5. So, tell me when you're gonna let me in
El silencio se mantuvo durante la mayor parte del camino. Por alguna razón, Izuku sintió que algo no estaba bien en todo eso y esa sensación persiste cuando llegaron al hotel, incluso cuando estuvieron frente a las habitaciones.
—El niño puede dormir con los hijos de Kirishima —dijo Aizawa, mirando a Katsuki con una expresión complicada.
—Esa es una buena idea —concordó Katsuki, mirando de reojo a Izuku.
Definitivamente, esas palabras incómodas eran peores que el silencio anterior. La situación pasó rápidamente de ser un sueño a convertirse en una extraña e incómoda pesadilla.
—Nos vemos mañana, papá —dijo Kota, apartándose con Aizawa con su mochila a cuestas.
Cuando los dos se alejaron, otro incómodo silencio se hizo presente. Nadie se atrevía a romperlo, pero al menos Kacchan avanzó un par de pasos hacia adelante, indicando con la mano que lo siguiera.
El camino fue breve y llegaron a una habitación que Katsuki abrió con la llave.
Por fuera todo parecía normal, sin embargo, las cosas cambiaron rápidamente.
Si la situación no fuera tan sombría, Izuku se hubiera sorprendido más cuando la lujosa suite se abrió ante sus ojos y las luces se encendieron. Como en una película, pensó Izuku mientras caminaba hacia el interior. Era demasiado moderna, demasiado lujosa, demasiado cómoda, demasiado grande. Así era como se le ocurrió describirla. Si tan solo el sonido de la puerta detrás de él no hubiera capturado la ya sofocante atmósfera, todo sería perfecto.
No se atrevió a moverse mientras Katsuki caminaba directamente hacia la cama, quitándose la chaqueta y las botas en el proceso.
—¿Cómo ha sido tu vida? —preguntó Katsuki con un tono extraño.
Un sentimiento irreconocible para Izuku se reflejaba en su voz.
—No tan emocionante como parece ser la tuya. Muy normal.
Un pequeño gruñido que estaba a medio camino entre una risa se escuchó en el silencio de la habitación. Katsuki frunció el ceño y dijo algo que Izuku no pudo comprender del todo. Tal vez debería haber profundizado más en sus clases de inglés cuando tuvo la oportunidad en la universidad. ¿Eso seguía siendo inglés?
—¿Qué dijiste?
—Puedes tomar la cama, yo dormiré en el sofá —indicó Katsuki, caminando hacia el fondo de la habitación y claramente ignorando la pregunta.
Una pared de estanterías con cuadros colgantes dividía el área de la cama de la sección de la sala de estar. Un sofá moderno, pero no particularmente cómodo para dormir, estaba a varios metros de Izuku. Decir que sería difícil tener unas buenas horas de sueño en esa cosa sería quedarse corto.
¿Por qué Katsuki no había conseguido una habitación diferente para él? Quizás el hotel estaba lleno y era más conveniente tenerlo bajo el mismo techo. Ya había hecho mucho al pagarle el viaje hasta Tokio, así que abrir la boca y sugerir pedir otra habitación para su estadía sonaba simplemente descarado.
—Ka... Bakugo-san, tienes un duro día de trabajo mañana, necesitas un buen sueño. Yo puedo dormir en el sofá —dijo Izuku, finalmente atreviéndose a hablar mientras caminaba hacia el sofá llevando su maleta tras él—. ¿Crees que a esta hora puedo conseguir algo de comer? Kota y yo tenemos un poco de hambre.
Estaba a punto de poner la maleta sobre una silla cuando una mano la detuvo. Al alzar la mirada, esos ojos rojos lo observaban detenidamente.
—Eres mi invitado, no te dejaré dormir en un puto sofá.
—Y tú tienes un concierto mañana, no puedes despertar con dolor de cuello.
Una sonrisa de medio lado se dibujó en la boca de Katsuki, parecía divertido. Sus ojos brillaron un poco más cuando Izuku habló. La tensión seguía presente, pero al menos se disipó un poco.
—El pequeño nerd ahora es más valiente.
—Soy un hombre adulto, Bakugo-san.
—Kacchan.
La confusión se apoderó de Izuku.
—¿Eh?
—Dime Kacchan, no Bakugo-san. Cuando lo haces, siento que estás a millas de distancia.
—Kacchan... Kacchan, tú duermes en la cama.
La sonrisa de Katsuki se convirtió en una media luna completa antes de negar.
—No voy a ceder en esto, Deku.
—Yo tampoco.
Más silencio se hizo presente, pero fue acompañado por acciones.
Katsuki tomó la maleta de Izuku con una mano y la llevó hasta el fondo de la habitación. Cuando quedó solo, Izuku soltó un suspiro y se sentó en el sofá. Había logrado una pequeña victoria. Un ligero dolor de cuello no sonaba tan mal. Pequeños sacrificios eran buenos para poder disfrutar de ese momento. Solo deseaba que la incomodidad que se había formado entre ambos desapareciera rápidamente para poder hablar con Katsuki con calma.
