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- Me cae mal mi mánager. - bufó cuando salimo de la enorme oficina.
- ¿Porque? - solté una risita, es obvio que sabía la razón, pero me gustaba que él mismo dijera que estaba celoso.
- Ése idiota piensa que puede venir y decirte lindo y coquetear contigo frente a mis narices, ¡y en pleno contrato! - rodó los ojos - Y así tendré que trabajar con él, odio todo.
No pude evitar reír ante su actitud y sus caras molestas, se miraba tierno incluso así.
- ¿Te da mucha risa Minnie? - sonrió levemente.
- Algo sí jajaja. - me sostuve fuerte de su brazo, porque me agrada sentir sus músculos y porque me iba riendo. Y yo no veo nada cuando me río.
- A mi no me hace gracia ver que le gustas a otro tarado. - me abrió la puerta del auto - Entiende que yo soy el único tarado al que puedes gustarle.
- Creo que pides mucho Yoonie. - formó una mueca de molestia y lo besé provocando que cambiara su expresión - Te prometo que eres el único tarado que me gusta.
- Que halagador. - reímos y arrancó.
[...]
El tan ansiado sábado llegó, la noche del viernes me había quedado a dormir con Yoongi, ya que así ambos escucharíamos la primer llamada de su mánager. Además de que dijo que se sentía muy nervioso y que necesitaba tenerme cerca desde que abriera los ojos.
- ¡Minnie el teléfono suena! - con ése grito dió inicio mi día.
- ¡Pues contesta, no me despiertes tan de golpe! - luego recordé que su celular estaba del lado de mi buró y reí un poco - Je... Toma.
Alcancé a dárselo antes de que la llamada se perdiera y entonces me quedé atento escuchando su conversación.
Soy un poco chismoso de acuerdo.
- ¿Mañana? Claro estoy libre. - sonrió emocionado - ¿Contra quien es?
Yo sólo miraba sus expresiones, sonreía, daba brinquitos en la cama, se levantaba daba dos vueltas y regresaba a sentarse, entre cerraba sus ojitos. Parecía un niño pequeño emocionado.
- Ahí estaremos, gracias. - contestó por último y colgó.
- ¿Y bien, que pasó? - pregunté estando igual de inquieto que él.
- ¡Tengo mi primer pelea mañana! - festejó abrazándome - Debemos llegar a las siete en punto a ésta dirección.
Me mostró un mensaje de texto con una dirección, sonaba a que estaba muy lejos. Buen momento para no conocer ni dos nombres de calles de ésta ciudad.
- ¿Debemos? ¿Aún me llevarás contigo? - juro que incluso los ojos me brillaron.
- Claro que si amor, tú eres mi inspiración durante cada pelea. - sonrió - Eres la razón por la cual no me dejo caer nunca, ¿crees que no te llevaría?
- Te amo. - me ganó a besarlo, realmente estaba muy feliz por él.
Bajamos y yo preparé el desayuno para ambos. Ah, olvidé aclarar que ambos vivimos solos y estamos planeando mudarnos a un apartamento juntos... Hasta ahora queda en posibilidad debido al dinero.
Él aún no gana mucho por sus peleas, no hasta que comience a subir de "estatus". Y mi empleo de fines de semana en una academia de baile como ayudante tampoco me deja demasiado, apenas me mantengo con el sueldo.
Tal vez un día ganemos lo suficiente como para compartir los gastos que una casa implica, ya que no es lo mismo mantenerse uno mismo que mantener a dos.
En fin, mientras yo cocinaba él me iba platicando más detalles de su pelea.
El señor Kim le dijo que su primer contrincante sería un chico de 26 años de nombre Hwang HyunJin, uno de los novatos más cotizados en la ciudad. Por un momento su nombre me recordó a un amigo mío.
Pero ése tipo debe estar loco, ¿como lo pone con alguien mayor? Digo, Yoongi no es para nada un simple novato, pero mira que ponerle un reto gigante a la primera de cambios...
- ¿En serio espera que luches con una persona que te rebasa por cinco años? - cuestioné indignado - ¿Está mal de la cabeza o qué?
- Relájate cariño. - soltó una risa - E peleado con chicos más grandes antes. - tomó de su café que acababa de entregarle.
- Lo sé pero... Agh... - hice un pequeño berrinche - Precisamente han sido las veces en que más moretones te quedan.
- Y aún así les e ganado a todos. - ladeó la cabeza - Confía en mi, todo estará perfecto Minnie bebé.
- Ya vale... Confiaré. - sonreí - ¿Te dijo algo más?
Seguimos platicando más del tema, y Yoongi me iba explicando algunos conceptos que yo no entendiera.
Al final no importaba contra quien peleara, yo sabía que él siempre ganaría y además acabaría con dos o tres golpes como máximo. Verlo crecer era una cosa tan bonita, que incluso comencé a creer, otra vez, que el boxeo no era tan malo.
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