
VEINTICINCO
-¿Puedo pasar? - preguntó Owen asomando la cabeza a través de la puerta - Es necesario que hable contigo, Angus.
Angus rodó los ojos, lo menos que quería era hablar con Owen. Su fin de semana había sido muy tenso, ya que su amigo había intentado por todos los medios mantenerse cerca de Marisa, a pesar de los intentos de ella para alejarse. De hecho, Angus había discutido con él por esa situación y debido a eso, se había arruinado la tarde de domingo. Blackwood jamás había visto a Owen tan aferrado e insistente con una mujer, ¿qué le estaba pasando? De mala gana lo dejó pasar a su oficina, quería que lo dejara de fastidiar.
-¡Adelante! - respondió Angus - Toma asiento, Owen. - murmuró el hombre y se levantó de su silla - ¿Quieres tomar algo?
-No, gracias. - respondió Owen sentándose frente a la silla de Blackwood - Seré breve, Angus. - dijo - No voy a quitarte mucho tiempo, sé que estás muy ocupado y yo también.
-Ve directo al grano, Owen. - exclamó Angus sentándose de nuevo - ¿Qué es lo que quieres decirme? - dijo y se rascó la barbilla - Antes de que digas algo, te advierto que si vuelves a tocar a Marisa con tus asquerosas manos, te echaré a patadas de este lugar y te quedarás sin empleo.
-De eso es lo que quiero hablarte, Angus. - dijo Owen y sonrió - No quiero que estés molesto conmigo por esas tonterías. - exclamó el hombre - Yo no tengo malas intenciones con Marisa. - murmuró - La estaba poniendo a prueba y...
-¡No me digas! - lo interrumpió Angus - ¿Estás hablando en serio o es otra de tus bromas?
-¡No, no, no! - dijo Owen moviendo las manos - ¡Es en serio! Sólo quería saber que tan legal era ella y si podías confiar en Marisa. - murmuró - Si se vendió a ti, podría venderse a otro que le ofrezca un poco más.
Angus guardó silencio por unos instantes reflexionando sobre el comentario de Owen. ¿Debía creerle? Tal vez su amigo si estaba actuando con las mejores intenciones y no lo hacía por querer perjudicarlo. Era normal que desconfiara de Marisa, pues ella en un principio le mostró una cara a Owen y otra a él. Pero con el paso del tiempo, Angus se había dado cuenta de que Marisa era una mujer de confianza y que no lo traicionaría, mucho menos era una mujer cómo Owen la describía.
-Agradezco tus intenciones, Owen. - respondió Angus - Pero yo confió en ella y sé que Marisa no me va a fallar.
-¡Lo sé, lo sé! - exclamó Dickson - Me di cuenta, ya que ella me rechazó y no cayó en mis sucios juegos. - sonrió - ¡Te felicito! Tienes una gran chica a tu lado, amigo. - dijo Owen y se puso de pie - Perdón si te causé molestias y conflictos con Marisa, realmente esas no eran mis intenciones y espero que esto no ocasione problemas entre tú y yo.
-¡Por supuesto que no! - respondió Angus - Sólo fue un malentendido que espero ya no se vuelva a repetir.
-Ten por seguro que así será. - dijo Owen y estiró su brazo para estrechar la mano de Angus - Te quiero mucho y no deseo que nuestra amistad se vea afectada y menos por una mujer. - finalizó Dickson y abrazó con fuerza a Angus antes de abandonar la oficina.
Blackwood volvió a sentarse y contempló la vista desde la ventana meditando en las palabras de su amigo. Owen tenía razón y ninguna mujer iba a estropear su amistad de años y llevarlos a pelear por atención. Era lo que Angus menos deseaba, ahora podía estar en paz, pues Owen le había dejado las cosas muy claras.
*****
Marisa se entretuvo un buen rato hablando con uno de sus profesores. Colette se había ido desde hacía varios minutos ya que tenía que atender algunos compromisos con Zac. La chica agradeció brevemente a su profesor por el tiempo y salió del campus. Miró el teléfono y descartó la idea de llamar a Miguel, esta vez tomaría el transporte público y quizá le haría una visita sorpresa a sus tíos, ¡ya en el camino le avisaría a Angus! La chica iba caminando rumbo a la parada del autobús cuando una voz familiar la obligó a detenerse y a rodar los ojos fastidiada.
-¡Marisa! - Gritó Owen y caminó más a prisa para alcanzarla.