—¡La pijama! —exclamó de repente Izuku, luego otra pregunta llegó a su mente—. Primero la comida.
»¡Kacchan, voy a salir!
—No, ya es muy tarde. Tengo algunos bocadillos aquí. Ya le mandé un mensaje a Aizawa para que le lleve algo de comer a tu... hijo.
Con timidez, Izuku se levantó y caminó hasta cruzar la división de estanterías, murmurando un suave "gracias". Luego se dirigió directamente hacia la maleta que estaba al lado de la puerta, supuso que era un armario, y la abrió para sacar de ella su pijama.
—¿El baño?
—Aquí, a tu lado.
Entró rápidamente, se cambió en un abrir y cerrar de ojos y cuando estaba por ir a buscar su cepillo y pasta dental, que tontamente olvidó llevar consigo, un paquete de papas fue colocado frente a sus ojos.
—Es todo lo que tengo aquí. Creo que lo dejó, el pelo de mierda.
—Gracias, Kacchan.
Izuku se atiborró de papas mientras Katsuki enviaba mensajes en su celular con el ceño fruncido. En algún momento, él también se había cambiado la ropa por algo cómodo para dormir.
En su afán por comer rápido y poder irse a dormir igual de rápido, Izuku se atragantó. Una tos incontrolable le rasgó la garganta mientras intentaba desesperadamente calmarla. En ese momento, un vaso de agua fue colocado frente a él.
—No te atragantes con una estúpida papa —gruñó Katsuki.
El agua lo calmó de inmediato y todo lo que pudo hacer como respuesta fue una pequeña sonrisa antes de correr al baño. Sus mejillas estaban calientes de la vergüenza. Desde el baño, pudo escuchar el timbre del celular y luego la voz de Katsuki, hablando nuevamente en inglés en voz muy baja.
Mientras se cepillaba, Izuku prestó atención a las palabras de Katsuki. Definitivamente, eso no era inglés porque no podía entender nada en absoluto. El descubrimiento le pareció en parte extraño y en parte curioso. ¿Por qué Katsuki hablaba en ese idioma desconocido en lugar de japonés o inglés?
Finalmente, decidió salir del baño. Sus ojos se sentían pesados y un pequeño sentimiento de culpa lo picó un poco. No estaba tratando de espiar, así que no debía sentirse frustrado por no entender.
Cuando cerró la puerta del baño, no esperaba nada más allá de saber que era hora de dormir por fin. Sin embargo, inesperadamente, un par de brazos lo rodearon desde atrás, uno en su espalda y otro en sus piernas. Una pequeña exclamación se le escapó al ser cargado y todo lo que pudo ver después fue la sonrisa medio malévola de Katsuki.
—¿Kacchan, qué estás haciendo?
—En mi habitación, se hace lo que yo digo, así que me aseguro de que te acuestes en la cama.
—Espera, ¡¿qué?!
Terminó sobre el cómodo colchón, siendo sujetado por los brazos casi de inmediato cuando intentó levantarse.
—No quiero que mi invitado amanezca con un maldito dolor de cuello y sería una molestia de mierda para mí encontrarme en esa condición mañana. Así que la solución es que los dos durmamos en la cama.
—¡¿Dormir juntos?!
—¿Tienes alguna objeción, Deku?
"¡Por supuesto que sí!", estuvo a punto de gritar Izuku. Sin embargo, una voz en el fondo de su mente le recordó que no podía ponerse exigente ni retrasar más el sueño de Katsuki. Era muy tarde y él tenía trabajo al día siguiente. Además, la cama era enorme, solo debía mantenerse en esa esquina y listo.
—Buenas noches, Kacchan. —Terminó diciendo Izuku mientras se acurrucaba un poco más cerca del borde y cerraba los ojos.
Oyó el roce de la tela y los suaves pasos sobre la alfombra. Después, el colchón se hundió al otro lado, al mismo tiempo que su agotada conciencia se fundía en el sueño. Lo último que sintió antes de quedarse dormido fue cómo una cálida manta era colocada sobre su cuerpo.
Desde que despertó, fue un rápido ir y venir. Katsuki estaba muy ocupado, demasiado, de hecho, pero no lo había dejado solo ni un minuto. Lo llevó consigo de un lado a otro sin darle tiempo para respirar.
En cuanto a Kota, desde muy temprano se fue de turismo con una niñera y los hijos de Kirishima, el bajista de la banda, y Mina, la violinista y una de las voces principales.
—Tu comida —dijo Katsuki, llegando a su lado después de terminar parte de la prueba de sonido.
El lugar donde se haría el concierto era inmenso, más grande que cualquier sitio en el que Izuku hubiera tocado. En realidad, solo el escenario era más grande que cualquier lugar en el que su banda se hubiese presentado en el pasado.
—¿Le vas a dar comida para conejos? —cuestionó Kaminari Denki, el guitarrista, mientras sacaba una hamburguesa de una bolsa.
