Capítulo 5: Primer día.
He vuelto...
Bueno, bueno, bueno, antes de empezar con este capítulo, les recomiendo que les bajen un poco a la expectativa almacenada, ya que puede que esta parte no sea de la misma calidad de lo que siempre suelo traer.
Si prefieren dejar sus expectativas altas, no me hago responsable de posibles decepciones prematuras.
Para más detalles, bajen hasta el final del cap donde explicaré un poco más a detalle el por que de esto.
Además, daré un pequeño anuncio al mismo final.
Ahora si, sin más rodeos, ¡los dejo con la lectura!
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Cuando la noche aún es joven, en algunos casos la gente le gusta aprovechar ese naciente y frio periodo del día de alguna u otra forma que sea de su total agrado. Muchos prefieren arrullarse desde temprano entre los suaves brazos de Morfeo, y otros, que prefieren dejar tal manjar para una hora más avanzada.
En ese último grupo, hay un sinfín de actividades para aquellos que prefieren pasar más tiempo en vela. Se pueden jugar los juegos de mesa preferidos, ver alguna película idónea para la ocasión, las parejas de novios aprovechan el tiempo también a su manera, o bien, ciertos héroes profesionales que trabajan independientemente hacen turnos nocturnos que se extienden hasta la vigésima tercera hora del día.
La noche es el periodo del día más frio, una palabra que significa, a su vez, una sensación para muchos relajante, y para muchos otros, fastidiosa. Para las personas cuya opinión sobre el periodo más oscuro del día corresponde a la primera opinión, pueden aprovecharla, saben hacerlo, y salen a realizar una calmada caminata por la ciudad para poder despejarse a si mismos después de un mal día.
También los hay que prefieren combinar la paz de la noche con la paz que transmite los tranquilizantes sonidos que provocan el empate de las olas del océano al chocar con las rocas de la costa, y así mismo, lo usan para sus casuales actividades nocturnas... como es el caso de Goku.
El azabache llevaba cerca de una hora y veinticinco minutos en la playa que limitaba la metrópoli de Musutafu con el vasto océano pacifico, haciendo lo único que sabe hacer, y que, solamente el, sabe que le servirá para un futuro: entrenar.
Con sus ojos cerrados, estaba dando golpes y patadas en el aire, sin tomarse ni un solo respiro para relajar sus músculos y tendones, los cuales, ya estaban exigiendo un forzado descanso de organismo. Y no era para más, ya que, para rematar, estaba transformado en super saiyajin, teniendo al firmamento como único espectador de su quehacer.
Estaba intentando recuperar con el entrenamiento el vasto terreno divino que había perdido, ya que las etapas del super saiyajin dios y el Ultra Instinto le eran muy útiles en cierto punto de su vida, y en ciertas peleas en específico.
En cierto punto, Kakaroto paró en seco su severa sesión de entrenamiento, y se quedo suspendido en el aire. Luego, se tocó el estómago y se lo masajeo un poco, y como si de una casualidad se tratará, rugió fuertemente. Eso era una clara y muy obvia señal de que la cena en la residencia Kendo lo había dejado con muchísimo que desear.
- Rayos, se me había olvidado complementar la comida de hoy. – se dijo mientras regresaba a su estado base y aterrizaba en la arena.
Las opciones de abastecer su estomago de combustible (no el de los carros) eran prácticamente nulas a estas horas del día. Todos los restaurantes ya han cerrado, y quizás los bares también.
- En fin, ¿qué voy a hacer? – el azabache miró para sus alrededores, como si con la simple mirada se resolviera su situación actual.
Y viendo a cierto punto en específico, encontró la solución.
Veinte minutos después...
- ¡Ahhhhh! – el saiyajin estaba sentado en la arena, sobándose su panza, mientras tenía una cara de completa satisfacción. - ¡Esos peces estuvieron muy deliciosos! Que lastima que fueran tan chiquitos.
Si, como pudieron notar, Goku resolvió su problema con una técnica que casi no se ve hoy en día, a tal punto de casi ser llamada primitiva: la pesca. Cuando se trata de alguien tan comelón como el, 500 peces consumidos debían ser poco.
Se le ocurrió la maravillosa idea de hacerse un festín entre salmones, truchas, y demás, así que se metió al agua en picado, y fue sacando pescaditos por muchos montones. Después de ello, pescado por pescado, fue asándolos uno a uno con esferas de energía, y para su sorpresa, no se quemaron, sino que salieron en su punto.
- Ay, demonios, se me olvidaba que Kai-san e Itsuka-san me estaban esperando. – musitó al mismo tiempo que se levantaba de la arena, y se colocaba sus dos dedos centrales en la frente. – El tiempo pasa demasiado rápido para mí, pero eso ya es mi problema.
Cuando dijo esto, el catalogado clase baja cerró nuevamente sus orbes oscuros para empezar a rastrear la presencia de alguno de los dos Kendo que ya había conocido esa misma noche. No pasó mucho tiempo antes de que la figura masculina del peli-punta se empezase a convertir en una imagen residual. Y tres segundos más tarde, esa misma imagen desapareció en la vacía arena.
[...]
- ¿Cuánto tiempo más crees que Goku-san vaya a demorar, papá? – inquirió la Kendo menor al mismo tiempo que miraba el reloj, que marcaba el primer cuarto de hora de las 11 de la noche.
- No lo sé, Itsuka-chan, pero esto me está empezando a preocupar un poco. – aunque el tono de voz de Kai sonaba calmado, se notaba la mencionada sensación por su huésped.
- ¿Crees que le haya pasado algo?
- Yo espero que n-
Su oración fue interrumpida por un zumbido que provenía de la misma sala en la que estaban, que era lo suficientemente fuerte como para escucharlo desde varios pocos kilómetros. Luego, vieron como sin aviso previo una figura con el cabello de picos aparecía enfrente de ellos. La impresión los hizo caer de espaldas contra el suelo.
- ¡WAAAH! – gritaron ambos al unísono por la inmediata aparición.
- Oigan, no se asusten, solo soy yo. – Goku mencionó en cuanto ambos terminaron su griterío, batiendo sus manos levemente. – Cálmense, ¿sí? – continuó algo nervioso.
- ¡Por el amor de Dios, Goku-san, que ni se te ocurra aparecer así otra vez! ¡Por un momento pensé que era un holograma del ciberespacio o algo así! – replicó Itsuka con un enojo cómico al saiyajin.
- Lo siento, lo siento. – se excusó. – Teletransportándome era la forma más rápida y sencilla de llegar aquí.
- ¿" Teletransportándome"? – preguntaron ambos Kendo, y si, Kai se pudo recuperar.
- Digamos que es otro de los tantos usos que le puedo implementar a mi quirk. – explicó. – Como ya los conozco de algo, me tomé la libertad de aprenderme sus energías de memoria. Mientras ustedes sigan con vida, yo podré venir a ustedes con facilidad, ya que podré sentir sus ki. Claro, eso no sucederá solo con ustedes. – sonrió.
Esa fue una revelación que sorprendió a ambos hospitalarios del saiyajin. Esa era, sin duda, una habilidad demasiado útil para, no solo el simple movimiento casual, sino también para el movimiento evasivo o defensivo en batalla.
- Increíble... - espetaron ambos.
Después de esta sencilla explicación, Itsuka se fue a su recámara, finalmente a conciliar el sueño. Entre tanto, Kai procedió a mostrarle la habitación que le daría cobijo al saiyajin por tiempo indeterminado, que correspondería a la misma habitación donde despertó por primera vez.
El peli-punta aceptó sin ningún problema, y para cuando lo dejaron solo para que el también pudiera reposar, se quitó gran parte de su traje, como su camiseta naranja, su cinturón, su pantalón y sus muñequeras, para luego, ponerse una pantaloneta celeste que el castaño le había prestado, y así no quedar solamente en bóxer.
Cuando finalmente se cambió de ropa, Goku se acostó en la cama, y miró al techo diciendo:
- Estoy en sus manos, señor Whis. Mi destino está en sus manos.
Dicho esto, Kakaroto se quedó meditando y procesando más a fondo sobre todo lo que había vivido ese mismo día. En un principio, era para él un desorbitante pensamiento el acabar en un mundo completamente distinto al suyo, pero el mismo planteó esa teoría: enemigos lo suficientemente fuertes como para exiliarlo a la fuerza de su hábitat, y Moro fue la viva y contundente prueba de ello.
Por ahora, Goku depositaba todas y cada una de sus esperanzas de su regreso en su maestro. Sabía que proviene de una de las razas más poderosas de todo el universo, que no era nada más y nada menos que los ángeles, pero también, gracias a Whis, también conocía las leyes y restricciones multiversales que sometían a esta misma raza, y a todos los demás mortales consigo.
Todo esto pasó por su mente en cuestión de pocos segundos, y varios minutos más tarde, cayó rendido frente al cansancio.
[...]
FlashForward, cinco días después, lugar desconocido.
Una nave de la patrulla intergaláctica surcaba a toda velocidad los cielos del espacio, encaminándose hacia la base de esta organización. La invasión de Moro finalmente había terminado, y con ello, todo el universo había entrado en paz nuevamente.
Gracias a las esferas del dragón del nuevo planeta Namekusei, todos los daños a lo largo del universo causados por el ahora difunto hechicero se habían restaurado de forma exitosa. Tanto los planetas que Moro devoró a lo largo de su existencia, como las vidas que se llevó consigo en la tierra y en el universo fueron devueltos.
Ahora, era momento de una debida recompensa.
A bordo de la nave espacial, se encontraban dos patrulleros intergalácticos, donde uno de ellos era el mismo Jaco, y el otro pilotando, Majin Buu y Vegeta, camino a una pequeña ceremonia de parte de la patrulla intergaláctica como símbolo de agradecimiento por el haber participado de la derrota de Moro.
Una silla sobraba en la cabina principal, donde se suponía que iría Goku.
- Oye, Jaco. – el príncipe saiyajin le habló al patrullero, quien volteó para prestarle más atención. – Repíteme por que acepté hacer esta estupidez.
- ¡Oye, no es ninguna estupidez! – replicó. - ¡Antes agradece que te van a dar una medalla por ser uno de los responsables principales de la derrota de Moro!
- Como sea, no le veo la gracia a esto. – cruzó los brazos.
- ¡No seas tonto! ¡Esto es lo más valioso que puede haber en toda tu vida! ¡Quienes tienen muchas de esas medallas se les considera como de la verdadera élite!
En respuesta, Vegeta rechistó irritado.
- ¿Y tu cuantas de esas tienes?
- Esta es la primera.
Minutos después de esta cortísima conversación, la nave finalmente arribó a su destino: la base de la patrulla intergaláctica. Entraron a ella, y fueron al sitio donde sería la premiación.
Cuando llegaron, todo el escuadrón de la organización los estaba esperando, así como el rey de la vía láctea, y dos subordinados de la misma patrulla que se encargarían de llevar las medallas, ubicados uno a cada lado del rey. Fue así como comenzó la ceremonia.
A Majin Buu fue el primero a quien se le otorgó esta recompensa, y en cuanto se la pusieron, este agarró la circunferencia hecha de oro y comenzó a morderla como si de chocolate se tratase.
Vegeta fue el siguiente en recibir la medalla, y al recibirla, solo estrechó la mano con el rey de la vía láctea, y volteó la mirada para un lado.
Y bueno, ya podrán imaginar la reacción de un Jaco que está recibiendo su primera medalla perteneciente a la élite galáctica.
- ¡Muy bien! – un miembro del escuadrón intergaláctico empezó a anunciar. – Ahora se procederán a anunciar a los premiados.
Carraspeó un poco, y comenzó a nombrar.
– Vegeta IV-san – el mencionado solo volteó la cabeza hacia otra parte. –, Majin Buu-san – este estaba intentando comerse la medalla. – Jaco Thilimentempibossi-san.
- ¡Presente! – respondió eufórico.
- Bueno... y aún faltan dos personas. – prosiguió el otro mientras miraba una hoja que sostenía entre sus manos.
- Uno de ellos es Kakaroto, es más que obvio, ¿pero quién es el otro? – pensó Vegeta con un deje de completa confusión. ¿Quién podía ser el otro a premiar?
- El sujeto Son Goku, no se encuentra en el momento, debido a que su ubicación es desconocida. – atinó en los pensamientos del príncipe saiyajin. – Así que se procederá a nombrar al siguiente en la lista. – pasó la página.
Su duda se disipó al instante con el siguiente anuncio.
- ¡Merus, ahora conocido como Merus Ikanoichiyabossi-san!
Una figura mediana, de cabello color plata corto hasta los hombros, ojos del mismo color, que vestía el uniforme de élite de la organización, se estaba abriendo paso entre la multitud, y para cuando llegó al frente, se anunció a si mismo.
(Mini edición con paint, papá)
- ¡¿Qué demo...?!
Lo que Vegeta veía podía ser lo más normal, pero estamos hablando de alguien que se supone que ha muerto por quebrantar las leyes divinas. Era imposible. Debía ser una ilusión, ¿cierto?
Bueno, no se le debería llamar una ilusión a alguien quien le están colocando una medalla por el ser partícipe de la derrota de Moro enfrente de sus narices, y luego lo salude inmediatamente.
- ¡Vegeta! ¡Que gusto volver a verte! – espetó el patrullero.
- ¿P-Pero que haces aquí? ¡Se supone que tu desapareciste frente a todos nosotros!
- Claro que desaparecí. – respondió sonriente. – Pero como ángel.
- ¿Cómo ángel?
- Me encargaré de explicártelo más adelante. Y por cierto, ¿dónde está Goku? Es raro no verlo aquí.
Vegeta estaba en ese momento entre la espada y la pared. No sabía como decirle a Merus que su antiguo discípulo probablemente nunca vuelva a saber de su mundo, por lo que prefirió guardar silencio por el momento.
- ¿Vegeta? Te hice una pregunta. – tras 10 segundos de no tener ninguna clase de respuesta, insistió.
- ¿Qué? Ah, cierto. Después de que se acabe esto, necesito hablar contigo sobre Kakaroto precisamente.
- ¿Por qué? ¿Le ocurrió algo?
El nuevo y aún más extenso silencio de Vegeta fue suficientemente diciente para Merus.
- Ya veo. Búscame en el área de descanso, ahí hablaremos. – el semblante del ahora exangel se tornó serio, más sin embargo, no era a causa del enfado, sino de la intriga y cierta preocupación que le invadía el cuerpo.
Y así fue. La ceremonia siguió avanzando con completa normalidad, y culminó con una foto de todos los recompensados con el rey de la vía láctea. Luego, todos los demás miembros de la organización procedieron a felicitarles, y luego, todos ellos tomarse un descanso en el área destinada a esta recreación.
- Bien, ya me tienes aquí. – Vegeta empezó hablando al ver a Merus sentado en una banca que conectaba por detrás con cierta vegetación ligera.
- Ok, seré directo. ¿Qué le pasó a Goku?
- Moro lo exilió del universo. – si Merus iba a ser directo, Vegeta lo iba a ser más, y tal declaración sin rodeos sorprendió al patrullero.
- ¿Lo exilió? ¿Pero...?
- Ese insecto de Kakaroto se confió de más, y dejo que ese maldito le robara la energía sin que se diera cuenta y la usara en su contra. Confiaba en que se largaría para así poder pelear contra él una vez más. – su voz tenía cierto toque de decepción. – Y aún Whis no ha logrado dar con su ubicación.
La técnica que Moro empleó en contra de Kakaroto hace poco más de 72 horas no tenía un nombre como tal. Pero se dieron cuenta que era una de las técnicas más peligrosas que cualquiera pudiera tener, ya que no cualquiera puede dejar inmovilizado a otra persona usando su propia energía.
Una explicación bastante sencilla es la que adorna esta técnica denominada por Whis como "técnica de bote y rebote": en el momento que Moro se "apoyo" con una palma de la mano en el suelo para "levantarse", la verdad era que estaba robándole vitalidad a Goku mientras estaba esperando a su retirada, y para cuando pudo absorber parte de su energía, uso el mismo inmovilizador que el saiyajin había empleado contra el hacía unos momentos.
Mientras lo tenía inmovilizado por la luz que emanaba del suelo, le robaba aún más energía, y para cuando pudo efectuarla por completo, se manifestó en forma de columna lumínica. Pensó que, con esa energía, era suficiente para mandarlo fuera del universo 7. Y si, lo mandó fuera... del universo general.
- Busquen en los otros 11 universos, deberá de aparecer ahí.
- Por favor, espero que cuando te refieras a que te mataron como ángel, no te refieras a tu inteligencia. – a lo dicho por el peli-flama, Merus frunció un poco el ceño. – Claro que buscamos en los demás universos, y no hubo señal de él. Whis confirmó la teoría de que Moro lo mandó a otra dimensión.
- Entonces está en un universo ajeno a los 12... he escuchado de eso. Lo van a tener difícil, las posibilidades son infinitas.
- ¡No me digas cosas tan obvias, sabandija! – se enfadó cómicamente Vegeta. – La búsqueda no ha cesado desde que acabé con Moro, y los resultados han sido infructuosos hasta el momento. Y aunque no lo necesitemos ahora, quizás lo necesitemos después.
- Entiendo. – analizó la situación el peliblanco.
- Si eso fue todo, entonces me largo de acá. – tras otros 10 segundos de silencio, Vegeta decidió ir a hacer cosas mejores que esperar a que el patrullero hablará.
- Vegeta. – el mencionado volteó. – Cuando tengan noticias sobre él, díganme, ¿sí?
El príncipe saiyajin solo volteó nuevamente la cabeza, y siguió con su rumbo de retiro. Pero él debía de admitir que también estaba algo preocupado por su rival, aunque su infalible orgullo se lo impidiese expresar.
Dia siguiente de la llegada de Goku.
El reloj local de la ciudad de Musutafu marcaba cerca de las 5:45am. Una pequeña parte de la comunidad aún está entre sus cobijas entre los brazos de Morfeo, mientras que la otra, y posiblemente, gran parte, ya se ha levantado para iniciar sus labores cotidianas, o bien, como héroes profesionales. Claro, su profesión no es tan fácil después de todo. Exigía demasiados sacrificios que casi cualquiera protegería con su vida.
En los suburbios meramente profundos de la metrópoli, se ubicaba entre la multitud de casas de allí, una residencia de aproximadamente dos plantas, que albergaba un diseño exterior con un aire que recordaba a las residencias del lejano oriente de ya hacia un buen tiempo.
Cierto peli-punta dormía plácidamente sobre las suaves y blancas telas orientales, mientras gradualmente, los rayos provenientes del astro rey se inmiscuían lentos por las claras cortinas de la habitación, e infiltraban intrusos en su interior.
No tardaron mucho en tocarle el rostro al chico, que al parecer, le tenía asco al sol cuando dormía.
- Mmmm... – murmuró. – Apágate, sol.
Pasaba y acontecía que Goku estaba soñando acerca de un combate que solo ocurriría en su imaginación, la realidad no le dejaría ni de broma.
Era el... contra el maldito sol.
Bueno, aunque el "sol" que el se imaginaba no era una esfera supergigante que orbitaba la galaxia cada 225 millones de años, y que se encargaba de iluminar la tierra durante el día. No, nada de eso. Era demasiado poco para la volátil imaginación de nuestro saiyajin.
Soñaba que estaba en el espacio, un poco más allá de la línea de Kármán, donde el se encontraba transformado en su fase del Ultra Instinto perfecto, con su camiseta naranja destrozada en toda su extensión, mientras su camiseta azul estaba rasgada por la mitad. Su pantalón estaba rasgado por las rodillas y los tobillos.
Tan solo ver el aspecto de Goku decía de entrada que la contienda ya se había prolongado un tanto, además de que las tornas de la batalla iban en su contra, siendo sorprendente a pesar de usar el 100 por 100 de su estado divino. Tenía rasguños por todo su rostro, y sangre salía por sus brazos y mejillas.
En cuanto a su oponente, este tenía el aspecto de un anciano, con una cabellera blanca, una túnica que le cubría hasta la parte inferior de las rodillas, con una hebilla color verde sosteniéndole en el hombro derecho. Tenía muy pocos rasguños, por no decir ninguno, pero también estaba en ciertos problemas por el poder de Goku.
Emanaba un aura brillante, tal cual como el mismo sol. Podríamos decir que se trata de Ra, el dios egipcio del sol.
- Estoy gratamente sorprendido, Son Goku. – habló el Dios con cierta sorpresa. – Tu poder es bastante respetable en el mundo de los verdaderos dioses. Solo para ser un mortal, posees un gigantesco potencial que hasta a mí, ciertamente, me cuesta un poco entender.
- Jeje, yo también estoy sorprendido por lo que eres capaz de hacer. – replicó el peli-plata sonriendo. – Aunque presiento que entre nuestros poderes hay una gigantesca brecha que quiero saber... hasta dónde puede llegar.
- Sin embargo, no me queda mucho tiempo para devolverte al mundo de los mortales, lugar donde debiste permanecer si valoras tu vida.
- Me pongo en riesgo todo el tiempo, esto no es nada fuera de lo común.
- Créeme. – se elevó un poco más. – Mi poder está fuera de tu entendimiento.
Con eso dicho, Ra procedió a crear una esfera de color amarillo/blanco, cuyo tamaño equivalió a 1/4 del tamaño total de la tierra. Lo más sorprendente de todo esto es que tal ataque no tardó más de 5 segundos en formarse completamente.
Mirando anonadado que ya esa gigantesca esfera iba en su dirección, no le quedó de otra que responder con un Kamehameha a toda la potencia que el Ultra Instinto le pudiera brindar. Lo lanzó, y de inmediato, comenzó a chocar con el ataque del Dios del Sol.
Era demasiado obvio que, al tratarse de una deidad pura, Ra no ponía casi ni el más mínimo esfuerzo en impulsar su ataque, así que, a los pocos segundos, comenzó a ganar un amplio terreno con respecto al Kame de Goku. Y en cuanto al mortal, era bastante obvio que estaba sobrellevando su poder a límites que ni el mismo lograría soportar por ahora.
Y entonces, pasó lo obvio.
El ataque divino consumió en su totalidad a la ráfaga de Goku, y de paso, se lo llevó a el pese a que intentó sostenerlo con las manos. Lo único que logró fue amortiguar en mínima medida, la velocidad de caída de la gigantesca ráfaga. En cierto punto, estaba poniendo tanto esfuerzo, que se veía el sufrimiento en su rostro. Sus ojos estaban cerrados, sus brazos, sangrando al rojo vivo, y su ki disminuyendo drásticamente.
La situación se volvía crítica.
Hasta que Ra decidió finiquitar este asunto aplicando otro dedo en potencia, y sin previo aviso, el ataque explotó de una forma estruendosa.
- Vaya. Creo que me pase un poco.
Goku ya no podía hacer absolutamente nada, más que ser consumido en su totalidad por el poder del sol. Intentaba desesperado salir de él, sin la más remota posibilidad.
Y una luz cegadora lo envolvió por completo, sin tener escapatoria.
Coincidentemente, los rayos del sol de la vida real estaban fastidiando su plácido sueño. Ahí fue cuando Goku estaba, en la mera realidad, despertando lentamente.
- ¿Qué? – miró confundido a su alrededor, aún entredormido. – ¿Pero dónde está...?
Segundos después, fue cuando Son se percató de que esa emocionante pelea con el dios del sol no fue más que un vil sueño. Carajo.
- ¡Oh, diablos! – se quejó golpeando sus piernas. – ¡Yo quería ver como terminaba eso! ¡Ya se estaba poniendo emocionante!
Daría lo que fuera para que el sueño de pelear contra un ser mucho más poderoso que él se hiciese realidad.
- Ay, no importa, ya estoy despierto. – estiró sus brazos hacia arriba pegando un gran bostezo. – Desgraciadamente, ya estoy despierto. – dijo aún algo entredormido. – Y no en casa. – puso una cara triste algo graciosa.
Sin más, y resignado a que por mucho que tratase ahora de recuperar nuevamente su preciado sueño no lo lograría, se levantó a paso lento de la cama, y puso su mirada en su pantalón, que estaba colgado en el pie de aquella misma cama. En él, descansaba el cinto color azul que tanto ha decorado la cintura de Goku por mucho tiempo.
Se puso el pantalón y, agarrando sus botas, se sentó nuevamente en la cama y se las colocó. Se paró nuevamente, y agarró la parte superior naranja de su traje para colocársela sin remedios. Por último, se amarró su cinturón alrededor.
Comenzó a planificarse el día.
- Bien. – comenzó hablando al aire colocándose ambas manos en la nuca. – Suponiendo que aún no sé casi nada sobre este lugar, excepto que hay un hombre que probablemente se inyectó esteroides, pero que son de juguete, tal vez debería preguntarle más tarde a Itsuka si me puede ayudar conociendo un poco más. Aunque... podría adelantar parte de ese trabajo ahora mismo. – Sonrió y miró hacía el ventanal que se colocaba a su costado izquierdo. – Quizá si me dejo de preocupar por mi poder por un día no me hará daño, ¿cierto?
Suspiró.
- Bah. Como si tuviera otra cosa que hacer hoy.
Y en realidad, no tenía nada planeado para hoy, así que ¿qué más daba? El día puede llegar a sorprenderlo incluso. ¿Qué más podía perder?
Sin dilatarse ni enredarse en su pensamientos aún más, el saiyajin abrió la puerta que separaba el interior de la alcoba con el pasillo que atravesaba la segunda planta. Comenzó entonces a pasar sin ninguna clase de afán por toda la extensión del corredor, dándole una inspeccionada con la mirada, que transmitía cierto estupor notable.
- Esto me trae ciertos recuerdos... Vaya, que tiempos.
Por su mente, pasó el recuerdo de lo que alguna vez fue, en su temprana infancia, el hogar de quien Goku considera hoy en día como su padre, a pesar de estar difunto desde hace muchísimo tiempo: el de su "abuelito", Son Gohan.
Era totalmente inevitable recordar todo el tiempo que compartió con él, considerar todo lo paciente que fue con un chico que hasta cierto punto era sumamente revoltoso, pero que por azares de la vida, esa parte de su personalidad quedó suprimida definitivamente. Haciéndole el trabajo más fácil de manejar su carácter desde ese día hasta que el mismo Goku lo finiquitó por accidente con su forma Ozaru.
Una bonita manera de recordarlo después de aquel fatídico evento fue conservando, de las siete esferas del dragón, la que poseía cuatro estrellas. Y esa costumbre no ha muerto hasta el día de hoy.
Era totalmente inevitable que, al recordar estos tiempos áureos, una sonrisa se barriese por su rostro.
Luego, su expresión adquirió duda.
- ¿Será que Itsuka podrá entrenar hoy? – se preguntó a si mismo. – ¿Hola? – el saiyajin se asomó por el marco de la puerta de cada habitación, solo obteniendo respuesta de la soledad. - ¿Hay alguien aquí? – se asomaba por el baño.
Suspiró al ver que se había quedado solo en la residencia sin saber que hacer. Así que, sin más, bajó las escaleras de la vivienda, y caminó hacía la puerta para agarrarla de un extremo, y así, jalarla para salir nuevamente al exterior en un intervalo inferior al de 12 horas.
En cuanto salió y cerró la puerta, el brillo del sol naciente del nuevo día le dio de lleno en el rostro, mientras la ropa del saiyajin se movía rítmicamente a la leve brisa típica de la mañana que silbaba por el ambiente.
Con una sonrisa explayada en su rostro, y acomodándose la muñequera izquierda, dijo:
- Bien. Veamos que más cosas interesantes guarda este sitio.
Prefectura de Kamino.
Un edificio con una infraestructura bastante elegante.
Quizá esto no tiene nada de raro si hablamos de un país tan avanzado como lo es Japón. De esta clase de edificaciones, se pueden encontrar en prácticamente todas las provincias que conforman el país asiático, generalmente, para albergar sedes de empresas, bares elegantes, negocios, entre muchos otros. Mucho contenido inesperado dentro de las caras baldosas de cuarzo y los medianos y rectangulares ventanales puede esperar al acecho.
Y esta no es la excepción.
Dentro de las primeras plantas de la estructura, tomaba lugar un bar bastante esclarecido, con su respectivo estante para variadas botellas de diferentes licores; unos cuántos famosos, y otros cuántos no tan reconocidos, pero aún así, eran aceptablemente apetecibles. Al frente de este, estaba una barra que ocupaba 3/5 del ancho del cuarto para los clientes.
Una especie de sombra negra flotante con dos cuencas amarillas amorfas que hacían de sus ojos vestía una juego de ropa consistente en una camisa blanca, un chaleco negro, un corbatín que estaba atado a la altura de la tráquea, unos pantalones negros hechos de suave algodón y unos zapatos del mismo color.
A clara vista, el era el único barman del sitio.
- Ya llevas casi 20 copas con esta. – le dijo al único "cliente" que estaba atendiendo. – No entiendo cómo es que puedes seguir estable hasta este punto. – continuó mientras servía un poco más de vino en la copa que era del otro hombre.
- Ya, cállate y dame otra. – replicó seca y rápidamente el que estaba siendo atendido.
El cliente era un hombre que tenía piel pálida, con ojos rojos como el mismo rubí y un cabello celeste que le llegaba hasta la parte inferior de los hombros, bastante desordenado. Por alguna extraña razón, unas cuantas manos se aferraban a partes de su rostro y clavícula, tapando gran contenido, pero dejándolo a el con la vista expuesta. Vestía una camiseta negra manga larga, la cual le quedaba algo holgada, así como un pantalón de mezclilla de un color más claro.
El barman suspiró.
- De todos los días que debías tenerles fastidio a los héroes, más a All Might, ¿este debía ser el más frustrante? – dijo mientras le pasaba el envase ya lleno de vino nuevamente. – No sueles beber más de 10 copas, Tomura Shigaraki.
- Tengo mis motivos, maldita sea. – respondió el ahora conocido Shigaraki mientras bebía rápidamente el contenido. – ¿Cómo demonios no estar frustrado cuándo tienes como enemigos a los héroes en general, que se exhiben con puras victorias día tras día, cada vez haciendo ver más a los otros cómo míseras pulgas? Simplemente no tolero sus hipocresías.
- Es comprensible hasta cierto punto. – respondió su compañero, que a pesar de tener un cliente bastante agotador con el que tratar, ya se había asentado a ello. – Todos ellos hacen lo que hacen por beneficios propios, no porque ese sea su trabajo. – Recibió la copa del peli-celeste, y la llenó nuevamente de vino. – Es una especie de desventaja el tener una sociedad plagiada de seres que solo dependan de particularidades, ya que el desequilibrio abunda, y los verdaderos héroes son escasos. – Se la dio de nuevo. – Quizá un ejemplo de lo poco que quedan de verdaderos entes heroicos pueda ser All Might.
Antes de que Shigaraki pudiera dar un sorbo, detuvo la trayectoria de su copa, y la colocó nuevamente en la barra.
- No... All Might también está en la lista negra. – comentó. – Esa patética sonrisa que muestra todos los días, lo único que quiere demostrar es una hipocresía tan grande con la que el mismo le cuesta cargar, incluso. Demostrar capacidades que el mundo aún confía que existen, pero el... solo infunde falsas esperanzas ciegamente. ¿Crees que eso es lo que harían los verdaderos grandes?
- Lastimosamente, es un mecanismo de convicción pública bastante conveniente en estos tiempos. – le respondió de forma tranquila mientras ordenaba unas cuantas cosas en el lugar. – Si no se usa, entonces solo existiría la gente de nuestro tipo, que poseen recursos bastante fuertes como para sustentar sus ideales, pero, aun así, ellos confían en lo que más les conviene, no en lo que más les sirve.
- Tarde o temprano, tendrán que abrir los ojos para darse cuenta de que el mundo de ensueño para ellos solo es una simple farsa. – se levantó de su asiento, haciendo espacio entre este y la barra con el empuje de sus brazos, así mismo, aprovechándolo para estar de pie. – Son lentos y estúpidos para ver ese hecho; de hecho, son esos mediocres que prefieren mantener una mentira de ese calibre, y los demás son tan ciegos como tan mentirosos sean esos malditos héroes para ver que viven en una mera fantasía. – Sus puños se apretaban paulatinamente. – Aquí no existen héroes. Solo existen farsantes. ¡Solo existen los débiles!
En su reflexión hacía el mundo de los héroes, era tal la magnitud de sus verdades que incluso el alcohol que habitaba en su cuerpo gracias a todas las copas ingeridas se esfumó como por arte de magia de un segundo a otro. Aquella voz tranquila del principio se había ido, ahora, sonaba más rencorosa, como si todo el odio palpable que ha acumulado en su interior a través de su vida habitaba tomara forma allí.
Era cierto, a fin de cuentas.
Su compañero solo se quedaba en su puesto, escuchándolo.
- Sensei fue el primero de todos ustedes que me libró del cataclismo en el que me había inundado, y me dio la oportunidad para reivindicarme en este mundo. Atacar desde el núcleo es más eficiente que ir con rodeos, así que, ¿qué mejor manera de empezar como ir a la U.A? Por eso, ya estaba programado.
- El orgullo de un héroe es más valioso que su particularidad. Eso es lo que más dolería.
- Exacto. Un medio bastante conveniente para derrotar a cualquiera. All Might posee un orgullo bastante inmenso, y él, siendo profesor de esa prestigiosa academia de héroes, se enterase que fue una derrota indirecta, entonces la oportunidad estaría en bandeja de plata para rematarlo, ¿no crees, Kurogiri?
- Supongo. – El ahora conocido Kurogiri comentó. – Sin embargo, ¿cuando sería esa oportunidad, según tu?
El peli-celeste volteó a verlo, y con una sonrisa descarada, contestó:
- Ese asunto déjaselo al tiempo, ¿quieres?
Y es que el tal tiempo es el villano más hostil de todos por igual. Sin importar que, no dará tregua ni al más fuerte de los héroes.
Porque el es mucho más fuerte que cualquier otro.
¿Cierto?
En otro sitio.
Una silueta de aproximadamente 1.75m de altura reposaba de pie sobre el tejado de un edificio. Desde la altura donde estaba, parte de la ciudad podía ser contemplada sin problemas, y daba un buen escenario del que hablar. La figura era tapada por una manta de tela color café oscuro, de pies a cabeza, pero una aureola color blanco con bordes amarillos adornaba la coronilla de su cabeza, que era lo único que resaltaba.
(N/A: No alcanzó el presupuesto para colocar la aureola, ni para mejor resolución. Sorry :'v)
La parte de la boca y nariz eran cubiertos por una mascarilla color café, limitando la vista de cualquier expresión bucal.
El hombre encapuchado solo sonrió debajo de la máscara.
- Vaya. – espetó algo sorprendido. – Un poder reducido de forma brutal... Tal parece que mis planes tendrán un pequeño contratiempo por este desliz. – su sonrisa se hizo maquiavélica, ensanchada. – ¡Pobre criatura infame! ¡Una vez recuperes toda tu fuerza, yo mismo me encargaré de castigarte como se debe... tal como debió hacerlo tu estúpido dios de la destrucción desde hace mucho! Todo por tu mísera mediocridad... ¡Son Goku!
Y estaba decidido... a cobrar venganza... a cualquier maldito precio.
[...]
El día había avanzado hasta llegar hasta las nueve de la mañana, y la ciudad en pleno había llegado a su agitado apogeo habitual. Nada fuera de lo normal que no estuviese en plan había sucedido.
Cuando se vive en una sociedad como esta, donde humanos con habilidades anormales legalmente autorizadas se encargan de velar por una rígida seguridad día tras día, el panorama heroico es el mismo de siempre: todas las avenidas, calles, barrios, entre muchas otras divisiones políticas menores están infestadas de villanos de quinta categoría; por ende, son, generalmente, fáciles de vencer en batallas que no alcanzan la duración ni de 5 minutos.
Estos últimos meses, la ciudad y el país como tal se encuentran en relativa calma con respecto a posteriores cataclismos que han sacudido a este mundo tan particular. Así que ciertos héroes han bajado un poco la guardia, pero no significa que hayan dejado de vigilar las calles, como su misma profesión dicta.
Sin embargo, ahí radica el problema: muchos de ellos lo hacen porque es su trabajo, y muy, pero muy pocos lo hacen porque les nace de lo más profundo del alma salvar vidas de las garras del mal. Bastante decepcionante, sabiendo que viven en una sociedad humana sumamente peligrosa con un sinnúmero de particularidades.
La pregunta del millón es: ¿Dónde están los héroes? ¿Los verdaderos?
Bueno, un verdadero héroe pasa por desapercibido por toda la sociedad al mero comienzo.
- Se ven tan deliciosos... Maldición...
Como es el caso de este hombre, llamado Goku, quién a duras y penas llevaba dos días en esa ciudad, y estaba sumamente perdido para ser su primer amanecer aquí.
Desde hace tres horas, el saiyajin había decidido darle una segunda ronda de exploración al lugar donde había aterrizado forzosa y desconocidamente, pero fue más ambicioso, y le dio la vuelta completa a este planeta, así mismo, dándose con que variaba muchísimo con respecto a la tierra de su proveniencia. Todo el mundo parecía igual de moderno o igual de atrasado tecnológicamente, puesto que todos los lugares que visitaba no poseían la mayor cosa.
Al final, gracias a que conocía el ki de cierta chica peli-naranja, pudo regresar al punto de inicio, y, aburridamente, saciar sus necesidades personales, ya que había partido en ayunas.
Y aquí estamos, entonces.
- Tengo muchísima hambre. – musitó algo desanimado. – Si tan solo tuviera algo de dinero para comprar esos deliciosos panecillos...
El se encontraba viendo a la vitrina de una panadería que era considerablemente grande, donde cuatro panecillos de queso estaban girando al frente suyo en una base circular que funcionaba mecánicamente. Por dios, se veían tan deliciosos que quería devorárselos ya si tuviera el dinero, como el mismo lo dijo.
Pero bueno, que más daba, tenía que continuar su recorrido, y dejar que alguien que si tuviese los fondos económicos los pudiese consumir a gusto.
Caminó un poco por el norte de la acera en la que estaba el local recién mencionado, encontrándose con más de este tipo de lugares: ropa, joyerías, más locales de comida (algunos que estaban abriendo y que intento evitar mirar para no antojarse) y muchos otros más. No había visto tanta variedad de lugares en una sola calle, y eso le sorprendía en cierto punto.
Llegó hasta un cruce peatonal, donde varias personas estaban esperando a que el semáforo se pusiera en rojo para que el peatonal se pusiera en verde, y así, cruzar con plena seguridad sobre la vía. Goku no entendía a los semáforos, ni para que servían, pero, por si acaso, también se detuvo junto al resto de personas.
Por ahora, su objetivo de deleitarse con algo interesante estaba bastante lejano.
- Este mundo se ve más aburrido que el mío. – intuyó navegando entre sus recuerdos más próximos. – Todo lo que lo hace interesante son esas llamadas particularidades, pero solo he oído hablar la de Kai-san, y si la de ese hombre con esteroides de ayer también se puede considerar una, entonces lo he visto todo aquí. No veo mucho que pueda esperar a estas alturas.
Impaciente, como el mismo.
- Aunque...
Digamos que ciertas personas que estaban a su alrededor cercano y que lo estaban acompañando a esperar el semáforo en verde no eran del todo humanas que digamos. Para la muestra, un botón: una mujer que estaba a unos pocos metros del peli-palmera tenía una cabellera bicolor, entre azul y morado claro, cuyas puntas capilares tenían una especie de pequeñas criaturas colgando de ellas. Todas ellas tenían el mismo semblante neutro de la portadora.
Otro ejemplo: un joven pelinegro cuyo dorso de sus puños estaban cubiertos por una especie de puntas considerablemente largas, las cuales podrían catalogarse como "cuchillas". Esta cualidad también la poseía en la zona de las pantorrillas.
También, había un hombre cuya apariencia articular (brazos y piernas) se asemejaba a un caballo, cosa que lo hacía perfectamente confundible con un centauro... solo que este transitaba en sus dos patas traseras.
Viendo un poco más a fondo, ¿esos eran humanos? Se preguntaba el saiyajin.
- Creo que me estoy apresurando un poco, o simplemente, soy bastante exigente a lo que pido por mi poder... – acertó mientras se rascaba la nuca.
No paso mucho tiempo divagando por sus pensamientos antes de que los carros de aquella avenida comenzaran a detenerse por el semáforo que había cambiado al rojo. Así que el siguiente paso en aquel algoritmo de luces era el semáforo peatonal, que se iluminó en verde.
Cuando esto sucedió, las personas que se encontraban esperando este cambio comenzaron a caminar hacia la otra acera pasando por la cebra que pintaba sobre el ancho de la calle, cada quién tomando sus respectivos caminos llegados allí.
En esas, Goku dirige su camino hacia su derecha para ver que más podría encontrar. No desfallecía en sus esperanzas de encontrarse y deleitarse con los actos que pueden llegar a hacerse con las susodichas "particularidades", y solo visto una y oído sobre otra, tenía bastante por explorar.
Sin embargo, tras haber caminado otro gran pedazo de tramo sin encontrar nada, y antojándose de todo (comida), unos sonidos provenientes del cielo llamaron su atención, y alertaron a los transeúntes que iban con el.
- ¿Qué rayos es eso?
Su expresión se había tornado un poco más seria, pese a también mostrar un deje de confusión al desconocer la causa de esos sonidos de arriba.
En el proceso, se dio cuenta de que, paulatinamente, varias personas se iban como por arte de magia, y esos dos factores provocaron que el público se retirara del área apresuradamente.
Y un oído bastante agudo y unos reflejos muy ágiles le ayudaron a esquivar aquello aún desconocido. Tuvo que agacharse de forma muy rápida para evitar una posible embestida.
- ¡Esto es más que un simple sonido! – pensó, ya que sus sentidos le alertaron de que este asunto no se trataba del todo de un sonido.
Decidió ascender a los bajos cielos, para poder vislumbrar y procesar con mayor claridad lo que estaba sucediendo. Procedió entonces a buscar, ya no con los reflejos, ni instinto, sino con su propia vista y detección de presencias. A ver si era capaz de descifrar lo que pasaba en esos momentos.
Todo acontecía en cámara lenta desde su perspectiva cuando logro pillar unas figuras moviéndose a gran velocidad en el área, y viendo cómo se alejaban con rehenes consigo.
Cuando uno de ellos pasó a cuestión de centímetros cerca suyo, notó que su aspecto físico podía ser un motivo por el cual los zumbidos eran necesarios a esquivar. Su cara poseía unos ojos completamente rojos, sin pupilas, sin esclerótica; su boca traía una lengua anormalmente larga, casi 23cm de largo; bajo sus brazos, traía dos patas tan largas como sus brazos, e incluso un poco más. Finalmente, atadas a su espalda, dos alas de un grosor relativamente bajo que aleteaban de forma rápida.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Kakaroto contó 10 de estos.
- Son bastantes. – susurró el pelinegro.
Miro alrededor suyo, y luego miró al suelo. Miró hacía sus lados y miró hacía atrás en busca de gente que se encargara de ellos, pero nadie llegaba. No quería intervenir, ya que ese no era su deber, pero al sentir el ki de varios civiles que iban con ellos, y sin nadie que llegara, optó por, por lo menos, seguirles el paso.
- Maldición... Lo haré yo.
Continua-
- Editor: ¡Espera, espera, espera! -- dijo agitando las manos.
- Ninten: A ver, ¿qué pasó?
- Editor: Mira, pues... hice un nuevo material para concluir los capítulos, y creo que me quedó bien.
- Ninten: - mira la imagen detenidamente. - ¡Ja! ¡Maravilloso! Oye, para ser tu primera vez, no lo haces mal, déjame decirte.
- Editor: Gracias, supongo. - rascándose la nuca.
- Ninten: Bien. Metámosla aquí de aquí en adelante, entonces.
¡Hola, hola, hola, hola!
Si, yo se que ha pasado bastante tiempo desde que no actualizo esta historia, pero no he tenido el tiempo ni la disposición de ponerme a trabajar en esta cosa, así que... ¡Gomenasai!
Para los que leyeron al principio de esta historia que iba a comentar una cosita al final, entonces aquí va:
Si este capítulo tuvo un bajón en la calidad tanto de narración como de diálogo, fue porque mi inspiración flaqueó de forma agresiva durante la producción del mismo: unas veces estaba bastante inspirado, otras veces tenía ideas medianamente aceptables, y otras eran completamente mediocres.
Pero esta NO ES la calidad definitiva. Esto solo fue un pequeño traspié que tuve al producirlo, escribirlo y publicarlo, así que no se preocupen, que en los capítulos que vienen, la cosa solo va a mejorar, nada más.
Disculpen por posibles decepciones.
Ahora si, notas sobre el capítulo.
Bueno, pues la verdad, hubo un pequeño cambio de planes sobre la escritura, ya que dije que iba a hacer 8100 palabras o más, pero al final de cuentas, decidí hacerlo más corto, pero sin perder el toque de suspenso. Hablando en términos generales, me quedó bien. Aún así, quisiera saber su opinión. ¿Qué tal les pareció?
Además, vengo con una propuesta que quizás les guste.
- Ninten: -- muestra un cartel que dice "Historia Anti-lemon".
¿Quieren delicioso para más adelante? Eso si, si veo que la historia es muy apoyada en los capítulos que vienen, lo voy a poner.
Por cierto, déjenme decirles que estoy impresionado.
Mientras no hubo capítulo, la cuenta de lecturas ascendió casi 2.000 unidades, así como la cuenta de seguidores, que va en 268. Se los agradezco desde lo más profundo de mi corazón.
Espero que les haya gustado tanto leerlo, como a mi tanto escribirlo, y si les gustó, por favor, dejar su estrellita de Mario Kart, ya que eso me motiva más a escribir capítulos.
Tampoco olviden compartir esta historia, para que así, más gente vote, y así, inspirarme todavía más. Y seguirme, para enterarse de las novedades que tengo planeadas para un futuro.
No se olviden tampoco de pasarse por el resto de mis historias, para apoyarlas tanto como a esta, además de que estaré actualizando unas que deje olvidadas, por así decirlo. Así que los invito a leerlas de igual forma.
Ahora si, sin más que decir, me despido. Conmigo será hasta la próxima parte de esta historia. ¡Kai, kai!
Fecha de publicación: 14/07/21
Última edición: ??
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