alternative ending;❃
Contenido muy sensible
— Advertido estás. — me señaló — La siguiente vez que te tenga contra la pared, será la última vez que respires.
A lo lejos escuché cuando se fue.
Lloré y grité por mucho tiempo, estuve allí tirando en la esquina de la habitación hasta que la noche llegó. No podía moverme, no podía hablar correctamente, diablos ni siquiera lograba arrastrarme por el suelo sin sentir que me rompería un hueso.
Comenzaba a pensar que no iba a salir de aquí, a duras penas continuaba respirando, se me hacía imposible el pensar en siquiera dejar la habitación. Y después, mi angustia aumentó de nivel cuando el vientre comenzó a punzarme, al principio leve, pero con el pasar de los minutos subía la intensidad.
Era bastante lógico después de la cantidad de golpes que recibí, pero me aterró demasiado el no saber con exactitud qué estaba ocurriendo.
— ¿Cariño? — susurré asustado — Por favor... Tienes que estar bien... — acariciaba débilmente mi panza.
Además, tenía un poco de rato que había dejado de moverse, claro que me dí cuenta de ésto pues como mencioné, generalmente es muy inquieto. No pude hacer nada cuando lo percibí, a penas comenzaba a controlar más mi respiración.
Grité por ayuda, fue evidente que nadie me escuchó. Y si alguien lo hizo, me ignoró por completo.
Con mucha dificultad, logré levantarme, sosteniendo mi vientre con una mano y sujetándome de mi buró con la otra, la intención era salir del departamento o al menos del cuarto. Todo el cuerpo me dolía excesivamente, desde mi rostro hasta las piernas. Intenté dar un paso, sin embargo, no duré ni un minuto de pie.
Caí al suelo de rodillas cuando una punzada realmente fuerte apareció en el centro de mi vientre, justo donde Yoongi me había golpeado. Me hizo gritar aún más, sobre todo porque no fue como las demás, no paraba de doler y no bajaba la intensidad.
Respiraba agitado, intentando pensar en una solución rápida, o al menos en una explicación para ésto.
Lo primero que maquiné fue tratar de arrastrarme hasta la puerta de entrada, tal vez si gritaba desde allí algún vecino me escucharía y podría llamar una ambulancia. Luego pensé algo más sencillo, giré mi vista a la cama, allí estaba mi teléfono. La idea era estirarme hasta él y pedir yo mismo la ayuda.
Intenté moverme nuevamente, pero ésta vez me detuvo algo mucho peor que las punzadas anteriores. Llegó otra vez el mismo dolor intenso, el cual no vino solo...
Bajé la mirada a mi vientre, pocos segundos después sentí que mi ropa estaba mojada... Y el piso comenzaba a mancharse de rojo rápidamente. Estaba sangrando, y no sabía porqué.
Mi zona baja empezó a doler también, creo que con más fuerza que el abdomen. El sangrado tardó en cesar, y cuando lo hizo, todas las punzadas desaparecieron. Por supuesto que no me alivié, me asustó aún más.
En ése momento, un flashazo de lucidez vino a mi cabeza. Recordé que en una ocasión, había escuchado una plática ajena que hablaba precisamente de una situación así. La mujer que más platicaba, dijo que cuando una embarazada experimenta dolores fuertes y sangrado, era porque probablemente algo había salido muy mal en la gestación.
El recuerdo sólo me aterrorizó más, pues en mi embarazo todo había estado horriblemente mal desde el momento en que lo concebí. Acaso yo... ¿Había perdido a mi bebé?... No, no podía ser, me negaba a pensarlo...
— Amor... Chiquito... — le hablaba esperando que reaccionara como siempre lo hacía, pero nada pasó — Bebé... — las lágrimas comenzaron a brotar.
Esperé y esperé por una señal, algo que me demostrara que mi hijo seguía conmigo. Pasó media hora, y nada cambió... Él seguía sin moverse. Fue cuando el último pedazo de mi alma que quedaba ileso se quebró, acaricié mi vientre con los ojos inundados de tristeza y suspiré pesado antes de romper en un llanto lastímero.
Yoongi había matado a mi bebé. Y yo no logré hacer nada para evitarlo.
