107A
-Si serás payaso, Carlos -dice Marion bufeando-. Pensamos que había en serio una loba en el closet de Leito. No hagas ese tipo de chiste que esto es enserio.
Ella le tira una almohada, y él le lanza el gato gordo de mi hermana y el pobre gato sale huyendo de la situación para esconderse debajo de la cama. Y así empieza una guerra de lanzar y agarrar entre ellos dos mientras yo reviso mi teléfono que por suerte seguía en mi bolsillo. Mientras ellos dos siguen con la guerra de "toma y lleva", me pongo a ver la hora en el celular. Todavía es temprano. Miro y miro y no consigo nada nuevo en las notificaciones de mis redes sociales.
- ¡Sin tan solo no fueses tan entrometido y molesto, te quisiera aunque sea un poco más, Carlos!
- ¿¡Entrometido yo!? ¡Pero si eres tú la que me mete en tus cosas! Si no fuese así no te ayudaría con tu sabes quién.
Tan solo bastó que dijeran lo último para tener mi atención. Mordiéndome los labios sin subir la mirada para que no piense que estoy escuchando nada, busco en mi teléfono la canción que cantó Carlos sobre la loba para no terminar por reírme y que me descubran.
- ¡Ush! ¿Podrías ser más indiscreto? -dice Marion retóricamente-. Si te lo digo es para que seas discreto con el asunto no para que estés hablando de esto frente a él.
- ¿Y no estás siendo tú la indiscreta? -dice pícaro-. Tú te estás dejando en envidecia, tu soliiiiita~.
- ¡Ohh! ¡Por favor! Tu y yo sabemos que está ahora más concentrado con el teléfono que cualquier cosa. No nos está escuchando.
Levantando la cara del celular con una sonrisa que intento tapar inútilmente, les hecho un vistazo a ambos y de inmediato ambos se dieron cuenta, sobre todo porque se me escaparon algunas carcajada teniendo los labios totalmente cerrados. Ambos se miraron dudosos sobre si escuché del todo lo que hablaban o no. Después de un rato procesando lo ocurrido Marion queda completamente avergonzada y Carlos... bueno, él solo actúa como actuaria él... indiferente pensando que todo es juego.
Buscando por el navegador del teléfono logro conseguir la canción que cantaba hace rato. Se trata de una de las canciones de Shakira de su buena época de cantante. Supongo que para ese momento creo que yo tendría como unos siete años o tal vez unos cinco cuando escuchaba la canción una y otra vez junto con mi hermana. Ya tiene tiempo pero como cosa rara, no me sale la fecha en la que se estrenó la canción.
-Carlos, ¿la canción que cantaste de casualidad no es esta? - le pregunté-. Mira, me apareció que es una de las buenas de Shakira, parece que se llama Loba.
- ¡Sí! Es esa misma. Tengo días con una rocola repleta de música vieja de esa época, y no sé por qué. Estoy entre esta y la de Aserejé, y un sinfín más. Pero si... es esa.
- ¡Ponla que quiero escucharla!- exclama Marion con Carlos al unisono-. Veamos que tanto me acuerdo de esta canción.
Y así fue. La puse y pasamos la mañana escuchando música sin cesar. Cantando, riendo y recordando tiempos mejores, mientras las horas nos pasaba en el cuarto. Sin darnos cuentas ya estábamos a punto de pisar las once de las mañana y no habíamos salido del cuarto en todo el día para aunque sea sacar la basura del dormitorio.
Veo la hora una y otra vez por el teléfono. La canción de una playlist que puse termina y le muestro a los dos el reloj de mi teléfono señalando que son las 10: 48 y que ya es hora de salir a comprar todo para el almuerzo.
-Mierda se nos fue la mañana rápido, ¿no? - pregunta Carlos con fastidio-. ¿A quién de los dos le toca salir hoy para lo de la comida?
-Sí parece que el día pasa más rápido cuando te entretienes-le contesto mientras guardo el teléfono-. Solo por esta vez le toca a Marion ya que hoy es miércoles con M de Mar
- ¡Eso es imposible! -refuta molesta Marion-. Ayer me tocó a mí también, es turno de Carlos de ir a buscar la comida ya que nos ha tocado a Leo y a mí estas últimas veces.
Como siempre, se creó otro problema como todos los días sobre "quien le toca ir a comprar la comida". Sabiendo como suele terminar este tipo de conflicto entre ellos dos, pase por el medio de Marion y Carlos para salir de la habitación. Estando afuera aun puedo escuchar los quejidos de ella y las irónicas respuestas burlona de él. En el pasillo me encuentro con mi hermana que carga varias prendas en el brazo y se dirige al mismo lugar que yo: el baño.
- ¿Peleando de nuevo, hermanito? -me llega Julia por un lado y me sonríe-. Siempre y cuando no los escuche la dueña del condominio no habrá problemas. Solo intenta que no se escuche y no tendrás problemas.
-Lo sé July, pero, ¿qué puedo hacer? Ya ahorita se cansan y dejan de pelear. Total, todos los días es lo mismo; Carlos se sale con la suya y Marion y yo nos tocará salir con el frío que hay solo para que él se quede a coquetear con tu compañera cuando nadie vea.
-Sehh...-me tapa la boca mientras con un dedo pegado a sus labios me indica que haga silencio-, pero... ¡hey! Deberías aprovechar que te tocará salir con Marion para por fin hablar con ella...
La miro apenado ya que ella-al igual que Carlos-sabe que no me atrevo a hacerlo. Por suerte no pude contestarle ya que ella me interrumpió para señalarme que ya habíamos llegado al final del corredor y estamos frente a la puerta del baño.
-Entra tu primero, Leito. Necesitas ir a comprar la comida así que lo tuyo es prioridad. Entra tu primero. Perfectamente podemos hablar así: yo desde aquí y tú desde el baño, ¡claro! Siempre y cuando estés cómodo de hacerlo, si no, ni modo...
Entro al baño sin ni siquiera poder verla a la cara y me adentro a este con rapidez para evitar que ella me agarrase de nuevo con lo mismo, ya que conociendo a mi hermana mayor, me agarraría de nuevo para por hablar más rato frente a frente como le gusta a ella. Dentro de esté consigo en una de las gaveta el pantalón de mezclilla que tanto me gusta y mi chaqueta para el frío, junto con la ropa interior.
-Entonces... ¿Qué has pensado hacer? -me pregunta ella desde el otro lado de la puerta.
Esa pregunta. Esa es la una cosa que me pueden decir que me puede descomponer hasta el alma. Acercándome a la regadera abro la llave para hacer ruido mientras logro conseguir cada prenda para la muda de ropa. Me quito la ropa y empiezo a limpiarme dentro de la regadera ignorando por momento a Julia.
En menos de cinco minutos pude darme "un baño rápido" y sacarme todo lo que había sudado en la madrugada. Con el paño encima, salgo y me coloco cada prenda con cuidado para que no se pegara a mi piel por el agua que no había sacado bien por el apuro. Pensando en lo que había que comprar empiezo a terminar de vestirme; agarro los zapatos y me lo empiezo a colocar uno pro uno. Al ser de velcro es más sencillo de colocármelo sin tener que perder tiempo en ponerme los cordones.
Al salir del baño me consigo a Julia a un lado de la puerta sentada con la cabeza pegada a la pared del callejón.
-Saliste al fin, ¿eh?-me recibe con una sonrisa de medio lado y con un papelillo en la mano-. Mirad, esto me lo acaba de entregar la dueña de la residencia.
Me pasa un papel amarillento medio arrugado y sucio. En vez de agarrarlo, la ayudo a levantarse y a recoger su ropa con la que se cambiaría.
-Prefiero que tú me lo leas, Juju-le retiro su mano-. ¿Qué dice la nota?
-Dice que: no vendrá hasta mucho después del mediodía que si vamos a hacer comida que dejemos todo limpio y que nos las pasemos bien que ella va a hacer una diligencia al noroeste de la ciudad que no piensa tarda mucho. Que nos quiere y que, NO, rompamos nada. - respira profundo y me vuelve a mirar-. Esta señora es tan dulce como la melcocha, Leito. ¡Y como la adoro!
-Sí, sí, tan dulce que golpeó a Cosme en la espalda con el palo de una escoba-me reí de solo recordar la trágica escena donde el más rudo de la residencia gritó como loca.
-Acuérdate que era el cumple años de la señora Miriam, y, como planifiqué con ustedes una fiesta para ella en forma de agradecimiento, le vendamos los ojos para que le diera a la piñata... ¡pero le dio al pendejo de Cosme! Fuera de eso, no ha hecho nada más que sea así de gracioso, o peligroso.
-Bueno... que yo recuerde... no ha hecho nada más de ese calibre y ese fue un accidente. Fuera de eso, es una señora de lo más agradable. Es muy buena persona, incluso cuando no nos lo merecemos.
-Claro. Bien... Voy a entrar al baño antes que se haga más tarde y se terminen por comer tus amigos y tú, a mi Fiudorf, así que no te robo más tiempo y ve con Mari a buscar la comida para todos, ¿si hermanito? -canturrea con ternura mientras me acomoda el cabello y me da un sonoro beso en la mejilla-. Que apenas yo termine de bañarme me pondré a limpiar con Maxi rubí y Cosme toda la casa. Así cuando llegue Miriam conseguirá todo limpio y arreglado para que ella pueda descasar de sus diligencias.
- ¡Claro Juli! Ya mismo voy saliendo con Marion para empezar el día.
Ella me da un beso en la frente y se mete al baño con sus cosas que le entregué. Con la idea de poder irme lo antes posible. Corro por el pasillo hasta llegar a mi cuarto donde al parecer ya dejaron de pelear ambos ya que no se escucha absolutamente nada.
Mi sorpresa al abrir la puerta, es ver que Marion ya está lista para salir, pero se encuentra totalmente sola y viendo por la ventana; por ningún lado consigo rastros de Carlos por ningún lado.
- ¿Nos vamos? -me pregunta ella con delicadeza-. Carlos como no sabía que más decirme se fue a coquetearle a la amiga de tu hermana con Cosme allá, así que si no escuchamos nada significa que ya Carlos debe estar dentro de unas bolsas negras.
--¡ ¡Por favor Mar! No te exprese así de la situación ni hagas comentarios tan horribles como esos. No creo que Cosme le haga algo tan feo a Juan Carlos. Además que han sido amigos desde hace tiempo así que no puede salirnos con algo tan grave.
-Te recuerdo que Maxi rubí y Cosme son novios desde hace unos meses atrás- dice ella irónica mientras se estira en la cama-. Cosme hace pesa desde hace ya dos años y está como un toro de tanto que ha entrenado. Si se llega a enterar que Carlos le está coqueteando a su novia de una manera tan vulgar como lo hace él, no se molestará en dejarle un recordatorio en la piel de que a las mujeres se lee respeta.
Abro mi boca levantando un dedo para justificarle, pero con lo último que dijo Marion le tengo que dar la razón y la apoyo totalmente ya que Juan Carlos si suele pasarse a la hora de hablar, y más cuando ve a una mujer que le gusta. Con un puchero me acerco a ella y le jalo las piernas para poder cambiar el tema.
- ¡Hey! No te pongas tan cómoda-le contesto con voz de niño para que no se molestara-. Hay que salir a buscar la comida, ¿lo olvidas? Necesitamos irla a buscarla antes que se haga más tarde y la nieve no nos deje salir y quedemos atrapados con un hambre bestial.
Marion se levanta con pesadez de la cama y se arregla su larga cabellera rojo cobrizo en moño mal amarrado. Salimos de la habitación en silencio sin ni siquiera mirarnos el uno al otro. Pasando por el pasillo nos conseguimos a Julia que pasaba para irse a la habitación con su ropa sucia en mano.
- ¿Ya van a salir? -pregunta Julia con sorna-. Si es así intente darse prisa porque si nosotros estamos aquí ya sabemos en que anda su amiguito y lo que menos quiero hoy, es que alguien salga herido por tarado.
-Claro, Juli, no pensamos tardar mucho-le respondo.
-Más le vale-dice entre risa-. Está nevando muy fuerte hoy, incluso si se asoman todo está cubierto por las nieves. Así que tenga cuidado al salir porque clima como esto es cuando más accidente hay y me pondría muy triste que algo le pasara a ustedes dos.
-Juli no te preocupes. Estaremos bien. Tampoco creo que sea tanta nieve la que está cayendo.
Julia no muy convencida de lo que le digo, se despide de nosotros con un abrazo y se va a su cuarto con pasos apurados para evitar cualquier cosa que pudiese estar sucediendo en el cuarto que comparte con sus dos amigos. Los dos bajamos las escaleras con rapidez para salir lo antes posible. Pasamos por las dos amplias salas y logramos llegar a la puerta principal de la residencia.
-Leo, toma-dice Marion dándome mi mochila-. Necesitaremos comprar bastantes cosas, así que lo mejor será que te la lleves para que podamos llevarnos las cosas de manera más eficiente.
Sin pensarlo mucho, tomo el morral pero al darme cuenta mi mano tropezó con su álgida mano y dejamos caer la mochila vacía por accidente. Nos agachamos pero solo provocamos que nos diéramos un cabezazo al intentar recogerlo al mismo tiempo.
-Vamos, déjame que yo lo agarro-.Ella se retira y me deja al fin agarrarlo. Una vez que lo tengo en mano abro la puerta y nos recibe una fuerte ventisca que nos empuja de nuevo hacia la casa-. Parece que Juli tenía razón, está fuerte la nevada.
-Con o sin razón, conseguiremos la forma de salir de aquí. Si no lo hacemos sabemos cómo se pondrá el resto.
Sabiendo que tengo pensado retirarme y cocinar el almuerzo con lo que haya en la cocina, me jala de la mano hasta llegar a las afuera de la residencia. Mirando a nuestro alrededor nos conseguimos con enormes cantidades de nieve caen apresuradamente del cielo, y eso sin contar las ráfagas congelada que arrastran de un lado a otro a las personas que decidieron salir de sus hogares. El basto cielo se encuentra completamente tapado por las espesas nubes grises que no permite que nos llegue aunque sea un solo rayo del gran astro rey. Sabemos que de nada vale regresar cuando ya estamos afuera viendo el clima que está tan desastroso.
Las luminarias publicas alumbran las calles junto con los faros de los carros que van pasando, pero no es suficiente; entre la oscuridad en la que las nubes nos tienen, y las cantidades masivas de nieve que cae, apenas si podemos ver a unos escasos quince pasos frente a nosotros.
-Dame la mano-le pido extendiendo la mía-. El puesto de comida está a unas tres calles de aquí. Si me las das y nos perdemos, al menos nos perderemos juntos.
Ella sonrió y me dio su mano con algo de pena y con la mirada baja. Caminamos por todo el vecindario en un intento de conseguir la avenida pero las fuertes ventisca hacen que ver algo sea un trabajo pesado para cualquiera de nosotros dos. Marion llega ver la esquina que mira fuera del vecindario ya que ella me señala un punto que para mí se me hace todavía nulo de ver. Yo no estoy seguro de que sea esa la esquina, más bien, ni siquiera estoy seguro que este sea parte de la urbanización en la que vivimos; hay edificios y abastos que nunca he visto en toda mi vida.
-Mar, ¿estas segura que es por aquí? -le pregunto preocupado por la situación.
-No, pero a lo mejor este sea un atajo para llegar. O tal vez consigamos un puesto de comida rápida que sea mejor que el de los pollos al que siempre vamos.
Ella se detiene mirando a cada cosa que nos rodea desorientada. Lo veo en sus ojos: la preocupación y la pérdida de la razón, cosas que nunca va a admitir ni siquiera en voz baja, pero su rostro siempre la delatará.
- ¿Y si preguntamos a alguien dónde estamos? -le pregunto con la mirada de cachorrito triste en busca de apelar a su lógica.
- ¡No! ¿Acaso piensas que no soy lo suficientemente madura como para saber en dónde estamos? ¿Piensas que todos los años que he vivido en esta ciudad no me han servido de nada? ¿Y que hice que nos perdiéramos?
-La verdad que no he pensado en eso, pero creo que tú misma te acabas de responderte sin que yo te dijese algo, Mar. Pero ahora que lo dices... si, eso es lo que creo.
Antes que empezara a caminar de nuevo, le tomo del brazo para que volviese a estar frente a mí. Marion no me mira de frente, hace igual que alguien que sufre de un padecimiento; sus ojos se mueves hacia todas las direcciones pero ninguna de sus opciones es mirar hacia donde estoy. Es raro, ella no es así, incluso puedo decir que no he visto a alguien tan nerviosa como lo está Marion ahora, y todo esto me hace pensar que habló con Carlos y con Maxi rubí antes de salir de la residencia, en el momento en el que yo no estaba porque andaba en el baño.
- ¿Por qué tan nerviosa? ¿Acaso hay algo que te preocupes? Si es porque nos perdimos ya te dije: apenas vea a alguien caminar cerca de nosotros le pregunto qué en donde estamos. Para ver si estamos cerca de la residencia y poder tomar un punto de retorno para irnos.
- ¿Ah? No, no. No es eso. Si no que tanto silencio me tiene así de inquieta-hace una pausa para respirar y continúa-. Además que no puedo ver bien entre tanta nieve, por suerte pasa cada cierto rato un carro que ilumine las calles.
-Si estas intranquila por ello puedes tomarme la mano; así no nos separaremos mucho del otro. ¿Te parece? -le pregunto preocupado ahora por ella y su estado.
-Claro. Me parece bien.
Ella me toma la mano y empezamos a caminar de nuevo por las calles. En varias ocasiones los conductores que pasaban nos tocaban las cornetas para que nos moviéramos; ¡es tanta la nieve que no podemos ver por dónde vamos! Ambos como podíamos intentamos caminar por donde veíamos más luces de la ciudad, pero siempre nos dejábamos engañar por los faros de los carros que nos pitaban para no pisarnos ya que de una u otra forma, siempre conseguíamos la manera-obvio que no intencionalmente- de caminar por todo el medio de la calle.
Caminamos y caminamos pero es inútil. No logramos ver nada abierto, aunque es un poco lógico ya que, ¿con esta tormenta quien sería tan idiota como para salir? Exacto, Marion y yo. Somos los dos únicos pelagatos que paseamos sin saber dónde estamos.
- ¿Sabes? Carlos y yo hemos estado hablando desde hace rato...
Después de un rato de completo silencio, Marion empieza hablar titubeando, como si no quisiera hablar del todo de lo que está pasando.
- ¿Acaso se volvieron norteño? -me reí.
- ¡No, baboso! No es eso-farfulla moviendo los ojos de un lado a otro molesta por mi comentario-. Hemos estado hablando de ti. Verás yo...
-Tú también me gusta Marion, aunque bueno... más que gustar, siempre he estado enamorado de ti. Por más que no te lo he dicho, creo que ya lo sabía.
No lo puedo negar: estoy nervioso. Mis manos están tibias, sudan mucho, aunque los guantes hacen que ella no se dé cuenta de esto y menos que con este frio se de cuenta de mi "pequeño" problema de sudoración.
-Pues no, no lo sabía, Leonnor-dice apretándome firmemente la mano con rudeza -. ¡Ja! ¿Y pensar que todo este tiempo hemos tenido una amistad platónica? Y todo porque no te he dicho lo mismo que acabas de decir.
-Sí, pero... es mejor que se quede como estamos.
Ella me mira sorprendida y con los ojos vidriosos, pero brillantes. Abre su boca intentando sacar cualquier palabra que pudiera expulsar de su cuerpo, pero solo le salen leves gemidos con una expresión parecida al dolor.
-Oye, ¡está bien! No hace falta llorar por eso. Tampoco es un mal de morir-su expresión se acentúa más hasta que no lo soporta más y se abalanza a mí en un grande abrazo cálido. Acerco mis brazos a ella, hasta que me decido por corresponderle el abrazo junto con un pequeño beso en su cabello-. Pudimos crecer con esta emoción encima así que vivir así, no puede ser peor que si nos volviésemos pareja. Prefiero una amistad basa en el amor que nos tenemos a tener una relación llena de turbulencia por la manera de ser de ambos que somos totalmente opuestos. Las parejas van y viene, pero este tipo de amistad siempre perdura. No te preocupes, que lo que siento por ti no puedo cambiarlo por nada de este mundo y lo externo a este.
