Yoriichi Tsugikuni
Algo que decir
La chica miró sus manos mientras el castaño la miraba suavemente con una libreta en manos, Yūzā Mei era una estudiante ejemplar, nunca se metería en problemas, siempre contesta con educación, tiene buenas notas, ayuda a sus compañeros y es paciente con todos, pero había algo que había estado molestando a los profesores y era la constante miraba triste en sus bellos ojos que les miraban atentamente mientras explicaban, no lo malentiendan, los profesores la querían mucho debido a su buen comportamiento y lo fácil que era llevarse bien con ella junto con su rápido entendimiento, pero más que molestar era incomodar; les incomodaba que tan buena chica siempre estuviera aislada y con cierta mirada vacía y triste, sonriéndoles cuando hablaba con ellos o sus compañeros pero estando en el receso siempre tenía una mueca de dolor.
Lo que más les había estado preocupando a los profesores era que estaba faltando a algunas clases o llegando tarde con una mirada desolada en su rostro después de algunos recreos entre pregunta y pregunta lograron sacarle la verdad a la chica la cual confesó que no estaba muy bien y que últimamente había estado encerrándose en los baños a llorar y a veces era tan fuerte que se saltaba las clases por completo hundiéndose más en sus lágrimas.
Yoriichi la miró detalladamente mirando como mantenía una semi mirada gacha y sus manos sosteniéndose entre sí, a simple vista se vería como alguien tímida, pero con años de carrera en psicología se podía apreciar lo mal que estaba, sus manos estaban apretándose alrededor de su piel y sus uñas se hundían en su piel, leves marcas rojizas similares a rasguños estaban marcando sus brazos levemente descubiertos por su polerón escolar.
— Puedes confiar en mi —habló suavemente el hombre—. No es necesario que me cuentes absolutamente todo ahora, puedes ir lentamente desenvolviéndote, sé que la confianza se tarda en desarrollarse, aun tenemos todo lo que resta de semestre para forjar una confianza y que puedas contarme tus problemas.
—... —la chica apartó su mirada levemente.
—Si quieres puedes contarme cosas triviales tales como te fue tu día o si estás feliz o triste, si tienes algunas tareas o algo así —habló levemente—. Te escucharé atentamente.
Su relación empezó de esa forma, lenta y con ciertos aires de incomodidad, Yūzā obviamente lo conocía, él era Tsugikuni Yoriichi, uno de los psicólogos de su escuela y el encargado de su salón. Ella debatió en su mente, ¿Debería o no tener confianza en él? Realmente los profesores eran demasiados chivatos y seguramente si le tenía confianza él les contaría sus problemas a los demás profesores los cuales le verían con lastima o se alejarían levemente para no tocar alguna de sus heridas, pero, ¿De qué serviría eso? No quiere que sus problemas sean revelados a todo el mundo, ¡La excluirían muchísimo! Es un gran problema.
Lentamente su relación se fue fortaleciendo y ella pudo contarle los tormentos que le rodeaban y carcomían lentamente, el hombre fue paciente, le abrazó si era necesario cuando lloraban y la consoló, no era fácil decir que su madre había fallecido o las constantes cargas que ponían en sus hombros al tener tan altas expectativas en ella, su padre trabajaba mucho y esperaba que siempre se sacaba notas sobre noventa, ¡Y eso era un problema gigantescos! Porque después de sacar esas notas le exigía en modo de broma un cien, ¡Pero jamás la recompensaba! Y sus hermanos querían que se sacara mejores notas, ¡Pero jamás le permitieron que saliera con sus amigos y le interrogaba si les contaba de algún chico! Eso la ponía incomoda, ¿Cómo hacer si con diecisiete, casi dieciocho, nunca había salido a una buena fiesta con sus amigos? ¿Qué ni siquiera podía ir a la casa de sus amigos? ¿Ni a los cumpleaños? ¡Ni siquiera podía ir a las vacaciones con sus primos! Eso le deprimía.
Sus padres y hermanos no veían lo demasiado sobreprotectores que eran con ella y eso le dañaba, no les dejaba tener ni un momento sola para relacionarse con los demás y eso le dolía, ¡Sus amigos lentamente la iban excluyendo de actividades porque nunca asistiría a estas! Eso realmente la dañaba, después le preguntaban si había ido a esa fiesta y recuerdan que no la invitaron.
