6. Is this the place that I've been dreaming of?
Estaba sobre el escenario frente al piano, que pertenecía a Hanta Sero, a quien no había visto en todo el tiempo que estuvo allí. Tal acontecimiento despertó su curiosidad, ya que era miembro de la banda, de eso no había duda, sin embargo, parecía no existir en absoluto.
¿Preguntar por él? Simplemente parecía un acto de falta de educación.
Tocó una tecla con algo de vergüenza. ¿Estaba bien usar algo sin pedir permiso? Claramente así era, pero Katsuki había insistido en que no importaba.
Izuku regresó la mirada a Katsuki, quien estaba de pie frente al instrumento. Se veía mucho más relajado que antes, con una sonrisa más fácil y los ojos más brillantes. Parecía alguien que acababa de recuperar algo importante.
—¿Kacchan, vive en Inglaterra? —preguntó Izuku, acomodando sus manos sobre las teclas.
—La mayor parte del tiempo, pero también tengo una casa en Irlanda.
Izuku sonrió. Por supuesto que tenía más de una casa en dos países distintos, probablemente más que eso.
«Por favor, envidia, aparta te de mí», se regañó en su interior.
—¿Vas a tocar?
La pregunta, cargada de impaciencia por parte de Katsuki, sacudió el interior ansioso de Izuku. ¿Iba a tocar frente a una banda de semejante calibre? La idea lo puso rápidamente nervioso, empero no queriendo molestar a su viejo amigo, cerró los ojos y empezó a deslizar sus dedos delicadamente sobre las teclas.
—¿En serio, Für Elise? ¿No podía ser algo diferente? Eres un nerd predecible de mierda.
El sonido se detuvo de repente. Izuku posó su mirada esmeralda en Katsuki, con enojo pintando sus facciones. Aquellas palabras fueron todo menos amables.
—¡Bakubro, no le hables así! —regañó Kirishima, un poco indignado.
Con un sonido estridente del teclado, como si estuviera siendo prácticamente aporreado, todos se sobresaltaron justo antes de que una nueva melodía, desconocida para ellos, comenzara a ser tocada.
Izuku se concentró en la nueva pieza, sus dedos se deslizaron sobre cada tecla con fuerza, sin embargo, para sorpresa de Katsuki, el sonido que emanaba de allí era todo menos desagradable. De hecho, la melodía se adentraba en su piel como electricidad, recorriendo sus piernas y pecho, creando una sensación similar a la euforia, y la piel de sus brazos se erizó con un leve escalofrío.
—¡Esto sí que es otra puta cosa, Deku! —exclamó Katsuki, con una sonrisa demasiado grande, demasiado alegre.
Los demás miembros de la banda también se acercaron, incluyendo a Jirou, la pareja de Denki y la vocalista principal, quien acababan de llegar.
—Eso suena como el opening de un anime —dijo Denki.
—Todo en Japón te suena a opening de anime —afirmó Jirou, mirando con burla a su esposo.
Izuku sonrió. Aquello había sido compuesto por él y era la primera vez que lo tocaba frente a alguien que no eran sus amigos. Fue lindo, un sentimiento agradable acarició su pecho. ¿Acaso eso era orgullo?
Faltaban dos horas para el concierto, todo se encontraba listo. Cada detalle había sido cubierto y cada uno estaba preparado para tomar su lugar en la realización del inmenso evento, excepto una persona.
—¡En todo el día, en todo el maldito día no ha aparecido! —gritaba Katsuki furioso en su camerino.
Izuku lo observaba en silencio, sus ojos se movían de un lado a otro, siguiendo los pasos del iracundo baterista.
—No contesta —dijo Denki, asomando medio cuerpo por la puerta—. Aizawa quiere hablar con todos.
—Ya regreso, Deku. Puedes tomar lo que quieras de la mini nevera.
Poco después, Izuku se encontró solo e incómodo. Supuso que ese no era el mejor momento para que un extraño estuviera allí, pero tampoco podía irse, sería muy grosero de su parte. ¿Tenía que presenciar los problemas de la banda?
Después de algunos minutos de espera, caminó hacia la nevera y la abrió para sacar una lata de café helado. Justo cuando estaba dando el primer sorbo, la puerta se abrió de repente, asustándolo y haciendo que un poco de la bebida cayera sobre su camiseta blanca, ensuciándola.
—Lo siento, Midoriya. No queríamos asustarte —aseguró Kirishima.
La voz de este hizo que Izuku dirigiera su mirada hacia la puerta, donde se encontró con toda la banda amontonada, incluso el manager estaba allí.
—Mmm, hola. ¿Qué sucede?
—¿Es cierto que sabes tocar el piano? —preguntó Aizawa sin rodeos.
—Sí, puedo.
—¿Cuánto necesitas para aprender un par de canciones?
Izuku miró a todos, sintiéndose perdido. Tenía un mal presentimiento.
—¿Estarías dispuesto a tocar dos canciones en el escenario hoy?