Estoy seguro que me desgarré la garganta con el grito que saqué. No quería asimilar que mi segundo hijo había dejado de respirar dentro de mí. Me dolía, me quemaba internamente el pensar que ni siquiera pude conocer si era una niña o un niño, jamás logré ver su preciosa carita, ni tenerlo entre mis brazos.
Nunca recuperaría ése trozo de mi ser que se fue con él.
— ¡TE ODIO TANTO MIN YOONGI! — vociferé con el pecho comprimido.
Lo odiaba, lo quería ver sufrir, quería que pagara por todo lo que había hecho... En especial por haberle arrebatado los latidos a un pequeño ser inocente que ni siquiera sabía lo que pasaba en el exterior.
Aunque, si soy sincero, me odiaba más a mí.
¿Como pude permitir que ésto sucediera?, tuve mil oportunidades de irme de aquí antes de que fuera demasiado tarde, y no lo hice porque creí que conocía bien a mi esposo, que las cosas mejorarían si aguardaba un poco más. Me rehusé a escapar cuando aún había tiempo... Así que es culpa mía que mi bebé falleciera...
La cordura que había mantenido durante tantos meses se desplomó totalmente cuando acepté que el segundo pedazo de cielo que se me había otorgado ya no estaba conmigo.
Yo... Simplemente ya no podía ni deseaba aguantar más...
Me arrastré hasta la cama con mucho dolor, tomé mi teléfono y llamé a Taehyung. Quería disculparme con él y pedirle un último favor, antes de acabar con mi sufrimiento de una vez por todas.
— ¿Minnie? ¿Todo bien? — preguntó gracias a que escuchó inmediatamente mis sollozos.
— No... Nada está bien Tae... — respiré hondo — Él... Hizo algo terrible...
— ¿Que sucedió? — se alteró.
— Yo... Estaba en cinta otra vez... Perdón por no decírtelo pero... — sentía que el aire me faltaba por tanta tristeza que estaba intentando contener — Yoongi...
— ¿Estabas?... Dios, no me digas que... — podía escuchar que Jungkook también estaba presente en la llamada.
— Perdí al bebé Tae... — volví a llorar — Me golpeó y... Yo no hice nada... No pude defenderme... Tae... Mi bebé está muerto en mi vientre Tae... — me costaba trabajo hablar claramente.
— Por Dios... — ellos también comenzaron a llorar — Minnie... Yo...
— Iremos por ti. — habló Jungkook, Tae rompió en llanto al instante, él se mantuvo un poco más firme.
— No. — dije rápido — Necesito... Que hagan algo más importante... ¿Pueden?...
— Lo que sea. — me rompía más el escuchar a mi mejor amigo llorar desconsolado.
— Vayan por Soo...
— ¿Donde está?... — como pude, les expliqué el porqué estaba con Hoseok, además de darles su teléfono para que pudieran contactarlo.
Con cada palabra me ardía la garganta, fue demasiado difícil que pudiera terminar la explicación por más breve que traté de hacerla.
— En cuanto la tengamos con nosotros, iremos por ti, por favor... Esperanos... No tardaremos lo prometemos. — aseguró con la preocupación atravesada.
— Lo intentaré Jungkook... — continuaba sollozando — Les ruego... Que la cuiden bien...
— Tranquilo... Ella estará bien, y pronto podrás abrazarla como siempre... — una sonrisa amarga apareció en mi rostro.
— Claro... — respondí, sabiendo que éso no pasaría.
Después de todo, las sonrisas y los mimos de ésta mañana sí habían sido los últimos. Debí haberlos disfrutado más, ahora, tengo muy presente que jamás volveré a tener a mi princesa en mis brazos, ni ver como me sonríe, ni siquiera estaré allí el día en que pronuncie su primera palabra.
Cada pensamiento me destrozaba más, si es que éso era posible todavía.
Colgué la llamada e intenté pararme del suelo, con mucho esfuerzo lo logré. Con movimientos demasiado torpes llegué hasta la cocina, poco me importó dejar un rastro de sangre a mi paso, tomé un cuchillo pequeño muy afilado y nuevamente regresé a la habitación. Fue una tortura caminar, pero debía hacerlo.
Antes de llevar a cabo la última acción de mi vida, me detuve a mirar con nostalgia y tristeza la fotografía que atesoraba en mi buró. En un marco dorado se encontraba la foto de mi boda, nos veíamos felices, como si nada pudiera atormentar nuestro amor. Junto a ella, estaba la ecografía de Soo... Me partió el corazón pensar que no pude tener la ecografía de mi segundo bebé a lado de ésa.
Con odio, lancé la fotografía a la pared, rompiendo el cristal que la cubría inmediatamente. Me quité la sortija de matrimonio e igualmente la aventé.
Tomé la carta que hace horas había redactado, y con debilidad le añadí algunas líneas al final. Pues después de lo que haría, dejarla así la haría quedar incompleta. La puse ésta vez debajo de mi almohada, no quería que nadie que no fuera Yoongi la encontrara.
Llorando, me senté en la misma esquina donde Yoongi me había dejado hacia ya tres horas, y respiré lo más profundo que pude.
Sí, tenía una, tal vez dos razones para quedarme, para esperar a que vinieran con ayuda, para seguir con mi vida de alguna forma, una dolorosa forma.
Sin embargo, había más razones para irme de éste maldito mundo, que lo único que me dió fue problemas. Eran en verdad incontables los motivos que tenía para dejar de respirar para siempre.
Y por una vez, mi mente, corazón y alma pensaron exactamente lo mismo.
"No tener razones para quedarse, es una buena razón para irse".
Sujeté el cuchillo con la mano temblorosa, lo acerqué a mi muñeca izquierda, y lo deslicé rápidamente cerrando con fuerza mis ojos, sintiendo como mi piel se abría y viendo la sangre comenzar a brotar en gran cantidad. Mientras se iba entumeciendo mi mano y brazo, pasó una película de mi vida amorosa frente a mis ojos llorosos.
Cuando Yoongi me besó por primera vez.
La noche que me entregué a él.
Aquel día en que me dijo "Te amo".
La tarde en que le dí la noticia de que seríamos padres.
Cuando me mudé a éste departamento.
Nuestro día especial, cuando frente a decenas de personas, me juró amor eterno.
Cuando abrí los ojos y me dijo que Soo estaba bien, y juntos la envolvimos en cariño.
El último abrazo que me dió.
El último beso.
La última caricia.
El primer insulto.
Ésa noche en que me golpeó por primera vez.
Todos los maltratos que siguieron.
Y finalmente, la imagen de Yoongi gritándome que me odiaba, que era lo peor que le había sucedido, amenazandome de muerte.
Él no me mató, pero dios, creo que desearía que lo hubiera hecho. No tendría que haber visto como la vida que llevaba en mi interior se extinguía sin remedio.
Si pudiera pedir algo, sería que el tiempo regresara al momento en que era más joven, cuando fuí a buscarlo para iniciar nuevamente nuestra relación. Porque así, podría pensarlo mejor, y podría no haberlo hecho.
Mi vida hubiera sido muy diferente si no me hubiera enamorado tan perdidamente de él.
— Llévame de vuelta a la noche en que nos conocimos... — canté en un hilo de voz con una mano sobre mi pancita, recordando la canción que sonaba en nuestra boda — Para decirte... Que a pesar de todo, te seguiré queriendo...
Dejé de sentir dolor.
Mis lágrimas pararon de caer por mis mejillas lastimadas.
Los sonidos se hicieron cada vez más lejanos.
Y allí, en el lugar donde el amor de mi vida me destruyó, mi corazón dejó de latir. Me fuí junto con mi bebé, implorando perdón al cielo por dejar a Soo aquí, rogando al destino que me disculpara por no poder ser más fuerte y cometer una cobardía.
Cerré los ojos, esperando que se me permitiera descansar en paz por fin. Susurré un "te amo" para Soo, como si ella pudiera escucharme. Ojalá también mi nena me perdone algún día por ser tan débil.
La última cosa que ví en mi cabeza antes de morir, fue a Yoongi sonriendome, y diciendo "Te amo Minnie". Era lo que más deseaba escuchar, sólo éso pedía tener de vuelta, y la muerte me lo dió.
Así que se lo agradecí.
— ¡Acelera Jungkook! — grité con Han en brazos dentro del auto.
— ¡Voy lo más rápido que puedo! — literalmente, habíamos pasado de largo cada tope y semáforo del camino. Más velocidad no teníamos.
— ¡Cálmense! — regañó Hoseok desde el asiento trasero, no había sido la mejor presentación del mundo cuando fuimos a su casa. Él intentaba mantener tranquila a Soo.
