
VEINTINUEVE
-¿Y ya tienes todo listo, Marisa? – Preguntó Colette dejando su vaso sobre la mesa de centro – Me imagino que estarás súper emocionada – Sonrió a la chica que asentía, feliz - ¡Ya es en una semana!
-Tengo todo listo – Comentó Marisa abrazando a Angus, quién no podía seguir el hilo de la conversación ya que no sabía de qué estaban hablando - ¡No puedo esperar más!
-Ya era justo que hicieras ese viaje, hija – Murmuró Kelly – Tienes cerca de un año planeándolo.
-¡Será una experiencia maravillosa! – Suspiró Marisa – Y no puedo esperar a que se llegue el viernes para partir – Comentó mientras le dedicaba un par de miradas a Angus, quién continuaba con el ceño fruncido.
Angus miró a los presentes, parecía que todos, entre ellos su propio padre conocían al cien los planes de Marisa, ¡excepto él! Se notaba que Marisa estaba muy emocionada con ese supuesto viaje, aunque también se le notaba un poco incómoda que lo mencionaran delante de él. ¿Qué se traía esa mujercita entre manos? Después de la reunión trataría de hablar con ella y así averiguarlo.
-¿Y la dejarás viajar sola? – Preguntó Wyatt acercándose a Angus – Sé que a Marisa le hace mucha ilusión ese viaje, pero yo creo que lo correcto sería que viajaras con ella y la dejaras sana y salva en Cancún – Murmuró el hombre - ¿No te preocupa dejarla sola durante un mes? ¡Y tan lejos de ti!
¿Qué? ¿Un mes? Se preguntó Angus, ¿por qué tanto tiempo? ¿Y por qué no estaba enterado? ¿Acaso estaba pintado? ¡Tenía que hablar seriamente con Marisa! Ella había firmado un contrato y en ese contrato estaba prohibido viajar sola, definitivamente le esperaba una larga charla con esa muchacha rebelde.
-Te has quedado callado – Continuó Wyatt - ¿Qué pasa? ¿No te agrada la i...?
-No tengo ni puta idea de dicho viaje – Comentó Blackwood sin ocultar su molestia – No estoy enterado de nada, ¡sabes más tú que yo! Parece como si Marisa no quisiera que yo me enterara, pero se le acaba de caer el teatrito, ¿acaso no has visto la expresión de su rostro? – Preguntó señalando a la joven que charlaba con su padre – Cada que mencionan el dichoso viaje, agacha la mirada o evita tener contacto visual conmigo.
-¡Oh, rayos! – Bufó Wyatt – No lo sabía, lo siento mucho.
-No te preocupes – Murmuró Angus – Pensabas que estaba informado, cosa que no es verdad – Suspiró – Pero en cuanto termine esta reunión, ¡Marisa me va a oír!
-No seas tan duro con ella – Dijo Wyat – Quizá pensaba darte un sorpresa.
-Seguramente – sonrió Angus – Voy por otro trago, ¿quieres uno?
-Por supuesto, vamos.
La fiesta finalizó y Marisa y Angus se retiraron a su habitación después de dar las buenas noches a Algernon. La chica se desnudó y se metió bajo las sábanas, bostezando sonoramente, ¡estaba muy cansada! Y a decir verdad, algo nerviosa, la cuestión del viaje se le salió de las manos y ella no había encontrado el momento preciso para hablar con él. Terminó contándoselo a todo el mundo, excepto a él. Se acomodó sobre la cama y fingió dormir, quizá al día siguiente lo hablara con él.
Angus salió del baño y caminó hacia la cama, Marisa dormía profundamente, el hombre se frotó la cara y bufó con sonoridad. Sabía que Marisa lo estaba evitando y que fingía dormir para no hablar con él. Blackwood se recostó junto a ella y la abrazó firmemente, besando con delicadeza los hombros desnudos de la mujer.
Marisa se estremeció, la mano de Angus recorría sus muslos, paseaba por sus costillas hasta sus senos y su boca no paraba de besarle los hombros y la espalda. La chica lanzó un gemido y abrió los ojos, dándose la vuelta.
-¡Sabía que no estabas dormida! – Exclamó Angus apoyando su codo sobre el colchón – Tú y yo tenemos que hablar.
La chica se puso colorada y se cubrió completamente con las mantas. No iba a escapar de la reprimenda de Angus, estaba nerviosa y un poco temerosa de que él se molestara y le prohibiera ir a México.
Angus bufó, algo molesto y retiró las cobijas para descubrirle el rostro. La expresión del rostro del hombre se suavizó al contemplar a la muchacha.
-Me debes una explicación – Comentó Blackwood – Y ahora es el momento propicio para escucharla.
-Yo... - Balbuceó la mujer - ¡Te lo iba a decir! – Dijo a modo de disculpa – Sólo que nunca encontré el momento adecuado para decírtelo – Suspiró – Me diste la tarjeta y pagué todo los gastos del viaje, mientras se lo iba contando a todo el mundo y pensaba: "después lo hablaré con Angus, él debe comprender. Es un viaje que me ayudará a crecer de manera profesional" – Exclamó y se puso colorada – Sé que hice mal en no hablar de ello contigo pero...
