One night stand
Lo que debía pasar ya hace mucho, pasó hoy. Mi novio y yo terminamos esa tóxica y larga relación que ya no nos llevaba a ningún lado. Fueron meses de odiarnos por nada y por fin, él tomó la decisión. Cuando llegué aquella mañana al departamento que compartíamos, todas sus cosas estaban empacadas y sin poder encontrar las palabras precisas sólo me dio a entender que ya nada funcionaba y que mejor terminábamos.
En cuanto cerró la puerta llevándose la mitad del departamento en sus maletas y cajas, me senté sobre la amplia cama y a pesar de sentir el departamento vacío, me sentí más libre... Como si me hubiese sacado un gran peso de encima, una mochila pesada que cargaba durante 5 largos años de relación.
Me tomé mi tiempo en reorganizar el departamento a mi gusto y enseguida le escribí a Maya, mi mejor amiga.
"Bueno..., ocurrió lo que debía pasar. Nick se fue. Soy libre"
"Aleluya!" Me respondió inmediatamente y me hizo reír. "Y justo a tiempo, linda. Esta noche tú y yo pasaremos la noche de nuestras vidas. La que te mereces luego de tanto tiempo encerrada en esa cárcel de relación"
¿Noche de parranda tal vez? Maya era una fiestera empedernida y eso nos diferenciaba. Yo siempre he sido la chica recatada y santa, pero un bichito dentro de mí me decía que por esa vez, por esa noche, merecía portarme mal.
"OK, girl. Dónde, a qué hora y cómo debo ir vestida?" Acepté su invitación.
"OMG, Tamara! Estás aceptando? Por Dios! Verás como nos divertiremos. Espérame en tu departamento. Pasaré por ti a las 9 de la noche. Quiero que te pongas ese vestido negro de minifalda que te compraste en la rebaja del anterior mes. Es el mejor para esta fiesta exclusiva".
"Vale, te espero". Bloqueé el celular y me dispuse a alistarme con cuidado.
A Nick jamás le gustó que me arreglara de más o me maquillara mucho, decía que llamaba mucho la atención. No entiendo cómo pude aguantar y perder mi identidad por él. Sinceramente estaba enceguecida. Pero esa noche me alistaría para mí, sería feliz por mí y haría lo que yo quisiera.
A las nueve de la noche abrí la puerta a Maya, quien me saludó con un abrazo muy fuerte y se quedó maravillada ante mi arreglo.
- Estás de infarto, amiga! Jamás te había visto tan sexy! - gritó escandalosamente haciéndome sonrojar.
Tomé mi abrigo y salimos hacia su coche. Ya en el camino me comentó que aquella fiesta era súper exclusiva. Sólo unas pocas personas estarían invitadas, todas del mundo del espectáculo de la música. Era una especie de after party luego de una entrega de premios o algo así. Maya trabajaba en una empresa de marketing muy prestigiosa en el medio y obtuvo las dos invitaciones de esa manera.
Artistas y famosos... Nada mal para una fiesta exclusiva.
Cuando llegamos, la música pop-electrónica ya sonaba a muy alto volumen, combinando perfectamente con las luces de colores que iluminaban a los asistentes VIP del lugar. Al principio me sentí cohibida por las miradas que se posaron sobre mí. ¿Acaso algo andaba mal con mi atuendo?
- Muñeca, estás matadora. Encajas perfectamente entre los ricos y famosos acá - me calmó Maya al ver mi inseguridad mientras revisaba el largo de mi falda. - Vamos por unos tragos - me indicó el camino hacia la barra luego de haber dejado nuestros abrigos en el lugar reservado para ello.
Ella pidió dos copas de algo que no pude escuchar bien pero al ser servidas invitaban a saborearlas por su llamativo color rojo sangre.
- Por tu libertad y la mía... Y una noche inolvidable! - chocó su copa con la mía
- Por la libertad! - respondí y me tomé la copa entera de un trago. Estaba deliciosa. Una mezcla entre ardor y dulzura cruzó mi garganta y empecé de a poco a sentir su efecto.
