Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

TREINTA Y UNO

Wyatt levantó su mirada y observó con detenimiento a Owen, su amigo se encontraba en la barra, bebiendo un trago tras otro. Se veía que no estaba bien, lo notaba molesto, además de triste y decepcionado. Por un lado lo comprendía, por lo general las frustraciones amorosas de Owen eran causadas indirectamente por Angus. Las mujeres preferían a Blackwood ya que él poseía un gran poder de atracción en ellas y terminaban "enamorándose" del hombre; haciendo a un lado a Owen.

Sin embargo, Wyatt sabía que Angus no lo hacía a propósito, a veces ni siquiera sabía cómo librarse de esas mujeres que lo acosaban. Pero la gota que había derramado el vaso en esa especie de "rivalidad" fue la relación entre Angus y Marisa, el cómo la chica prefirió a Angus antes que a Owen quien fuera enviado a la "friendzone". Aunque Wyatt también estaba consciente que ese idilio se había salido de sus límites y que ni el mismo Angus esperaba enamorarse de esa chica. Lo de ellos fue algo que surgió de manera instantánea y que con el tiempo, y la convivencia se fue transformando en amor.

Él necesitaba hablar con Owen, Wyatt buscaba respuestas para así poder ayudar a su amigo a superar esa crisis que lo tenía muy afectado. El hombre se acercó a Owen y apoyó la mano sobre su hombro. De inmediato, Owen volteó y lo miró por unos instantes antes de tomar otro shot y beberlo de un trago.

-¡Con calma! - Comentó Wyatt - Creo que deberías detenerte, ya has bebido demasiado.

Owen no le respondió, sólo le dedicó una sonrisa burlona y pidió que rellenaran su vaso. Estaba demasiado ebrio como para poder dar una respuesta coherente. Cuando estaba a punto de tomar ese nuevo trago para beberlo, Wyatt detuvo su mano.

-Te dije que deberías detenerte – Murmuró con firmeza – Estás ebrio y molesto. Quiero que te calmes, ¿de acuerdo?

Owen lo observó con fastidio y murmuró un par de incoherencias, después su mirada se paseo por el salón donde se llevaba a cabo esa cena de negocios y se detuvo en un punto cercano a un gran ventanal. Wyatt adivinó lo que su amigo estaba observando, en ese sitio, Marisa y Angus charlaban con un grupo de personas.

Angus llegó a esa cena acompañado de Marisa, la presentó a los socios como su novia y ellos no dejaron de elogiarla, de hablar de lo bien que se veían juntos y de preguntar cuándo sería la boda. Además, la pareja no dejó de mostrarse cariñosa durante toda la velada y eso fue lo que molestó a Owen quién se apartó de inmediato y se sentó en un rincón de la barra para beber y beber.

-No van a durar – Murmuró Owen arrastrando las palabras – Angus nunca toma en serio a las mujeres. Marisa va a sufrir por culpa de ese canalla – Gruñó mientras golpeaba el vaso sobre la barra.

-¿Y cómo es que estás tan seguro? – Preguntó Wyatt – Te lo estás tomando muy personal, Owen – Suspiró – Dales el beneficio de la duda... ¿a cuántas mujeres ha llevado a una cena de negocios? – Dijo mientras los observaba - ¡Sólo míralos! Se les nota que están enamorados y felices.

-¡Eso es lo que tú crees y lo que ellos quieren hacerle creer a todos – Murmuró apretando los dientes - Eso que ves ahí sólo es una mentira.

-Te estás yendo a los extremos, Owen – Comentó Wyatt – Trata de ser razonable y realista – Suspiró – Angus y Marisa están enamorados, ¡eso tiene que quedarte claro!

- ¡Él me la quitó! – Exclamó Owen lleno de coraje – Yo la vi primero... ¡Marisa estaba destinada a ser para mí! – Gritó y golpeó la barra con sus puños – Pero... - Se detuvo y miró fijamente a Marisa - ¡Ella es una zorra! Marisa es una cualquiera, ¡una mentirosa que se burló de mí!

-No es verdad, Owen – Comentó Wyatt – Estás diciendo cosas que no deberías, ¡estás muy dolido para reconocerlo!