-No vas a ir – Exclamó el hombre tajantemente – Tienes un contrato y no puedes salir sin mi permiso – Bufó Angus – A menos que yo te acompañe y, como no me dijiste nada, tengo trabajo, no arreglé agendas y ¡en fin! No irás, está dicho.
Marisa palideció al escucharlo, ¡no era justo! Ella sólo iría a un curso durante un mes, estaría en un hotel y se portaría bien, tenía pensado en llamarle todos los días, en informarlo de su día a día, tener comunicación con él.
-¡Iré aunque te opongas! – Dijo Marisa con molestia - ¡Me ilusiona este viaje! Lo esperé durante un año – Gimió – Lo estuve planeando meticulosamente, tenía algunos ahorros y...
-Estás bajo un contrato, Marisa, recuérdalo...
-¡Ya sé! – Gritó ella – El cochino contrato... ¡pero no me importa! – Suspiró - ¡Por favor! No me puedes hacer esto... ¡te lo iba a decir! – Se excusó – Y lamento mucho no poder hacerlo... – Pero ya no pudo terminar de hablar, pues prorrumpió en llanto.
Eso era lo que a Angus no le gustaba, ¡hacer llorar a Marisa! Ella le había comentado en numerosas ocasiones su deseo de realizar ese viaje, ¡por eso también se metió con él! Para tener algo de dinero y así cumplir ese sueño. Ahora él lo estaba echando a perder con su actitud infantil. El hombre suspiró y la abrazó firmemente, ¡no soportaba verla llorar!
-¡Ya, ya! – Exclamó acariciándola tiernamente – No llores, por favor – Susurró con suavidad – Vamos a hablarlo, podemos llegar a un acuerdo, ¿quieres? – Preguntó - ¿Me vas a dejar visitarte los fines de semana? – Dijo mientras apartaba las manos de la chica de su rostro para mirarla a los ojos.
Marisa lo contempló y esbozó una tímida sonrisa. ¿Eso quería decir qué...?
-¿Me dejarás ir? – Preguntó en un susurro.
-No soy un monstruo – Suspiró Angus limpiándole las lágrimas – Pero la próxima vez, por favor, no me ocultes nada, ¿de acuerdo?
Marisa gritó llena de felicidad para arrojarse sobre Angus y sentarse sobre su abdomen mientras lo besaba con urgencia, mordiendo de vez en cuando sus carnosos labios.
-¡Gracias, gracias! – Gimió Marisa - ¡Puedes ir a verme cuando quieras!
-No tienes porque darme las gracias – Sonrió Angus – Voy a acompañarte y te hospedarás en mi departamento en Cancún, ni creas que permitiré que te hospedes en cualquier hotel.
-¿Tienes un departamento en Cancún? – Preguntó Marisa con los ojos brillantes por la emoción.
Angus asintió, esbozando una encantadora sonrisa. Marisa suspiró, ella estaba sobre él, mirándolo con ensoñación; le dedicó una sonrisa traviesa y comenzó a dejar un camino de besos húmedos sobre el fuerte pecho de Angus, mordisqueando suavemente sus pezones masculinos y aspirando su aroma a colonia mezclada con su sudor. Él levantó las manos y le apretó los senos arrancándole un hondo gemido.
La pelvis de ella se frotó contra él, rozando su masculinidad; ¡Angus excitado! Y ella también. Nuevamente su cadera se movió con ritmo sobre él, robándole un suspiro e incitándolo a poseerla. Angus cerró los ojos y se mordió el labio inferior. Definitivamente no se había equivocado al elegirla. ¡Marisa era perfecta en todos los sentidos! Angus abrió los ojos de golpe cuando sintió la suave mano de la chica cerrarse sobre su sexo erguido. Ella lo acarició un par de veces y lentamente lo introdujo en el centro de su placer.
-¡Mmmmhhh! – Gimió él - ¡Vamos nena! Cabalga sobre mí – Le pidió con la voz enronquecida por el deseo.
¡No se lo pidió dos veces! Marisa apoyó sus manos sobre sus hombros y comenzó con su ir y venir de caderas, dejándose caer sobre él o moviéndose en círculos. Él también empujaba su pelvis para hacer la unión más intensa. Sus pieles chocaban con violencia y sus rostros estaban muy juntos mientras jadeaban a la par. Sus bocas se unieron para saciar sus ansias de besarse. Angus la sujetó con fuerza, apretándola a su cuerpo mientras ella bajaba un poco el ritmo de sus movimientos que se tornaron menos agresivos y más pausados.
-¡Eso es delicioso! – Murmuró él – Continúa así, vamos a terminar juntos.
-¡Sí, sí, sí! – Gimió Marisa, moviendo las caderas y mirándolo a los ojos.
De nuevo, el ritmo de las embestidas y el balanceo de las caderas retomaron su agresividad, sin embargo; ambos estaban fundidos en un fuerte abrazo. Angus la besó con furia y la apretó aún más contra su cuerpo, para liberarse completamente. Ella lo siguió casi enseguida, gimiendo su nombre. Cerró los ojos y se dejó caer exhausta sobre su pecho.
