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Traicion. ✨️

Caminaba directo a la sala mientras su mente divagaba gracias a la pelea que había tenido hace tres dias atras con su ahora, ex interés amoroso, aún sentía las palabras frescas en su boca, todo lo horrible que él le había gritado y las lágrimas que ella retenía mientras callaba todo lo que tenía que decirle a él.

No había podido dormir en toda la noche, cosa que se demostraba con sus ojeras tan prominentes, sentía la boca con un sabor amargo aún recordando los sentimientos que ahora debía retener.

Al llegar a la sala todos ahí lo miraron, en primera instancia vio a su padre junto con su madre sentados en un sillón de tres asientos, se congelo en su lugar al verlos juntos, ellos llevaban divorciados desde que él tenia doce años y verlos ahora indicaba que algo grave había sucedió, atrás vio a sus hermanos mayores, los cuales lo miraban con cierta lástima y decepción, y más atras vio a los guardaespaldas de su padre, que al igual que sus hermanos, lo miraban con compasión.

Ahora que lo reflexionó, solo su madre lo había volteado a ver y su padre ni siquiera se digno a verlo de reojo, eso indicaba algo aún más grave.

Enfrente de ellos vio a otros cinco sujetos, de los cuales uno de ellos le lleno de cólera el estómago, estaba aquella rubia con la que había peleado dias atras, alado estaba su padre y su hermano, y atrás de ellos estaban los que el creía eran guardaespaldas debido a sus cicatrices tan prominentes.

De ellos la única que no lo miraba era Rin, lo cual le importaba tres hectáreas, ya que lo inculpaba de algo que no era verdad.

-Len, sientate por favor-. Su madre fue la primera en romper aquella tensión indicandole en su hijo menor que se sentará enmedio de su padre y ella, este siguió las indicaciones y se sentó, poco después sintió el aura tan notable que desprendía su padre, sentía que mataría a alguien si de ser posible fuera.

-Bueno...ya que esta el joven, comencemos-. Él padre de la rubia levantó la mano indicandole a uno de sus guardaespaldas que pasara al frente y le entregara el documento a sus respectivos anfitriones, Leon Kagamine fue el primero en tomar la hoja, se coloco sus lentes y comenzó a leer el articulo.

-Como sabrán nosotros no venimos a hacer una guerra, es lo que menos necesitamos ambas familias, solo nos gustaría dejar las cosas sobre la mesa y poder seguir con los reglamentos establecidos.- Hablo el primogénito de los Kaimane, con una sonrisa falsa guardó silencio, sabía que bien o mal, al terminar esta reunión ellos serían los ganadores.

-Ustedes hablen y nosotros escucharemos-. Le paso el documento a su ex esposa, la cual comenzo a leer el artículo con gran cautela.

Él rubio sentía el estómago revuelto y como se apretaba de vez en cuando, notaba en el ambiente que nada saldría bien.

-Bien...como sabrán, nuestra pequeña dama y su hijo menor no llegaron a formalizar nada debido a las circunstancias, pero eso no los libro de tener uno que otro encuentro...amoroso, digamoslo así, en nuestra casa, hay evidencia fotográfica y en video que lo comprueba, pero ese no es el punto, la razón por la que estamos aqui es por-. Sus palabras fueron interrumpidas por la mayor.

-¿Embarazada?-. Pronunció casi con un hilo de voz la única mujer de la sala, levantó la mirada al instante y vio perpleja a la menor que tenía enfrente, todos en la familia Kagamine, excepto Len y Leon sintieron un pequeño choque eléctrico recorrer su espina dorsal al escuchar aquella declaración que era demasiado grave.

-Si, ese punto-. Suspiro con alevosía, no se tomaba en serio del todo este asunto ya que, al final ya sabían que ellos se llevarían el "triunfó".

-Necesitamos dejar muy en claro los acuerdos de-. La voz del Señor Kaimane fue interrumpida por el más joven de la familia contraria.

-Esa "cosa" no es mia...-. Escupió con asco aquellas palabras, sentía la gran necesidad de largarse de ahí y poder continuar como si nada hubiera pasado.

-Tsk...-. La joven chasqueo la lengua, desvió la
mirada, inconforme de aquella situación.

-¿Disculpe?-. El señor Oliver habló esperando una respuesta de su parte, aunque supiera que esta pelea ya estaba ganada, le molestaba que insinuaba que su hija era una prostituta.

-Lo que escucho, eso no es mio-. Miró directamente al señor Oliver, en su mirada se denotaba el malestar y odio que estaba sintiendo en estos momentos.

-Len-. El hermano mayor de los Kagamine, Nero, intento hablar, pero al final fue interrumpido por su padre.

