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Iguro Obanai x Male! Reader

Iguro tragó suavemente mirando las pestañas del chico a su lado, sus ojos se estrecharon levemente mientras una pequeña sonrisa escapaba de sus labios. Dokusha Mei se encontraba a su lado durmiendo plácidamente luego de una agitada noche, ambos se conocieron en un bar por sus amigos intentando reparar sus corazones rotos, al principio todo fue una aventura de una noche, pero se fueron encontrando más y más hasta que se hicieron amigos y de amigos a una pareja.

El azabache estiró inconscientemente su mano al suave cabello rojo del chico acariciándolo lentamente sonriendo con cariño, lentamente miró al chico detallando sus suaves labios, el pequeño lunar al lado izquierdo que le daba un pequeño toque de sensualidad, su nariz delicadamente perfilada, sus cejas finas coquetas y lentamente bajó por el cuello mirando la palidez de la piel junto con sus tentadoras clavículas descubiertas junto con sus pequeños hombros rojizos.

Obanai no sabía cómo ni cuándo había llegado a sentir tan abrumador sentimiento que a veces le nublaba la razón, era un amor demasiado fuerte y en especial porque jamás alguien se había dado la molestia de preocuparse tanto por él y darle tantos buenos tratos, nunca en su vida se había sentido tan amado como hasta ahora, siempre era al que rechazaban o rechazaba, algunas incluso juraban amarle toda la vida, pero al ver las cicatrices en su rostro huían de él como si fuese un monstruo, pero contra todo pronóstico cuando él mostró sus inseguridades fue abrazado suavemente, no hubieron palabras, ni movimientos innecesarios, solo un largo abrazo que le hizo llorar durante horas mientras era abrazado y besado suavemente por el chico que le abrió los brazos sin importarle las imperfecciones que tenía.

A Dokusha no le importaba que Obanai fuera un celoso y posesivo de primera, a pesar de sus celos el azabache no le prohibía nada ni le controlaba, no le importaba que el chico tuviera una legua filosa, mucho menos de que no fuera gritando su amor a los cinco vientos como lo harían otros, quizás tampoco recibiera regalo por su aniversario de novios, ¿Pero a quién le importaba un estúpido regalo? ¿Era tan necesario demostrarse que se amaban en un solo día? Al igual que el azabache, el pelirrojo encontraba los aniversarios estúpidos, sí, quizás un detalle lindo, pero realmente innecesario, tampoco es como si hubieran agendado el día que se hicieron oficialmente novios, ninguno de los dos.

Lentamente Dokusha empezó a despertar y con una cara somnolienta y el cabello totalmente despeinado miró con sus ojos cariñoso al azabache.

«Lindo.» pensó Obanai mirando como el pelirrojo le miraba dulcemente con las mejillas sonrojadas.

—Buenos días Nai-Nai, ¿Cómo amaneciste hoy? —sonrió el pelirrojo.

—Bien —habló suavemente el azabache sabiendo que el pelirrojo de igual manera no se iba a callar.

—¡Yo desperté de maravilla! ¿Me estabas acariciando el cabello? ¡Sabes que me encanta eso! Desperté animado hoy... bueno, con un poco de dolor, pero valió la pena —el chico le guiñó el ojo al azabache que no pudo evitar mirar a otro lado sonrojado— ¡Waa~ es una lástima que tengamos que ir a trabajar! —el pelirrojo hizo un puchero y el azabache soltó una pequeña risita.

—Los mocosos no aprenden solos —sonrió Obanai levemente.

—¡Como si las casas se vendieran solas! —chilló indignado el pelirrojo y luego le dio un pequeño piquito en los labios al azabache— Vaya~ nos despertamos media hora antes que de costumbre... —el pelirrojo sonrió coquetamente— y si~

—... —el azabache miró como el pelirrojo le miraba moviendo sus cejas.

—Mo~ bien, solo nos bañaremos juntos, ¿Bien? —el pelirrojo hizo un pequeño puchero y el azabache se aprovechó para robarle un pequeño beso para después soltar una pequeña risita.

Después de bañarse ambos desayunaron juntos y se fueron a sus respectivos trabajos, Dokusha sonreía mientras conducía y tarareaba al ritmo de la canción puesta en el auto, Iguro iba a su lado en el asiento de copiloto mirando como su pareja parecía brillar esa mañana, como en tantas otras.

Obanai no sabía porque confiaba tanto en el chico desde que se conocieron por primera vez en esa alocada noche de aventura, quizás porque ambos habían tenido el corazón roto, quizás porque sus amigos los habían llevado a esos lugares en contra de su voluntad o quizás el hecho de que aquel pelirrojo hacía todo lo que quisiera con una sonrisa y como amaba amarlo a él.

