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forty-two;❃

//2° mes de embarazo//
Contiene escenas fuertes

Llevo más o menos dos semanas del segundo mes, y dios, ya había olvidado lo difícil que era ésta etapa. El cansancio y las náuseas aumentan cada día haciendo que Yoongi se moleste constantemente por mis caras de asco —que ya no puedo controlar mucho— y mi irregular horario de sueño —ahora duermo un poco más que antes—.

Es muy complicado cuidar a Soo en mi estado, pero como saben, no puedo ir y pedirle ayuda a mi pareja. Así que me estoy esforzando más de la cuenta por continuar mis actividades diarias sin levantar sospechas.

En fin... Hoy Yoongi se fue más tarde que de costumbre, así que me "acompañó" de mala gana en el desayuno. Más bien sólo estaba allí sentado con el afán de hacerme miserable la mañana.

— ¿Puedes empezar a comer ya? — me regañó al ver que no había tocado mi tazón de cereal desde que lo serví — Me desespera que estés ahí nada más mirando el plato.

— Creo que perdí el apetito... — mis muecas aparecieron de nuevo, vaya que era difícil aguantar las náuseas.

— Si vas a estar haciendo ésas estúpidas caras mejor no tragues. — se levantó bruscamente — Pero no me arruines el desayuno a mi.

— Lo siento... — suspiré cargando a Soo para evitar que comenzara a llorar.

— Ya me voy. — respondió enojado y tomó su maleta del sofá. Salió del apartamento sin despedirse de mejor manera, dejándome allí solo con un nudo en el pecho.

Odio la forma en que me habla todo el tiempo. Extraño cuando me trataba con cariño y se preocupaba por mi. Soy un ser humano que necesita apoyo... Y la persona que debería dármelo sólo se dedica a hundirme más.

[...]

Más tarde, estaba en la sala mirando un programa infantil con Soo, o éso pretendía. Tan cansado me sentía que ni siquiera puse atención al nombre de la caricatura. Además, ella se quedó dormida a la mitad de éste.

Justo cuando eché la cabeza hacia atrás esperando poder tomar una siesta, sonó el teléfono. Creí que era Tae o Yoongi, a cualquiera de los dos no les respondería por sus respectivas razones. Pero no, resultó ser un número que hacia mucho no veía.

Me llamaban de la Academia donde trabajaba. Debatí algunos segundos entre si contestar o no, al final, mi curiosidad ganó.

— ¿Hola? — hablé en un tono algo bajo.

— ¿Jimin? — conocía muy bien ésa voz — ¡Que bueno que respondiste! ¿Como haz estado?

— Supongo que bien... — suspiré levemente — ¿A qué se debe la llamada Hoseok?...

— El director me pidió que te contactara, él quiere saber si es que regresarás pronto a tus labores. — explicó un poco menos emocionado.

— Yo... — ¿como le explico que ya no podré volver? — No lo sé, aún tengo mucho trabajo aquí con mi hija...

— Cierto, ya nació. — olvidaba que él no estaba al tanto de mi vida — Ay, quisiera conocerla, ¿puedo ir a verte?

— No sé si sea buena idea... — creo que mi tono de voz definía muy bien el porqué.

— ¿Tu esposo está ahí? — negué — Anda, déjame ir, te extraño y quiero ver a tu nena. — insistió con el típico timbre animado que usa.

— Bueno, vale. — pensé que un poco de contacto humano me ayudaría, así que le dí la dirección del departamento. Dijo que llegaría en un par de horas, y que así podríamos hablar sobre el trabajo.

Siendo sincero, yo estaba pensando en regresar a mi empleo antes de que pasara... El embarazo. Pero ahora, aunque quiera no puedo.

[...]

Para recibirlo maquillé mis ojeras, le dí un poco de color a mis mejillas y acomodé la casa para dar un mejor aspecto al lugar. No quería preocuparlo, más porque ahora se sumaba a la lista de personas a las que debía mentirles.
Usé una camiseta holgada y un pantalón un tanto más ajustado que los que acostumbro, por un momento me sentí bien al verme con ése conjunto en el espejo.

Eran más o menos las 8:30 cuando tocaron la puerta, abrí despacio pues aún recordaba el percance que habíamos tenido, y a decir verdad, me avergonzaba verlo.

— ¡Minnie! — sonrió en grande — Toma, te traje ésto. — me entregó una caja pequeña de chocolates y un ramo no muy grande de girasoles.

— Ay... No debiste molestarte... — las recibí con un sonrojo que estoy seguro traspasaba el rubor.

— Es un regalo de paz. — bromeó — Nunca me disculpé por lo que pasó en el recital, lo lamento en serio, no estaba pensando bien. — bajó la mirada.

— Fue hace mucho, no te preocupes. — mostré la mejor sonrisa que pude y le dí espacio para que entrara.

Había dejado a Soo en el sofá con varios cojines a su alrededor, así que en cuanto dió unos pasos hacia la sala la vió. Podría jurar que se derritió de ternura aún más que Taehyung.