-¡Por favor! – Gruñó Owen – Es la verdad, Marisa me ilusionó, me hizo creer que podríamos tener algo... ¡pero no! Todas mis citas fueron canceladas para que ella pudiera irse a follar con Angus – Murmuró entre dientes - ¡Revisé sus redes sociales! Marisa es una cualquiera... ¡una puta!

-Cálmate, Owen – Exclamó su amigo – Tranquilo, ¡ya se te pasará! Sólo estás hablando motivado por la frustración – Dijo mientras intentaba calmarlo para que no se armara un escándalo – Ella nunca fue para ti, debes comprenderlo, quizá podrían tener una buena amistad y...

-¡Ella y yo no estábamos destinados a ser amigos! – Bufó – Ella tampoco aceptó mi amistad, ¡sólo me ilusionó! Me dio alas...

-Entonces no te frustres, ¡hay más peces en el agua! – Exclamó Wyatt – Y a cómo te expresas de ella, ¡no te conviene! – Suspiró – Encontrarás a una chica que sepa apreciarte y te valore por lo que eres...

-¡Basta de tus estúpidos sermones y tu cantaleta de siempre! – Dijo Owen y lo empujó – Repites lo mismo y ¡fallas! Todas las veces te equivocas, sólo porque lo quieres defender a él, porque lo aprecias más, porque le tienes un mayor cariño y yo...

-¡Ya cállate Owen! – Gritó Wyatt – No es verdad, no estás siendo razonable.

-¡Por supuesto! – Dijo Owen mirándolo con furia – Yo siempre fui su amigo de relleno, ¡su última opción! Cuando Angus no te hacía caso, me buscabas y al revés; cuando estabas ocupado, él otro estúpido corría a buscarme y se hacían los ofendidos si yo les fallaba... ¡par de hipócritas! – Gruñó – Jamás han sido mis amigos... ¡los odio! - Gritó y se levantó, tambaleándose – Pero me las van a pagar, especialmente Angus y la puta de Marisa – Murmuró mientras se alejaba – No descansaré hasta separarlos.

*****

-¿Y cómo van las cosas entre tú y Angus? – Preguntó Colette mientras ayudaba a Marisa a arreglar su equipaje.

-¡Estoy viviendo en un sueño! – Gritó Marisa cayendo sobre la cama – Nunca pensé que enamorarse fuera así de bonito – Gimió y se cubrió el rostro con ambas manos – Es que, o sea, ya estuve enamorada alguna vez, pero ese sentimiento jamás fue tan fuerte, tan profundo y tan grandioso cómo lo que siento por Angus – Suspiró la joven y abrazó la almohada.

-¡Me alegro mucho por ti! – Sonrió Colette - ¿Quién iba a imaginarse que ese patán se convertiría en el amor de tu vida?

Marisa comenzó a carcajearse, Colette tenía razón. Ella lo había techado de patán, de aprovechado, de mala persona y de muchos adjetivos más. Ahora se daba cuenta de lo equivocada que había estado al juzgarlo antes de conocerlo.

-Él tuvo la culpa – Murmuró Marisa – Si hubiera sido un poco más caballeroso a la hora de hablarme, nuestra historia podría haber tomado otro rumbo – Suspiró la chica y se sentó – Pero a pesar de todo, no cambiaría nada de nuestra relación. Las cosas sucedieron de la mejor manera y somos muy felices – Dijo llena de emoción.

-Eso es lo importante – Comentó Colette – Yo espero que sea para siempre - Suspiró - Puedo ver lo enamorados que están y me encantaría que llegaran a formalizar... casarse, formar una familia y envejecer juntos.

-¡Vamos comenzando! - Rió Marisa - Y eso que me dices ya son ligas mayores - Exclamó la chica y lanzó un profundo suspiro - Pero acá entre nos, yo también espero lo mismo, quiero estar con Angus por el resto de mi vida - Murmuró.

-¡Eso es tan hermoso! - Exclamó su amiga y la abrazó - Pero bueno, espero que este fin de semana que estén juntos sea muy romántico.

-Lo será – Suspiró Marisa – Tenemos planeado un fin de semana tranquilo y relajante. Quiero charlar con Angus, dar un paseo por la playa a la luz de la luna y... ¡follar como conejos en la piscina! – Gritó mientras volvía a estallar en carcajadas.

