Aún lo recuerdo perfectamente. En momentos como este, mi mente revive ese instante de mi vida en la que mi orgullo pudo más...

—¡Pero tú lo prometiste! Dijiste que estarías ahí para mí.

Mi ex mejor amiga Kate solloza. Estamos discutiendo en el patio de la universidad.

—Dile a tu nueva mejor amiga Mía que te acompañe, ¿No fue eso lo que dijiste? ¿O solo querías quedar bien con su hermano?

—¡Tú eres mi mejor amiga!

—Te olvidaste de eso ayer, que me dejaste sola en la biblioteca para irte con Mía de fiesta.

—¡No sabía que querías ir! Por favor, no hagas esto.

Ella vuelve a sollozar con los ojos rojos, pero yo también estoy herida por la omisión de mi amiga.

—¡Desde que Mía apareció, ya no pasas tiempo conmigo! —le reclamo.

—¿Estás celosa?

—¡No! Pero me molesta ser ignorada por quién se supone es mi mejor amiga. ¿Ya no te agrado? ¿Te aburres conmigo? ¡Pues bien! ¡Vete!

—¿No lo ves? Esto es lo que haces siempre, ¡Alejas a las personas cuando ya no las necesitas! ¡Lo mismo hiciste con José!

—¿José? No lo metas en esto, él ya no es nadie para mí.

—¡Era tú mejor amigo! Ana, ¿Cómo puedes ser tan orgullosa?

—Pues si, tal vez lo soy. Pero solo quiero estar cerca de personas que quieran estar conmigo.

Le dije y me di la vuelta para volver a clases. Me aparté de ella completamente, y jamás me arrepentí.

Hasta ahora.

La vida y la experiencia te hacen ver las cosas diferentes. Pienso en la Ana de hace 13 años y veo a una chiquilla inmadura, orgullosa y obstinada. Dios, ¿Cómo pude ser así?

Lo peor es que después de eso, alejar a las personas justificando a mi orgullo se volvió un hábito, un horrible hábito. Primero fue José, luego Kate, después de ella Hanna y ahora al amor de mi vida.

Christian.

¿Cómo pude alejarlo? Cuando yo sé que lo amo profundamente, ¿Por qué no puedo solo aceptar que él tiene la razón y dejar la discusión a un lado?
Como Kate dijo, mi orgullo siempre puede más.

Y eso me ha costado al amor de mi vida. No puedo seguir así.

Miro de nuevo el móvil en mis manos, una red social en la pantalla con una solicitud de amistad: Kate Kavanagh.

—Vamos —me animo a mi misma—. Ésta vez eres tú quien debe dar el primer paso.

Y presiono el botón "aceptar". Listo. Un paso más cerca de la Ana de hoy, muchos más lejos de la Ana adolescente. Y sobre todo, en el camino para recuperar a mi amor.