El azabache sonrió mirando los ojos verdes intensos del chico, su pareja parecía un huracán cada vez que estaba en cualquier lugar presente, era animado y divertido, alentaba confianza con su sonrisa y tierna carita de bebé, el Iguro no sabía cómo podía ser que aquel ser tan luminoso se hubiera enamorado de él y solo tuviera ojos para él, no sabía por qué Dokusha lo amaba, pero eso le hacía sentir tan bien que quisiera que nunca se acabara, pero le daba tanto miedo que algún día suceda algo imprevisto y terminen separados, le aterraba tanto.

Un pequeño beso de despedida y el pelirrojo se dirigió a su trabajo de bienes raíces, realmente disfruta de pasear por la ciudad dando a las parejas o personas solteras sugerencias sobre casas. Iguro miró como el pelirrojo se iba en el auto y entró a la escuela en donde trabajaba, sus alumnos le tenían miedo por su temperamento pasivo-agresivo, pero hoy lo encontraron algo disperso.

Iguro solo quería encontrar alguna razón por la que su corazón haya latido tanto por aquel pelirrojo y que su cabeza solo se vieran imágenes de él, que era lo que había hecho el chico para hacerlo tan feliz y a la vez que olvidara esa melancolía que sentía en su corazón, quería saber que lo diferenciaba a él de sus demás parejas, ¿Por qué con su ex sentía como si su corazón nunca pudiera ser feliz al lado de ellas? Mientras con otros sentía que estaba vacío, con Dokusha era diferente, se sentía completo y a la vez tan melancólico e impotente.

Esta vez Dokusha tuvo una reunión y llegaría tarde a la casa del azabache el cual se fue en el trasporte público, apenas Iguro tocó la cama quedó profundamente dormido y minutos después empezó a sudar mientras respiraba agitadamente, había empezado a tener fiebre y entre sueños veía cosas tan reales que le asustaban.

Mientras dormía, el azabache miró a su yo pequeño míseros once años, solo que había algo diferente y no sabía el qué, miró durante minutos como su pequeño yo intentaba escapar hasta que por fin lo hizo, se había liberado de esa cárcel de madera y corrió tan lejos como pudo, mientras corría con sus pies desnudos por el extenso terreno rocoso que le hacía doler, una extraña criatura empezó a perseguirlo hasta que un rubio de puntas rojas llegó a su rescate y le cortó la cabeza al monstruo.

El rubio le explicó que era un demonio y lo iba a llevar de vuelta a su casa -cosa que él no quería- hasta que vio como la única sobreviviente aparte de él le maldecía e insultaba por la masacre cometida por la mujer demonio, luego él quedó a la deriva, solo en el mundo.

Eso hasta que conoció a un pequeño pelirrojo de ojos verdes que le sonreía alegremente y le guiaba hasta conocer a su maestro espadachín, ambos empezaron una buena amistad que lentamente se volvió amor, en ese instante, Iguro sudaba mirando como aquel pequeño pelirrojo se parecía tanto a su pareja actual, solo que el niño tenía una coleta baja que era sostenida por un broche que él le regalo.

Sus espasmos solo empeoraron cuando vio como el niño pelirrojo, al cual ya habían mencionado su nombre bloqueaba un ataque de un demonio poderoso, Dokusha tenía un corte desde el hombro hasta la pelvis, era profundo y su piel estaba demasiado desigual como para coserle la herida, sin duda iba a morir.

Su yo de diecisiete años mató al demonio como pudo y corrió hacia el pelirrojo el cual solo escupió unas cuantas palabras entre ríos de sangre y no se olvidó de sonreírle al azabache.

—Si nos desmoronamos quizás no estaba destinado a ser... sí nos d-desmoronamos... entonces este fue m-mi sueño favorito... por eso... desearía... que en otra vida... d-donde los demonios n-no existan... donde vivamos c-como queramos... quisiera v-volver a ser t-tu pareja y amarte h-hasta el fi-nal"

—¡No te vayas! ¡Te necesito aquí!

—N-no detengas t-tu vida p-por mi... sigue p-por lo que y-yo no puede ver... forma t-tu propia f-familia, s-si te e-enamoras d-de otro h-hombre adopta, pero no l-llores p-pegado a mi tumba

—¡Dokusha!

Un fuerte grito escapó de la garganta del azabache y se levantó bruscamente de la cama, se llevó una mano a la frente intentando cubrir su rostro empapado en sudor y regular su respiración alterada. Obanai se tomó la cabeza con fuerza retorciéndose levemente adolorido mientras miles de imágenes invadían su mente, tantos fragmentos de recuerdos dolorosos, felices, tristes.

Cuando Dokusha llegó a la casa y escuchó los quejidos del azabache rápidamente se acercó a la pieza mirando como su novio estaba rojo y su frente ardía en fiebre, rápidamente tomó un paño con agua fría y lo puso en su frente mientras preparaba una ducha de agua helada.

Entre los quejidos y movimientos bruscos del azabache, el pelirrojo tomó a Obanai y lo lavó delicadamente para luego secarlo, pasó una hora a su lado intentando regular la alta fiebre y finalmente no aguantó más hasta que llevó al azabache al hospital en donde le dijeron que no tenía nada malo, solo la fiebre alta.