Su mente decía que no. Izuku sabía que eso era una locura, sin embargo, cometió el error de ver el rostro suplicante de Katsuki. Simplemente no podía negarse si esos ojos rojos le miraban así.
—¿Podrían prestarme una camisa limpia? No puedo salir así, ¿cierto?
Le temblaba todo el cuerpo. Practicó tanto como pudo, pero debía admitir que menos de dos horas no eran suficientes para aprender a tocar bien dos canciones. Al menos podía hacer algo, no sería perfecto, pero con suerte los demás instrumentos taparían sus deficiencias.
Según lo que había escuchado de Kacchan y los demás, Hanta, su pianista, no había aparecido y, por la forma en que estaban enfadados, parecía ser algo habitual en él. Tuvieron que cambiar todo su repertorio para el concierto por las canciones más antiguas de su banda, cuando Hanta aún no formaba parte de ella. Sin embargo, necesitaban tocar sus dos nuevos sencillos, así que acudieron a Izuku con urgencia, ya que era la única opción disponible en ese momento.
—Deku.
La voz de Katsuki se escuchó justo al lado de su oído, con su fresco aliento soplando en su piel, haciendo que el cuerpo de Izuku se estremeciera. Estaba demasiado cerca, como en la última hora. El baterista se había propuesto enseñar a Izuku a tocar sus partes en el piano y lo ayudó a acoplarse con la guitarra, con la excusa de que algo era mejor que nada. Durante todo el breve ensayo, Katsuki no perdió la oportunidad de estar cerca de Izuku o de tocarlo.
Parecía disfrutarlo, su sonrisa estaba resplandeciente cada vez que Izuku lo miraba. Cada contacto se prolongaba más de lo necesario y su voz se volvía más ronca y profunda. Si no lo conociera mejor, al menos creía él que lo conocía, pensaría que Kacchan le estaba coqueteando.
—Kacchan.
—Estarás bien, solo disfruta del momento y espera a que Aizawa te diga que entres.
Katsuki lo adelantó y subió al escenario junto a los demás. No pasó mucho tiempo antes de que los gritos llenaran el lugar, seguidos de inmediato por el sonido de los instrumentos.
El concierto había comenzado e Izuku empezó a sentirse peor.
¿En qué locura se había metido?
Pasaron dos canciones, no tuvo tiempo de reaccionar antes de escuchar la voz de Aizawa diciéndole que saliera. Contuvo el aire mientras caminaba por detrás del escenario y se quedaba hasta el fondo, frente al piano, con suerte no muchos lo verían allí.
La guitarra empezó a sonar, luego la batería y debía entrar con el resto. Esa no era la peor canción, al menos en esa no debía empezar él en un solo, por lo que fue mejor así. Esperaba que ese primer susto le permitiera controlar los nervios para el segundo, pues sus manos temblaban tanto que le era difícil tocar, aun así, pudo hacerlo de forma decente mientras miraba las partituras y le prestaba atención a la guitarra.
Recorrió ese primer asalto sin pena ni gloria.
Al terminar la canción, Mina habló, sin embargo, Izuku no prestó mucha atención a sus palabras, concentrado en pasar las hojas de sus partituras. Alzó la mirada únicamente para encontrarse con Katsuki, sentado detrás de la batería en una plataforma ligeramente más elevada que el resto.
Katsuki también lo miró y sonrió en el acto antes de indicarle con la cabeza que tocara.
El corazón de Izuku se saltó un latido. Solo tuvo un segundo para pensar que ese era su sueño, que lo estaba cumpliendo aunque fuera a medias, que estaba obteniendo un poco de visibilidad gracias a Katsuki, que debería estar más feliz que asustado, que todo estaba pasando muy rápido, que aún no entendía cómo es que llegó allí... Entonces tocó la primera nota.
La música fluyó mientras él hacía danzar sus dedos en el teclado. El sonido del piano inundó el enorme coliseo durante casi medio minuto antes de que el resto de la banda empezara a tocar.
Izuku obtuvo en ese momento un respiro de juventud.
La felicidad eran solo momentos fugaces que se iban, Izuku lo sabía, es por eso que la saboreó con cada nota que tocaba y disfrutó hasta el miedo en su pecho mientras el fuerte sonido de la música a su alrededor lo abrazaba.
—Midoriya, eres nuestro héroe —dijo Mina al final del concierto cuando estaban de regreso en el hotel.
—Espero que haya sido suficiente.
—¿Bromeas? Lo hiciste genial. Bakugo nos trajo un ángel sin saberlo.
Mina se lanzó a abrazar a Izuku con fuerza mientras los demás reían y hablaban con bastante ánimo, pensando en qué hacer en el tiempo que les quedaba antes de ir a la siguiente ciudad en la que tocarían en Japón. Después de eso, continuarían su viaje al siguiente país de su itinerario.
Aizawa iba al fondo en una llamada telefónica, siendo ignorado por todos hasta que, cuando estaban a punto de separarse para que cada uno fuera a su respectivo cuarto, el manager gritó frustrado.