*****
Tal como Angus lo prometió, Marisa viajó a Cancún. Él la acompañó, dejándola instalada en ese enorme departamento, le dio algunas indicaciones y volvió a San Francisco ese mismo día, fue un viaje agotador, pero sabía que valía la pena todo el sacrificio, siempre y cuando Marisa estuviera feliz.
En cuanto Marisa quedó sola en el departamento, corrió al cuarto de baño y preparó el jacuzzi. ¡Necesitaba descansar y relajarse! Al día siguiente comenzaba el curso y no pararía hasta el viernes por la tarde. Angus le había prometido estar con ella el sábado a primera hora.
La chica se metió la jacuzzi y suspiró, le hubiera encantado que Angus estuviera a su lado en ese momento. Que ambos disfrutaran de esa botella de champaña, de las fresas y por supuesto, de una buena dosis de sexo en el jacuzzi. Pero ya lo disfrutarían el fin de semana y durante algunos fines de semana más. Marisa tomó la botella y le dio un gran sorbo, ¡iba a consentirse! También necesitaba algún tiempo para ella, después del curso, tenía citas para ir al spa y a algunos salones de belleza. Angus había planeado todo a la perfección, para que durante su estancia en Cancún fuera tratada como una reina.
La primera semana de Marisa en Cancún fue muy pesada para ella, especialmente porque debí acoplarse al horario, conocer al menos la zona donde vivía y como trasladarse al lugar donde se impartía el curso. Angus la visitó ese fin de semana y para ella fue un alivio verlo de nuevo. No se había dado cuenta de cuán acostumbrada estaba a él hasta que se separaron por esos días, ¡definitivamente lo echó mucho de menos!
-¿Me extrañaste? – Preguntó Marisa a Angus cuando entraban en la casa después de su salida a cenar – Porque yo te extrañé demasiado – Suspiró y le echó los brazos al cuello – Es raro sentir este vacío, esa necesidad de ti – Sonrió – Porque fue sólo una semana y siento como si hubieran pasado años.
Angus se rió, la abrazó con fuerza y besó su cabello, llenando su olfato con el olor de Marisa. A él le pasaba lo mismo, los días le sabían a eternidad sin la presencia de la chica, era como si hubiese perdido una parte esencial de sí mismo.
-¡Por supuesto! – Suspiró Angus - Extraño nuestras conversaciones, cada minuto a tu lado – Murmuró y la besó con ternura en los labios – Te extraño con cada pieza de mi corazón y con lo que queda de mi alma.
-¡Te quiero Angus! – Suspiró la chica y se recostó en su pecho.
-Yo también – Susurró él y volvió a besarla con dulzura.
Las siguientes semanas fueron más fáciles para la chica, ya tenía un par de buenos amigos con quien salir por las tardes y pasarlo bien, además de que cada día aprendía algo nuevo y su técnica y sazón iba mejorando. Todos los días llamaba a Angus para saber cómo se encontraban él y su padre, así como el gato. También la chica llamaba a sus padres y a sus amigos para mantenerlos al tanto de todo.
-¡Debí acompañarte! – Se lamentó Colette - ¡Estoy muy arrepentida!
-Fuiste una tonta al no hacerlo – Le respondió la joven – Incluso me ofrecí a ayudarte con la mitad, pero me rechazaste...
-¡Y en verdad lo lamento! – Bufó su amiga – Y ahora estoy aquí, aburrida porque Zac se fue a una convención y ¡estoy sola! – Chilló la mujer.
-Eso te pasa por no hacerme caso – Rió Marisa – Pero si gustas podemos asistir a otro de los cursos – Murmuró con emoción – El próximo será en Italia.
-¡Ay, yo encantada! – Gritó Colette – Esta vez no me lo pierdo – Comentó – Podemos convencer a nuestros hombres para que nos acompañen y...
-Yo le he dicho a Angus – Intervino Marisa – Y él está encantado con la idea, tú habla con Zac y convéncelo, seguro acepta.
-Una oferta así no podrá rechazarla – Respondió Colette y cambió de tema.
Marisa esperaba poder asistir a ese curso en Italia, con o sin Colette, sabía que lo disfrutaría más que ese en Cancún ya que Angus estría con ella.
El último fin de semana fue maravilloso ya que Angus llegó desde el jueves por la tarde. La chica estaba muy feliz de que pudiera acompañarla a la cena de clausura el viernes por la noche. Durante toda la velada, Marisa no se cansó de presumirlo a todo el mundo y hablar maravillas de él.
El sábado por la mañana fueron a la playa, tomaron el sol, nadaron y lo pasaron muy bien. Por la noche, Marisa le sugirió visitar un club muy famoso de Cancún del que todos hablaban. Ella se moría de ganas por ir, pero no se le había presentado la oportunidad. Angus no estaba muy convencido, él esperaba pasar esa noche con Marisa, en la intimidad de su alcoba, hacer el amor y...
-¡Por favor! – Gimió Marisa - ¡Por favor! Vamos y te prometo que haré todo lo que quieras, ¡todo lo que me pidas!
