advertencia: ligero lime

La habitación se encontraba algo oscura, el ambiente dentro de ella era caluroso y de fondo se podía escuchar perfectamente la música, como al igual unos pequeños y traviesos gemidos y suspiros de placer.

Llevó su firme y fuerte mano hacia el muslo de su pareja, con cuidado y lentitud acarició aquel muslo mientras a la vez me aseguraba de depositar besos en el, provocándole leves escalofríos a la fémina.

Lo que había iniciado en un principio como un juego de caricias y besos, terminó siendo algo más, pues conforme pasaban los segundos sentían como sus cuerpo comenzaban arder por la excitación y el deseo. Osamu en ningún momento dejó de acariciar el cuerpo de su amada, pues disfrutaba el escuchar aquellos sonoros y débiles gemidos de parte de ella.

—Te amo te amo..—habló en un susurro Osamu, para después tomar presos los labios de su pareja.

Creando así un beso que dejaba poco la imaginación, sus labios se movían al compás, pues estaba perfectamente sincronizadas. Era un beso con poca delicadeza ya que ambos se habían dejado llevar por el momento, (N) mordió levemente el labio inferior de Osamu para así poder tener acceso a su lengua, sus lenguas mantenían una guerra mutua por saber quien llevaría el mando.

Estuvieron algunos segundos así, hasta que el aire les comenzó a hacer falta, separándose de aquel desenfrenado beso, del cual un delgado y corto hilo de saliva unía sus labios.

Se observaron por unos segundos, pues trataban de recupera la respiración, sus corazones latían con fuerza y sus respiraciones eran pesadas.

—Y pensar que estamos así por unos simples mimos.—hablo (N) con una leve sonrisa.

Osamu sonrió, en respuesta tomó el rostro de su pareja y se acercó un a ella, haciendo que sus narices chocaran dándole así un beso esquimal.

—Aun así, lo hemos disfrutado.—respondió él.

La joven asistió, iba a responder pero para su sorpresa y para Osamu la puerta de la habitación se abrió de golpe, ambos observaron hacían aquella puerta, ahí estaba Atsumu bien mantenían una sonrisa de malicias en su rostro.

—Si lo harán usen condones.—hablo para posteriormente lanzarle una caja de condones a su gemelo.—No quiero ser tío tan joven.

Osamu y (N) se observaron con sorpresa, sus mejillas se tornaron completamente rojas y la vergüenza comenzaba a consumirlos.

—¡Lárgate de aquí!.—exclamó Osamu con vergüenza mientras le lanzaba de nuevo los condones.

—Todavía que me preocupo por ustedes, malagradecidos.

Respondió el rubio en un tono de ofensa.