—¡Maldición! —exclamó al colgar, viéndose tentado de golpear una pared.
—¿Qué pasó? —preguntó Kirishima.
—Otra vez Hanta —dijo Aizawa—, tengo que ir a una estación de policía.
El hombre se dio la vuelta saliendo de allí con rabia grabada en el rostro.
Nadie dijo nada sobre el asunto, Izuku tampoco preguntó, las caras de los miembros de la banda oscilaban entre la decepción y la rabia. No se necesitaba ser un genio para saber que no era un tema agradable de tocar, mucho menos con un extraño.
Regresó junto a Katsuki a la habitación en otro silencio incómodo. No sabía qué decir, pero por suerte el rubio cenizo se encargó de eso.
—La vida de un adulto es una mierda —comentó este lanzando su chaqueta en el sofá para sentarse en él y quitarse sus botas.
—Ni que lo digas.
—Aunque no siempre es tan malo, al menos hago lo que me gusta, eso es gratificante.
Izuku sonrió con una expresión complicada en el rostro.
—Debe serlo.
Otro silencio los rodeó. Izuku se sentó al otro lado del sofá jugando con sus dedos.
—No creo que pueda aguantar otra tontería más de ese idiota —soltó Katsuki—. La última vez lo arrestaron por porte de drogas. ¡Drogas! No quiero esa mierda rondando por mi banda.
—No es algo bueno.
—Claro que no, Deku, solo trae malditos problemas.
—Kacchan es un buen hombre.
Una ronca risa salió de Katsuki, aquella frase sonaba un poco extraña para referirse a él.
—Estricto querrás decir.
—Siempre fuiste así, a mis ojos eras perfecto.
—Nunca fui perfecto, Deku —afirmó Katsuki con severidad, con la convicción de una persona que había pasado por mucho y había aprendido aún más.
Izuku quería conocer esa historia, quería conocer muchas más, se estaba volviendo ambicioso.
—¿Entonces un hijo?
—Una larga, amarga y feliz historia es esa, Kacchan.
—¿Chico conoce chica, una follada sin protección, nace un niño y en esta ocasión la puta chica desaparece?
—¿Por qué no pudo ser una historia más dulce? Además, eso no pasa comúnmente, ¿cómo sabes que esa fue la situación?
—Pasa en las novelas de mierda que le gustan a Mina.
—¿Mi vida es una novela entonces?
—Me equivoco.
—No.
Katsuki rió, fue una risa tan contagiosa que Izuku no pudo evitar reír también.
El ambiente se volvió más ligero, más ameno, mientras ambos hablaban un poco de su vida y su pasado. Sin embargo, como siempre, lo bueno no dura para siempre.
—Entonces, Deku, ¿todavía no te llaman para tu par?
Izuku borró inmediatamente la sonrisa de sus labios y bajó la cabeza. Sabía que debía decirlo, pero una parte de él no quería, como si creyera que de esa forma tendría la oportunidad de algo. ¿De qué? No sabía, o más bien no deseaba saber.
Sin embargo, tenía claro que no podía mentir a Kacchan, hacer algo así además de estúpido dañaría cualquier oportunidad de que este confiara en él en el futuro, incluso podía hacer que perdiera su recién recuperada amistad. A parte de eso, ¿cómo se puede esconder un elefante en una habitación?
—Bueno, Kacchan —dijo con algo de duda Izuku—, resulta que ya me llamaron, tendré mi cita pronto.
La expresión de Katsuki cambió por un segundo antes de volver a sonreír.
—Ya veo. Felicidades, Deku, espero que seas muy feliz con tu par.
—Sí...
El ambiente se había vuelto a arruinar, Izuku lo sintió de inmediato. Era como si una enorme sustancia lodosa lo cubriera, impidiéndole respirar con tranquilidad.
En aquel nuevo incómodo silencio hubo un sobresalto de ruido. El celular de Katsuki sonaba.
Este contestó de inmediato, hablando nuevamente en aquel idioma que Izuku no entendía, pero que empezaba a sospechar que era irlandés.
—Me tengo que ir un momento, surgió algo con el resto de la banda.
—Oh, ya veo —dijo Izuku, rascándose la mejilla—. Entonces ve, yo me iré a dormir, me siento agotado.
—Descansa, Deku. —Katsuki se había acercado, dejándole un suave beso en la mejilla—. Nos vemos más tarde.
—S-sí, Kacchan.
Katsuki se levantó y se fue, dejando al pobre hombre solo en el sofá, completamente sonrojado.
Ya volvió, perdón, ayer no tuve tiempo para publicar, pero aquí estamos hoy.
Si quieren ayudar a la historia a llegar a más personas, no olviden votar y comentar. Si no saben que decir pueden dejar un emoji de un tambor(🥁).
Si encuentran algún error no duden en decirme, se lo agradecería mucho.
No siendo más, nos leemos en el próximo capítulo o en otra de mis historias.
Los quiero.
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