años... los reclutaría por fin. Sin embargo, el Rey me llamó de improviso, diciéndome que estaban esperándome en el salón del trono. Con mi armadura y mi espada equipadas, fui hacia ellos.

Me arrodillé ante el Rey como la primera vez que lo hice como caballero.

—A sus órdenes, mi Rey —mi padre se levantó.

—Quítate esa armadura —me desconcerté.

—¿Por qué?

—Hazle caso —mi tío tenía un tono... entristecido. No podía saber exactamente como se sentía, pero podía tener una premisa de ello. Suspiré. Me despojé de mi armadura.

—Entrega tu espada —más grande fue mi sorpresa aún. Mi tío se acercó con una expresión de negación.

—Tu pureza... la has perdido... ya de nada te sirve esta espada —tenía sentido.

Por un instante me sentí deshecho. Mi tío..., el hombre que me entrenó con una esperanza..., le había fallado. Me quedé cabizbajo.

—Lo siento...

—No lo sientas..., yo... lo comprendo —extendí mi espada y la tomó.

—Hijo mío..., has ido evolucionando con el tiempo. Cada día me sorprendes más y cada día te vences a ti mismo. Es por eso que es todo un honor para mí..., concederte el sello que te marcará definitivamente como mi hijo verdadero —las palabras de mi padre me dejaron mudo.

El silencio se presentó en el salón. Mi tío se alejó un poco. El Rey extendió sus manos hacia mí y de sus manos expulsó una energía bastante oscura. Mi cuerpo estaba siendo rodeada de aquella energía y estaba adquiriendo forma. La energía tomó un estado gaseoso y se fue acumulando alrededor de mi cuerpo, entonces se fue solidificando; se sentía frío y un poco apretado.

—He aquí... tu nueva armadura —me admiré.

Portaba una armadura negra en su totalidad. Mi padre se acercó a mí y en sus manos creó el casco que complementaría la armadura que cargo hasta el día de hoy. Me la entregó.

—Ahora solo faltan dos cosas por hacer —me tomó entre sus manos y observé como una energía recorría toda la armadura. Poco a poco, sentí como el peso de la armadura incrementaba; intentaba mantenerme de pie, pero mi padre continuaba cediendo más y más energía hasta el punto en que me venció el peso de la armadura y terminé inevitablemente en el suelo.

Me quejé.

—Pesa... mucho —gruñí y traté de levantarme, pero no pude hacerlo.

—El día en que levantes la armadura por tu propia cuenta..., serás un Dagger nato —miré a mi padre a los ojos sin comprender totalmente el significado de sus palabras, aunque el día en que entendería todas las cosas se acercaba con rapidez—. Will te ayudará hasta entonces —miró a Will y asintió. Mi tío, con su poder, me ayudó a levantarme.

—Ahora que has perdido la técnica más poderosa, deberé de enseñarte otras —como pudo, formó una media sonrisa. A pesar de todo, ese gran hombre aún me tenía aprecio, no sabía cómo compensárselo.

—Gracias, tío...

—Ahora bien —habló el Rey caminando al pasillo que dirigía a mi habitación—. El toque final será tu espada, hijo mío. Acompáñenme.

Los tres tomamos dirección hacia donde se encontraba mi cuarto, pero la trayectoria cambió su destino cuando nos detuvimos frente a la gran puerta. Ahora más que nunca se azotaba con mucho mayor fuerza y fervor.

—Tranquilo, amigo mío... por fin llegó el día —mi padre sacó una llave de su bolsillo y la introdujo dentro de la cerradura. Dio vuelta y abrió.

Después de años, después de tantos años... se develaría aquel secreto que se ocultaba detrás de la gran puerta. Una gran cantidad de humo emergió de ella y se alcanzó a escuchar un ligero rugido de su interior. Yo miraba expectante.

Nos adentramos a la habitación, se escuchaba como algo se arrastraba por el suelo con gran fiereza. Estaba muy ansioso con lo que fuera que me iba a encontrar ahí... y entonces, la misma voz ronca que me habló hacía años, regresó.

—Mi Amo —de entre tanta tiniebla y humo se pudo apreciar unos ojos rojizos que brillaban con gran intensidad, eran enormes. Podía ver fuego a través de ellos—, ¿dónde está vuestro elegido? ¿Dónde está aquel a quien me habíais prometido?

—Aquí está, Destructo —mi tío y yo nos acercamos. Fue cuando pude visualizar a la perfección a la bestia que se hallaba en frente de mí.

Ese día conocí a Destructo, el dragón de la pintura. Era idéntico. Era oscuro y sus ojos rojizos infundían pavor, su cuerpo era inmenso, sino es que interminable, era como una serpiente. Tenía alas gigantescas, a las cuales se les sobresalían unos pinchos y las puntas de estos eran morados: era veneno; contaba con una incontable cantidad de extremidades, sus garras eran afiladas y contaban con veneno igualmente. Sin duda alguna, era una bestia temible y eso solo era por su apariencia; tenía acento español y hablaba como en la verdadera época de la edad media.

—Lincoln Dagger Loud —pronunció el dragón con firmeza mientras se acercaba a mí—, vuestro destino ha sido sellado, habéis elegido el camino y ahora deberéis afrontar el final de su trayectoria —abrió el hocico y unas cuantas cenizas salieron de él—. Acercaos y experimentad mi aliento mortal, el cual os concederá vuestra arma inmutable.

Inhalé profundo y me acerqué a Destructo.

—Así sea, caballero... vuestra voluntad será inmutable —de la garganta de él se podía apreciar como un color anaranjado y rojizo se acercaba con rapidez. Era nada más y nada menos que fuego.

Me sentí aterrado, lo admitía, desconocía por completo lo que llegaría a suceder, mas era consciente que mi padre y mi tío estaban presentes conmigo y no me expondrían a peligro. Así que abrí los ojos y tomé el asunto con seriedad y valentía.

Destructo expulsó una gran cantidad de fuego que me cubrió. Sentía el calor rodeándome, pero no era del todo grave.

Unos segundos después, terminó de echar fuego y un gran peso entre mis manos se presentó.

—Habéis demostrado valía y dignidad. Esta es la espada que os regalo y que es inquebrantable, no hay fuerza ni material en el Multiverso Entero que pueda romper esta espada.

Observé mi espada, era de un metal desconocido, no sabía de qué estaba hecho realmente. La admiré en su totalidad y, cuando mi vista se posó en el mango, presencié que estaba inscrito ahora una letra diferente: "D". Creía que era de "Destructo", mas luego me enteraría de que significaba otra cosa.

—Deberéis soportar la armadura que se os fue dada y deberéis alimentar vuestra espada. La sangre de tus enemigos será la fuente vital para tu espada y se os será concedido una resistencia imparable; aunque juzgando vuestra armadura, aquella fuente de vitalidad no se comparará con la esencia que reside en ella.

—¿Qué esencia? —cuestioné mirando a mí padre.