Colette también se rió y le arrojó un bikini al rostro para continuar riendo con grandes carcajadas. Después, ambas cayeron sobre la cama a causa de su ataque de risa. En ese momento la puerta de la habitación se abrió y apareció Angus llevando a Cronos en sus brazos, el gato saltó sobre la cama y fue a parar en el abdomen de Colette.

-¡Ay, es enorme! – Murmuró la chica - ¿Me lo van a regalar?

-¡Jamás! - Dijo Angus frunciendo el ceño – Adopta uno, hay muchos gatos que necesitan un hogar - exclamó y sonrió al ver la cara de fastidio de Collete - Por cierto, ¿cómo has estado? ¿Cómo está Zac?

-Estamos muy bien, gracias por preguntar - Comentó la chica - Mañana iremos a visitar a mis padres y pasaremos el fin de semana con ellos - Rió - Pero supongo que nuestro fin de semana no será tan intenso como el de ustedes - Murmuró y le guiñó un ojo.

Angus se echó a reír ante la respuesta de Colette. Estaba claro que él y Marisa tendrían un fin de semana extenso y agotador, con momentos demasiado eróticos e íntimos como para describirlos en ese instante.

-Te diviertes con tus padres - Exclamó el hombre - Y por favor, dale mis saludos a Zac - Dijo mientras Colette asentía - Por cierto, ¿ya estás lista Marisa? – Preguntó dirigiéndose a su novia.

Marisa asintió mientras se ponía de pie para lanzarse a los brazos del hombre y besarlo en las mejillas.

-Sí mi amor - Murmuró la joven - ¿A qué hora nos iremos? - Preguntó.

-En una hora más o menos - Respondió Angus y la besó en el cuello - El avión nos estará esperando.

-Yo mejor me voy - Dijo Colette arqueando las cejas - Creo que estoy haciendo mal tercio.

-¡No te vayas! - Exclamó Marisa - Quédate un rato más para continuar con nuestra charla, Angus tiene que hacer unas llamadas, ¿verdad cielo?

-Si lo que quieren es que me vaya y las deje a solas, ¡sólo díganlo! - Comentó entre risas.

-¡Me dijiste que ibas a llamar a...!

-De hecho sí, tengo que llamar al abogado de mi padre - Exclamó Angus sin dejar de reír - Te espero en la sala - Dijo y besó a Marisa en los labios - ¡Hasta luego, Colette!

-Nos vemos en un rato, Angus - Rió la chica mientras movía su mano en señal de despedida.

Angus abandonó la habitación dejando a solas a las mujeres quienes continuaron con su charla sobre el fin de semana en Los Cabos.

*****

Marisa caminó tambaleándose y tratando de buscar un punto de apoyo. Las manos de Angus le cubrían los ojos y no podía ver absolutamente nada. Él había querido darle una sorpresa pero mejor le hubiera vendado los ojos y conducirla hasta la cabaña que rentó para pasar su fin de semana. Angus le describió el sitio como algo modesto y sencillo; y Marisa imaginó una cabaña de madera, alejada de la civilización.

-¿Lista? - Preguntó el hombre y en su voz se notaba la emoción - Te va a encantar.

-¡Estoy lista! - Gritó Marisa mientras las manos de Angus descubrían sus ojos.

Los ojos de Marisa casi se salen de sus órbitas al contemplar lo impresionante de la construcción. ¡No era una cabaña! Se trataba de una mansión de descanso a orillas de la playa y tampoco era un sitio modesto y sencillo, al contrario, ahí había lujos, ¡muchos lujos!

-¡Ay por Dios! - Gimió Marisa - Es enorme.

-¿Te gusta, de verdad? - Preguntó Angus mirándola mientras que en su rostro se dibujaba una enorme sonrisa.

-¡Claro que me gusta! - Exclamó la mujer - La casa es muy hermosa y ¡lujosa! - Se rió - A excepción de tu casa y la de tu padre, jamás había estado en un lugar así.

-¡Es tuya! - Respondió el hombre estrechándola entre sus brazos.

-¡No Angus, no! - Murmuró la muchacha ocultando su rostro en el pecho del hombre - Esta casa no puede ser para mí, ¡es demasiado! - Gimió - No cielo, se suponía que sólo la rentarías para nuestro fin de semana - Suspiró - ¿Yo que voy a hacer con una casa tan grande? - Preguntó la joven.

-Venir de vacaciones - Respondió Angus besándola con pasión - No sólo conmigo, ¡con quién tú quieras! Tus padres, tu familia, tus amigos... ¡es tu casa! - Sonrió y volvió a besarla.

