
Koga
Podría sonar muy extraño, demaciado para ser verdad, pero el ser secuestrada por un lobo no era del todo malo, estaba siendo tratada muy bien y con respeto, toda la manada se sentaba a una distancia prudente y cada que podían preguntaban acerca de su vestimenta y su época.
El chico, llamado Koga, había salido para asegurar la entrada de unas aves gigantes que los atacaban, pero sabía que volvería dentro de poco, después de todo debía asegurarse que no se escapara.
Junto a Shippo trataron de salir, pero fueron descubiertos y al final Koga no se separó en ningún momento de ella, y solo cuando quedaron solos se permitió suspirar y alejarse dándole su espacio.
-Solo debes ayudarme a conseguir los fragmentos que tienen esas aves- le habló mientras miraba el suelo- esas cosas mataron a muchos de mis hombres
-¿Y después de eso puedo irme?- preguntó mirandolo de lado- ¿joven Koga?
-Ya veremos- se levantó y la tomó del brazo con delicadeza- ahora vamos, es hora de acabar con esas cosas.
•••
Inuyasha y los demás habían llegado justo cuando atacaban el nido de las aves del paraíso, Koga le gritó a todos que ella era su mujer, y sin saber por qué, su corazón latió más rápido de lo normal y se sonrojó.
La batalla comenzó en el momento que de lo más alto de la montaña salió una de aquellas aves, pero esta tenia dos cabezas, les doblaba el tamaño y tenían cerca de tres fragmentos, Koga en un acto de querer demostrar que era digno de Kagome se lanzó a atacar solo, Inuyasha luchó contra unas cuantas de las normales antes de ir por el más grande.
-¡Jamás le ganarás, lobo apestoso!- gritó con burla mientras blandia a colmillo de acero- ¡mejor vete y déjale esto a los profesionales!
-¡Será mejor que te alejes pulgoso!- se enojó y corrió a toda velocidad para patear una de las cabezas- ¡o te mataré yo!
-¡Dejen de pelear y luchen juntos!- Kagome trató de relajarse, pero es que parecían dos niños pequeños- ¡o nos mataran a todos!
Por escucharla, Koga fue alcanzado y lograron quitarle un fragmento, e Inuyasha tuvo que ayudarle, mató al ave de un solo ataque.
Ginta y Hakkaku fueron tras su jefe, lo tomaron antes de que recobrara lucidez y quisiera luchar contra el hanyo, Kagome se fue con sus amigos, pararon para descansar un poco y hablar con ella para saber si estaba bien.
Sango comenzó por preguntar como la trataron, si Koga no se pasó de listo y si los demás hicieron algo para incomodarla, Miroku solo preguntó si estaba bien, al ser respuestas positivas y saber que, Kagome, se sintió cómoda, fue mejor de lo que esperaban.
Inuyasha por otro lado comenzó diciendo que lo único bueno era que tenían los fragmentos y eso enojó a Kagome.
-¡Nos hiciste perder el tiempo, mujer!
-¿Perder el tiempo?- Kagome quedó frente a él- al menos conseguí los fragmentos
-Podriamos haberlos conseguido sin ti
-¿A si?- se cruzó de brazos y miró a Sango, quien se sobresaltó- ¡Sango, préstame a Kirara!
-¡Ay si, ahora vete con tu novio!
-¡Me voy a mi casa! ¡tonto!
Se montó en la nekomata y fueron hasta el pozo, cuando llegó miró todo el lugar enojada y cuando estaba por saltar, una idea cruzó por su cabeza, Kirara aún no sé iba, así que le hizo un poco de cariño y sonrió.
-¿Me harías un favor?- recibió un lindo y tierno ronroneo como respuesta- ¿me llevarias a la montaña de los lobos?
Se subió al recibir una respuesta positiva, Kirara comenzó a volar, luego de unos minutos estaba en la montaña de Koga, se bajó y le dijo a la nekomata que fuera con Sango, esta obedeció y ella caminó hasta la entrada, donde habían dos guardias quienes al verla se sorprendieron e hicieron una reverencia.
La llevaron dentro y vio a Koga acostado, siendo atendido por Ginta y otro lobo, se acercó haciendo que todos la miraran.
-¿Como se encuentra?- llevó una mano hasta la frente del chico lobo y este la tomó por inercia- yo te ayudaré.
-Ka..kagome- habló con una pequeña sonrisa- gracias.
Se tomó el cabello en una coleta, dio órdenes de traer hierba medicinal, agua y paños, esas aves habían dejado muy mal su pierna y brazo, agradeció que todos fueran rápidos, limpió las heridas, con lo que aprendió de Kaede hizo la mezcla necesaria de las hierbas y aplicó en las heridas.
Sabía que era un youkai, pero debido a que tenía fragmentos, sus heridas demorarían en ser sanadas, se quedó con Koga el tiempo necesario para verlo mejorar, también se encargó de hacerle comida con lo que los demás cazaron.
•••
No sabía cuanto tiempo llevaba con Koga, pero admitía que la pasaba muy bien, le habían dado ropa y una cama, el youkai había insistido que durmieran juntos, pero solo recibió una negativa, además de una bofetada, claro.
-¿Y tus amigos no irán por ti?- Koga miraba como cortaba la carne y la ponía en un palo para poderla cocinar- ¿y si van a tu época?
-Hasta ahora solo yo puedo cruzar- dijo limpiando sus manos y volteando a verlo- así que deben creer que me encuentro con mi madre
-¿Y no quieres ir a verla?- asintió con una sonrisa- yo puedo llevarte, o decirle a alguno de mis hombres
-Muchas gracias- le dio un abrazo, que él correspondió- ¿podemos ir después de comer?
-Si.
•••
Después de una semana se encontraba nuevamente en en Sengoku, pero su dilema era volver con su grupo, o ir con Koga, con quien se había sentido muy cómoda últimamente, su mente era un caos, se sentó para pensar y saber que hacer, comenzó con los pro y contra, pero aun así no sabia que decidir.
-Deberías seguir tu corazón- Koga la asustó, se levantó y se acercó- puedes ir con él, estas cerca y lo conoces desde hace más tiempo
-Quiero, pero también quiero ir contigo- aquellas simples palabras lograron felicidad en los dos- Koga, ¿me dejarías ir contigo?
-Eso sin dudar- acortó la distancia y besó su frente, acarició su cabello y la miró directamente- solo importa lo que tu quieras.
•••
A regañadientes, Inuyasha tuvo que aceptar que su amiga viajaría con el jefe del clan lobo, claro que trato de persuadir su decisión, pero solo logró molestarla y recibir un "abajo" de su parte.
El tiempo pasaba rápido, ya hace ocho meses que viajaba con Koga, y debía admitir que era fascinante, los lugares que él le mostró, las historias de su familia y el como se hizo amigo de Ginta y Hakkaku.
Con cada día, se acercaban más a la batalla final contra Naraku, así que comenzaron a viajar con Inuyasha y los demás, aún que la duda y el miedo de que haría una vez todo acabará estaba presente siempre. Una noche, mientras todos dormían, Koga llevó a Kagome a la cascada que estaba cerca de allí.
-¿Que te tiene tan preocupada?- la pregunta la dejó sin habla, sabía que él se daría cuenta en algún momento, pero no sabía como plantear la respuesta- ¿te has arrepentido de viajar conmigo?
-¿Que? ¡claro que no!- se apresuró y respondió, se mordió el labio y agachó la mirada- es solo que...no se que pasará cuando acabemos con Naraku, y tengo miedo
-¿Miedo?- Koga la invitó a sentarse, ambos a orilla de la cascada- yo te cuidaré
-Gracias, pero...- lo miró fijamente, perdiéndose en sus ojos- no pertenezco a esta época, no se...si podre volver a verte, si podre volver aquí, al Sengoku
-Me aseguraré de esperar por ti- dijo Koga tomando sus manos- yo esperare, y si tardas mucho, iré por ti.
Kagome encontró aquella declaración la más hermosa, en los ojos de él, solo estaba ella, la quería y se preocupaba por ella, Koga la tomó de las mejillas, se acercó, y por primera vez, desde que viajaban juntos, se besaron, un beso tierno y lento, sin segundas intenciones, disfrutaron el momento, cuando quedaron sin aire se separaron, ambos se sonrojaron al notar lo que habían hecho, pero al mismo tiempo sonrieron felices.
•••
La batalla contra Naraku fue dura, las heridas eran profundas, pero por suerte, ya todo había acabado, Inuyasha ayudaba a Miroku, Sango se preocupaba de su hermano y Koga, miraba el pozo, aquel que se había cerrado, su amada Kagome ya no volvería, sonrió, contrario a lo que pensaron todos, el sonrió, por que significaba, que él la esperaría hasta que ella volviera.
Tres años pasaron, donde se formaron relaciones, donde algunos tuvieron hijos y otros, como Koga, solo esperaban a que su amor volviera. Todos los días paseaba cerca del pozo, esperando ella apareciera allí, que le sonreirá y le dijera que no se iría de su lado.
Se quedó sentado bajo un árbol, sintiendo la suave brisa del día, recordando cuando aún ella estaba a su lado, cuando viajaron juntos y recordó, aquel primer beso, tocó sus labios, queriendo regresar a aquel día y poder besarla otra vez. Un ligero aroma lo hizo levantarse, venía del pozo, aprovecho que estaba a unos cuantos metros y corrió hasta el lugar, se acercó cauteloso, temiendo que todo fuera una ilusión, pero cuando la mano de Kagome sobresalió, su corazón se aceleró por la alegría.
La ayudo a salir, notando que estos tres años le habían sentado de maravilla, su rostro más maduro, su sonrisa era tal cual la recordaba y había crecido un poco.
Kagome estaba con mil emociones, todas alborotadas por volver a ver a Koga, amaba que él fuera la primera persona que veía al llegar, para cuando sus pies tocaron el piso, no lo pensó dos veces y lo abrazó, hundió su rostro en su pecho, llenándose de su aroma a pinos.
-Kagome, has vuelto- su voz mostraba emoción- has vuelto a mi.
-¡Te extrañe tanto!- se separó y sintió las caricias en sus mejillas- deseaba tanto volver.
Koga se acercó y volvió, después de tres largos años, a probar nuevamente sus labios, y agradeció a todos los dioses por permitirle tenerla de vuelta, la apego aún más a su cuerpo, disfrutando el sabor a cereza de sus labios, siguieron así unos segundos más, pronto Koga sintió un aroma familiar, Inuyasha y su grupo de amigos se acercaban, así que se separó y observó fascinado su sonrojó.
-Eres tan hermosa como recordaba- le dio un beso en la frente y acarició su mejilla- ¿te quedaras conmigo?
-Si.
Se abrazaron y antes de darse cuenta también era abrazada por sus amigos, Sango lloraba emocionada, Miroku cuidaba que no le pasara nada al pequeño Hisui e Inuyasha, apartaba a Koga para verificar que estuviera bien.
-¡Aléjate de ella hanyo!- Koga tomó el brazo de Inuyasha y lo alejó, también alejó a Kagome de todos y la tomó en brazos- ¡ahora será mi mujer, puede ir a la boda dentro de unas semanas!
Se la llevó ante los ojos de todos y aún cuando le gritaron no se detuvo, Kagome no dijo nada, su mente aún estaba repitiendo una y otra vez la frase "la boda dentro de unas semanas" la idea le encantaba, le provocaba una calidez en su corazón, se abrazó aún más fuerte al cuello de Koga, disfrutando el viento en su rostro.
Seguiría el consejo de su madre, se dedicaría a buscar su felicidad, sin importar nada más.
Durante los siguientes días, todos los hombres del clan lobo decoraron una cascada para la boda, y les dejaron un banquete preparado, claro que pidieron ayuda para cocinar la carne, ya que ellos solos no podían.
Koga había conseguido las mejores pieles y le mandó a hacer un traje igual al suyo, solo que en color blanco. El día de la boda estaban ambos nerviosos, Kagome esperaba ser una buena líder junto a Koga, y él, quería y anhelaba darle lo mejor para que nunca se arrepintiera de estar a su lado.
Cuando la ceremonia terminó, ambos estaban avergonzados, ya que debían sellar el momento con un beso, Koga se armo de valor y tomó el rostro, de su ahora mujer, y la besó, lenta y tiernamente, los presentes aplaudieron felices, y al final, todos se acercaron a felicitarlos.
La pareja sonrió feliz, esto solo era el inicio de su historia.
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