Charlamos y reímos por unos minutos con Maya, mirando a los famosos que nos rodeaban. Cuando alguien la saludó desde el otro lado de la sala y ella respondió con mucha efusividad.
- Oh, por Dios! Amiga, debo ir a hablarle. Esta es mi oportunidad! - me dijo pidiéndome permiso de ir a saludar al extraño atractivo que la comía con la mirada. - Por favor, tú ve a dar una vuelta y conoce gente. Te lo mereces.
Afirmé con la cabeza no tan segura de hacerlo, pero tal vez sí me daría una vuelta para ver más famosos. Luego de que Maya me dejara, pedí otra copa del mismo trago en la barra y me fui recorriendo la sala dando pequeños sorbos a la bebida. Varios ojos me escudriñaban y algunos hombres me sonreían al pasar por su lado. Yo sólo respondía con una sonrisa tímida y seguía caminando.
Entré a un salón un poco más apartado y con menos gente, pero mejor música. Vi varias personas, especialmente asiáticas conversando, comiendo, bebiendo, bailando y riendo. Sobre la mesa central, un par de trofeos de material lujoso y transparente yacían en medio de copas de bebida de varios colores y flores hermosas.
Como no vi a nadie alrededor, me acerqué a ver los trofeos, pero en cuanto levanté mi vista de las estatuillas, me encontré con la visión más impactante de la noche. Un muchacho asiático estaba sentado con las piernas abiertas sobre un sofá ubicado a unos metros de donde yo estaba. Vestía un traje y corbata muy elegantes y el cabello rizado y oscuro que caía sobre su frente, cumplía el objetivo de darle un toque sexy y suave a su rostro perfectamente moldeado por los dioses.
Tenía la mirada perdida en algún punto de la habitación, probablemente divagando en sus pensamientos y se mordía el dedo de una manera muy sensual. Creo que él no era consciente de toda su belleza y el poder que emanaba de su sola presencia.
Me quedé estática observándolo, cuando de repente posó su mirada en mí. No había cambiado de posición en absoluto. Aún seguía mordiéndose el dedo, pero su mirada profunda me taladró el alma. Sus ojos luego me escanearon completa de arriba a abajo y una sonrisa se dibujó en sus labios gruesos y rosados.
No pude siquiera bajar la mirada o moverme del sitio cuando él ya se había puesto de pie y tras tomar un vaso de bebida de la mesa de las estatuillas, se acercó paso a paso a mí. Yo estaba perdida en su mirada y no noté el rubor que cubría mis mejillas.
- ¿Qué estás bebiendo? - me preguntó en un inglés muy bien trabajado.
- Eh... No lo sé - respondí sinceramente sonriendo.
- Bueno, somos dos entonces - me dijo y sonrió al chocar su vaso con mi copa. Lo vi beber el contenido dando sorbos sin dejar de mirarme. Tomé también un poco de mi copa y sentí más calor aún.
De pronto las luces bajaron su intensidad y la música cambió. Un jazz relajante tomó el lugar del pop electrónico y algunas personas de la sala se pusieron a bailar. Sentí su mano chocando mi muñeca.
- ¿Bailamos? - preguntó con una voz gruesa que erizó mi piel enseguida. Tomé la mano que me ofrecía sin pensarlo mucho y me empezó a guiar con sus movimientos suaves y elegantes.
Este chico era de otro mundo, sin duda alguna. Jamás había visto a nadie moverse con tal gracia y sensualidad al ritmo de una música que yo pensaba no se podía bailar. El movimiento de sus manos acompañaba a su cadera y sus gestos me volvían poco a poco más deseosa de abrazarlo. El vaivén de su cadera y manos era acompañado por su mirada profunda a mis ojos y de rato en rato se mordía los labios sensualmente, provocándome. Era una obra de arte sólo para mis ojos.
A momentos cerraba los ojos y mostraba un gesto de placer que sin duda la música le provocaba. Dios, qué hombre más sensual! Volvió a mirarme y tomó mi cintura con una de sus grandes manos acercándome hacia él con cuidado sin perder de vista mis ojos.