-¡Hola! - Murmuró Marisa fingiendo la sonrisa, ¿ahora que quería? - ¡Vaya sorpresa! - Dijo la chica acercándose a él para saludarlo.
-¡Sé que te desilusiona verme! - Sonrió Owen - Tú estabas esperando a Angus.
-¿Bromeas? - Preguntó la chica arqueando la ceja - ¡Claro que no! ¿De dónde sacas esas cosas? - Sonrió y se mordió el labio inferior - En realidad tampoco espero a Angus, tenía pensado tomar el bus y visitar a mis tíos en Mission District.
-¿Irás hasta allá? - Preguntó Owen y arrugó la nariz - ¡Está muy lejos!
-Siempre he ido en bus - Exclamó la joven encogiéndose de hombros - Pero, ¿a qué debo el honor? - Preguntó para cambiar de tema.
-¿Podemos ir a tomar un café? - Dijo Owen con timidez - No te quitaré mucho tiempo, no quiero arruinar la visita a casa de tus familiares...
-En realidad no había avisado - Sonrió la muchacha - Te acepto el café... ¿con un pastelito se podrá? - Murmuró con timidez - Tengo hambre.
Owen se rió y le tendió la mano a la joven. Ambos caminaron hasta una cafetería cercana y se sentaron en una mesa apartada del resto. Luego de ordenar, reanudaron su conversación.
-¿Cómo van las cosas con Angus? - preguntó Owen de repente - El sábado discutieron y no quiero imaginar si lo volvieron a hacer el domingo llegando a casa.
-Afortunadamente, Angus y yo pudimos hablar como personas civilizadas y dejar de lado los problemas. - respondió Marisa llevando un trozo de pastel a su boca - Usamos el diálogo y bueno, ¡ya sabes! Hay otros métodos para llegar a la reconciliación. - dijo la chica dibujando en su rostro una sonrisa pícara.
-Ya sé a qué te refieres - murmuró Owen y frunció el ceño - ¡Pero no me gusta que Angus te trate de esa manera!
-¿Por qué lo dices? - Preguntó Marisa - ¿Acaso sabes cosas que yo no y quieres advertirme?
-En realidad, ese es el porqué estoy aquí - Suspiró Owen - Quiero persuadirte, advertirte sobre lo peligroso que puede llegar a ser Angus.
Marisa lo miró con la boca abierta, de pronto se le había quitado el apetito. Lógicamente ella apenas comenzaba a conocer a Angus, lentamente trataba de entrar en su vida, saber de él y de su pasado. Realmente no pensaba que Angus fuera un hombre peligroso, alguien violento o capaz de hacer daño. Joao se lo había asegurado varias veces, tras esa facha de hombre duro se encontraba una persona dulce, tierna y capaz de dar amor. Ella lo sabía, además, a pesar de las discusiones y de lo molesto que Angus estuviera, jamás se atrevió a levantarle la mano. La chica entrecerró los ojos y miró a Owen, ¿le estaba diciendo la verdad?
-Sé que mis palabras te pusieron a pensar - Continuó Owen - Pero debes tener cuidado con Angus - dijo el hombre - Suele ser muy posesivo y celoso, por esos motivos sus relaciones no duran. - continuó Owen - Además de que puede ponerse violento y terminar golpeando a sus parejas.
-¿Me estás diciendo la verdad, Owen? - preguntó la chica sin dar crédito a lo que escuchaba. Angus podría ser un gruñón, pero no un golpeador de mujeres.
-¡Por supuesto, yo jamás te mentiría! - exclamó Dickson - Por eso te estoy advirtiendo, conozco muy bien a Angus y sé hasta dónde es capaz de llegar cuando lo carcomen lo celos. - dijo Owen y la tomó de las manos mientras le dedicaba una sonrisa - Debes tener mucho cuidado, Marisa. ¡No te fíes de Angus! Mantente alerta, pues detrás de esa piel de cordero se esconde un terrible lobo.
Marisa volvió a quedarse callada, ¿qué era lo que pretendía Owen? Ella no iba a dejar a Angus, no por ahora. Para empezar, ella había firmado un contrato que la ligaba a él por un año y segundo, le estaba tomando cariño al hombre y no deseaba separarse de él. De cualquier manera, se mantendría alerta aunque no creyera en las palabras de Owen. Sin embargo, la duda se mantenía latente.
-Gracias por advertirme, Owen. - dijo Marisa y se levantó - Ahora debo irme, acabo de recordar que tengo una tarea pendiente - mintió la chica - Fue un gusto hablar contigo - murmuró la mujer y se alejó, dejando a Owen solo y pensativo en la cafetería.
