Uzui puso sus ojos en blanco mientras rompía otra carta de amenaza que estaba recibiendo, desde que había dejado en claro sus intenciones de seducir a la pequeña Rengoku Yūzā había estado recibiendo todo tipo de amenazas, algunas más escalofriantes que otras y algunas casi infantiles, sabía que la rubia era codiciada, ¿Quién no la perseguiría? Era alta, bonita, delgada, muy fuerte, tiene una personalidad animada, es sexy y para poner la guinda del pastel compartía el puesto de pilar de la flama con su hermano gemelo, mientras que ella era una bella afrodita su hermano era un adonis, ambos desprendían sensualidad cuando andaban juntos y siempre andaban juntos, era imposible separarlos, si Yūzā no estaba abrazando el brazo de su hermano, él la estaba abrazando por la cintura.

Yūzā sonrió mientras recibía el ramo de flores de cierto ninja extravagante, ella compartía los sentimientos del albino, solo que no se atrevía decirlo debido a que sus pretendientes siempre desaparecía luego de un mes de perseguirla, decían que estar a su lado era peligroso y que no se arriesgarían a exponerse a un posible asesinato, luego era consolada por sus hermanos y padre el cual la sobreprotegía demasiado, ella era la única mujer en la familia Rengoku, obviamente la veían como una pequeña rosa que ante el más mínimo balanceo de sus pétalos moriría, su padre casi le prohibió salir cuando dijo que sería cazadora de demonios, solo pudo salir hasta que lo derrotó con la espada y eso le llevó cinco años de arduo entrenamiento en donde tuvo que hacer el examen de cazadora por su cuenta y luego su hermano no se le despegaba ni un segundo, si había una misión él estaría con ella sin dudarlo.

La rubia sonrió amenamente mientras apoyaba su cabeza en el hombro musculoso del chico el cual suspiró sonriendo suavemente al verla tan relajada, ambos estaban en un lago mirando el atardecer ocultarse entre las montañas, él siempre intentó ser lo más románico posible debido a que ella en una noche de borrachera había gritado que quería un hombre lindo y detallista, no un bastardo arrogante que no le ayudara en nada.

Los meses pasaron y Uzui entre amenazas para que se separara de la rubia, terminó por declararse y ser aceptado con un abrazo, apenas se iban a besar, el rubio mayor apareció y arrastró a la chica gritando que tenía que ir a una misión con él, Uzui se quedó con los labios apunto de besar a su ahora novia.

Tengen miró irritado la carta en sus manos y aprovechó que había una hoguera y la quemó, las amenazas fueron disminuyendo, pero no cesaron.

El albino apoyó su rostro en los pechos de la chica la cual estaba sentada en su regazo, ambos estaban en la residencia Rengoku, Uzui obviamente sabía que no le agradaba a la familia de la chica, desde que pisó el suelo de la finca de la flama fue regañado duramente y entre los tres hombres lo empezaron a intimidar mientras la chica se estaba en su cuarto dándose una ducha para ir al festival de año nuevo.

Uzui estaba de los nervios, intentaría besar a la chica como en otras oportunidades, pero nuevamente fue interrumpido, esta vez por el pequeño Senjuro que le pidió ayuda en la cocina a la chica la cual aceptó de inmediato, el rubio menor le sonrió triunfante y él le miró con odio, los Rengoku mayores se acercaron a él sonriendo mientras tenían las venas marcadas en su frente y sus ojos estaban oscurecidos.

—Uzui, te lo digo como amigo y compañero, no vuelvas a tocar a mi hermana de esa forma —habló Kyojuro apretando fuertemente el hombro del albino haciendo que soltara un pequeño quejido.

—Y será mejor que dejes de actuar de esa forma atrevida o te castraremos, entre los tres —habló Shinjuro apuntando su miembro.

—Deberías tener cuidado donde pones tus manos.

—Muchos se no se han ido ilesos por menos que eso.

Tengen empezó a conectar hilos y se dio cuenta que todas las cartas de amenaza que recibía a diario eran de ese trio de Rengoku's celosos que no le dejaban tener pareja a la chica.