—Hijo mío, en ti ha recaído un gran poder. Dependerá de ti absorberlo y hacerlo parte de tu alma y espíritu —sonrió.

—No te defraudaré, padre.

—Lo sé.

—Encaminaos y empezad la travesía. Vuestra leyenda estará marcada en la historia de este Multiverso —asentí.

—Ya no habrá clemencia —comenté enfundando mi espada mientras tenía una mirada llena de fiereza y determinación.

Una nueva era daría inicio y yo sería el responsable de implementarla.

Decidí entrenar y adaptarme a mi nueva armadura y a mi nueva espada antes de dirigirme al campo de batalla; sin embargo, eso no impidió que diera las órdenes para que los caballeros rojos se dirigieran a los poblados y las ciudades, de entre ellos mandaba caballeros de protección con la orden de salvaguardar a los pocos que eran inocentes y merecían el reino de mi padre.

Mi tío me comenzó a enseñar técnicas nuevas que, de haber aprendido antes, me hubieran facilitado mucho más todas mis batallas; aunque comprendía que mi tío no me las mostrara con tal de no ambicionarme y que mi corazón se volviera impuro ante el poder.

Hacía más ejercicio que de costumbre, la armadura era demasiado pesada. Al principio, mi tío me ayudaba a cargarla por medio de su poder, pero conforme pasaban los meses, podía sentir como se alivianaba paulatinamente.

Los enfrentamientos con mi tío se hacían todavía más y más complicados. Me tumbaba más que antes, pero mi voluntad era inmutable. Me levantaba a pesar de lo difícil que resultaba con mi armadura, me movía con lentitud por su culpa, pero eso no hacía más que motivarme a seguir intentando. Mi padre me dio esa armadura porque sabía que yo podría levantarla por mi propia cuenta y no lo iba a defraudar.

Aprendí que las técnicas se efectuaban por medio de un pensamiento o una emoción, al mismo tiempo que se tenían que realizar movimientos específicos para que resultara efectivo. Había ocasiones en las que indagaba por mi cuenta, llegué a descubrir técnicas poderosas; aunque debo admitir que las ideas llegaban repentinamente a mi mente.

Mi padre se mostraba muy orgulloso de mí, incluso presenció algunas de mis técnicas que había descubierto por mi cuenta, diciendo que eran técnicas secretas de la espada; aunque cuando descubrí una de las tres técnicas secretas, me detuvo diciendo que era muy peligrosa. Me enseñó que existían dos tipos, las técnicas guardianas y las técnicas destructoras: las primeras se enfocaban en potenciar al usuario, defenderlo o debilitar al enemigo, mientras que las destructoras eran completamente ofensivas, incluso mortales en su mayoría.

Llegó un día en el que pude salir finalmente al campo de batalla, tuvieron que pasar cuatro largos años; pero ahora sería mi turno. Los caballeros rojos habían hecho un trabajo formidable; sin embargo, aún quedaba bastante territorio que cubrir y ahí yo me hice cargo.

Como Sol ya no existía (y me rehusé a tener otro caballo), Destructo se ofreció a transportarme; me había emocionado al principio creyendo que lo montaría, pero le bastaba un movimiento con una de sus garras para abrir portales que me dejaban justo donde lo necesitaba, aquello me asombró en gran manera.

Con las técnicas de la espada, arrasar grandes ciudades era como un paseo por el parque. Primeramente, me aseguraba de apartar a los merecedores del reino y posteriormente desaparecía a todos aquellos que no lo merecían; un solo movimiento de mi espada era suficiente, había un inmenso poder en mi interior que no podía comprender, pero formaba parte de mí.

Era conocido ahora como el "Caballero Oscuro" o el "Caballero de la Muerte". Ya poco se hablaba de la leyenda del "El Caballero de Madera" ; esa leyenda la había dado por muerta, eso a pesar que de vez en cuando la escuchaba en la televisión, pero pensando que eran noticias mías del pasado, las ignoraba: ya no podía regresar a ser quien era.

Con el pasar de los años, mi actitud cambió, dejé de ser cálido y me convertí en un ser frío y distante, excepto con aquellos con quienes tenía una relación estrecha. Los únicos que representaban algo para mí eran mi padre, mi tío, Janice y... bueno..., mi hermanita... Lynn... a pesar de todo, la extrañaba y seguía formando parte de mí.

De hecho, fue gracias a ella que conocí la técnica guardiana secreta más poderosa de todas..., a pesar de estar tan lejos, mi hermanita era un motivo más para mí; no la podía olvidar a ella, con ella pasé muchos momentos de mi vida; también era por ella que me quería convertir en caballero, para protegerla.

Respecto al resto de mi familia, llegó un momento en donde dejé de preguntar por ella, pero por Lynn siempre preguntaba. Solo quería saber si estaba bien, por fortuna, tanto Will como mi padre siempre me calmaban diciendo que estaba en perfectas condiciones y que no tenía nada de lo cual preocuparme.

Regresando conmigo, el plan de "Renovación Mundial" fue un rotundo éxito. Recién salía a los 28 años y dos meses fueron suficientes para acabar con lo que quedaba. La humanidad ahora se regía de personas merecedoras del reino..., personas que terminaron traicionando mi confianza.

Sino bien, las personas que rescaté eran merecedoras del reino, dejaron de estar de acuerdo con el régimen al ver el genocidio mundial que se había efectuado. Alrededor de 3 mil millones de personas habían muerto y todo porque no seguían las ordenanzas del Rey. De este modo, se pusieron en contra de la monarquía de mi padre y aquello solo me decepcionó más, pero aún tenía fe en ellos porque no hacían nada malo... solo no querían vivir en un mundo lleno de muerte y sangre. Por un lado, los entendí, así que no hice nada al respecto con ellos; retiré a todas las tropas y por fin pudimos descansar.

No hubo más problemas desde entonces. Me dediqué a mí mismo a partir del éxito de mi plan. Seguía descubriendo nuevas técnicas y seguía sintiendo más ligera la armadura hasta el punto de que ya no pesaba en lo absoluto, sino todo lo contrario, ahora sentía que flotaba.

Pasaron entonces seis años a partir de que se me fue concedido este equipamiento. La armadura dejó de pesarme y podía considerarme un adversario imbatible, pues tras efectuar las técnicas de la espada en contra de mi tío Will, por fin pude conseguir lo que creía imposible... lo había derrotado.

Mi tío había sido derrotado por mí. Ambos nos miramos con un inmenso orgullo, mi tío, a pesar de todo, seguía siendo un gran sujeto..., quería devolverle el favor de alguna manera. Eso sí, vencerlo no fue para nada fácil, de él aprendí que un Dagger es inmune a las ondas de las técnicas, por lo que tuve que vencerlo potenciándome a mí mismo.

