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Parte 3

El albino quedo paralizado mientras ella se acercaba.

—Yo... ella... .—rectifico— Nosotros... no, no es lo que parece .—la miraba como si de un fantasma se tratase. Pasos mudos que dejaban atrás unas bragas blancas que se deslizaban por esos tobillos blancos.

Hizo un par de pasos para atrás hasta que su cuerpo fue sujetado. Lynn lo rodeaba desde atrás, la miro un momento hasta que bajo sus ojos hasta su entrepierna: el toque helado de Lynn le saco un jadeo, la peli castaña no espero y comenzó a masturbarlo.

—Lincoln Lincoln Lincoln... .—reprocho frente a el— Lo vi todo... .—musito, su blanca mano se posó en la mejilla del albino robándole la atención— Vi como fornicaban, escuche cada gemido y jadeo. No me perdí nada, incluso el gran final en el que te corrías en... tu propia hermana .—aun con ese cabello oscuro sobre sus ojos, era bastante obvio que ella lo observaba mientras se mordía el labio. Su pulgar acariciaba los labios del peliblanco, se acercó un poco hasta su oreja— Te observo desde hace tiempo, Lincoln .—susurro, en sus labios se marcó una sonrisa— Te ves algo pálido hermanito.

El Loud tenía más que una palidez, toda su piel se había erizado. Ya no caía sobre el la cálida agua y corrientes de aire se hacían sentir en todo su cuerpo, pero no era esa la causa de esa reacción en su cuerpo.

Paso quizá unos segundos en los que el Loud no hizo nada, solo miro esa peculiar sonrisa. Fue entonces cuando la peli castaña se abrazó desde atrás, sacándole de su trance.

Alejada de esa escena, ella seguía con lo suyo, recorriendo con sus labios el cuello de su hermano. Este la observaba, sus ojos completamente abiertos voltearon a ver a Lucy, quien había desaparecido su mueca. Antes de siquiera hablar, el albino fue interrumpido.

—Y ¿ahora qué? .—hablo inexpresiva. Su rostro parecía vacío, de un momento a otro su boca esbozo una sonrisa.

El albino siguió la mirada de la deportista hasta su otra hermana: apretaba los muslos y una mancha casi invisible se ocultaba en su vestido negro. Pero el líquido que derramaba por su pierna dejaba todo obvio para el peli blanco.

—Ay... pequeña, siempre tan seria, siempre queriendo controlarlo todo y a todos. Pero ahora... te quema el deseo.

—Cállate Lynn

—Deseas que él te posea .—acaricio el pecho del albino.

—Ya basta Lynn .—opino junto a ella.

—Y tú, no te hagas... quieres parecer el graaan hermano. Aquel que no le haría eso .—pauso— Pero sabemos que te mueres por hacerla tuya .—susurro a su oído.

—¡Lucy! .—la llamo— Tú, no tienes el control aquí. Lincoln no hará nada de lo que le digas .—sentencio, alejándose del albino— Pero puedo ayudarte, solo tienes que hacer todo lo que se te pida .—su mano sujeto a la menor de la barbilla. Una frente a la otra no iba a ceder, Lynn sorprendió con un movimiento: aproximo ambas bocas robándole el primer beso a su hermana.

Quieta, solo tensó su cuerpo mientras su mayor le robaba el aliento. Sus manos tiesas, se aproximaban a ese primer sabor.
Cuando Lynn se alejo, su contraria se dejó ir un poco para adelante. Sus labios le palpitaban y su cuerpo quedo sumiso mientras dejaba olvidaba esa sensación que la hizo estremecer.

—Vengan. —ordenó— Se donde podemos ir.

Lucy pasaba uno de sus dedos sobre su boca, de lado a lado.

—Hey. —la llamo— Creo que esto es tuyo. —procedió a lanzar algo a su menor. Cuando esta lo tuvo en sus manos cayo en cuenta que eran sus bragas blancas— Deberías controlarte un poco ¿Sabes?

La gótica dejo salir un bufido ante la risa de la deportista.

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—Lynn, ¿De donde sacaste esa ropa?. —cuestionó la tez pálida. Apretó sus piernas a la par del avance de la deportista, a la mesa donde se había sentado.

—Es... Una larga historia. —respondió haciendo una mueca y mirando a otro lado— Pero... ¿Recuerdas lo que te dije al venir? No quiero oírte. —finalizó a centímetros de ella.

Un quejido se also en el silencio de esa aula. Sus labios se movían con cada toque sobre su vestido, siendo muy notables las caricias que parecían atravesar esa delgada tela, para erizar su piel.

Las caricias se encontraban en un vaivén de movientos sobre sus piernas, estrujandolas de vez en cuando. Cesando, Lucy abrió los ojos y retrocedió, ampliando casi nada el espacio que Lynn había acortado entre las dos.
Sujeta de las piernas, ya no podía escapar y sus manos petrificadas optaban por apretar mucho más el borde de la mesa, al sentir el aliento de Lynn sobre su cuello.