— ¡Ya, lo siento! — lo miré — Es que... No quiero llegar demasiado tarde...
— Taehyungie, dijo que esperaría, hay que confiar... — dijo Kook un poco más relajado que antes sin quitar la vista del camino.
Confío en Jimin, pero también sé que la está pasando horriblemente mal... Está solo y lastimado. Me asusta pensar en lo qué pudo haber hecho por tanto dolor, no logro siquiera imaginar cuanto debe pesar el perder a un hijo antes de verlo nacer... Probablemente yo me hubiera dado un tiro en su lugar.
Sólo deseaba que él hubiera sido tan fuerte como siempre.
[...]
Había pasado exactamente una hora desde que nos llamó, y al fin estábamos frente al edificio donde residía. Le dí a mi esposo a Han en cuanto los cinco estuvimos fuera del auto y eché a correr dentro, subí las escaleras saltándome varias de ellas y rápidamente busqué las llaves en mi pantalón.
Estaba desesperado, angustiado, aterrado. Tanto que me temblaban las manos y Jungkook tuvo que ayudarme para abrir la puerta. Yo fuí el primero en entrar.
— ¡JIMIN! — grité inmediatamente — ¡JIMIN YA ESTOY AQUÍ! — las niñas habían comenzado a llorar debido a nuestras acciones.
— Taehyung... Mira... — Hoseok señaló un camino de manchas rojas que iban desde la cocina hasta el corredor.
— O no... Dios... — dejaron la puerta abierta mientras yo aceleré el paso hacia la recámara principal — ¡JIMIN ¿DONDE ESTÁS?!
El rastro de sangre seguía hasta la habitación. Empujé la puerta de un golpe cuando me percaté que estaba abierta.
La imagen que me recibió... Actuó como una avalancha que tiró por completo mi mundo. Encontré a Jimin, pero no como yo deseaba.
— J-Jimin... — me acerqué a pasos lentos — ¿Minnie?...
— Ay no... — entró Jungkook, dejando a Han sobre la cama matrimonial.
— ¿Jimin?... — susurró Hoseok imitando la acción de mi esposo con Soo.
Cuando estuve frente a él pude ver lo que había hecho, tenía un corte bastante profundo en una de sus muñecas mientras que en la otra mano permanecía un pequeño cuchillo. Además de múltiples golpes en su cara y una mancha grande de sangre en su ropa. Me... Derrumbé.
— ¡JIMIN POR FAVOR DESPIERTA! — sin pensarlo dos veces, me abracé a su cuerpo inerte, sabiendo perfectamente que aunque me gastara toda mi voz llamándolo, él ya no me respondería — Jimin... Mi Jimin... — lloraba sostendiendolo fuerte contra mi pecho.
Podía sentir su pancita ya crecida, allí estaba su bebé... Coloqué ambas manos sobre ella y éso sólo provocó que llorara aún más.
Quería a mi alma gemela de vuelta, quería otro pequeño sobrino, quería que todo lo que mis ojos veían fuera sólo una cruel pesadilla.
Sobre todo, quería a ése maldito muerto... Yoongi merecía dejar de existir, no mi Jimin. Él... Era un ángel... Que todavía no tenía que regresar al cielo de la mano de otro ángelito...
— Amor... Hay que llamar a los forenses... — se agachó junto a mi — Debes soltarlo...
— ¡No me pidas algo como éso! — me aferré más — No quiero que él se vaya... Prometió que vería crecer a Han...
— Taehyung... — Hoseok estaba desconsolado llorando desde la puerta.
— Prometió que estaríamos juntos hasta los cien años... Dijo que envejecería conmigo... — continué — Kookie... Él se fue sin cumplir sus promesas...
— Lo sé... También me duele demasiado... Pero cielo... Ya no hay nada que podamos hacer... — algunas lágrimas habían comenzado a brotar de sus ojos marrones.
— Yo lo amo Jungkook... — lo solté, me encogí en mi lugar y sentí como él me envolvía en un abrazo muy fuerte. Grité, lloré y dije muchas más cosas sobre su pecho, no podía simplemente asimilar que Jimin haya sufrido tanto como para acabar con su vida así...
Han y Soo estaban llorando en la cama, ellas no entendían lo que pasaba, pero estoy seguro que sintieron el aura que emanabamos, debieron sentir que algo no estaba bien.
Haneul, había perdido un tío.
Soo, al mejor padre que pudo tener.
Hoseok, al chico que le había robado el corazón.
Jungkook, a un gran amigo.
Yoongi, a la única persona que lo amó y amará en toda su maldita vida.
Y yo... Perdí a mi otra mitad, perdí a mi alma gemela.
[...]
10 en punto de la noche, el equipo forense se llevaba a Jimin en una camilla, tapado de pies a cabeza con una manta negra. Después de limpiar la sangre del suelo, dijeron que habría que sacar al bebé que llevaba aún dentro, pues sería complicado el entierro si no se separaban.
Yo me negaba a irme del departamento, pero tenía qué. Jungkook se mantuvo abrazando a Han y a mi mientras dejábamos el lugar. Hoseok dijo que se quedaría con Soo hasta ver que se tenía que hacer con ella, incluso se llevó la ecografía que encontramos en el buró de Jimin.
Pasé el resto de la noche llorando sin poder controlarme, éso afectó a mi hija, pues tampoco paraba de llorar. No dormí, Kookie tampoco lo hizo, y a nuestra nena le costó mucho trabajo lograrlo.
No podía evitar sentirme culpable en demasía, ¿porque carajos no lo saqué de ahí antes?... Hubiera preferido mil veces que se molestara por obligarlo a dejar a Yoongi, que presenciar la escena que ví en su recámara.
Espero que ése animal del demonio sufra en vida, tanto como él hizo que Jimin sufriera. No merece nada más que la muerte, o el karma. Cualquiera de las dos sería una excelente opción.
Llegué a casa casi a media noche, con un nuevo cinturón ganado y algo de arrepentimiento. Estaba dispuesto a hablar con Jimin, creo que me sobrepasé más de la cuenta ésta vez.
Cuando entré me recibió una oscuridad que sólo era cortada ligeramente por la luz de la Luna que venía de la ventana. Me desconcertó, pero pensé que probablemente estaba dormido.
— ¿Jimin? Llegué. — hablé algo fuerte, no hubo respuesta, lo cual me molestó un poco.
Prendí las luces del corredor y caminé hasta la recámara, la puerta estaba entre cerrada y no escuchaba ningún ruido. Realmente no me importaba si Soo estaba en su cuarto o no, por mi mejor que la haya llevado con otra persona. Pero a él le dije claramente que lo quería aquí cuando regresara.
— ¡Jimin! — entré bruscamente, no había ni un alma en el cuarto — Maldita sea, se fue.
Encendí la luz, en el suelo pude ver la maleta que había armado por la tarde, cosa que me descolocó un poco más. En otra parte de la habitación, estaba nuestra foto de la boda con el cristal y marco rotos, además de su sortija de matrimonio. Yo hace mucho dejé de portarla, pero nunca le permití que él se la quitara.
— Imbécil. — dije entre dientes.
Me senté en la cama, ví que bajo su almohada estaba su celular y una carta. Me confundió bastante que no se haya llevado su teléfono, así que revisé el aparato.
Había una última llamada registrada, al parecer contactó a Taehyung.
Pensé en llamarlo después, lo obligaría de ser necesario a decirme donde carajos se había metido Jimin.
Volví la vista al papel, pensé que había escrito alguna de sus ridiculeces como cuando éramos más chicos. La abrí con el enojo atravesado y comencé a leerla. Debo decir... Que las palabras que estaban allí me golpearon como un camión, mi molestia se esfumó, quise tomar un vaso de cloro por haber dicho y pensado todo aquello sin saber lo que había ocurrido.
— Dios mío... Jimin... — sin previo aviso, empecé a derramar lágrimas sobre la hoja — Que hice... — lo único que podía sentir ahora era una inmensa culpa, y mentalmente me repetí una y otra vez que era la peor persona sobre la faz de la Tierra.
Jamás me dí cuenta del impacto que mis tratos tenían sobre él, sabía que en el fondo era débil, pero no creí que tanto.
Sí, le lloré aunque yo fuera el ser con menos derecho para hacerlo, y no sólo a él. También a Soo, y al bebé que se llevó.
Me arrepentí, justo cuando fue demasiado tarde.
Espero les queden lágrimas para el epílogo de éste final. Recordándoles que éste NO ES EL FINAL DEFINITIVO/REAL. Sólo es otra línea de historia que se me ocurrió incluir.
Los amo. ❤
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