Mar se separa un poco y me ve a los ojos. Desde que hemos salido hasta ahora ella no me ha querido decir nada y menos mirarme; me ha estado ignorando todo este tipo, y ahora sé que es por que buscaba el valor y las palabras correctas para saber que decirme. Entre su larga cabellera cobriza alborotada y sus ojos avellana que me penetran hasta el alma, me deja ensimismado en mi propio mundo.
Limpiándose algunas lágrimas que se le llegó a escurrir, me mira lista para poder hablar.
-Promete que va a ser así, Leonnor. Promete que pase lo que pase, ¡estaremos juntos!-contesta en tono fuerte acentuada las últimas palabras.
-Claro que sí, Mar. Nada ha cambiado, y tampoco lo hará... esto es una promesa que te juro que perdurará -ella sonríe y yo le entrego un sonoro beso en la frente mientras le seco algunas lágrimas- ¿Nos vamos a casa? Ya después se nos ocurrirá que decir. Después de todo no hay nada abierto y no nos dirán nada cuando nos vean con las manos vacía. ¿Qué dices?
-Eso me gustaría mucho, Leíto. Vayámonos a casa.
Tomándonos de las manos empezamos a caminar por las grandes calles vacías de la ciudad. Ahora siento como el gran nudo que tengo el pecho ha empezado a aflojarse hasta no sentirlo más. Toda la presión, los años, y las ganas de decirlo han desaparecido trayendo paz a mi cuerpo de poder sincerarme con ella como lo hice. Claro me hubiese gustado extender mucho más para poder hacer el descargue de todo estos años de reservas. Por suerte, ya lo básico esta hablado. Posiblemente apenas lleguemos a la residencia podamos hablar más de este asunto que está como pendiente.
- ¿Crees que cuando lleguemos a la residencia ya estén todo allá? -me pregunta Marion en voz baja-. Quiero decir, ¿crees que sea posible que por más que estén todos allá, como tu hermana, Maxi, Cosme... podamos hablar de esto?
-Claro que si Mar. Tan solo es de esperar a que no haya nadie en el cuarto para poder encerrarnos ahí hay hablar mejor, además para que no estén jodiendo ahí, comenzando con Juan Carlos ya que hablarlo frente a él sería casi imposible.
Pasa un rato y no siento más la mano de Marion agarrada a la mía. "Puede que solo haya quitado la mano, pero siga ahí. Ella no es de mucho contacto físico después de todo". Si eso puede ser. A lo mejor lo hizo apropósito y siga a mi lado.
Una fuerte luz me ilumina la cara permitiéndome ver con mayor claridad mí alrededor. Veo varias estaciones, ¿de qué? No lo sé. Edificios, grandes edificios iluminados. Cuando logro ver completamente mí alrededor me echo a reír. En este momento estoy deseando que fuese un carro el que estuviera cerca y me estuviese pitando, pero en realidad tengo un tren a toda velocidad que viene hacia mí y mi calzado que se enredó con las vía del tren. Me ha dejado indispuesto para moverme. Lo único que logro ver es el número 107ª del tren y un como las vías empiezan a temblar cada vez más fuerte con cada milímetro que se me acerca la gran maquinaria.
Moviendo mis pies una y otra vez logro desatar el primer zapato ya que el velcro se soltó. La gente que está alrededor empieza a gritar atemorizado por lo que me puede pasar si no me muevo a tiempo. Mis ojos están perdidos en el lugar buscando aunque sea una hebra del cabello de Marion, pero es inútil, parece que no está aquí.
Lo próximo que presiento es la imagen del tren frente a mí, y como tumba mi cuerpo aplastándolo. Logro escuchar completamente la maquinaria del tren desde abajo con lo poco de conciencia que me queda, el rugido de este, junto con el escándalo de las personas hacen que no termine de partir de este mundo.
Cuando todo acaba, el tren desapareció. Mis ojos se cierran para acabar con el horripilante dolor que tengo en todo mi cuerpo. Escucho a lo lejos, muy lejos la voz de Marion llamándome aterrorizada. Sus gritos desgarradores me llaman pero yo no logro mover ni una sola pieza de mi cuerpo.
Sé que llegó tarde, muy tarde, pero al menos sé que llegó.
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