¿Si problemas familiares? ¡Ella desde pequeña recordaba como su tía la trataba casi como una sirvienta al igual que algunas primas que cambiaron con el tiempo! E incluso recordaba sus inseguridades de pequeña, ¿Es bonito recordar cuando tus padres se peleaban? ¿Cómo tu madre lloraba durmiendo? ¿O quizás que tu madre alcohólica solo se dedicara a llorar y preguntar si tu le querías? ¡Cuando grande entendió ese sentimiento de desolación en el cuerpo de su madre! A pesar de ser una mujer que abusaba del alcohol nunca le tocó un pelo y solo se dedicaba a consentirla mientras que lloraba entre las sábanas para intentar apaciguar el dolor que su esposo nunca le dijese ni un te quiero o que siquiera le agradeciera por la comida.
Mientras Yoriichi escuchaba las historias de la chica, más y más se daba cuenta de que su verdadera actitud no era la perfecta que todos querían, ¡Supo que ella solo estaba intentando actuar para complacer a todos sintiéndose como en una jaula! Eso le dolía y no sabía por qué, se dio cuenta que la bella alumna que todos tratan casi como un trofeo era solo una muñequita de vidrio que estaba trizada por dentro, como un ave enjaulada, un ángel sin sus alas y encadenado.
Las visitas se fueron haciendo más regulares e incluso intercambiaron números, normalmente ella iba después de clases a hablar con el castaño el cual le recibía tranquilamente con una sonrisa, ahora se podría tomar que la confianza era más real y se veían como amigos cercanos, ya ni siquiera importaba la brecha de diez años de diferencia de edad, simplemente se veían casi como unos buenos amigos.
La graduación se acercaba pronto, solo quedaban dos semanas y la chica se dio cuenta que sus sentimientos por el psicólogo lentamente se iban haciendo cada vez más y más fuerte hasta que no podía evitar que sus abrazos duraran más, sentir sus mejillas sonrojarse cuando el tocaba su cintura o elevarse al paraíso cuando su redondo pecho chocaba contra el duro pecho del hombre.
La escuela ya había terminado, el sol estaba ocultándose debido a que había terminado su taller de artes y ahora se dirigía a donde el castaño el cual estaba organizando unas cosas en su sala, era una fortuna que la escuela fuera bastante grande y tuviera ciertos privilegios que otras escuelas no tenían, por ejemplo, salas individuales para cada psicólogo y profesor.
—Yoriichi-san —saludó la chica entrando en la habitación y sentándose en el sillón.
—Mei —sonrió levemente y terminó de acomodar los papeles que tenía.
—Tengo algo que decirle —ella sonrió tímidamente y jugó con sus dedos.
—Te escucho —habló el hombre sentándose enfrente.
—Agradezco a dios porque llegaste justo cuando necesitaba un gran cambio en mi vida —habló sonrojada la chica.
—No es nada, solo hacía mi trabajo —habló el adulto, negándose a creer que fuese una confesión. Yūzā hizo una mueca triste y no se rindió como antes lo haría, esta vez perseveró.
—Quisiera decirle que usted es el sol de mis días, pero no, yo creo mi propio sol. Pero usted es quién le pone fuego —habló avergonzada la chica viendo si el hombre reaccionaba.
—Son... muy lindas palabras —habló suavemente y la chica suspiró al ver como era de denso.
—¡Lo que quiero decir es que usted me gusta! —habló firmemente.
—¿Y-yo? —preguntó sin digerir las palabras y ella asintió— Mei, deberías pensarlo bien, hay muchos chicos jóvenes a tu alrededor y que están interesados en ti, no deberías salir con un viejo como yo.
—¡Yoriichi-san mantiene aún su juventud! —habló firmemente ella— ¡Ellos no me interesan! ¡Nunca me escucharían como usted ni me consolarían de esa forma tan cálida que hace usted! Usted de verdad me gusta... no... ¡Yo de verdad le amo!
—¿Estás segura? —preguntó el hombre tragando saliva, a él también le gustaba la chica, quizás se negó profundamente a reconocerlo, pero al escuchar sus palabras e imaginarla con otro chico no pudo evitar sentir cierta pizca de celos.
—¡Si! —asintió ella y caminó hacia el hombre tragándose sus nervios con patatas y tomó el rostro del hombre entre sus delicadas manos y juntó sus labios húmedos con los del hombre
En shock, lentamente fue correspondiendo al beso y rodeó con sus brazos la cintura de la chica y la fue sentando en su regazo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro