Día cinco.
Tema: Destino.
Pareja: Law y Luffy.
Estrellas perdidas.
Llevo toda mi vida sabiendo que alguien me está esperando, pero no es cualquier alguien porque lo he intentado con muchas personas y nadie ha podido hacerme sentir lo que quiero, lo que alguna vez sentí.
Lo he platicado con varias personas y todos dicen que eso es amor, pero no hay un nombre, ni un rostro, solo una sonrisa y los sentimientos lejanos que tanto me llenan de felicidad.
Es una locura ¿verdad? También lo creo.
Por más que me preguntan no sé explicarlo, me encantaría poder hacerlo, me encantaría explicar ¿cómo me pude enamorar de alguien que tan sólo es la sonrisa, el sentimiento y nada más? No lo se, solo se que ese sentimiento a estado ahí muchos años como si me lo hubieran quitado a temprana edad.
A veces creo que intento alcanzar a alguien que no puedo ver y es lo más frustrante que he vivido ¿Acaso esa persona está muerta y mi cerebro lo bloqueo a modo de defensa?
Otras veces caigo en cuenta de que tal vez esta situación me ha hecho comprender que, sin tocarlo y sin verlo, puede ser la historia de un amor que alimenta el corazón, que se alimenta con el sentimiento formando las ganas de gritar muy fuerte "yo te amo" a ese alguien.
Y es ahí cuando pasa, lo veo, llego por fin.
Es él.
Me abrazó con fuerza y sentimiento de calidez llegó hasta abrazar mi corazón como nunca antes lo había hecho pero al mismo tiempo como si lo hubiera hecho siempre. Es como si todo se detuviera para llenarme de ese cálido sentimiento y me siento bendecido solo por verlo porque ya no hay un vacío en mí, porque todo se renueva solo con verlo una vez más aunque apenas lo he visto.
No necesito palabras, ni explicaciones, si esto es un juego volvería a iniciar una y otra vez, si a cambio de hacerlo podría tenerlo otra vez a mi lado.
Camine con ambos fuera del local entre tropezones hasta estar apartados, extrañamente no me estorba ni me molesta que este abrazándome así, es como si estuviera acostumbrado a él. Mi lado racional volvió en el peor momento y tuve miedo de entregarme una vez más y que realmente no fuera él, intente alejarme pero me detuvo sin mucho esfuerzo porque realmente no quería alejarme.
— No creas que estoy atrapado en un mundo de fantasía.
Su voz sonaba desesperada pero se ocultaba esa inseguridad tras una sonrisa radiante, el rose de sus dedos estaba causando un caos en mí y en mi corazón se sentía como tener un remolino dentro de él o un perro emocionado, él era como uno mirándome como si no creyera que estaba ahí. Intente dejar de verlo para que no notara como me ponía, pero creo que se dio cuenta cuan nervioso me pone.
— Mírame — Me pidió, no tardé ni medio segundo en obedecer y eso me confundió, yo no obedecía a nadie ¿qué tenía ese chiquillo para imponer su voluntad sobre mí? ¿Por qué no me molestaba? — Solo quiero que abras los ojos y tomes mi mano, yo me encargare del resto.
No pude hacer nada por unos minutos, los recuerdos querían entrar pero algo en mi cabeza no los dejaba, no entiendo qué pasa ¿realmente él es quien esperé por tanto tiempo y a quien tanto busqué?
— Sabemos que ya no encontraremos un amor tan verdadero como el que teníamos — Su voz alejaba todas esas dudas, era como salir de una densa niebla — Cree en mí, Torao.
Aquel apodo despertó algo en mí, un sentimiento de comodidad, de familiaridad y de nostalgia, jamás había sentido esto por nadie, no sabía si era lo correcto porque literalmente lo acababa de conocer pero no me importaba mucho si podía seguir sintiendo mi corazón emocionado. Si podía sentir mi corazón tan vivaz, desbordando sentimientos que eran claramente correspondidos, todo se podía ir a la mierda si este chico me sonríe así.
— Tal vez nunca te vi — Murmuré intentando aguantar las ganas de besarlo, de abrazarlo, de decirle cuanto me estaba haciendo sentir — Pero sé que vivo para ti, realmente lo supe desde nací — Suspiré con pesar, mi voz quería temblar — Sabía eso y por eso estoy aquí, solo para ti.
Sonreí o al menos lo intente, sus ojos brillaron y llenaron de luz mi corazón — Mira qué casualidad — Sonrió Luffy medio en broma, estiró su brazo hacia mí un poco, pero esta vez la ofreció para estrecharla en un apretón de mano — Mucho gusto, yo te voy amar, soy quien vino a hacerte sonreír todos los días
Esa frase me erizo la piel y mis labios se separaron porque me costaba respirar ¿Cómo quiere que me controle si dice cosas así?
— Soy quien vino a ser parte de ti — Murmuré sonriéndole al pequeño que sin saberlo, estaba buscando todo el tiempo como él lo estuvo haciendo conmigo.
Jale su mano para abrazarlo, claro que lo hizo y me guió por el callejón en el que estábamos — Ahora ven conmigo, veamos donde despertaremos mañana.
— Pero no tardes tanto en encontrarme, por favor.
Él me sonrió con más ganas y negó — Por supuesto que no, no hay nada como nosotros — Tomó mi mano y la beso con cuidado — No hay nada como tú y yo — Levanto su vista, clavando esa mirada tan intensa con la mía — Juntos a través del tiempo, Torao.
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