—Y ustedes seguirán matándose lentamente con comida chatarra —respondió Katsuki, destapando su propia comida.
—¿Al menos le preguntaste qué quería él?
—¿Deku? —Katsuki miró a la persona a su lado con un toque de preocupación.
Las facciones un tanto infantiles de Izuku se fruncieron con curiosidad al mirar el recipiente frente a él. Quitó la tapa y el aroma de un rico aderezo llegó a su nariz.
Era una ensalada llena de verde, rojo y amarillo, con verduras salteadas y trozos grandes y deliciosos de pollo. Solo el olor ya estaba llenando su boca de agua.
Era una porción considerable, pero al mismo tiempo suficiente para dejarlo satisfecho. No tenía ninguna queja sobre la elección de Katsuki para su comida.
—Se ve deliciosa, Kacchan, muchas gracias.
Con bastante ánimo, Izuku empezó a comer, dejando salir pequeños sonidos de satisfacción de vez en cuando.
—Entonces, Midoriya, ¿en qué trabajas? —preguntó Mina, después de tragar un bocado de su propia hamburguesa vegetariana.
—Soy profesor de música en una universidad en Musutafu —respondió Izuku, levantando la mirada de su comida.
—Con razón cantas y tocas tan bien la guitarra.
—¿Viste el vídeo?
—Todos lo hicimos, fue mi esposo quien nos lo mostró. ¿Verdad, Kiri bebé?
El rostro de Izuku se encendió de inmediato. Sabía que mucha gente vería ese vídeo, anhelaba que Katsuki lo viera, pero no tenía ningún deseo de conocer a otras personas que también lo hubieran encontrado.
—Y tu esposa, ¿qué hace ella? —preguntó Kirishima, limpiándose la boca con una servilleta.
Sintiendo como si fuera arrancado abruptamente de una vergüenza total, una cuerda de salvación le fue lanzada, e Izuku no dudó en tomarla de inmediato.
—No estoy casado —respondió, comiendo otro bocado de ensalada.
—¡No lo estás!
El grito colectivo sobresaltó a Izuku, luego sonrió. Era fácil entender por qué todos creían que estaba casado, tener a Kota, tener un hijo en esa sociedad siempre era sinónimo de estar en matrimonio.
—Espera, entonces... ¡Oh, Dios mío! Perdón por la imprudencia. Realmente lamento mucho tu pérdida —dijo Mina, realmente avergonzada.
Un nuevo malentendido había surgido, lo que provocó una pequeña y encantadora sonrisa en Izuku.
—Kota es un niño milagro, su madre y yo nos separamos hace varios años. Nunca he estado casado —respondió Izuku con calma.
Era tan común para él aquellos dos malentendidos que en este punto Izuku ya tenía una respuesta preconstruida. Ya no le afectaba, o eso solía decirse, pero con el tiempo... la pregunta se había convertido en otro recordatorio de su soledad.
Al menos tenía a Kota, la soledad sería peor sin ese pequeño para espantarla.
—Deku siempre ha tenido suerte.
Esas palabras pronunciadas por Katsuki sonaban diferentes a las pronunciadas durante toda esa mañana. Menos forzadas, más tranquilas, incluso un poco juguetonas.
—En Kota gasté toda mi suerte, aunque no me arrepiento de eso —comentó Izuku.
—Y en el vídeo —recordó Denki—. Las posibilidades eran diminutas, pero justo Kiri ve tu vídeo y decide mostrárnoslo.
—¡La cara de Bakubro en ese momento! —exclamó Kirishima.
—Cállate, pelos de mierda —gruñó Katsuki, lanzándole una servilleta.
Después de eso, los miembros de la banda se enfrascaron en una pelea con idiomas mezclados. Una locura de palabras a las que Izuku no pudo seguirle el ritmo.
Al final de la acalorada discusión llena de risas, Katsuki volteó a ver a Izuku, quien había terminado de comer, y le preguntó en voz tranquila: "¿Quieres tocar un poco en el escenario?"
—¡Sí! —exclamó demasiado emocionado para su gusto—. Digo, sí.
La risa de los presentes no se hizo esperar, pero Katsuki no le permitió prestarle atención a eso y preguntó de inmediato:
—¿La guitarra o algún otro instrumento?
—¿Puedo tocar el piano?
Con eso, el lugar quedó en silencio.
Nuevo capitulo, es un lingo día y yo publicando temprano, sienten eso, es la tranquilidad de esta noche.
Gracias por leer hasta aquí, eso me hace feliz. Espero que realmente les este gustando la historia, siento que es un poco mas densa de lo que acostumbro. ¿Les molesta eso?
Si quieren ayudar a la historia a llegar a más personas, no olviden votar y comentar. Si no saben que decir pueden dejar un emoji de un piano (🎹).
Si encuentran algún error no duden en decirme, se lo agradecería mucho.
No siendo más, nos leemos en el próximo capítulo o en otra de mis historias.
Los quiero.
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