La paz reinaba en el mundo, a veces bajo temor, pero estaba la paz y la armonía con la que mi padre tanto soñaba. Podía verlo sonreír en las mañanas cuando admiraba la ventana y eso me ponía muy contento. Mi padre y yo salíamos de vez en cuando a las praderas y a las montañas, viajábamos alrededor del mundo para contemplar sus maravillas.

Desafortunadamente, las personas que quedaban seguían molestas y resentidas. La mayoría perdió a sus familiares durante la masacre mundial. Admitía que era algo muy triste y que era justificable el hecho de que no nos perdonasen; pero el Rey tenía sus razones para que eso fuera de esa manera.

Las malas noticias no tardaban en salir, incluso los noticieros expresaban su molestia ante el reinado de mi padre. Muchos de ellos perdieron a seres queridos y me sentí hipócrita hasta cierta parte, puesto que yo me preocupaba por mi familia, pero jamás me detuve a pensar en todas las personas que había asesinado y pertenecían a esas familias que sufrían su pérdida. Nada podía hacer, ellos habían marcado su destino cuando se les advirtió que dejaran de insistir en su iniquidad e inmundicia..., su familia debía sufrir ahora a causa de su malignidad.

Cumplí los treinta años. El Mundo estaba intentando unirse para derrocar al Rey, información que mi padre me dio cuando me dijo que podía observar cómo la gente se reunía para conspirar en su contra. Ese día me pidió algo que cambiaría el curso de la historia para siempre... y ese día fue hoy mismo, hacía unas cuantas horas atrás.

Mi padre me mandó a llamar. Estaba en el salón del trono, estaba de pie observando a través de la ventana. Me acerqué a él con lentitud y me posicioné a su lado. Comenzó a hablar.

—No importa si les das de comer, si les das de beber y si les das un techo. No importa si manejas todo para que nadie deba esforzarse demasiado y pueda salir adelante sin muchos problemas, no importa si erradicas la corrupción de los gobiernos y les das a todos un trato justo en donde cada uno se alza por su propia cuenta —pausó por unos momentos. Esperé a que siguiera hablando, no sentía nada en específico, hacía tiempo que mis emociones y sentimientos eran opacados con facilidad. Mi padre suspiró—. El hombre siempre querrá libertad. Si no tiene libertad, entonces la buscará. Si el hombre no puede satisfacer sus placeres, entonces se sentirá incompleto —desvió su mirada al trono—. Podré ser un buen Rey, pero para ellos soy un monstruo vil y sin corazón —volvió a ver la ventana—. Lincoln... estoy cansado de este mundo... de su gente.

Caminó por unos instantes, dándome la espalda.

—Lincoln..., este mundo ya no vale la pena. Me harté..., ya no puedo seguir siendo Rey de un mundo que no me quiere más como su Rey —suspiró—. Quiero que destruyas el mundo y al Mundo.

Retrocedí impactado de su orden.

Yo...

...

¡Yo no podía aceptar esa orden!

—Pero..., mi Rey —me acerqué un poco—, aún hay gente buena que es merecedora de su reino.

—Solo ocho personas en el mundo están de acuerdo con mi reinado y ellos están alejados de todos. Están en soledad —dejó una pausa, seguí escuchando—. Y una de esas personas es errante en el mundo —volteó a verme—. En serio, hijo... nadie merece vivir en este mundo y ellos menos. Ellos se han esforzado tanto... no quiero que se queden solos, sería deprimente —se acercó—. Es por eso que te pido que los asesines para acabar con este mundo.

¿Qué...?

—No..., no voy a matar a gente inocente, además, ¿por qué matarlos a ellos? ¿Qué tienen de especial? ¿Qué son ellos para que con su muerte se pueda destruir el mundo? —puso su mano en mi hombro.

—Lincoln..., se trata de tu familia —abrí los ojos en grande.

¿Mi... familia?

No podía pronunciar palabra alguna, estaba estático, procesando todo lo que el Rey me había dicho.

—Es una orden, Lincoln.

—¿Qué opinaría Janice de esto? —lo miré con molestia.

—Estaría de acuerdo conmigo —me ofusqué. Mi padre estaba muy extraño, él no diría esas cosas.

—¡No puedes decir eso! Janice jamás estaría de acuerdo con esto...

—Es mi mujer y la conozco. Ella sabe más que tú y es por eso que está de acuerdo conmigo —no lo podía creer.

—No..., no haré eso, padre. ¡No mataré a mi familia por tu capricho! —lo señalé.

—No lo entiendes... y es aceptable —su mirada era seria—. Sin embargo, el día ha llegado. Fue para esto para lo que te había elegido. Eres único en este Universo, Lincoln Dagger Loud —sonrió—. Es tu propósito.

No..., no entendía nada.

—¡No! Yo decido mi destino, padre. ¡No te obedeceré! —desenfundé mi espada.

—Oh..., ya entiendo —su sonrisa se volvió burlesca—. ¿Sabes, hijo? Mi padre me dijo una vez... —comenzó a caminar al centro del salón. Yo lo seguía con fiereza—, que si nunca llegaba a rebelarme era porque no era su hijo en verdad —hizo aparecer su espada amarilla de energía—, pero sí me llegué a rebelar contra él. Eso aplica para ti también, pero a diferencia de él, a ti te voy a enseñar a obedecerme.

Gruñí con enojo. Me posicioné en frente..., debía vencerlo. ¡La humanidad dependía de mí! Y de paso..., podía devolverle el favor a mi tío Will.

—¡Padre! —lo señalé con mi espada—. Si te derroto, dejarás vivir al Mundo.

El Rey mantenía su sonrisa.

—Sí yo te derroto, te daré la razón definitiva para que me obedezcas. Te daré el conocimiento con el que entenderás todo.

—Voy a vencerte, padre —asumí mi pose de batalla—. Si pude vencer a Will, ¡te podré vencer a ti!

—Eso es tener mucha confianza, hijo —se posicionó—. Me gusta.

Era hora de enfrentar a mi padre... era hora de enfrentar al Rey. ¡Era hora de asumir mi papel definitivo como protector de esta Tierra! ¡Lo haría por mi familia, por el mundo, por mi tío Will...! Lo haría... por Lynn.

—¡Hagamos esto! —posicioné mi espada en mi hombro izquierdo y luego en mi hombro derecho, mientras pensaba en mis motivaciones.

¡Técnica guardiana número ocho: agilidad y velocidad!

Adquirí una gran velocidad y me dirigí hacia mi padre.

Los choques no tardaron, trataba de asestarle una estocada en el torso, pero me bloqueaba con facilidad. Él también atacaba con rapidez, pero podía bloquear también.

Mi padre realizó un ataque fugaz directo a mi rostro, por poco pude evadirlo, pero consiguió hacerme una cortada en mi mejilla derecha. Me alejé un poco de él, volví a realizar la técnica guardiana número ocho para adquirir aún más velocidad y agilidad, lo repetí varias veces; así fue como le gané a mi tío después de todo.

Me acerqué nuevamente para asestarle una estocada directa en una de sus piernas y así poder inmovilizarlo, ¡pero previó mi ataque y me esquivo! ¡No era posible! ¡Era demasiado rápido! Gruñí con molestia. Mi padre trató de atacar mi rostro de nuevo, sabía que mi armadura era inquebrantable, usé eso a mi favor y me alcé para que le diera a mi armadura. Sin embargo, terminé volando por el salón.

Me levanté y lo vi con dureza, en su rostro solo podía ver la burla. ¡Maldita sea! A este paso me vencería, ¡debía potenciarme más! Realicé una cruz en el aire y luego coloqué la punta de la espada en mi pecho mientras sentía una gran valentía recorrerme.

¡Técnica guardiana número cinco: resistencia pesada!

Nuevamente me dirigí hacia mi padre, y los choques entre nuestras espadas iniciaron. La velocidad con la que transcurría la batalla era realmente impresionante.

Estocada tras estocada, cada uno de los dos intentaba asestar un golpe al adversario, pero ninguno se dejó..., ¡nos rehusábamos a perder!

La intensidad de la batalla incrementaba, yo solo pensaba en salvar este mundo, ¡tenía que vencer al Rey de alguna manera! Si tan solo hubiera un ataque que no pudiera esquivar...

Mi padre seguía atacando y yo lo bloqueaba, ¡era muy ágil! Trató de darme varias veces en el rostro, pero conseguía bloquear su ataque, ¡de no ser por la potenciación estaría perdido! Asestaba uno que otro a mi armadura, pero no pasaba más allá que alejarme unos pocos metros. Debía intentar otras cosas.

Formé un círculo en el aire y traspasé el mismo por en medio con mi espada, todo esto mientras pensaba en un momento que quisiera que durara para siempre.

¡Técnica guardiana número quince: tiempo congelado!

El tiempo se detuvo y mi padre estaba quieto en el sitio. ¡Era mi oportunidad! Me acerqué sin piedad ni clemencia hasta a él para realizar una estocada directa en su pecho. ¡Lo lograría! Sin embargo...

—¿Crees que no me sé los trucos? —preguntó burlón mientras bloqueaba mi ataque con su espada.

¡No era posible! ¡Cómo?

—Un Dagger es inmune al tiempo —realizó un corte horizontal tan rápido que me dio de lleno en el torso. Salí despedido unos dos metros, pero eso no me iba a detener.

—¡No ganarás! —fruncí el ceño.

—Entonces ven y demuéstramelo, ¡desata todo tu potencial, hijo mío! —se acercó peligrosamente hasta mi posición.

—¡Ahhhhh! —grité con todas mis fuerzas.

Me sentía frustrado ante mi padre, pensé en utilizar la técnica guardiana secreta, pero si él sabía como funcionaba, la detendría para que no pudiera ganarle.

Mi padre seguía siendo persistente: ataque, bloqueo, ataque, bloqueo... ¡a este ritmo jamás acabaríamos! Debía haber una forma, una maldita forma de acabar con él, las técnicas destructoras serían en vano ¡las esquivaría! ¡No había ninguna que...! Espera...

—¡Es hora de terminar esto de una vez! —miré con fiereza a mi padre.

—Quiero ver que lo intentes —trató de asestarme una estocada, la bloqueé y me alejé un poco de él.

Pasé mi mano izquierda por toda la espada mientras sentía desesperación.

¡Técnica guardiana número diez: bloqueo de resguardo!

Ante el siguiente ataque de mi padre, al bloquearlo, salió despedido hasta el otro extremo del salón. Era ahora o nunca.

Hice un movimiento artístico con la espada, deslizándola por el suelo y luego alzándola en el aire, haciendo un movimiento ondulado en el proceso y, con otro movimiento ondulado, puse la espada a mi lado derecho y comencé a darle vueltas, al tener supervelocidad, las vueltas que daba la espada eran demasiadas. Llegó un momento en donde sentí un gran poder posándose sobre mi mano y, inesperadamente, solté la espada..., mas esta seguía dando vueltas mientras yo emanaba una energía anaranjada de mi mano.

No le tomé importancia en el instante porque debía enfocarme en derrotar a mi padre. Estaba concentrando todos mis pensamientos en derrotarlo, todo mi ser ansiaba acabar con él. La técnica se potenciaba con cada giro que la espada daba. Mi mirada estaba concentrada en mi padre.

La espada comenzó a irradiar un brillo intenso de color blanco. Sin darme cuenta, mi tío llegó al campo de batalla.

—¡Qué está sucediendo? —exclamó asustado. No lo volteé a ver, no podía desconcentrarme, ¡este ataque era imposible de esquivar!

—¡Estoy descubriendo el máximo potencial de mi hijo! —mi padre mostraba ahora una sonrisa orgullosa mientras presenciaba mi firmeza.

—¡Estás loco? ¡Este poder es inmenso! ¡Cuánta esencia le diste? —preguntó asustado.

—¡Dos quintas partes! —rio después de decirlo.

—¡Yasir, maldita sea! ¡Con esa técnica puede alcanzar tu poder total!

—¡Lo sé!

—¡Sabes lo que eso significa?

—¡Sí! —continuó riendo.

A mí nada me importaba, solo quería ganar. De pronto, mi tío Will emanó energía turquesa de sus manos y pude ver a las afueras una energía turquesa que, al parecer, rodeaba el castillo.

—¡No escaparás, padre! —declaré con fiereza. La espada continuaba girando violentamente.

—¡Dalo todo!

—¡Yasir! ¡Haz que se detenga! ¡Tu poder total es capaz de destruir casi toda la existencia!

—¡Estoy consciente!

Sentí como mi espada seguía girando, pero ya no podía potenciarse más.

—¡Tío Will, Lynn, esto va por ustedes! —tomé mi espada con mis dos manos y la alcé para clavarla ferozmente contra el suelo—. ¡Técnica destructora secreta: supernova!

Cuando la espada tocó el piso, una explosión de proporciones incalculables se dio en el sitio. Todo se tornó de color blanco y, antes de que todo ocurriese, oí a mi tío.

—Que Dios nos ampare...

Yo seguía sosteniendo mi espada mientras la explosión seguía efectuándose adentro del escudo de mi tío Will. Podía escuchar como el escudo se quebraba lentamente, hasta que escuché claramente un crujido provenir de arriba, ¡el escudo no había resistido!

Afortunadamente, la explosión cesó a tiempo y el escudo terminó hecho pedazos..., excepto que un rayo alcanzó a colarse por la pequeña abertura que había generado la explosión.

Al terminar la técnica caí rendido..., el suelo era suave. Volteé a ver a mi costado y estaba sobre las nubes, el castillo dejó de existir. Miré a los cielos, una figura se alzó y las nubes comenzaron a juntarse..., pude visualizar una trayectoria blanquecina que había dejado un rastro de colores bastante sombríos y deformes, pareciera como si Destructo hubiera abierto un portal inmenso que se dirigía al infinito..., después comprendería que la realidad había sido levemente destruida por mi culpa.