-Siento así – Respondió Angus esbozando una sonrisa perversa - ¡Acepto!
Marisa gritó emocionada y corrió a la habitación para arreglarse y verse muy sexy para Angus. La chica eligió un vestido corto de lentejuelas, una chaqueta de mezclilla y sandalias de tacón. Se dejó el cabello suelto, se maquilló de manera discreta y tomó su bolsa para reunirse con Angus en la sala. Al verlo, Marisa lanzó un silbido de aprobación, él vestía jeans, camisa y un saco, donde predominaba el color azul en distintas tonalidades... ¡lucía tan guapo! Él se dio la vuelta y la contempló de pie junto a la escalera.
-¿Estás lista? – Murmuró acercándose a la joven para estrecharla entre sus brazos - ¡Te ves radiante! – Exclamó con voz ronca y sensual.
-¡Tú no te quedas atrás! – Sonrió Marisa y le besó la nariz.
Angus le palmeó cariñosamente el trasero y juntos abandonaron el departamento para dirigirse al famoso club. Había una enorme fila esperando poder entrar, Angus bufó molesto, ¡no le gustaba esperar! Y con paso firme caminó hasta la puerta, llevando a Marisa firmemente sujeta de la mano. El tipo de la puerta lo miró de arriba abajo y se hizo un lado para poder dejarlos pasar mientras la chica reía a carcajadas.
-¡Lo intimidaste, Blackwood! – Exclamó Marisa pegándose provocativamente al cuerpo de Angus y moviéndose con cadencia al ritmo de una melodía de The Weeknd.
El hombre le apretó el trasero, pegándola más a él mientras la besaba con pasión. Marisa le dedicó una sonrisa y continuó bailando para él; Angus no la soltaba, la mantenía pegada a su cuerpo, quería sentir sus movimientos eróticos que comenzaban a provocarlo. Ella se dio cuenta de lo que estaba sucediendo en el cuerpo de Angus y se detuvo para mirarlo con picardía.
-¿Por qué no bebemos un trago? – Sugirió Marisa mientras deslizaba su lengua por el lóbulo de la oreja de Angus.
Tomaron asiento en una mesa apartada y después que su orden fue atendida y quedaron solos, Marisa se sentó a horcajadas sobre Angus y comenzó a besarlo de forma lenta y profunda. Él la sujetó del trasero, apretándola contra su cuerpo, entretanto, la pelvis de Marisa se balanceaba sobre su sexo, rozándolo y despertando en él el deseo con esos movimientos sugestivos. Angus cerró los ojos y jadeó ante ese roce excitante, pero de inmediato los volvió a abrir, ¡alguien los observaba!
La mirada de Angus se posó en una mujer que se encontraba sentada en la barra, le parecía conocida, aunque desde el ángulo que se encontraba, no podía distinguir su rostro, pero desde ahí parecía que era muy atractiva y deseable, recordándole a una de sus tantas amantes. La tipa no les quitaba la vista de encima, especialmente a Marisa quién permanecía aferrada al cuerpo de Angus. El hombre le acarició las piernas y más arriba, colándose bajo su vestido para acariciarle las nalgas mientras continuaban besándose cada vez con más pasión. Él estaba consciente que esa mujer los observaba y extrañamente eso lo calentó aún más. Su mente divagó, deseando poder estar con Marisa y esa otra mujer. Las manos de Angus se posaron sobre los senos de la chica y los masajeó lentamente.
-¿No crees que deberíamos ir a un lugar más íntimo? – Preguntó Blackwood lamiéndole el lóbulo de la oreja. Marisa asintió y se levantó tomándolo de la mano para dirigirse a los sanitarios.
La mujer de la barra continuó observándolos, dedicándoles miradas ardientes y de lujuria. Por un instante logró hacer conexión con los ojos de Angus y él de inmediato la reconoció, se trataba de Maxine, una de sus tantas amantes. ¿Qué hacía ella ahí? No le dio importancia ya que Marisa abrió la puerta de uno de los servicios y lo jaló hasta su interior mientras reía a carcajadas.
Angus cerró la puerta y antes, colocó el letrero de "FUERA DE SERVICIO" para que nadie los interrumpiera mientras que Marisa de inmediato comenzó a revisar los cubículos ¡estaba vacío! para su buena suerte. Blackwood se acercó a la chica y la sujetó de la cintura para darle la vuelta y colocarla de espaldas a la pared. Ella gimió y se mordió el labio para mirarlo a los ojos. Él respiraba entrecortadamente y ella se frotó contra el sexo de Angus que amenazaba con romper los pantalones y velozmente los desabrochó para introducir su mano y acariciarlo.
-¡Mmmmhhh! – Gimió Marisa al sentirlo tan cálido, firme y suave en su mano – Está muy duro y...
Angus la besó salvajemente aplastándola con su fuerte pecho mientras ella continuaba acariciándolo. Él le sujetó la mano, obligándola a soltarlo, la mujer dejó escapar un bufido y él le sonrió para volver a devorarle la boca y juguetear con la lengua de la chica mientras que su mano le acariciaba las piernas. Con lentitud, los dedos expertos hicieron a un lado la delgada tela de la tanga y se pasearon sobre su sexo empapado por sus fluidos.