Marisa le devolvió la sonrisa y se arrojó a sus brazos mientras lo besaba de forma salvaje y posesiva. El la estrechó aún más contra su cuerpo, embriagándose con el sabor dulce de los labios de su mujer. Las manos de Angus descendieron suavemente por la espalda de la chica hasta posarse sobre su trasero, lo estrujó y acarició a placer, entretanto, la chica gemía por lo bajo.

-¡Señor Blackwood! - La voz de un hombre con un marcado acento los obligó a apartarse abruptamente - Bienvenido - Sonrió el sujeto - Lo estábamos esperando.

-¡Manuel! - Exclamó Angus y se acercó al hombre para estrechar su mano y brindarle un caluroso abrazo - Muchas gracias, ¿está todo listo?

-Tal y como usted lo pidió - Murmuró Manuel - ¡Permítanme! Voy a llevar su equipaje a su habitación - Comentó tomando las maletas y alejándose de ahí.

-¿Quién es él? - Preguntó Marisa con curiosidad.

-Él es el mayordomo de la propiedad - Respondió Angus - Está aquí para recibirnos y después se irá, va a dejarnos solos todo el fin de semana - Dijo mientras la sujetaba por la cintura y la besaba con suavidad en la mejilla.

Marisa se ruborizó al escucharlo, las últimas palabras fueron pronunciadas con un tono de voz erótico y sugestivo.

-¿Me muestras la casa? - Dijo la mujer tratando de alejarse.

-¿Por qué huyes? - Exclamó Angus tomándola de la mano - Tenemos mucho tiempo por delante...

-El mayordomo - Susurró Marisa - Aún está aquí y...

-Ya se va - rió Angus - Pero vamos, te enseñaré la casa.

Se dirigieron al jardín, el cual era enorme, lleno de flores de distintos tipos. También había un huerto con árboles frutales y varias palmeras, se trataba de un lugar paradisíaco. Marisa sonrió al ver que contaban con una gran piscina y un pequeño tobogán. ¡El sitio era precioso!

-¡Esto parece el paraíso! - Murmuró Marisa emocionada - ¡Me encanta!

-Y aún falta que conozcas el interior de la casa - Exclamó Angus tomándola de la mano para entrar en la vivienda.

La pareja recorrió la enorme casa. Marisa estaba muy emocionada, la construcción era moderna y lujosa. La chica no podía creer que esa propiedad fuera suya como se lo había dicho Angus, quizá estaba bromeando.

-Te has quedado callada - Observó Angus - ¿No te gustó? - Preguntó - Con el tiempo le haremos muchos cambios, todo será a tu gusto ya que la casa es tuya...

-¿Mía? - Susurró Marisa - No lo creo - Suspiró - Es mucho para mí, Angus.

-¿Por qué dudas? - Respondió Angus abrazándola y recostando la cabeza sobre el hombro de la chica - El abogado se está encargando de arreglar todo a tu nombre para que este lugar sea completamente tuyo. ¡Te lo mereces, Marisa! - Suspiró el hombre - Por hacerme tan feliz y dichoso - Murmuró mientras su aliento le rozaba el lóbulo de la oreja - ¡Gracias por amarme! Gracias por ablandar el corazón de este ogro y endulzar su agrio carácter - Rió.

La chica se dio la vuelta, echándole los brazos al cuello y también sonrió besándolo con dulzura. Lanzó un suspiró y murmuró.

-Pero yo no necesitaba nada como muestra de agradecimiento, te amo y eso nada lo va a cambiar - Sonrió - A mí no me interesa tu dinero, tus lujos, los bienes materiales que tengas, eso es tuyo. A mí me interesas tú, tus sentimientos, lo que sientes por mí, la forma en qué me despiertas por las mañanas, el timbre de tu voz, tus besos, tus abrazos - Volvió a suspirar - Esos pequeños detalles o gestos que me dedicas y donde me demuestras cuánto me amas y lo importante que soy para ti, no había necesidad de una casa - Exclamó Marisa - Pero te agradezco el detalle, me ha encantado y te aseguro que estaremos aquí cada fin de semana. ¡Debemos aprovechar la casa! - Rió y le guiñó el ojo.