-¿Por qué dices que no?-. Su padre lo miró de reojo, en sus palabras se notaba que eso lo ponía aún más molesto.

-Porque ella estaba con otro sujeto durante el tiempo en que también se metía conmigo-. Miró directamente a la rubia, con asco e indignación aferro su mirada a la pequeña que tenía enfrente.

-¿Qué yo que?-. Abrió sus ojos por la impresión, indignada por aquel señalamiento erróneo, al sugerir que era una cualquiera.

-Como escucharon...yo vi como está estaba con él....susodicho, por no decir más...de Piko.- Soltó un suspiro al recordar como una vez los encontró abrazados, mientras ella lloraba y él intentaba consolarla, ahora que lo reflexionaba, desde ese momento Len había sentido rencor por ambos.

-Escuche joven Len, nosotros no-. Su voz era retadora, no le importaba lo que dijeran de su hermana Rin, eso era el menor de sus intereses, lo que odiaba era que intentaba denigrar su apellido.

-Guarda silencio...no vinimos a pelear...vinimos a replantear los asuntos...en la evidencia fotográfica, se ve claramente que es usted el único que entró en mi hogar-. Él señor Kaimane intentaba mantener la calma, aunque por su mirada se notaba que realmente lo incomodaba está situación.

-Y que les garantiza que-. Iba a comenzar a defender su "honor" hasta que un golpe en la mesa de centro sacó a todos de su posición, Leon miró impaciente al rubio que tenía a un lado, sus ojos estaban inyectados con irá, hizo una señal a sus guardaespaldas, los cuales dejaron la sala, mientras todos miraron al señor.

-¡Cierra la boca!...escuche, familia Kaimane, cualquier cosa pueden tener nuestro apoyo.- intentaba regular su respiración, después de sentir esa presión en su pecho.

Terminaron de aclarar unas cosas, para al final despedirse al estrechar sus manos, los padres Kagamine también estrecharon las manos con la joven, pese a que los menores estaban resentidos, era mejor llevar la guerra tranquila.

-Estaremos al tanto cualquier cosa, gracias por su tiempo...-. Los cinco se retiraron de la casa, ahora solo dejando a los Kagamine en un lugar donde el ambiente se sentía tenso y peligroso.

El señor sacó un cigarro y lo prendió, en un intento de relajar su estres.

Los hermanos intentaban quitar el mal sabor de boca charlando entre sí para poder sacar una solución.

La mujer miraba una y otra vez la prueba de embarazo, esperando que en algún momento apareciera un error, cancelar el tratado y poder pasar de página.

En cuanto bajaron los guardaespaldas todo se sintio aun mas tenso, él mayor miró directamente a su hijo, él cual tenía la mirada perdida en sus manos, esperando el regaño de su padre para después irse a su cuarto y poder continuar con su vida.

-....eres un maldito...-. Pronunció casi en un hilo de voz, se acercó al cenicero, apagando su cigarro, aún intentando mantener la calma.

Su hijo se levantó de golpe, para estar en la misma posición de su padre, y así tener algo más de confianza.

-Papá debes creerme, esa "cosa" no es mía, de seguro se metió con su amigo el maricon y me esta intentando mete-. El golpe seco resonó por toda la habitación, aturdiendo tanto al muchacho que tuvo que tumbarse en el sillón, su madre cerró los ojos con fuerza, sentía horrible de ver lo que sucedía, pero solo opto por desviar su mirada.

-¡Eres una vergüenza!...-. Sintió que la adrenalina se apoderaba de él.

Sentía un dolor en su pecho causado por la conmoción del momento, le dolía ver como su padre retenía las lagrimas en sus ojos, aquel hombre que por más de dieciséis años jamás lo habia visto llorar.

-Pero no es mio, deben creerm-. Sus palabras fueron interrumpidas por la voz entrecortada de su madre, la cual ya tenía sus lagrimas recorriendo sus mejillas.

-Vimos los videos...Len...se ve claramente como entrabas y salías de su casa...su nana lo confirmo-. Lo miró, intentando mantener el margen de su madre, viendo con tristeza a un pequeño niño buscando un refugio en los hrazos de sus padres, los cuales se alejaban.

-Y solo porque lo confirmo alguien que obviamente esta de su lado ya van a creerle...¿No?-. Su descontento ahora se había convertido en irá, sentía como la bilis de su estómago hervía, todo por una tonta rubia que no supo cuidarse en las ocasiones que llegaron a tener sexo, culpandola totalmente a ella por un descuido que era de ambos.

-Len, debes entender...tienes dieciséis...casi diecisiete...ella tiene catorce...¡Catorce!-. Grito el primogénito, estaba conmocionado por toda esta situación, aún incrédulo por el descuido tan grave que había cometido el menor de los Kagamine.

Sentía de nuevo la presión en su pecho, quería gritar que él no era el padre de esa cosa, pero tal parecía que nadie lo escucharía, y eso lo frustrada aún más.

-....Len...-La rubia intento tomar su mano para poder calmarlo, viendo solamente como este la alejaba con rapidez, impidiendo que lo tocara, ella suspiro con dolor.- Solo necesitamos escucharte decirlo...sea tuyo o no...tu...¿si tuviste intimidad con la señorita?-. Algo dentro de ella rogaba porque no fuera así, dejar a su hijo tranquilo y poder demandar a los Kaimane por difamación.

Pero tal parecía que eso no sería así...

Odiaba que se metieran con su intimidad, y más era su vergüenza al tener a sus padres y hermanos enfrente.

Se sentía violado, al estar invadiendo su vida sexual.

-Len, respóndele a tu madre.- Tenia la miraba perdida en la ventana, sus brazos estaban cruzados para evitar volver a golpear a su hijo, lo menos que quería era agredirlo más y dejarle una marca en su rostro.

Debido a su momento de vulnerabilidad al estar acorralado, no pudo evitar explicar.

-Solo...-. Solto un pesado suspiro, intentaba ignorar los sentimientos venia arrastrando desde que la rubia le habia dicho tal noticia, él hasta cierto punto iba aceptar el ambarazo, hasta que vio como él peliblanco la abrazaba mientras ella lloraba, entendiendo inmediatamente que era una infiel, sin siquiera pensar en que ella estaba llorando ya que su padre la habia golpeado por tal descuido, siendo consolada por aquel chico.- Si...si lo hice...-. Dijo en un susurro tortuoso, odiaba todo este panorama.

La confrontación de los Kaimane, la deshonra de los Kagamine, el coraje que él peliblanco le provoco, la desilusión de no ser el padre, y el dolor de que su amada le hubiera sido "infiel", lo cual no era erróneo.

-Chicos...ya saben que hacer-. Pronunció con dolor, mientras los guardaespaldas entraron al cuarto donde habían dejado las maletas repletas de ropa.

-Leon.- intento interceder por su pequeño hijo, teniendo la esperanza de que por primera vez su esposo dejara a un lado las reglas estatales y poder razonar con el corazón de un padre.

-No, Lily...sabes lo que la traicion significa...-. Miró a la mujer con los ojos llenos de lágrimas y dolor.

Reflexionó por un momento, él ver a su padre en ese estado era evidente de que nada bueno sucedería.

¿Traicion? Sintió que su corazón se detuvo por un momento, según lo que la "L E Y" determinaba, solo había una sola opción.

-¿Exiliarme?...-. Lo miró con un terror absoluto, literalmente era dejar toda su vida a un lado para poder sobrevivir por el mismo, sin ayuda de ningún miembro de su familia o alegados, y con la responsabilidad de responder por su ahora hijo, toda su vida se había caído a pedazos, su futuro, sus amigos, su imperio, todo...

-Señor, aquí están las maletas.- acercaron a la puerta principal dos maletas, las cuales tenían lo necesario para que el menor pudiera sobrellevar levemente la situación, dejandole dinero para poder conseguir una hogar rentado y poder buscar un trabajo.

Sentia que su mundo se caía en mil pedazos, sus hermanos subieron al primer piso, encerrandose en sus respectivas habitaciones, ahora al ser un exiliado, era totalmente prohibido hablar con él.

Su madre le regalo en beso en su frente, para perderse igualmente en el segundo piso, encerrandose en el despacho del señor.

Los guardaespaldas subieron las maletas al carro, lo llevarían a un departamento que tenían de respaldo para estos casos.

Su padre lo miró por última vez, levanto el pecho en un intento de demostrar altivez, seco con fuerza sus ojos, quitando todo rastro de lágrimas, tomó el hombro del menor, empujando fuera del recinto, este no puso ninguna oposición, debido a la conmoción.

Una vez fuera de la mansión, miro a su padre por última vez, este sonrió con dificultad, haciendo una mueca dolorosa para el menor.

-A partir de ahora serás Len...simplemente Len, un joven sin apellido ni patria, desde este día en adelante solo tendré dos hijos, los cuales son Nero y Yohiloid...te deseo suerte en esta vida tan cruel, deberás ser responsable del menor que crece en el vientre de aquella joven...quiero que sepas que no estoy lastimado, ni avergonzado...pero espero que entiendas mi posición.- Sin más que decir, cerro la puerta en su cara, Len se quedó conmocionado, teniendo la mirada perdida en el pomo de su casa...de la casa, camino sin emocion alguna al carro, entrando por aquellas puertas, dispuesto a "confrontar" su nueva vida...

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