- ¿Y... qué haces tan sola en esta fiesta tan aburrida? - me preguntó sonriendo.
- Vine con mi amiga, pero ella se perdió - contesté tímidamente mientras me sentía atacada por sus ojos sobre mis labios.
Miró alrededor y volvió de nuevo su atención a mí.
-¿Qué dices si nos perdemos nosotros también? - me susurró al oído acercándose peligrosamente a mi cuello.
Toda mi piel se erizó y tuve que cerrar los ojos para guardar esa voz gruesa en mi mente. ¿Qué se suponía que debía hacer? Lo había conocido hace apenas tres minutos y él ya quería llevarme Dios sabrá dónde. No sabía ni su nombre, pero el hecho de tener toda su atención en mí y la posibilidad de tenerlo todo para mí me alentó a cometer la travesura.
- Perdámonos - respondí sonrojándome. Yo jamás había sido tan lanzada ni coqueta... por lo menos no recuerdo ninguna ocasión en mi vida en la que me hubiese escapado con algún desconocido a pasar la noche.
Tomó mi muñeca, miró a alguien ubicado en la esquina de la sala y con un gesto se despidió. Busqué a Maya con la mirada y la encontré besando al tipo al que había ido a saludar. Ella no perdía el tiempo... yo tampoco lo haría, menos aún con semejante hombre que me llevaba ya de la mano hacia el aparcamiento del lugar. Mientras él abría el coche negro de lujo, le escribí un mensaje rapidísimo para que no se preocupara.
Subí al auto y una melodía de jazz más relajado aún me recibió dentro. Todo en este hombre gritaba elegancia y glamour, hasta sus gustos musicales. No pregunté dónde iríamos y tampoco hablamos mucho, porque aunque él tenía una mano en el volante, la otra primero la posó en mi mano y después con cuidado la puso sobre mi pierna, acariciando con suavidad. Ante mi no resistencia, acarició parte de mi muslo mientras tarareaba con esa voz tan gruesa la canción que sonaba tan cautivadora desde el aparato de música.
Luego de unos minutos conduciendo, aparcó el auto en el que yo conocía como el mejor hotel de la ciudad. Me ayudó a bajar y entramos tomados de la mano. Pidió la llave de lo que entendí era su habitación. Entonces él no vivía en la ciudad.
Me guió hacia el ascensor y en cuanto la puerta se cerró dejándonos a los dos solos, se acercó lentamente a mí sonriendo encantadoramente. Tomó mi mejilla con delicadeza y posó sus labios sobre los míos lentamente. Este hombre era tan distinto a Nick. Cuando a él le daba la gana, me tomaba y besaba a la fuerza y no le importaba si yo no quería besarlo. Yo debía hacer lo que él quisiera. En cambio mi acompañante me tomaba con delicadeza, como si fuese a romperme a su tacto.
La puerta del ascensor se abrió y se separó de mí guiandome hacia una habitación. Al entrar, el lujo del interior me impactó. Me distraje mirando los cuadros finísimos que decoraban las paredes cuando sentí sus manos ayudándome a quitar el abrigo que cubría mis hombros.
Fue hacia una mesa al lado de la enorme cama y prendió el aparato de música inundando el ambiente con más de los ritmos que ya lo caracterizaban para mí. Tomó mi mano y sujetó mi cuerpo cerca del suyo moviéndonos en un vaivén sensual.
No sé qué tenía su mirada que podría llegar hasta mi alma. Podría perderme por siempre en esos ojos tan profundos. Me hipnotizaba con cada mirada y sonrisa... Él era una obra de arte, una que disfrutaría aquella noche.
No necesitamos hablar nada. La fuerza de la pasión que nos unió desde que nos vimos por primera vez aquella noche actuó sola. Sin dejar de bailar, empezó a dar pequeños besos en mi cuello mientras intentaba encontrar el cierre de mi vestido en mi espalda. Lo ayudé moviendo su mano cerca de mi pecho, donde en realidad estaba el cierre. Sentí su sonrisa en mi cuello cuando empezó a bajarlo lentamente hasta llegar a mi escote.
Se separó un poco para mirarme con dulzura y deseo, una mezcla que sólo pienso puede vivir en él. Me animé y tomé su corbata para deshacerme de ella. Él no opuso resistencia y levantó su cabeza dramáticamente para dejar que desabotonara su camisa. Reí ante su reacción y me regaló la más dulce de las sonrisas para volver a atacar mi cintura con una mano y con la otra bajar completamente el cierre de mi vestido, dejándome con la ropa interior al descubierto.
Bajé la cabeza avergonzada. El único hombre con el que había estado en la intimidad y me conocía de pies a cabeza, muchas veces se había quejado de mis imperfecciones, y me había hecho sentir poca cosa por mi cuerpo, pero la mirada que este chico me daba cuando me animé a mirarlo, me decía que de seguro yo no estaba nada mal.
Se acercó nuevamente a mí y cuando me besó en los labios, me acercó a la enorme cama, depositándome ahí con cuidado. Desde mi posición sobre la sábanas suaves, pude ver cómo él no perdía detalle de mí mientras se quitaba la camisa, mostrándome su piel canela perfecta y suave, sus hombros anchos y su pecho trabajado. Qué delicia para la vista era ese dios griego.
Se posó con cuidado sobre mí y empezó a besar mi ombligo y mis costados, subiendo poco a poco por sobre mi brassier. Las cosquillas de placer que pensé había olvidado para siempre, empezaron a picar como abejitas dentro mi vientre. Dios, qué boca santa me besaba.
Sin darme cuenta, ya no llevaba mi brassier y mis bragas iban camino al piso también. Dejé la vergüenza junto a mi ropa interior y empecé a deshacerme de su pantalón mientras él me acariciaba en el lugar donde el ombligo pierde su nombre.
Un gemido agudo escapó de mi boca sin poder detenerlo. Sus manos tenían magia. Con tan solo un toque yo ya estaba a puertas del cielo. Él terminó de deshacerse de lo que le quedaba de ropa y pude observar lo poderoso y grande que era. Qué bien escondido se lo tenía.
Extendió la mano hacia la mesita de noche desde donde tomó un condón que sin duda usaría luego y lo puso al lado de la almohada bajo mi cabeza. Su sonrisa seductora sólo fue el anuncio de una tormenta de besos y caricias sobre mi cuerpo.
Juro que jamás nadie me había tocado y besado de esa manera en la vida. Me sentía una obra de arte en sus manos. Luego de muchísimo tiempo me sentí deseada y hermosa a los ojos de alguien... Y no de cualquier alguien, sino del mismísimo dios griego del amor que con cada beso depositado en mi piel dejaba salir un gruñido sexy con su voz grave.
No sé cuánto tiempo había pasado desde que empezó a besarme y yo a gemir con deseo, que tomó el condón y se lo puso con cuidado mientras me miraba desde arriba con lujuria y dulzura. Pronto lo sentí lentamente dentro de mí. Que sensación más extraordinaria. El cuidado y suavidad con los que entraba me ponía más y más sensible y no pude evitar gemir más y más fuerte, contrastando con la música suave que acompañaba sus movimientos.
Quise gritar su nombre pero recordé que no lo sabía. Entre jadeos se lo pregunté. Él me miró también jadeando y con sudor corriendo por su frente.
-Vante... - susurró mirándome con pasión y volviendo a su movimiento suave dentro mío. Un nombre digno de alguien que hacía arte, sin duda alguna.
-Yo soy Tamara - le dije en un hilo de voz antes de perder la cordura y empezar a gritar su nombre. Llegó un momento en que no pude aguantar más cuando susurró mi nombre en mi oído y pronto llegué al clímax.