Comencé a sentir la lluvia que provenía de las nubes que se habían juntado en los cielos. Los rayos eran intensos y monstruosos y los truenos rugían con fuerza.

Era imposible que sobrevivieran a eso..., quizá maté a Will y a mi padre... ahora el mundo estaría a salvo.

—Estoy muy orgulloso —mi corazón se detuvo en ese instante. Me levanté como pude y observé al frente.

Un gas oscuro estaba en frente de mí, era como una esencia. El gas comenzó a recubrirse hasta formar un cuerpo: mi padre se hallaba ahora frente a mí, caminando como si nada.

—No... —me traté de levantar, pero no lo conseguí. Caí rendido en las nubes nuevamente..., había sobreexplotado el poder que mi padre me había dado.

—Hijo mío, estoy muy orgulloso de ti —formó su espada de energía.

Había perdido, yo... les fallé a todos. Le fallé a mi tío..., le fallé a Lynn..., le fallé a la Tierra.

—No... —estaba frustrado. Quería desaparecer en ese instante, no podía soportar la deshonra.

—Eres digno de ser mi heredero —se agachó a mi posición—, eres digno..., de saber la verdad.

—Padre... no —traté de alzar mi mano, pero mi padre, con un movimiento de su espada, cortó la nube que me sostenía.

Vi en cámara lenta el como mi padre se alejaba de mí. Estaba cayendo hacia mi muerte segura..., no resistiría el impacto. El aire recorría toda mi armadura y paseaba sobre mi rostro. La velocidad a la que iba incrementaba con cada segundo que pasaba en el aire. Decidí afrontar mi destino final de frente, por lo que volteé a ver directamente hacia la Tierra: era hermoso todo desde los cielos, una verdadera lástima que mi vida terminaría tan rápido.

Suspiré y cerré los ojos.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez... diez segundos pasaron y ocurrió el impacto; la oscuridad se presentó.

Fue entonces cuando abrí los ojos y pude presenciar el Universo. Avisté las maravillas de la existencia misma, el paisaje del cosmos era una de las cosas más hermosas que había visto en mi vida entera.

Repentinamente, un destello de luz se presentó delante de mí. La curiosidad me invadió y mi mano se fue acercando hacia aquel destello; mi dedo rozó la luz y mis ojos se iluminaron.

¡El conocimiento de todo había sido revelado!

Y entonces conocí... la verdad.

Averigüé la verdad que le daría sentido a todo y, al mismo tiempo, se la quitaría.

Ante mi se presentó la inexistencia..., pero ¿qué era la inexistencia?

La inexistencia era un secreto que se ocultaba de todos los que residían en ella, pocos eran los que conocían acerca de este concepto; entre ellos los Dagger. La inexistencia me demostraba que era un ser irreal, una persona que no tenía consciencia propia; la inexistencia era la causa misma acerca de la extraña velocidad a la que iba el tiempo; la inexistencia era el destino y la coincidencia definida por un ser inteligente; la inexistencia... era la verdad sobre mí y sobre todo aquél que residía en ella.

Cerré los ojos y los volví a abrir. Mi padre estaba de pie frente a mí. Me levanté y mi padre se acercó..., no tenía palabras ni expresiones..., estaba... desconectado de esta realidad.

—Ahora lo sabes —comentó estando de espaldas—, ahora sabes que nada tiene sentido —volteó a verme—. Somos encaminados en contra de nuestra voluntad, no importan las decisiones que hubieras tomado o no porque esas decisiones no las tomaste tú realmente —me dio la espalda de nuevo—. Ante la inexistencia, todo cobra sentido. El tiempo, el destino, la coincidencia, las peleas, el dolor, el sufrimiento... todo cobra sentido y entiendes el porqué de todo —me miró de nuevo—. También entiendes por qué te escogí, también entiendes por qué tu familia es vital para este Universo —se acercó—. Ahora entiendes todo.

Estaba perdido, no podía expresar ningún sentimiento.

...

No sabía qué sentir, de todas formas, ante la inexistencia, seguramente sentiría cosas en contra de mi voluntad, quizá y nunca sentí nada realmente, quizá y toda mi historia no la estoy diciendo yo, pero ante la inexistencia, nada de eso importaba.

Desvié mi mirada hacia el horizonte. Mi padre se acercó de nuevo y me abrazó por el hombro.

—Todo iba a terminar así, hijo mío. No me hubiera gustado mostrarte esta información porque hace que pierdas tu humanidad y que dejes de tomar en serio la vida —posó sus manos detrás de su espalda—, pero justo por eso debía enseñártelo. Eres parte del legado y tú serás el más fuerte de él —suspiró—. A pesar de la inexistencia, debes cumplir con tu propósito.

—No es como si pudiera negarme —comenté mientras lo volteaba a ver—. No es como si fuera realmente importante —miré hacia el suelo, mi espada estaba en el suelo. La recogí y la enfundé—. Pero no estoy dispuesto a matar a mi familia, padre... —ensombrecí mi mirada.

—Lo entiendo —puso su mano en mi hombro—, ¿a pesar de saber que todo esto no es real... te rehúsas a matar a tu familia? —volteé a verlo y asentí—. Lincoln..., sin duda alguna eres el más indicado para representarme en toda mi esencia..., solo te faltaría ser orgulloso y soberbio, pero esos detalles son únicos de mí —sonrió burlón—. Mira..., hagamos un trato —me extendió su mano—. Acaba con la familia Loud y te prometo que, cuando todo esto termine, estará con vida.

Mi padre jamás se atrevería a mentirme, mi padre era todo..., menos un mentiroso. Sí, podía engañarte y estafarte hasta cierto punto, pero sus palabras nunca eran falsas, él siempre se ha caracterizado por decir la verdad.

—Sé que no estarán conmigo, te conozco —lo miré, pero sonreí—. Aún así, sé que estarán felices en otra parte.

—Así será, Lincoln... así será —hizo aparecer su espada de energía—. Lincoln Dagger Loud —posicionó su espada en mi hombro izquierdo y luego en mi hombro derecho—, estás a punto de destruir al Universo y es por eso por lo que yo te nombro —alzó su espada al cielo y un rayo impactó de lleno en ella. Los truenos emitían estruendos de gran magnitud y la lluvia se intensificó—... El Jinete del Apocalipsis.

—Cumpliré con mi deber, mi Rey —me arrodillé frente a él, pero mi padre se negó.

—Ya no te arrodillarás más ante mí, pues ahora tú eres igual que yo —puso sus manos en mis hombros—. Fue todo un honor y un orgullo haber sido tu padre —y el Rey me dio un último abrazo. Lo abracé de igual manera, sintiendo muchas cosas en ese momento.

—Gracias por todo, padre..., espero volverte a ver algún día.

—Te dejaré un regalo y, a donde quiera que lo lleves, yo voy a estar contigo.

—¿Cuándo me darás mi regalo?