Marisa dejó escapar varios gemidos y cerró los ojos, aferrándose a sus hombros, mientras movía las caderas. Angus le sonrió y se inclinó para robarle otro beso. Marisa levantó su pierna y arqueó la espalda, presa del placer mientras los dedos del hombre entraban y salían de su interior. El hombre retiró su mano y, antes de que ella pudiera reaccionar, bajó los tirantes de su vestido, bajándolo hasta su cintura y revelando sus senos, depositó varios besos sobre estos y como si se tratara de una pluma, la levantó del piso.
Marisa le rodeó la cintura con las piernas y lo besó. Ella necesitaba más que simples caricias, ¡quería todo de él! Angus la llevó hasta el lavabo y la sentó sobre este, ella lo miró con pasión y deseo, lamiéndose los labios. Blackwood sacó su cartera y buscó un preservativo, bajó sus pantalones y se lo colocó rápidamente.
-¡Date prisa! – Rió la castaña – Alguien podría tener una urgencia y estará tocando la puerta.
-¡Qué se joda! – Rió Angus metiéndose entre las piernas de Marisa.
Ella le sujetó el rostro con ambas manos y lo besó lentamente, introduciendo su lengua en su interior, saboreándolo. Angus la tomó por las caderas y la embistió sin ceremonias, penetrándola hasta el fondo mientras que ella dejaba escapar un chillido de gozo. Con una pierna le rodeo la cadera y lo besó otra vez. Entre tanto, él la penetraba frenéticamente, una y otra vez.
Marisa dejó escapar un gran gemido y lo abrazó con fuerza, sujetándolo de las nalgas para marcar el rimo que él debía llevar. Él continuó penetrándola y de vez en cuando dejaba escapar sonoros gruñidos que se mezclaban con los gemidos de la mujer. Las acometidas de Angus se tornaron más veloces y salvajes, mientras que las manos de Marisa le acariciaban la espalda. Se besaron de nuevo con premura antes de dejarse llevar por el orgasmo que apareció súbitamente, embriagándolos de placer.
Luego de un buen rato, la pareja salió de los sanitarios, dispuestos a dirigirse a su mesa y pedir otra ronda de tragos, sin embargo, fueron interceptados por Maxine, una pelirroja despampanante que saludó a Angus con mucha efusividad.
-¡Sabía que eras tú! – Gritó la mujer – Eres inconfundible, Angus – Murmuró y después centró su atención en Marisa - ¿Y no vas a presentarme?
Angus asintió e hizo las debidas presentaciones. Maxine los invitó a su mesa, en un área VIP. Comenzaron a charlar para ponerse al tanto de sus vidas, Maxine radicaba en Cancún y trabajaba como editora de una revista de modas, además que era la dueña del club donde se encontraban.
-No imagine que este sitio fuera tuyo – Comentó Angus con una sonrisa.
-Ni yo imaginé que tuvieras una novia tan bonita – Exclamó Maxine mientras acariciaba el rostro de Marisa.
El rostro de Marisa se puso de mil colores, ¿Maxine estaba coqueteando con ella? Se preguntó. Realmente la pelirroja era sensual y sabía sacarle partido a sus encantos, Marisa miró de reojo a Angus, parecía que su galán también se había dado cuenta de ello y les dedicaba miradas de deseo a ambas, así que la chica decidió seguirle el juego a Maxine y así provocar aún más a Blackwood.
Los tres continuaron con la charla, Marisa también comenzó a coquetear con Maxine, le tocaba el rostro, rozaba su pierna con la mano y se acercaba más de lo prudente a la mujer para acariciar su mejilla con sus labios. Marisa notaba cómo Angus se inquietaba más y más al verlas interactuar de esa forma tan sensual y traviesa.
-¿Quieres bailar? – Exclamó Marisa tomando la mano de Angus, quién negó con la cabeza - ¡Anda, no seas aguafiestas!
-Si él no quiere, podemos bailar tú y yo, nena – Murmuró Maxine y le guiñó un ojo.
Marisa gritó feliz y la tomó de la mano para caminar hasta la pequeña pista. Angus las observó fijamente mientras ellas dos bailaban con los cuerpos muy juntos y acariciándose lentamente. De inmediato, la temperatura corporal aumentó en él, a medida que el baile entre las dos chicas se volvía más ardiente e íntimo. Cuando la melodía terminó, Maxine sujetó la nuca de Marisa y le plantó un beso apasionado y posesivo. Marisa se sorprendió por unos segundos y miró brevemente a Angus, cuyos ojos no se despegaban de ellas. Le correspondió y la sujetó del trasero, frotándose contra ella. Después se tomaron de la mano y caminaron hasta dónde estaba Angus.
Marisa se dejó caer sobre las piernas del hombre, tomándolo de las solapas mientras lo besaba de manera erótica. Angus la sostuvo por el trasero y profundizó ese beso, sintiendo la mirada penetrante de Maxine sobre ellos.
-Te gusta Maxine, ¿no es así? – Preguntó Angus y Marisa asintió - ¿Te gustaría que la invitáramos a pasar la noche con nosotros?
El cuerpo de Marisa se tensó y lo miró fijamente a los ojos, ¿se estaba refiriendo a un trío? El sólo pensar en ello la excitó, la chica se mordió el labio inferior y asintió, le agradaba la idea, ¿por qué no experimentar? Probar algo nuevo y salir de lo común, aunque fuese por una noche.
-¿Te gustaría acompañarnos, Maxi? – Murmuró Marisa mirando a la pelirroja – La noche es joven y podemos divertirnos los tres, pero en nuestro departamento – Exclamó y le guiñó el ojo.
-¡Me encanta la idea! – Murmuró Maxine acercándose a la pareja - ¿Nos vamos ya?
Los tres rieron y salieron juntos del club para subir al auto que Angus había rentado. Las mujeres ocuparon el asiento trasero, Blackwood tomó el volante y puso en marcha su auto. Marisa y Maxine se miraron una a la otra y comenzaron a reír de manera sensual y provocativa. Angus las miró a través del espejo retrovisor y ellas le lanzaron un par de besos.
-¿Qué es lo que traman? – Preguntó él con curiosidad.
-¡Ya lo verás! – Dijo Marisa y le guiñó un ojo.
Angus arqueó las cejas y les sonrió a ambas. Se daba una idea, pero no estaba muy seguro de lo que tenían pensado hacer, pero sea lo que fuere, sabía que lo disfrutaría bastante. Maxine y Marisa se miraron a los ojos ante de comenzar a besarse con ardor y a tocarse suavemente los senos. Angus podía mirarlas a través del retrovisor, meneó la cabeza y se rió. ¡Esas chicas sí que eran puro fuego! Y lo estaban poniendo caliente, pronto parecería un volcán a punto de hacer erupción.
Maxine se levantó la blusa, liberando sus senos, masajeándolos y tirando delicadamente de sus pezones. Marisa decidió imitarla y bajó su vestido. Ambas se acariciaron mutuamente sólo para deleite de Blackwood, besaban sus senos o los lamían, gimiendo y suspirando con sonoridad. Angus bajó la velocidad, era mejor ir lento ya que por estar atento a ese maravilloso espectáculo, no prestaba demasiada atención a la avenida.
–Si no se comportan – Exclamó Angus – Me harán perder el control del auto y chocaré.
Las chicas rieron, pero no hicieron mucho caso a las palabras del hombre. Maxine se sentó sobre Marisa y comenzó a besarla, enredando su lengua con la de ella y succionando sus labios. Angus podía escuchar el sonido de sus besos y sus lengüetadas. Él sentía que la sangre le hervía en las venas y que el pulso se le aceleraba peligrosamente mientras que debajo de sus pantalones, su miembro se ponía cada vez más duro. Marisa acariciaba el trasero de la pelirroja y con los dientes tomó uno de los pezones de la mujer para morderlo delicadamente.
Maxine gemía y se retorcía llena de placer. Ambas sabían que Angus las observaba y eso las excitaba más y más, de pronto, Maxine se apartó de Marisa y le levantó la falda del vestido para sacarle las bragas y lanzarlas directamente a Angus.
-¡Hey! – Dijo el hombre entre risas – Ábrele las piernas.
Por respuesta, Maxine lanzó un jadeo e hizo lo que Angus le pedía, separó abruptamente las piernas de la castaña, revelando su sexo húmedo. Marisa gimió y se retorció sobre el asiento cuando Maxine besó sus hombros y su cuello. Lentamente le acarició los senos y fue descendiendo hasta su entrepierna, rozando suavemente su feminidad, la acarició varias veces y después la penetró con dos de sus dedos, lamiendo ávidamente sus pezones endurecidos.
-Así, quiero verlas – Jadeó Angus - ¡Quiero que la hagas gritar!
Maxine sonrió y clavó sus dedos, aún más hondo, los sacó de nuevo y volvió a introducirlos. Las caderas de Marisa se movían con violencia y sus gemidos eran cada vez más fuertes. La pelirroja se inclinó sobre Marisa y la besó con lujuria para apagar por un momento sus gemidos y continuó moviendo rápidamente sus dedos sobre el sexo de la mujer, quién se separó de su boca y dejó escapar un grito de satisfacción al sentir la llegada del orgasmo.
-¡Qué hermoso! – Murmuró Angus con los ojos oscurecidos por el placer y con la voz sexy y gutural
-¡Así es! – Jadeó Maxine retirando su mano empapada por los fluidos de Marisa.
La mujer acercó su mano hasta los labios de Angus, quién la chupó de manera sensual, paladeando el dulce néctar que había brotado de Marisa, quién sólo gimió al contemplar a Angus lamer los dedos de Maxine.
El auto se estacionó frente al edificio donde se encontraba el departamento. Angus abrió la puerta y las mujeres entraron seguidas de él, quién cerró la puerta con llave mientras Marisa conducía a Maxine escaleras arriba, hasta la habitación principal. Las chicas decidieron no perder tiempo y comenzaron a desnudarse delante de Angus, quién las contemplaba con ojos hambrientos que revelaban su deseo. Él sonrió con lujuria y se acercó hasta ellas, besándolas con pasión. Fue un beso triple, las lenguas de los tres colisionaron y jugando, acariciándose y sobre todo, elevando la temperatura, ¡era un beso demasiado erótico y sensual!
-Debes quitarte la ropa, cariño – Gimió Marisa apartándose para quitarle la camiseta y llenarle el pecho de besos.
Maxine se unió a la castaña y se arrodilló delante de Angus para quitarle los zapatos. El hombre la ayudó a incorporarse y la besó con dulzura en los labios. Ella le sonrió mientras le desabrochaba los pantalones, bajándolos junto a su ropa interior. Blackwood terminó de sacarse los pantalones y los hizo a un lado, al tiempo que las chicas lo observaban con detenimiento.
Ambas mujeres se miraron a los ojos, la mano de Marisa acarició el cabello de Maxine que caía en mechones y cubría su rostro para colocarlo detrás de su oreja. Ambas se lamieron los labios y la pelirroja la tomó de la nuca para besarla suavemente, disfrutando del roce de sus labios. Las manos de Maxine se aferraron a la espalda de Marisa, mientras que la lengua de Maxine penetraba su boca y colisionaba con la de la castaña. Marisa gimió suavemente cuando Maxine se apartó un poco y comenzó a besar su cuello, deslizando su lengua y chupando de vez en cuando el lóbulo de su oreja.
Poco a poco hubo más caricias, las mujeres friccionaban las palmas de sus manos sobre sus senos y arrancándose uno que otro gemido. La mano de Marisa se paseó por los muslos de Maxine hasta palpar su monte de Venus, la chica gimió cuando la castaña introdujo sus dedos y comenzó a jugar con su húmeda feminidad.
Angus ahogó un gemido, ¡esa era una visión erótica y divina! Ese juego le estaba gustando, contemplar esa escena era como estar en la gloria. Los ojos del hombre no se despegaban de las mujeres, quiénes con sus movimientos estaban comenzando a encender hogueras en él. El pene de Angus comenzó a hincharse y a crecer cada vez más, poniéndose más duro. El hecho de mirarlas acariciarse y besarse lo provocaban así que decidió tocarse, deleitando su vista con la imagen de Maxine que devoraba los senos de Marisa, lamiéndolos y mordisqueando sus pezones al tiempo que los dedos de la castaña entraban y salían de la feminidad de Maxine.
Las mujeres dirigieron su atención hacia Angus y sonrieron al verlo, él se notaba tenso, con los labios entreabiertos y los ojos posados en ellas, al tiempo que su mano iba y venía acariciando su hombría en toda su longitud. ¡Angus estaba masturbándose! y, contemplar eso fue como si una bomba estallara dentro de ambas. Maxine y Marisa se miraron mutuamente, dedicándose una sonrisa llena de lujuria y se separaron, para caminar, contoneando las caderas, hacia dónde se encontraba él. Marisa se arrodilló frente a Angus, mientras que Maxine se colocaba detrás de la chica para observar con indecible satisfacción, cómo la mujer engullía el pene del hombre, quién jadeaba y murmuraba maldiciones.
Angus dejó escapar un gruñido y sus ojos brillaron al mirar cómo Marisa chupaba con ganas su hombría, mientras que Maxine le besaba las mejillas y el cuello, acunando los senos de la castaña. Marisa la contempló y liberó el pene de Angus de entre sus labios para ofrecerlo a Maxine, quién deslizó su lengua por su longitud y comenzó a succionar. Durante largo rato, ambas estuvieron disfrutando de la hombría de Blackwood, lamiendo, chupando, besando. Él no podía creer que eso le estuviera pasando, tenía ambas mujeres para él sólo y eso lo hacía sentirse lleno de vida y de júbilo. Con suavidad las apartó al sentir que estaba a punto de estallar y les sonrió, siendo correspondido por ambas. Les ayudó a incorporarse y las tomó a cada una entre sus brazos para volver a besarse con mucha pasión y deseo entre los tres.
Las mujeres continuaron besándose ante la mirada ardiente de Angus, quién se arrodilló frente ellas y les besó los muslos y el abdomen, mientras les acariciaba las nalgas. Estaba enajenado con esas chicas y hacía un esfuerzo titánico para aguantarse y no colapsar. Durante un instante se aferró a Maxine y suavemente deslizó su lengua ancha y caliente sobre la feminidad de la chica, abriéndose paso por sus húmedos pliegues y comenzar a trazar círculos sobre su clítoris.
Marisa lo observaba mordiéndose los labios. Maxine gemía con ganas, por un lado Angus la hacía sacudirse con ese magnífico sexo oral y por el otro, Marisa le masajeaba los senos y se los lamía, mordiéndole los pezones, haciéndola jadear. Luego de un rato de llenarse con las mieles de Maxine, Angus se aferró a Marisa, lamió su vientre, trazando sinuosas figuras en su piel con la punta de su lengua. Sus manos le separaron los muslos y con ternura, deslizó un dedo sobre su sexo. Marisa dejó escapar un hondo gemido que fue callado por los labios y la lengua de Maxine que con un beso ardiente le robó el aliento. Los dedos expertos del hombre jugaban con los pliegues de Marisa, mientras que su lengua la penetraba con violencia. Las caderas de la chica se balancearon una y otra vez, gimiendo y apretando con fuerza el cuerpo de Maxine en busca de apoyo.