Tras reponerme un poco lo miré nuevamente y él me observaba con una sonrisa dulce. Cómo la dulzura y el deseo podían mezclarse tan bien en él. Jamás lo entenderé. Aún no había salido de mí y yo me preparé para una segunda e incontables rondas más aquella noche que se convirtió en madrugada en sus brazos.
Desperté con la luz del sol cubriendo mi rostro. Recordé lo que había ocurrido y sonreí como tonta. Lo busqué, pero él ya no estaba en la habitación ni tampoco sus cosas. Sólo una nota se hallaba en la mesa de noche.
"Tamara, la más dulce y hermosa de las criaturas que ha llegado a tocar mi piel. El destino nos ha unido en un encuentro fugaz que hubiese deseado se prolongara por muchas horas, días, meses, años más. Lastimosamente el mismo destino tiene que separarnos para que cada uno siga con su vida. Si este caprichoso nos vuelve a unir en el futuro, yo sería mil veces bendecido si pudiese volver a fundirme en tu piel una vez más, pero no sin antes preguntar una y mil cosas sobre ti y conocer mejor a la mujer que no dejará mi mente en muchísimo tiempo... Tal vez jamás. Ahora descansa, hermosa. Disfruta del desayuno que ordené para ti. Te dejo algo para que me recuerdes. Yo usaré el otro siempre para recordarte. Vante"
Oh, por Dios. Qué hombre! Sonreí como tonta y abracé la nota con ilusión.
Me acerqué a la mesita con el desayuno servido. Café, tostadas francesas con mucha crema y fresas. El sabor que me recordaría este inolvidable encuentro. Y a su lado un arete con una piedra finísima y de un color verde extraordinario. La que yo también usaría siempre para recordarlo.
Unas cuantas semanas habían pasado luego de aquella noche. Puse al tanto de todo lo ocurrido a Maya, quien se alegró muchísimo por mí. Mi vida estaba tomando un rumbo único y feliz porque era libre y feliz. Era como si luego de aquel encuentro una magia hubiese trabajado para mí y mi vida para hacerla más feliz. Sólo hubiese querido saber más sobre Vante.
Una tarde paseando sola por la ciudad me detuve de repente frente a un pantalla gigante donde me pareció ver a alguien conocido. Era Vante, tan bello como lo recordaba, pero ahora con su cabello teñido de un azul mágico. Las imágenes lo mostraban cantando, bailando y sonriendo encantadoramente. Era un anuncio por su cumpleaños que sería en unos días y que las fans habían pagado porque apareciera en esas pantallas.
Así que Vante se llamaba Kim Taehyung y era parte del grupo BTS. No pude evitar empezar a averiguar todo sobre ellos, especialmente sobre él. Quedé maravillada por el talento que todos tenían y me convertí en una fan más en poco tiempo creando cuentas en todas las redes sociales que ellos usaban.
Ese 30 de diciembre, subí una pequeña dedicatoria a la red weverse junto con una foto de mis dedos haciendo un corazón y al arete que me había regalado.
"Feliz cumpleaños, Vante. Todo lo que haces es arte y todo lo que tocas se convierte en magia. Te amo. Tamara"
Luego de unas horas, recibí la notificación que a Taehyung le había gustado mi mensaje y lo había respondido con un "Gracias" junto a un corazón púrpura.
Era obvio que no podría poner más cosas porque el mundo explotaría antes de enterarse de lo que había ocurrido entre nosotros. Pero fue suficiente para mí el que me hubiese respondido. Tal vez ni se acordaba de mí y estaba bien.
Pero unos días después, recibí una notificación de weverse. Taehyung subió una foto de su hermoso rostro y su dedo señalando su arete con piedra verde. El mensaje que lo acompañaba decía: "Siempre lo uso porque jamás lo olvidaré, y tú?"
Miles de mensajes le respondían diciendo que amaban su estilo y que le quedaba bien y que no olvidara nunca sus lindos accesorios.
Yo le respondí:
"Siempre lo uso porque te recuerdo cada día"
Enseguida un like y un mensaje de respuesta llegó de su parte.
"Nunca lo olvidaré, criatura"
FIN
O no?
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