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Trafalgar Law

Día 1:
Tatuajes

┌──────── ∘°❉°∘ ────────┐

❝  Uɴ ᴀʟᴍᴀ ɢᴇᴍᴇʟᴀ ᴇs ᴀʟɢᴜɪᴇɴ
ᴄᴜʏᴀ ғᴏʀᴍᴀ ᴅᴇ ᴠᴇʀ ʟᴀ
ᴠɪᴅᴀ ɴᴏ ᴇs ɴᴇᴄᴇsᴀʀɪᴀᴍᴇɴᴛᴇ
ʟᴀ ᴍɪsᴍᴀ ϙᴜᴇ ʟᴀ ᴛᴜʏᴀ﹐
sɪɴᴏ ϙᴜᴇ ᴄᴏᴍᴘʟᴇᴍᴇɴᴛᴀ ʟᴀ ᴛᴜʏᴀ.
Nᴏ ʜᴀʏ ᴜɴ ᴄᴏᴍᴘʀᴏᴍɪsᴏ﹐
ʜᴀʏ ᴜɴ ᴄᴏᴍᴘʟᴇᴍᴇɴᴛᴏ.❞

└──────── °∘❉∘° ────────┘

Law miró fijamente la figura dormida a su lado, él no pudo evitar suspirar suavemente antes de acostarse sobre su espalda, mirando fijamente el techo para finalmente cerrar los luceros platinados de su rostro, que brillaban tenuemente en la oscuridad de la noche, y, su vez, una de sus manos cubrió sus ojos mientras su boca se sentía levemente amarga.

Él jamás quiso un alma gemela, odiaba la idea de no poder controlar su propia vida y quería ser él quien decidiera a la persona que lo acompañaría por el resto de su vida -aunque realmente pensaba estar en soledad durante toda su longeva vida-, ¿Por qué aceptar las órdenes de un "Dios" que había abandonado ese mundo? ¿Por qué creer en algo que jamás te ayudaría por mucho que ruegues? ¿Por mucho que reces, por mucho que ores, por mucho que seas una buena persona y te pasen cosas malas? ¿Por qué querría recibir algo de quién, si existiera, pudiera evitar todo lo que le sucedió a él, a su familia, a su pueblo natal e incluso pudo haber evitado toda la tragedia de su mentor? E incluso si ese denominado dios existiera y le diera pruebas físicas de que estaba ahí, de que era real, ¿Por qué recibiría algo de quién jamás movió ni un dedo para ayudarle? ¿De quién en su puñetera vida se preocupó por alguien más que no sea él mismo?

Trafalgar Law era un hombre que se había forjado a sí mismo a través del dolor y sufrimiento, un ser oscuro que manejaba sin piedad a las personas y era capaz de hacer lo más cruel si eran con un propósito definido que lo ayudara a alcanzar su meta, su sueño.

Entonces, no entendía cómo había terminado en esa ridícula situación en donde se había acostado con su alma gemela y llevaban un maldito año de relación.

No entendía como una simple mujer le había sacado de su oscuridad.

No entendía como esa mujer era capaz de llenar de luz su mundo.

Simplemente no podía comprender porqué desde que ella se metió en su vida, todo lo malo parecía desaparecer en susurros silenciosos que se desvanecían o eran opacados por la estridente risa de la torpe mujer que reía sin parar y le hacía bromas o lo llevaba -arrastraba- por todos los lugares que él jamás podría pisar por su propia cuenta.

¿Quién era ella? ¿Cómo lo había sacado de ese infierno en el que siempre vivía?

Él, un hombre que había sacrificado tantas vidas y escuchaba constantemente los lamentos de quienes dejó atrás, de a quienes torturó con tal de conseguir poder, ¿Cómo podrías dormir cuando escuchabas las almas de quienes habían muerto a tus manos, directa o indirectamente? ¿Cómo podrías ser feliz mientras la oscuridad era tu elemento de lamentos?

Odiaba todo.

Odiaba el mundo.

Odiaba la crueldad.

Odiaba a los humanos.

Odiaba a los magos.

Odiaba a los monstruos.

Odiaba a los dragones.

Odiaba a los dioses.

Odiaba quien era él.

Odiaba lo que había hecho.

Odiaba estar tan sucio de sangre.

Odiaba haber nacido en este asqueroso mundo.

Odiaba el mundo y quería destruirlo hasta que llegó ella, la cual le mostró toda la luz que el mundo le había negado.

La odiaba, la odiaba tanto por no poder vivir sin ella a pesar del poco tiempo que llevaba de conocerla.

Odiaba saber que, sin ella, no sabría cómo vivir y simplemente no se acordaba de cómo era vivir antes de ella, ¿Cómo había soportado tanta soledad? ¿Cómo no se había vuelto loco por los lamentos de los muertos? ¿Cómo había vivido como un mago oscuro hasta ahora?

Estaba perdido.

No le gustaba sentirse así, odiaba sentirse así. Había pasado demasiado tiempo y ya no era el momento de estar perdido en este asqueroso mundo despreciable lleno de crueldad. No tenía la edad como para dejarse llevar por alguien más, él ya era grande como para tener esas inútiles sensaciones de estar cohibido, perdido, desorientado, confundido.

Era un adulto, ya no debería sentirse así.

Era... simplemente sofocante.

El azabache miró todo el lugar mientras se sentaba en la cama y luego miraba sus manos fijamente, totalmente perdido.

Sus manos eran grandes a comparación de las de ella, no eran manos delicadas y suaves. Sus manos estaban llenas de pequeños cortes, rasguños, callos y sangre invisible que lo bañaba por completo, ¿Por qué ella seguía tomando manos tan sucias y feas? Sus dedos gruesos, ásperos y duros, que no eran agradables al tacto, llenas de tinta con palabras oscuras que literalmente significaban el término de la vida.

Eran manos que habían asesinado a innumerables personas.

Manos que habían torturado.

Manos que se habían ensangrentado.

Manos que habían utilizado cadáveres para esconderse, que habían agarrado despiadadamente un cuchillo para torturar y una espada para matar, manos que trabajaban al son de la canción de muerte que resonaba constantemente a su alrededor, orbitando sin falta alrededor de su cuerpo

¿Por qué se sentía así? ¿Por qué ahora, después de todo lo hecho? ¿Por qué se sentía perdido y confundido? ¿Qué eran esas emociones que albergaba su corazón? ¿Por qué?

Inconscientemente, sus uñas rompieron la piel tatuada de sus brazos adoloridos, qué, lentamente, iban perdiendo color por la presión ejercida en su piel y eso siguió hasta que sintió suavemente un peso abrazando sus caderas y él giró bruscamente hacía el calor en su cuerpo. No pudo evitar quedarse mirando fijamente el cabello de la mujer antes de que una sonrisa flotara levemente en sus labios.

¿Por qué parecía como si ella lo pudiera leer de tal manera? Incluso dormida, sabía que tenía que hacer para mantenerlo cuerdo, lejos de su inestabilidad mental y emocional que a lo largo de los años iba aumentando, consumiéndolo lenta y agónicamente en un abismo sin final del cual no podía escapar, como un pantano del cual por mucho que avanzara su cuerpo siempre se quedaba atascado, como estar ahogado en un mar que por más que nadase más se ahoga en su desesperación y frustración.

Pero llegó ella como una luz al final del abismo, tal como una cuerda de salvación que lo sacaría ese ese pantano que lo atrapaba, como un salvavidas que se extendía en un mar que solo conseguía atemorizarlo.

Ella la había dado tanto sin saberlo, incluso cuando él se comportaba como un completo hijo de puta y era un gruñón y amargado de mierda, aun así, ella lentamente estaba influyendo en él y haciéndolo cambiar paso a paso. Tal vez tan imperceptiblemente que él no podía ni siquiera negarse a ese cambio, o siquiera actuar con rechazo hacia esa mano amiga que se extendía para intentar salvarlo a él.

A él, que no era más que un asesino despiadado.

A él, que no era más que una inmundicia de este mundo, algo que no debería existir.

Al tomar su mano se sentía tan seguro, como si nada fuese a suceder y al ver sus ojos brillar por cualquier razón estúpida hacía que su frio corazón se derritiera empezando a latir suavemente, casi con timidez, ¿Cómo podría negar que le gustaba esa tonta sonrisa? ¿Qué adoraba las pecas que adornaban su rostro infantil? ¿Cómo podría decir que despreciaba aquel cabello anaranjado que se ondulaba suavemente al igual que sus ardiente llamas?

Una luz...

La mujer que era su alma gemela era como una luz tan brillante, su elemento era un poderoso fuego que reduciría todo a las cenizas si es que ella lo deseara, al igual que un poderoso dragón, al igual que una luz salvadora, que el fuego en una noche oscura.

Y oscuridad.

Él era oscuridad, capaz de eclipsar el cielo iluminado, de cubrir el mundo de penumbras y desesperación. Él era el temor, el monstruo que los niños temían al ir a dormir, un ser que era tan malvado que incluso en los reinos más poderosos se negaban a decir su nombre, como un veto que prohíbe reconocer su miserable existencia. Pero a pesar de todo, él jamás la cubriría a ella de su oscuridad.

Porque ella se había vuelto importante para él, tan necesaria casi como una obsesión, como el aire que respira. Ella era tan indispensable en su vida que jamás podría dejarla ir de sus garras de oscuridad.

Suavemente, Law se acostó nuevamente y miró los tatuajes en el pecho de su pareja al igual que en sus dedos. Con dulzura impropia de una archimago oscuro como él, besó los nudillos de su pareja mirando las amargas y oscuras letras en los dedos de su pareja antes de besar suavemente los tatuajes que recorrían sus antebrazos, sus hombros y clavículas hasta su pecho y abdomen.

No lo entendía, la adoraba sin razón.

Sin motivo o comprensión...

Ella entró en su corazón.

Juró protegerla incluso antes de entablar un romance, incluso antes de haberse conocido completamente, juró amarla incluso cuando la aborrecía, juró estar a su lado incluso cuando ella era incontrolable, desordenara, torpe, juguetona, molesta, extrovertida, sociable, inquieta e imprudente.

Él jamás quiso eso, pero en el momento en que ella lo complementó de tal manera en que se volvió adicto a su toque, él jamás la podría dejar ir incluso si ella lo pidiera, si ella lo rogara con desesperación y lágrimas de frustración.

La necesitaba incluso más que respirar, ¿Por qué se necesitaba respirar si de todas formas ya estaba muerto? ¿Si ya había renunciado a su humanidad en el momento en que siguió la magia oscura?

Mirándola fijamente, él se acurrucó en el pecho de ella y tontamente, descuidada como siempre, ella le abrazó entre sus firmes brazos que se negaban a soltarlo incluso cuando él podría quitar su corazón de una manera tan fácil como mover un solo dedo.

¿Por qué era tan descuidada? ¿Por qué confió tanto en él, cuando ya ha habido casos en que un alma gemela a asesinado a otra? ¿Por qué a pesar de saber lo terriblemente peligroso que era él, seguía viniendo como un cachorrito emocionado hacia su dueño? ¿Qué era lo que tenía él, como para que ella; una existencia más brillante y cálida que el sol mismo o las estrellas en el espacio, estuviera tan cautivada para seguir insistiendo en que debían estar juntos, a pesar de sus manos completamente tintadas de crueldad?

¿Cómo la podría entender? Jamás lo podría hacer, pero quizás los tatuajes que marcaban de forma permanente tanto la piel de él como la de ella pudiera entenderlo.

Law siempre despreció a los dioses, pero ahora estaba agradecido de su estúpida y asquerosa idea de juntarlo con una mujer que él jamás habría conocido si no fuera por las marcas que estaban en su cuerpo, por los tatuajes grabados en su piel como hierro fundido.

Los tatuajes fue el elemento crucial que unieron a dos personas que estaban destinadas a matarse la una a la otra y sin que ellos supieran, los dioses maldijeron de frustración por ese giro de eventos.

¿Por qué dos humanos completamente opuestos entre sí se amaban de tal forma? ¿Por qué incluso no se habían matado entre sí? Estúpidamente creyeron que en esa primera lucha iban a acabar con sus vidas de forma trágica nuevamente, pero todo se había ido a la mierda porque la mujer no cumplió con su parte del plan, porque ella no cumplió con el deber que se le había impuesto, no cumplió con su misión de asesinar al mago oscuro más poderoso de los anteriores y los próximos siglos.

Porque ella se enamoró.

Porque ella recordó.

Porque ella lo amaba y estaba dispuesta a renunciar a su vida por ese amargado y apático hombre de aspecto severo, sombrío, desaliñado y gruñón el cual la amaba de la misma forma desenfrenada y desespera como ella.

Los dioses no podrían controlar los corazones humanos y quizás por eso mismo ellos eran capaces de hacer cosas tanto buenas como malas. Los dioses podrían ser omnipresentes, pero no eran omnipotentes.

Ella no seguiría siendo una marioneta del destino, una mera entretención de los dioses, no cuando los tatuajes que grababan su piel le hicieron recordar cada momento que vivieron juntos hasta morir por una causa más grande que toda la mierda de esos dioses o lo que sea que fuesen.

Dio su vida por vida.

Lo recordaba bien, lo recordaba gracias a los tatuajes que pintaron su piel, como la mirada oscura de su hermano de desvaneció en su piel morena pintada, como el sacrificio de su madre tanto en esta vida como en la otra.

Una existencia que debió desvanecerse y que había sido olvidada por esos hijos de puta había nacido y ellos habían intentado controlarla.

Portgas D. Ann.

Hija de Gol D. Roger y de Portgas D. Rouge, hermana melliza de Portgas D. Ace y hermana adoptiva de Monkey D. Luffy y Sabo.

Después de todo, ella era una "D.", una existencia que desafiaría incluso a los mismos dioses por seguir sus ideales con convicción y valor.

¿Saben? Originalmente este iba a ser un oneshort universitario e iba a empezar de otra manera, pero de la nada me vino a la mente que Law sea un mago oscuro, la prota una maga de fuego y sea hermana de Ace y al final, se me ocurrió que los dioses en realidad siempre detestaron tanto a Law como a la prota, pero la prota recuerda a una vida anterior hahah todo tan random la verdad xD

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