Dokusha se quedó a su lado mientras el azabache sufría de aquel insoportable dolor, todo a su lado hasta que tres días después despertó, obviamente había avisado a sus respectivos jefes que iban a faltar por la condición médica y salud de ambos, el pelirrojo durante toda la semana que había ido a trabajar había tenido fiebre y había estado algo enfermizo, sus amigos y jefe se dieron cuenta, pero como cabeza dura que era al final no tomaba días de descanso hasta que el azabache se derrumbó y recién ahí los pidió.

El pelirrojo también había tenido esos sueños raros de él siendo un cazador de demonios en un mundo alocado del pasado en donde el azabache también había sido su pareja, obviamente había visto su propio final doloroso frente al azabache y había sentido aquel agudo dolor, por lo que a veces no iba a la casa de su pareja y se quedaba en la suya propia escusándose de que tenía mucho trabajo y papeleo.

Cuando Iguro recobró la conciencia lo primero que hizo fue abrazar fuertemente al pelirrojo temblando, casi como si lo fuese a perder de un segundo a otro, como si fuera una mera alucinación.

—D-Dokusha... v-volviste... los demonios... ya no existen —murmuró el azabache aferrándose al colorete el cual se sorprendió, pero lentamente relajó su cuerpo tenso y abrazó a su pareja.

—Volví y esta vez me quedaré —sonrió suavemente el pelirrojo y hundió su rostro en el cuello del azabache tomando las hebras oscuras entre sus dedos—. Cumpliré mi promesa, serpientecita —sonrió suavemente sintiendo sus brazos temblar.

Ambos se quedaron abrazados un buen rato hasta que se fueron a su casa para hablar de muchas cosas, menos mal el hospital lo dio de alta rápidamente. La pareja tenía que aclarar muchas cosas, incluso desde cuando el pelirrojo sabía de esos recuerdos de su vida pasada.

—¡¿Entonces viste a Mitsuri-chan como si fuera yo?! —chilló sorprendido el pelirrojo.

—... —el azabache no sabía que decir, tal vez debió omitir su muerte abrazando a Mitsuri.

—¡Wow! Pensar que mi forma femenina sería una oppai —el pelirrojo movió sus cejas pícaramente y el azabache rodó sus ojos, ¿Inseguridades? ¿Qué es eso? ¿Se come? Porque Dokusha era ese tipo de personas que, si bien no eran egocéntricas, estaban demasiado seguras de si misma en algunas ocasiones— ¿Acaso por eso manoseas mi pecho? —preguntó el pelirrojo y abrió su camisa mirando su torso esculpido al igual que el de Iguro, solo que estaba juntando sus pectorales como si fueran pechos.

—Aagh —el azabache no aguantó más y cubrió con una de sus manos el rostro del pelirrojo alejándolo de él—. Ni sé porque me preocupo si eres la persona más segura que conozco.

—Eso me hiere —habló el pelirrojo ofendido—. Bien, bien, ahora hablando enserio, ¿Por qué Mitsuri?

—... —el azabache suspiró y puso una cara pensativa, ¿Por qué? Realmente no lo había pensado antes— Porque... porque tenía el cabello rosa, siempre que pasábamos tiempo juntos y estabas mucho tiempo al sol tu cabello se volvía de un suave rosa rojizo. Sus ojos eran los únicos ojos verdes que había visto aparte de los tuyos, solo que los tuyos son intensos y los de ella eran más claros, también tenía lunares, aunque debajo de sus ojos y tu lo tengas como Marilyn Monroe, tenía el cabello largo y ondulado por sus trenzas mientras que tu lo tenía largo y ondulado atado en una coleta baja, ¿Qué más? Mm... también desprendía ese toque de sensualidad que tu posees... pero sobre todo... porque su personalidad era animada como la tuya —habló finalmente Obanai bajando la voz al final—. Ella... ella era la única persona aparte de ti que tenía esa actitud desastrosa y dulce al mismo tiempo, ambos tan glotones, abiertos al afecto público, ansiosos por abrazos... yo... yo solo veía la sombra de ti en ella.

—Obanai... —habló sorprendido el pelirrojo y sintió sus lágrimas caer.

—Yo siento... que este amor es aterrador... porque sigo teniendo el propenso miedo a que en cada mañana ya no estés a mi lado, que ya no vuelvas y ahora que lo recuerdo todo, me da miedo que esto no sea más que un sueño o una agonía antes de la muerte... Dokusha... tengo miedo... miedo de volverte a perder.

—Obanai... —el chico pelirrojo soltó lágrimas y sonrió suavemente tomando el rostro lloroso del azabache— Entonces dejémonos consumir y disfrutemos de este amor aterrador —el pelirrojo besó suavemente al azabache y ambos se fundieron en un dulce beso triste, melancólico y lleno de amor.

Las almas del pasado se encontraron nuevamente para disfrutar una vez más de su sincero y puro amor.

De su amor aterrador.

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