*****

Marisa giró sobre el colchón, su mano tanteó la superficie, buscando el cuerpo de Angus, ¡pero él no estaba en la cama! La chica se sentó a medias y se frotó los ojos, buscando al hombre en la habitación, tampoco se encontraba ahí. Se estiró y bostezó sonoramente antes de mirar el reloj. ¡Eran las nueve de la mañana! El sol brillaba intensamente en ese cielo limpio y azul. Marisa suspiró y se levantó de la cama, busco la bata y se la puso para salir de la habitación y buscar a Angus en la casa.

La chica bajó corriendo la escalinata de mármol, llamando a Angus pero sin obtener respuesta. Sin aminorar la marcha, caminó con rumbo a la piscina, esperando que él se encontrara en ese lugar. De momento no logró verlo, la chica bufó frustrada y decidió regresar, sin embargo el sonido de un chapoteo captó su atención y regresó al lugar.

Angus salió de la piscina y Marisa quedó como petrificada al contemplarlo; Angus nadaba completamente desnudo. Marisa lo observó con atención; definitivamente, su hombre tenía un cuerpo exquisito, ¡parecía un dios del Olimpo! El agua escurría por su amplio y musculoso pecho, cubierto de vello y tatuajes. Sus enormes brazos brillaban bajo la luz del sol de la mañana. De inmediato el vientre de Marisa se contrajo y se mordió el labio inferior.

Angus la contempló y caminó lentamente, esbozando una sonrisa perversa. Marisa lo contemplaba extasiada, sus ojos recorrieron su cuerpo desnudo y deliberadamente se detuvieron en su hombría y brillaron con deseo; se estaba excitando con el simple hecho de verlo.

-¡Hola dulzura! - Murmuró Angus - ¿Cómo dormiste, cariño? - Preguntó.

Marisa estaba tan extasiada observándolo que no se dio cuenta que él ya estaba a escasos centímetros de ella. Él la tomó del brazo y la atrajo hacia él; el cuerpo de la chica chocó contra el suyo y sus manos acariciaron sus músculos firmes y aterciopelados. La chica dejó escapar un jadeo al sentirlo tan pegado a ella, él esbozó una sonrisa pícara y entrecerró los ojos, observándola a conciencia. Marisa suspiró y le dedicó una sonrisa boba al notar el calor que comenzaba a nacer en su vientre.

-¡Hola amor! - Dijo Marisa saliendo de su ensoñación - Dormí de maravilla - sonrió - Pero te busqué en la cama - Murmuró haciendo un puchero.

Angus le dedicó una sonrisa sensual, se inclinó sobre ella y deslizó suavemente su lengua sobre los labios de Marisa, quién estaba hipnotizada mirándolo con deseo a los ojos, la mujer entreabrió sus labios para recibirlo. Él amplió la sonrisa ante ese gesto y atrapó la boca de su mujer con un beso apasionado y erótico. Su lengua se movió con suavidad dentro de la boca de la chica, incitándola. Marisa lo recibió y sus lenguas se acariciaron. Su aroma masculino la embriagó y le echó los brazos al cuello, ya que si no lo hacía, podría desfallecer.

Fue un beso largo y profundo, el cuerpo de Marisa reaccionó ante ese beso ardiente, excitándose y frotándose contra el cuerpo viril de Angus. La mujer ahogó un jadeo cuando su erección rozó sus muslos y su mano se coló debajo de la bata, rozando su piel. Marisa le mordió el labio inferior y ambos continuaron besándome con frenesí mientras las manos de la mujer acariciaban la amplia espalda de Angus o sus uñas se clavaban en su piel.

-¡Ay, ya estas mojada! – Susurró Angus en su oído, al tiempo que hundía dos de sus dedos en su interior.

Marisa gimió sin poder evitarlo y abrió sus piernas para que él pudiera explorar su intimidad a su antojo. Ella arqueó la espalda y sus caderas comenzaron a moverse, desenfrenadas e insistentes, deseando que se hundiera más y más en su interior. Los dedos del hombre entraban y salían, en un ritmo lento y sensual, mientras que de la boca de Marisa brotaban pequeños gemidos que eran silenciados por los labios de Angus. En un intento desesperado por tener el control, la mano de Marisa se deslizó por el vientre de Angus hasta su entrepierna y acarició su gran erección. Él también jadeó al sentir cómo la mano de la chica lo acariciaba.

