Solo una llamada a altas horas de la madrugada basto para que el respetado Park Heesoon, quien se caracterizaba por su serenidad y carácter estoico se viera reducido a la mayor ansiedad que jamás había experimentado.

Ni siquiera en la peor etapa de su separación, justo al enterarse que su amada esposa se había enredado con un magnate de occidente había sentido ese dolor.

Definitivamente nadie te prepara para ser padre y mucho menos para enterarte que tú única hija acababa de experimentar algo tan traumático como un intento de secuestro, que a pesar de ser frustrado antes de lograrse no eliminaba el hecho de ser una situación de alto riesgo.

No supo mucho, más allá de que su princesa estaba segura ahora.

La espera concluyó cuando por la puerta de entrada de aquella residencia valorada en varios billones de wones diviso a su hija siendo sostenida con dificultad por miembros de su equipo de seguridad, lucia débil, pálida.

Heesoon no solía ver a su hija muy seguido, ya fuera por su trabajo demandante o porque Chaewon no solía pasar mucho tiempo en su hogar prefiriendo buscar la atención y el consuelo que necesitaba en lugares de mala muerte con personas que ningún padre querría cerca de sus hijos, pero ahora que tenía la oportunidad de verla se arrepentía, sabia que el estado tan deplorable de su hija era su culpa, suya y de Jinah.

Cuando los escoltas de su hija le narraron lo sucedido supo que necesitaba tomar medidas más drásticas.

Según le contaron, Chaewon se encontraba en uno de los lugares que más frecuentaba.
Era una especie de lounge precário entre callejones en Itaewon, ninguno de los guardias asignados a Chaewon había logrado entrar antes, la gente que manejaba el lugar sospechaba de ellos, al ser un sitio donde sustancias ilegales, alcohol y actividades ilícitas eran el pan de cada día no podían arriesgarse a que alguno de los vigías de la menor de los Park fuera un policía encubierto o algo por el estilo.

Durante uno de los rondines que los escoltas hacían de manera secreta, porque cabe aclarar que el señor Heesoon ordenaba vigilarla desde la distancia para no generarle problemas, uno de los guardias se percató que algunos sujetos desconocidos para ellos se estaban llevando a la señorita Park fuera del lugar, cosa que no era habitual.

En cuanto se aseguraron de la actitud sospechosa e insistente de los hombres y que a pesar del estado en el cual su protegida se encontraba ella trataba de poner resistencia decidieron actuar, fue como después de una corta percepción a pie y unas cuantas amenazas finalmente lograron tener a la joven Park a salvo.

Haciendo una inspección rápida a la situación dedujeron que Chaewon había consumido alguna droga como ya era costumbre, solo que está vez parecía haber ingerido una dosis más alta o algo más fuerte, la pobre se veía realmente mal, le era difícil mantenerse de pie por si misma, su rostro estaba blanco como la nieve y su pulso era descontrolado, sudaba y parecía estar a punto de desmayarse.

Con los conocimientos médicos base que los escoltas poseían lograron estabilizarla para cuando llegaron a la residencia Park, ahora se encontraba ahí, recostada en el ostentoso sillón, un poco más conciente que antes escuchando todo lo que sucedía a su alrededor.

La conclusión de Heesoon fue la siguiente:

Necesitaría un nuevo equipo de seguridad, uno que no se despegará ni un solo minuto de su hija.

Si bien estaba eternamente agradecido con los escoltas actuales, sabía que tener a tres hombres en sus tempranos cuarentas al cuidado de una joven problematica de veinte tenía más contras que prós, ya se encargaría de asignarles otro puesto después.

Fue por recomendación de su jefe de seguridad que se contactara con una reconocida agencia de protección privada.

El prestigio se Neugdae Security se pondría a prueba bajo la orden de cuidar a la princesa del señor Park.