—Cuando despiertes... —nos separamos y sonreímos. Solté un profundo suspiro.

—Entonces..., supongo que es momento de hacerlo —lo miré con decisión. Mi padre asintió.

—Ciertamente, hijo mío. Te veré cuando termines —asentí.

—¿Cómo me iré?

Mi padre sonrió burlesco.

—Ahora eres El Jinete del Apocalipsis, algo de tu calibre tiene el honor de montar una bestia legendaria.

—¿Dices qué...? —asintió. A pesar de todo, podía sonreír, pero la tristeza vendría después.

Un dragón salió de entre los cielos y llegó hasta nosotros. Destructo estaba preparado para llevarme.

—La última travesía os espera, mi Amo —inclinó su cabeza en son de respeto.

—Muchas gracias, Destructo —me dirigí a él y me subí con el poder que mi padre me había otorgado. Volteé a ver a mi padre—. No tardaré mucho.

—Lo sé —y dicho aquello, se esfumó.

Destructo se alzó entre los cielos, llevándome hasta la residencia actual de mi familia...

________________________________________________________________________________

Presente...

—Y entonces estoy aquí, contándote mi historia —mi vista estaba perdida. Leni estaba recostada en mí.

—Eso significa que no importa a dónde hayan huido Luna, Lucy y Lana... las vas a encontrar y las matarás..., pero... al menos estaremos todos con vida —me abrazó con mayor fervor.

—Me hubiera gustado visitarlas, pero era imposible —volteé a verla—. Lo siento.

—Tranquilo, Lincoln..., lo entiendo. Ahora... todo tiene sentido. Si esto es lo que tienes que hacer..., entonces hazlo. No puedo detenerte, eres invencible —suspiró—. ¿Puedo pedirte un favor?

—Claro.

—Utiliza una de tus técnicas y mátame con rapidez.

—De acuerdo, Leni —me levanté y me dirigí hacia mi espada.

Me concentré en aquello que temía perder..., y entonces... me vi tentado a preguntar.

—Leni..., ¿dónde está Lynn? No estaba en la casa.

—Lynn —suspiró—. Hace seis años que salió a buscarte, tenía fe en que estabas allá afuera..., sobre todo cuando nos envió un mensaje diciéndonos que creía que seguías con vida tras encontrarse con un viajero. Ninguno la detuvo, hasta papá permitió que se fuese porque vio en ella la esperanza que él no te tuvo. Nadie comprendía por qué papá experimentó ese extraño cambio de actitud, pero ahora que mencionas la inexistencia, todo cobra sentido.

—Lynn..., ¿ha estado buscándome todos estos años?

—Así es, Lincoln..., ella está allá afuera, creyendo que su hermano está en alguna parte; el último mensaje que nos envió decía que estaba por Sudamérica.

Un sentimiento de nostalgia se cernió sobre mí. Suspiré con pesadez.

—Gracias por decirme, Leni...

—No hay de qué, Lincoln..., ahora... solo termina con esto —asentí.

Realicé un corte diagonal derecho emitiendo una onda rojiza.

Técnica destructora número uno: último aliento.

Leni respiró y, al terminar de realizar dicha acción, falleció. Me acerqué al cuerpo inerte de mi hermana y acaricié su cabello.

—Nos veremos algún día, mis hermanas —besé su frente y salí de la casa.

La Tierra temblaba con fuerza, del cielo caían rocas y cenizas. Los rayos impactaban con fiereza los suelos. El Universo estaba colapsando, solo faltaban cuatro más.

—¡Destructo! —el dragón salió de las sombras y me monté en él tan rápido como apareció.

Nos dirigíamos rápidamente hasta donde estaban corriendo mis otras hermanas, y para no tardarme demasiado, decidí efectuar una técnica. Inhalé profundo y sentí un gran abismo en mi ser; me dejé caer del dragón y fijé mi vista en mis hermanas, para después efectuar un corte diagonal izquierdo.

Técnica destructora número tres: destrucción onírica

Una onda rojiza traspasó a las tres, hundiéndolas en un profundo sueño. Al menos morirían dormidas y, efectivamente, al tocar el suelo, dejaron de respirar. Caminé hasta las tres, eran realmente bellas. Me hubiera gustado conocerlas, pero, desafortunadamente, eso sería en la próxima vida.

—Lynn..., ¿dónde estarás? —enfundé mi espada y miré hacia el horizonte. Suspiré

—La última batalla os espera, mi Amo —declaró Destructo.

—Lo sé, Destructo. Solo debo ir con mi hermana, aunque no entiendo por qué dices eso —suspiré—. En fin, vayamos a Sudamérica, la encontraremos rápido —hice una señal para que Destructo bajase.

Lynn..., esto sería lo más doloroso para mí. No quería enfrentarte..., no quería verte..., no quería... matarte. Mi corazón se entristeció, pero al menos tenía el regocijo de la promesa de mi padre.

Observé el paisaje con determinación, mientras todo se derrumbaba. La Tierra se estaba agrietando, una tormenta se originó en el sitio. Todo era muy violento, la inexistencia de este Universo estaba siendo quebrada y estaba llegando a su fin.

—Amo... un adversario desconocido se os acerca —la advertencia de Destructo me dejó desconcertado, ¿quién podría ser?

Una silueta se presentó en la lejanía, parecía portar una especie de manto que la cubría por completo. Traté de agudizar mi vista y nada, solo podía observar aquel manto cubriendo al extraño. Me encaminé hacia aquella persona, la distancia entre ambos disminuía.

Mientras más me acercaba, más distinguía a la silueta. El manto fluía con el viento, su rostro estaba ensombrecido a causa de la prenda que portaba encima. Los pasos de ambos eran lentos, nuestra distancia se reducía más y más..., hasta que finalmente nos encontramos de frente.

La persona inició a hablar, pero lo hizo de tal manera que no podía distinguir su género.

—He oído que quieres exterminar la vida... he oído que asesinaste a una familia..., he oído que nada te importa ya..., he oído... mucho sobre ti.

—¿Quién eres? —pregunté extrañado, posé mi mano en mi espada, listo para usarla.

—Alguien que te admira mucho, alguien que creyó en ti hasta el último momento... —se acercó más.

—¿Janice? ¿Will? —preguntaba mientras soltaba mi espada—. ¡Will! ¡Eres tú? No te vi desde que efectué la técnica destructora —mencioné con pesadez..., temía haber matado a mi tío.

—No..., él está bien —desvió su mirar hacia el horizonte. El viento azotaba con fuerza, pero el manto estaba reacio a abandonar a su portador.

—¿Entonces quién eres tú?

—Soy la esperanza de este mundo y el Mundo. Soy lo último que queda entre el filo de la vida y la muerte... yo voy a detenerte...

—¿De qué hablas? Ni siquiera sabes con quién te estás metiendo... soy imbatible.

—Yo también tuve un buen maestro —suspiró—. Ahora soy lo único que queda, pero estoy feliz y una inmensa seguridad me acompaña..., todo porque Dios está de mi lado —se acercó más. Unos pocos pasos nos separaban.