-¡Y tú ya estás muy duro! – Murmuró la joven con una sonrisa traviesa al tiempo que arqueaba la espalda y su pelvis caía sobre sus dedos

El pulgar de Angus dibujó un par de círculos sobre el clítoris hinchado, esa acción fue como su una ráfaga la sacudiera; Marisa intentó gritar al ser envuelta por ese placer, pero de nuevo, la boca de Blackwood no dejó que lo hiciera, pues continuó devorándola con ese beso hambriento.

Toda esa pasión y esas caricias hicieron que ella se desbordara, empapando su mano con sus fluidos mientras que su cuerpo convulsionaba al experimentar un orgasmo. Angus se separó de ella, jadeando ante la necesidad de aire, mientras que Marisa estaba con la boca entreabierta, los labios hinchados y con las piernas que parecían hechas de gelatina. Parecía que iba a desmayarse, pero Angus la sujetó firmemente, sosteniéndola.

-¿Sabes preciosa? – Dijo él en un ronco susurro - Podría estar todo lo que resta de este día buscando las palabras exactas para decirte lo mucho que significas para mí y todo lo que siento por ti – Suspiró, mientras los ojos de Marisa se ampliaban y su corazón latía acelerado - Pero en lugar de eso, creo que solo te abrazaré con fuerza, te miraré a los ojos y te besaré. Quizá con esto logres entender y sentir cuánto te amo y lo mucho que te necesito. – Finalizó mirándola con ternura y amor.

Marisa le sonrió y deslizó su mano sobre el rostro del hombre antes de abrazarlo con fuerza y besarlo lentamente en los labios, ¡esos labios que le habían arrebatado la cordura! Después repartió varios besos alrededor de su boca y regresó nuevamente para fundir su boca en la de él. Angus le correspondió con un beso ardiente, pero a la vez lleno de dulzura. Sólo él sabía cómo transmitirle un sinfín de emociones con un beso. Sus lenguas volvieron a acariciarse para deleitarse una vez más ese beso que iba creciendo en intensidad. Sus cuerpos se exigían más, temblaban ante el mínimo roce, excitándose otra vez.

-¡Te amo! - Gimió Marisa cuando se apartaron por un breve instante - La primera vez que te vi, te juro que no tenía ni la menor idea de que ibas a ser tan importante para mí - Exclamó con voz entrecortada y tomando el rostro del hombre entre sus manos, volvió a besarlo.

Los brazos de Angus la rodearon, aferrándose a su cuerpo. Él la besaba con tanta fuerza y vehemencia que Marisa sentía que iba a derretirse. A través de ese beso, él le demostraba cuanto la amaba y la deseaba. Diciéndole que quería poseerla en ese instante y en ese lugar. Y, lógicamente, ella deseaba lo mismo. Fue un beso muy erótico que disparó el deseo en ambos, haciéndolo incontrolable.

Las manos de Angus desataron el nudo de su bata y la prenda se deslizó por el cuerpo de Marisa, dejándola completamente desnuda. El hombre la contempló con intensidad y pasión que ella sintió de nuevo ese calor que la invadía, pero esta vez era más intenso. El rubor tiñó su rostro y suspiró feliz. Sólo Angus podía hacerla experimentar tantas emociones al mismo tiempo, él era el único que lograba despertar su deseo mientras se sentía vulnerable y a la vez peligrosa.

Marisa le echó los brazos al cuello y volvió a besarlo. Angus la sostuvo por la cintura y, despacio la tumbó en el piso, colocándose sobre ella para deleitarse con sus senos. Comenzó a morderlos, haciendo que de la garganta de la mujer se escaparan varios sonidos eróticos que endulzaban sus oídos, llevándolo hasta la locura. Angus le mordisqueó los pezones que ya estaba bastante endurecidos, entretanto, la mujer se retorcía debajo de su cuerpo, exigiéndole cada vez más. Marisa chilló cuanto la mano de Angus acarició sus muslos, instintivamente, ella separó sus piernas al experimentar el roce de los dedos masculinos sobre su zona púbica.

La sangre de Angus hervía en sus venas, aunque intentaba estar tranquilo y llevarlo todo con calma. Le gustaba ver como Marisa disfrutaba de sus caricias y la manera en que el cuerpo femenino respondía al roce de sus dedos. Volvió a besarla despacio y con sensualidad, ella lo envolvió en sus brazos, besando y mordisqueando su cuello mientras él acariciaba el lóbulo de mi oreja con su tibio aliento.