*****
Marisa leía en la terraza, tenía un trabajo importante que entregar esa semana. Estaba a punto de terminar su lectura para escribir la conclusión de ese proyecto. Sobre la mesa descansaba Cronos, que ronroneaba panza arriba, durmiendo mientras movía la cola. La chica estaba tan concentrada en su trabajo que no notó la presencia de Angus, quién tenía un rato observándola.
-¡Angus! - Susurró la chica al levantar la mirada, sorprendida de verlo junto a ella - Llegaste temprano - Sonrió y se puso de pie, abrazándolo.
-Tengo más de media hora viéndote - Murmuró Angus besando su mejilla.
-¿Por qué no me hablaste? - Rió Marisa acariciando el rostro del hombre.
-Porque me encanta mirarte mientras estás distraída u ocupada en otra cosa - Sonrió Angus frotando con suavidad el trasero de la joven - Por cierto, tengo algo para ti.
A Marisa le brillaron los ojos al escucharlo, Angus salió momentáneamente de la terraza para regresar con una gran caja de regalo en sus manos. La chica sonrió con emoción y lo miró embelesada. Angus le dedicó una encantadora sonrisa mientras bajaba a Cronos de la mesa y colocaba encima la caja. La chica observó con curiosidad el presente y titubeó al abrirlo.
-¿Para mí? - Preguntó con algo de duda - ¡Ya me has dado muchas cosas! - Susurró.
-No importa - Exclamó Angus - Anda, ¡ábrelo! Espero te guste y aceptes mi propuesta.
El corazón de la joven se aceleró al escuchar esas últimas palabras. ¿A qué se refería con eso de "su propuesta"? La chica se puso colorada y lanzó un suspiro mientras abría lentamente la caja. Marisa lanzó una carcajada de alegría al ver el contenido de la enorme caja. Se trataba de un "invitación al cine", había un par de boletos hechos a mano, algunos DVDs, palomitas, sodas y demás snacks para disfrutar.
-¡Ay Angus! - Gritó Marisa arrojándose a los brazos del hombre - ¡Ay, me encanta! - Continuó gritando, emocionada - Por supuesto que acepto... y ¿qué película vamos a ver? - Preguntó con curiosidad.
-¡La que tú quieras! - Murmuró él tomándola de la cintura y sentándola sobre la mesa.
Marisa miró brevemente los DVDs, había varias películas interesantes, algunas no las había visto, otras ya. Sonrió tomando uno de los DVDs y lo mostró a Angus.
-Inception - Gritó Marisa y lo abrazó con más fuerza - Me encantan los trabajos de Nolan.
Angus sonrió de manera seductora, aferrándose al cuerpo de la chica mientras asaltaba su boca con un beso indómito y fiero. La mano derecha de Marisa buscó apoyo en la mesa, mientras que la izquierda rodeaba el cuello del hombre. Las manos de Angus se colaron debajo de su camiseta y acariciaron suavemente sus costillas. Marisa rió contra los labios del hombre y él volvió a besarla con mayor intensidad, explorando la boca de la chica con su lengua.
-Vamos a la habitación - Susurró él con la frente pegada a la de Marisa.
Marisa jadeó y asintió bajando de la mesa. Angus la ayudó a recoger y caminaron a prisa hasta la alcoba. Blackwood abrió la puerta y se hizo a un lado para que ella entrara en la estancia.
-¡No puedo creerlo! - Gimió Marisa observando sorprendida la habitación.
-¿Te gusta? - Preguntó Angus abrazándola de la cintura y rozando su mejilla con los labios - Quiero que esta noche sea especial.
Marisa dejó escapar un hondo suspiro, Angus se había lucido con su idea de noche especial. Los sillones de la sala fueron retirados, para simular una especie de tienda de campaña, construida con cortinas e iluminada con series de colores, el piso de la habitación estaba cubierto por mantas, cojines y almohadas. Al fondo se encontraba la enorme pantalla, lista para proyectar la película.
-¡Esto es asombroso, Angus! - Chilló la joven y se dio la vuelta para volver a besarlo con pasión - Me encanta, ¡gracias!
Angus le sonrió y comenzó a quitarle la ropa, intercalando besos y caricias. Marisa también aprovechó para quitarle la ropa, besarlo y tocarlo hasta que quedaron en ropa interior. Angus puso la película mientras Marisa se acurrucaba sobre las almohadas y sacaba las palomitas y los snacks de la caja, instantes después, Angus se acurrucó junto a ella y comenzaron a mirar la película. De vez en cuando compartían un beso casto en los labios o una suave caricia. Marisa suspiró, ¡estaba feliz! Angus la hacía feliz... pero tenía una duda, ¿ella lo hacía feliz a él?
*****
-¿Qué yo qué? - Gritó Marisa llevándose las manos a la cabeza - No, no, estás loco.
-Yo no fui el de la idea - Dijo Angus sonriendo al ver la cara que ponía la chica - Mi padre quiere que vayas por él a Londres...
-¿Por qué no mandas a Joao o a Anaxágoras? - Preguntó la joven sin quitar la cara de susto - Yo podría recogerlo en el aeropuerto...
-Su nombre es Aristóteles - Rió Angus - Ellos te acompañarán al viaje, no vas a estar sola - Suspiró - Pero mi padre dijo expresamente que deseaba que fueras tú quién lo trajera a San Francisco.
Marisa bufó y se sentó sobre la cama, cruzando los brazos. Realmente no quería ir, tenía miedo de causar una mala impresión en Algernon Blackwood, o peor aún, podría hacer un mal comentario y provocar la ira de Angus, tenía las malas experiencias pasadas, por ese motivo no se sentía con la confianza para viajar como si fuera un miembro más de la familia.
-¿Qué dices? - Continuó Angus sentándose junto a Marisa y estrechándola entre sus brazos - ¿Vas o vas? - Rió - Mira el lado positivo a todo esto, ¡conocerías un poco de Londres!
-No, no voy a ir - Gimió Marisa y lo miró a los ojos - Tengo miedo de regarla y que tú te molestes conmigo - Suspiró - Tu papá cree que soy tu novia, ¡cosa que no es verdad! - Añadió de inmediato - ¿Qué tal si meto la pata otra vez? ¡Mejor ve tú!
Angus suspiró y la besó en la frente. Él tenía la culpa de que Marisa tuviera esa postura, esa actitud recelosa y ese miedo. ¡Había sido un estúpido! Ahora ahí estaban las consecuencias, ella no confiaba pues temía volver a equivocarse.
-Mi padre conoce la verdad sobre nuestra relación - Comentó Angus con voz queda - Así que no tienes nada de qué preocuparte - Murmuró - ¡Yo confío en ti! - Le susurró al oído.
-¿Seguro que confías en mí? - Preguntó Marisa con los ojos brillantes por la emoción.
-¡Por supuesto cariño! - Exclamó Angus esbozando una gran sonrisa - Confío plenamente en ti - Dijo y la besó suavemente en los labios - Quiero que mi padre te conozca, que convivas con él y sean buenos amigos.
A Marisa se le iluminó el rostro al escucharlo, ¿Angus estaba hablando en serio? La chica volvió a mirarlo, él le sonreía y parecía que hablaba con la verdad. ¡Él confiaba en ella! Y eso la tranquilizaba. Marisa lo abrazó, besándolo apasionadamente.
-Entonces iré a preparar mi equipaje y le avisaré a mis padres que estaré fuera del país por unos días - Sonrió la chica encogiéndose de hombros - ¡Ay, estoy emocionada! - Gimió y se arrojó a los brazos de Angus para comérselo a besos.
*****
Marisa giró el rostro y miró a Joao, el hombre le sonrió con amabilidad y levantó su pulgar. La chica parecía estar muy nerviosa e inquieta, así que el hombre estiró su mano para tomar la de Marisa y dedicarle un apretón.
-El señor Blackwood es un buen hombre - Murmuró Joao - Trate de relajarse, todo estará bien.
Marisa asintió y respiró profundo mientras esperaban la llegada del padre de Angus. Para distraerse, la chica se dedicó a observar la estancia. Se trataba de una sala muy elegante de estilo victoriano. A la chica le llamó la atención el encantador retrato de un niño regordete y rubio que sonreía mostrando únicamente dos dientecitos.
-Ese bebé - Susurró la chica tomando el brazo de Joao.
-Es el joven señor Blackwood - Murmuró Joao - Yo lo conocí desde que nació, ¡era un bebé encantador!
Marisa sonrió y volvió a mirar el retrato, derritiéndose de ternura, ¡Angus de bebé! Era lo más tierno que vería en ese día. Junto al retrato, estaba otro más pequeño; la familia Blackwood, su padre, su madre, Angus y un perro. La chica se levantó y contempló la foto, él no había cambiado mucho; seguía conservando esa sonrisa encantadora con un toque de picardía y esa mirada traviesa. ¡Angus era hermoso!
-La belleza física la heredó de su madre - Murmuró Algernon Blackwood en el oído de la chica - Angus tiene todos los encantos de su madre... ¡pero el jodido carácter amargado de su padre! - Exclamó y se echó a reír a carcajadas.
-¡Señor Blackwood! - Dijo la chica sobresaltada - ¡Qué sorpresa!
-Angus no me mintió - Sonrió el hombre - Eres realmente muy hermosa - Dijo - Bienvenida a Londres, Marisa... ¡bienvenida a la casa Blackwood!
La chica se arrojó a los brazos del anciano, lo abrazó con fuerza y lo besó en ambas mejillas. El hombre no dejaba de sonreír ante las muestras de afecto de esa muchacha. A pesar de lo que Angus le dijo respecto a su extraña relación, Algernon adivinó que su hijo sentía algo más fuerte por esa jovencita.
-¿Disfrutaste el vuelo? - Preguntó el hombre una vez que se separaron.
-¡Por supuesto señor...!
-¡Nada de señor! - La interrumpió el anciano - Ya te lo había dicho, puedes llamarme Algernon, Al o... ¿qué te parece papá? - Dijo y volvió a reír.
Marisa estalló en carcajadas, ¿llamarlo papá? No era una mala idea pero... ¿y si Angus se molestaba? ¡Al diablo!
-De acuerdo, papá - Exclamó la chica y le guiñó un ojo - Pero, ¿Angus no se molestará?
-No tiene porqué - Murmuró Algernon -¿Acaso no seremos familia? - Preguntó y le guiñó el ojo a la chica - Además yo siempre deseé tener una niña además de Angus.
Marisa negó con la cabeza y suspiró para después tomar el brazo de Algernon quién la condujo a la sala, sentándose junto a ella. Durante un rato Algernon y Joao estuvieron hablando sobre Angus. Marisa intervenía de vez en cuando para comentar alguna que otra cosa.
-Lo que me sorprende del joven señor Blackwood - Exclamó Joao - Es su cambio de actitud.
-¿A qué te refieres? - Preguntó Algernon - ¿En qué ha cambiado mi hijo?
-Regresa temprano a casa, es menos gruñón y testarudo - Sonrió el mayordomo - Podemos hablar y discutir con él sin que se altere, nos escucha y presta atención a nuestras demandas... ¡incluso hace bromas y jugarretas! - Suspiró - Después de Cronos, la señorita Davison ha logrado suavizar el carácter del joven.
-¿Aún tiene esa bola de pelos? - Preguntó el hombre con una gran sonrisa y Joao asintió.
-¡Cronos es un dulce! - Murmuró Marisa - Yo nunca había tenido un gato, sólo un par de perros, pero mi madre es alérgica - Sonrió la chica - Y Angus trata a Cronos como si fuera un bebé, lo arrulla y le canta canciones de cuna... - Suspiró - Angus es un hombre muy sensible y también es muy dulce - Continuó como si hablara para sí misma - Es atento, amable, ¡todo un caballero! Sé que a veces tiene un mal genio y que en ocasiones hemos discutido, pero últimamente esa actitud ha desaparecido y me está mostrando su lado más tierno y amable - Dijo Marisa y volvió a suspirar.
Algernon sonrió y asintió. Le daba gusto escuchar cómo Marisa se expresaba de su hijo, mientras hablaba la estuvo observando y cuando llegó la hora de hablar sobre su hijo, la chica cambió la expresión de su rostro, en ella reflejaba cariño, ¡amor hacia Angus!
Luego de la charla pasaron a cenar y continuaron hablando, esta vez sobre Marisa. Algernon no perdía detalle de las palabras de la chica. Le agradaba que esa joven fuera emprendedora, que tuviera deseos de superación y que no se aferrara al dinero de su hijo para salir de sus problemas financieros.
Al terminar de cenar, Joao se excusó y se retiró a descansar dejando a la chica y al padre de Angus a solas. El hombre le ofreció a la chica un recorrido por la casa, prestando especial atención en los sitios favoritos de su hijo.
-No lo puedo imaginar como un rapero - Gritó Marisa y estalló en carcajadas.
-Este era su sitio favorito, aquí se pasaba horas y horas escribiendo sus rimas y grabando su música - Suspiró el hombre - Por desgracia, en su momento no lo apoyé y él desistió de ese sueño.
-¡Oh, no debes atormentarte más! - Murmuró la chica tomándolo de las manos - Como seres humanos cometemos errores - Suspiró - Creo que tú has tratado de corregirlos, sin embargo Angus es...
-Testarudo - Exclamó Algernon - Es necio y, lógicamente también está sentido conmigo y desea pagarme con la misma moneda.
-Pues se está portando demasiado inmaduro con esa actitud - Bufó Marisa - Debe ser más consciente y...
-El verdadero motivo de mi viaje a San Francisco no es el guión de mi película - Murmuró el señor - Es porque deseo hablar con Angus, quiero hacerle saber que estoy arrepentido y que deseo que nuestra relación mejore - Sonrió - El guión de la película ya está hecho, se lo ofrecí a esos ejecutivos y de inmediato lo aceptaron, de hecho, se ha comenzado con la preproducción - Suspiró - Lo único que quiero es pasar más tiempo con mi muchacho.
-¡Es una gran idea! - Dijo Marisa con emoción - Recuerde que yo estaré ahí para apoyarlo en lo que necesite - Exclamó abrazándolo.
Algernon agradeció el gesto de la chica y también lo abrazó. Esa muchacha era tan tierna y empática, esperaba que pudiera ganarse el corazón de su hijo. Deseaba que Angus pudiera ser feliz de alguna forma junto a esa chica o con quién él deseara.
-¿Quieres ves fotografías de Angus cuando era un bebé? - Preguntó el hombre esbozando una sonrisa traviesa.
-¡Me encantaría! - Gritó Marisa llena de felicidad y tomando la mano del anciano caminaron por el pasillo hasta su estudio.
*****
Durante ese par de días juntos, Marisa y Algernon crearon un fuerte lazo de amistad; el hombre abrió su corazón, hablándole de su vida pasada, de cómo conoció a su esposa, de lo feliz que estuvo al enterarse de que se convertiría en padre y cómo después lo echó todo a perder por ser un obsesivo del trabajo. También le habló de su interés por recuperar la confianza de su hijo, ya que lo que más le dolía era llegar a morir solo y olvidado por su único hijo Angus. Pero el temor más grande de Algernon era jamás tener el perdón de su hijo.
Marisa trató de darle ánimos, ella sabía que Angus quería demasiado a su padre, pero que Angus estaba resentido y que le costaba trabajo perdonar. Aunque también sabía que quizá esa visita de su padre podía arreglar las cosas, Angus ya había dado un paso adelante; eso era una gran ventaja para Algernon. Ella esperaba que la relación entre ambos hombres mejorara y que con el tiempo lograran tener una hermosa relación de padre e hijo.
-¿Lista para irnos? - Preguntó Algernon mirando a Marisa.
La chica giró el rostro y asintió, mientras esperaba a Algernon, había permanecido observando el retrato del pequeño Angus, estaba encantada con esa imagen, cerró los ojos y deseó que algún día ella pudiera ser madre de un niño como aquel. Algernon la tomó de la mano y juntos abandonaron la casa Blackwood para ir al aeropuerto y tomar el avión que los llevaría directamente a San Francisco.
Después de casi doce horas de vuelo, finalmente llegaron a su destino. Algernon estaba muy cansado y caminaba pesadamente del brazo de Joao. Angus los esperaba con ansias así como Wyatt, quién estaba muy feliz de ver al señor Blackwood. Y una vez que Angus vio su padre, se echó a correr hacia él para recibirlo con un fuerte abrazo.
-¡Bienvenido, viejo! - Sonrió el hombre y besó la cabeza del anciano - ¿Cómo estás?
-¡Hecho mierda! - Rió su padre - Quiero dormir y descansar, estos viajes tan lagos me ponen muy mal.
-El médico te revisará - Murmuró Angus - Te está esperando en casa - Sonrió y lo tomó del brazo - Pero en mi opinión, ya no será necesario que tomes vuelos tan largos para venir a verme - Exclamó - Porque te vas a quedar aquí conmigo - Dijo ante la cara atónita de su padre y del resto de los presentes.
*****
Parece que la relación de Angus y su padre está tomando otro giro, pues ambos desean llevarse bien y tener una buena relación. Es un gran momento para ello y que Marisa sea parte fundamental en esto, pues es mucho mejor.
Creo que nos estamos acercando al climax de la historia y también a los últimos capítulos.
¿Qué les pareció? No olviden dejar sus votos y comentarios, y muchas gracias por su apoyo.
Maria Decapitated
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