Angus se puso de pie y besó a cada una, mientras las conducía a la cama. Maxine se recostó sobre la cama, apoyándose sobre sus codos, mientras que Marisa se ponía de rodillas sobre el colchón y la besaba con pasión. Angus quedó de pie, detrás de Marisa y le dio un par de azotes para después tomarla de las caderas. La castaña gimió y abrió las piernas mientras que Angus la penetraba lentamente, apoyando sus manos sobre su trasero. Maxine sonrió y abrió las piernas para que Marisa enterrara su cara sobre su sexo y comenzara a lamer frenéticamente.
Blackwood arremetía con violencia contra la castaña, quién de vez en cuando se apartaba de Maxine para gemir o gritar. La pelirroja observaba complacida y se tocaba los senos, y dejaba escapar sonoros suspiros. La lengua de Marisa jugueteaba con el sexo de Maxine, quién meneaba las caderas con frenesí. Angus también las observaba y murmuraba incoherencias mientras entraba y salía de Marisa, embargado por el deseo que lo estaba consumiendo. Los dedos de Marisa también entraron en el juego, penetrando a Maxine, quién gritó y arqueó las espaldas.
Angus apretó el trasero de Marisa, empujando con más vigor y energía. Ella arqueó la espalda y gimió con fuerza mientras empujaba las caderas a mayor velocidad, golpeando la pelvis del hombre. Angus entró más profundo, mojándose con los fluidos de la mujer. Por un instante, Marisa se olvidó de Maxine y se concentró en las oleadas del placer que comenzaban a envolverla. Angus gemía y gruñía, bombeando más y más a prisa.
La cama crujía debido a los violentos movimientos. Maxine estaba extasiada, mirándolos y dándose cuenta que estaban a punto de colapsar. Se incorporó un poco y tomó el rostro de Marisa para besarla de manera erótica.
El hombre se apartó de su amante, quién cayó desfallecida sobre la cama mientras dejaba escapar una risa provocativa y rodaba sobre el colchón. Angus rió también, mientras un par de gotas de sudor aparecían en su frente. Maxine le sonrió y se acercó a él, besándolo de manera desenfrenada mientras que su mano suave y cálida se aferraba a su sexo y lo provocaba nuevamente.
-Ahora me toca a mí – Jadeó contra su oído.
Por respuesta, Angus le mordió el cuello empujándola con su cuerpo y haciéndola caer sobre la cama. Maxine enredó sus piernas en Angus, quién la sujetó de las caderas y la penetró con una certera estocada. La mujer arqueó la espalda y gimió para comenzar a moverse al ritmo que él le dictaba. Marisa los contempló y se acercó a Angus, lo besó con pasión y después se inclinó para hacer lo mismo con la pelirroja que gemía poseída por el placer.
Marisa se unió a su placer, acomodándose de modo que su sexo quedara sobre el rostro de Maxine y su trasero casi frente a la cara de Angus, quién se inclinó, apoyándose sobre sus palmas y sin dejar de embestir a Maxine, comenzó a besar las nalgas de la castaña. Maxine abrazó las piernas de Marisa y deslizó su lengua sobre el sexo mojado de la mujer.
La cama estaba mojada de sudor y de fluidos, esta crujía más fuerte aún ya que el cuerpo de Maxine era empujado a toda velocidad por las estocadas de Blackwood, quién bufaba y jadeaba. El hombre sentía que no podía más, esas mujeres lo estaban llevando a la cima más alta del placer como jamás lo había experimentado. Marisa y Maxine gritaban y se retorcían, Angus gruñía y arremetía con más fuerza a la pelirroja. Las caderas de Marisa se meneaban velozmente sobre la boca de la mujer que chupaba y mordía.
Los gruñidos, los gemidos, el sonido del choque de sus pieles y el golpeteo de la cama contra la pared, llenaron la habitación que estaba envuelta en una atmósfera de tensión, placer y lujuria. Los amantes estaban llegando hasta la cúspide de la pasión y no pensaban en otra cosa más que en satisfacer sus más bajos deseos. De pronto, todo fue un maremagno de emociones y gemidos, mientras que los tres fueron arrastrados por esas deliciosas oleadas de placer.
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Un capítulo bastante ardiente. Ya tenía ganas de escribir algo más atrevido entre esta pareja y un trío me pareció una buena idea. ¿Qué les pareció el capítulo? Espero que lo hayan disfrutando mucho.
Como ya lo he venido mencionando en capítulos atrás, estamos más cerca del final de esta historia. Así que no se pierdan los próximos capítulos porque estarán intensos.
No olviden dejar sus votos, comentarios y opiniones, son muy importantes para mí.
¡Hasta el próximo capítulo!
Maria Decapitated
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