—Dios, ¿eso qué importa? ¡Aquí Dios es irrelevante! ¡Dios no tiene sentido aquí!

—Claro que la tiene, Dios creó todo lo que existe —pausó—. Dios me puso aquí para detenerte.

—¡No tienes idea de lo que dices! ¡Ya dime quién eres! —la rabia me estaba invadiendo.

—Yo soy el residuo que Dios vio para la última esperanza de este Universo..., ya te lo dije. Yo soy quien te detendrá.

Mi paciencia se estaba agotando.

—Seas quien seas, temo arruinarte tus ilusiones..., pero tengo la capacidad de borrar casi toda la inexistencia —saqué mi espada a relucir.

—Lo sé... —su mano salió a la luz y tomó su manto—, pero yo soy el reflejo de tu pasado... yo soy la esencia verdadera de tu persona... lo comprendí gracias a él y es por medio de Dios que yo... la leyenda que dejaste morir, pero que yo mantuve viva..., yo... lo más preciado en tu vida..., yo... ¡voy a detenerte! —y se quitó la prenda de encima.

Me vislumbré de la gran cantidad de luz que emanaba. Me tuve que tapar los ojos ante tanta luminiscencia.

—¡Yo, Lynn Loud, voy a detenerte! —cuando escuché esas últimas palabras, no pude evitar quedar anonado.

—¿Qué...? —y en el momento en que pude quitarme el brazo de encima para poder observarte mejor..., me quedé silenciado.

Lynn..., tú... estabas portando mi armadura y mi espada... aquellas que vieron nacer la leyenda de "El Caballero de Madera" estaban ahora bajo tu poder.

—No..., no es cierto... —mis ojos veían con incredulidad tu presencia.

—¡Lincoln! —ya eras muy grande..., mi dulce y tierna hermanita... creciste mucho desde la última vez. Tu caballera fluía con el viento mientras desenfundabas la espada de madera en mi dirección—. ¡Yo...! —no podía ni formular ningún sentimiento... yo... ya estaba llorando con el simple hecho de verte... y pude ver que tú también—. ¡Maldita sea, Lincoln! —oprimiste con fuerza tu puño—. ¡Maldito seas! ¡En el nombre de Dios, voy a impedir tu destrucción! —y sin previo aviso, comenzaste el ataque.

Esquivé con facilidad tu ataque, pero luego volteaste y efectuaste con facilidad la técnica de silenciamiento. Me tuve que dejar caer para impedir que me dieras con la onda..., desconocía si tenías alguna esencia, no sabía quien te había entrenado..., no sabía contra quien luchaba.

—Lynn, ¡déjame explicarte!

—¡No tienes nada que explicarme! ¡Tomaste una decisión y ahora debo salvar este mundo! —efectuaste la técnica varias veces más.

Concentré el odio de mi persona y efectué un ataqué vertical.

Técnica destructora número siete: cancelación.

Tus ondas se desvanecieron como si nada, no te inmutaste ante aquello... como si lo hubieras visto venir. Posteriormente, efectuaste la octava técnica guardiana..., tenías más trucos bajo la manga de lo que pensaba.

No podía quedarme atrás, así que también la realicé. La batalla de velocidad daría inicio y nuestras espadas chocarían con rapidez. Nos acercamos y podía observar las chispas brotar..., en tus ojos podía observar la determinación..., la misma determinación que yo poseía. Nos separamos.

—¡Lynn! ¡Este Mundo ya no merece vivir! ¡Debo acabar con esto! ¡Es mi propósito! —te acercaste de nuevo mientras usabas la técnica sin parar. Yo tuve que usar la mía propia para impedir que me dieras.

—¡Cada uno decide su destino! ¡Yo decidí salvaguardar todo lo que me enseñaste! ¡Lo hice para honrar tu memoria! ¡Soy pura de corazón! —tu coraje y valentía eran idénticas a las mías. Debía admitirlo, eras honorable.

—¡En la inexistencia eso no es posible, Lynn! ¡Compréndelo de una buena vez! —intenté darte en el torso para hacerte caer, pero tenía que ser franco, la forma en como conseguías bloquear cada uno de mis ataques me confirmaban que habías tenido un maestro formidable.

—¡Eso no es cierto, Lincoln! ¡Son ideas equivocadas! —eras insistente.

—¡Yo lo vi con mis propios ojos! ¡Yo lo viví!

—¡Entonces cómo explicas que estamos con vida?

—¡Es parte de la inexistencia! —efectué entonces la técnica guardiana decimoquinta, deteniendo el tiempo. Eso iba a pararte de una vez por todas. Me acerqué a ti para darte la estocada final.

—¡Dios... está... conmigo! —con mucha dificultad te moviste y bloqueaste mi ataque.

—¡Cómo...? —estaba sorprendido.

—No eres el único con sorpresas —usaste la técnica nuevamente, pero pude evadirla gracias al poder de mi padre. En ese instante, pude ver una expresión de asombro en ti..., entonces supe que había cosas que no sabías.

Nuevamente te resististe a rendirte..., después de todo... cuando practicabas algo no dejabas de hacerlo hasta ser la mejor. Sin duda alguna, aparte de mi padre y de mi tío, habías sido la única que me había hecho batalla; pero yo no me estaba tomando la pelea en serio...

—¡Lynn, por favor! ¡Detente! —bloqueaba y cancelaba cada uno de tus ataques, resultaba inútil todo lo que hacías, pero aún así..., podía ver la esperanza en tus ojos.

—¡Técnica guardiana número nueve: ralentización! —hizo un giro de trescientos sesenta grados sobre su eje y expulsó una explosión turquesa. Fue algo imposible de evadir; sin embargo, usando la esencia Dagger que había dentro de mí, impedí que me surtiera efecto.

—¡Nada de lo que me lances podrá afectarme!

—Nada excepto la primera técnica —refutaste lanzando inmediatamente más ondas de silenciamiento.

Sí..., todo lo que se emitía dependía de la cantidad de poder con la cual se desprendía; sin embargo, si tenías menos poder que yo, significaba que no importaba cuanto lo intentaras, jamás podrías silenciarme, pero al ver que tenías mucha fe..., no podía confiarme. Suponiendo que tuvieras la misma cantidad de poder que yo, entonces eso significaba que todavía tenías la posibilidad de silenciarme.

—¡No me obligues a usar el armamento pesado, Lynn! —en serio no quería hacerte daño de gravedad..., solo quería que te detuvieras.

—¡No puedo rendirme! —te abalanzaste contra mí con velocidad, tratando de asestarme un golpe crítico a mi cabeza, pero te detuve con mi espada—. ¡No puedo permitir que destruyas los sueños y las esperanzas de todos aquí!

—Entonces... —la aparté de mí con fuerza... debía tomar esto con seriedad si no quería perder..., debía... usar la técnica guardiana secreta—, ¡tendré que terminar esto de una vez por todas!

—¡No lo permitiré! —con un grito de guerra, expulsaste una infinidad de ondas que se dirigían hacia mí..., eran demasiadas. Estaba obligado a hacerlo.

Inhalé profundo y exhalé..., cerré mis ojos.

Concentré en mí aquellas memorias que me daban paz y armonía. Recordé nuestro primer partido juntos..., recordé nuestro paseos por el parque..., recordé todas las lecciones que te enseñé..., recordé todas las veces que comimos chocolate juntos..., recordé tantas cosas de la infancia..., pero lo que en verdad me llenaba de paz... era recordarte a ti... era irónico debido a la situación..., aunque así era y nada podía hacer ante esta mísera inexistencia.

Agarré la empuñadora de mi espada y la solté dejando que la punta de la misma tocara el suelo con delicadeza.

Técnica guardiana secreta: en calma.

Todas las ondas de silenciamiento me traspasaron; sin embargo, no sucedió nada. Abrí los ojos y podía ver tu expresión de incredulidad. El secreto de esta técnica era..., que era invulnerable a cualquier tipo de ataque. No podía recibir daño ni podía caer rendido..., era prácticamente invencible; desafortunadamente, no lo sabías.

Comencé a acercarme a ti mientras seguías usando la técnica sin éxito alguno, no importaba lo mucho que lo intentaras, jamás ibas a poder vencerme con esta técnica bajo mi poder. Te moviste a todas partes para que no te alcanzara, y bajo ese panorama, me obligaste a usar otra técnica.

Clavé mi espada en el suelo mientras sentía dolor emocional. La Tierra tembló y nos cercó.

Técnica destructora número seis: prisión destructiva.

Te arrastré hasta mí por medio de esta técnica y te atrapé.

—¡No! ¡Suéltame, Lincoln! —no eras rival para mí..., pero admitía..., que en verdad lo intentaste. Quien te entrenó fue realmente audaz y formidable, pero no te enseñó lo suficiente. Aparte..., yo tenía más años de experiencia que tú, era imposible.

—Lo siento, Lynn... —alcé mi espada. Suspiraste... y derramaste lágrimas.

—Yo... solo quería hacerte recapacitar..., yo... siempre supe que terminaría así... —me abrazaste de improviso—, te busqué por años... para terminar enterándome que eras el caballero más poderoso que existía en el Universo..., Will me encontró en mi camino y me dijo acerca de ti. De inmediato pensé en llamarle a nuestra familia, pero me dijo que no podía hacer eso —apretaste más fuerte—. Me contó de ti y de tus acciones..., me dijo que alguien debía proteger a los inocentes que tus tropas pudieran lastimar sin tu consentimiento —podía sentir la humedad de tu rostro—. Me entrenó y me enseñó acerca de Dios; admito que fue extraño al principio, pero le dio sentido a mi vida y me mantuvo en la pureza cuando Will se dispuso a enseñarme las demás técnicas —me miraste a los ojos—, pero ambos sabíamos que tú eras demasiado hábil como para derrotarte..., a diferencia de ti, Will no me pudo otorgar más allá de una quinta parte de su poder..., tú tienes el doble que yo —desvió la mirada—..., quería salvar este mundo..., quería hacerte entrar en razón..., pero tú no te inmutaste ante mi presencia...

Te tomé de las mejillas.

—Lynn..., eres una mujer muy honorable..., en serio me haces sentir muy orgulloso —sonreí.

—¿En serio? —me miraste confundida.

—Sí..., pero..., Lynn... nada de eso importa —suspiré.

—¿Por qué?

—Por la inexistencia —alcé mi espada para clavarla en tu pecho—. Mi padre me prometió traer a todos con vida —el Universo seguía colapsándose más y más.

—¿Cómo estás seguro de que lo hará?

—Porque tengo fe en sus palabras.

—Lincoln..., te quiero... —tus palabras seguían tentándome a resignarme..., pero debía hacerlo; aunque sea, lo haría de manera sutil y fugaz.

—Y yo a ti, Lynn..., solo... quiero saber una cosa —puse mi espada cerca de tu cuello mientras sentía piedad—, ¿por qué poner tanta fe en Dios?

—Porque él nos creó, Will me lo enseñó —sonreíste a pesar de la situación.

—Pero..., eso es imposible en esta inexistencia.

—Déjame decirte algo..., ¿puede algo que existe crear algo que no existe?

—Uhm..., por supuesto. Una palabra que no existe, como haiga —repliqué; sin embargo, lo que dijiste a continuación puso en duda toda mi percepción.

—Es cierto..., haiga no existe, pero... para muchos existe. Existe siempre que la pronuncies y le des tu propio significado; que los demás digan que no existe no quiere decir necesariamente que no exista, porque la palabra existe, pero carece de todo significado..., así... algo que existe no puede crear algo que no existe..., solo algo que no existe podría crear algo inexistente.

—Entonces..., ¿tú crees fielmente en Dios?

—Sí, es creador de todo lo que existe —denotabas una inmensa alegría.

—Vaya..., yo... —mi espada estaba a escasos milímetros de ti—, sé que... te volveré a ver entonces —sentí el corazón apretujado..., pero a pesar de todo, este era mi propósito.

—Primero Dios, Lincoln..., primero Dios... —cerraste los ojos y mi espada tocó tu garganta.

Técnica destructora número dos: Toque piadoso.

Moriste al instante. Te había perdido para siempre, pero nada podía hacer..., estaba entre la inexistencia y la existencia misma... ¿era o no era? Ya no sabía que pensar.

—Hola, hijo mío... —un trueno resonó con fuerza.

—Padre..., he terminado con mi familia... y el Universo sigue en pie —comenté entristecido.

—Es porque aún queda un integrante dentro de la familia Loud —expresó con pesadez. Escuché como liberó su espada de energía.

—¿Cómo vas a matarme si no puedo morir?

—Así como tú pudiste matar a Lynn, solo un poder superior a ti puede matarte. Yo tengo la esencia total de mi padre, por lo que nada puede matarme, pero a ti solo te concedí dos quintas partes y, con ello, dos quintas partes de mi poder.

—Entiendo...

Suspiré.

—Entonces..., que así sea padre.

—Lincoln... te prometí que toda la familia Loud viviría.

—Sí..., pero yo sería parte de tu legado.

—Te amo, hijo.

—Y yo a ti..., padre.

Lo último que escuché fue una ventisca que se llevaría mi último aliento de vida.

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

¡Deja tu estrella si te gustó!

¡Comparte si lo merece!

¡Nos leemos en la próxima!

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Los invito a leer el resto de libros de la saga, estoy seguro de que les encantará :3

Shot más reciente de la saga: "Viaje Onírico"

Long-fic más reciente: "Ansiada y armoniosa paz" (incompleto)

Long-fic más avanzado: "Mi pequeña y adorable creación"(Capítulo 5 en proceso)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro