Solo mire como se levantaba tambaleante y caminaba como furia hacia mi. Si algo había aprendido de mis experiencias estos 1000 años era que cuando dejabas que la oscuridad te consumiera, nada te salía bien

—¡Maldito mal nacido! ¿¡Cómo te atreves!?— No era muy fuerte ni inteligente. Bastó con esquivar su puño dando un paso a la izquierda y ya como para poder dejarlo caer sobre el barro. Incluso pude escuchar una risilla tuya al ver cómo ese demonio se caía de cara sobre el suelo húmedo. Te divertías con eso, no por mala o vengativa, sino porque se había visto divertido el movimiento a la izquierda y la cara llena de lodo. Me di media vuelta para encarar a aquel que se levantaba gruñendo como un animal y no cambiar mi expresión —¡Estupido!—

—¿Tu madre murió joven?—esa pregunta dejo al demonio estático—Parece que fuiste educado por animales en vez de humanos — la poca gente que había visto todo se tapó la sonrisa que había aparecido en sus labios. Lo único que hizo como cobarde fue levantarse y salir de ahí ni sin antes dedicar una mirada llena de odio.

Un día finalmente saliste de tu escondite y me abrazaste. Había lágrimas en tus ojos que limpié con un pañuelo, nadie merecía ver esos diamantes rodar por tu mejilla