—Vas a dejar que me divierta ¿entendiste?. —murmuró a su su oído. Si acaso era posible, la gótica se sonrojo más cuando al alejarse Lynn; atrapó su lóbulo entre los dientes. El jadeo que le hizo soltar, marco una sonrisa en esa boca que se relamia del gozo de victoria sobre su estoica hermana.

—¡¿Pero que carajo?!. —soltó en un alarido, cuando su vestido fue levantado. No tardó en volverlo a bajar en contra de los deseos de la contraria, quien decía todo con la expresión en su rostro.

El tartamudeo de la pálida chica fue ahogado con una mano, aunque ella uso dos no consiguió ningún resultado. Ahora quedaba recostada por completo, su flequillo echado para atrás; libraba el paso a la mirada de Lynn.

—Eres muy bonita Lucy... Pero tan seria... . —su mano libre fue subiendo hasta la cara de su menor y la acarició con el dorso. El cuerpo bajo ella respiraba con rapidez y su semblante se volvía rojizo conforme al paso del tiempo, pero había una pequeña parte que no cambiaba —Vamos Lucy, dejame ver más de ti. Dejame ver esa parte pervertida, esa parte a la que le encanta esto y no cree que es un requisito más. —dijo. Moviendo su pierna entre las de su hermana— Se que te encanda.

La gótica se estremeció bajo ella al sentir una mano en su entrepierna.

—Quiero ver esos ojos fríos, cuando ya no soportes el placer... —se rio al concluir.

Aunque se retorcia, poco o nada conseguían ante la atleta. Quien conseguía una mueca más grande a cada momento que su dedo mayor frotaba el clitoris de su hermana que sobresalia de la delgada braga húmeda.

Esos ojos, antes como de muñeca; comenzaban a tener una alteración en su quietud. Su párpado temblaba, sus cejas rectas no podían detenerse más tiempo y los ojos evitaban desviarse de la mirada rígida qué tenían.
Toda su temple se quebraba, toda su cara era un revoltijo de emociones plasmada en muecas de satisfacción.

Lynn se levantó y miro el fruto de lo que había hecho. La chica frente a ella aún agitada y con la entrepierna destapada, intentando cubrirse cerrando las piernas.
La peli castaña le sujeto de las rodillas y abrió de un tirón el paso , robando un quejido a la dueña de tan empapada braga. Se acerco y se acerco, cada mano rodeo la cintura de la gótica.

Sus dedos bailaron en la piel suave y blanca, deslizandose entre la tela y tirando de ella hasta que la pequeña prenda blanca quedara al nivel de la pantorrilla.
Metió su rostro entre esas dos paredes invernales y con sus brazos se prendió de ellas. Y tiro, tiro hasta que la contraria quedara al filo del mueble.

La atleta qué se había puesto de rodillas, tenía una vista completa de su objetivo y con los muslos de Lucy sobre sus hombros procedió a acercarse. No aguanto más y se abalanzó; lamio, chupo y succiono. Con la cara tan apegada que su barbilla estaba a nada de chocar con la mesa.

La gótica se agitó y estremeció entre los brazos que la apresaban, los ojos frigidos ahora se iban para atrás; casi cubiertos por unas párpados entrecerrados y temblorosos. Sus brazos se retorsian, las muecas en su rostro eran un espectáculo y su cuerpo daba latigazos cuando Lynn metía su lengua.
Entre jadeos consiguió sujetarse de los bordes. Cada segundo, aumentaba su agarre; marcando más sus nudillos y hacia mayor ruido con los azotes de su espalda contra el escritorio.

El olor le atraía, los vellos rozando su nariz le causaba comezón y el sabor... La atleta disfrutaba de él, del morbo que le causaba oírla gemir por lo bajo y un sentimiento de posesión que la obligaba a volver sus movimientos, más vigorosos.

Con las piernas prensadas a ella, la levanto en sus hombros y sin mucho esmero la estampo contra una de las paredes.
Al lamer la entrada, escuchaba un jadeo.
Penetrarla con su lengua, detonaba un gemido.
Con succionar el clitoris conseguía qué se sacuda y le robaba un grito ahogado.

La gótica busca de donde agarrarse, pero sus dedos solo se resbalan de la pared a la que golpean, cuando Lynn toca el lugar correcto.
Ahora sus piernas se cierran más en la espalda de la otra, acercandola. Sus manos van hasta su cara y tapan su boca; ella no quiere ser oida, jalan su propio cabello; no puede aguantarlo mas, los dedos resbalan de su cara al intentar aferrarse y dejan lineas rojas a su paso; ya esta desesperada.

—M-m-ma...—tartamueda entre jadeos. Y aunque no quiera, la atleta la escucha.

Las manos que apresaban unas piernas insensibles a su tacto, ahora las sueltan; cuando el solo roce de sus yemas envía fuertes señales.
Pasean por esa piel de porcelana hasta llegar atrás, no detienen su morbo al masajear el pálido trasero de su hermana.

Desde atrás la atrae para ella, su lengua se entierra en su hermana y toca lugares nuevos.
Lucy se encorba cuando la húmeda y caliente lengua de Lynn la profana, más allá de lo que pensaba; ya había llegado hasta su cabeza, ella la deseaba. Ahora es todo su cuerpo el que pide: la amarra y acerca con las piernas; tira de sus coletas y empuja su cabeza con sus brazos.