-Estas ansías que tengo de hacerte el amor son interminables – Le susurró él al oído - Quiero todo de ti.

Marisa murmuró algo ininteligible, la excitación, las caricias de Angus, el roce de su suave piel la transportaron a otra realidad. Pausadamente, él entró en la piscina y la tomó de las piernas, haciendo que se sentara en el borde con las piernas abiertas. Él metió sus manos bajo las nalgas de Marisa al tiempo que ella se recostaba, apoyándose en los codos. La chica jadeó cuando su aliento rozó su sexo; Angus sonrió y enterró su cabeza entre sus piernas y con su lengua recorrió su húmeda feminidad de abajo hacia arriba. Ella gritó y se arqueó ante su íntima caricia. Angus comenzó a lamer y a succionar su sexo, ayudándose con sus dientes para hacerla gozar al máximo. Su lengua exploraba cada pliegue y cada rincón de su intimidad, Marisa sólo jadeaba, echando la cabeza hacia atrás y moviendo rítmicamente sus caderas. La lengua de Blackwood entraba y salía y de cuando en cuando sus dientes presionaban sus labios.

Marisa se sentía en la gloria, era como si un ser supremo y de luz la tocara. Angus conocía perfectamente cada punto sensible de su cuerpo y sabía cómo tocarlo para hacerla llegar al cielo. De pronto, el cuerpo de la chica tembló y la humedad manó a torrentes por su feminidad, estaba a punto de colapsar y de llegar al orgasmo. Él continuó deleitándose con sus fluidos, lamiendo y succionando. Las manos de la mujer se posaron sobre su cabeza, urgiéndolo a seguir y que no se detuviera. Ella gritó y volvió a convulsionarse fuertemente cuando llegó al clímax. Angus se separó, besándole los muslos, y sonriendo satisfecho, la jaló con fuerza para que entrara al agua junto con él. Ella lo rodeó con las piernas y él la sujetó con firmeza por los glúteos.

Con un movimiento de su pelvis, Angus se hundió en Marisa. Para ella era una magnífica sensación el experimentar su calor, sentir su miembro duro y firme dentro de su cuerpo, sentir cómo la llenaba y cómo se balanceaba, embistiéndola con vigor. Él llevaba el control del acto y ella simplemente lo imitaba, moviéndome junto con él y aferrándose a su cuello. Ella trató de decirle cuán feliz era, aunque él ya lo sabía, sin embargo, la boca de Angus se lo impidió, su lengua se introdujo en su boca para juguetear con la de ella. Marisa reprimía los gemidos, pues los labios de Angus se mantenían firmemente adheridos a los de ella. Se apartaron luego de un largo y ardiente beso, pero sin dejar de mover nuestros cuerpos al mismo ritmo, disfrutando del roce de sus pieles. El movimiento del agua, les provocaba deliciosas sensaciones. Los acariciaba, haciendo que disfrutaran de su acto de amor. Angus la embistió más fuerza y ella arqueó la espalda para que llegara más adentro llenándola por completo. Siguieron con ese frenético vaivén hasta que él gritó algo inteligible y ella se unió a su grito de placer y, así, abrazados e deslizaron en las profundidades del éxtasis.

-Te amo – Le susurró Marisa con la voz entrecortada.

Él la miró con ternura y sonrió, envolviéndola entre sus brazos y besando su frente. Permanecieron juntos por unos instantes más, hasta recuperar las fuerzas. Se soltaron y tomatón aire para salir con lentitud del agua y correr desnudos por la casa hasta llegar a su habitación y, entre risas se dejaron caer sobre la cama. Marisa se colocó encima de Angus y lo besó con infinita pasión, al tiempo que él acariciaba sus muslos y su trasero. Sus caricias se tornaron ardientes, excitándolos otra vez y volvieron a amarse con la misma intensidad de hacía unos momentos.

*****

Con manos temblorosas, Marisa tomó la caja que había comprado en la farmacia por sugerencia de Colette. Durante un par de semanas había experimentado una sensación de náuseas, malestares, dolor en las piernas, los senos, además de la ausencia de su menstruación. La chica suspiró y leyó cuidadosamente las instrucciones de uso que estaban impresas en el empaque.