— ¡Dios, es tan bonita! — se acercó a ella con una gran sonrisa — Tiene tus ojos y tus mejillas Minnie. — la veía detalladamente, como si no creyera que fuera real.

Soo es muy hermosa, ella sacó la sonrisa de Yoongi, cosa que la hace aún más bella a mis ojos.
Es una pequeña muñeca, a veces ni siquiera yo puedo creer que la tengo entre mis brazos.

— Sí, es una lindura. — contesté sentándome a lado de ella. Hoseok se acomodó al extremo contrario, quedando mi hija en medio.

Soo rápidamente le extendió las manos y reía con mucha comodidad, al parecer Hobi le agradó al instante. ¿Y es que a quien no?, honestamente la energía que se siente cuando estás cerca suyo es positiva en demasía. Incluso yo me sentí más tranquilo al estar en compañia de él.

No me había dado el tiempo de conocerlo, y hoy descubrí que teníamos muchas cosas en común. Cosas que, por desgracia, no comparto con Yoongi. Tales como el amor por los bebés, los colores claros y vivos, algunas comidas, formas de pensar, etc.

Hoseok fungió como ése contraste que tanto necesitaba, me hizo estar cómodo y relajado durante mucho rato, además de contrarrestar —sin querer y sin saber— los insultos de Yoongi con cumplidos tiernos, que hace mucho no oía.

— Jiminie, ¿puedo decir algo sobre tu apariencia? — desvió la mirada nervioso.

— Claro... — no sé porqué esperaba algo hiriente, supongo que es la costumbre.

— Te ves realmente encantador hoy. — me sonrojé y él también — Bueno, no sólo hoy, siempre te ves muy lindo...

— Ay Hobi... — sonreí inconscientemente — Gracias... Tenía mucho tiempo que no me decían cosas así. — admití sin pensar, luego capté mi error.

— ¿Yoongi no te dice cumplidos? — negué con la cabeza, que idiota fuí al no medir mis palabras — ¿Como es posible éso?

— No lo sé, supongo que no le gusta lo cursi. — suspiré.

— Éso no es excusa. — tomó mi mano con suma delicadeza, como todo un caballero — Sí yo tuviera la fortuna de estar casado con alguien como tú, no pasaría ni un segundo sin decirte cumplidos.

— No... Soy lo suficientemente atractivo para merecer tanta atención. — me sonrojé aún más.

— ¡No repitas éso jamás! Eres un ángel Jimin, en todo el sentido de la palabra. — entrelazó su mano con la mía.

Sabía que ésto estaba mal, pero no podía ni quería retroceder. ¿Saben cuanto me hacía falta un poco de cariño?... Realmente no me importaba mucho si lo que pasaba contaba como un fallo a mi relación o no.
Era como un rayo de luz, demasiado bueno como para ser verdad.

Y no, no sólo lo digo en sentido figurado. Realmente, ésa luz no duró mucho.
Él dijo que ya debía irse pues era tarde, las 10 para ser exactos. Tan sólo un par de minutos después de que me separé de Hoseok y se levantó para despedirse, se abrió la puerta de golpe.

Ahí fue cuando el rayo de esperanza que había entrado a mi vida por un instante, fue nublado totalmente por aquella violenta tormenta de apellido Min.

— ¿¡Que carajos haces en mi casa!? — lanzó la maleta al suelo y azotó la puerta detrás suyo, por supuesto, ambos nos asustamos demasiado. Más yo.

— Vino a... — traté de pensar rápido qué contestar, pero la garganta se me cerró por el miedo que me invadió — Ofrecerme trabajo... En la Academia.

— Sí sólo éso, pero ya me dijo que no es posible así que ya me iba. — añadió Hoseok con un tono serio, aunque se notaba un ligero temblor en su hablar.

— ¿¡Y ésas putas flores!? ¡No me van a ver la cara de imbécil! — tomó el ramo de girasoles que antes había dejado en la mesa de centro y lo lanzó contra la pared, destrozando cada una de ésas bellas flores.

— Cálmate, está tu hija aquí. — pidió algo alarmado, yo sólo quise rogarle que guardara silencio.

— ¿Ahora me dirás que hacer? — se acercó a pisotones, sujetó a Hoseok del cuello de su camisa y le dirigió una mirada demasiado inquietante — Tienes exactamente tres segundos para desaparecer de mi vista Jung.

— Yoongi... No le hagas daño por favor... — me ignoró totalmente, yo tenía miedo, mucho. No estaba gritando ya, pero su tono de voz parecía provenir del infierno. Jamás lo había visto tan molesto.

— Okey... Me iré pero... No le hagas nada a ellos... — en todo momento trató de mantenerse calmado, al menos dentro de lo posible.

— No estás en posición de poner condiciones. — sin soltarlo lo sacó del departamento, lo empujó fuertemente y le lanzó la caja de chocolates que me había regalado justo en la cara.

— No te enojes con él, te lo ruego. — intentó defenderme aún cuando se encontraba en peligro, y sé que no merezco que lo haga...

— Cállate y lárgate. — dicho ésto cerró la puerta con seguro, pude escuchar como Hoseok gritaba mi nombre alterado. Poco después un vecino lo corrió del edificio por el ruido que estaba haciendo.

Pero nadie vino a ayudarme aún cuando intenté gritar... Fue como si nadie pudiera escucharme.

— Amor... Tranquilo, puedo explic... — no pude acabar la frase, Yoongi me volteó la cara de un golpe, me miraba con ira, odio, y más cosas negativas que no pude decifrar.

— ¿Me engañas con un estúpido bailarín? — Soo estaba llorando desconsolada mientras él continuaba con aquel tono aterrador.

— N-no... Yo jamás... Te engañaría... — sollocé cubriendo la mejilla afectada con mi mano, a penas había logrado conservar el equilibrio.

— Yo no soy un imbécil Jimin, él no estaba aquí hablando de trabajo. — me sujetó de ambos brazos, en sus ojos pude ver una maldad enorme.

— Te juro que todo tiene una explicación... Por favor... — me removía sin tener éxito, en verdad estaba lastimándome.

— ¡La explicación es que eres un cualquiera! — contra la misma pared en donde estrelló las flores, me azotó con demasiada fuerza. Mi espalda y cabeza sintieron el golpe seco, me dolió tanto que comencé a llorar inmediatamente.

— Suéltame... Te lo ruego... — lo miré a los ojos nuevamente, no pude reconocer a Yoongi, allí frente a mí sólo había un monstruo.

— Creí que había dejado muy en claro a quien le pertenecías desde hace mucho. — ignoró mis súplicas — ¿Acaso no lo entiendes bien? — asentí frenéticamente, no quería imaginar lo que me haría si no respondía.

— Perdóname... Yoongi... — juro que incluso dejé de sentir las manos, con su agarre estaba cortando mi circulación.

— No es así de fácil. — su voz en ningún momento cambió.

— ¿Que... Quieres de mi?... — la cabeza me daba vueltas, el estómago me dolía, y el llanto de Soo me angustiaba cada vez más.

No contestó, simplemente me tomó del rostro sin una gota de cuidado, lastimando más mi mejilla, e intentó forzarme a besarlo. ¿De donde saqué el valor para quitarme y empujarlo?... No tengo idea, pero sé que no debí hacerlo.

— ¡Si yo te ordeno que me beses, lo harás ¿oíste?! — me jaló del cabello después de golpear el otro lado de mi cara, un poco más de fuerza y podría haber arrancado mi cabeza.

— ¡Lo haré, lo siento! — grité de dolor mientras derramaba lágrimas sin control.

Soltó su agarre por fin, empujandome de nuevo a la pared, yo sólo me deslicé hasta el suelo, quedando en medio de docenas de pétalos, y lo miré con terror, implorando con la mirada un poco de misericordia. Él me veía como si disfrutara hacerme sufrir.

— Calla a ésa niña, y más te vale callarte también o vendré y te haré guardar silencio. — asentí lentamente ocultando la cara entre mis manos.

Se fue a la recámara, en cuanto escuché que cerró la puerta me arrastré prácticamente hasta el sofá para calmar a Soo. Evidentemente no logré mucho... No podía siquiera respirar correctamente debido al dolor y al llanto.

¿En qué maldito momento se me ocurrió traer aquí a un chico?... Soy un completo idiota...

Tengo que salir de aquí, debo dejar ir todo lo malo. Sólo deseo que cuando lo haga, no desee tenerlo de regreso con tal de obtener una pequeña cosa buena. Porque ésa siempre a sido mi condena. Perdonar con tal de no perder.

"Yoongi te ama más que a nada", aún recuerdo ésa frase que Taehyung me dijo el día de mi boda. En aquel entonces era verdad...
Y ahora... Mírenme, estoy en el suelo, lastimado, llorando y con pavor a que ése hombre que "me amaba más que a nada" salga de la habitación a buscarme. 

Nunca nadie entenderá cuanto duele el vivir sintiéndose culpable todo el tiempo, no tener esperanzas, odiarse a uno mismo... Por el hecho de dejar que alguien fuera tan importante como para permitirle herirte. Y además... Tener que aguantar, continuar de pie y sonreír, porque hay un par de pequeñas almas que dependen de ti y tu estabilidad.

¿Como puedo otorgarle amor y calma a mi hija en mi estado?... ¿Como voy a cuidar a otro bebé?... No puedo hacerlo si me estoy rompiendo en mil pedazos...

Yoongi no sólo me a destruído físicamente, también acabó con mi mente, mi corazón y mi alma de un sólo golpe.

Park Jimin, no sabes cuanto te odio, ¿como pudiste ser tan estúpido para buscar amor en un lugar sin esperanza?...
El mundo te gritó que estabas en el sitio incorrecto, te imploró que te fueras de allí. ¿Y que hiciste Jimin? ¡Te quedaste!, ¡dejaste que el amor te jodiera!... Y te estás llevando a rastras a dos inocentes contigo...















La advertencia decía "escenas sensibles", pero aún así me disculparé. Perdón, incluso lloré también así que estamos a mano.

Y ojo, éste no es el peor capítulo. Esperense al 44.

Los amo. ❤

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