—Mierda ¡Si!. —grita. En un estrepitoso momento se tira para atrás, lo que también hala las coletas de la deportista y la obliga a beber.

La pecosa succiona, sorbe y no deja de lamer. Aprovecha lo sensible que está la gótica y le da su castigo.
Los dedos pálidos de la chica se enredan en los castaños pelos de la contraria; se enganchan y tiran de ellos cuando la empuja. Pero nada de esto aleja a la atleta, que aún trata de darle placer.
Los jadeos y gemidos mudos, ahora son alaridos insesantes. Aunque la pálida no quiera, su entrepierna sigue a merced y trata de seguir el paso de la lengua en ella.

—D-detente. —clama entre jadeos—Por favor. —vuelve a tartamudear.

Agarrandola de la cintura, ahora aleja y baja al desastre que había hecho.
Si, ahora era un desastre. Su imagen inmaculada era manchada por unos ojos llorosos qué corrían el maquillaje, pelos en muchas direcciones y lo peor: una mueca en su boca que jamás se le borraría de la mente a Lynn. Todo sostenido por una postura que luchaba por no desbaneserce.

Con una sonrisa pronunciada; la atleta procedió a tirar de la antes estoica persona, frente a ella. Procede a botarla boca abajo, sobre el escritorio.
Levanta su falda; dejando ver unas piernas temblorosas y la pone sobre el cuerpo aún convulsionante.

—Te dije silencio... —musita, inclinada sobre la palida— Creo que necesitas otro castigo. Linc, ven acá.

El albino traga saliva, pero no se mueve. Observa como su mayor deja a la otra y se aproxima a él.

—Vamos, hazlo. —ronronea a su oído—Lo deseas, no puedes ocultar el deseo de tus ojos.

El toque de la pecosa lo hace gruñir

—Ni el de aquí abajo. —concluye. Masajea la virilidad de su hermano por encima el pantalón.

Las manos frotan toda la longitud qué sobresale, de un lado al otro. De la base a la punta.

—Siento como palpita en mi mano, Linc. —vuelve a murmurar en el oído— Ve ahí y rompe esa muñeca, acaba con su vida de virginidad. —pauso su boca un segundo— No puedes evitar quien eres...

En casi nada el albino se puso detrás de la gótica, desnudo excepto de arriba. Su dureza frotaba la empapada entrada de Lucy.
Los jadeos de la gótica lo llaman, esto era lo que quería y se lo iba a dar. Coloco su punta justo en el centro; solo con eso sus pensamientos lo habían abandonado, tenía que concentrar sus sentidos para saborear todo este manjar. Sus oídos querían escuchar el momento en que ambas pieles chocaran y anunciaran su pecado.
Pero fue interrumpido.

—Recuerda que este es un castigo. —dijo la peli castaña, sujetandolo del tronco— Tienes que subir unos centímetros, ¿OK?

Su amiguito quedó posicionado en otro aro.

—¿Qué?. —se hizo notar la poeta. Aunque ya fuera tarde.

Lincoln clavo sus dedos en esa piel blanca y se dejó entrar por completo. La boca de ambos se abría, una era de dolor y otro de increíble placer. En los labios de Lynn se plasmaba una sonrisa, aunque fuera por otro placer.

Lucy solo podía agarrarse de la mesa qué se mecia cuando el peli blanco volvía a entrar en ella.

El pecoso no dio tregua. Desde el primer momento que sintió el interior de la gótica rodeando su polla, el solo hacía más rápidas y bruscas las embestidas. No importa si era la segunda o décima vez que volvía a meterla, ella lo apretaba más.
No hubo súplica que lo parara por parte de Lucy, quien pese a tener la boca abierta solo dejaba salir jadeos. Y aunque suplicara, el albino se había perdido en el rechinido de la mesa, el chasqueo de su cadera al follarla y lo apretada que estaba.

Los ojos de la pálida volvieron a taparse, ayudados de los empujes de atrás y como iba agachando la cabeza.
Un par de dedos la levantaron de la barbilla.

—Eso es lo que quería ver. —dijo su hermana—Y... Quien sabe, quizá si me diviertes como esta noche, solo quizá te de el permiso de que el haga lo que querías.

Antes de siquiera responderle, Lynn se había aproximado para besarla una vez más.

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—¿Qué tal tu primer anal?. —hablo desde su cama.

La pregunta fue respondida con un bufido de la otra cama. Y luego tan solo silencio.

—¿Sabes? Quiero que grites mi nombre. —murmuró, ahora en su oído.

Lucy quien reaccionó con sorpresa, se escondió poco después de que la castaña respirara cerca de su cuello y comentara acerca de su aroma.

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No se que tal me salió, si hay faltas de ortografía o gramática. Háganlo saber, por error este shot se me borro varias veces. Pero no descansaría hasta publicarlo.

Ojo con las edades, estaba pensando en decirlo en próximas partes. Pero si quieren lo dejo así y ustedes se las inventan.

Me despido.

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