Para su fortuna, Angus había salido temprano a trabajar así que podía realizar la prueba en casa sin ningún tipo de problemas. Inhaló y exhaló un par de veces antes de levantarse de la cama y entrar directamente al baño para tomar la muestra de orina y así poder realizarse la prueba casera de embarazo.

Esperó el tiempo que indicaba la prueba y miró con atención el resultado: POSITIVO, leyó y gimió. ¡Estaba embarazada! De momento no supo si gritar de emoción o echarse a llorar; no tenía idea de cómo reaccionar y mucho menos se imaginaba como sería la reacción de Angus cuando le diera la noticia.

La chica salió del baño con la prueba en la mano y se dejó caer en la cama, mirando atentamente las letras escritas en la ventana de resultados. POSITIVO, el mensaje danzaba delante de sus ojos.

En el fondo Marisa estaba muy emocionada y feliz, ¡estaba embarazada! Quizá antes de lo planeado, pero jamás descartó la posibilidad de tener hijos y convertirse en madre. Sin embargo, jamás tocó ese tema con Angus, para comenzar, estaba el cochino contrato. En ese papel se estipulaba que ella jamás debía quedar embarazada y en dado caso de que lo estuviera, se practicaría un aborto. En ese momento a ella le pareció algo lógico ya que en sus planes más inmediatos no figuraba el convertirse en madre. Aunque ahora las cosas habían cambiado, el contrato fue anulado y esas cláusulas ya no tenían validez, pero jamás se le ocurrió preguntarle a Angus que es lo que pasaría si ella resultaba embarazada.

Tan absorta estaba en sus pensamientos que no escuchó que Algernon llamaba a su puerta, preguntando si ya se encontraba despierta y si le apetecía tomar el desayuno con él y Cronos en la terraza.

-¡Marisa, hija! - Murmuró el hombre - Perdón por entrar así en tu habitación, pero como no respondías pensé qué...

El señor Blackwood no terminó su frase. Miró atentamente a Marisa y el objeto que tenía en su mano. ¡Él sabía de lo que se trataba! La muchacha estaba embarazada.

-¡Señor Blackwood! - Exclamó la joven con el rostro enrojecido al saberse descubierta por el padre de Angus e intentó ocultar la prueba, aunque ya era tarde.

-¿Cómo que señor Blackwood? - Protestó el anciano - ¡Para ti soy papá! - Sonrió - Especialmente ahora que me acabo de enterar que estás esperando a mi nieto...

-¡Yo no estoy embarazada! - Dijo Marisa, mintiendo deliberadamente - ¿De dónde sacas esa idea descabellada?

-¿Acaso lo que traes en la mano no es una prueba de embarazo? - Preguntó el hombre arqueando las cejas - Hija, soy un viejo, no un estúpido.

De momento, Marisa no supo que responder. No podía mentirle, no en ese instante. El rostro de Algernon reflejaba felicidad ante la noticia de convertirse en abuelo. Los ojos del hombre brillaban llenos de emoción e ilusión.

-¡Sí! - Gritó Marisa - ¡Estoy embarazada! - Continuó gritando llena de felicidad mientras abrazaba al anciano - ¡Ay, estoy muy feliz, muy feliz! - Gimió y se echó a llorar.

Al sonrió y la estrechó entre sus brazos. Él también estaba feliz y a punto de llorar. ¡Sería abuelo! Y a su mente llegaron algunas imágenes de su propio hijo, un bebé rubio que corría tras él en el jardín.

-¡Debes decirle a Angus! - Murmuró Al apartándose de Marisa.

-Pero él... - Titubeó cuando las dudas la asaltaron - ¿Crees que Angus estará feliz con la noticia?

-Mi hijo será el hombre más feliz del mundo - Dijo Algernon esbozando una sonrisa conciliadora - No tengas dudas hija - Exclamó y sujetó el rostro de la chica entre sus manos - ¡Te lo aseguro!

*****

Oh my God! Oh my God! ¡Marisa está embaraza! Pero no todo va a ser felicidad, se vendrán grandes problemas y desgraciadamente, nuestros protagonistas sufrirán en algunos capítulos.
¿Qué les pareció esta parte? ¿Les agrada la noticia del embarazo de Marisa?
Espero sus respuestas y sus votos.
¡Lxs quiero!
Maria Decapitated

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro